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El regreso por Bloomx

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Notas del capitulo:

YU-GI-OH no me pertenece, yo solo utilizo sus personajes para crear nuevas hitorias.

Es bastante largo así que espero que lo disfruten.

 

-Que dolor de cabeza –se quejó Tea, se había despertado poco después de que salí de nuestra carpa.

-Hicimos café, ¿quieres? –le ofreció Ryou. Solo estábamos levantados Malik, Ryou y yo, ya era casi mediodía y el resto seguía durmiendo.

-Oigan, miren –llamó susurrando Malik, nos acercamos a donde él se encontraba. Estaba arrodillado frente a la carpa que compartían Duke y Tristán, el cierre estaba abierto seguramente por el calor que hubo anoche pero lo que más nos llamó la atención era como se encontraban.

Compartimos una pequeña risa cómplice, se encontraban muy pegados. Duke dormía sobre un brazo del castaño y tenía su trasero completamente, muy completamente, pegado a la pelvis del otro. Y Tristán escondía se cara entre el hombro y el cuello del ojo verde mientras su mano libre estaba apoyada sobre el pecho y los dedos sobre un pezón. Ambos seguían con sus trajes de baño y sin remera.

-Por  Ra, me da vergüenza mirarlos –me tapé los ojos con una mano aunque veía por entre los dedos. Es que estaban en una situación comprometedora, seguramente sin la intención de serlo. ¡Pero lo era! Y es cierto que yo termino a veces así con Joey, pero al ver a alguien más siento como si me metiera en donde no debo.

-Pues a mí no… es más quiero recordarlo –dijo Malik riendo mientras sacaba de un bolsillo de su pantalón su celular y les tomaba una foto. Me pregunto qué será lo que piensen cuando despierten, digo Tristán no odia a los hombres que le gustan otros hombres pero definitivamente no es uno de ellos.

-¿Qué están haciendo ahí? –llamó Tea, al parecer ya había regresado de lavarse los dientes. Ryou bajó el cierre de carpa, seguramente esos dos se lo agradecerían algún día, no sería bueno que Tea se enterase.

-¡Nada! –gritamos los tres y sonrientes volvimos a sentarnos cerca de ella, iba a decir algo cuando la interrumpí-. ¡Mira, Yami ya despertó!

-¡Yami! ¿Cómo estás? ¿Quieres café? –saltó animada con café en mano la castaña.

-Sí, gracias –respondió este mientras se sentaba en una silla de playa sosteniéndose con una mano la cabeza. Tenía ganas de reírme de su cara destrozada. Le sonreí.

El resto del día fue asombroso, volvieron a jugar un partido de futbol y luego todos nos lanzamos al agua para sacarnos el calor.

-¡Vas a caer! –grité empujando a Malik. Estaba sentado sobre los hombros de Yami mientras que Malik sobre los de Marik y Ryou sobre los de Akefia compitiendo por quien caía último.

Fue realmente raro que ninguno se negara cuando fueron levantados contra su voluntad pero supongo que está mejor así, pudimos divertirnos juntos.

-¡Eso ya lo veremos! –dijo Malik mientras  me devolvía el empujón y luego iba contra Ryou.

-¡Vamos  Ryou, enséñales quien es el mejor! –gritó Akefia mientras sostenía por los muslos al peliblanco y acercándose a los demás.

Los tres fuimos sorprendidos al ser empujados por alguien más, Duke se había subido a Tristán y ahora también luchaba.

-¡Pónganse más juntos! ¡Les sacaremos unas fotos! –gritó desde la orilla una de las chicas.

-¡Espera! ¡Joey, Tea, faltan ustedes! –grité y así ellos vinieron corriendo, con dificultad y entre risas Tea se subió a los hombros de Joey y así posamos repetidamente para unas fotos increíbles.

Sí, ya lo de anoche estaba olvidado entre ellos dos, siempre se peleaban y luego volvían a estar bien.

Ya era la hora de almorzar y de nuevo comimos hamburguesas.

-En serio Aibou, no sé donde guardas todas esas –dijo Yami señalando mi hamburguesa, creo que era la cuarta. No la cuarta fue hace mucho… ¿tal vez la quinta? Sentí mi cara arder y él se rió.

-Me encantan y sé que tú también eres fanático –le dije señalándolo acusatoriamente y él levantó los brazos rindiéndose. Después de pasar tres años a mi lado comiéndolas tan seguido sería difícil que no le gustara.

-Me preguntaba si querías ir a caminar conmigo –dijo él sin mirarme pero firme, aunque retorcía sus dedos entre sí… que lindo. ¡Alto! Miré a Joey jugando en el agua con los demás, no creo que se moleste, así que…

-Claro -respondí sonriendo y el suspiro, realmente no entiendo por qué cada vez que se acerca a mí desde que llegamos está nervioso. Terminé de comer y él me tendió sus manos y al agarrarlas tiró de mí hasta pararme-. Ryou, nosotros iremos a caminar.

-Sí, claro… -lo escuché murmurar al peliblanco a mi lado aunque estaba más concentrado en Akefia tocando la guitarra.

+

Caminaron por la orilla del agua sin decir nada por largos minutos y alejándose cada vez más de sus amigos. Aun así nunca habían estado más cómodos, después de estar tanto tiempo lejos el uno del otro sentirse cerca era todo un placer.

