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El regreso por Bloomx

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Notas del capitulo:

YU-GI-OH no me pertenece, yo solo utilizo sus personajes para crear nuevas historias.

Hola!! No se si alguien se segirá acordando del capítulo anterior o de esta historia pero al fin hay capítulo!! Mejor tarde que nunca.

Estuve muy ocupada con los estudios y cuando tenía tiempo se me cortaba la inspiración... bueno sin más, gracias a todos los que lo sigan leyendo!

Ya me queda poco para terminar este año de estudio y cuando sea verano tendré mas tiempo de actualizar.

Espero sus comentarios!

Bloomx

Finales de Marzo

En la mansión Kaiba ocurría algo raro, no era la primera vez pero mentirían si alguien dijera lo contrario. Era la segunda vez esta semana y la quinta en tres semanas. En la biblioteca, específicamente sentados en una mesa, se encontraba un chico de pelo de estrella, un ojo verde que llevaba un dado como arete y un CEO sin un pelo castaño fuera de lugar.

Cada uno tenía una laptop enfrente que sabían manejar como si fuera la misma extensión de sus dedos y discutían hasta llegar a un acuerdo para perfeccionar lo que se reflejaba en el proyector.

-Listo, quedó perfecto -Duke se tiró hacia atrás en la silla suspirando mientras cerraba el objeto frente a él.

-No estuvo nada mal, novatos -los dos miraron a Kaiba con las cejas levantadas e ignorando lo último que dijo.

-Admítelo de una buena vez, no somos mala compañía –le dijo Duke con arrogancia, al castaño se le salió una sonrisa de costado.

-Está bien.

Se quedaron más horas a pesar de que habían terminado ya el trabajo para la Universidad y a los tres le pareció normal. El primer día se quedaron conversando un poco en la entrada antes de irse, el segundo día pasó lo mismo así que Seto los invitó a pasar y hablaron un rato más, el tercer día ya fueron directamente invitados a quedarse y la cuarta vez pasaron horas hablando.

Kaiba descubría por primera vez lo que era considerar a alguien amigo, se divertía y lo admitía, no estaba mal hablar con ellos y descubrió que tenían varías cosas de las que hablar. Yami había querido asesinarlo, pero luego de que le contara su versión de la historia de Joey había decidido no involucrarse  en ese enredo.

-¿Por qué no quieres ir? Piénsalo, habrá alcohol y chicas… bueno para ti… supongo que prefieres chicos. Es más, me ofrezco -el pelinegro le guiñó un ojo y Seto sintió que se le erizaban los pelos de la nuca.

Siempre había aceptado su sexualidad pero aun así nunca se lo dijo a nadie, ahora que no era un secreto para ellos, parecían divertirse incitándolo. Nunca le había dicho eso un chico… le ponía de los nervios. ¡No podía ser que tuviese 20 años y no supiera que hacer cuando alguien ligaba con él!

-No gracias, paso -el chico con un puchero se tiró en un sillón junto a Yami-. Capaz que el faraón quiere.

-Lo siento Duke, pero no eres mi tipo -el nombrado se hizo el ofensivo. ¡Dos rechazos de chicos guapos en menos de cinco minutos! ¿Qué acaso se había vuelto feo de la noche a la mañana?-. Pero enserio Kaiba, tienes que venir.

-No me gustan las fiestas -se llevó su vaso de whisky a los labios.

-¿Cómo sabes que no te gustan si nunca fuiste a una? -Duke le miró con una ceja alzada y Yami asintió apoyándolo.

-No me gusta lo que hay ahí.

-¿Qué parte de alcohol y chicos guapos no entendiste? -Seto fulminó con la mirada a Duke.

-No iré.

-Mira Kaiba… -Yami dejó su copa de vino a un lado, costumbres de faraón que no podía dejar, se enderezó y lo miró seriamente-. Yo tuve que estar en esa odiosa fiesta llena de hombres que querían casarme con sus hijas solamente porque nuestras empresas funcionan casi a conjunto. Ahora yo te digo que eres mi amigo así que irás a esa fiesta.

-No iré.

-Es mi cumpleaños. No seas así.

-No iré. No necesitas seguir cumpliendo años, ya tienes muchos.

+ - + - + - + - +  

Era 27 de marzo, día del cumpleaños de “los trillizos Atemu”. Mokuba estaba sentado en un sillón del cuarto de su hermano mientras leía un manga que más le servía para tapar su sonrisa al verlo quejarse por lo bajo cada cinco minutos.

-Wow… hermano, te ves como un chico normal.

Seto llevaba un jean negro, zapatos normales que Mokuba le había regalado justo ese día para la ocasión y una camisa a cuadros azul que tenía una capucha gris que también le había regalado su hermano. Por un momento se sintió un inútil al no poder vestirse a sí mismo. Tomó su billetera y celular colocándolos en sus bolsillos y tomó su típico cinturón con las iniciales K.C.

-Ni lo sueñes Seto -dijo Mokuba dejando ver solo sus ojos entrecerrados sobre el libro.

-Bien -suspiró vencido y se dirigió a su armario. En la parte de los cintos, la mitad eran iguales al que llevaba en la mano y la otra mitad no tenía polvo solo gracias a que los empalados limpiaban. Tomó uno simple de color negro y lo pasó por su cintura.

Se paró frente a su hermano que cerró su manga dejándolo a un lado y lo inspeccionó de pies a cabeza, levantó una ceja. ¿Por qué demoraba tanto en dar una opinión? Una sonrisa se ensanchó en el rostro del más pequeño y Seto suspiro de alivio.

-Perfecto… pareces un chico normal.

Se colocó una chaqueta de cuero negra y tomó las llaves de su deportivo. Roland lo miró sorprendido cuando bajaba los escalones y más cuando le dijo que saldría solo. De todas formas, como el buen jefe de seguridad que era apenas salió por la puerta su jefe, informó de la situación a sus mejores hombres para estar atentos a cualquier cosa.

Era plena noche, Kaiba maneja a alta velocidad por el centro, la mansión Atemu quedaba del otro lado de la ciudad. Las personas en la calle no podían evitar voltear la cabeza al ver pasar el coche a su lado y eso comenzó a poner de los nervios al castaño.

¿Qué se suponía que debía de hacer en una fiesta?

Al llegar tuvo que estacionar en la calle, dentro de las rejas ya había autos. Al bajar y adentrarse lo persiguieron las miradas y los susurros de los invitados al verlo, aún no había mucha gente y ya se lo esperaba, ni siquiera se tomó la molestia de mandarles una de sus típicas miradas de odio.

Su objetivo estaba solamente en entrar y en encontrar a alguien que no le cayese tan mal.

-Si viniste Kaiba -dijo Yami al verlo, estaba rodeado de personas que lo felicitaban y miraron sorprendidas a la persona nombrada.

-Cómo no lo haría si manipulaste a mi hermano -se dieron un apretón de manos como saludo y la gente quedó de boca abierta.

¿Desde cuándo había una amistad entre ellos dos?

-Joey está afuera con los chicos, siéntete como en tu casa -Kaiba lo fulminó con la mirada, no importaba que bien se llevaran, nunca terminaría esa guerra eterna entre ellos y nunca había dicho que buscaba al perro.

Seto se alejó caminando hacia donde veía que estaba el jardín mientras el otro le sonreía de costado, pero antes le lanzó una bolsa de regalo. Yami la abrió curioso y su ceño se frunció al ver el contenido.

-¿Un fijador de cabello? -preguntó extrañado y las personas a su alrededor miraron igual al multimillonario. Esperaban que de regalo como mínimo le diera un auto, un celular que todavía no salió al mercado o un mes pago de vacaciones en el caribe.

