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Reina de la Medianoche por Discord Di Vongola Arcobaleno

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Notas del fanfic:

Khr no es de mi propiedad.

Zeus, llevo como un mes con este fic, si les interesa saber porque se los dejo en las notas finales.

Notas del capitulo:

Espero que disfruten este pequeño pedazo de mierda que mi corazón cagó(?) <3

En aquella pequeña calle de Namimori se encontraba siendo paulatinamente desolada pues era tarde y la noche se hacía paso al cielo con prisa, con los niños volviendo a sus casas y con los adultos resguardando sus hogares aquel cotidiano viernes.

Todo iba normal.

Iba a ser una noche normal en una calle normal. 

Común con gente común... Esperen, pero mejor nos concentraremos en un niño que lo "común" había dejado su vida hace mucho tiempo.

Y estaba ansioso.

Pues era la noche.

Su noche.

Era su oportunidad, Bianchi había llevado a Lambo, I-pin y Fuuta a Italia ya que el primero había hecho un gran berrinche para poder volver a ver a la familia Bovino y Nana se había ganado un día con todos los gastos pagados en un hotel en la siguiente ciudad.

Tenía que hacerlo.

Era ahora o nunca.

A pesar... Que el único con quien se haya quedado haya sido el demonio asesino.

Suspiró, cohibido y dudoso.

Agradecía la oportunidad de quitar el "obstáculo" en su meta, gracias a su mamá que después de ir al futuro le enseñó al menos lo básico de cocinar... Pero aún así...

Volvió a ver las pastillas es su mano.

Reborn tenía el sueño extremadamente ligero. No podía arriesgarse a que le descubriera mientras salía. 

Sería su fin.

Por eso, se encontraba con temor y pánico en la cocina, preparando la cena, viendo los somníferos en su mano con detenimineto.

¿Estaba bien eso?

No. Claro que no.

—Dame-Tsuna.— llamó una voz grave que entraba a la cocina con el sonido de los zapatos caros de fondo y haciendo que un escalofrío corriera la columna vertebral del menor.

Dejó las pastillas en la mesa y se giró de una manera que Reborn no las viera.

—Y-ya casi está la cena, Reborn— habló el castaño, nervioso.

Reborn levantó elegantemente una de sus cejas en su dirección.

Volvió a acomodarse frente a los ingredientes y antes de que el pánico le afectara metió las pastillas en la carne y la puso a freír.  

Ya no había vuelta atrás.

Una vez pasados unos minutos sacó la carne de la sartén y la colocó con cuidado sobre un plato. Llevó la cena a la mesa de la cocina y lo dejó suavemente  frente al pelinegro, esperando que no notara el sudor frío que recorría su frente. Se alejó de Reborn para ir a la alacena, sacar un Ramen instantáneo y colocarlo en el microondas. Mientras tanto sacó un vaso de agua que sirvió al mayor entre su espera. Cuando estuvo listo el ramen, lo sacó y se acomodó al lado de su espartano tutor para empezar a comer.

Tsuna no podía evitar mirar con detenimiento el como Reborn cortaba en pedazos la carne con el cuchillo y tenedor para saborearla.

—Si no fueras el futuro Neo Vongola Primo, te recomendaría a Vongola como cocinero.— dijo después de darle unos mordiscos a la carne.

—Ya dije que no seré líder de Vongola.— le recordó a Reborn sin algún tono acusador. Y ahí quedó la conversación de aquella noche, no dijo más y Tsunayoshi tampoco se esforzó en formar una conversación, estaba más concentrado en ver como el ex-arcobaleno se comía cada pedazo de carne.

Ambos se levantaron cuando sus platos quedaron vacíos.  

Tsuna intentó no demostrar su emoción.

Realmente no podía ser líder de Vongola.

El castaño lavó los trastos mientras Reborn iba a la sala y prendía la televisión.

Cuando el castaño terminó y los dejó a secar fue con el pelinegro que le dejó ver un poco de tele. Tsuna vio como los ojos del contrario se cerraban ligeramente, fue cuando Reborn ordenó que ya iban a ir a dormir por lo que apagó la televisión mientras el pelinegro se levantaba y ambos hacían su camino por las escaleras hacia la habitación del menor.

