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El regreso por Bloomx

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Notas del capitulo:

YU-GI-OH no me pertenece, yo solo utilizo sus personajes para crear nuevas historias.

Este cap es mucho más largo así que espero que lo disfruten porque me divertí mucho escribiéndolo.

 

Me gustaban las clases.

Al ver a mi profesor Nicolás pensé que era una broma, demasiado viejo para dar una carrera como esta, más que nada demasiado serio. Pero como no, las apariencias engañan. Debía enseñarme hasta literatura e historia del arte, pero cuando hablaba de la música y el teatro era sorprendente.

Me hablaba en inglés, venía de Inglaterra y quisiera o no eso me gustaba debido a que pasé muchos años con Ryou allí. Me escuchó tocar los instrumentos que me gustaban, los cuales eran piano, guitarra y la flauta que aprendí en prisión, los otros con mi hikari. Me siento orgulloso de que le gustara, últimamente tengo emociones extrañas.

-Siempre digo que las personas que cierran los ojos y sonríen es porque les apasiona lo que hacen –me dijo mientras tocaba con mis dedos suavemente las teclas blancas y negras del piano-. ¿Qué es lo que te inspira a tocar así?

-¿Qué me inspira? –mi voz sonó ronca.

-Sí. Puedes aprender a tocar cientos de instrumentos, aprender todas las canciones que existen de memoria, pero solo tocan así las personas que han permitido que la vida los inspire.

Bajo la mirada a mis manos, pienso en sus ojos cafés y en su sonrisa. Tal vez eso me inspira o tal vez sea el olor a manzana de su pelo que se colaba entre mis dedos cuando me acostaba a su lado para verlo dormir. O tal vez que jamás sentí que me odiaba como todos los demás, siempre me regañaba e insistía en que era mejor, pero nunca llegó a odiarme, lo sabría si hubiera sido así. Mis manos habían comenzado a tocar la primera canción que Ryou (y por lo tanto yo) aprendió.

O tal vez lo era todo.

-¿Una chica, tal vez? –dijo él apoyándose en el piano de la sala. Habíamos elegido tener nuestra segunda clase allí.

-Algo así… -no es que me avergonzara de Ryou por ser un chico, sin embargo no quería ni tenía por qué contarle mis sentimientos por él a un desconocido.

-Entonces es un chico… -no era una pregunta, lo estaba afirmando. El viejo no era ningún bobo, yo solo asentí-. ¿Era de Egipto? ¿Tuviste que dejarlo?

-Amm no. Es inglés, como usted –ni sé porqué se lo cuento pero en este momento tengo ganas de desahogarme y un desconocido me viene mejor que Marik y Yami que ya conocen toda la historia-. Se mudó acá a Japón y lo conocí en un viaje que hice hace años. Volví por él.

No era la verdad, pero no se alejaba mucho tampoco. No encontraba otra manera de decirlo.

-Esa es una buena inspiración. ¿Ya has ido a verlo?

Me quedé mudo, soné desesperado por verlo como todo un enamorado pero no lo había hecho… bueno sí… pero no me animé siquiera a hablarle.- No, no me he animado, peleamos antes de mi partida, no sé cómo lo tomará. No sé qué decirle, aunque quiero decirle tantas cosas.

-Niño, te diré una cosa –espero haber escuchado mal, ¿él no me llamó niño o sí?-, inténtalo apenas tengas una oportunidad porque luego te vas a arrepentir de haber gastado el tiempo que podrías gastar con él.

No me arrepentía de haber elegido la música. Al terminar mis lecciones me dirigí a la cocina en donde encontré a Marik sentado en un taburete alto comiendo papas fritas de una bolsa grande.

-¿Cómo te estás yendo en tus lecciones? –Quiero reírme, tiene cara de abatido, idiota.

-Es como el fruto prohibido y yo soy la primera mujer –comenzó a llorisquear. ¿Qué habla? Me reí y me llevé una manzana verde a la boca-. ¡Prometí que ya no estaría con nadie que no sea Malik y lo cumpliré!

-Si tú dices que  puedes… –me voltee y agarré una jarra de jugo de limón para servirme.

-Soy tu hermano, deberías tener más confianza en mi –ya estaba reclamando, además ni siquiera somos hermanos de verdad. Me encogí de hombros, era su culpa por hacerse adicto al sexo durante este año, yo no tengo desde que recuperé mi cuerpo en las memorias de Yami-. Además dudo que logre algo con ella… es más le doy las gracias por eso.

-¿Por qué lo dices? – me senté en la barra junto a él.

-Pues cada vez que la miro de más me da un librazo en la cabeza y me recuerda que solo está aquí porque necesita puntos con Pegasus para trabajar más cerca de él.

