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El regreso por Bloomx

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Notas del capitulo:

YU-GI-OH no me pertenence, yo solo utilizo sus personajes para crear nuevas historias.

Antes de comenzar la lectura es IMPORTANTE que lean esto para que no haya posibles confuciones.

Este capítulo se trata sobre un año de antes y es completamente un Yugi x Joey. Realmente espero que les guste, lo había empezado a escribir en Enero ya que el objetivo principal era hacerlo aparte y luego lo dejé pero decidí que como forma parte de esta historia mejor lo voy a colocar acá.

En este tiempo hay personajes que claramente no están pero responde una que otra pregunta. Lamento si no les gusta esta pareja, pero a mi me encanta. ¿Y que mejor momento para escribir sobre ellos luego de que terminaron?

¡Aún no puedo creer que ya haya llegado al capítulo 20!

-¡Yugi!¡Yugi! -Joey sacudió al tricolor para despertarlo. Estaba teniendo pesadillas de nuevo y sus gritos me despertaron-. Vamos hermano, tienes que despertar…

-No te vayas. ¡No!¡Vuelve! -Yugi nombraba el nombre del faraón una y otra vez, veía gotas de sudor perlando su frente. Me entré a desesperar, ya llevaba rato tratando de despertarlo y nada funcionaba.

-¡Yugi! ¡Vamos! Juro que te compraré una hamburguesa si despiertas -se negaba a hacerlo como siempre. A oscuras corrí hacia el baño en el cuarto de mi amigo, agarré la toalla de mano y la empapé en agua fría, suele despertarse con el cambio de temperatura a veces… espero que funcione.

La escurrí y al volver la pase por su rostro hasta dejarla en su frente, dejó de gritar. Las gotas bajaban por sus mejillas mezclados con las saladas lágrimas y la transpiración. Abrió los ojos de golpe y se sentó en la cama aterrado.

-Lo siento. Te desperté, ¿cierto? -dijo bajando la mirada-. Por eso no quería que te quedarás, no te dejo dormir cuando vienes.

-Hey, tranquilo Yugi. No me molesta para nada, es fin de semana y además qué clase de persona sería si te dejara sufriendo solo.

Yugi con esto comenzó a llorar de nuevo, movió de una vez todas las frazadas y saltó de la cama para enredar sus delgados brazos alrededor de mi cintura, agarrándose fuerte con dedos y uñas a la tela del buzo que estaba usando para dormir.

Coloqué mi frente sobre su cabeza devolviéndole el abrazo. Muchos podrían pensar que me molestaba el hecho de cuidar siempre de él pero no era cierto. Yugi es importante para mí y tuvo que sufrir una pérdida más además de la de su padre, necesitaba apoyo y yo estoy dispuesto a dársela como amigo que era y porque se lo debía. Cuando mi hermana fue operada él estuvo ahí siempre, ya sea brindándome el dinero como quedarse conmigo durante todo el tiempo que llevó la operación, por suerte ya había logrado pagarle lo que le debía.

Yugi me ayudó a salir de ese pozo negro en el que me había metido a los 14 años cuando empecé a sentir la falta de amor cada vez más fuerte. Era un maldito matón y algún día voy a gastar mi último golpe en mí mismo, por haberle puesto un dedo encima cuando él nunca me hizo nada. Me enseñó a ver que había algo más, me dio una amistad fuerte que solo había conseguido tener con Tristán.

Aprendí con el tiempo que siempre fue más fuerte que yo, con o sin ayuda de nadie, porque si algo lo inspiraba a actuar nada podría detenerlo. Pero ahora, en este tipo de momentos, lo sentía como agua escurriéndose por mis dedos, estaba seguro de que sin mis brazos caería al piso.

Ese era el Yugi que todos creían conocer, lo veían así, como un chico débil…. Si supieran todo lo que tuvo que pasar para que al fin se derrumbara, se darían cuenta de lo valiente que es.

-Arruine tu ropa con mis lágrimas -dijo sollozando.

Me reí.

-¿Esta cosa vieja? No importa, iba a tirarla después de todo -mentí y él lo sabía porque era mi camiseta favorita pero lo hice sonreír igual.

-Ya amaneció -miramos por la ventana en donde se asomaba el sol-. ¿Qué opinas si te hago algo para desayunar en modo de disculpa?

-Si algo he aprendido en mi vida es a no decir que no cuando te ofrecen comida…

 Alcé la mano y borre todo rastro existente de lágrimas en su rostro. Se veía hermoso a pesar de tener los ojos rojos y debía sobarse la nariz para que no se le cayesen los mocos.

Salimos de la habitación luego de abrigarnos más, era invierno y hacía frío… y espera, espera, espera… ¿yo dije hermoso? Bueno no es que no lo sea pero… ¡agh!... ¿desde cuándo pienso así? ¿Qué me pasa?

-Puedes sentarte -dijo Yugi.

Me senté en la alfombra refugiándome en el kotatsu. Desde ahí podía ver como preparaba huevos revueltos, calentaba una pequeña sopa de verdura que había hecho para cenar anoche y ponía a cocinar arroz para los dos. Trajo té y tostadas con mermelada, cómo hacía para cocinar tanto en tan poco tiempo no lo sé, yo necesito por lo menos 15 minutos para un par de huevos.

-Yugi, ¿puedo preguntarte qué soñaste?

-Con lo mismo de siempre -suspiró y respiraba entrecortado-. Soñé que regresaba, todo era como antes y de repente ya no estaba, se iba por esa puerta de nuevo. A veces pienso que me estoy volviendo loco.

-Oye, extrañar a alguien no es una locura. Loco estarías si no lo extrañaras, en algún momento fueron uno solo.

-Gracias Joey, por escucharme y por quedarte conmigo esta noche que no está mi abuelo.

-No hay de que, me gusta estar aquí. En mi casa las cosas son complicadas.

Asintió y movió los palillos, nervioso. Sabía que el tema le incomodaba. De todas formas esa cara lo hacía ver adorable.

-¿Tu padre ya consiguió un trabajo?

-Sí… y ya lo perdió también.

-Joey no puedes seguir así, tienes demasiados trabajos, no te dará el tiempo para la Universidad.

Lo sabía muy bien. Ya eran seis años en los que mi padre no podía mantener un trabajo estable por lo que era yo quien trabajaba. Las competencias a las que asistía me dejaban mucho dinero si salía dentro de los tres primeros, pero la Universidad me la reclamaba toda si quería seguir estudiando así que el alquiler del apartamento, la ropa y la comida quedaban en mis manos trabajando.

Tenía un empleo en una cafetería en el centro comercial por las mañanas y a veces se extendía hasta mitad de la tarde en los fines de semana y de lunes a viernes ayudaba al abuelito en la tienda después de estudiar. La tienda se había vuelto muy popular así que tuvo que contratar a alguien para que lo ayudara y yo aproveche. La gente prefería esta tienda a las otras ya que podía encontrarse con los mejores duelistas del mundo y además muy pocas tiendas tienen la autorización de Ilusiones Inc. de vender cartas poderosas.

La verdad era que el dinero de los duelos me daría para todo, pero tenía la desgracia de que mi padre me la exigiera, no era un secreto para ninguno de mis amigos que mi padre cada vez era más liberal y el dinero se iba en sus vicios. A veces me pregunto si ocurre esto porque mamá nos abandonó o ella nos abandonó porque sabía que ocurriría esto.

