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El regreso por Bloomx

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Notas del capitulo:

YU-GI-OH no me pertenece, yo solo utilizo sus personajes para crear nuvas historias.

Espero que les guste porque este en definnitiva es uno de los capítulos que más ganas tenía de escribir. Disfruten!

El silencio en la sala solo se podía comparar a un cementerio en mitad de la noche, pero la grave diferencia estaba en que hasta los posibles cuervos habían sido ahogados. Se mantuvieron así durante minutos enteros mientras se les llenaban los ojos de lágrimas y algunos se animaron a dejarlas salir.

-Quizás Malik podría estar bien…

-¡Cállate! –Gritó Marik, acabando con el intento de optimismo de Yami.

Hizo lo que le ordenaron, no porque se dejara dar órdenes o porque se sintió intimidado, la razón era porque simplemente lo entendía. De igual forma, su comentario también era para tratar de tranquilizar a Yugi, que desconsoladamente lloraba en sus brazos. No podía evitar preguntarse:

¿Qué haría yo si esto me pasara a mí?

Marik estaba en el piso, balanceándose de adelante hacia atrás y tomando su cabello entre los puños con desesperación. Respiraba agitadamente y sentía su mente nublarse de vapor oscuro, negro como el carbón, tapando sus sentidos y la palabra “destroza” nadaba por allí.

Sentía sus músculos apretados con tensión y dispuestos a soltarlo todo y arrojar cada cosa que se interpusiera en su camino contra las paredes. Para verlas quebrarse en mil pedazos, imitando su corazón en esos momentos.

No podía estarle pasando eso, ya era mucho que tuviese que separarse de Malik por un año, lo hacía de mala gana, pero lo hacía. Porque debía y sabía lo importante que era esto para su hikari.

Y ahora, ahora solo quería arrepentirse. Debería haber tomado a Malik entre sus brazos y no haberle permitido subirse a ese tren, que sin darse cuenta los dos, como analfabetas, no pudieron leer el destino al infierno.

-No lo siento… -dejó salir como susurro de sus labios.

Un ojo dorado brillando en su frente como el sol mismo. Perseguía aquello, que atado a su corazón llevaba a encontrarse con otra persona. Seguía ese hilo como hizo Teseo para encontrar la salida del laberinto del minotauro, pero él quería encontrar algo más valioso que salir vivo. Porque para él no habría vida sin lo que buscaba.

Ese hilo conductor con dos extremos, uno ligado a la oscuridad y el otro ligado a la luz, se había logrado hacer fuerte. Irrompible. Siempre podía sentir a Malik en el otro lado, pero ahora no sentía nada.

-¿Por qué…? –volvió a dejar salir.

Aunque hubiese sucedido lo peor, eso que no quería si quiera pensar, pero que sabía que era la mayor posibilidad, aun así lo sentiría. Sentiría su cuerpo volverse frío, su corazón latir despacio hasta apagarse. Pero ahora no sentía nada.

Era un hilo que no conducía a nada. Como si Malik no existiera. ¿Por qué?

Akefia estaba atrapado por dos brazos que envolvían su cintura, una cabellera blanca estaba apoyada en su pecho y lágrimas saladas mojaban su camiseta. Esto se había convertido en un desastre, uno que no sabía bien cómo arreglar. No creía que hubiese un modo de arreglar la situación.

Lo único que podía hacer era prometerse a sí mismo, y a su hikari, que estaría allí. Siempre lo haría, cada vez que sus piernas fallaran como ahora, estaría allí para sostenerlo durante la caída para que nunca tenga que tocar el sucio suelo, ese era su lugar y  él… él había nacido para estar en el cielo, junto a las estrellas y ser la más brillante de ellas.

Tomó entre índice y pulgar su barbilla, obligándole a mirarlo. Sus ojitos de cacao brillaban con las perladas lagrimas que no dejaban de salir y se sintió enfadado por pensar por un momento  lo adorable y delicioso que se veía, pues enserio quería clavarle una mordida.

 -Debes descansar -le susurró y Ryou negó con la cabeza.

¿Cómo podría hacer tal cosa? En su vida en este momento solo existían las ganas inagotables de llorar desconsoladamente, no de dormir. Abrió grande los ojos y aguantó un hipo cuando sintió como su Yami tapaba su boca. Su mente se suavizó y se sintió una nube esponjosa, le entró el sueño y sus ojos se cerraron.

Se derrumbó en brazos de su Yami, que lo cargó en sus brazos y lo colocó mientras tanto en uno de los sillones. A Akefia le partía su poca empatía verlo así, sabía que mientras estuviese despierto lloraría, así que era mejor que estuviese dormido, al menos hasta que se tuviese una idea más clara de lo que había pasado.

Miró a Yami que lo estaba observando con esas miradas serias que ponía usualmente, no lo imitó pero al no decirle nada supo que apoyaba su decisión. Le hizo un movimiento de cabeza hacia Marik que aun tirado en el suelo, decía cada vez más cosas incoherentes y sospechaba que era posible que su cabello se callera si seguía tirándolo de ese modo.

Yami entendió perfectamente lo que le había querido decir, quería hacer con él lo mismo que con su hikari. Había entrado en pánico y su aula oscura se agrandaba y llegaba hacia ellos de apoco, como si fuera el motivo del incendio de un bosque entero que poco a poco avanzaba entre los árboles. Pero Akefia sabía que no tenía el poder para dormir a uno de ellos.

Debía ser el faraón.

-Quédate aquí. Todo se solucionará -le dijo a Yugi mientras delicadamente lo hacía sentarse, estaba pálido y trataba de recordar cómo es que se respiraba mientras su mirada estaba perdida en un punto fijo.

Yami se paró frente a Marik, que estaba indefenso sin ninguna protección ni fuerza para pelear, colocó su mano sobre las suyas que estaban en la cima de su cabeza y expulsó su magia al exterior. Los puños de Marik se aflojaron, sus manos cayeron al suelo a sus lados y su cabeza hacia atrás apoyándose en uno de los sofás a su espalda.

-¿Por qué…? –Preguntó Yugi al verlo totalmente desmayado. Un hipo se le escapó junto a otro par de lágrimas.

-Si no lo hacíamos destruiría todo, se estaba descontrolando. No te preocupes, estará bien –le contestó Yami mientras tomaba uno de los brazos muertos de su hermano.

Akefia tomó el otro brazo enganchándolo tras su cuello, entre los dos lo levantaron. No fue tarea fácil, por más fuertes que eran los dos Marik tenía su peso en músculos pesados y firmes.

-Cuida a Ryou mientras vuelvo –le pidió Akefia a Yugi mientras se dirigía a la puerta.

Enseguida vio como Yugi se levantaba y corría hacia el sofá donde estaba Ryou durmiendo pacíficamente. No sabía por qué Yami no había querido hacer lo mismo, lo veía como una buena opción. Yugi se prendió de Ryou y volvió a llorar.

Fue difícil cargar a Marik hasta su habitación, pero cuando lo lograron lo metieron en su cama vestido como estaba, estaban bien con ayudarlo pero se negaban a desnudarlo. Se le quedaron viendo antes de apagar la luz y dejarlo consumirse en la oscuridad de la noche.

-¿Crees que Malik está…? –le preguntó Akefia.

-No lo sé, pero espero por su bien y el de todos los que estemos alrededor de Marik, que él esté bien –dijo seriamente con los brazos cruzados frente al pecho en un intento de mantener la calma.

-Si llegase a estar… -no se atrevió a decir la palabra, por más que él ya había ejercido la acción sobre otros-. Va a enloquecer, perderá el control, podría destruirlo todo.

-Y también a sí mismo –agregó Yami-. Si tenemos malas noticias y enloquece… tendré que usar medidas que no quiero, por el bien de todos. Espero que estés de acuerdo con eso.

-Lo estoy –le respondió Akefia.

Cerraron la puerta de la habitación dispuestos a volver con sus hikaris. Como faraón, Atem sabía que debía proteger a la humanidad, a sus amigos y su hikari. Debía hacerlo a pesar de que eso podría significar sacrificar algo a cambio.

Sabía que Marik podría perder el control, que la oscuridad podría apoderarse de su alma apagando todo rastro de luz, como un eclipse solar eterno. Y las consecuencias de eso podrían ser desastrosas, maquiavélicas y peligrosas.

No sabía que haría, pero no sería bueno para Marik si todo se salía de control.

Cuando volvieron Yugi estaba en el piso hipando mientras tomaba la mano de Ryou. Se paró de inmediato al verlos y escondió nuevamente su rostro entre los brazos de Yami. Akefia volvió a tomar a Ryou en sus brazos cuidadosamente, colocando su cabeza en su pecho con delicadeza.

-Buenas noches –dijo simplemente antes de marcharse.

No podía describir la alegría que le hacia el poder llevarlo a dormir a su cama, a su lado, pero no era momento de pensar en eso. No se molestó en acomodarlo y acomodarse mucho, solo tiró los zapatos al suelo y así vestidos como estaban se acostaron. De todas formas era verano.

Por otro lado, Yami era consciente que el método que había utilizado su hermano era eficiente, pero no podía hacerle eso a Yugi. En las buenas y en las malas, se prometió a si mismo cuando regresó a este mundo. Si Yugi estaba mal, él estaría allí para sostenerlo.

Dormirlo no haría más que mantener las tensiones bajas por un par de horas, para luego volver a estallar tal cual bomba.

Esa noche Yugi apenas pudo pegar un ojo, la noche se le hizo eterna y lamentable. No despertó a Yami, que estaba durmiendo plácidamente a su lado, sabía que no le importaría desvelarse con él, pero lloraba cada vez que Malik tocaba la puerta en sus recuerdos. Ya no quería que lo viera de esa forma.

Al final solo pudo dormir un par de horas y con el primer rayo de sol de Ra que traspasó las cortinas, se levantó.