-Llegué a la conclusión de que debes gastar demasiado dinero en ese peinado, así que, ¿por qué no? -los invitados se rieron mientras el castaño se iba y a Yami no le quedó otra que morderse la lengua. Esta se la merecía por insistir en que viniera. Al menos había causado buena impresión a la primera actuando como alguien normal.

Fuera, Joey, Tristán, Duke, Yugi y Tea estaban sentados en unos sofás de jardín mientras reían y comían aperitivos. Fue a más de uno que casi se le cae la comida de la boca al ver quien se acercaba a ellos.

+ - + - + - +  

-Es increíble lo que puede lograr Joey… -gritó Yugi sobre la música a su Yami.

-Esto es mejor de lo que esperaba -afirmó el de ojos rojos.

Dio una vuelta a Yugi y este se rió, era el mejor cumpleaños de su vida. Estaba bailando con su hikari hacía un tiempo largo y a unos metros de ellos Joey había conseguido que Kaiba bailase con él sin esfuerzo alguno… y debían todos admitir que el castaño no lo hacía nada mal para ser su primera fiesta.

Joey sabía que su pareja tendría una fila de personas para ser su siguiente acompañante, aunque no estaba seguro si este aceptaría. Las personas en el lugar lograron ver una faceta en el CEO que jamás habían visto; Seto logró hablar de temas triviales de adolescentes mientras bebían en el patio y conoció lo que eran los chicos y chicas dispuestas a todo… ya saben…

Ahora no hacía más que fingir que sabía qué hacer, no podía creer que estaba haciendo todo lo que le dijo su hermano. No lo podía creer… manipulado por un adolescente que el juraba que se le revolvían las hormonas. Mokuba le había dado clases de “baile normal” y por otro lado se dejaba llevar por lo que Joey hacía.

Al menos si era bueno en eso, era el mejor en prestar atención a lo que él hacía… y en aprender rápido.

-¿Sabes una cosa? No quedan tan mal juntos -le dijo Yugi a Yami cuando agarrados de la mano se decidían a salir a tomar aire.  

-¿Ya no te duele verlos? –Yugi negó sonriendo tristemente, si le dolía pero más que nada era por sentirse solo-. Apuesto a que lo serían, las cosas que ese rubio logra en Kaiba son increíbles.

-Les deseo lo mejor… -al pasar por al lado de una mesa, Yugi tomó un vaso y comenzó a beberlo. Yami frunció el ceño pero aun así no dijo nada, pensaba que su hikari no tomaba, más bien estaba seguro de que no lo hacía. Después de todo él había decido hacerle compañía y no tomó ni una gota-. Ahora supongo que me queda seguir con mi vida.

-Una conmigo, si fuéramos novios…

-Yami, no empieces con tus bromas. Ya sé que si lo fuéramos serías el novio perfecto, lo dices todos los días. No es gracioso -afirmó el tricolor incómodo, no había semana en la que su Yami no hiciera esa misma “broma”.

Salieron al patio y Yami con la intensión de escapar de las personas, lo guio por un camino no lejano que terminaba en ese árbol al que solía ir. Ambos se sentaron en la hamaca y Yugi estiró sus manos abriendo las palmas hacia arriba dejando que sobre ellas reposaran suavemente los pétalos de las flores del cerezo.

Los ojos amatistas se colocaron brillantes sobre los del faraón. La primavera había llegado justo a tiempo para darles ese hermoso ambiente a su alrededor. Ambos tiraron la cabeza hacia atrás dejando caer todo sobre su rostro.

-Me hubiera gustado llegar a mostrar esto a mi padre -susurró por lo bajo Yami.

-Yami, nunca te pregunté qué fue lo que pasó con tu padre cuando llegaron porque sé que cuando quieras contarme lo harás. También perdí a mi papá, sé que no es fácil hablar de eso, pero… ¿quieres contarme?

El tricolor tomó su mano enredando sus dedos y escuchó un suspiro que dio lugar a esa forma de hablar grave que tenía su Yami.

+

Caminaba por esos pasillos soleados con el solo ruido de mis botas contra el piso retumbando en mis oídos. Frené frente a la puerta de madera y coloqué mi mano sobre la manivela respirando profundo para luego bajarla. Se escuchó un chillido al abrirse y pude ver a mi padre yaciendo en la cama entre la tos.

-Padre, ¿cómo te sientes? -me arrimé a él y coloqué mi mano sobre su frente, ardía. Me miró a los ojos y negó, esa era su respuesta.

Él tenía razón cuando el día anterior afirmaba que hoy sería probablemente su último día, yo solamente asentí también en comprensión. Ojala Yugi estuviera aquí, necesito ser más fuerte, necesito que me haga más fuerte. Movió su dedo índice indicándome que me acercara y me hablo muy bajo al oído.

-Pensé que iríamos a ver algo hoy -me dedicó una sonrisa. Esto es algo que me sorprenderá toda la vida, el conocer nunca fue su interés y seguro lamentare que haya crecido en él tan tarde.

Marik me ayudó a subirlo a la terraza y luego se quedó a nuestras espaldas junto a Akefia y los hermanos Ishtar. Mi padre tenía una mano apretada en la barandilla y la otra a mi hombro, miraba asombrado aquel lugar iluminado por el atardecer.

-¿Es-es mi Egipto?

-Es nuestro Egipto papá. Me gustaría que pudieras ver más cosas que estas, tengo tanto que enseñarte.

-He sido muy feliz Atem, la muerte no me aterra y no deseo tanto conocimiento. El verte luciendo tanto negro, es suficiente para mí -se rió un poco terminando en tos y detrás escuché reírse del comentario a los demás.

  -Aun así había alguien que quería presentarte. Es una persona maravillosa -él me sonrió y yo miré hacia delante, siento mis mejillas arder de hablar sobre esto con mi padre, aun así no puedo evitar salir la sonrisa estúpida que siempre pongo cuando hablo sobre él.

-Imagino que si -tomó una bocanada de aire para luego toser-. Te mereces lo mejor hijo mío. Cuídalo de cualquier mal que se oponga y no le dejes ir jamás. No cometas los mismos errores que yo.

Comenzó a toser más fuerte agarrándose de la barandilla con ambas manos.-Padre…

Una de sus manos se colocó  sobre la mía y se hizo un silencio sepulcral mientras el viento soplaba en mis oídos. Yo sé que el tiempo cae más rápido que nunca en este momento pero… es mi padre, no quiero dejarlo ir.

El tiempo que tenía en este mundo se acabó.

Desde la punta de sus cabellos comenzó la despedida. Se deshacía como arena que rápidamente arrastraba el aire sin dejar que tocara el suelo. La mano sobre la mía se transformó en una sensación rasposa y escuché caer al suelo los anillos que  llevaba en ella.

Volando se fue su alma y algún día se uniría al basto desierto de Egipto.

-Creo que es hora de retirarnos -escuché susurrar a Marik-. Atem…

-Me quedaré un rato más y llámenme Yami, es mi nombre ahora.

Cuando me sentí completamente solo me senté en el piso observando lo que ancestros plasmaron para nosotros. Ojala él estuviera aquí.

Todo sería mejor si estuviera aquí.

+

Los ojos de Yugi me miraban llorosos desde mi hombre donde tenía apoyada la cabeza. Una lágrima resbaló por su mejilla y mi dedo corazón fue inmediatamente a ser su salvavidas.  

-Me gustaría haber estado contigo -le iba a decir que no se preocupara, que no era su culpa pero me interrumpió-. Pero, Yami, te juro que nunca te voy a faltar la próxima vez que me necesites.

-Sé que será así y creo que no es necesario decirlo pero siempre contarás conmigo.

-Lo sé.