-¡Joey, por favor, eres mayor de edad! ¡Ve a vivir solo! -volvió a repetirme lo mismo de siempre.

-No puedo -agaché la cabeza, daba vergüenza tener que admitirlo-. Es mi padre, no puedo dejarlo pudriéndose solo.

-¿Así que piensas pudrirte junto a él?

-No pero… agh, prometo que ya encontraré una solución – el suspiró y yo también-. Iré a mi casa, tengo que buscar el uniforme de mi trabajo, vendré en la tarde después de salir.

-Está bien, te dejaré abierto -dijo mientras se paraba y recogía las cosas para lavarlas.

Salí en dirección a mi casa, había llegado a casa de Yugi en mi bicicleta y así me fui. Tardé diez minutos en llegar a mi barrio, era bastante lindo comparado con el que vivía antes, la gente ahora era agradable y los apartamentos bastante amplios. Además con la mudanza dejé atrás todo rastro de matones que querían a Tristán y a mi aniquilarnos por traidores. La parte mala de todo esto era que salía cara teniendo en cuenta el poco dinero que me quedaba después de que me quitaran la mitad del sueldo.

Saqué las llaves del bolsillo trasero de mi pantalón y me dispuse a abrir la puerta. La llave no giraba, la puerta estaba abierta. Algún día nos iban a terminar robando…

Me llevé la sorpresa de ver a mi padre en el sillón, tenía la camisa manchada con kami sabe qué. Bueno eso no era lo que me sorprendía, era técnicamente normal, lo raro era que tenía a una mujer a medio vestir en sus piernas y había otra desnuda acostada en el sillón más grande. Estaban todos durmiendo. Me dieron ganas de vomitar, cómo se atrevía a traerlas, me daba asco….

Gruñí por lo bajo y me fui a mi habitación y sin querer azoté la puerta. Escuché luego de unos segundos como alguien venía caminando por el pasillo con pisadas fuertes, diablos metí la pata. Agarraba mi uniforme para cuando la puerta se abrió.

En el umbral de la puerta apareció un hombre alto y delgado, para ser alcohólico tenía buen aspecto; su pelo era igual al mío, la barba gruesa ya se le notaba crecida y sus ojos… también iguales a los míos solo que estaban rojos y con ojeras muy pronunciadas que combinaban con su manchada camisa blanca de ebrio. Apestaba el olor que desprendía su cuerpo.

-¿Quién te crees que eres para ir azotando las puertas de mi casa? – me preguntó agarrándose de la pared, ni siquiera podía mantenerse de pie para gritarme como siempre.

-¿Tu casa? ¡Querrás decir mi casa! Hasta donde yo sé, soy yo quien la paga -le grité mirándolo con odio.

¿Cómo se atreve a creerse el dueño? Nos mudamos hace un poco más de un año, en ese momento era menor de edad así que la casa está a su nombre pero nunca puso ni un centavo.

-Eres un  insolente -me fulminó con la mirada y yo se lo devolví, era horrible ver como teníamos las mismas expresiones, la gente siempre notaba como nos parecíamos. Sería imposible que él no fuera mi padre-. Pero… aun así necesito que me des dinero.

-¿Para qué? ¿Para que vayas a pagar a más mujeres para que estén contigo? -le dije con clara referencia a las mujeres que se encontraban en la casa.

-¿Crees que no puedo conseguir mujeres por mí mismo? -me gritó furioso.

Mi padre no era feo, es más muchos lo consideran atractivo y de buen porte, es la única razón por la que consigue trabajos pero aun así una vez que lo conocían se alejaban de él, que bien que lo hacían. Su ego está demasiado alto para el maní que tiene por cerebro.

-¡Ni siquiera me interesa lo que hagas con tu pene! -le grité de vuelta.

No se cómo llegamos a esto. Siempre anda sacando frases como si las hubiera dicho y así es como terminamos discutiendo siempre. Me di vuelta y me agaché para tomar mis zapatos y cuando me paré sentí un golpe en la cara que me hizo tambalear, duele.

-¡Esta es mi casa! ¡Así que no te atrevas a faltarme el respeto! – el golpe me había dado en el pómulo izquierdo. No puedo creer que me haya golpeado, si discutimos pero nunca llegamos a esto y no porque sea mi padre voy a dejar que salgo yo perdiendo, no esta vez.

Respire profundo y tomé impulso para pararse derecho y con este mismo le devolví el golpe en el mismo lugar y seguido le di otro puñetazo en el estómago, para terminar y por placer le di un rodillazo en la ingle.

-A ver qué tan bueno eres ahora en la cama, asqueroso…

Entre la jaqueca y los golpes mi padre cayó de frente al piso mientras se sostenía el estómago, escupía sangre y a pesar de que intentaba levantarse no podía.

Furioso pateé el piso y me dirigí a mi armario, saqué gran parte de la ropa y la metí en el bolso que me había comprado cuando fuimos a América hace tiempo. Ni siquiera me molesté en doblarla y menos me molestó que se ensuciara con todos los calzados que metí. Agarré mi mochila y la llené de mis cuadernos y libros para la Universidad, por suerte, todos los materiales para mis dibujos los tengo en casa de Yugi, ya que la última vez que traté de hacer un lienzo mí padre lo rompió.

Por último tomé un libro que mi padre solía leerme cuando era pequeño y agarré de entre las páginas el dinero que gané de un duelo. Sentí una mano en el tobillo, se había arrastrado hasta donde estaba y lucía furioso, ¿pero sabes qué? Yo lo estoy más. El mismo pie que él tenía agarrado de forma débil voló hacia su nariz, se escuchó un “crack”.

-Tienes toda la razón, la casa es tuya así que empieza a pagarla porque yo no lo haré más -tomé el bolso al hombro y me colgué la mochila a la espalda, a continuación me crucé el estuche de mi laptop-. Ni siquiera pienses en buscarme, estoy cansado de que me uses…

Salí de la habitación y azoté la puerta a propósito, caminé por el pasillo y cuando llegué a la sala vi que las dos mujeres seguían durmiendo. Fuera me sentía libre por primera vez en mi vida y por muy extraño que me pareciera no extrañaba para nada a ese hombre ni me sentía mal por él. Tendría que aprender a vivir como hice yo o sino pudrirse hasta la muerte.

 

Me fui caminando de vuelta a lo de Yugi con la bici al lado, ya era tarde para ir a trabajar, de todas formas pienso renunciar. El viaje era largo para hacerlo a pie y la gente me miraba en la calle, algunos eran niños que me conocían y yo les sonreía, otros simplemente me miraban mal seguramente por el moretón en mi cara.

Al llegar abrí el portón del jardín con una llave que me dio el abuelo pero no tenía la de la puerta trasera, aun así Yugi dijo que la dejaría abierta. Dejé la bici afuera y entré, dejé todos los bolsos en el sillón de la sala y me tomé la libertad de servirme agua antes de avisar mi llegada. Puse también a hacer té, en cualquier momento nevaba y la caminata había sido muy fría.

Llevé una mano a mi mejilla, auch, pero bueno como dice el dicho “pasado pisado”, espero que no sea tan difícil, después de todo prácticamente siempre me cuidé yo solo. Subí las escaleras en silencio para sorprenderlo pero la sorpresa me la llevé yo.

-Si abuelo… Joey se quedó conmigo… dijo que vendría después de trabajar…

Yugi estaba hablando por celular de espaldas a mí que estaba debajo del umbral de la puerta. Me quedé sin habla, sentía mi respiración cortada y mi pecho latiendo fuerte, parece que tomó un baño hace poco.