-Lo siento si te incomodé anoche –dijo Yami bajando la cabeza.

-No te preocupes, no lo hiciste –contestó el otro sonriendo.

-Me alegro porque no sé qué me pasó. No quería acusarte de nada y menos de que te gusta Joey… es una estupidez –volvió a explicarse riendo.

-Sí... mmm, veo que lograste llevarte bien con todos y los otros también, supongo que es bueno tener una cosa menos de la que preocuparse.

-Pues sí, pero ayuda mucho también el que sean tan amigables cuando se lo proponen y no quieran matar a nadie. Solo espero que no hagan preguntas personales porque todavía no logro acordarme de cómo lucía mi madre falsa.

Yugi volvió a reírse. Comenzaron a caminar por dentro del pequeño bosque hablando de pequeñas tonterías cuando escucharon unas risas conocidas y al voltear a ver se llevaron una sorpresa demasiado grande de asimilar. Tenían los ojos abiertos como platos del impacto de la imagen que estaban viendo y Yugi se había puesto colorado hasta las orejas de la vergüenza.

Sobre un tronco estaba sentado Ayami sin camisa y tenía a horcajadas a una de las amigas de Tea mientras se besaban, cada tanto se separaban para reírse y decirse una que otra cosa morbosa, pero lo que más impactaba era ver que ella solo llevaba una minifalda y la parte de arriba del bikini estaba olvidada a un lado del tronco caído.

El chico no perdía el tiempo metiéndole mano a la chica y luego de que esta lanzara un gemido alto, Yugi enseguida se dio media vuelta avergonzado a más no poder y comenzaba a caminar de nuevo a la playa aún colorado y con Yami detrás.

-Eso era algo bastante normal en Egipto –dijo Yami para romper la tensión pero no tuvo los resultados esperados.

-Sí y más que nada para los faraones, ¿verdad? –dijo Yugi tomándose mal el comentario y comenzando a caminar rápido hacia la playa.

Se sintió idiota, había pensado que Yami se sintió tan avergonzado como él pero era obvio que no. Sabía que para un faraón vivir alrededor de la lujuria era normal, su abuelo trabajó toda la vida estudiando la cultura egipcia y su relación con los juegos y su padre también. Conocía la cultura pero luego de que Yami dijera que no se comportaba como el típico faraón había tenido esperanzas de que hubiese sido diferente en eso también. Ahora se sentía peor al darse cuenta de que no tenía por qué reclamarle nada, a él no tenía por qué importarle la vida privada de los demás.

Se sentó en la orilla del agua y cada tanto las olas mojaban la punta de los dedos de sus pies. Yami se sentó a su lado, se sentía avergonzado, había actuado como novio celoso y solo eran amigos muy, muy cercanos.

-Aibou, yo no era como piensas –comenzó a decir Yami-. No voy a decirte que jamás hacía eso porque te estaría mintiendo, pero tampoco era una costumbre de todos los días. No soy, no fui, uno de esos faraones.

-No te preocupes, no es de mi incumbencia tampoco –dijo Yugi mirándolo mientras tenía apoyada su cabeza de costado sobre sus rodillas.

-Toda mi vida es de tu incumbencia. Me gusta contarte sobre mi –dijo Yami mirándolo a los ojos-. Y sé que los faraones tienen un montón de concubinas pero lo único que yo tenía eran un montón de gatos.

-¿Tenías gatos? –dijo Yugi riendo y elevando una ceja con curiosidad.

-¡Sí, me encantan! Solo el faraón puede tenerlos así que aprovechaba; tenía a Pelusa, Ra, Patita, Bigotes, Lunares, Cocoa y mi favorita Garritas, nunca dejaba que las mujeres se me acercaran… por eso el nombre, era la única mujer en mi vida.

 Yugi volvió a reír, pero esta vez casi sin parar. Tenía un pésimo gusto para nombrar a los gatos.

-Supongo que los vas a extrañar…

-No tanto como te extrañaba a ti –dijo Yami encogiéndose de hombros. Yami estiró la mano y movió parte del buzo del tricolor notando una clara diferencia entre el color de ambas pieles, una estaba blanca y la expuesta al sol muy roja-. ¿No te molesta el buzo? No te lo has sacado en ningún momento.

Yugi se enderezó y se llevó una mano al pecho izquierdo nervioso.-No, estoy bien aunque tengo un poco de calor. ¿Quieres entrar?

Ambos se lanzaron al agua salada por un buen rato y luego se quedaron sentados con el agua por el pecho mirando el horizonte, ya eran las dos de la tarde y el calor del sol pegaba fuerte.

-Eres un tonto por irte –dijo Yugi arrojándole agua con la mano y desahogándose de lo que quería decirle.

-Lo sé y tú eres muy tierno –dijo Yami y le devolvió el agua, comenzaron a lanzarse agua entre risas y terminaron en la orilla salpicándose hasta que Yami envistió contra el más pequeño tirándole a la arena con él arriba.

-Ahora eres más tonto –dijo Yugi riendo junto al otro para luego quedar serios.

Estaban muy cerca el uno del otro, más que cerca, estaban pegados. Yami miró sus mojados labios y Yugi entró en pánico. Yugi tuvo la idea fugas de chocar sus labios, estaban cerca solo tenía que levantar su cabeza un par de centímetros y además Joey estaba lejos y no tenía por qué enterase, pero borró la idea de inmediato.