Bajamos de la hamaca y caminamos de regreso para unirlos a la fiesta, la cual por cierto se había vuelto demasiado salvaje o al menos creo que esa es la definición cuando ves que la fiesta se mudó a la piscina. Sabía que era una mala idea dejar que se invitaran todos solos…

-¡Es Akefia! Vamos a escucharlo -Yugi ignoró cualquier chica o chico en paños menores y tiró de la manga de mi camisa dentro de la mansión.

En el descanso de la escalera a metros de la gente, la banda de Akefia tocaba las canciones que últimamente habían estado componiendo. Es sencillamente genial, realmente animan a todo público.

Sonreí gritando en apoyo, girando a Yugi bajo las luces color magenta.

+ - + - + - + - + 

Malik estaba apoyado contra una pared cruzado de brazos, cualquiera que lo viera sabría que estaba de mal humor así que la mayoría trataban de alejarse de ese chico y algunos valientes lo saludaban por lo bajo.

Hasta él se sintió mal luego de ver la cara de un compañero de su clase. ¿Qué tipo de persona era? Él pobre salió corriendo, para peor cualquiera sabría que era un muchacho muy tímido; era amigo de Yugi y él, y siempre se avergonzaba cuando le decían que era amigo de dos grandes duelistas.

-¡Lo siento! -Le gritó e hizo un puchero, claramente no lo escuchó.

-¿Y a ti que te pasa? Te rodea un aura demasiado espeluznante -Duke, valiente entre los valientes, se paró junto a él.

-No me pasa nada, ¿Por qué tendría que pasarme algo?

Bien, bien, quizás estaba a la defensiva… si fuera mujer tendría la excusa de decir que estaba en sus días como hacía Tea siempre que la regañaban, pero no lo era así que lo negaría todo.

-Oh mira, parece que Marik se divierte en su cumpleaños -Duke dijo intencionalmente. No era tonto para saber lo que pasaba.

-Pues me alegro -volteó la cara para no ver como el pelinegro se reía de sus celos.

¡Espera! ¿Celos? Rayos… otra vez le pasaba lo mismo. Pero él sabía que era culpa de su oscuridad, sí, así es. Él tiene la culpa de que sienta celos. No todas esas chicas que lo rodeaban, no, claro que no. La culpa era de Marik.

-Oye, estas exagerando Malik -el nombrado volvió a voltear la cabeza y lo miró con odio. Duke dio un paso atrás y juraba que su sombra en la pared imitaba los dibujos animados adquiriendo movilidad como el fuego… era aterrador-. Lo digo enserio, solo lo están felicitando y dándole regalos. ¡Es normal!

-Pero…

-Pero nada, ni que te lo fueran a robar -Duke y todos los presentes sabían que a Marik se le caían las pestañas por su hikari.

-¡Podrían hacerlo! -afirmó Malik y quedó con la boca abierta al ver a una morocha besar la comisura de sus labios.

Que atrevida era la gente borracha… suerte que él no se emborrachaba… por supuesto que no (mentira).

-Esto es tú culpa, sin ofender -Duke tomó un vaso de la mesa junto a ellos y comenzó a beberlo.

-¿Qué? Explícate porque estoy seguro de que yo no le dije que hiciera eso -señaló al rincón donde Marik estaba rodeado de gente olvidándose de su existencia.

-Esto sucede porque te empeñas todo el tiempo en negar de que no hay nada entre ustedes, hasta con él.  Si no le pusiste un collar no puedes quejarte de que alguien más lo quiera, porque no es tuyo -afirmó, aunque debía admitir que pertenecía a ese grupo de personas que no le importaba si la persona con la que bailaba tenía pareja.

-¿Estamos hablando de Marik o de un perro? -Malik lo miró con una ceja elevada y el otro suspiró.

-Concéntrate en el punto. Ahora ve y marca tu territorio -le dio un empujón y luego se fue a bailar, después de todo si quería un  nuevo consejo sabía que lo encontraría bailando arriba de alguna mesa.

Tomó aire y se dirigió a paso firme hacia aquellas personas y pidiendo permiso consiguió pasar entre toda esa muralla. Apenas Marik lo vio le sonrió. Malik suspiró mentalmente… aja, así que ahora se acordaba de su existencia, ya vería lo que es comportarse.

Ahora que lo pensaba no había mucha diferencia entre él y un perro, creo que lo que dijo Duke está más entendible después de todo.

Piso a una chica que se abrazaba al brazo del mayor “accidentalmente” y  se colocó en su lugar cuando esta se apartó para sostenerse de la pared.

-Lo siento, fue sin querer -le dedicó ojitos llorosos y todos le creyeron, se felicitó a si mismo de su talento-. ¿Te estás divirtiendo?

Le dedicó su mejor sonrisa mientras disimuladamente entrelazaba sus dedos con los de él en la oscuridad. Después de todo la fiesta era para él, por más celos que tuviese quería que se divirtiera y lo disfrutara. La habían planeado entre todos para ellos, era el fruto de un gran esfuerzo.

-Ahora más que nunca -pasó un brazo por su cintura y sus ojos no hicieron más que conectarse para ver las estrellas mismas.

Malik se sonrojó levemente al escuchar risas suaves que le recordaron que no estaban solos sino que a menos de un metro había otras personas.

-Siempre me lo he preguntado, ¿ustedes están en algo? -Preguntó un chico, si Malik no se equivocaba era amigo de Marik por una de las clases que tenían diferentes.

-No -respondió en seguida Marik. Después de todo, la última vez que dijo que sí cuando le preguntaron eso mismo Malik no le habló por una semana… la más larga de su vida. El hikari sintió como apretaba el agarre en su mano y decidió hacerle caso a Duke.

-Por ahora… -les afirmó con una sonrisa y un giño. Vio que algunas chicas lo miraron con odio y decidieron irse simplemente.

-Pues arréglense rápido antes de que te lo roben Marik -volvió a decir al chico.

Marik solo logró asentir de lo conmocionado que estaba, prácticamente dejó en claro que se pertenecían el uno al otro. Ya no lo echaba de su vida, sino que afirmaba que podría haber un “nos” en el futuro. Sentía que su corazón saldría de su pecho o que lloraría arcoíris; su mente estaba nublada de fuegos artificiales y algodón de azúcar rosa.

-Vamos al patio, al parecer se montaron tremenda fiesta allí -una chica alentó y todos, incluso Marik, amagaron a dirigirse allí pero Malik se aferró a su brazo para detenerlo.

-En realidad yo quisiera robárselos un segundo -explicó cuando lo miraron-. Quiero darle mi regalo… es personal.

-Que tierno -dijo una chica y todos se marcharon.

Sin decir nada, absolutamente nada, salieron por la puerta principal que estaba más cerca y posiblemente tendrían menos oportunidades de que los frenaran, para caminar al jardín en el costado de la casa. Atrás de un árbol frondoso pararon mirándose uno al otro.

-¿Cuál es mi regalo? Pensé que ya me lo habías dado en la mañana -Marik frunció el ceño.

-Oh, este -una cacheta le llegó de lleno en la mejilla, al menos podía considerarlo suave-. ¡¿Cómo se te ocurre dejar que te manoseen?! ¡Enfrente de mi cara todavía!

-Ouch… ¡Yo no hice tal cosa! -se defendió pero en el fondo tenía la pelea interna de reírse de los celos de su hikari o festejarlos.

-Sí, claro…

Se cruzó de brazos mirando a otro lado, parecía haber adoptado esa costumbre hoy. Marik dejó salir una pequeña sonrisa y se le acercó para rodearle con sus brazos y apoyó su cabeza sobre la de él. Estuvieron un rato así hasta que decidió levantarlo como estaba y acercarse al tronco del árbol para sentarse con él arriba.

Malik después de pensarlo menos de un segundo decidió seguirle el juego y se movió hasta sentarse bien a horcajadas sobre él. Después de todo era su cumpleaños así que se merecía un regalo especial.