Llevaba solamente una toalla alrededor de la cintura y una no muy grande que solo alcanzaba a tapar su trasero dejando ver sus piernas. No eran para nada como una mujer pero eran lisas y moldeadas mientras se movía con elegancia con ese color lechoso, rayos, tiene piernas de infarto y bastante largas después de crecer tanto. Siempre me había dicho que Yugi tenía un toque femenino que hacía que los hombres lo mirasen al salir a fiestas, su cintura era estrecha y el estómago plano, notaba la diferencia en los músculos de la espalda, así no era una mujer.

Caían gotas de su desordenado cabello por la espalda y desaparecían en un lugar que la toalla tapaba. Tragué duro.

Giró a un costado aún sin verme y se dirigió a su armario, abrió un cajón y sacó un bóxer morado, eso me hizo dirigir mi mirada a su retaguardia cuando la toalla cayó. Por todos los Dioses, nunca había prestado atención a ese cuerpo, no importaba el hecho de que no tuviese pechos, era simplemente hermoso.

  Cuando volvió a girar ahora hacia mí ahogué un grito y me pegué a la pared a un lado de la puerta.

-Está bien abuelito, ¡diviértete! Adiós, yo también te quiero…

Rayos quería verlo completamente, sin que nada lo cubriera. ¿Qué demonios estoy pensando? ¡Yugi es mi amigo! ¡Aparte es hombre, no lo parece a veces pero lo es! No es que tuviese algo contra ese tipo de gustos pero jamás me había sentido así, juro que por un minuto mi lívido se elevó. Respire profundo y me decidí a entrar.

-Hola Yugi -puse mi mejor sonrisa y él saltó del susto, que tierno.

-¡Joey! ¿Cuándo llegaste? ¿No tendrías que estar trabajando? -dijo Yugi ya vestido colocándose su collar del milenio.

Ya era hora de hablar y soltar la lengua antes de estar pensando cosas raras.

-Tenías razón -comencé y él frunció el ceño al darse cuenta de que algo no estaba bien-. Fui a mi casa y vi a mi padre en una situación demasiado incómoda para mí y…

-Espera un segundo -dijo y se acercó a grandes zancadas, colocó una mano sobre mi mejilla mientras se ponía en puntas de pie con su rostro a centímetros del mío, veía sus gruesos labios entreabiertos. Me encantaría robarle un beso-. ¡Joey! ¿Te golpeó él?

Yugi miraba horrorizado mi pómulo, por eso se había acercado no para tentarme, cerré un ojo del dolor y él apartó en seguida su mano, que mal. El tricolor se estaba convirtiendo en una distracción andante para mí.

Bajamos a la sala a refugiarnos del frío aunque a pesar de eso tenía una bolsa con hielo en la mejilla. Me miraba con cara de que lloraría en cualquier momento, eso era algo que me encantaba de él, era capaz de sentir más empatía que cualquier otro y esto me hacía querer ser más fuerte porque si estoy mal él también va a estarlo.

-Supongo que en algún momento esto iba a suceder -estábamos uno al lado del otro en el sofá, habíamos prendido el televisor en un canal de cocina, eso me daba hambre.

-Puedes quedarte aquí el tiempo que quieras.

-No quiero molestarte, ya veré que hacer, quizá pueda quedarme con Tristán un tiempo y no sé después.

-Entonces consíguete un apartamento -dijo con voz preocupada mientras apoyaba su cabeza en mi hombro y la punta de su cabello rozaba mis pestañas.

¿Un apartamento? Jamás había vivido solo, ya soy mayor de edad y tengo muchos compañeros que viven solos pero no lo sé, la renta es cara y había pensado que tal vez podría tener al fin la oportunidad de dejar un trabajo al menos pero tendría que conservarlo sino.

O quizá podría alquilar con un compañero, más el dinero de los duelos sería perfecto, así podría quedarme con solo un trabajo para los demás gastos. Aun así es difícil y estoy de verdad nervioso por mi padre, ya no puede reclamarme pero estoy seguro de que volverá solo para disfrutar molestarme. Necesito desaparecer.

-Quizá sea la solución. Oye, ¿ya estas mejor? -sentí como tembló ligeramente y se apoya del todo en mí, siempre lo hacía pero hoy… se sentía diferente y más después de verlo desnudo.

-Estoy bien, peor sería que lo olvidase, es lo último que quiero hacer. No puedo imaginarme  lo que sería despertar y que nadie sepa de él, como si nunca hubiera existido -asentí, al principio habíamos pensado que lo mejor sería no hablar del faraón pero luego Yugi se desesperó diciendo que dejáramos de hacerlo, que él no quería olvidarlo.

-¡Mañana es la competencia de Kaiba Corp. y pienso ganar!

-Y más si quieres irte a vivir solo -sonrió. ¿Y si…?

-Me iré a vivir solo con una condición.

-¿Cuál? -me miró frunciendo el ceño y vi lo cerca que accidentalmente y sin intención alguna estaban sus labios al mirar hacia arriba, de nuevo quería besarlo.

Enserio necesito una novia.

-Que tú vengas conmigo.

+ - + - + - + - +

-A mí me parece una buena idea. -dijo el abuelo Muto mientras sonreía en el almuerzo.

Yugi al principio se había negado a la idea de mudarse conmigo ya que no quería dejar solo a su abuelito pero ahora supongo que estaría bien. Había llegado ayer de Italia donde estuvo en una excavación junto al profesor Hawkins. Hoy era navidad.

-¿Estás seguro abuelito?

-Es hora de que aprendan ambos a estar solos, yo ya estoy viejo, se cuidarme Yugi -siguió con su perpetua sonrisa, me había ofrecido también quedarme en su casa pero realmente no me parece correcto.

Pasamos la tarde en casa de Ryou, después iríamos a una fiesta que haría uno de nuestros amigos de la universidad.

-¿Cómo me veo? -Yugi giró para mí mostrándome lo que había elegido.

Estaba hermoso pero aun así, ¿cuándo no lo estaba? Sentí como me subía el calor. Porque justo me lo pregunta a mí. Tartamudee con la respuesta y él me miró extrañado.

-T-te v-ves gen-genial Yugi -bien hecho Wheeler, no sabemos qué es lo que últimamente nos pasa y tú decides hacer esto. Necesito una novia con urgencia.

-Gracias -sus mejillas se colorearon de rojo como las frutillas que llevaba la tarta en sus manos. ¿Espera tarta de frutillas y crema? Me tendió el plato con el trozo-. Últimamente siempre me estás cuidando así que pasé por una pastelería para comprarlo, quiero compartirlo contigo, sé que te gusta.

Nos sentamos en un sillón a comerlo, estaba delicioso y hablábamos animadamente, pero comer una tarta en navidad entre los dos… ¡Eso era de enamorados! Yugi y su inocencia a veces lograba cosas que descolocan a las personas.

Oí reírse a alguien y al voltear vi a Tristán en la puerta de la sala mirándonos. Genial, si había alguien a quien nunca jamás logré guardarle un secreto era él, aunque él no se va a dar cuenta de que clase de pensamientos pasan por mi cabeza cada vez que veo a Yugi, ¿verdad? Espero.

+

Necesito una novia, enserio necesito una novia.

Estoy en medio de una fiesta llena de chicas y mis ojos se van a mi mejor amigo. ¡¿Qué rayos me pasa?! ¿La vida está en mi contra o qué? Mi cabeza duele y ya no creo poder seguir caminando en una línea recta.