Él no amaba a Yami, él amaba a Joey y estaba muy seguro de eso, así que ni se movió. Pero Yami no estaba en la misma situación, su mano tocaba su estrecha y blanca cintura bajo su buzo, la pierna del pequeño estaba entre las suyas sin intensión pero tentándole y los labios estaban demasiado cerca como para negarlos, pero cuando los estaba acercando los suyos Yugi miró a otro lado serio.

Yugi sintió como Yami besaba suavemente su frente, se sentía mal por haber pensado que lo besaría sin su permiso. Solo le dio un beso de hermanos y de alguna forma eso tampoco le hizo sentir muy bien que digamos.

-Creo que ya es hora de que regresemos –dijo Yugi y Yami le sonrió, aunque no quería irse se levantó de encima de él y le tendió una mano que el otro aceptó con gusto.

+ - + - + - + - + - +

Akefia había vuelto a su guitarra sentado en una silla de playa mientras que “disimuladamente” Ryou lo observaba mientras comía.

-Ryou, nosotros iremos a caminar.

El peliblanco contestó de forma automática pero aún así no había escuchado ni una sola palabra de lo que le habían dicho, se sentía como una serpiente hipnotizada por una flauta, solo que él estaba siendo atraído por la melodía de una guitarra española y el rostro relajado de un joven de pelo platinado.

Horas antes terminó subido en los hombros de su Yami casi sin darse cuenta, y ahora que lo recordaba le daba muchísima vergüenza, estaba seguro que se ponía colorado cada vez que pensaba en ello. Se paró tímidamente y caminó hasta su lado.

Akefia sintió una sombra en sus ojos que le tapaban los rayos del sol que le hacían fruncir el ceño. Levantó su vista encontrándose con su hikari colorado, pestañó sorprendido por esto y porque no esperaba que viniera voluntariamente. Últimamente no dejaba de sorprenderlo, pero le gustaba que tuviera más confianza para encarar a las personas.

 -¿Te molesta si te acompaño? –preguntó Ryou.

-No, siéntate –dijo Akefia señalando la silla a su lado. Ryou se sentó y lo miró esperando que volviera el show pero Akefia había quedado congelado, ya que no sabía qué hacer.

-¿No vas a tocar? –dijo Ryou mirando la guitarra. Akefia volvió a colocar sus dedos sobre las cuerdas y tocar otra canción-. Me gustó lo que tocaste hace rato, sé que dijiste que era tuya pero me suena familiar. ¿Raro no?

-Pues en realidad no, te la solía cantar mientras dormías cuando eras más pequeño, bueno tan pequeño no –Ryou se sorprendió, no sabía que él hacía eso-. Eras el único público que tenía.

-Nunca pensé en que te gustara cantar. Lo haces muy bien…

-Me empezó a gustar cuando tomé tu cuerpo una vez y le mostré mi voz a Vicky, y bueno, a ella le gustó –Vicky era la profesora de canto de Ryou por un tiempo no largo en Inglaterra y también le había ayudado a mejorar en el piano y guitarra, era muy talentosa así que era admirable el que le dijera que le gustaba su voz.

Ryou sentía gran admiración por la música pero no sentía que era bueno con el canto, practicó durante unas semanas y se cansó, dando por terminada su carrera de cantante y dedicándose solo a tocar instrumentos. Año después en su última clase, antes de partir a Japón, Akefia cantó para ella y ella quedó emocionadísima del cambio que tuvo su estudiante sin saberlo.

-Ahora entiendo por qué cuando estuvimos en Londres, en una competencia hace un par de meses, insistía en hacerme cantar. Por suerte no acepté, no lo hago tan bien como tú. Me hubiese terminado muriendo de la vergüenza.

Ambos rieron. Akefia comenzó a tocar de nuevo y esta vez cantó la canción de la noche anterior mirando los ojos castaños del otro.

-Ya te he perdonado, no tienes que seguir pidiéndome perdón.

-Lo sé, pero creo que aún no me merezco tu perdón. No he hecho nada para que me perdones, solo pedírtelo. Siento que abuso de tu amabilidad y no me gusta eso –dijo Akefia colocando la guitarra en la arena.

-Estás muy diferente, pero estas igual, si es que eso tiene un poco de lógica –dijo confundido Ryou-. Reconozco esta forma de tuya de ser amable conmigo, aunque no puedo evitar pensar que de un segundo a otro volverás a ser ese chico que me asustaba.

-Lo entiendo… pero realmente ya no quiero serlo, no tengo motivo por el cual serlo y si lo fuera, ya no volveré a tener otra oportunidad. No voy a desaprovechar nada, viviré el resto de mi vida por ti.

-Ya deja de decir eso… -pidió Ryou con su cara cual tomate agachando su cabeza y construyendo un escondite entre su largo pelo blanco.

Akefia sonrió y estiró el brazo corriéndole el cabello para ver bien su rostro con un único pensamiento en mente; “¿es que nunca deja de ser hermoso? ¿Por qué recién ahora me doy cuenta de tantas cosas?”

-¿Quieres ir a nadar un rato con los demás? –dijo Akefia sonriendo aún sensualmente y Ryou solo asintió.

Akefia no quería incomodarlo más, pero no tuvo en cuenta lo incomodidad del otro al sacarse la remera y dejar su ancha, fuerte y bronceada espalda a la vista de su colorado hikari.