No es necesario narrar que no demoraron en unir sus labios en un beso de lo más salvaje. La locura de la lujuria enjaulada durante meses, encendía sus cuerpos hasta hallarse perdidos en un pozo sin fondo, pegados el uno al otro porque así se querían el resto de su vida.

Las manos de Marik recorrieron esas piernas envueltas en jean ajustado, la cintura estrecha de Malik marcada en calor hirviente y sus mejillas suaves como los pétalos de una rosa y en contraste de temperatura.

-Quiero que todos los días sea mi cumpleaños -dijo Marik mientras besaba el cuello de su acompañante.

-Sabes que no lo hago por eso…

 -Aun así, es una perfecta excusa -le mordió y escuchó un leve gemido-. ¿Quieres ir más allá?

-No te emociones.

-Lo imagine, pero tengo un problema ahí abajo por tu culpa -Marik tomó la pequeña mano de Malik y la dirigió a su notoria erección provocando que se sonrojara.

-Está bien. Párate -Malik tenía cara de decidido pero Marik no terminaba de entender-. Vamos, párate.

Así lo hizo pero su hikari prefirió adoptar una pose diferente; se arrodilló a sus pies y antes de que lo pensara siquiera asaltó su cinturón y luego el botón del pantalón. Tragó duró cuanto escuchó el sonido del cierre bajarse y sus ojos se dilataron al ver esa boca tan suave a la altura de su miembro.

Malik bajó el bóxer despacio y no pudo evitar lamerse los labios cuando vio lo que quería. Lamió de la base hasta la punta tomándose su tiempo y dio un par de vueltas en la cabeza con su lengua para luego envolverlo con sus labios para comenzar con la felación.

Trataba de meter lo más que podía mientras movía su lengua y de vez en cuando lo sacaba para poder tomar aire. Miró hacia arriba encontrándose con un Marik agitado incapaz de pronunciar palabra alguna y que lo miraba también con asombro. Unas manos se enredaron en su cabello y notaba como el cuerpo del otro temblaba, sabía lo que significa.

Alejó su boca pero colocó su mano en su lugar mientras se paraba e inmediatamente su boca era unida a la de alguien más. Marik se separó tirando la cabeza hacia atrás dejando salir uno que otro gruñido.

-Eso fue rápido -Malik sentía la humedad en su mano, por suerte había sido poco lo que lo manchó porque no tenía donde limpiarse.

-No es mi culpa, estoy en abstinencia hace meses -Marik respiraba agitado y le caía una gota de agua por su sien, llevó sus manos temblorosas a su pantalón para acomodarse.

Su hikari era asombroso, era el mayor placer que sentía en su larga eternidad. Tenía nublada la vista con el recuerdo de su lengua grabada en su piel más sensible.

-¿Qué acaso no lo haces tú mismo? -su hikari desvió la vista.

-Sí, pero no es lo mismo. Lo sabes.

Lo tomó entre sus brazos y depositando un beso en su frente. Lo amaba. Lo amaba más que a nadie en el mundo. Era capaz de cruzar el océano a nado por él. Era su luz en la oscuridad donde había nacido.

Simplemente lo era todo.

+ - + - + - + - +  

Es sencillo acostumbrarte a la sensación de la adrenalina corriendo por tus venas, al sudor de la frente y la espalda y a los oídos tapados por tu propia voz.

Siempre había querido ocupar el lugar del faraón, mirar a todos desde arriba y hacerles sentirse malditamente inferiores. Pero esto era mejor. Las yemas de sus dedos dolían de rasgar las cuerdas con tanta fuerza y su garganta jamás había estado tan eufórica. Era la sensación que cualquiera buscaría en sueños.

Habían practicado con Nicolás todas las canciones, por primera vez formaba parte de un grupo de amigos. Y allí abajo junto a Duke y Tristán, Ryou me sonreía mientras danzaba al ritmo de palabras que hablaban de él… aunque él no lo sabía.

-¡Bien hecho chicos! -gritó el baterista poniéndole fin a la última canción y como el presumido que es lanzó uno de los palillos al aire y lo volvió a tomar mientras el público gritó.

Akefia bajó escalón por escalón recibiendo halagos que recibía con poca gracia, tenía un objetivo danzante en la mira al que rodeó con un brazo en la cintura y lo giró en el aire escuchándolo reír mientras se lo llevaba al medio de la pista.

-Tocaron genial, ¿aún no le ponen un nombre a la banda? -grito Ryou sobre la música, estaba nervioso de que tanta gente lo mirase y se diera cuenta de que de vez en cuando tenía dos pies izquierdos.

-Todavía no, pero tengo una propuesta para ti -la mente del egipcio funcionó a mil por hora cuando desde la cima de la escalera había visto algo que llamó su atención. Si se mirara al espejo tendría cuernos y cola en combinación a una risa malvada.

 -¿Qué cosa?

-Ven.

De la mano lo guio a través de la montonera y lo que vio Ryou al otro lado del túnel fue la mesa de ping-pong donde rodeados de personas dos chicas se enfrentaban frente a frente. Entendieron enseguida como venía esta competencia; cada uno apostaba algo, lo que pasara por su mente y en ese preciso momento al egipcio le paso un rayo de lujuria escondida sobre los escombros de la celda que lo había dejado seco durante todo el año.

-¿Vas a retar a Ryou? Créeme que no es buena idea, él no pierde -un compañero de la clase de arte le paso una mano por los hombros a Akefia y giñó un ojo hacia Ryou.

-Pienso arriesgarme. Tú primero Ryou…

Las chicas acababan de terminar y se escuchaban los vítores de algunos, también se estaban haciendo apuestas. Akefia le hizo una reverencia a su hikari mientras lo invitaba a pasar al juego.

-No estés tan confiado -Ryou se cruzó de brazos mirándolo también desafiante, todo esto no le daba más que gracia pero él era un duelista, uno de los mejores y que no se olvidase de eso. Vivía por los retos. Tomó la paleta que le alcanzó la chica ganadora-. Te daré donde te duele… si yo gano no nos veremos durante una semana, ni una llamada.

El ceño de Akefia se frunció mientras escuchaba risas de fondo. No era un secreto que Akefia iba siempre a esperarlo después de clase y para el almuerzo, siempre que mandaba un mensaje sabían que Ryou sería el receptor y que era imposible meterse con el pequeño si no tomabas en cuenta al grandulón. En fin… todos sabían que era algo imposible de lograr para este.

-Que cruel -negó con la cabeza y con sonrisa de costado. Suerte que no estaba dispuesto a perder. Ryou se colocó de un lado de la mesa y él se colocó detrás susurrando a su oído lo que quería de premio.

Ryou se tensó en el lugar.- ¡No!

-¿Acaso tienes miedo de perder? -caminó hacia el otro lado de la mesa girando en el aire la paleta-. Ya accediste a jugar, puedo elegir lo que quiera, son las reglas.

-Pero eso…

-¡Vamos Ryou! De todas formas ganarás -le gritó una chica alentándolo.

Tragó saliva con miedo mirando la pelotita blanca en su mano que acababan de darle en su mano. Si perdía… por Ra… ¡sería vergonzoso! ¡No podía hacerlo! ¡Él no quería hacerlo! ¿O sí?

¡Claro que no! La mente pervertida de Akefia tenía un lugar reservado en el séptimo círculo del infierno.

-Bien. Jugaré -Ryou se mostró firme aunque temblaba cual gelatina por dentro.

Iban empatados todo el tiempo, cuando uno se adelantaba el otro lo alcanza pero ninguno estaba dispuesto a ceder ante los deseos del otro. La sonrisa de Akefia le hacía hervir la sangre a Ryou por momentos, estaba muy confiado y eso lo asustaba pero más que nada lo enojaba.

Sentía que había caído como mosca en la telaraña de una araña venenosa de pasión.