Necesito una novia con urgencia.

-¡Joey! ¿Cómo has estado? Hace mucho no nos veíamos -enfrente mío había una chica de pelo negro lacio hasta mitad de la espalda con grandes ojos chocolate y disfrazada con un revelador vestido de mamá Noel-. Fuimos a la secundaria juntos. ¿Sakura? ¿Me recuerdas?

+ - + - + - + 

Habíamos estado desde la mañana mirando apartamentos con Yugi; caros, baratos, ni tan uno ni tan otro… pero ahora estábamos en uno que me encantaba y al parecer a Yugi también, lo malo es que salía un poco caro aunque somos dos y no sé.

-Vamos Joey, di que sí. Ese apartamento era hermoso -dijo Yugi mientras comíamos en un local de comida rápida. Tenía razón, tenía dos cuartos, dos baños, un pequeño living, y una pequeña cocina. No necesitábamos nada más.

-Está bien. ¿Sabes una cosa? Me tiene preocupado que mi padre no haya venido a molestar ya, pensé que lo haría -miré por la ventana viendo pasar a un niño en los hombros de su padre, yo había estado así con mi padre hace tanto tiempo que no puedo ni recordarlo claramente.

-¿No crees que es mejor así? Imagínate lo que podría hacer… -frunció el ceño preocupado y tenía razón, el mes entrante debía pagar la renta por sí mismo… si no vendría a exigir algo a golpes. Era mejor no preocupar a nadie.

-¿Llevarás mañana a Sakura con nosotros?

-¿Sakura?

-Sí, Sakura, tu novia Joey -me miró extrañado, cierto ahora tenía novia….

-No puede -no le pregunté y no pienso hacerlo después de todo el año nuevo es para pasar entre amigos, apenas la conozco.

Y si hay que ser sincero estoy con ella más que nada por el simple hecho de que mis ojos nos dejan de mirar a la persona frente mío, mis brazos estaban desesperados deseando que tenga pesadillas para poder abrazarlo y mi mente me juega malas pasadas a la hora de soñar.

Estoy jodido, muy, muy, muy jodido.

+ - + - + - +  

Era año nuevo, primero de enero así que decidimos venir a visitar un templo, Malik corría de un lado a otro emocionado aunque se quejaba de la enorme cantidad de personas. Y es que estamos peor que sardinas en lata, creo que ya me golpearon y empujaron más veces de las que se contar.

Genial, ya nos separamos todos de nuevo, me alcé en puntas de pie mirando por encima de las cabezas de la multitud y vi la fácilmente reconocible cabeza de pinchos. Yugi se había quedado apartado mirando un jardín, anoche me costó más que nunca despertarlo y desde que salimos ha estado apartado, seguramente no quiere contagiar su angustia a Malik y Ryou.

Me abrí paso como pude entre las personas hasta llegar hasta él y le toqué el hombro provocando que se sobresaltara, que tierno.

-Me asustaste Joey.

-Lo siento -le sonreí y él me la devolvió apagada-. ¿En qué piensas?

-Pues… ¿recuerdas a ese amigo tuyo lleno de tatuajes que nos presentaste hace un tiempo?

-Sí, Asami -más que amigos era mi antiguo jefe, lo ayudaba en algunas cosas de su negocio de tatuajes, fue mi primer empleo.

 Recuerdo que nadie quería darme empleo por mi edad, pero él dijo que eso no importaba mientras no destruyera nada, también me consiguió otro trabajo más decente luego de que renuncié a la pandilla. Pero no entiendo… ¿qué quiere Yugi con él? Cuando se lo presenté recuerdo que todos se llevaron bien, fue un encuentro solamente después de una competencia que terminó en un almuerzo para conseguir clientes, Malik estuvo a punto de tatuarse y Tristán lo terminó haciendo.

-¿Por qué preguntas por él?

-Bueno yo… quiero… ¿Podrías llevarme a su local? -Yugi me miró mientras se mordía el labio inferior y su pelo volaba hacia todos lados por el viento frío. Tiene la nariz fría y roja, se ve tan frágil hoy.

-Cla-claro, pero sigo sin entender para qué.

Nos despedimos de los demás, lo cual nos llevó una media hora para lograr encontrarnos entre la multitud de personas y luego nos dirigimos a casa del abuelo Muto. En el camino me explicó por qué, no era algo que esperaba de él pero… está tan decidido. Es precipitado, pero no me animo a decirle que no.

Al entrar a su habitación me topé con un montón de cajas, estábamos a punto de mudarnos a nuestro apartamento en el centro de Dominó así que por fin dejaría de molestar en casa de Tristán. Aunque extrañaría la comida de su mamá.

Revolvió en una caja llena de ropa y sacó dinero.

-¿Crees que el abuelito se enojara? -le pregunté, quizás eso podría detenerlo.

-Ya no importa Joey, ya lo decidí. Aparte ya estoy grande, voy a la Universidad -salimos con él a paso firme, no creía que cambiase de opinión.

Hoy estaba abierto el local, lo sabía por la experiencia de haber trabajado más de un año nuevo allí. Supongo que es mejor ir hoy que hay menos gente, así no estará tan nervioso, es lo menos que puedo hacer por él.

Yugi cambiaba de páginas mirando esas excéntricas letras entrelazadas y negras, solo podía elegir una y se quedaría para siempre allí, ese era el propósito. Para siempre.

Asami me miraba de reojo, de entre todos mis amigos que él conocía Yugi era el último que esperaba ver en su tienda y tan decidido. Le sonreí forzosamente, realmente ni yo estoy seguro de haber entendido esto.

-Me gusta este -Yugi llamó nuestra atención, dio vuelta la carpeta con dibujos dejándonos ver lo que había escogido señalándole con el índice.

El hombre frente a mí del otro lado del mostrador achinó los ojos y asintió, apagó el cigarrillo que tenía entre dedos sobre la mesa y lo dejó allí. Tenía aspecto de hombre ex mafioso que era, tenía marcas en la cara; de piel trigueña y cicatrizada. Sus ojos parecían cansados en combinación con sus ojeras y vestía demasiado cuero negro. Para finalizar como toda persona que se dedica a este oficio podías ver tatuajes asomándose desde los puños de la chaqueta y el cuello.

-Tienes buen gusto niño -rió con voz ronca, no sé cómo no ahuyenta a sus propios clientes pero a Yugi no se le movió un pelo.

Tomó una hoja en blanco y varios útiles de dibujo, recuerdo que él fue el que me enseñó a dibujar… que ahora es mi pasión, no lo había esperado. El pequeño tricolor le dijo lo que quería y con esas letras que eligió vio reflejado en el papel lo que pronto llevaría en su cuerpo. Pensé que se largaría a llorar en ese momento pero solo sonrió, tanto que me recordaba cómo era él antes… no podía detenerlo si sonreía así siempre.

Pasamos a otra habitación, completamente cerrada pero bien iluminada, se sentó en una silla acolchonada y lo vi tragar duro mientras Asami se aprontaba.

-¿Estás nervioso? -le pregunté.

-N-No -hay Yugi, sé que eres valiente pero no tienes que serlo todo el tiempo.

Le tendí mi mano y él la tomó apretándole, si así está ahora no quiero saber cómo va a dejarla una vez que esa máquina toque su suave y tierna piel.

-Entonces… ¿Dónde lo quieres?