Incluso cuando Reborn ya no era un niño, seguían durmiendo en la misma habitación, aunque el mayor con una hamaca mas ajustada a su tamaño.

Ambos de arreglaron; acomodaron su pijama, se lavaron los dientes y se acostaron para dormir.

Tsuna se había dado la vuelta, cara a cara contra la pared, con la espalda hacía el asesino y los ojos abiertos como platos por miedo a cerrarlos, quedarse dormido y perder aquella oportunidad única.

Era su única oportunidad.

La única razón por la que podía soportar todas aquellas explosiones, gritos, ataques y desastres.

Aunque fuera solo una noche al año.

Ésta era la única razón por la que aún no se volvía loco.

Paso entre una o media hora con Tsuna pensando en toda aquella situación con el fin de no quedarse dormido. 

Se volteó para ver la espalda de Reborn con acompasado respirar.

Ya se había dormido.

Tsuna pasó su mano por las sábanas hasta la esquina de la cama donde con rapidez la introdujo bajo el colchón, después de rebuscar con sutileza sacó un teléfono desechable; lo abrió y escribió: "Voy para allá."

Salió con sigilo de la cama pues aún tenía miedo de despertar a Reborn.

Agarró una chamarra que había dejado tirada a propósito y se la puso encima. Caminó de puntillas hacia el armario el cual abrió y sacó una maleta verde militar; con prisa camino a la puerta del cuarto y cuando tenía la mano en la perilla se volteó a ver a Reborn. Su corazón saltó. ¿Oh fue su intuición? La adrenalina recorriendo cada parte de su sangre. Sin más abrió la puerta, salió por ella y la cerró; bajó las escaleras con cuidado de no tropesarce, se puso los zapatos y salió de su casa, cerrando la puerta con llave. 

Miró su hogar.

Realmente...

Realmente lo iba a hacer...

No pudo evitar la sonrisa de sus labios.

Estaba mal.

Estaba muy mal.

Por esto no podía ser el líder de Vongola.

Pero estaba feliz.

Empezó a correr, en un intento de saciar la emoción y adrenalina que hacia latir con locura su corazón.

Dejó que, en secreto, su alegría le embargara mientras más avanzaba. "

Al fin." era en eso lo único que podía pensar.

Siguió avanzando hasta que los autos empezaron a verse presentes donde pidió un taxi para llegar más rápido (y menos cansado) a ese lugar. Una vez que el taxi lo dejó en el lugar pedido, miro el lugar; era una de las zonas ricas de Namimori.

Caminó con calma hacia una mansión de azul y un par de inmensas puertas blancas. Tocó la puerta y en solo unos segundos ésta fue abierta por un hombre adulto de cabello negro en peinado de hongo y un traje formal.

—Oh, Srita. Sawada.— saludó el mayordomo.— Hacía tiempo que no la veía.

—Buenas noches, Shigeo-san*.— saludó la castaña, sonriente. — Parece que tu sigues igual de cortés.

—Gracias. La Srita. Dumbroch y la Srita. Charming le esperan en su habitación.— dijo el hombre, haciéndose a un lado para dejarle el paso a la castaña.

—Si, gracias, Shigeo-san.— agradeció mientras se hacía paso por aquella mansión para subir por aquellas familiares escaleras.

La relación que tenía con aquella mansión era una historia algo normal, en realidad. Todo había empezado hace mucho tiempo cuando Tsuna seguía en la primaria, cuando ni siquiera gustaba de Kyoko-chan.

Iba camino hacia su casa después de la escuela donde se perdió por aquella zona de ricos. Desconcertado, solo y asustado, la versión joven de Tsuna empezó a llorar y llorar hasta que una mano se extendió en su dirección. Con sorpresa y ojos vidriosos levantó la mirada para ver una niña pálida de unos intensos rulos pelirrojos, ojos azul claro, unas pocas millones de pecas cubriendo su nariz y mejillas y una alentadora sonrisa en el rostro. Fue ese día donde Tsuna se hizo amigo de Mérida Dumbroch*, una niña de origen escocés que se había mudado hacia un mes a una mansión azul de puertas blancas y grandes ventanales pues venía de una familia rica. 