Ahogué una risa… y eso que creíamos que él era el que había tenido suerte con los profesores.

-¿Yami terminó sus lecciones?

-No, ayer cuando te fuiste en la tarde me dijo que estaba organizando una competencia para dentro de dos semanas.

-¿De duelo de Monstruos? –Marik asintió y me alcanzó una tablet, manoteó hasta poner en reproducción un video.

-Pegasus me la dio ayer, es la edición del año anterior.

-¡Es Ryou! –dije observando el video, parecía ser un resumen ya que aparecían varios duelistas peleando. Aparecieron también los hikaris de Yami y Marik y los amigos de estos-. Parece ser que todos son buenos.

-Pues sí, pero… ¡tenemos primera fila para esta edición! –dijo entusiasmado Marik, no me imaginaba verlo feliz por estar sentado mirando duelos entre los mejores, pensé que pediría para participar.

-Adivino, esto le vino como anillo al dedo a Yami. La oportunidad perfecta para sorprender a su hikari… cobarde…

-No te equivocas –dijo Yami entrando por el umbral-. Siento nervios de solo hablarle, me fui y lo dejé mal, destrozado por lo que dicen todos. Y ahora vuelvo, un año después esperando que me vuelva a querer. Me fui por propia voluntad, lo abandoné.

-No seas tan melodramático –dijo Marik-. Tú eres el que la tiene más fácil de todos, yo llevo más tiempo lejos que ustedes, espero que siquiera me recuerde.

-Por los Dioses, ustedes deprimen a cualquiera –sí, dije Dioses, lo quiera o no ellos fueron demasiado buenos conmigo, pero volviendo al tema al menos a ellos sus hikaris no les tienen miedo, aun así me tengo un poco de fe-. Creo que todos tenemos que esperar…

-¿Quién es el cobarde ahora? –me dijo Yami apoyado en la pared con los brazos cruzados.

-Solo lo digo porque estaría bueno adaptarnos más a este tiempo, además lo último que quiero es asustar a Ryou y que luego pierda en los duelos por mi culpa…

Ellos asintieron en entendimiento, esperaríamos, ya lo hicimos durante un año, una semana y media no es nada. Teníamos toda la vida para con ellos.

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Pasaron las dos semanas y todos los participantes estaban madrugando dispuestos a ganar un título y aplastar a la competencia. Los nervios y la emoción se sentían en cada esquina de la ciudad, las calles rebosaban de turistas y la gente se dirigía al estadio de las arenas o a las  plazas en las que se habían instalado grandes pantallas para que nadie se perdiera los acontecimientos.

Todos los duelos se harían en el estadio de arenas de Ilusiones inc., el ‘Estadio de los Dioses’, que era la única capacitada con arenas para las tres diferentes categorías. Frente a la gran construcción se hallaban estatuas de los Monstruos más conocidos, desde los Dioses Egipcios y Exodia hasta Kuribo.

La gente se entretenía pidiendo autógrafos a duelistas que estaban llegando de todas partes del mundo y sacando todas las fotos que podían. Había cámaras grabando entrevistas en todos los idiomas posibles. Se cambiaban cartas por todos lados y muchos abrieron pequeños puestos para venderlas.

Los organizadores llevaban horas dentro del estadio. Yami estuvo todo el tiempo con Pegasus dirigiendo sin dar cara, solo en algunas presentaciones frente a socios importantes. Akefia y Marik se habían acomodado en un balcón con sillas de playa y comida y una vista perfecta a las arenas. Estaban nerviosos y emocionados, tenían un gran televisor para ver lo que sucedía en las calles. A los tres les parecía increíble como había aumentado la cantidad de fanáticos, pero no les molestaba, al contrario, significaba que había duelistas que nunca habían visto.

 Los hermanos Kaiba gritaban órdenes desde su balcón para arreglar su área de Duelo, Mokuba con ayuda verificaba que todos los discos de duelo estén perfectos para que no ocurra lo que pasó con los hermanos Schroeder. Mientras tanto, Seto Kaiba organizaba su baraja para hacerla invencible según él. Estaba dispuesto a ganar esta vez o al menos a mantener su título, ningún niño con suerte lo iba a vencer.

León Schroeder se encontraba fuera del estadio, su hermano le dio el permiso de dejar el trabajo de lado, así que estaba siendo agobiado (aunque le encantaba) por miles de cámaras que querían entrevistarlo. Su hermano mayor estaba en su arena instalando su última y nueva tecnología de holograma. Ese día se estrenaban muchas cosas, era el mejor momento para demostraciones, es más algunos de los premios eran cartas que todavía no saldrían a la venta y que había pocas en existencia.

Duke deseaba tener su momento de fama frente a las cámaras de afuera, adoraba que lo idolatraran pero debía vigilar su propio proyecto y cuando terminó fue en aviso de Pegasus.