Yugi señaló su pecho izquierdo, justo sobre el corazón porque allí sería donde lo tendría siempre. El hombre me volvió a mirar, estoy seguro que espera a que lo detenga, estoy seguro que piensa que es un error y si yo no lo detengo luego se va a arrepentir. Ya era tarde.

Se quitó su campera y abrió la camisa blanca que llevaba abajo. Se le veía feliz, me encanta cuando está así… se ve hermoso. ¡Ya basta Joey! El apretón en mi mano volvió, ya no hay marcha atrás.

Al finalizar la piel de Yugi estaba roja allí donde estaba esa hermosa cicatriz, había aguantado sin quejarse y Asami no dejaba de decir lo asombrado que estaba y lo felicitaba. Le tendió un espejo de mano y observó por primera vez en la obra de arte en la que se había convertido, aunque para mí ya lo era hace mucho. Le vi dejar caer una lágrima y sonreír ligeramente, el hombre enorme con el que había trabajado se cruzó de brazos en su silla y sonrió orgulloso.

En el pecho del ojo amatista relucían en letras negras, onduladas y formales el nombre “Atem”.

-Nunca más se va a olvidar su nombre -dijo susurrando.

+ - + - + - +   

-Woow la vista desde aquí es asombrosa chicos -Malik veía desde la ventana de nuestro apartamento.

Ya nos habíamos mudado oficialmente y Ryou, Malik junto a Tristán vinieron a ayudarnos a dejar todo listo junto a los nuevos muebles que habíamos comprado ayer luego de que participamos en un duelo de una empresa China; Yugi ganó el primer puesto y yo el segundo. Realmente nos vino perfecto, quizá Kaiba tenga razón y tengo mucha suerte, naa… gané porque soy el mejor.

-¡Voy a extrañarte hermano!

Tristán me miró con ojos llorosos y brazos abiertos, ya no estaríamos en la misma casa. Me lancé a abrazarlo. ¡Esto era hermanos! Aunque aun no entiendo como terminamos con Yugi separándonos de una pelea… 

Estuvimos todo el día arreglando el lugar y cuando menos me lo esperé ya habían pasado dos semanas en las que vivíamos juntos, se sentía normal, como esas cosas que haces todos los días cuando te levantas de la cama, pero aun así un poco incómodo… ¿y es que no entiendo el porqué de todo esto?

Sakura ya había venido, ya se había quedado a dormir y ya habíamos tenido sexo. Y el mayor problema estaba en que ahora ya no quiero y no puedo acostarme con ella, juro que mi miembro no parece emocionarse pero al segundo de ver a Yugi a la mañana siguiente (sonrojado porque había escuchado todo el ruido que hicimos en la noche) se me paro, maldición… ¿Qué es esto?

-Joey, ¿me ayudas? -me di vuelta viendo a Yugi ya vestido, acababa de salir de la ducha y tenía el pelo en todas direcciones mientras me tendía una toalla.

Asentí y limpie mis manos en un trapo, estaba haciendo una pintura a acuarela para la clase de arte, lo último que faltaba era agregarle otro color más al pelo de Yugi. Se sentó de costado en el sofá y yo lo imité detrás de él, se estiró y tomó el control remoto para encender el televisor. Le tiré la toalla sobre la cabeza y revolví hacia todos lados.

-¡Oye! ¡Joey! ¡Así no! -se revolvió y lo destapé mientras reía.

-¿A no? Lo siento, pero vele el lado bueno, ahora perteneces a la familia de los puercoespines solo que tú eres el más bello de todos -me reí más fuerte y él se dio vuelta fulminando con la mirada mientras sus mejillas estaban rojas-. Está bien, lo haré bien.

-Quiero saber cómo les está yendo a los chicos -dijo mientras con suavidad seguía sacando el agua de su cabello tricolor.

Sabía que se refería a Malik y Ryou, habían ido a una competencia en Francia de Duelo de Monstruos, pero nosotros no pudimos ir entre la mudanza y proyectos de la Universidad atrasados por la primera.

-Hablé con Moki hoy de mañana, dice que las apuestas de hoy iban muy dirigidas a Ryou -el menor de los Kaiba había viajado hasta haya en representación de los discos de duelo que son usados, hace tiempo lo invité a salir con nosotros y todo fue tan divertido que desde entonces solemos invitarlo. Antes de darme cuenta, es otro hermano menor más que tengo.

Con respecto a nuestro amigo peliblanco, ayer arrasó con todos a los que se enfrentó de manera asombrosa. La competencia duraba dos días, hoy era el segundo y como siempre no podían faltar las apuestas, seguramente volvería a Dominó con una copa en manos.

-¡Qué bien! Me alegro por él, el primer premio dicen que es una carta nueva. Apuesto a que será genial… - el pelo de Yugi ahora estaba medio caído y medio flotante, no entiendo cómo hace para tener ese peinado natural… doy mi mano derecha… no mejor solo un dedo a que tiene que ver con magia egipcia.

Ahora se pasaba un cepillo dejando que cayera sobre sus hombros pero en tres segundos estaría por el cielo de nuevo, me encantaba. No Joey, ¡No! Ya discutimos sobre qué cosas podríamos decir de Yugi.

-Sí, seguro será genial -miramos la pantalla y empezó un duelo de dos chicas que ya habíamos conocido-. ¿Has sabido sobre Mai?

-Sí, vendrá en Febrero. ¿Vendrá Sakura hoy? -había notado que no se sentía muy cómodo cuando ella venía, por suerte ya no lo haría.

-No, terminamos.

-Oh, ¿estás bien con eso? -asentí y miré a Yugi, me miraba triste y directamente a los ojos, se arrimó más a mí y subiendo los pies al sillón me abrazó fuerte por la cintura escondiendo su rostro en mi pecho-. Lo siento.

Realmente sentía que lo engañaba y que me estaba aprovechando de la ocasión, lo abracé por inercia, acercándolo más a mí. Debería decirle que fue una relación horrible, que yo terminé con ella, que nunca sentí nada por ella porque solo pensaba en él… pero de esta forma lograba tenerlo más cerca. Así que, ella será la mala.

-No te preocupes Yugi, estaré bien, ella no era para mí -el me miró desde abajo y se enderezó mientras me sonreía, estiré mi mano y la coloqué en su mejilla, tiene la piel suave y tersa allí. Miró mi mano sorprendido de reojo y lo vi tragar saliva-. Me gustaría conseguir a alguien como tú.

Yugi se rió nervioso y se alejó. No sé por qué lo dije, solo me pareció una buena idea. Agh, solo conseguí incomodar. ¿Ahora cómo puedo hacer para que vuelva a abrazarme? Genial Joey, aquí tienes el motivo por el cual las novias no te duran; uno eres un idiota y dos, ellas son idiotas también.

Yugi se sentó de costado y miraba hacia abajo, lo único que le veía de piel eran las orejas y estas estaban coloradas. Se rió bajito moviendo los hombros.

-Eres la primera persona que cree que yo soy su tipo. No sirvo para las relaciones, jamás he estado en una-me miró, tenía los ojos vidriosos, al parecer no le gustaba pensar en eso.

-Ya tendrás tiempo para eso, solo tienes 19 años…

-Exacto -me cortó frunciendo el ceño-. Soy un chico de 19 años que jamás tuvo una novia y que se le dificulta demasiado que una chica lo mire siquiera.

-Entonces consíguete un novio y ya -dije sonriendo.