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Emprendieron el camino de vuelta a la ciudad cuando el sol estaba cayendo y más de uno comenzó a quejarse de las quemaduras del sol por la falta de protector y del calor que había en el autobús. Decir que estaban agotados era poco.

-Ya anocheció. ¿Estás seguro que no quieres que te acompañe a tu casa?

-Seguro. Es que iré con Joey igualmente así que no hay problema.

-Ah… está bien –dijo Yami mientras sentía como un cuchillo le perforaba el corazón y una venita de su frente se le hinchaba del enojo que le daban sus celos.

Yami estaba esperando volver a ser el salvador de Yugi, pero había algo que lo impedía y el no se daba cuenta.

-Marik lleva mi bolso, acompañaré a Ryou a su casa –dijo firme Akefia dejando al lado del rubio su bolso y colgándose a la espalda su guitarra.

La cara de Ryou era un poema, trataba de negarse pero ni pio salía de su boca y aparte Akefia no daba indicios de querer torcer el brazo, así que bajo el asombro de todos y la risitas compartidas entre Yugi y Malik comenzó a caminar junto a este hacia su casa.

-Yo lo llevo –dijo Akefia quitando el enorme bolso de las manos de su hikari y llevándolo como si se tratara de una pluma.

-No es necesa…

-Quiero hacerlo –interrumpió el otro y Ryou miró al frente poniéndose colorado-. Pegasus me comentó que estás estudiando psicología…

-Sí. Creo que ya sabes que mi mamá era psicóloga y ella siempre me decía que lo mejor de su trabajo era saber que había ayudado a muchas personas. Quería hacer algo que me mantuviera cerca de otras personas, ¿así que por qué no? ¿Y tú por qué elegiste música?

-Siempre me gustó y si no era eso pensaba estudiar medicina…

-Yo no me dejaría atender por ti –le interrumpió Ryou riendo y Akefia se puso serio.

“¿Por qué todos dicen lo mismo? Ni que les fuera a sacar toda la sangre del cuerpo con una jeringa.”

-Muy gracioso… pero de todas formas prefiero algo más libre –dijo suspirando.

La casa de Ryou no estaba muy lejos de la plaza en la que se despidieron de los otros, eran tan solo seis cuadras por lo que llegaron rápido.

-Gracias por acompañarme –dijo el pelo blanco tímidamente.

-¿No puedo pasar? –preguntó Akefia con una pequeña sonrisa y Ryou se tensó, tartamudeó cosas inentendibles y lentamente tomó su bolso de las manos del otro.

-No creo que sea el momento aún –dio suave Ryou bajando la cabeza y borrando la sonrisa de Akefia.

Todo estaba bien entre ellos, pero Ryou podía admitir en ese momento que aún no se sentía muy confiado de la otra persona, estaba diferente y no lograba ver en sus ojos sus intensiones.

Tenía miedo de dejarlo entrar y que luego se arrepintiera. Pero como había confirmado Akefia, tenían una vida por delante para poder conocerse y perdonarse, así que ninguno tenía por qué adelantar cosas que podían esperar.

-Entiendo… entonces… buenas noches Ryou, nos vemos pronto –dijo Akefia y se dio vuelta enseguida para caminar hacia el primer lugar al que puede llamarle hogar, su primer hogar en muchos siglos.

Al entrar se quitó los zapatos (costumbre que odiaba de los japoneses) y saludó a los del servicio, se había dado cuenta de que eran demasiado agradables como para no prestarles atención como tenía pensado hacer en un principio. Lo primero que hizo al llegar a su habitación fue dejar su guitarra junto al bolso que supuso que dejó Marik ahí y luego se dio una larga ducha de agua fría, dejando atrás la arena y el olor a agua salada en su piel y cabello.

Ya entraban a finales de agosto y el calor seguía matador, por lo que optó quedarse sin nada arriba, solo unos jean azules y con los pies descalzos. Se dirigió a la sala de juegos con lo que parecía una bolsa de amargura sobre sus hombros y allí se encontró con Yami jugando videojuegos.

Se sentó a su lado y se unió al juego, al igual que él, Yami solo llevaba un par de jeans negros y tenía todo el ceño fruncido. Ni hablar de la nula piedad que tenía en el juego y que sus ojos brillaban. En serio, brillaban. Lo último que faltaba era mandarlos a todos al mundo de las sombras.

-Vieron, sí tenemos algo en común como hermanos –dijo apareciendo Marik de la nada y el también solo traía unos jeans rojos-. ¿Y a ustedes que les sucede con esas caras?

-Ryou me tiene miedo –dijo Akefia.

-Estoy celoso –dijo fríamente Yami y luego se escuchó como un vaso de vidrio en la mesita frente a ellos estallaba, suspiró medio gruñendo.

-Parece que los papeles se invirtieron –dijo Marik y se sentó entre ellos a hacerles compañía.

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El verano o lo que quedaba de él se lo llevó el viento, todos volvieron a la rutina de estudiar y beber más café de lo que se le permitía el cuerpo.

No era de extrañar que los hermanos Atemu se hicieran muy conocidos desde el primer día de clase a pesar de las diferentes facultades, y parecían demostrar un talento innato para todo lo que hacían, aunque fuera por primera vez.