No fue el único que lo hizo. Media hora después Yami despertó y solo minutos habían pasado de su desayuno cuando apareció Akefia con Ryou pisándole los tobillos detrás y con cara amargada.

-¿Y Marik? –Preguntó Yami, Akefia tenía la habitación más cerca de él, así que podía imaginarse que había ido a verlo.

-Lo revisé antes de bajar –tomó asiento y Ryou a su lado. Él y Yugi intercambiaron una mirada de pura pena-. No parece que vaya a despertarse en otro par de horas a menos que alguien lo haga. Pero no estoy seguro de qué pasará con su magia. Es posible que cuando se despierte…

-… pierda el control –finalizó Yami con un suspiro.

-Hay que esperar –afirmó Akefia.

En su celular revisaba las noticias sobre la catástrofe, era muy temprano, así que no había tanto, pero sabía que apenas se comenzara a despertar la gente la información volaría. Leía listas, lamentablemente de nombres de aquellas personas que habían sido encontradas… ya saben, y otra de aquellas que habían sido rescatadas durante la noche.

Lo hacía él, porque no quería que su hikari sea el que viese el nombre de Malik, sea cual sea la lista. Sería un gran golpe emocional si fuese en la primera.

Sonó el timbre de la puerta de entrada y todos se miraron entre sí con curiosidad. ¿Quién llamaría a la puerta a esta hora de mañana? Y de forma tan insistente además. Eran quizá seis y media, así que no había nadie del servicio teniendo en cuenta que hoy nadie iría a estudiar, Akefia y Yami compartieron una mirada de “vas tú”.

-Bien… yo iré –se rindió Yami levantándose de la mesa, era obvio que Akefia no haría nada por el solo hecho de ayudar.

Gruñó todo el camino hasta la puerta, sea quien sea el responsable, al parecer se le hacía de lo más gracioso tocar una y otra vez el timbre. Tenía suerte de que el ambiente hoy estuviese lúgubre o lo asesinaría cuando lo viese.

Su molestia se evaporó cuando abrió la puerta y vio de quien se trataba. Apoyado en el marco y sonriente, con el pelo brillando como el sol y con ropa ligera, estaba Malik. No supo que decir cuando lo vi ahí. No tenía ni un solo rasguño, su piel lucía perfecta como siempre y de manera alegre giraba su cetro milenario en su mano.

-¿Los desperté? –dijo como si nada.

-¿Enserio eres tú? –Preguntó Yami y para asegurarse le pinchó con el dedo un brazo, era real, le frunció el ceño-. ¡Yugi! ¡Ryou!

Les llamó con total alivio corriendo por sus venas. Ellos no tardaron en hacerse aparecer, prácticamente vinieron corriendo desde el comedor y por supuesto que Akefia los seguía.

Yami juró jamás olvidarse de la cara de alivio y felicidad que había puesto su hikari en ese momento. La velocidad en la que corrió a la puerta solo podía compararse con la velocidad de la luz. Ryou y él, se tiraron sobre Malik apenas este cruzó la puerta y rompieron en llanto de inmediato en el suelo.

-¿Qué sucede? Solo me fui por un par de horas, sé que lo valgo pero no era para tanto –trató de bromear mientras se reincorporaba del suelo.

-Pensábamos que estabas muerto –se avivó a responder Akefia tranquilamente.

Se animó a decir la palabra que todos temían escuchar, pero como ya no había riesgo de problema, de que llegara la mala suerte y se hiciera realidad, la dijo. Malik le miró extrañado y con una sonrisa en la cara que significaba un claro: “¿es broma, verdad?”

-¿De qué hablas? –Dijo mientras se levantaba y sacudía la poca ropa que llevaba puesta.

-Malik, la ciudad a la que te dirigías… hubo un terremoto anoche –le dijo Yugi con los ojos rojos e hinchados mientras tomaba una de sus manos-. Murieron personas.

-Por los Dioses –dijo Malik mirando un punto fijo en el piso y sintiendo como se le aceleraba el corazón.

-¿Cómo es que no estás allí? Tú subiste a ese tren, te vimos y pensamos realmente lo peor –le dijo Ryou aun preocupado.

-Bueno yo cambié de opinión. Pensé en que sería un desperdicio de vacaciones de verano si me iba –comenzó Malik-. Además, el torneo de los reyes, no pienso perder esta vez.

Los presentes sonrieron al escuchar su respuesta. El torneo que hacía Ilusiones se volvería hacer dentro de una semana, Yami venía trabajando duro en eso hacía ya bastante tiempo, esta vez hacía la mayor parte del trabajo. Con ligeros cambios, Yugi jugaría solamente las finales, para no hacerlo tan repetitivo, quien ganase podría enfrentarse al rey de los juegos. Para Malik había sido muy decepcionante asumir que no podría participar este año porque tendría que estar en Tokio dando la preparación.

-Me di cuenta de que no valía la pena perderme este tiempo con ustedes, después de todo tendré todo un año para visitar Tokio. Me bajé del tren después de una hora de viaje y por suerte alcancé a último momento el tren de regreso y volví con mis hermanos, aún siguen sorprendidos de lo que hice.

-Pero no entiendo –interrumpió Yami apoyándose de brazos cruzados en uno de los sofás del living en la entrada-. El hilo se había cortado cuando Marik trató de ubicarte, era como si no existieras.

-Pues si –dijo Malik con una ligera sonrisa tímida y restándole importancia-. Sabía que no se resistiría a rastrearme y quería que fuera una sorpresa, así que corté nuestra conexión, es una lástima que se haya dado cuenta.

-¡Malik! ¿Qué no lo entiendes? –Le llamo la atención Yami-. Él pensó que estabas muerto.

-¿Qué? –A Malik se le borró la sonrisa del rostro.

-Tuvimos que dormirlo, estaba enloqueciendo. Sigue hasta ahora –explicó Akefia.

-¿Tuvimos? ¿Es broma? Yo hice todo el trabajo porque eres un miedoso que no se animó a dormirlo –se quejó Yami.

-¡Cállate! Solo no quería crear problemas, podría haber perdido el control si yo lo hacía –se defendió.

-Así que admites que yo soy más fuerte.

-Claro que no.

Malik no se quedó a escuchar cómo terminaba esa ridícula discusión sin sentido. Razonó lo que estaba pasando, lo que había pasado el día anterior y salió disparado tal cual flecha por las escaleras. Corrió entre los pasillos hasta que se paró frente a la puerta que tantas veces había cruzado y en donde habían sucedido tantas cosas.

Tomó el pomo de la puerta y lo giró tratando de no hacer ruido, había bastante luz en la habitación, ya que las cortinas estaban abiertas y esto le permitió ver a Marik tendido en la cama, de forma recta como una momia en un sarcófago.

Se arrimó a él sentándose a su lado en la cama y se quedó contemplando su rostro por un momento; tenía la cara fruncida y de sus labios salían ligeros quejidos. Estaba sufriendo. Su rostro estaba rojo como si tuviera fiebre, la magia dentro de él estaba en un punto de ebullición que hacía elevar su temperatura corporal. Acarició con suavidad su rostro, sintiendo su áspera barba recién crecida raspar sus dedos, tendría que mandarle un mensaje recordándole afeitarse de vez en cuando, cuando se fuera.

Se dio cuenta de cómo una simple sorpresa le había afectado tanto, nunca había sido su intención lastimarlo, pero antes de darse si quiera cuenta lo había hecho de una manera imperdonable. Se sentía muy mal por eso. Verlo en ese estado…

-Mi amor -le susurró al oído mientras acariciaba su cabello.

Vio cómo se sacudió ligeramente, como un temblor de frio en pleno invierno. Sus párpados se apretaron y tristemente vio caer de uno de sus ojos una lágrima negra. Se descalzó y subió a la cama a su lado. Sin dejar de acariciarle el cabello acercó sus labios a los suyos.

-Despierta –fue lo último que dijo antes de besarlo.

Demoró en obtener una respuesta, no le sorprendía, después de todo la magia de Yami era muy poderosa y el contra hechizo que había hecho mientras frotaba su cabello demoraba en hacer efecto. Pero pronto lo consiguió. Los labios carnosos de Marik se unieron a los suyos en un suave beso sin apuro.

-Malik –le dijo al abrir los ojos, estos estaban lagrimosos y a Malik le rompía el corazón verlos. Colocó una mano en su mejilla y su hikari colocó la suya sobre esta-. Estás bien.

-Sí –afirmó y cerró los ojos mientras volvía a juntar los dos extremos del hilo que los unía.

Marik se sintió inundado otra vez de millones de sensaciones que lo volvían loco en el buen sentido-. Te amo.

-Y yo a ti –Malik se lanzó completamente sobre él y no perdió ni un segundo en comenzar a besarse.

-¿Qué fue lo que paso? ¿No tendrías que estar en Tokio? –Marik envolvió sus brazos alrededor de la cintura de su hikari, que tiernamente estaba acostado sobre él, cada parte de su cuerpo tocaban la piel del otro.

-Sí, pero quiero quedarme un rato más… quiero quedarme contigo. Marik, quiero ser más contigo –Malik escondió su rostro sonrojado en el pecho de su Yami.

Y allí, a través de su oído, escuchó el rápido latir de su corazón, parecería que estaba corriendo una maratón pero solo estaba recibiendo una confesión. Marik no respondió con palabras, pero lo tomó entre sus brazos y antes de darse cuenta él era el que estaba abajo con los cabellos rubios cayéndole en la cara y la perfecta vista de un montón de cicatrices adornando ese rostro tan varonil.

Malik sonrió al ver como Marik también lo hacía, tenía la sonrisa más hermosa que había visto, no podía creer que una broma suya casi lo había destruido. Envolvió sus brazos alrededor de su cuello obligándole a bajar y allí unieron sus labios en un beso desesperado.