-Esto lo decidirá todo, si Ryou gana este tanto ganará el partido y sino… perderá -un chico ebrio era el mediador, no era la mejor opción pero había insistido.

Veía la piel blanca de su mano erizarse y rogó a todos los Dioses conocidos y por haber que lo ayudaran. Pero al final, perdió. Akefia ahora tenía enredadas sus manos en su vientre mientras apoyaba la cabeza en su hombro y tarareaba feliz la última canción que escribió para Ryou, que por cierto era un tomate en medio de la pista cruzado de brazos enojado.

-Que divertida será esta noche -susurró mientras sonreía.

-¿No hay forma de que no suceda? No puedo creer que hayas pedido eso.

-Te lo dije, me interesas...

Ryou miró sobre su hombro encontrándose con dos hermosos ojos color lavanda y una sonrisa engreída que desapareció cuando los ojos marrones se fijaron en ella. Sus labios se acercaron a los del otro pero antes de que eso pasara la música paró de golpe y se escuchó otra en su lugar mientras prendían las luces y todos se quedaban mirándolos.

-Feliz cumpleaños –Ryou con una pequeña sonrisa se apartó de él.

Akefia no entendía que sucedía, había gente cantando a su alrededor una canción que nunca le habían dedicado y Ryou lo empujaba hasta dirigirlo a una mesa entre felicidades de gente borracha. Allí se encontró a dos de sus empleadas prendiendo velas que lanzaban chispas.

Cuando estas se apartaron pudo ver a sus hermanos recién llegados con sus hikari tras tres pasteles enormes con forma de pirámide, las tres pirámides de Egipto y cada una con veinte velas pequeñas. Seguía sintiendo a Ryou empujándolo hacia lo desconocido y vio a Yami hacerle una seña con la cabeza para que se acercara y así lo hizo.

Estaba tras una pirámide de pastel que en la base llevaba su nombre y con una sonrisa chueca de sorpresa posó junto a sus hermanos para una foto que les sacaba Nicolás.

-Oye, relájate -recibió un golpe en la espalda de ánimo de parte del faraón.

-No veía la hora de cumplir veinte, ahora definitivamente somos mayores de edad -Marik pasó su dedo por el glaseado y luego lo lamió asintiendo de gusto.

Akefia se sentía incómodo sin saber que hacer así que buscó con la mirada a Ryou en busca de  ayuda, este estaba en primera fila con sus amigos y con alegría le gritó.

-¡Pide un deseo y apaga las velas!

Recordó que eso era lo que siempre hacia su pequeño para sus cumpleaños. Los tres se agacharon y una a una las velas se fueron apagando entre aplausos. Es gracioso saber que los tres pidieron el mismo deseo, atarse para siempre a sus salvavidas.

Que suerte que los deseos están hechos para cumplirse.

Los hikaris aparecieron a su lado pero aun así él seguía tenso.

-Kura, tranquilo -el peliblanco acarició su brazo mientras reía por lo bajo de lo tenso que estaba su Yami.

-Es mi primera vez, nunca nadie me festejó algo para mi cumpleaños -se sinceró y sus hermanos y acompañantes lo miraron.

Siempre había estado solo, no había nadie que se acordara de su existencia, solo estaba Ryou pero jamás le había dicho cuando cumplía años según los egipcios o cualquier cosa referida al tema. Tampoco compartió cumpleaños con Ryou como hizo Yami. Todo era su primera vez.

-Pues tendrás que acostumbrarte porque lo festejaremos todos los años -dijo Yugi tratando de animarlo y el resto asintió.

-¡Marik, deja de hacer eso! No te chupes el dedo si vas a volver a meterlo en el pastel -Malik regañaba a su Yami que ya había dejado un hueco en la parte de atrás de la torta. Marik se defendió diciendo que era tan dulce como él y que por eso no podía aguantarse. Ahí comenzó su discusión-. Bien, ¿Quieres pastel? ¡Cómetelo todo!

Malik golpeó la cabeza del cuida tumbas cuando este iba a volver a escarbar en su pastel pero… bueno… terminó él dentro del pastel. Apenas levantó la cabeza los flashes de los teléfono de los presentes fueron directo a él.

-Te la buscaste tu solito -Marik se quitó el pastel del rosto y de un momento a otro caminaba firme hacia el patio con Malik al hombro.

 -¡Tonto! ¡Bájame ahora! -lo último que escucharon fue el ruido de su cuerpo menudo caer al agua.

+ - + - + - + - +  

A las tres y media de la mañana se retiraron Ryou y Akefia. El primero se había casi dormido sobre un chico en el sofá, cuando su Yami llegó, este le acariciaba el rostro y el pelo enredándolo en un dedo. Akefia fulminó con la mirada al chico que entendió enseguida la indirecta de “o te sales o te saco, elige” y sacudió a Ryou para sacarlo de su ensoñación.

Por cierto, si se preguntan por qué no directamente lo golpeó fue porque sabía que su hikari luego se enojaría y ahí tendría la excusa perfecta para no cumplir con la apuesta.

 El peliblanco se despertó al cien por cierto cuando comenzaron a subir las escaleras. Bien Ryou, tienes que pensar en algo para zafarte de esta. Quizás un desmayo o decirle que tenía sueño, pero eso no funcionaría porque lo cambiaría para otro día. Tal vez si rodaba por las escaleras pasaría los suficientes días para que él se olvidara, pero sería doloroso.

-¿A dónde crees que vas? -su Yami lo agarró de la cintura de su pantalón y lo arrastró a su cuarto cuando vio que pretendía meterse en una habitación de invitados.

-¡Juré que nunca lo haría de nuevo! -Ryou miró a los ojos lavanda esperando que cambiasen de opinión pero estos brillaban con una luz desconocida para él.

-Pero también perdiste la apuesta.

Diez minutos después tenía una discusión consigo mismo entre salir o pasarle tranca a la puerta, hacerse una bolita en una esquina de la bañera mientras fingiría su inexistencia. Respiró profundo mirándose al espejo y sobre su cabeza colocó las afelpadas orejitas y hechizaba la cola para que danzara con su cadera al caminar.

-Debería habérmelo llevado ese día -volvió a repetirse esa frase por quinta vez.

Cuando abrió la puerta la habitación estaba iluminada solo por la anaranjada luz de una lámpara y vio a Akefia acostado en la cama con un brazo tapando sus ojos y con la respiración regulada lentamente. Casi recorre por su pecho la esperanza de que se hubiese dormido.

Casi.

Apenas cerró la puerta tras de sí, el otro se sentó como resorte en la cama para mirarlo y los ojos lujuriosos que lo miraban lo hicieron estremecer. ¿Y si corría de vuelta al baño? Ya se había arrepentido… se había arrepentido… ¡se había arrepentido!

Kura se acercó a él dando un paso firme como todo el sex appeal que era y que le hacía temblar las piernas. Estiró la mano hacia su rostro acariciando su mejilla y colocando un mechón blanco detrás de su oreja, llevaba una coleta hecha. Le tomó de la mano suavemente y lo llevó hasta colocarlo frente a un espejo con él detrás.

-Tengo que darle las gracias a Mai por haber comprado esto -a Ryou se le pusieron las orejas coloradas del pequeño enojo que sentía. Su cola acarició la nariz del otro chico.

-¿Por qué querías que me pusiera esto?

-Te queda bien, te ves... sexy -dejó salir una risa baja y Ryou cruzado de brazos levantó el pie y con fuerza lo dejó caer sobre el suyo dándole un pisotón-. ¡Auch! ¡Ryou!

-Solo hagamos esto.

El mayor problema que veía en este momento era la otra parte de la apuesta, no solo tendría que volver a colocarse ese atrevido traje de neko que había usado para Halloween hace meses atrás, sino que también tendría que… hacerle un masaje… sobre él... en la cama.