Me incliné y coloqué sobre la comisura derecha de su labio un beso al él moverse, mejor para mí. Me levanté y me dirigí de nuevo hacia mi trabajo tomando un pincel pequeño y empapándolo en pintura roja.

+ - + - + - +

Me desperté con ganas de ir al baño, ya salí de allí cuando de lejos a media luz vi el reloj de la entrada marcando las tres de la madrugada. Al pasar por el pasillo vi la puerta de Yugi como una tentación y ahora que lo pensaba, ya no sé cómo está con sus sueños.

Antes el abuelo se levantaba a ver como estaba y lo despertaba si era necesario, cuando alguno de los chicos se quedaba a dormir hacían lo mismo (aunque había problema si le daba a Malik, Ryou y a él al mismo tiempo) y yo mientras me quedaba con él, antes de ir con Tristán, siempre trataba de tener un oído atento a los ruidos.

¿Pero y ahora? Como quien dice estaba solo… al menos dentro de esas cuatro paredes.

Tomé la manivela bajándola y empujé la puerta que por suerte no hizo ningún ruido, abrí los ojos como platos al escuchar esos gemidos medios gritos que ya conocía. No sé cómo no lo había pensado antes. Claro que iba a seguir con pesadillas, no porque se mudara las cosas cambiarían.

Corrí en silencio hasta la cama y me senté a un costado de él, ahora ambos tenemos camas de doble plazas. Lo vi sudar y revolverse, así que lo sacudí despacito. El seguía hablando solo.

-Yami… no… ¿por qué te fuiste? ¿Por qué me dejaste?

Escuché un sollozo, escucharlo era la pesadilla de mis sueños en la noche y te dabas cuenta de lo mucho que sufría, espero que no haya mentido cuando dijo que cada vez tiene menos. Volví a sacudirlo.

-Yugi… -lo llamé con voz suave mientras sonreía-, te daré una hamburguesa si te despiertas…

-¿Qué hamburguesa? -dijo por lo bajo aun revolviéndose.

Ahogué una risa, al fin funcionó el truco de la hamburguesa, sabía que lo haría.

-Tienes que despertar o no te la daré -dije en voz baja musicalmente.

-¿Joey? ¿Eres tú? -abrió los ojos suavemente pestañeando entre lágrimas mientras se los refregaba con el puño cerrado. Creo que es la primera vez que se despierta sin asustarse, como si fuera algo normal. Me senté en forma de indio sobre la cama y lo miré entrecerrar los ojos.

-¿Quieres hablar sobre lo que soñaste?

-Ya no lo recuerdo -frunció el ceño mirando hacia otro lado y se tocó el corazón, allí donde estaba grabado su más grande sueño.

Había notado que en poco tiempo se había acostumbrado a llevar su mano allí cuando se levantaba, si estaba nervioso, antes de jugar al juego más sencillo que existiera en mundo también. Era su salvavidas multiuso.

-Supongo que es un avance de que ya no tendrás esos sueños -me miró con los ojos bien abiertos del miedo-. Yugi… recuerda lo que te dijo Mai… que dejes de tener pesadillas no significa que vas a olvidarlo.

Asintió con la cabeza así que me levanté pero cuando me di vuelta escuché un ruido que me hizo volver a mirar, se había sentado y corrido las frazadas de mi lado.

-Quédate a dormir conmigo -pidió.

Y acepté, entrando el calor en ese sitio que él ya había calentado antes. Quizá estaba mal que aceptara, pero oigan; ¿no sería más extraño si me hubiese negado? Digo, somos amigos, mejores amigos. Es algo normal.

Nos dormimos mirándonos cara a cara y despertamos así también solo que nuestros rostros a apenas cinco centímetros de distancia y mi mano en su cadera solamente tapada con su pijama de invierno y lo acerqué hacia mí. No me dio tiempo ni a separarme cuando él ya despertó.

No se alteró por la distancia, no le extraño mi mano que había bajado por tentación a su muslo, ni se quejó por el mal aliento que seguramente debía tener y que se lo lanzaba al rostro sin malas intenciones. Nada. Solo sonrió.

-Buenos días…

-Buenos días. ¿Volviste a tener pesadillas? -mi mano por inercia se movió hasta su mejilla y tomé uno de los mechones rubios que caían sobre su ojo derecho colocándolo detrás de su oreja, se sonrojó. ¿Acaso había una imagen mejor que verlo por la mañana?

-No, ya no soñé nada de eso -dijo bajito se llevó igual que la noche anterior la mano al pecho y gracias a la luz que daba el sol pude ver ese color negro retorcerse por encima de su ropa formando cada importante letra.

+ - + - + - + - +  

-Muy bien guapo… es hora de que tú y yo hablemos -dijo Mai, estaba de brazos cruzados y venía desde el cuarto de Yugi que había entrado a darse un baño.

Dejé la tetera sobre la cocina, mentiría si no dijera que estoy asustado. ¿Por qué me mira así? Sus ojos son de fuego en este momento, lo juro, tienen que creerme. Me hizo seña con el dedo índice para que la siguiera y la obedecí con la cola entre las patas mientras caminaba con mi taza de té entre manos.

Tengo el presentimiento de que esta será una charla con mamá Mai, las madres de los hikaris que se le rompe el corazón si uno de sus hijitos sufre. Ya me ha tocado una de esas charlas… no quiero ni recordarlo. Temblé luego de sentarme en la mesa circular.

-¿Cómo has estado Joey? -¿eh? ¿Qué? ¿Cómo puede preguntar algo de forma tan seria? Creo que esta vez hice algo muy malo, pero no tengo idea que fue. Debería recordarlo si fuese grave. Rayos.

-Bi-Bien. ¿Y tú? -me enchino los ojos con los brazos cruzados y sonrió maléficamente. ¿Cuándo pasé de ser yo su favorito a serlo Yugi, Ryou y Malik sus favoritos? Yo lo veo como traición.

-Bien aunque confundida. ¿Sabes por qué guapo? -solo me atreví a mover la cabeza en modo de negación. -. Siento que escondes algo y creo saber que es… no pienso que sea malo, bueno espero por tu bien que no sea malo.

-No entiendo de que me-me ha-hablas…

-Seré directa. ¿Qué te traes con mirar tanto a Yugi? Llevo aquí una semana y siempre lo observas y si no lo buscas con la mirada cuando no está, preguntas mucho por él. ¿Y qué con esa manía de acompañarlo a todos lados? Y ni creas que no he notado que aprovechas cada ocasión para tocarle aunque sea el pelo.

-Bueno yo… yo…

-¿Tu qué?

-¡No lo sé! Ojalá lo supiera así no me pasaría todos los días tratando de estrangularme por traición. No sé qué me pasa, mis ojos parecen moverse por sí solos, mi mente no deja de imaginarlo y pensarlo. Traté de tener una novia y no me duró nada ya que sentía que la engañaba porque prefería pasar tiempo con Yugi que con ella. ¿Qué rayos me pasa?

La taza hizo ruido cuando se deslizó sobre la superficie plana luego de que mi frente chocara contra esta. Me desahogue. Ya lo hice. Dejé salir todo. Al menos siento una carga menos en los hombros.

-No soy doctora y menos psicóloga pero puedo decirte que estás enamorado.

Levante la cabeza de la mesa viendo como sonreía. Lado bueno: Mai vuelve a ser la chica que todos queremos y amamos. Lado malo: enloqueció. Yo no puedo… ¿o sí? … ya lo sabía, ¡pero qué te lo digan es algo muy diferente!