Marik comenzó a besar su cuello y no se molestó si quiera en evitar dejar marcas y mordidas, para él cuantas más fueran mejor y si le duraran para que todos en Tokio las vean aún más. Escuchaba los pequeños gemidos que Malik no podía evitar soltar y eso lo avivó a que una de sus manos se interpusiera entre ellos y fuera directo al botón del pantalón de su hikari, su excitación alcanzó las nubes cuando él ayudó a sacarlo.

Cerró los ojos mientras sentía con las yemas de sus dedos la suavidad de la piel en sus muslos y la sensación de sus erecciones frotarse entre ellas. Malik estaba sonrojado cuando lo miró y agarraba entre sus puños fuertemente la almohada detrás de sí, sus ojos estaban cerrados y mordía su labio inferior con fuerza.

-Malik –le susurró consiguiendo que abriera los ojos y de nuevo se besaran.

Las manos de Marik no querían detenerse de tocar, bajó el cierre del top que Malik llevaba puesto y lo arrojó bien lejos en la habitación. Contempló la vista de su hikari con solo ropa interior mojada de las ganas y sus pezones apuntando hacia arriba como una gran invitación a su boca.

-Ahí… ¡ah! –los pequeños aullidos de Malik lo entusiasmaban cuando tomó un pezón entre sus labios y el otro lo apretaba entre índice y pulgar. Malik sentía como uno se congelaba entre los dedos ásperos y gruesos, y el otro se calentaba con una lengua que daba vueltas enloqueciéndolo-. Más.

Marik perdió el control al verlo rogándole y en un arrebato tomó entre sus manos la ropa interior de Malik y la rompió, el ruido de la tela deshilacharse no hizo más que prenderlos a los dos.

-No es justo, tú estás completamente vestido –le dijo Malik. Marik se dio cuenta de que seguía con la misma ropa que ayer. Le dedicó una sonrisa de picardía mientras se levantaba sobre sus rodillas colocadas un poco más debajo de sus caderas.

-¿Quieres verme desnudo? –Le dijo sensualmente y Malik sintió derretirse tal cual chocolate al sol.

Tomó el dobladillo de la parte de abajo de su camiseta y se la sacó por la cabeza, luego se la tiró al rostro de Malik que lo miraba pícaro y excitado, la tomó entre su dedos y no perdió el tiempo en olerla, llenando todo su sistema de ese olor tan embriagador mientras admiraba la vista de los músculos de su abdomen y pecho. Pasó un dedo por cada uno y bajó hasta arrastrarlo por encima de su paquete el cual sintió saltar al tocarlo. Desprendió el botón del pantalón y bajó el cierre.

-Todavía no estás desnudo –reclamó-. Falta lo mejor.

Los pulgares de Marik se engancharon a los lados de su cadera y lentamente bajó tanto su pantalón como su ropa interior, su miembro saltando en el proceso. Arrojó ambas cosas lejos. Por minutos se hicieron un nudo de besos, mordiscos, chupones y jalones. Marik no dejaba de chupar sus pezones y Malik le metía mano jalándole el miembro atrapado entre sus vientres.

Marik tomó de su mesita un tubo de lubricante y un paquete de preservativos.

-No lo necesitamos –dijo Malik tomando el preservativo y arrojándolo devuelta al cajón.

Marik mojó sus dedos con lubricante y se entretuvo un buen rato viendo retorcerse el cuerpo de su hikari, ver como cada estocada de sus dedos provocaba cada vez más gemidos descontrolados, ver como la cintura de Malik se movía a su compás para encontrarse con sus dedos.

-Ya, cariño. Por favor –le rogó con ojos lagrimosos.

-Te encanta rogarme –respondió dejado ver como ponía una gran cantidad de lubricante en su mano y pasaba esta de arriba hacia abajo en su eje. Las venas resaltaban en un claro efecto de desesperación.

-Y a ti te encanta que te ruegue –Marik se rió, tenía razón, le excitaba como el infierno-. Así que por favor, hazlo.

Tomó su miembro en una mano y lo posicionó en su entrada que ya estaba preparada para lo que estaba por venir. Hacía poco que ya lo habían hecho por “primera vez”, en las aguas termales y lo habían disfrutado tanto que lo habían hecho otro par de veces después. Malik estaba seguro de que podría convertirse también en un adicto al sexo, a veces tenía ganas de quedarse todo un fin de semana a su lado sin salir de la habitación y follando como locos.

-¡Ah! –Dejó escapar cuando sintió como su hombre se abría paso entre sus paredes. Le encantaba cuando entraba por primera vez, al principio había sido la parte más dolorosa pero ahora…-. Me encanta.

-Malik –Marik no esperó mucho para dar el primer vaivén que le revolvió de mariposas la parte baja de su vientre y le hizo cerrar los ojos del placer-. Adoro follarte.

Los gemidos de Malik se escuchaban en toda la habitación y retumbaban en la cabeza de Marik, entusiasmándolo a moverse más fuerte, cosa que no estaba dispuesto hacer.

-Más rápido –rogó Malik, presionando hacia abajo con sus pies  que habían envuelto la cintura ajena así como sus brazos que arañaban en desesperación.

-No. Quiero hacerte el amor – le respondió Marik mirándole a los ojos y vio como los hermosos ojos lavanda goteaban lágrimas.

Malik no volvió a reclamarle que vaya más rápido, ahora los dos se habían sumergido en un vaivén lento que los llevaba a la locura y también al mejor sexo que experimentaron en su vida. Malik no tardó mucho más en correrse, luego de que Marik renunciara a ir tan lento y lo follara bien rico para terminar, apenas llenó ambos pechos de su esencia sintió como lo llenaban a él.

Marik cayó agotado junto a Malik, al cual atrajo hacia sí.

-Estoy todo pegajoso –se quejó. El verano tampoco ayudaba a decir verdad. Marik se rio mientras  llenaba de pequeños besos su cuello y su hombro.

-¿Qué tal una ducha? –Le propuso mientras que a la vez presionaba su miembro caído en su trasero.

-Eso suena más a una segunda ronda –aun así sacó su trasero hacia atrás, permitiendo más el frote y sintiendo como se ponía cada vez más duro.

-¿Qué tal las dos cosas?

No esperó una respuesta, tomó a Malik como princesa y lo llevó al baño de la habitación.

-¡Más fuerte! ¡Ah! ¡Marik! –pronto se escuchó retumbar entre las paredes.

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Joey estaba en pleno sábado soleado en su casa, se negaba a salir de allí, fuera de su casa Kaiba tenía mil ojos puestos en todo el mundo y podría encontrarlo. Ya había tenido que escapar un par de veces.

Estaba tirado en su cama en ropa interior, tenía un ventilador pequeño en el piso que apuntaba a su cara que estaba en el borde y pasaba el tiempo organizando su baraja, después de todo el “Torneo de los Reyes” estaba próximo y debía ir construyendo una baraja fuerte.

Se escuchó el timbre, cuando miró hacia la puerta de su habitación vio a Serenity pasar corriendo de lado a lado, últimamente siempre abría ella la puerta. Después de pocos segundos en los que seguían tocando el timbre Serenity entró a su habitación.

-Es Kaiba, ¿quieres que lo haga pasar o…? -Joey inmediatamente le negó con la cabeza mientras dejaba a un lado  sus cartas-. ¿Entonces qué le digo?

-Solo dile que no estoy –tomó una de sus almohadas y se la puso en la cabeza, como si eso podría hacerlo desaparecer para todos.

-Joey, vino personalmente y además ya le dije eso ayer cuando vino y antes de ayer también –le dijo con un suspiro su hermana, no le gustaba mentir y menos a alguien como Kaiba con tal mentira más barata.

-Solo díselo y se irá –su voz salió ahogada bajo la almohada.

Serenity volvió a irse rápido entre el sonido del timbre que sonaba una y otra vez. Joey escuchó cuando se abrió la puerta pero las voces de ambos eran prácticamente un susurro. Tenía ganas de verlo y escuchar su voz así que se levantó y salió al pasillo, gateó por el piso hasta la esquina donde podría escuchar bien lo que ambos decían.

-Lo siento Kaiba, hoy tampoco se encuentra –dijo su hermana suavemente.

-¿Sabes cuándo llegará y a dónde fue? –La voz de Kaiba le hizo temblar en su lugar y la oyó cansada, más bien agotada.

No se aguantó y echó un pequeño vistazo; Kaiba lucía pálido, con ojeras y bolsas debajo de los ojos, su pelo desordenado comparado con su prolijidad habitual y su ropa arrugada. Le dio la idea de que no había dormido en días y hasta la impresión de que ni siquiera se había aseado, tenía rastro de barba sin afeitar en su rostro.

-Se fue temprano, dijo que era probable que se quedara a dormir en la casa del faraón –Joey agradeció la idea de Serenity, ya que era muy posible que decidiera quedarse a esperarlo y él no se atrevería a ir a la casa del faraón exigiendo verlo porque sabría que se ganaría una buena paliza si hacía relajo.

Volvió a mirar y vio como Kaiba se apoyaba en el marco de la puerta y soltaba un suspiro mientras apretaba el tabique de su nariz entre índice y pulgar. Sintió apretársele el corazón.

-Está bien. Podrías darle esto –Joey ya había dejado de ver, así que no pudo saber lo que le dio. Volvió  a ponerse en cuatro patas con el objetivo de volver a la habitación cuando Serenity agregó otra frase más y ahora en voz más baja.

-Kaiba, creo que deberías darle un tiempo a Joey, esperar a que se calmen las cosas y tú también debes descansar. Sé que mi hermano no hizo esto con malas intenciones, él solo cree que esto es lo mejor para ti.