La Universidad de Domino estaba formada por siete facultades unidas por dos campus verdes enormes, así que algunos solían estar muy separados de los otros, pero siempre se reunían a almorzar o verse después de clase. Las presentaciones no hicieron falta, aun así los Yamis no evitaron tener clubs de fans a sus espaldas.

Había llegado finales de setiembre ya y la relación entre Yamis y Hikaris se hacía cada vez más estrecha. Ryou solía ser interrogado seguido para que soltara información sobre el chico guapo y egipcio que solía a veces (porque si lo hacía siempre, Ryou se enojaba) ir a buscarlo después de clase y llevar su bolso cuando se reunían entre todos. Ryou no sabía que pensar de eso. Demostraba que se estaba esforzando por tener su amistad, pero él nunca había visto amigos que se fueran a esperar y se llevaran los bolsos. Eso no era amistad, lo hacían más bien los novios, ¿no?

Malik y Marik lograron tener una relación… la relación más rara de todas y no, no eran novios. El problema con ellos era que avanzaban dos pasos y retrocedían tres. Malik había estado muy firme en su decisión de tres leyes: “No me toques”, “No me hables románticamente ni me coquetees” y por último “NO insistas en sacar las últimas dos reglas”.

En definitiva lo ponía a prueba, ya que según él si tanto lo quería iba a aguantarse hasta que estuviera listo y sintiera que podía confiar en él. Pero aun así les gustaban las mismas cosas y no podían evitar juntarse de vez en cuando los dos a jugar Duelo de Monstruos a escondidas, nadar, hacer algún deporte, videojuegos y Malik se aprovechaba de esto haciendo que le comprara dulces después. Le gustaba el esfuerzo que hacía, pero era muy rápido para reaccionar si este le ponía apenas la mano en la cintura.

En cambio Yami y Yugi se habían vuelto inseparables, bueno lo que más podían hacerlo. El primero era ignorante de que Yugi salía con Joey pero el que estos se agarraran de la mano y se abrazaran le aseguraba cada vez más que estaban enamorados y que él hacía mal tercio. Eso lo ponía furioso y aseguraba que el que hacía de mal tercio era el rubio, y enviándole al pobre más de una vez miradas de odio que no quería darle, de todas formas eran grandes amigos.

Aun así no sabía que a Joey le pasaba lo mismo con él. Estaba harto de no poder besar a su novio si quería y que este saliera fines de semana enteros para estar con otro chico. Es cierto que cada vez que se quejaba de esto, Yugi sabía bien como recompensarle y él terminaba calladito la boca en su nube de placer.

No era nada fácil esconder la verdad, principalmente por Tea que nombraba discretamente su relación para separarlo de Yami sin lograr nada y también el hecho de que sus amigos habían llegado al punto de enojarse. Ryou y Malik le decían a Yugi que decirle era lo mejor para todos y Tristán se enojaba por cómo trataba a Joey. Se sentía mal por todos y las mentiras en tapadera que hacía, así que se había propuesto comenzar a buscar la forma de decirle la verdad.

-Vayamos a un karaoke hoy en la noche –dijo Tea.

-No logro entender que tienen los japoneses con el karaoke –dijo Marik mientras comía una manzana-. Terminas quedando en ridículo…

-Es divertido –dijo un Yugi sonriente como siempre apoyando la idea de Tea.

A las siete se encontraron todos en el karaoke y hasta habían invitado a Mokuba que por una clara diferencia de números cantó más que los demás y Joey le sacó millones de fotos mientras sonreía por lo tierno que era. Ahora en este momento estaban haciendo competencias de dueto entre dos.

-Duke en serio, últimamente me tocas mucho. Me incomodas –dijo Tristán quitándose los brazos del pelinegro de su cintura.

-¿Y desde cuando te molesta? No seas tonto, solo somos amigos –dijo el otro desde atrás colocando ahora un brazo por sus hombros mientras veían como Yugi se enfrentaba a Ryou-. Además no te quejabas cuando me senté arriba tuyo hace dos semanas en esa fiesta.

-Sí, porque estaba ebrio. ¿Además desde cuando te volviste tan gay?

-Yo no soy gay –dijo Duke y Tristán lo miró serio desde su hombro, le llevaba más de media cabeza y su cara demostraba que no le creía-. No lo soy… no tengo ninguna preferencia en realidad.

-Pues espero que tu preferencia no sea yo, porque tú no eres la mía –dijo el castaño descolgándolo de nuevo de su cuello y bebiendo de su cerveza.

-Auch… que cruel –dijo dramáticamente y un poco tomado, pero no mucho-. Pues los chicos que me gustan son altos, muy altos y fuertes y me encanta la piel bronceada…

Duke le mordió el hombro sensualmente y Tristán claramente enojado lo empujó haciendo que retrocediera un paso hasta quedar con las manos apoyadas en la mesa a su espalda.

-Si tanto te gusta ese tipo de chicos ve por Akefia, es tal como lo describiste y te toca cantar con él ahora –volvió a decirle serio sin mirarle.

Duke miró a Akefia y sonrió tras tener una idea, él era Duke, todos sabían que amaba los juegos así que jugaría un poco con Tristán. Eso de que solo se le pueda acercar cuando está ebrio no le gustaba, así que se acercó a él y le quito la cerveza de la mano y la dejó en la mesa.