-Duke vendrá en cualquier momento –dijo el de pelo gris-. Les pedí a todos que me avisaran personalmente cuando todo estuviese listo para comenzar. Así que debo preguntar, ¿quieres verlo ahora o quieres seguir escondiéndote?

-Yo no me estoy escondiendo -respondió a la defensiva el de pelo de estrella, vestía unos jean negros ajustados y una camisa blanca arremangada hasta los codos con sus típicas botas negras. Había decidido colocarse una gargantilla negra lisa en el cuello, una costumbre que no pensaba dejar.

-¿Estás seguro de eso? –dijo Pegasus recostándose contra uno de los brazos del sofá de la oficina en la que estaban mientras tomaba vino en una copa de vidrio.

-No, no lo estoy –bufó Yamir-. Da igual, me verá hoy de una u otra forma.

Justo en ese momento se escuchó como tocaban la puerta de la oficina en la que estaban. Pegasus volvió a cuestionarlo con la mirada y luego de que Yami asintiera grito suavemente “pase”.

-Buenos días Pegasus –entró alegremente Duke-. Mi equipo ya está listo, solo venía a… eso…

-Hola Duke –dijo Yami y por primera vez el pelinegro le dirigió la mirada desde que entró en la habitación. Primero frunció el seño comenzando a pestañar, estaba seguro que no era Yugi ya que eran diferentes pero tenía algo igual a él. Luego abrió la boca como para decir algo y terminó por mirarlo con la cabeza torcida-. ¿Cómo has estado?

-Tú no eres Yugi… -dijo Duke lentamente haciendo que Pegasus se riera y Yami negó sonriendo en confirmación de lo que decía-. Entonces… ¿Yami?

-Lo soy –Duke sonrió, dio tres grandes zancadas y se abrazó a su viejo amigo. Yami sonrió feliz, era una persona menos de la que preocuparse-. ¿Sorprendido?

-Demasiado. Pero no entiendo, ¿qué haces aquí? No es que no me guste pero, ¿no se supone que te fuiste para siempre? ¿No tendrías que estar descansando en paz para toda la eternidad y esas cosas?

-Pues sí, pero digamos que me aburrí de descansar.

-Esto es extraño –dijo Duke riendo-. ¡Yugi! Él no lo sabe. Se va a poner muy feliz.

-¿Tú crees? –le preguntó el ojo rubí inseguro-. Es que estoy un poco preocupado, porque me fui y bueno… llegué hace dos semanas y no lo fui a ver. No sabía cómo hablarle.

-¿Qué? –Dijo incrédulo Duke-. No te tenía como cobarde faraón, pero bueno estoy seguro que no se enojará, te ha extrañado demasiado como para eso.

-Eso me han dicho -Yami se puso mal por eso, cada persona que volvía a ver le decía lo mismo y no podía dejar de pensar en que quizá debió haber elegido otro deseo ante los Dioses.

Duke y Yami siguieron hablando, este último estaba aliviado de por fin poder hablar con un amigo, aunque le dijo que prefería no contar nada de por qué estaba aquí ahora. Y claro omitió el hecho de que Akefia y Marik se encontraban a tres metros en la terraza haciendo el menor ruido posible.

El teléfono de Duke comenzó a sonar y lo sacó de su bolsillo para contestarlo. La cabeza rubia de Marik se asomé por el umbral y pronunció con los labios un “ya llegaron” y se fue enseguida para no ser descubierto.

-Era Tristán, ya llegaron todos. Parece que atraparon a los chicos en entrevistas pero como casi es hora los dejaron ir, ya van hacia la sala de elecciones. ¿Vienes?

-Claro. Pegasus quiere que yo saque los números para la organización. Así que ya es hora de ver a los demás.

-Pues ahora que lo dicen –dijo Pegasus caminando hacia la puerta y abriéndola para nosotros-, fuiste el último, ya debe estar todo pronto.

Salimos al pasillo y antes de cerrarse la puerta el portador del ojo milenario metió la cabeza por ella.- ¡Traten de no romper nada!

-¿A quién le habla? –preguntó extrañado el pelinegro, estaba seguro que no había nadie más allí dentro aparte de ellos.

-No tengo idea -se hizo el desentendido Yami, no era la hora de decir quienes más habían venido.

-¿Entonces no participarás? –dijo Duke mientras caminábamos por los pasillos.

-No. No sé si volveré a eso. Quiero algo distinto –por los pasillos se escuchaba una voz a través de los parlantes llamando a los participantes en diferentes idiomas y por las ventanas vimos como se abrieron las puertas faltantes y las gradas se llenaban.

Todos los participantes estaban en el sub suelo como estaba planeado, se despidieron en una puerta que llevaría a Duke con los demás.