-Lo sé. Gracias –Joey no se permitió que lo que dijo su hermana le afectara y siguió gateando de vuelta a su cuarto, siendo lo último que escuchó lo que dijo a continuación-. Solo dile que vine a verlo y que me gustaría que podamos hablar.

Cuando entró a su cuarto se tiró en las frías y blancas sábanas fingiendo que no había salido de allí. Solo pasó un minuto antes de que su hermana volviera a entrar en su habitación y esta se sentó a su lado y le extendió una bolsa de papel marrón.

-Hermano, ¿estás seguro de que esto es lo mejor para ambos?

-No busco que sea bueno para mí, sino que sea bueno para él –respondió simplemente  y su hermana se fue.

Abrió la bolsa y vio una caja blanca, dentro había cuatro postres, de esos que hacen en la mansión de Kaiba, deliciosos era poco. Sobre uno de ellos había una nota con la caligrafía de Seto, simplemente decía; “Vuelve, cachorro”.

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 Ya se había cumplido un año desde que los Yamis habían regresado a este mundo y a mitad de agosto nuevamente toda ciudad Dominó estaba alborotada; turistas, fanáticos, reporteros y demás, venían a ver el tercer aniversario del “Torneo de los reyes”.

La Gran arena de duelos de la ciudad había sido abierta y allí las tres empresas de juegos más grandes del mundo estaban posicionadas preparándose para el evento. Yami estaba al mando como heredero de Ilusiones y por lo tanto corría de un lado a otro dando órdenes junto a Duke.

Los chicos, por otra parte, estaban dando entrevistas y saludando al público. Joey y Tristán llevaban en hombros a Yugi que reía mientras sostenía la corona que le había colocado un admirador del público.

-Definitivamente voy a ganar esta vez –afirmó Malik entusiasmado.

-Apuesto a que si –le apoyó su Yami, quien lo tenía abrazado por la cintura y miraba cuidadosamente a los admiradores y decidía a quien dejaría que su hikari diera un autógrafo, no fuera a ser que alguien que tratase de robárselo.

No podía permitir tal cosa.

-Deja de ser tan celoso –se quejó Malik y aprovechando que tenía su cetro del milenio en mano, le dio un golpe en la cabeza.

-¡Auch! –se acarició la cabeza aliviando el dolor y Malik se le escapó en cuestión de solo segundos.

-Oigan, ¿alguien sabe algo de Tea? –preguntó Tristán.

-Hablé con ella hace un rato, dijo que se sentía mal así que no podría venir, pero nos deseó suerte –dijo Yugi transmitiendo el mensaje.

Este año fue diferente; todos los participantes estaban reunidos en la misma arena, así podrían observarla en vivo. Muchos de los que habían participado el año pasado no se encontraban, pero en su lugar había muchos nuevos duelistas. Uno por uno, subieron al escenario y sacaron  un número que los representaría.

Las viejas tradiciones no se podían dejar de lado, así que todos fueron emparejados al azar, por una máquina con la forma de un Kuribo coronado en honor al torneo y era controlado por el menor de los hermanos Kaiba.

Joey sintió un poco de vergüenza al verlo a tan pocos metros de él, hacía… ¿qué? ¿Dos…tres semanas que no se veían? No lo había llamado si quiera y Mokuba tampoco lo había hecho. Generalmente cuando se peleaba con su hermano ellos se seguían hablando, él siempre lo llamaba tarde o temprano.

Pero esta vez, nada.

-Ya regreso –Joey avisó a Ryou y Malik que estaban a su lado. Ellos solo asintieron sin importancia.

Empujó a algunas personas para poder llegar a Mokuba que junto a su amigo Yudai, que ahora se había vuelto inseparable, se estaban alejando.

-¡Mokuba! –Lo llamó. El nombrado lo miró sobre su hombro y al verlo enseguida se volteó y comenzó a caminar más rápido-. ¡Oye, Mokuba!

Joey hizo puchero al sentirse claramente ignorado. Siguió corriendo y hasta alcanzarlos. Detuvo a Mokuba tomándole sobre el hombro y al este darse la vuelta quitó su mano de un golpe. Eso dejó totalmente aturdido a Joey.

-¿Qué? –le dijo bruscamente con sus brazos cruzados sobre su pecho y mirándole entre rabia y aburrimiento.

Joey se sorprendió al notar el parecido que había adoptado de su hermano. Ya no era ese niño pequeño que hacía cualquier cosa por su hermano y por ganar. Se había convertido en todo un hombre y uno al parecer bastante molesto.

-Aaah… pues bueno, hace mucho que no te veo. Quería saludar –se sintió como un idiota mientras se rascaba la cabeza con nerviosismo-. ¿Cómo estás?

-Yo estoy bien, pero no puedo decir lo mismo de Seto –la mirada de odio que le dio Mokuba le cortó la respiración y sintió como si le hubiesen pegado un puñetazo en el estómago, sintió nauseas.

-Mokuba… -Yudai lo tomó de la manga de su campera en un intento de irse, notaba que su amigo estaba cabreado y sentía que aquí se iba a generar un problema que quería a todas costas evitar. Lo cinchó hacia atrás para poder seguir caminando.

-No. Suéltame. Que se entere de lo que hizo –Le dijo molesto y Yudai obedeció suspirando rendido, era notablemente más grande en tamaño que Mokuba pero en ese instante hasta él se sentiría intimidado-. Confié en ti, Joey.

-Mokuba, escucha… -comenzó Joey, por supuesto sin dejarse intimidar… después de todo Mokuba tenía solo 16 años y él a su edad pateaba el trasero de tipos que le doblaban la edad y el tamaño.

-¡No quiero! Por tu culpa mi hermano la está pasando mal. Pensé que sería bueno que estuviese con alguien como tú, pero al final fuiste igual que todos, lo abandonaste –le trasmitió una mirada de odio total y un mal sentimiento inundó el pecho de Joey.

-Tenemos que irnos, estás llamando la atención –trató de volver a convencerlo Yudai, estaban cerca de las personas y muchos se habían volteado a escucharles con curiosidad.

Ya no era un secreto para nadie que Joey y Kaiba se andaban enrollando.

Mokuba pareció por un momento que haría caso al verse rodeado de miradas chismosas, pero su orgullo de todo un Kaiba no le permitía dar un paso atrás. Al final una voz grave sonó a su espalda.

-Ya déjalo Mokuba, él es libre de hacer lo que le pinte la gana, es hora de irnos. Ya está por comenzar.

Joey vio tras Mokuba como el gran CEO estaba instalado de pie y con su perfecto traje blanco pegándose a su cuerpo. Sintió que el volver al verle fue como abrir una puerta al infierno bajo sus pies. Se sintió transpirar y cuando tomó aire lo hizo de forma entrecortada, su lengua salió a lamer sus labios que se habían secado y sus dedos se enredaban entre sí a sus costados con claro nerviosismo.

No estaba preparado para volver a verlo y realmente Kaiba tampoco, porque no le dirigió ni una sola mirada.

-Pero… -se quejó Mokuba y Yudai aprovechó su momento de duda para tomarlo del brazo y comenzar a arrastrarlo hacia la sala de control.

-Vamos. ¿Qué acaso no querías participar en esto? Sé más responsable o arruinarás nuestra compañía –le dijo y con maletín en mano se dio la vuelta comenzando a alejarse.

Joey vio la espalda de Mokuba, los hombros tensos y los puños apretados a sus costados, estaba seguro de que si daba un solo paso más hacia delante escucharía el sonido de sus dientes raspar los unos con los otros.

La impotencia de Mokuba era enorme y sabía que su hermano tenía razón. Estaba enojado con Joey y quería hacérselo saber, pero tenía que obedecer a su hermano primero que nada, no porque quisiera claro.

-Bien… -dijo enojado mirando el piso y sintió como Yudai puso una mano sobre su cabeza, eso lo tranquilizó.

Joey reaccionó cuando vio que decidían marcharse.

-¡Chibi, espera! –Dio un paso adelante nuevamente y extendiendo una mano hacia él.

-¡No me llames así, Joey! Ya déjanos en paz –respondió bruscamente.

Sus palabras consiguieron herir en lo más profundo de su ser a Joey, al menos el tiempo suficiente para verlos marchar tras las puertas del lugar que los llevaría a la sala de control. Los murmullos sobre su persona entraban por un oído y salían por el otro, era consciente de cada palabra que las personas que observaron el acto comentaban, pero enseguida y sin esfuerzo las desechaba.

Se negaba a ocupar su cabeza con palabras estúpidas de gente estúpida.

Y más que nada se negaba a dejar las cosas de ese modo con Mokuba. Escuchó cómo sus amigos lo llamaban, pero aun así corrió hacia aquel lugar. Cuando vio a los chicos atravesar unas puertas con guardias de seguridad, pensó que todo había sido un completo fracaso hasta que escuchó una voz detrás.

-Está enojado contigo y creo que lo seguirá estando por bastante tiempo.

La voz grave y llena de seriedad a su espalda lo hizo estremecer y erizar los pelos pequeños de la nuca. No le era necesario darse la vuelta para saber que Kaiba era quien le estaba hablando y que prácticamente le había pasado por su lado sin notarlo, pero la tentación de verlo era demasiada como para poder ignorarla.

De manera exageradamente tímida para ser él, observó sobre su hombro; Seto estaba apoyado contra la pared y cruzado de brazos, su típica posición a la cual ya se había acostumbrado. Dudó en darse o no la vuelta, pero al fin y al cabo ya estaba allí y era incapaz de irse corriendo y fingir demencia sobre el asunto.

“Vamos Joey, te has enfrentado a peores situaciones que esta”. Pensó en un intento de animarse. Trató de recordar las primeras peleas a las que se enfrentó de niño, a su padre ebrio y violento, las momias y monstruos de sus continuas aventuras… Seto Kaiba no podía ser peor que eso, ¿o sí?