Akefia caminó de vuelta a donde estaba y se dejó caer acomodándose sobre las almohadas. Ryou colocó una rodilla sobre la cama y tomando impulso colocó cada una a cada lado de su cintura pero sin dejarse caer.

-Eres un pervertido.

Él solo rió y Ryou lo tomó como una afirmación a sus palabras. Comenzó a presionar en su espalda baja, subiendo poco a poco hacia sus hombros escuchando como se relajaba. Sabía bien que Akefia estaba tenso por lo menos la mitad del día, siempre estaba mirando disimuladamente a su alrededor esperando que alguien lo atacase y en esa pose firme cruzado de brazos.

Se dio cuenta de que sus manos no eran capaces de abarcar a toda esa ancha espalda, sus dedos se colaron por debajo de la camiseta negra y de inmediato pudo notar los relieves sobre la piel, largas y finas línea sobre piel acaramelada que tanto contrastaba con la suya.

Cicatrices.

-No les des tanta importancia.

-Cla-claro -siguió con sus movimientos pero llegó un punto en que se cansó y el chico debajo de él lo notó.

Akefia se volteó entre sus piernas y sentándose, también sentó a Ryou sobre él dejando sus rostros a no más de cinco centímetros de distancia. El neko colocó una mano en su pecho haciendo presión para que se alejara un poco o comenzaría a gritar de los nervios… maldecía el día en que se dio cuenta que su Yami era un pervertido.

-¿Me quieres?

-¿Q-qué? -las mejillas de Ryou se pusieron rojas.

-Dije, ¿si me quieres? -el rostro de Akefia estaba serio, sus ojos lavanda caían pesados del cansancio.

-Sí te quiero -Ryou no dudaba de eso y no le avergonzaba decirlo, después de todo sabía que el otro entendía de qué forma de querer lo quería.

-Eso me hace feliz -se encorvó y dejó caer su cabeza contra su clavícula enredando sus manos en la estrecha cintura de Ryou acariciando su cola.

-¿Ya me puedo ir?

-Pero si todavía no empezamos a divertirnos -respondió en tono subjetivo mientras se separaba para mirarlo.

Lo único que ganó fue un golpe en la cabeza y Ryou, bajó de sus piernas y gateó por la cama hasta salirse. Kura juró nunca olvidar esa imagen de ver su trasero moverse sensualmente en compañía de una cola juguetona y unos minis shorts negros. Rayos, ¿por qué le pasaba esto ahora?

Miró su entrepierna que sobre su pantalón mostraba todo su glamur y al mirar a Ryou vio que miraba lo mismo con los ojos bien abiertos y colorado a más no poder. ¿Qué hacía ahora? Juraba que no era su intención pero… su trasero… ¡todo era culpa de su trasero sensual!

-¡Kura! ¿Es enserio? -Ryou lo fulminó con la mirada.

-También eres hombre, como si no te pasara -soltó un bufido de molestia.

-SÍ, ¡pero no contigo! -se arrancó las orejas y se las lanzó a la cara para luego salir de la habitación con un portazo.

Akefia miró la erección entre sus piernas, ya le dolía de tan apretada que estaba contra su pantalón. Suspiró.

-Bueno… otra vez somos solo tú y yo -comenzó a desabrochar su pantalón.

+ - + - + - + - +  

-Espero que hayas podido divertirte también -Yugi había quedado preocupado de que Yami haya tenido que correr de un lado a otro en su propia fiesta

Después de todo era incapaz de no correr para ayudar a alguien.

-Me divertí, no dudes de eso. Pero ahora estoy cansado -Yami más o menos que se sostenía de las paredes, se habían quedado hasta que la última persona se fue y veían por el pasillo luz, ya había amanecido.

Yugi ahogó una risa cuando vio a Yami golpearse contra la puerta en su primer intento por abrirla. Cuando lo logró pretendía entrar al cuarto de enfrente, era de invitados y había dejado su bolso para cambiarse allí (aunque pensaba seriamente en dormir así), pero Yami tomó su brazo metiéndolo al suyo.

-Tienes sueño, vete a la cama.

-Si mamá, pero vienes conmigo -Yami abrazó desde atrás la cintura de Yugi.

-No, te caes del sueño. No quiero molestarte mientras duermes, sabes que me muevo mucho.

+

Olí su cuello, huele a su champú y a alcohol, aún no puedo creer que haya tomado como si nada. Era asfixiante ese olor así que simplemente lo tomé como princesa y lo arrojé a mi cama viendo como rebotaba en esta mientras salía de sus labios un pequeño quejido.

Me quité mis botas y mi cinturón para luego quitarle sus zapatos rápidamente. No quería que saliera de allí en donde estaba.

Mi cuerpo cubrió el suyo fácilmente  tomando sus muñecas entre mis dedos y me regañó con la mirada, que hermoso. Despeinado, debajo de mí y con sus ojos a máximo esplendor.

-No tengo sueño, pero me gustó eso de movernos sobre la cama -le giñé un ojo, juro de que mi cuerpo se siente caliente, quizás sea la hora.

-Me refería a que yo me muevo… -Yugi razonó lo que dijo, lo sé porque se sonrojó. Me reí y él abrió la boca para decir algo pero lo interrumpí.

-Wow, así que eres lascivo… me gusta -trató de zafarse de mi agarre pero no sería divertido.

-Eres un tramposo.

Le sonreí antes de bajar a besar su clavícula para dejar un camino de saliva desde la base de su cuello hasta detrás de la oreja. ¿Desde cuándo sucedía esto? Desde que Yugi razonó hace un par de semanas que era normal estar solo. ¿Si me dejaba? No. Siempre termino con un librazo en la cabeza pero…

No puedo aguantar saltarle arriba. Al menos así notará que voy en serio cuando le propongo ser mi pareja.

Seguía revolviéndose debajo de mí. Me complica llegar bien a donde quiero y es doloroso saber que se resiste. Quisiera besarlo pero sé que eso es sobrepasar una línea que no debo pasar porque de verdad se enojaría, esto no es más que un juego mío para él.

 -Déjame -roge en su oído.

-¿Por qué insistes en hacer esto? ¡Para! No es divertido -te equivocas Yugi, es muy divertido, lo sería más si tuviese tu permiso.

-Déjame, es mi cumpleaños -me fulminó con la mirada por unos segundos y no hice más que transmitirle seguridad a través del artículo milenario que colgaba a un lado de su pecho. Él se tranquilizó  y giró su rostro a un lado.

-Hazlo -sus manos se aflojaron, su espalda se apoyó suavemente en el colchón y sus piernas dejaron de luchar para caer en mis garras.

Era la primera vez que me dejaba y mis manos, ahora sin la necesidad de aprisionarlo se movieron solas a su cintura  y mis labios las acompañaron para levantar la fina camisa beige que tenía un olor reconocible a cerveza. Era tan pequeña, no me sorprendía teniendo en cuenta su estatura, pero así estaba bien.

Si fuera por mí apoyaría mi rostro ahí y me dejaría car en sueños pero… no tendría otra oportunidad.

Mi lengua rodeó su ombligo para bajar y trazar una perfecta línea recta sobre el borde de su visible bóxer, me sorprendí cuando su espalda se arqueó y un suspiro llegó a mis oídos. Mis dedos ahora recorrían esos pantalones de cuero iguales a los míos, que yo le había comprado y que no dejaban mucho a la imaginación. Acaricié sus muslos… tan lento… no tenía apuro, todo es un placer para mí cuando se trata de su cuerpo.

Sentí mi erección apretada contra el pantalón, sé que si mira lo notara en seguida pero no me atreví a mirar el mismo lugar en él.

Deposité un camino de besos desde su piel expuesta hasta por arriba de la camisa donde aproveché a pasar uno de mis dedos sobre su pezón derecho y terminando en su mentón para luego elevarme y mirarlo y darme cuenta de que…

No lo disfruta tanto como yo.