+

Pegasus y yo tomamos la otra puerta que llevaba a un escenario. Pegasus caminó hacia la tarima en el centro entre aplausos.

En la parte de atrás del escenario había tres pantallas en las que se veía un listado de números, que pronto estarían acompañados con nombres, cada una tenía arriba el título del juego correspondiente. A cada lado del genio que dirigía todo, se encontraban cestas con pelotas de colores que tenían un determinado número en negro. Cuando se enviaron las invitaciones y estas fueron aceptadas se les envió un número asignado para cada juego en el que participaban.

Se suponía que él tenía que sacar los números para Duelo de Monstruos ya que Pegasus lo iba a presentar de paso como su aprendiz que heredaría todo lo que él tenía. Al otro lado de la sala vio a las otras dos personas que sacarían números, a uno no lo conocía pero al otro sí y lo miraba confundido, era nada más ni nada menos que Mokuba Kaiba.

Yami sentía su estómago contraerse, allá afuera estaban sus amigos, los estaba viendo en ese momento. Yugi estaba en el medio de Duke y Joey,  ya que el resto de los duelistas lo miraban con algo de odio. Como me gustaría ser yo el que lo protegiera. Miré mejor y vi a Mai acercándose por detrás y terminaron por abrazarse. En otro lugar vi al abuelo y al profesor, ambos participarían en monstruos encapsulados y estaban acompañados por Rebecca y León.

Mokuba había dejado de mirarme fijamente, aún así de vez en cuando volvía a mirar de reojo mientras veía hacia la primera fila de gente en la que se encontraba Kaiba, imponente sobre todos y nadie se atrevía a dirigirle la palabra y menos una mirada intimidante como a Yugi.

-Bueno, basta de hablar –con eso dicho por Pegasus sentí mis nervios a flor de piel, sé lo que viene ahora y también sé que no puedo equivocarme. Trato de no pensar en las cámaras trasmitiendo todo y en mis amigos viéndome-. Invité a tres invitados especiales para crear los duelos. En primer lugar les presento a mi aprendiz y a quien pienso dejar mi empresa en un futuro, Yamir Atemu.

+

El nombrado avanzó seriamente hasta el frente con la lengua hecha un nudo, por suerte pudo mantener una pequeña conversación de entretenimiento. Las luces no le dejaban ver a los duelistas pero entre ellos se encontraban un montón de personas que no podían creer lo que veían, más que nada Yugi Muto quien pensó que se desmayaría de nuevo por falta de aire. Quería llorar, gritar; estaba mareado de tantas emociones.

Duke le sonrió poniendo una mano en su hombro y Joey le sostuvo la mano entre la suya con clara sorpresa en el rostro y luego también sonrió feliz. Los números empezaron a salir pero Yugi no prestaba atención, comenzó a caminar entre la gente cada vez más cerca del escenario, apenas terminaran las elecciones saldría corriendo detrás de la gran ilusión que estaba viendo.

Porque era una ilusión, ¿verdad? No podía ser cierto…

-Ma-Malik… ese es el faraón –dijo Ryou desde una esquina de la habitación, apenas habían llegado antes de que cerraran las puertas.

-Me-me alegro de no ser el único que lo está viendo…

-¿Crees que este sea el motivo por el que Yugi se ha sentido mal?

-No lo creo, estoy seguro. Será mejor que lo busquemos, no sé cómo se sentirá ahora, es nuestro amigo así que hay que apoyarlo –dijo Malik comenzando a pasear entre las personas hasta el frente donde veía el pelo rubio de Joey.

-Ma-Malik –volvió a llamar tartamudeando el peliblanco-. ¿Crees que Marik y Ba-Ba-Bakura también estén aquí?

-No tengo idea –dijo Malik y luego agregó-, nosotros no nos hemos sentido mal así que quizá no, seguramente no… Pero esto significa que mis hermanos sabían y ellos dijeron que regresaron todos así que ya no se qué pensar. ¡No lo sé!

-Tranquilo Malik, veremos eso después, ahora vamos por Yugi.

Estos lograron llegar junto a Yugi y este les sonrió, tenía un poco llorosos los ojos. Se abrazaron entre los tres como solían hacer cada vez que algo relacionado con los Yamis aparecía. Yugi les llamaba a esos abrazos ‘reparadores’, no necesitaban decir palabra alguna para sentirse bien en un segundo.

Yami se retiró cerrando esa ronda y a continuación el mayor invitó a Mokuba.

El egipcio sabía que lo habían visto, era imposible que no lo hubieran hecho. Se sentía feliz, quería correr a abrazar a su hikari. Se quedó detrás de la cortina y no se animó a volver a mirar, se sentiría súper mal si llegaba a ver a Yugi enojado o desilusionado ya que no podría verlo hasta que terminaran de armar todo el programa.