-Hola cachorro –vio asomar una pequeña sonrisa de sus labios.

+

Bien, esto es extraño. Cuando lo vi supuse que se pondría a gritarme todo aquello que probablemente, y no lo culpo, tiene guardado. Hasta quizá llegar a golpearme.

No sé qué he hecho con Seto Kaiba.

-¿Hola? -Mi voz en mis oídos se escuchó horrorosa, apretada diría yo.

Sentí mi valor encogerse de tamaño cuando comenzó a acercarse a mí, y presumiendo de sus largas piernas no fue más de cuestión de dos pasos para estar frete a frente. Aguante las ganas de sonreír cuando sus dedos contornearon mi rostro; desde las sienes bajando por mi mejilla hasta la barbilla.

-¿Por qué tiene que ser de este modo? –Preguntó en casi un susurro. Miré hacia los costados tentativamente, no había nadie.

-Es la mejor forma, no todo el mundo piensa igual sobre lo que nosotros hacemos.

-A mí me gusta lo que hacemos. Y a ti también –yo no puedo negar lo que él dice y menos si me mira de esa forma.

Por los Dioses, tener sexo con él era…

Pero…

¿Por qué está de ese modo? ¿Por qué no solo se enoja y patea mi hermoso trasero? Que me aleje de su vida como hizo su hermano tan solo minutos atrás. ¿Por qué está tan tranquilo?

-Te busque, fui a tu departamento y nunca me permitiste hablar contigo –la vergüenza me atacó al recordar las veces en las que hice mentir a Serenity sobre mi ausencia-. Te llamé trecientas veces y te escribí todos los días a cada hora. ¿Por qué eso no es suficiente para ti?

-¿Para mí? -¿Suficiente? No, eso era el maldito paraíso para mí. Despertar cada día con un mensaje suyo y cinco llamadas perdidas. Era veinte veces más de lo que me merecía, esto no se trata de convencerme a mí-. Seto, escucha…

-No quiero escuchar como terminas conmigo de nuevo –vi su rostro notablemente afligido antes de volver a ser como es realmente en cuestión de segundos, pero no puedo mentir sobre que eso no me rompió aún más el corazón.

 Su pulgar rozó mi labio inferior y no pude evitar un suspiro, esto es peligroso. Sacudí mi cabeza, en parte para hacer que me soltara y por otra parte para alejar ideas estúpidas sobre corresponderle.

Fui literalmente salvado por la campana cuando empezaron a llamar a los competidores por los alta voces. Casi  había sido eliminado una vez por llegar tarde a un campeonato organizado por el idiota que tengo enfrente, dos veces no se repetiría.

-Me voy.

Sentí un pinchazo de decepción combinado con una sensación de alivio al ver que no trataba de detenerme, en el fondo sé que quiero que me detenga. Maldito Seto Kaiba. Maldita toda la gente se interpuso en nuestra relación.

¿Por qué no viene por mí? ¿Por qué no me persigue?

¡Idiota! ¿Por qué en las películas de Serenity siempre termina persiguiendo y deteniendo un protagonista a otro? Si aparece en las películas tendría que suceder también en la vida real, ¿no es cierto?

-Perro –fue lo último que lo escuché decir.

Pero no trató de detenerme y decidí correr, eso aliviaba mis nervios.

+

Yami caminaba por los pasillos a encontrarse con sus amigos, quería observar los Duelos de Monstruos en vivo, los disfrutaba más que cualquier cosa. Adoraba los juegos.

Cuando los vio le recorrió la emoción al recordar aquellas veces en las que luchaba junto a Yugi. Yugi se veía emocionado mientras festejaba la victoria reciente de Ryou y se emocionó más al sentir un par de brazos conocidos envolver su cintura y un cálido aliento chocar contra su mejilla.

-Yami -susurró Yugi y su cara absorbió un poco de color al saber que había gente que podría estar mirándolo.

-¿Cómo está mi rey? –le respondió en broma mientras acomodaba la corona que Yugi tenía sobre su cabeza.

-Te recuerdo que el único rey aquí eres tú, faraón –Yugi le sonrió recordándole su antiguo puesto.

-Entonces eso te hace mi princesa –Yami le susurró en el oído.

Yugi se sonrojó a más no poder y lo alejó de sí dándole un empujón en el pecho suavemente. Esto provocó una gran carcajada de parte de Yami y Yugi resopló  fastidiado, pero en el fondo se le revolvían las mariposas en el estómago.

 Minutos más tarde, cuando anunciaron la próxima pareja que se enfrentaría en Duelo de Monstruos todos quedaron callados. Kaiba y Joey se enfrentarían. Las tribunas comenzaron a murmurar.

-Suerte –le desearon en conjunto a Joey.

Estaba comenzando a creer que el mundo conspiraba en su contra. ¿Qué era esto? Primero todo el mundo se enteraban de su mayor secreto de la peor manera posible y ahora un estadio lleno de personas estaban cuchicheando sobre este.

-Tú puedes contra él –le animó Yugi y obtuvo una pequeña y simple sonrisa de Joey-. Ignora a esa gente, la mayoría está acá para verte en un duelo no para obtener un chisme.

-Eso no es lo que parece –dijo Joey mirando a los alrededores mientras acomodaba bien su nuevo disco de duelo en su brazo. Caminó hacia Yugi y quitó su corona de su cabeza con una sonrisa-. Disfrútala porque te la robaré.

-Oye –se quejó Yugi y pegó un salto para tratar de tomarla de la mano de Joey, pero claro… su altura lo traicionó y solo provocó la risa de sus amigos, hizo un puchero adorable-. Que malos son…

Yami se la arrebató de la mano a Joey cuando vio la carita de su hikari y la volvió a colocar en su lugar destinado obteniendo una hermosa sonrisa como recompensa.

-Ya ve o te descalificarán.

Joey asintió sintiéndose ahora menos nervioso sabiendo que tenía el apoyo de sus amigos con él. Cuando subió a la arena y vio a Kaiba del otro lado trató de olvidarse por completo de aquello que habían tenido y se concentró en afirmar que él ahora era su oponente.

Su duelo parecía no tener fin, pero aun así Kaiba le llevaba la delantera a Joey y este al menos podía volver a afirmar que le estaba haciendo transpirar. De todas formas a nadie se le escapan las sonrisas y miradas que Seto Kaiba le dedicaba a Joey y a este le enojaba el saber que esto lo ponía nervioso y lo llevaba a cometer errores pequeños.

Y pensar que el año anterior él mismo había utilizado la tensión sexual entre ellos a su favor… ahora se lo estaban devolviendo. ¿Contaba esto como robo de estrategia?

-¡Joey! –gritaron los hikaris cuando el nombrado voló por los aires hasta el borde de la arena debido a una explosión de un Dragón Blanco de Ojos Azules, que destruyó el último monstruo en el campo de Joey.

Seto se enojó consigo mismo cuando vio lo que su preciada carta y vieja compañera le produjo a su… ¿cómo debía llamarlo? ¿Su amado? No, sonaba ridículo. Su cachorro. Y más aún cuando vio que este no se levantaba del piso.

El golpe había sido fuerte en la cabeza de Joey y temía que este se hubiese desmayado. La sangre se le heló y el pánico le recorrió el cuerpo, en vez de festejar por obtener más delantera estaba sufriendo frente a un público que lo estaba notando claramente. Dio un par de pasos adelante que era el inicio de su plan de correr inmediatamente a su lado, pero una voz en los alta voces lo detuvo.

-Si sales de tu línea perderás el duelo –la voz de Yami retumbó en su cabeza recordándole una de las reglas; cada duelista tenía su lado de la arena y solo podían cruzarlo si las cartas se lo requerían. Se quedó dónde estaba.

-¡Yami! –Se quejó Yugi al escuchar lo que Yami decía por el micrófono que hasta hacía segundos estaba apagado contra su mejilla-. Joey…

-Tranquilo, él está bien, mira –le respondió señalando a Joey que se estaba levantando del piso aturdido.

Seto suspiró de alivio y sin intención esto se escuchó en todo el lugar ya que retumbó por su micrófono, de todas formas no le importó pero si provocó un montón de susurros y muchos festejos y gritos de aquellos que aprobaban su relación. Se enojó consigo mismo al ver cuando Joey pasó un par de dedos bajo su nariz y observó en ellos sangre, su mala suerte hoy era tal que cayó de cara contra el piso, era probable que luego le saliese otro machucón más.

-Lo siento –soltó sin vergüenza y tanto Joey como prácticamente TODA la audiencia quedaron sorprendidos.

-N-no importa –respondió con miedo Joey. ¿Quién era él y qué había hecho con su Seto?

El duelo continuó y al fin Joey pudo poner en la arena a su Dragón Negro de Ojos Rojos, no lograba llegar a la delantera de todas maneras, Kaiba lo sacaba de su pedestal cada dos por tres  y eso lo hacía rabiar. Al final solo se reía y burlaba de él además de lazarle una que otra indirecta.

-Te encanta hacerme enojar, ¿verdad? Ya verás engreído –le dijo mientras lo señalaba. ¿Qué era esa actitud de dedicarle sonrisas todo el tiempo? Lo ponía de los nervios.

-Es cierto, me gustas cuando te enojas –Kaiba le guiñó un ojo y los colores subieron a la cara enojada de Joey mientras su cabeza se llenaba de silbidos soltados por la gente.

Joey estaba que hervía, esto era como si estuvieran mostrando su relación en público. Se suponía que él debía de fingir que no había pasado nada entre ellos para así poder seguir con su vida. Había estado sufriendo lejos de él para que la persona que menos esperaba que fuera la más importante para él, pudiese ser feliz y ahora todo se iba por la borda porque él se había puesto simpático por primera vez en su vida.