-Muy bien, te propongo algo: si pierdo el duelo contra Akefia te dejo de molestar como tú dices pero si yo gano me debes un beso y no estando ebrio… y largo –dijo serio Duke y Tristán lo miró aterrado-. ¡Vamos! Es solo un beso, has dado muchos de esos.

Bien que él lo sabía, había estado presente cuando invitó a sus últimas tres novias a salir con ellos y las besaba y en algunas fiestas cuando estaba soltero, nunca podía evitar ver esa imagen.

 Mientras tanto Tristán pensaba en que decirle, realmente quería terminar los abusos hacia su persona, pero no quería avivar a Duke aún más y sabía que si lo besaba haría justamente eso. Pero tenía a su favor algo que al parecer el pelinegro no se dio cuenta y estaba seguro que era por su gran ego de ser el mejor y era que Akefia cantaba bien, muy bien, el puntaje estaba a su favor así que…

-Acepto –dijo Tristán y Duke sonrió dándose media vuelta y empezando a caminar por la multitud para cantar.

Duke no era idiota, sabía que prácticamente iba a perder, así que rezaba a Ra que su plan saliera bien y él lo ayudara. Tenía poco rato para convencerlo sin que parezca sospechoso ya que cuando la pareja que estaba ahora terminara, sería su turno.

-Necesito que pierdas –le dijo Duke directamente y Akefia lo miró con una ceja alzada, claramente no era una persona a la que no le importaba perder y menos que lo haría apropósito para beneficio de alguien más-. Hice una apuesta con Tristán, no puedo perder. Por favor, te lo recompensaré algún día.

-¿Y cómo se supone que voy hacer para perder sin que sea sospechoso? –respondió él de brazos cruzados afirmando que obviamente él ganaría si se jugaba limpio… presumido.

-¡No lo sé! Cae del escenario, finge que estás afónico o equivócate en la letra o cámbiala, has un baile feo, cambia tu voz a una fea. No lo sé, pero si pierdes Tristán la va a pasar mal…

 -¿Qué? No me digas, se te ocurrieron tantas cosas porque siempre pierdes -dijo Akefia sonriendo.

-Eres un fastidio –murmuró Duke fulminándolo con la mirada-. ¿Lo harás o no?

-Está bien. Solo porque me parece cruel y algunas cosas no se pueden dejar tan fácilmente –dijo este sonriendo, por los dioses que esa sonrisa asustaba y Duke sintió erizársele los pelos de la nuca-. Me debes una grande, odio perder.

Akefia se equivocó en la letra tres veces, tropezó y al bajar del escenario fingía que le dolía la garganta y que por eso su voz salía mal. Claramente Duke ganó el duelo borrando la sonrisa que tenía Tristán cuando comenzaron a cantar y se sentía el campeón de la apuesta. De todas formas no es como si Akefia hubiera sufrido mucho, apenas bajó del escenario Ryou ya estaba en la escalera esperándolo más nervioso que nunca para ver que tenía.

Ambos se sentaron en su mesa después y Ryou no dejaba de tocar su frente para ver si tenía fiebre y preguntarle que le dolía. Akefia se sentía mal por mentirle cuando le había dicho que ya no lo haría, pero era una mentirita blanca. Se estaba planteando seriamente el salir desnudo por la calle en invierno para conseguir resfriarse y que él le curara.

Duke solo pudo dedicarle una sonrisa sensual y presumida a Tristán ya que estaban todos ahí y era seguro que no le daría su premio en ese momento. Pasó otra hora más entre risas e intentos de Yugi por bajar a Tea de la barra donde estaba bailando, al parecer se había olvidado que era un lugar donde también iban menores y que ellos también traían a uno.

-Maldición, mi mama me mandó un mensaje. Mi tía llegó de sorpresa mi casa hace una hora –dijo Tristán preocupado, la mayoría había entendido de lo que hablaba el chico. La tía Dai era hermana de la madre del castaño y es la típica mujer que se casa con un millonario y cree que por eso sabe educar hijos a pesar de que no tiene ni uno. Lo único que hacía en las visitas es criticar el trabajo duro que hacían los demás. Resumiendo es una mujer odiosa de quien oyeron hablar muchas veces-. No puedo caer así a mi casa o voy a tener que meterle una papa  en la boca para que se calle durante estos días…

-Puedes quedarte en mi apartamento si quieres –dijo rápidamente Duke y Tristán saltó en su sitio.

-No-no creo que…

-Es buena idea –dijo Joey-. Hueles a alcohol, si llegas así esa mujer va a fastidiar a tu madre hasta hacerla llorar de nuevo…

El castaño comenzó a planteárselo, hasta Joey había sido víctima en una de sus visitas (según ella debía cortarse el pelo porque parecía un perro). Quería demasiado a su madre como para irse a su casa. Prefería ir a la casa de alguien más pero ninguno se había ofrecido, obviamente no sabían el miedo interno que tenía a entrar a la guarida del león y se vería raro si le pedía a otro para quedarse con él.

Se lo pensó un poco más. -Está bien. Gracias Duke.

-No hay por qué.

Todos se despidieron; los Yamis se fueron en un auto manejado por Marik mientras que los hikaris se fueron con Odión que los había venido a buscar para quedarse en su casa. Joey y Mokuba fueron directo a una heladería de la esquina para divertirse un rato más antes de volver a la mansión Kaiba y comportarse como tal. Tea iba abrazada con Duke caminando por la calle y Tristán venía detrás de ellos, habían quedado en acompañarla a su casa.