Fueron los diez minutos más largos para todos, hasta para Seto Kaiba que vio un gran parecido en ese Yami con el otro Yami. Realmente no le interesaba mucho pero sabía que era un buen contrincante, por lo que no debía tomárselo a la ligera.

-Gracias a todos por participar, les deseamos suerte a todos. Los primeros duelos comenzarán en 20 minutos así que vayan aprontándose –dijo Pegasus y se retiró hacia donde estaba Yamir.

Los guardias empujaban sutilmente a las personas para que vaciaran el lugar y se fueran a la gran sala de los duelistas a esperar su turno. Yugi tenía el objetivo de subir al escenario y nadie iba a impedírselo, esquivó un guardia y apoyando una mano en el escenario subió el metro y algo de un salto. En momentos así, Yugi parecía sacar fuerza de nadie sabe dónde.

-¡Yugi, espera! –Joey había conseguido esquivarlos también y le pisaba los talones. Duke mostró su identificación y lo dejaron pasar libremente. Pero Ryou, Malik y Mai fueron arrastrados junto a los otros.

Yugi se detuvo en medio del escenario y al mirar hacia la izquierda lo vio a Yami de espalda a él hablando con Pegasus.

-¿Yami? –lo llamó tímidamente dando pequeños pasos hacia él.

Yami se dio la vuelta al escuchar esa dulce voz llamándolo. Lo vio respirando agitado y con los ojos llorosos, le sonrió muy ampliamente y entonces apareció una sonrisa en el rostro del pequeño.

-Aibou…

Con esa simple palabra, con ese único apodo que usaba solamente con él, Yugi salió corriendo por él y luego de unos cuantos pasos saltó y se colgó del cuello de Yami quien lo recibió con los brazos abiertos y comenzó a girarlo abrazándolo por la cintura.

Disfrutaron cada segundo, oliendo y sintiendo al otro, sintiéndose como nunca. Se abrazaron deseándose decir cosas pero solo salían lágrimas de ambos y sollozos.

-Realmente estás aquí –dijo por lo bajo Yugi colocando sus manos en su pecho y colocando su frente sobre ellas-. ¿Cómo? ¿Por qué?

-Digamos que extrañaba estar aquí, los extrañaba a todos. Es una historia larga –dijo Yami mientras le agarraba de la barbilla y le limpiaba las lágrimas con el pulgar para luego besarle la frente.

-Yo también te extrañé –dijo el ojo amatista sollozando-. Por favor, no te vuelvas a ir…

Yami sonrió y negó con la cabeza.

Yugi y Yami estuvieron abrazados largos minutos y ninguno de los presentes dijo nada mientras tanto. Era una imagen tierna de ver y aunque Joey se sintió un poco celoso al ver a su novio abrazándose con las uñas para no soltarse a otra persona, prefirió no decir nada. Sabían todos lo deseoso que estuvo Yugi todo el año para poder hacer eso y esperaban esa reacción.

Duke y Joey se acercaron a ellos y así fue como ambos se separaron.

-Ves. Te lo dije, Yugi se puso feliz de verte –le dijo un Duke sonriente a Yami.

-¡Joey! –el tricolor y el rubio se abrazaron, se habían hecho muy amigos cuando estaba acá y también se echaban de menos.

-¡Hermano! ¿Cómo has estado? –le preguntó emocionado Joey-. Juraba que no volverías, que estarías en una tumba o algo así, es bueno verte en carne y hueso. Aunque es raro.

El antiguo faraón se rio. -No, no estaba muerto, era algo complicado de explicar. Les contaré luego. La verdad no estaba mal como estaba viviendo, pero siempre me terminaba faltando algo.

Yami miró de reojo a Yugi y este se sonrojó al darse cuenta.

-¿En-entonces no te irás? –balbuceo el pequeño.

-No -dijo sonriendo-. Me pienso quedar hasta el último día de mi vida, aquí con ustedes.

Y con esto Yugi volvió a ponerse a llorar y lo envolvió con sus delgados  brazos.

Yami colocó su cabeza sobre la del otro, Yugi había crecido y ya no era ese niño de 16 años que armó un rompecabezas imposible de armar. Le llegaba por debajo de la barbilla en vez del pecho pero sus ojos seguían siendo enormes y brillaban tras las lágrimas.

Yugi ya no era ese chico tímido al que molestaban, había demostrado lo sociable que podía llegar a ser y todos aceptaban su generosidad porque el pequeño era amable con cualquiera que conociera. Ya no tartamudeaba frente a las multitudes, había puesto en práctica todo lo que había aprendido de su Yami.