Llevó su mano libre a su micrófono y lo apagó a la vez que lo elevaba para que no quedase frente por frente a sus labios. A continuación caminó hacia el frente y frenó en el límite de la mitad de la arena. Kaiba lo miró sorprendido pero entendió y lo imitó, apagó su micrófono y se paró con toda su estatura y hermosura frente a Joey, que gracias a su enojo no le fallaron las piernas por tenerlo tan cerca.

-Oye Yami, ¿eso se puede hacer? –Preguntó Tristán, se suponía que como no era duelista no podía estar allí pero después de todo era uno de los mejores amigos del Rey.

-No estoy seguro, pero si Pegasus no hizo nada, es porque no hay problema. De todas formas el duelo debe continuar, así que…  -Yami encendió su micrófono para volver a pedirles que cada uno vuelva a su lugar, pero Yugi lo detuvo.

-No. Déjalos que hablen –le dijo Yugi.

Yugi había aprendido últimamente que la comunicación era todo en una relación, en cualquier tipo de relación; sabía que el motivo principal por el cual su relación con Joey no hubiese logrado durar un poco más era porque su comunicación se veía continuamente interrumpida, él problema que mantuvo con Yami hasta hacía poco también se debía a ello. Si hubiera hablado con Yami antes, no habrían pasado tanto tiempo separados.

Estaba más que seguro que lo que Kaiba y Joey necesitaban era hablar, lo hicieran en privado o en frente de cientos, miles de personas y cámaras. El amor de todas formas, no tiene que ser algo que se tenga que ocultar tras las puertas de una casa, tiene que ser expresado libremente. La determinación en sus creencias se reflejaban en los ojos de Yugi y Yami no dudó en hacerle caso. Todos pronto volvieron a prestar atención a la conversación muda que se llevaba a cabo en la arena. 

-¿Qué estás tratando de hacer? –Cuestionó enojado Joey.

-¿Yo? –Preguntó inocentemente Kaiba haciéndose el desentendido mientras evitaba su mirada en su típica pose, Joey dejó salir un ruido molesto-. Nada.

-¿Nada? ¡No dejas de… lanzarme sonrisas y cosas lindas! –se quejó y eso hizo sonreír a Seto, no por maldad sino porque hubiese reconocido que lo que le decía era algo lindo.  

-¿Por qué no puedo hacerlo? Me gusta decirte “cosas lindas” –le dijo mientras acariciaba su mejilla con uno de sus dedos con un poco de miedo de que su cachorro se lo mordiera de rabia.

-¿Qué pasa contigo? ¿Por qué estás actuando de esta forma? –La piel de Seto se sentía demasiado bien contra la suya como para apartarla, por más que sabía que debía hacerlo y se condenó cuando tomó la iniciativa de mirarlo a los ojos. Suavemente continuó diciendo-. Me aparté de ti, para que puedas seguir con tu vida como antes y ahora vienes y haces esto. La gente va a pensar que estamos en algo y entonces eso va a afectar tus negocios, no desperdicies todo lo que tanto te ha costado construir por alguien como yo.

-¿Otra vez con eso cachorro? No me importa perder todo lo que hice en mi vida si eso significa que estarás en ella –le dijo ahora si firme. Ver los ojos azules de Seto en tal esplendor hizo estremecer cada músculo y pelo de Joey y tuvo que respirar hondo varias veces para que sus ojos no se llenaran de lágrimas.

-No seas tonto, no valgo la pena –le dijo y observó como Kaiba negaba con la cabeza una y otra vez-. Y además lo arruiné con tu hermano también, y contigo.

-Lo podremos arreglar, cachorro. Pero no voy a parar de correr detrás de ti, así que mi sexualidad no será un secreto para nadie, no me interesa que lo sea y no estoy dispuesto tampoco a que tú seas un secreto. ¿Qué acaso me dirás que no me amas? Porque yo lo hago–tomó con sus dos manos su rostro y notó como las lágrimas se acumulaban en los ojos melados.

-Estás loco. Te amo, pero tienes que seguir adelante sin mí –Joey dijo para finalizar.

Golpeó suavemente ambas manos de Kaiba alejándolo de su rostro entre un lamento interno y entonces se dio vuelta para volver a su lado de la arena, solo quería terminar con este duelo. Sintiendo como la felicidad y el ánimo se escapaba de su cuerpo cuando comenzó a caminar en dirección contraria.

-Kaiba si abandonas tu lado serás descalificado, ya se te advirtió –la voz de Pegasus se escuchó.

Antes de siquiera darse cuenta su Dragón Negro desapareció así como las dos cartas que tenía boca abajo, el juego había finalizado. Joey lo entendió enseguida y antes de que pudiese darse vuelta a ver, alguien tomó su mano y cinchó.

El impulso lo llevó a chocar contra un pecho de frente, el olor a deliciosa colonia lo golpeó de inmediato. Una mano acunó su mejilla derecha haciéndolo levantar el rostro, un par de labios conocidos le volvieron a dar la bienvenida. Sus ojos sorprendidos solo llegaron a ver un par de ojos cerrados con largas pestañas, pronto el también cerró los suyos y sus brazos automáticamente fueron al cuello de Seto mientras que este lo abrazaba fuertemente por la cintura.

-¡Oh por Ra! ¡Lo besó! ¡Se están besando! -Gritó con emoción Malik mientras sacudía con fuerza a un Marik ya mareado por la camisa.

Akefia y Tristán se pusieron a silbar en festejo al igual que la mayoría del público. Seto Kaiba había abandonado un duelo y había besado a la persona que juraba que odiaba en medio de millones de personas y este le estaba correspondiendo.

-Lo hicieron –suspiró de alivio Yugi con una sonrisa.

-¿Te sientes bien al verlos juntos? Después de todo Joey y tú estuvieron tiempo juntos –preguntó Yami volviendo a enredar los brazos en su cintura, le encantaba hacer eso y esta vez Yugi se dejó hacer colocando sus manos sobre las suyas en su vientre.

-Sí, hacen una linda pareja. Son tal para cual –respondió aún más feliz viendo cómo se seguían besando.

Sabía que ya sería su turno de encontrar el verdadero amor y era probable que estuviese más cerca de lo que pensaba, descansó su cabeza en el hombro de Yami. Mientras tanto vería feliz las relaciones que tenían sus amigos.

El beso que Seto le dio a Joey había sido espectacular, digno de novela de romance y fotografiado y grabado por todos. Habían recibido también un montón de aplausos y festejos de la gente que los hicieron sonrojar cuando se separaron. Joey estaba segurísimo de que ese había sido el beso más Delicioso y Excitante que había recibido en su vida.

-¿Te das cuenta de que perdiste el duelo, verdad? –se burló Joey, pero Seto solo sonrió asintiendo.

-Lo sé. ¿Te das cuenta de que no podrás alejarte de mí después de esto, verdad? –le dijo del mismo modo y volvió a besarlo, pero esta vez un simple pico en la boca y en la nariz y en la frente. Joey negó con la cabeza riendo.

-Acabas de firmar tu sentencia –le dijo mientras recibía ahora besos en cada mejilla, él solo disfrutaba con los ojos cerrados. Ahora era muy tarde para tratar de convencer a las personas de que no estaban saliendo.

-Lo sé, mira que tener que tenerte a mi lado durante el resto de mi vida luce agotador –se rió Kaiba.

-Oye, no me refería a eso –aun así también se rió. Esperó a que dejara de llenarlo de besos y entonces lo miró a los ojos y tomando aire preguntó-. ¿Quieres salir conmigo? Digo… en algo de verdad, una relación, ya sabes; citas, besarnos apasionadamente, contárselo a todos y presumirlo en redes sociales, sexo.

-No –respondió cortante Kaiba.

-¡¿Qué?! Hace cinco minutos estabas… -se quejó enojado Joey sin saber realmente que hacer, no se esperaba esa respuesta.

-Era una broma, claro que quiero salir contigo, en citas, besarnos, presumirlo y tener sexo, mucho sexo sobre todo –Seto volvió a besarlo haciéndole subir los colores al rostro a Joey y realmente había conseguido excitarlo.

-¿Y a ti que te picó que estás tan chistoso hoy? –le preguntó un poco enojado todavía.

-Apuesto a que se me pegó por pasar tanto tiempo contigo –Joey tuvo que darle mentalmente la razón. 

-Yo no quisiera interrumpir, pero los duelos deben de continuar. Creo que es hora de terminar con toda esta telenovela y seguirla en otro lugar –la voz de Yami volvió a alzarse sobre todo el sitio.

Joey se rio al darse cuenta de la escena que habían hecho, estaban prácticamente en el medio de un montón de personas que veían cada movimiento que hacían, no pudo evitar pensar en que en medio del beso apasionado había sentido una mano apretar una de sus pompis. Esperaba que nadie haya visto eso, pero apuesto a que lo habían hecho.

Tomó la mano de Seto y jaló de él para bajar de ese lugar, tomados de la mano corrieron lejos de la multitud hasta que lograron esconderse en un pasillo en el cual comenzaron a besarse antes de lo que ambos pensaban.

Un gemido salió de la boca de Joey cuando Seto le besó el cuello mientras bajaba sus manos de la cintura ajena hacia su trasero donde dio un apretón hambriento y siguió hasta llegar a la parte posterior de sus muslos y así poder levantarlo. Joey envolvió ambas piernas al su alrededor mientras se sostenía de su cuello sin parar de besarse, Seto no había demorado nada en inundar su boca con su lengua.

Joey se derretía cada vez que esos labios y esa lengua hacían su magia.

-Perderás si no vuelves, te descalificarán –le advirtió Seto. Después de todo para él ya era imposible ganar, pero Joey tenía una oportunidad.

-No me interesa, que nos descalifiquen a ambos.

Joey se sorprendió al darse cuenta de que Seto estaba caminando con él, en vez de quedarse contra la pared para besarse.

-¿A dónde vamos? –le preguntó entre jadeos.