Tristán sentía que el alcohol comenzaba a hacerle efecto recién y es que no lograba entender por qué estaba pensando lo que estaba pensando. ¿Y qué pensaba? Obviamente aprovechó la vista para mirar a Tea desde atrás y sus ojos lo traicionaron mirando la otra figura.

Su vista lo engañaba, ellos eran de la misma altura y sus piernas largas y Dioses, Duke tenía mejores piernas en esos pantalones ajustados. Eran parecidas solo que el cuerpo de Duke tenía una consistencia mas musculosa por ser hombre, tenía esas cosas lindas que tienen las mujeres como las caderas y la estrechez de la cintura.  No tenía pechos pero aún así la mayoría de las chicas con las que estuvo apenas tenían curvas, no era algo que le importase.

-Gracias por acompañarme. Nos vemos –saludó Tea antes de entrar al edificio en donde vivía.

El apartamento de Duke se encontraba a solo dos cuadras de ahí, apenas entraron se sacaron los zapatos y Duke lo guió a la habitación de invitados, la cual estaba a tres pasos de la entrada.

-Es pequeño –dijo Duke volviendo a la sala y arrojando su chaqueta en el sofá-. Pero es solo temporal, hasta que encuentre otro o me regrese a EEUU.

-¿Piensas regresar? –dijo el castaño frunciendo el ceño, pensaba que se quedaría hasta graduarse y luego abrir una empresa aquí, pensaba que ya no se iría.

-Bueno mi padre regresó porque mi mamá está allá y nuestra pequeña compañía también y crece muy rápido. Deberíamos mudarla pronto para Japón o más bien abrir una nueva sucursal o será un problema. Todo da mucho trabajo y entre eso y la Universidad, es difícil hacerlo con poca ayuda y si no puedo tendré que regresar.

-Pero tienes ayuda, no estás solo –dijo serio Tristán y Duke lo miró sorprendido. Ok, eso se tomó de una forma que no es-. Digo tienes a Pegasus como mano derecha y estoy seguro que hasta los Kaiba pueden ayudarte y Yami, el también estudia eso y está manejando parte de Ilusiones… No sé… así no te irías.

-Lo sé, yo también espero no tener que irme –dijo con un poco coloradas las mejillas. Otra vez, no era tonto, sabía que él también estaba entre esas personas que lo ayudaban, solo que no quería decirlo.

-Me iré a dormir entonces –dijo dándose la vuelta Tristán.

-¡Espera! –Duke tomó la mano del castaño por la muñeca avergonzado impidiendo que siga-. Gané. ¿Recuerdas? Me debes algo.-Ya había vuelto a su forma sensual de siempre.

 -No lo haré… -dijo firme por lo bajo cinchando de su brazo sin obtener que lo soltara.

-¿Qué? ¿Es broma? ¡Tú aceptaste! Aparte gané limpio y aceptaste y no estás ebrio como las otras veces que me acerqué a ti, pero igual, aceptaste. Eso no es justo. Tuve que esforzarme para ganar y a mí no me gusta cantar en público y…

Tristán se dio vuelta cabreado por el berrinche que estaba armando enojado Duke, parecía un niño al que le prometieron un dulce si iba al dentista. Levantó su mano derecha y con fuerza la dirigió al rostro del otro, Duke cerró los ojos impactado ya que era muy tarde para cubrirse, pero solo sintió colocarse la palma en su mejilla izquierda y un par de dedos largos entre su cabello casi hasta su nuca. Tristán usó la fuerza del impulso para atraer el otro rostro al suyo.

Sus labios chocaron de forma suave y el más alto no perdió el tiempo en degustarlos moviendo su boca sobre la del otro, quien enseguida le siguió el ritmo luego de los segundos de sorpresa. Tristán lo disfrutó, no iba a mentirle a su propia mente, Dukeera una de las pocas personas que le podían seguir el ritmo rápido y deseoso que a él le gustaba.

Sintió sus manos colocarse en su pelo y eso fue señal de que era suficiente, finalizó lamiendo su labio inferior y luego se separó tomando ambas manos pálidas y también separándolas de sí. Dio un paso atrás dispuesto a irse de nuevo.

-Me tomaste por sorpresa, no me diste tiempo a disfrutarlo bien –dijo Duke.

Y así el pelinegro se lanzó encima del otro uniendo sus labios de nuevo mientras lo agarraba por la camisa. Tristán trató de retirarse de la batalla, así que con la poca fuerza que le quedaba en los brazos de la emoción, Duke lo empujó hasta que quedó sentado en el sofá con él a horcajadas.

-Duke basta, yo no puedo hacer esto –dijo Tristán entre cada beso que recibía.

-Sí que puedes, ya lo has hecho antes. No tiene diferencia ahora –Dijo Duke mientras empujaba por los hombros  al otro para que no se escapase y esta vez lamio entre su dos labios hasta separarlos y así poder adentrar su lengua y la sorpresa que se llevó cuando terminó siendo él invadido por la lengua del otro. Sonrió entre besos, se estaba soltando.