-Es mejor que vayan yendo o alguien va a terminar deshidratado de tanto llorar –dijo Pegasus tendiéndole un pañuelo a Yugi-. Seto al parecer va abrir el duelo de Monstruos contra Rebecca, no creo que quieran perdérselo.

Y así fue como salieron todos del escenario y se dirigieron afuera, se suponía que Joey y Yugi debían ir hacia la sala de participantes junto a los demás, pero se negaron a separarse del antiguo faraón, más que nada Yugi. Así que fueron hacia una parte de las gradas especiales para los directores debido a que Yami les dijo que no quería cruzarse con Ryou y Malik, por lo que no quería acompañarlos a la sala de los duelistas.

-No entiendo, ¿por qué? –dijo extrañado Yugi entrando en esa habitación hecha con paredes de vidrio en completo.

-Es que yo no fui el único que volvió. Marik y Bakura regresaron también –dijo Yami bajando la voz, ya estaba esperando la opinión negativa- y ellos no quieren que se enteren todavía.

-¡¿Qué?! ¡¿Cómo que vinieron esos locos después de todo lo que hicieron?!

-Tranquilo Joey. Los Dioses no los hubieran dejado si no se lo merecieran. Ellos en serio están arrepentidos, además estoy seguro que se llevarán bien.

-Si tú lo dices… -dijo Joey sin estar convencido del todo pero Yami sabía que al final se llevarían bien, sus nuevos amigos eran agradables cuando los conocías, y cuando ellos quieren claro está. La cosa era que si él pudo hacerse amigo de ellos, ellos también podrían.

-¿Pero por qué no les dicen ahora? Es mejor que seguir haciendo que esperen –dijo Yugi sabiendo que estos los extrañaban en secreto.

-Bueno, ellos no tenían una relación tan buena como la nuestra Yugi –dijo Yami sonriéndole y este bajó la mirada sonrojado de nuevo. Joey frunció el ceño-. Tienen miedo de que actúen mal y pierdan los duelos por su culpa.

-Entiendo –respondió comprensible Yugi sabiendo que tenía razón. Ryou le tenía un poco de miedo a Bakura y al verlo de repente, no sabría qué intenciones tendría. Y Malik platicaba muchas veces de lo enojado que estaba con su  Yami.

Era un día importante para todos y necesitaban estar concentrados. En cambio él encontró al mejor carbón para animarlo a ganar, ya no estaban completamente juntos pero sabía que al tenerlo junto a sí podía dar el máximo.

-Estoy seguro que si los veo me van a preguntar por ellos y no puedo decirles la verdad pero menos quiero mentirles diciéndoles que no vinieron.

Entonces Yugi llamó a Ryou para decirle donde estaban y que luego les explicaría que pasó, les deseo buena suerte y cortó. Se acercaron a la ventana principal, muchos le sacaban fotos y ellos sonreían.

-Kaiba parece muy seguro –dijo Duke y el resto asintió. El ojo azul ya estaba en su lugar esperando a que llegue Rebecca, la cual subió a través de una plataforma a su puesto al otro lado de la arena, con cara de ganadora.

Seto tenía clara cara de aburrimiento, como si tener que enfrentarse a ella fuera una pérdida de tiempo y hasta se atrevió a dejar soltar un bostezo. Esto no hizo más que crispar los nervios de la rubia que se repetía una y otra vez que ella era capaz de ganarle a ese arrogante.

-Seguro que se pasó toda la noche creando estrategias para vencer a Yugi –dijo con burla Joey pasando un brazo por los hombros de su pequeño tricolor-. No le ganará, en cambio yo sí pienso ganarle a él.

Joey se había pasado toda la semana pensando en cómo vencer a Kaiba, el año pasado le había ganado prohibiéndole estar en las semifinales y quedando en el 5to puesto. No estaba dispuesto a que pasara de nuevo, por lo que se quemó las neuronas pensando en estrategias desde que aceptó la invitación.

Aunque debía admitir que a veces se distraía pensando en otras cosas, sentía mucha vergüenza por lo que le había dicho y desde que lo admitió se dio cuenta de que en serio le gustaban sus ojos. Terminó por sorprenderse al pintar en sus cuadros figuras con un color que pretendía ser el que le cautivó, pero sin lograr serlo.

Cuando Yugi le preguntó por qué pintaba todo de colores azules se quiso pegar una patada y entre una rabieta los tiró a la basura dejando un impactado Yugi con sus ojos amatistas muy abiertos. Bueno, al menos había pensado en cómo vencerlo… aunque no logró nada, un par de trucos por aquí y por ahí, si lograba distraerlo o confundirlo con una de sus estrategias… podría tener una oportunidad. Después de todo, tampoco sabía si Kaiba también había planeado nuevas estrategias.