-Ya verás –le respondió y soltó uno de sus muslos para llamar al elevador.

-¿Puedes bajarme? Me estoy acalambrando –dijo riéndose y Kaiba lo bajo.

Por suerte el elevador estaba vacío porque si no hubiese sido incómodo, si tomaban en cuenta sus cabellos desordenados, sus labios hinchados y rojos y más que nada la situación de ambos entre sus piernas. Doble suerte fue también que nadie más subiera después de ellos o se habría encontrado con una situación que no se transformó en sexo solo porque el viaje era muy corto.

Luego de salir del ascensor y dar solo un par de pasos más Joey se encontró con la hermosa vista de la nave con forma de Dragón Blanco de Ojos Azules de Kaiba. Jamás se había subido y debía admitir que le emocionaba como el infierno hacerlo. Se sorprendió al darse cuenta de que era más grande de lo que pensaba por dentro. Tomó el asiento que estaba detrás de Seto y este le ayudó a abrochar el complicado cinturón y terminó dándole un pico antes de tomar su posición.

-Te ves tan sexy –le halagó Joey mientras escuchaba y prestaba atención a todo lo que él hacía. Él no lo vio, pero Kaiba soltó la sonrisa más feliz de su vida.

-¿A dónde quieres ir cachorro? –Le preguntó una vez que estuvieron en el aire-. ¿China, Corea, América?

-¿Por qué tan lejos? Por qué no vamos a Tokio o Okinawa, siempre quise ver sus playas –se le ocurrió a Joey mientras desabrochaba su cinturón de seguridad y se sentó tranquilamente en el regazo de Seto.

Se puso a dejarle besos en su cuello.

-Velo de esta forma, contra más lejos más tiempo podremos ponernos al día aquí. Pero ya que quieres ir a la playa, te llevaré allí y podremos seguir en medio de la arena. ¿Te parece bien? –Le preguntó luego de colocar el piloto automático.

-Me parece perfecto –respondió.

Le ayudó a desabrochar su cinturón y enseguida cambió de posición sentándose a horcajadas y volvió a besar su cuello mientras él masajeaba su culo con ambas manos.

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Tea había tomado un subte hasta la mansión de Atemu, hoy era el día del torneo más importante de todos así que sabía que no habría nadie allí, nadie que pudiese detener a esa persona que estaba apoderándose de su cuerpo día tras día y de la cual no podía deshacerse.

No estaba muy segura de qué era lo que esa persona quería buscar en ese lugar, pero ella no podría detener lo que sucedería, no tenía ni un mínimo control sobre sí misma, era como si viera todo lo que sucedía a través de un vidrio.

Tocó el timbre en la puerta y le abrió el mismo señor de siempre, quien la miró extrañado.

 -Señorita Gardner, ¿qué hace aquí? Ya todos se marcharon –le dijo.

-Sí, lo sé. Olvidé una cosa aquí el otro día así que Yami me dijo que podía venir a buscarlo –le dedicó una sonrisa dulce y el hombre asintió con comprensión.

-Entiendo, permítame ir a buscarlo yo mismo –dijo el hombre dándose la vuelta al interior.

-¡No! –dijo bruscamente y el hombre la miró sorprendido-. Digo… serán solo cinco minutos, yo misma iré, usted puede seguir con su trabajo. Regreso enseguida.

Tea se abrió paso entre la puerta semi abierta y el hombre, corriendo escalones arriba, en su mente resonaban  frases enojadas contra el hombre producidas por la otra persona. Si el hombre se hubiese negado, todo se podría haber ido por la borda.

Asegurándose de que nadie la veía se metió al cuarto que sabía que era de Yami, lo que buscaba era fácil de hallar. Yami había colocada tanto su corona como la de su padre en una repisa, rindiendo homenaje a la sangre que corría por sus venas. Se paró frente por frente a ellas, eran hermosas pero no eran su verdadero objetivo. Estiró la mano con el objetivo de llegar a lo que se encontraba en el medio de ambas, una baraja de cartas.

-Con esto podré salvarlos a todos –salió por la boca de Tea.

Cuando colocó la mano sobre la baraja, un ardor recorrió desde las yemas de sus dedos hasta su codo como si fuera corriente eléctrica que le quemaba cada una de las células de su piel. Aguantó soltar un aullido.

Tea volvió en sí y vio frente a ella nuevamente el cuerpo de esa persona, últimamente había estado recuperándose, le quedaba poco para tener un cuerpo sano. Pero ahora un montón de rayos rodeaban su cuerpo quemándola y los pedazos de su cuerpo volvieron a quemarse. Hasta Tea que no sabía nada de magia y que tirada en el suelo lloraba sosteniendo su brazo dolido, se daba cuenta de que ahora estaba peor que antes. Cuando el hechizo paró Tea llegó a pensar que era libre y hasta que quizá esa persona había muerto al verla flotar sin hacer un movimiento o ruido. Se paró manteniendo su brazo contra su pecho, dispuesta a salir corriendo y advertirle al faraón de lo que estaba sucediendo.

-¿A dónde vas, amiga? –Cuando Tea la miró vio que tenía una sonrisa en la cara, le parecía terrorífica.

-No vas a lograr lo que quieres –se animó a decirle Tea.

-Esto no es más que un inconveniente, la guerra apenas está empezando, puede esperar un poco más por mí. De todas formas triunfaré una vez que obtenga ese mazo de cartas, el faraón fue muy cuidadoso al custodiarlas teniendo en cuenta que no hay nadie en este tiempo que las desee –dijo restando importancia al hecho de que su fuerza se había claramente debilitado.

-¿Qué guerra? –Preguntó sin entender Tea.

-Ya te contaré. Ahora ni creas que porque volví a estar débil podrás escaparte, te necesito más que nunca amiga mía. Al menos hasta que pueda conseguir ese mazo y convocar al Leviatán.

-¡No! ¡Por favor! –rogó Tea.

Antes de poder prepararse una persona ajena volvía a controlar su cuerpo. Todavía seguía sintiendo el palpitar de dolor en su brazo. Lo primero que hizo después de eso fue ir a la oficina de Yami dónde sabía que este controlaba todas las cámaras de seguridad que se hallaban en la mansión  y borró su rastro en el día de hoy, no era algo que tuviese planeado realmente ya que no pensaba que el faraón tuviese  hechizos protectores controlando un mazo de cartas. Ya a causa de hacer esto el molesto mayordomo la descubrió y antes de que pudiese pedir una explicación utilizó un hechizo para borrar todo rastro de su presencia también de esa mente.

Salió de la mansión tranquilamente pensando en que nadie la habría visto, pero una cocinera que venía de hacer las compras y entraba por la puerta de atrás alcanzó a verla irse.

+

 Luego de que Joey y Kaiba se fueran, como un novio escapando de un matrimonio con su amante en una película, todo se descontroló un poco. Digamos que costó que la gente volviera al ambiente de antes, ya todos se habían olvidado del motivo por el cual habían venido hoy.

Yami tuvo que volver a la sala de control luego de que hicieran un corte y Yugi lo acompañó, Yami no sabía si sentirse bien por sus amigos que lograron consolidar su relación o matarlos cuando los viera por armar tal escándalo.

-¿Quién iba a pensar que Kaiba llegaría a ese punto, no? –comentó Duke una vez que todos los duelos volvieron a comenzar.

-Mi hermano hace lo que sea necesario para obtener lo que quiere –dijo Mokuba apareciendo de la nada junto a su amigo.

Se veía un poco molesto, seguía muy enojado con Joey y sabía que tendrían que hablar lo más pronto posible y además también estaba un poco molesto con su hermano; por un lado por rebajarse a tal nivel con el solo objetivo de poder salir con Joey y segundo por irse creando un alboroto y dejándolo solo para solucionarlo

-Al menos consiguió su objetivo. Quedan bien juntos –apoyó Yugi a su amigo.

-Yo no digo que no lo sean –aportó Mokuba, la verdad era que siempre le había gustado que Joey y su hermano estuviesen en algo, adoraba a Joey, estaba seguro de que no había alguien mejor que él para su hermano.

A Yugi le encantaba ver como Yami mandaba a las personas, él realmente tenía un talento natural para comandar, había nacido para ser un líder. Se preguntó cómo sería cuando era faraón, pero pronto la piel se le puso de gallina al recordar el sueño que tuvo sobre Yami y lo cruel que era en un pasado que su imaginación había creado.

Todavía no entendía por qué su subconsciente había creado tal cosa y por qué se había sentido tan real. Alejó su mente de ese pensamiento y volvió a admirar la figura de Yami. Últimamente se sentía tan atraído por él, físico y mentalmente; siempre estaba pensando en él y cuando no lo tenía cerca, lo quería cerca y cuando lo tenía cerca no le era suficiente, lo quería aún más cerca.

-¿Yami? –Yugi se paró de inmediato al ver como Yami se apoyaba en una silla mientras tomaba su cabeza por las sienes, sus ojos fuertemente apretados-. ¿Qué es lo que sucede?

-Alguien entró en mi habitación, es una sensación extraña, creo que una de las barreras protectoras se rompió. ¿Quién diablos fue? –Explicó tapando con su mano el ojo de Anubis que apareció en su frente.

-¿Por qué no llamas a la mansión? –Aconsejó Yugi.

-Yami, tenemos un problema –apareció de repente Duke soltando una historia larguísima contada en dos segundos sobre lo que había pasado.

-Llamare más tarde, de todas formas todo sigue en el lugar, solo debe ser un fallo y nadie en la mansión podría reconocer un hechizo protector, no vale la pena –Yami restó importancia al tema y siguió a Duke.

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La finalización de Agosto había sido un poco deprimente, las cortas vacaciones de verano se habían terminado y ya tenían que volver nuevamente a los estudios. Sobretodo ya era hora de separarse.