-Soy el peor mejor amigo del mundo.

-Lo eres…

-Y también un pervertido.

-Pues si…

-Debería alejarme de él.

-¡Claro que no! -se paró poniendo ambas palmas sobre la mesa-. Lo último que necesita es otra persona más que se vaya de su vida. Lo que tú debes hacer es ir como hombre y confesarte.

-¿Sabes? Confesarse a otro hombre no es algo que hacen los hombres.

-Joey, siempre aposté a que eras listo y encantador, pero ahora… juro que quiero golpearte esa cara hermosa que tienes. ¡No serás menos hombre por eso! ¡Al contrario! ¿Acaso quieres seguir viviendo con la sensación de que nunca vas a tenerlo?

-No, no quiero -bajé la cabeza como niño regañado y ella volvió a sentarse suspirando, luego de una larga pausa al fin me digné a hablar-. Quizás tengas razón y debo hacerlo.

-¿Hacer qué? -nuestro tema de conversación apareció de repente haciéndome saltar de la silla.

-Me siento mal de que hayas tenido que faltar a esa competencia por cuidarme de la gripe así que Mai me decía que debía darte algo a cambio. ¿Qué tal si vamos al cine los dos esta noche a ver esa película que querías? -fiú~… y hasta hice dos por uno; zafé de la situación y le propuse una cita a Yugi.

-Claro. Me encantaría -Yugi sonrió de oreja a oreja y al ver a la rubia de reojo pude verla sonreír de costado.

+ - + - + - + - +

Mai me dijo que debía aceptar del todo que me gusta Yugi, que no debo seguir jugando con él así que debo formar una relación, pero para eso debo hacerlo primero.

Entiendo a qué se refiere. Tengo que aceptar que me gusta un hombre, que estoy enamorado de un hombre. Que soy gay como dice ella, cosa que creo que no es muy afirmada por ahora. Pero lo más grande es admitirlo, no callarlo porque Yugi no se merece estar escondiéndose (Ja, mírenme, hasta ya hablo como si me fuera a corresponder. Lo dudo) así que el paso número uno es contárselo a Tristán.

Y a eso voy ahora mismo.

Ya estábamos a mitad de semana y acababa de terminar las clases, le dije a Yugi a donde iría y él no tuvo problema con irse con Malik y Ryou, después de todo ese trío siempre andaban escondiéndose para aprender magia.

Creo que nunca había caminado tan lento pero es que enserio no quería llegar, algún día lo haría. Y al final terminé llegando a la cancha que estaban utilizando los jugadores del equipo de fútbol, la práctica comenzó hace unas horas, ya están por terminar.

-¡Hermano! -Tristán me salto arriba pesando el doble de lo normal gracias al bolso que llevaba-. Muy bien, ¿qué sucede?

-No sucede nada. ¿Por qué crees que sucede algo?

-¿Estás de broma? Jamás rompiste la unión de saludar a un hermano y me dejaste acá parado. Escúpelo Joey -arrojó el bolso al piso y me apoyé en la pared cercana que tenía.

Estamos a dos metros de la puerta de los camerinos, no dejaban de salir chicos y chicas que nos saludaban. No puedo decírselo acá, no estaría bueno que se enteraran… ¿o sí? No me importaría saber que todos saben que estoy con Yugi… si hubiese un estuviera claro.

-Aquí no.

Agarró el bolso y arrastrándolo por el suelo subimos a la gradas de la cancha y me senté allí en primera fila, coloqué mis codos sobre mis rodillas y mi rostro entre mis manos. Tomé aire, ya era hora.

-Estás comenzando a preocuparme… -el moreno me miró serio tratando de descifrar apoyado en la baranda de metal.

-Sabes que somos mejores amigos desde niños y que si algo me sucede iré a contártelo lo más pronto posible… -no era pregunta, era clara afirmación y el asintió-. Últimamente me he sentido extraño con mis sentimientos y…

-¿Sentimiento? ¿Esto tiene que ver con sentimientos? ¿Quién rayos te gusta que tienes tantos nervios de contarme? -frunció el ceño.

-Yugi -sé que lo susurré pero… agh… ¡¿por qué es tan difícil?!

-¿Quién? -se estiró hacia delante, genial no escucho. Baka. Con lo que me cuesta decirlo.

-¡Que estoy enamorado de Yugi!

Se está riendo, en mi cara. ¿Qué rayos? Me levante ya cerrando el puño. ¡Juro que te golpearé! Sé que vine aquí sabiendo que la burla era muy posible, pero, ¡oye! Somos hermanos, ¿no?

-¿De qué te ríes? 

-¡Hasta que al fin lo admites! No sé si es bueno o malo, ya que mi apuesta con Duke se fue al carajo -volvió a reír.

-¿Apuesta? ¿Ya lo sabías?

-Claro que lo sabía, no eres discreto sabes. Aunque debo admitirlo, Duke se dio cuenta antes y me lo dijo, después de verlos me di cuenta de que era verdad. Apostamos a ver cuándo lo admitían, yo dije que después de San Valentín y él dijo que antes. Rayos, debería haber apostado menos dinero.

Nos quedamos charlando de todo el tema, al menos sé que mis amigos lo comprenden y eso es más que suficiente para mí. Malik y Ryou jamás serían capaces de juzgarme porque me gustan los chicos.

Ya no tenía nervios.

-¿Y cuándo piensas confesarte? –preguntó.

Olvídenlo, aún tengo nervios.

Mi celular vibró en mi bolsillo cuando el sol ya daba un color naranja al ir cayendo, sonreí al ver el número de Yugi en la pantalla y al ver a Tristán mirándome mientras levantaba las cejas dos veces mientras me guiñaba el ojo con media sonrisa me voltee.

-¡Hola! -hay por Kami, quedé como muy emocionado. Escuché jadeos al otro lado.

“Joey, no era mi intención. Me asusté, no sabía qué hacer y cuando sacó el cuchillo…”

-¿Qué cuchillo? ¿De qué hablas? -sentí la mano de mi hermano en mi hombro y me giró encontrándose cara a cara, claramente su rostro pedía explicación de mis palabras.

“Tu padre… él… lo dejé inconsciente”.

-Dime dónde estás. Iremos para mí.

+ - + - + - + - +  

Tardamos menos de 10 minutos en llegar al callejón justo al lado de nuestro edificio, y encontramos a Yugi contra una pared llorando y con las piernas temblando mientras miraba un cuerpo sucio y moribundo en el piso detrás de un tarro de basura.

 Nadie los había visto y Yugi tampoco se fue ya que se notaba gracias al ojo de Horus en su frente que le estaba aplicando un hechizo. En mi padre había cadenas brillantes y doradas en las muñecas, que desprendían una cadena gruesa de no más de tres eslabones que estaban unidos a aros de oro en el piso. Estaba inmóvil, aunque tratase de pararse no tendría movilidad, seguramente ya lo intento y fracaso por lo que solo le quedó la rendición.

Sabía que volvería, sabía que podía hacerle daño, pero el tricolor me había convencido de que no debía preocuparme tanto ya que no podía esperar encerrado a que él aparezca para hacer algo. Debería no haberle hecho caso. Esto es culpa mía.

Apenas tomé de la cintura a Yugi este cayó desmayado entre mis brazos y mi padre también, quien fue levantado por la camisa amarillenta de sucia y colocado de cara con brusquedad contra la pared por Tristán.