-¡Joey! –Mokuba había entrado en la sala y corrió a abrazar al rubio. Últimamente se habían hecho muy amigos, Joey tenía el objetivo de sacarlo de la mansión para que se divirtiera. Según él de, lo contrario quedaría igual que su hermano y eso no era algo agradable a sus ojos-. ¿Cómo estás? ¿Estás nervioso?

-Para nada, Chibi –dijo sonriente el rubio-. Todo está espectacular, estas mejorando en esto de organizar torneos.

-Pues gracias, Joey –dijo Mokuba poniéndose colorado, el resto lo miró con ternura-. Tú eres… eres el faraón… ¿verdad?

-Lo soy –dijo Yami con una ligera sonrisa de costado.

-Lo es –dijeron los otros tres.

-Wow… no me la esperaba –dijo sonriendo el peque-. ¿Pero qué haces aquí? Pensé que no volverías.

Yami se reía por dentro, cada persona nueva que llegaba le preguntaba lo mismo.

-Yo también, pero extrañaba estar aquí, así que me dieron la oportunidad de volver. Les explicaré todo después de la competencia, me gustaría que vinieras.

Mokuba asintió feliz, adoraba salir con ellos, siempre se divertía y podía comer todo lo que quisiera porque su hermano le daba permiso. Trataría de convencer a Seto de que también fuera.

Se escucharon aplausos y todos se pegaron al vidrio. El terreno de duelo del estadio era grande y tenía tres altas arenas para cada juego, colgaban de dos lados del estadio enormes pantallas que mostraban lo que iba sucediendo. Hasta el momento venían mostrando la cara de los competidores junto a la categoría en la que participaban y el número para cada una de ellas, cada tanto mostraban las listas creadas hace poco con el orden previsto para la primera ronda.

Pegasus apareció en el centro de la arena que se iba a usar, agradeció su presencia, contó sobre los premios para los ganadores y les recordó a todos las posiciones del año pasado.

-Buena suerte a todos. Ahora, ¡es hora del duelo!

El resultado fue el  que la mayoría esperaba, Seto Kaiba había ganado. Rebecca no lo había hecho para nada mal y hasta parecía que en un momento ganaría, había enredado al castaño con su estrategia pero este solo rio maléficamente sorprendiendo a todos y cinco turnos más tarde vieron su victoria.

-Rebecca va a tener que esforzarse si quiere llegar a las finales –dijo Duke mirando como Rebecca bajaba por la plataforma hecha un enojo.

-Sí y también tranquilizarse, el año pasado quedó tan enojada cuando Mai le ganó, que después comenzó a perder en Duelo de Monstruos –dijo Joey mientras tenía en la espalda a Mokuba quien festejaba feliz la victoria de su hermano.

 -¡Seto ganó! ¡Sabía que lo haría! Joey ven –dijo Moki cinchando  del brazo del rubio para salir de la habitación-. Quiero ir a verlo, acompáñame…

-Pero chibi, vienen más duelos ahora –dijo Joey tratando de evitar a toda costa tener que encontrarse cara a cara con el empresario.

-No es nadie a quien conozcamos. ¡Por favor! –dijo el pelinegro haciendo puchero mientras pestañaba con sus grandes ojos azules (ahí estaba la gran debilidad de Seto Kaiba), Joey suspiró y se dejó arrastrar.

Vieron a dos chicos subirse a la plataforma de duelo de Dados de Monstruos del Calabozo. Yami los reconoció por los videos y porque él los había elegido, uno había participado el año pasado y rondaba los 25 años, el otro tenía 16 y era su primera vez en una competencia tan importante, aun así tiene mucha confianza en sí mismo y últimamente no dejaba de ser nombrado gracias a sus triunfos en muchos duelos.

 -Iré a ver si mi padre necesita ayuda en la sala de control –dijo Duke saliendo por la puerta y dejando solos a Yugi y Yami.

-Entonces… -comenzó Yugi pero no sabía que decirle. Tenía mil preguntas en la cabeza y no sabía por cuál empezar-. ¿Tengo que devolverte el rompecabezas milenario?

Yami se rio, no se esperaba esa pregunta.

-No es necesario, quiero que lo conserves. Te proporciona magia y me deja tranquilo que estés a salvo.

-Pero entonces tú no podrás hacer magia…

-Soy el faraón, yo puedo hacerlo todo –dijo Yami con una sonrisa engreída, hizo tronar sus dedos y dos vasos con refresco volaron hacia ellos.

-Wow, pensé que serías completamente normal, pero esto está mejor –dijo Yugi y tomó su propio vaso-. Oye Yami… ustedes llegaron hace tiempo, ¿verdad?

-S-sí. ¿Cómo te diste cuenta? –pregunto asustado, ya esperaba el regañón por no haberlo ido a ver antes.