No vale la pena si luego lo que me toca ver son sus ojos vidriosos. Salí de encima de él y de la cama misma y me senté en el borde dándole la espalda. Él se sentó, lo escuché moverse. Sentí un frío calar mis huesos, la ventana estaba abierta y las cortinas bailaban con el brillo del sol, apenas salimos del invierno.

-Yami.

-No quiero forzarte a que hagas algo cuando estás ebrio.

No esperé respuesta para salir de la habitación. ¿Por qué más Yugi me dejaría hacer tal cosa si no fuera porque bebió alcohol? Yo no quiero eso. Quiero más. Quiero que él sea el que lo desea.

Me metí en la habitación que le dije a Yugi que podía dormir esta noche. Desabroché botón por botón mi camisa negra dejándola caer al piso y lo mismo con el pantalón y las medias. Me acerqué a la ventana y bajé la persiana para dar oscuridad.

Las almohadas eran suaves en esta habitación también y las frazadas estaban bien colocadas. Me puse en medio de la cama y bajé mi mano a mi entrepierna acariciándola antes de bajar el elástico y tomar mi erección entre mis dedos fríos y comenzando a masturbarme.

Mi cabeza se echó hacia atrás con el placer pero sé que podría sentirse aún mejor, si solo pudiera…

Se ha vuelto normal que termine a poco tiempo, como Marik dice es todo culpa de la abstinencia, pero no quiero conformarme con alguien más solo por no tener a quien podría tener. No me rendiré ahora. Suerte que siempre hay pañuelos en todas las habitaciones, limpié el desastre con uno de ellos y lo arroje al lado de la cama.

Tocaron la puerta y la abrieron sin más.

-Yami -Yugi apareció sin más bajo el umbral de la puerta, no llevaba el rompecabezas milenario… ni su pantalón… solo la camisa, rayos-, yo no tomo alcohol, no me gusta. No entiendo por qué…

-¿Qué? Hasta tu ropa huele a alcohol, Yugi. Te vi tomar además -tapé mi mano con las frazadas que se dedicaba a tapar bien lo que debe estar tapado.

Yugi entró frunciendo el ceño y cerró la puerta detrás de sí.

-Te he dicho que no tomo, no puedo creer que no me creas -él no miente, pero…-. Sobre mi ropa, cuando fuiste al baño sin querer tropecé con un chico y se volcó sobre mí, por eso luego no me encontraste, fui a tratar de arreglarlo. Y sobre lo que tomé, solo era jugo, como siempre.

-Ese jugo que agarraste para ir al patio tenía alcohol -sus ojos se abrieron de golpe pestañando dulcemente. El jugo era demasiado dulce par que se diera cuenta, ¿cuántos habrá tomado?

-Oh… pero aun así, fue el único que tomé. Con razón sabía raro -me sonrió con dulzura mientras se sonrojaba.

Su torpeza puede conmigo, es demasiado adorable… y fácil de embriagar, así que tendré que pasar el resto de mi vida a su lado para asegurarme de que nada le pase. Que castigo, ¿verdad?

-Lo siento, por haberte hecho eso –después de todo no tengo excusa para eso, él solo miró el piso negando mientras rebotaba la punta de sus dedos en el piso y se acomodaba un mechón de pelo tras la oreja.

-¿Puedo dormir contigo? -yo lo dije, es un lascivo. Creo que quiere que ambos ignoremos lo que acaba de pasar.

-No, estoy cansado y siempre me pateas cuando dormimos juntos -una pequeña broma después de una pelea nunca viene de más, aunque es verdad que me patea.

-Dormiré contigo igual -se acercó a la cama en donde yo sigo sentado en el medio así que me corrí a un lado y él se hizo bolita en una esquina.

Me acosté y tapé sin preocuparme la distancia; me salvaría de sus golpes de ninja en las noches y estoy seguro que de todas formas sé que amaneceremos (seguramente pasado el mediodía como poco) abrazados como siempre.

+ - + - + - + - +  

Yugi y Yami caminaban por el pasillo, solo podían pensar en su almuerzayuno que les esperaba abajo. El mayor apenas si se había puesto un pantalón y Yugi bajaba con la camisa de este porque era más grande que la suya, no habían podido dormir mucho y el más mínimo esfuerzo era agotador.

Unos gritos llamaron su atención porque prácticamente habían atravesado su cabeza de lado a lado. Una puerta se abrió junto a ellos de donde salió Ryou con un pijama de kuribos tan dormido como ellos.

-¿Qué sucede? ¿Por qué Malik grita tanto? -dijo entre bostezos.

Ni siquiera esperó una respuesta, cuando doblaron la esquina del pasillo encontraron a un Akefia ya vestido (era madrugador) apoyado en la pared mirando la escena.

Marik en su pantalón de pijama estaba apoyado en una puerta gritando con Malik que estaba del otro lado de esta.

-¡Te odio! Te la buscaste tú solo.

-¡Ya abre la puerta! No puedo creer que sigas enojado por eso, fue solo una broma.

-¡¿Solo una broma?! ¡Todos en la Universidad están compartiendo el video en el que me arrojas al agua y luego tienes que saltar a buscarme como damisela en peligro porque estaba demasiado ebrio para nadar! Es humillante.

-¡Ya dije que lo siento! Se olvidaran de eso pronto. ¡Abre de una vez!

-¡No quiero! ¡Te odio! ¿Y sabes qué es lo peor? Tengo que ver esto por tú celular. ¿Sabes por qué? ¡Porque arrojaste el mío al agua!

-Vamos Malik, te compraré otro. Ya sal…

-¡No! ¡Muérete!

Los otros cuatro chicos miraban con curiosidad la escena, parecía muy normal que ellos se pelearan. No les preocupaba, después de todo seguramente en un par de días todo sería como antes para ellos, pero si les preocupaba el hecho de que su discusión tapaba la única pasada a la escalera y por ende a su deseado desayuno.

-Nagisa dijo que sobró pastel, ¿alguno quiere? -les informó Akefia.

Los otros tres corearon un “yo” y así ignorando las súplicas de Marik lo esquivaron para seguir su camino.  

+ - + - + - + - +  

Los tres hikaris estaban acostados uno al lado del otro, boca abajo en la cama de Malik, que estaba en el medio. Sus pies chocaban entre si mientras los movían en el aire, los tres estaban concentrados en un manga abierto que el egipcio cambiaba de página cuando terminaban de leer.

Los tres colocaron su cabeza hacia la derecha y sus mejillas comenzaron sonrojarse mientras miraban la imagen. Yugi en desesperación decidió tomar manos en el asunto y cambiar la página pero recibió un manotazo del rubio.

-¡Oye! No vayas tan rápido.

-Ya estuvimos rato en esta página -Yugi logró cambiar la hoja pero lo que encontró fue peor, ahora era un pleno acto.

-Tienes razón… me encanta ese personaje -Malik señalaba al seme de espalda ancha, brazos fuertes y cabello largo del manga yaoi que leían-. Me encanta esto, ¿por qué no me lo enseñaron antes?

-Malik, cambia eso ya -rogó Ryou. Trató de taparse disimuladamente su vista de tal acto carnal con el cabello.

Toda la cama estaba llena de tomos de mangas yaoi que habían estado comprando en esas semanas. Era resultado de llevar a Malik a una librería, tenía curiosidad sobre esos raros libros que leía un compañero de su clase y le llamó la atención una portada de dos chicos besándose.

“Wow, no sabía que existía esto”.

A los pocos días ya había utilizado su mesada en mangas y Ryou y Yugi terminaron leyendo también junto  a él.

-¿Por qué se ponen así? Son mis partes favoritas.