-Llevaré a Yugi arriba -le dije y él asintió-. Llamaré al de seguridad, le diré que atacó a Yugi. Llamen a la policía, creo que ya es hora de ponerle una orden de restricción.

Y así lo hice. Subí a Yugi al departamento y lo coloqué en mi cama que era la más cercana. Ishizu me dijo una vez que los hechizos a veces podían agotar a una persona hasta desmayarla, más si se encontraba cansada o recibió varios golpes (hechizos o físicos) antes. Apreté los puños al ver marcas de dedos en sus muñecas al sacarle su abrigo de invierno y tenía un poco de sangre en la cabeza, juraría que lo chocó contra la pared y lo atrapó por las manos ahí.

Obviamente que él no sabía que Yugi era capaz de defenderse a pesar de su estatura y gentileza y menos a través de la magia. Obviamente el cuerpo en mi cama se asustó y dejó salir toda su fuerza, me llamó y cuando colgó quizá mi padre volvió a intentarlo así que no tuvo más opción que retenerlo hasta que llegáramos.

Como dijo la pelinegra egipcia coloque un paño frío en su frente para que no le subiera la temperatura y traje agua y comida para cuando despertara, necesitaba energía. Me acosté a su lado, que mala influencia que soy para él, aun así no me alejaré.

Al contrario.

Me acerqué a su rostro levantándome de las sábanas y desde arriba coloqué mis labios sobre los suyos, no más que un beso robado suavemente, pero a medio camino sentí como esa boca se abría solo un tanto y correspondía. ¿Si estaba tentado a meter mi lengua? Sí. ¿Si lo hice? No.

Al separarme vi dos enormes amatistas mirándome a los ojos, tranquilos, como si fuera un acto normal para ellos.

-¿Por qué hiciste eso? -su aliento chocó contra mis labios, estaba a dos centímetros de él. ¿Acaso tengo una excusa? No.

-Quería hacerlo.

-No siempre puedes hacer lo que quieras, Joey -miró hacia otro lado sonrojado, ignorando el hecho de que me había correspondido por dos invisibles segundos.

-Lo sé, pero quise hacerlo. Te dejaré descansar.

+ - + - + - + - + 

Ya era San Valentín y no había pasado nada malo con Yugi, seguíamos tan cercanos como siempre pero ahora noto como no soy el único que busca con los ojos al otro. Cada vez que pasaba junto a los tres hikaris estos dejaban de hablar, Yugi se sonrojaba y Malik y Ryou se reían.

Ayer me agarraron esos dos, otros que también se dieron cuenta y me dieron para adelante. Supongo que no lo hubieran hecho si supieran que terminaría rechazado.

En los últimos días el quedarnos solos eran un montón de momentos incómodos y cada toque sin querer entre nosotros era saltar a un metro de distancia de otro, gracioso teniendo en cuenta que antes era de lo más normal. Aun así había momentos en los que volvíamos a la realidad de ser mejores amigos hasta que caímos en cuenta de que estos no debían besarse.

-Va a rechazarme…

-Claro que no -Malik venía empujándome desde hace una cuadra.

-No sé mucho de flores en realidad. Espero que sean esas -asentí a Mai y esta me entregó un ramo de flores que sabía que le gustaban al tricolor.

Yugi estaba en una plaza, hoy para mi mala suerte había mucha gente por la fecha pero según Ryou, que estaba con él allí esperándonos, habían encontrado un buen sitio donde podía ¿declararme?

Hay rayos.

-Eres un cobarde -dijo sonriendo Tristán caminando con las manos en los bolsillos y silbando.

-¿Con quién crees que hablas? Joey Wheeler no le teme a nada. Ya verás, te lo demostraré

Caminé hacia donde debía con paso firme y al llegar vi a Yugi rodeado de hojas secas bajo un árbol pelado, imagen hermosa que ya había dibujado para mi deleite hace poco y junto a él un peliblanco que al verme le dijo algo y luego se paró para irse mientras me levantaba el pulgar a escondidas.

Luego de que se perdió de vista el ojo magenta levantó la mirada hacia mí con sorpresa, no siempre alguien aparece agitado frente a ti de la nada.

-¿Dónde estás los demás? -preguntó mientras se paraba y sacudía su ropa y cuando menos lo esperaba saqué de mi espalda las flores que había escogido para él ofreciéndoselas-. ¿Son pa-para mí?

-Lo son, Yugi. Yo quería decirte que me gustas y mucho. Quiero que sean mi San Valentín, lo sé suena cursi pero quiero estar contigo de otra forma que de amigos -bien, eso no sonó como lo que había estado practicado decirle durante toda la semana, la verdad es que daba lástima.

Sus ojos se abrieron de la impresión y dio un paso atrás, lo sabía. ¡No Wheeler! No vamos a dejar vencernos tan rápido, no luego de todo lo que pasamos para llegar aquí.

-Joey no puedo corresponderte, perdón -dijo mirando sus zapatos-. Yo no estoy hecho para tener una relación…

-¿Quién lo dice Yugi? ¿Acaso alguien está hecho para eso? ¿No quieres estar conmigo por eso o porque no me quieres como pareja?

-¡No es que no quiera! Me da miedo solamente. No puedo de nuevo dejarme depender de una persona y luego perderla. No puedo dejar que eso pase de nuevo -me miró y una lágrima bajó por su mejilla.

Él dijo que me quiere.

-No voy a desaparecer -quebré por la mitad uno de los tronquitos de una flor roja y llevé esta junto a sus mechas rubias detrás de su oreja. Veía tan sencillo el movimiento de dejar mi mano en su mejilla y arrimar sus labios a los míos que terminé haciéndolo. Nos separamos pronto, solo un beso simple suave y salado-. Dame una oportunidad.

-Eres mi mejor amigo…

-Pues ahora nuestra amistad solo crecerá aún más.

-No tengo experiencia en esto…

-Es más interesante de este modo, un poco más romántico si me permites decir.

-Tengo pesadillas constantes que no dejan dormir a las personas y me provocan insomnio…

-Estoy acostumbrado, aparte me parece una buena excusa para meterme en tu cama. Se algo que podemos hacer cuando no puedas dormir…

-¡Joey! ¡No vas a convencerme de esa forma! No digas esas cosas, es vergonzoso -su cara estaba encendida en rojo, sus labios temblaban, sus ojos brillaban entre lágrimas que aguantaba para contener el llanto-. No creo poder hacerlo.

Me dio la espalda, no podía negarse por siempre o me va a destruir. Lo abracé por la cintura y me agaché hasta colocar mi cabeza en su hombro, ofrecí de nuevo el ramo pero esta vez lo aceptó con un sollozo.

-Hay un chocolate dentro y un combo para una hamburguesa gratis en donde sé que te gustan -le dije al oído y él rió suavemente.

-¿Ahora tratas de comprarme con comida? -volteó un poco permitiéndole ver un poco de su perfil, sonreía. Bien. Punto para mí.

-Estoy poniendo toda mis cartas sobre la mesa, solo me queda una más -hablé con desánimo-. Pero es retarte a un Duelo de Monstruos y si yo gano saldrás conmigo, pero es poco probable y no quiero arriesgarme… di que sí.

Tembló entre mis brazos riéndose.

-Lo intentaré.

Con solo eso se volteó y por primera vez compartimos un beso verdadero, dulce e inexperto.

Notas finales:

¿Les gusto? Espero que si.

Gracias por leer!!!

Nos vemos en el próximo capítulo!!


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