Lo sentía más tranquilo bajo sus manos y aprovechó esto para sentarse aún más arriba, bien en donde quería y al primer pequeño e inocente frote ya sentía un bulto duro. Eso es lo que le encantaba de los hombres, uno no debía pasar minutos con el pantalón apretándole esperando a que la chica se anime porque ellos siempre estaban listos y con más ganas.

Se separó un poco, sin romper el beso comenzó a contornear el cuerpo para excitar al de abajo, pasó sus manos por sus fuertes y musculosos brazos y luego pasó a sus pectorales hasta llegar al ombligo. Sentía cada línea en sus dedos como si fueran de fuego ardiente a pesar de la maldita camisa que aún llevaba puesta. Bajó aún más su mano izquierda tocando sobre la tela lo que ya era muy notorio.

-¿Sabes por qué me gustan los hombres grandes? Porque generalmente suelen ser grandes de todos lados –dijo Duke separándose un poco para respirar acelerado y mirarlo con sus ojos verdes mientras hacía pequeños movimientos de cadera.

Tristán no entendía de dónde salían esas palabras obscenas del lindo Duke pero de alguna forma lograban calentarle junto a la presión que hacia sobre su parte baja, le gusta que le hablara así y eso junto a las puntadas en su bajo vientre lo superó. Levantó a Duke y lo tiró al otro lado del sillón con la poca voluntad que le quedaba.

-No soy gay, no tengo ganas de que me den –dijo enojado antes e irse a su habitación.

-Si será idiota. Si quisiera darle a alguien hubiera ido con una mujer –dijo enojado Duke mirando el bulto entre sus piernas mientras se revolvía el pelo-. ¿Y ahora qué hago con esto?

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-Extrañaba poder salir con ustedes –dijo Mokuba al salir del karaoke con Joey.

-Y yo te extrañaba a ti. Tu hermano se pasó esta vez. Mira que no dejarme acercar a ti durante más de un mes es muy exagerado, debe comenzar a controlarse cada vez que pierde. ¿Cómo está ahora?

-Trabajando de más.

-Lo imaginé –Joey se sintió culpable, Seto Kaiba tenía la mala costumbre de prestarle poca atención a su hermano y el prácticamente había reducido aún más ese tiempo.

Llegaron a la heladería que querían y pidieron sus helados; Joey de frutilla y Mokuba de chocolate con almendras y se sentaron en una de las mesas.

-Al menos ahora puedes entrar en la mansión. Tengo muchísimos juegos nuevos que quiero mostrarte, me aburrí bastante sin ti allí. Es más, hasta Norio dijo que extrañaba estar atrás tuyo para que no rompas nada –dijo Moki riendo.

Norio era uno de los mayordomos de la mansión Kaiba y luego que el primer día rompiera un florero por quedar embobado mirando una pintura original de uno de sus artistas favoritos, comenzó a perseguirlo por todos lados cuando iba, para así asegurarse de que no se distrajera y volviera a romper algo más.

-Aww… yo también lo extraño y yo que lo odiaba porque pensaba que él me odiaba –dijo Joey trasmitiendo toda su sabiduría.

-Mi hermano está muy irritable, grita mucho y duerme y come muy poco –dijo bajando la cabeza y Joey tragó duro volviéndose a sentir culpable-. En casa tratan de no cruzárselo…

-¡Pues no debería de actuar de esa forma! Él ya está grande y debería poder llevar a su espalda el perder. Yo he perdido muchas veces en mi vida y aún sigo aquí. Debe ordenar sus prioridades –dijo enojado Joey desquitándose con su helado derritiéndolo a cucharetazos.

-No está muy acostumbrado a perder -Joey le miró con una ceja alzada repitiéndose mentalmente las veces que perdió contra Yugi e hizo berrinche también-. Bueno sí ha perdido, pero no con tantas personas y en un solo día. Y es que igual no entiendo, estaba tan confiado, tenía muchas estrategias planeadas y que jamás utilizó… es como si algo lo hubiera distraído.

-Sí, puede ser –dijo el rubio sintiéndose pequeñito, cada vez se sentía más culpable. Él había sido la distracción aquel día.

-De todas formas cada vez es menos el enojo. Ya ves que te deja entrar a la mansión y me dejó venir con ustedes y… y…

-¿Mokuba? ¡Mokuba! ¡Mokuba!

El pequeño había caído tendido en el suelo desde su silla haciendo arcadas por no poder respirar. Joey estaba pálido junto a él haciéndole aire. El esposo de la dueña de la tienda se acercó y dijo que era una reacción alérgica y que era doctor mientras su esposa llamaba a una ambulancia. Él comenzó a tratarlo y Joey lo dejó, no había mucho que pudiera hacer

-¿Roland? Soy Joey… no, no estamos bien. ¿Sabes si Mokuba es alérgico a algo? –Joey sabía de memoria el número del teléfono del principal guardaespaldas de los hermanos Kaiba, ya que el mayor le había prácticamente obligado a hacerlo hace un año si quería salir con Mokuba a algún lugar-… creo que es alérgico a las almendras. Ya vino una ambulancia. No, le faltaba el aire y se desmayó enseguida… está bien… te veré allí.

Genial, ahora Kaiba va a tener otro motivo para odiarme. Y muy justificado.

 

Notas finales:

¿Les gustó?

Realmente me salió como me imagino que sería la pareja de Duke x Tristán. Espero que también haya sido así para ustedes.

Gracias por leer!

Nos vemos en el próximo capítulo!


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