Escucharon las risas de sus Yamis subiendo la escalera, la idea era que los pasaran a buscar para ir a una merienda por el hanami en el parque cercano.

Entre los tres se miraron asustados. ¡Ese era su secreto! No podían explicar por qué leían eso, bueno sería más normal si a Malik no le gustase comprar todas las que tenían imágenes muy pero muy explícitas. ¡Sería vergonzoso!

Volaron mangas debajo de la cama, otros escondidos bajo la almohada y otros volaron con fuerza hasta la puerta abierta del closet. Pusieron sus caras de angelitos hacia la puerta, dando una linda imagen a sus oscuridades cuando entraron.

-Hola, ¿Qué hacían? -preguntó Yami, no era necesario decir que estaba sonriente de ver a su hikari.

-Nada -repitieron tiernamente los tres, se oía sospechoso pero quién les diría algo con esas caritas, eran unos ángeles influenciados secretamente por la lujuria momentánea de un manga.

-¿Qué leían? -Akefia señalo el tomo abierto frente a ellos.

Se colorearon al bajar la mirada y darse cuenta de que ese seguía allí. Malik la tomó rápidamente y la arrojó dentro del closet, quizá sonó algo fuerte. En fin, volvieron a su pose de niños que no rompen un plato.

-¿Qué cosa? Yo no veo ningún libro -respondió el rubio.

Los hermanos Atemu se miraron impresionados y un rencor los invadió al darse cuenta de que algo les ocultaban, por más mínimo que sea, eso no les caía bien. Sin contar claro el hecho de que eso se podía clasificar como un acto de violencia y conociendo la buena puntería de Malik, agradecían que no hubiese volado a sus cabezas.

Media hora más tarde se hallaban en el parque de Domino; rebosaba de personas que venían con familia, amigos o compañeros de trabajo, al encontrarse con Tea, Joey, Duke y Tristán extendieron una manta en el suelo donde todos se tiraron a dejar que los pétalos acariciaran sus rostros.

-¿Estás segura de que no me caerá mal? -Preguntó Joey con cara de sospecha inspeccionando una magdalena con chocolate.

-Claro que no -afirmó Tea. Se había ofrecido a hacer las botanas del almuerzo y apareció con dos canastas a rebosar de postres.

-No sé, parece falso… -dijo Tristán rascándose la barbilla y él y Joey comenzaron a reír, sabían que estarían bien pero no perderían la oportunidad de molestar a la castaña.

-¡Pues entonces no comas! -la magdalena fue arrancada de su mano por Tea y ella misma se la comió dándoles la espalda.

Una larga discusión se instaló entre el rubio y el moreno para ver de quien era culpa de que ahora no pudieran comer. Entre los hikaris, los dulces comenzaron a desaparecer. No tenían idea de por qué Tea quiso aprender gastronomía pero si esto se repetía seguido podían conformarse.

-Están buenos -alagó Marik, se recargaba en el estómago de Malik.

-Vamos Tea, perdónanos -Joey y Tristán seguían haciéndole ojitos de perro abandonado a esta pero simplemente los ignoraba olímpicamente.

A su alrededor las personas comenzaron a murmurar mientras señalaban a una punta del parque. Llamándoles la atención también se estiraron para ver que estaba pasando, pero aun así no lo tenían claro.

No pasaron más de tres minutos cuando vieron de que se trataba, Seto Kaiba y Mokuba Kaiba acababan de llegar al parque sin ninguna guardia de seguridad. Solo como dos personas que venían a disfrutar del espléndido paisaje que donaban los árboles de sakura en esta época del año.

Mokuba señaló hacia ellos y con una sesta en manos comenzó a correr, con el ojo azul pisándole los talones y con la misma pose firme de siempre, ignorando a todas esas personas que lo admiraban al pasar y gruñendo por lo bajo cada vez que alguien se atrevía a sacarle una foto.

Se sentía como un perro que hacía malabares… y hablando de perro.

-¡Joey! -el no niño Mokuba que nadie podía reconocer ya, se tiró arriba del rubio como siempre luego de dejar la sesta.

-Moki, deja de crecer. Dentro de cinco centímetros serás de mi altura. ¡Detente! -Mokuba se sentó junto a él sonriendo y tratando de que Joey no llorara de nuevo.

-No seas tan tonto perro, no puede dejar de crecer -Seto apareció a su espalda y cuando miró hacia arriba se encontró con la hermosa imagen de ojos azules tras un fondo rosa primaveral que lo dejó mudo.

Los presentes se rieron al ver como a Joey se le acababa lo que siempre tenía. Pero este solo volvió en si cuando Mokuba le colocó un pedazo de pastel de chocolate con frutillas en la nariz.

-Eres mi salvación -le dijo con ojos lagrimosos llevándose un trozo a la boca-. Porque esa… ¡bruja!, que está a tu lado, planeaba matarme de hambre. No te acerques a ella. ¡Es muy mala influencia por no saber compartir!

-¡Wheeler! -cuando quiso acordar la castaña estaba frente a él furiosa y lo que le salió más rápido y era más seguro fue salir corriendo.

Seto se sentó junto a Yami y Duke, dedicándoles solo un movimiento de cabeza como saludo. Obviamente Yugi estaba junto a Yami y al poseedor de los dragones blancos le sorprendió la tranquilidad con la que el hikari estaba acostado con la cabeza en sus rodillas mientas el egipcio le daba frutillas con chocolate en la boca.

Se veía tan natural, como si de eso se tratara su vida, su vida era el otro. Miro a Joey trotando de un lado al otro en el parque riendo y saltando con los pétalos cayendo a su alrededor. Se veía simplemente hermosa su sonrisa y sintió como las comisuras de sus labios tiraron al pensar en la posibilidad estar así con él en público.

-Eres muy obvio Kaiba -le dijo por lo bajo Duke y cuando lo miro mal solo le sonrió.

-Mira quien fue a hablar -le señalo con la cabeza a Tristán que al no estar Tea había asaltado la sesta y estaba feliz comiendo.

Duke solo elevó los hombros. Él no tenía la necesidad de negar lo que sentía, pero aun así prefería hacerlo. Podía conformarse con estar ahí para él cuando lo necesitase.

 Joey miraba sentado de la típica forma japonesa y desde arriba al ojo azul. Estaba recostado en el pasto demasiado tranquilo para ser él, con un brazo haciéndole de almohada y pétalos colándose por su cabello.

Fue a su mochila sacando su última adquisición, le encantaba pintar paisajes a óleo así que para facilitarse el trabajo compró una cámara profesional con la cual obtuvo un nuevo hobby. Apuntó a su objetivo arreglando el lente y cuando todo estaba en perfecta armonía tomó tres fotos.

Kaiba abrió un ojo para saber lo que ocurría encontrándose a Joey con cámara en mano y sonrojado un poco en las mejillas. Se sentó en donde estaba, nadie los estaba mirando, cada uno estaba centrado en lo suyo así que  le dedicó una sonrisa.

-¿Qué haces cachorro?

-No me llames así -las mejillas de Joey adquirieron un color a frutillas maduras-. Estamos en público.

-¿Entonces si puedo llamarte así en privado, cachorro? -le giño un ojo aparte de una sonrisa ególatra y Joey juró que se caía para atrás desmayado.

-Cállate -le susurró y le sacó una foto con flash, provocando que se tapara los ojos con una mano.

Seto se levantó y se sentó justo a su lado, dándoles la espalda a los demás. Le quito la cámara y se puso a ver las fotos que tomó para luego susurrarle al oído.

-¿Puedes venir esta noche, cachorro? Hace mucho que no…

-Iré.

+ - + - + - +

Todo estaba bien… nadie sabía… que las cosas pronto… se Iban a destruir.

Notas finales:

¿Les gusto?

Gracias por leer!!

Nos vemos en el proóximo capítulo!!


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