El último día de ese mes Yami y Marik partieron hacia Tokio en auto para llevar en el a Yugi y Malik, de este modo asegurarse de que no pasarían de nuevo por creer que uno de ellos estaba muerto o apunto de estarlo. La despedida de los dos hikaris con Ryou fue la más triste de todas, estaban separando temporalmente una hermosa amistad.

Por otro lado Ryou sentía que cada pedacito de su corazón se estaba yendo, dos se iban con sus amigos y otro gran pedazo se iba en un avión a Corea con Akefia ese mismo día también. Trataba de no pensar en el hecho de que se sentiría bastante solo.

Mientras tanto Duke estaba en su casa tratando de cerrar una de sus valijas, quería llevarse tantas cosas que cuando quiso acordar esta ya no cerraba.

-Déjame ayudarte –le ofreció Tristán que había tranquilamente terminado con el resto del equipaje de Duke.

-Si, por favor –rogó Duke sentado sobre la valija, Tristán la cerró teniendo que hacer un poco de esfuerzo.

Cuando se enderezó Duke aún seguía allí sentado y eso hacía que sus vistas quedaran frente por frente. Tristán no podía creer que ese día sería la última vez que vería ese par de ojos verdes brillantes y sería la última vez que escucharía esos comentarios ególatras en vivo y en directo saliendo de su boca.

-¿Enserio no puedes volver antes de navidad? –Dejó salir de sus labios.

-¿Todavía no me fui y ya quieres que vuelva? Tendrás que acostumbrarte a vivir sin mí, sé que será duro, pero pensaré en ti todos los días –le dijo entre ser dulce y ser bromista.

-Eres un idiota, ya deja de bromear –se quejó Tristán y tiró de su coleta haciendo reír a Duke.

-¿Quién dijo que era una broma? –Tomó a Tristán por el cuello de la camisa y lo acercó hacia si hasta que sus labios estaban casi que rozándose-. Pensaré en ti cada día desde hoy, lo juro.

Duke lo beso suavemente, era el último día que se verían en meses y  bueno… hacía prácticamente meses que no obtenía nada de él, si quiera un simple beso. Tristán no le correspondió en un principio, más bien estaba estático, congelado, como si ese fuera el primer beso que recibía. Duke lo tomó por el cuello, envolviendo un brazo allí y su mano libre tomó en un puño su cabello.

Profundizó el beso y antes de tener que pensar en rogar, se vio correspondido de manera salvaje, tal y como Tristán sabía que le gustaba. La boca de Duke se inundó por una lengua juguetona que le hizo soltar un gemido de placer y los encendió a ambos.  Antes de darse cuenta ambos rodaban por la cama sin sábanas sin dejarse de besar.

-¿Qué haces? –Preguntó Duke que acostado encima de Tristán sentía como este tiraba de su coleta en su cabello.

-No dejes que nadie en América te vea de este modo –respondió mientras sacudía su cabello negro para que abandonara la forma y quedase libre sobre el rostro. Duke había olvidado que siempre hacía eso cuando estaban juntos.

-Está bien –afirmó y bajó su rostro para besarse nuevamente.

Tristán se encontraba ahogado en un mar de confusión; hacía meses que Duke y él no se traían algo entre ellos, lo único que solía haber entre ellos eran un montón de discusiones y peleas por la hermana de Joey. ¡Serenity! Su mente se inundó del recuerdo de la chica que le gustaba y cuando sintió la mano de Duke bajar por si vientre y descansar sobre su entrepierna, se dio cuenta que debía poner un alto a la situación.

Con brusquedad tomó la mano de Duke alejándola de sí y esto provocó un susto inesperado en el pelinegro. Tristán se sentó en la cama provocando que Duke primero quedase a horcajadas sobre él, pero cuando tuvo la intención de pararse, a él no le quedó de otra que hacer lo mismo.

 -Esto no está bien, Serenity y yo… -comenzó Tristán.

Cuando buscó la mirada de Duke este miraba hacia otro lado con fastidio. Duke tenía que admitir que Tristán estaba ganando esa guerra ridícula sobre Serenity y eso le enojaba, últimamente pasaban mucho tiempo juntos y ellos pasaban cada vez menos. Y ni hablemos del hecho de que no se verían por meses.

-Como sea –dijo simplemente.

 Duke sin mirarlo tomó su mano y sacó de la muñeca de Tristán la bandita de pelo negro que había sacado de su cabello, se dio la vuelta y comenzó a atarse de nuevo el cabello de su modo usual mientras caminaba hasta su maleta. La tomó de arriba de la cama y la colocó en el piso, elevó la manija y comenzó a arrastrarla, en el camino tomó la otra y así salió de la habitación.

Tristán se sentó con rabia en la cama tirando de sus cabellos, no sabía por qué sentía como si lo que había hecho fuera incorrecto, como si hubiese cometido un error. La imagen de Duke marchándose con las maletas le sabia amargo. Al final solo se levantó con pesar con la intención de disculparse, pero cuando llegó a la sala Duke lo ignoró y en cuestión de minutos un taxi había venido a recogerlos para llevarlos al aeropuerto.

El viaje se les hizo completamente incómodo a ambos; Tristán no estaba seguro de qué había hecho mal, después de todo Duke ya sabía sobre su situación con Serenity así que no tendría por qué alborotarse al recordárselo y por otro lado Duke sentía cómo su corazón nuevamente se rompía en pedazos y un ardor en los ojos que amenazaba con llenarlos de lágrimas.

Duke no dejó que lo ayudara con las dos enormes maletas, por más que le pesaban horrible, siguió firme con Tristán pisándole los talones.

-Te extrañaré –le dijo Ryou a Akefia mientras lo abrazaba. Hoy partiría lejos por un mes completo.

-Y yo a ti.

Duke se quedó viendo como Akefia y Ryou compartían un romántico beso de despedida, como su amigo se sonrojaba y enterraba su rostro en el pecho de su chico.

Se moría de envidia.

¡No tenía palabras para expresar la sensación de envidia que lo llenaba!

Sentía hasta ganas de llorar a manera de demostrar lo enojado que estaba con la vida por no darle a él también una escena tan romántica. Y así los vio marchar a ambos quedándose solo esperando por su avión que lo llevaría de vuelta a casa con su familia.

-Duke –lo llamó Tristán, pero el nombrado lo ignoró-. ¡Duke!

-¿Qué quieres? –Le dijo bruscamente dándose la vuelta y encarándolo.

-¿Puedes dejar de estar enojado? –Le reclamó-. No te entiendo. Realmente lo siento si estás celoso de mí por haber conseguido llevarte la delantera con Serenity, pero tienes que entender y respetar mi decisión, no ponerte celoso y tratar de coquetearme para que lo arruine con ella, porque eso no va a pasar.

-¡¿Qué?! ¿Crees que estoy celoso de ti? –Tristán asintió y Duke se sintió arder en cólera, su cara se puso roja del enojo y sus manos temblaban en puños-. ¡No estoy celoso de ti! ¡Estoy celoso de ella! ¡Idiota!

La sensación de sacarse un peso de encima lo inundó, su idea de confesarse en medio de un aeropuerto lleno de gente no había pasado jamás por su mente, pero ya lo había hecho y no había marcha atrás. Se sintió avergonzado a más no poder cuando vio a la gente mirándolos y susurrando y cuando vio las mejillas de Tristán tomar un poco de color rojo.

Se dio la vuelta dispuesto a irse y dio par de pasos antes de sentir que lo detenía por la muñeca, la emoción lo inundó y miró hacia atrás para ver a Tristán pálido y escuchar lo que tenía que decir. Pero de su boca no salía palabra alguna.

-¿Qué? –preguntó agotado de esperar y no pudo dejar salir su voz exasperada.

-Yo… yo… -Duke esperó, pero no tardó en darse cuenta de que no saldría nada de esa boca, se sintió completamente decepcionado.

-¿Sabes una cosa? ¡Esto de detenerme y no decir nada se te está haciendo una muy mala costumbre! Adiós Tristán.

Duke se marchó ese día, más triste y decepcionado que nunca, sin poder escuchar una sola palabra coherente salir de la boca de Tristán, el cual quedó destruido al darse cuenta de lo idiota que había sido y que ahora estaba confundido como nadie.

  

Notas finales:

Les gusto?

Dios quería escribir tanto este cap! Muchas de estas escenas me habían inspirado a escribir toda la historia. No se por qué se me había ocurrido lo de la posible muerte de Malik que diera lugar a consolidar su relación, pero desde que se me ocurrió sabía que tenía que tomarla.

Creo que el Kaibax Joey siempre inspira a mucha gente por la personalidad de ambos personajes y yo no soy la exepción, definitivamente quería algo bien romanticón para ambos y que sea Joey quien pidera salir. ¿Por qué? No sé. Supongo que aburre eso de que el seme tiene que pedir o en una relación heterosexual, el hombre. Por eso también Ryou tomó la delantera.

Por último he de admitir que mi intención no era escribir sobre Tristán y Duke como pareja en este fanfic, hasta que un día ¡boom! Se me ocurrió esa escena: ¡Estoy celoso de ella y no de ti! Y por ahí comenzó toda mi inspiración con esta  pareja que prácticamente me facinó al punto de darle casi capítulos enteros, y habiendo tan pocas cosas sobre ellos quería darles lo más posible de ellos dos. Así que siendo el motivo por el cual comenzó todo entre ellos, estaba muy emocionada por al fin ecribirlo.

En cuanto a que el capítulo es muuuy largo: ¡Lo siento! Juro que trato de hacerlos más cortos pero no puedo, me inspiro y cuando quiero acordar escribí en nueve páginas lo que quería escibir en tres. todavía no me decido entre si es algo bueno o algo malo.

Beno, espero que les haya gustado!

Nos vemos en el próximo cap!


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