-Es por algo que me pasó. Hace dos semanas me desmayé –Yami lo miró con los ojos bien abiertos aterrado de que su viaje hasta aquí lastimara a su hikari-. Fue… horrible… escuchaba una voz desde el rompecabezas. Era tu voz, gritando. Luego escuché agua, como si fuera una cascada desde dentro y después, después, no escuché nada.

El de piel morena sabía a qué se refería Yugi y no podía creer que haya sentido todo eso, recordaba que estaba pensando en él mientras el agua le hundía y sacudía.

-Creo que lo que escuchaste fue parte del viaje hasta aquí. Fue algo muy movido, no pensé que te fueras a enterar –la verdad que ni él sabía cómo era que escuchó todo eso. Ninguno era consciente de ese lazo que había quedado uniéndolos en los momentos difíciles-. ¿Ryou y Malik sintieron algo también?

-Eso es lo más extraño. Solo fui yo –dijo Yugi preocupado dándole la espalda a su oscuridad, vio que el duelo ya había empezado hacía rato ya-. ¿Por qué crees que sea?

-Tal vez sea porque nosotros tenemos una unión especial, Aibou –dijo Yami sonriendo mientras lo abrazaba por la cintura, Yugi se puso colorado-. Te extrañé demasiado…

-Y yo a ti. Espero que puedas estar siempre a mi lado –el tricolor se dio la vuelta y se abrazó a su oscuridad, a su compañero de duelos-. ¿Oye qué es eso de que eres el heredero de Pegasus?

-Ah eso, bueno… tenemos que llevar una vida lo más normal posible, al menos eso es lo que queremos. Así que entraremos a la Universidad de Dominó el semestre que viene. Pegasus me lo propuso cuando nos encontramos… y como ves, acepté.

-Quién mejor que tú para dirigir los juegos de Monstruos. Aunque es raro que no participes esta vez.

-La verdad es que tenía mucho miedo del Rey de los Juegos, he escuchado que es increíble, juega demasiado bien para mí –Yugi se rio y subió sus manos del pecho al cuello del ex faraón, los ojos del último brillaban junto a una sonrisa. Jamás se había sentido tan lleno como en ese momento.

Estaba abrazando a Yugi sin tener que estar dentro del rompecabezas del milenio y sabiendo quién era en realidad, estaba abrazándolo como Yamir Atemu. Había deseado esto por semanas, por meses, no aún más que eso, hace años que lo deseaba.

-Eso son solo chismes –respondió, le daba vergüenza el apodo que le había puesto Pegasus, lo hacía ver como invencible, aunque estando con él sí que se sentía de esa manera-. Además tú nunca me has visto pelear solo desde tu partida.

-No es cierto –dijo mirándolo serio-. Desde que he vuelto vi cada duelo que has tenido el último año, te mereces ese título más que cualquiera. Eres asombroso cuando te subes a la arena, ya no me necesitas a tu lado.

-¡Si te necesito! –gritó desesperado haciendo más fuerte el agarre.

-Tranquilo aibou… hablo de los duelos, ya te he dicho que no me iré a ningún lado.

-Está bien… ¿enserio crees que soy asombroso?

Yami asintió con la cabeza y el otro cerró los ojos mientras ampliamente sonreía agradecido. Los rubíes se fijaron en los finos labios de su compañero, estaban tan cerca que solo los separaba la diferencia de alturas. Pensó en besarlo y en lo tonto que había sido en no pensarlo cuando estuvo tan cerca de él que hasta eran uno.

-Pero de todas formas creo que nunca seré como el gran, faraón Atem.

-Eso es porque eres aún mejor y porque él ya no existe ni tampoco el Yami que conociste.

-¿Cómo dices? –Yugi separó su cabeza del pecho de la otra persona y alterado de oír que su compañero no existía.

-Pues no, soy Yami Atemu, soy ambos ahora, tengo la infancia del faraón y su adolescencia y su amor por su familia, pero también tengo la adolescencia de Yami y cada momento que pasó contigo. Recuerdo que pasó la primera vez que me enfrenté al ladrón de tumbas y la segunda vez que lo hice como Yami. No hay donde comienza uno y donde termina el otro.

-¿Ya sabes quién eres?

-Ya sé quien soy –había deseado por años poder decir eso y abrazó a Yugi con todas sus fuerzas-. Y eso fue gracias a ti, te extrañé muchísimo Aibou.

-Y yo a ti, estoy tan emocionado de que volviste y con un cuerpo; ojos rojos, piel morena y ropa negra.

Yami rio con los ojos cerrados, demasiado feliz para ser verdad.

 

Notas finales:

¿Les gustó?

Gracias por leer!!

Nos vemos en el próximo capítulo!!


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