Luego apareció Darling Charming*, una niña de un cabello rubio que asemejaba al blanco y un par de ojos azules con la piel pálida y modales de ensueño. Una chica americana de familia igualmente rica se había mudado por la zona donde vivía Mérida, formando el complemento de su trío dinámico de aventuras y travesuras... Aunque la mamá de Tsuna no lo supiera.

Tsuna subió todas las escaleras y antes de darse cuenta ya estaba frente a la puerta de la habitación que buscaba. Solo tuvo que tocar una vez y ésta se había abierto con estrépito por una pelirroja con greñas intensas y sonrisa reluciente.

—¡Al fin llegas, Tsuna!— gritó Mérida para, prácticamente, jalarla dentro de la habitación. Tsuna miró sin sorpresa el cuarto de la chica.

Una recamara fácilmente más grande que la suya con una cama matrimonial, paredes celestes y varios tipos de armas (ninguna de fuego), la mayoría flechas junto a un arco viejo pero notablemente cuidado. Sentada cerca del ventanal del cuarto, sobre un sillón de apariencia gastada, estaba sentada Darling, con sus piernas cruzadas y espalda recta.

—Tsuna.— dijo sonriente la peliblanca. —Que alegría poder verte.

—Perdón por la demora.— disculpó.

—Esta bien.— contestó alegre. —Al menos aún tenemos tiempo.

Mérida se tensó.

—¿Tiempo?— preguntó Tsuna.

Darling perdió su sonrisa.

—Mérida.— la nombrada casi da un brinco. —No le dijiste. No estaba preguntando. Lo estaba afirmando.

—¡Es que no habría aceptado!

—¿Decirme? ¿Qué cosa iban a decirme?

Darling se acomodó en el asiento algo tensa; nunca fue tan buena con las palabras para Tsuna, por lo que se lo pidió a Mérida, ella sabía acomodar las palabras para que Tsuna no se alterase, usualmente. Aunque no le sorprendía que no le haya dicho "eso".

—Mérida y yo pensamos que... En ésta ocasión, bueno...— intentó decir sin parecer nerviosa. —Que nosotras... En lugar de qudarnos solo aquí, pudiéramos, ya sabes... Salir... A una fiesta.

Los ojos de Tsuna estaban abiertos como platos.

No, eso... Eso tenía que ser una broma.

Miró a Mérida sonriendo pero ella estaba igual de seria que la peliblanca.

No era una broma.

—N-no...— dijo Tsuna. —¡N-no puedo! ¡Definitivamente no!

—Claro que puedes, Tsuna.— dijo, levantándose del viejo sillón hacia la castaña. —Yo se que puedes.

—¿Estás loca?— dijo, empezando a alterarse. —¡No puedo! ¡Se darán cuenta de que yo...! 

Darling le interrumpió colocando sus manos en los hombros ajenos.

—Tsuna, por favor.— pidió suplicante. —Solo será por ésta noche, además, te verás hermosa, nadie te reconocerá, estoy segura; y Mérida y yo podremos presumir que tenemos de amiga a la chica más hermosa que haya pisado Namimori.

Tsuna miró con asombro los ojos azules frente a ella.

Su cerebro decía que no, que era arriesgado.

Su corazón mudo palpitaba con fuerza.

No sabía que decir, no podía decidir por lo que dejó que su súper intuición se adueñara de su cuerpo, solo un momento, para responder...

—Si...— susurraron sus labios.

Tsuna se sorprendió.

Y Mérida y Darling sonrieron como niñas en la mañana de Navidad.

Mérida tomo la maleta verde militar mientras Darling empujaba a la dueña de ésta hacia una puerta blanca diferente por la que había entrado que abrió y metieron (o arrojaron) a Tsuna dentro con todo y maleta, cerrando segundos después dicha puerta.

—¡Apúrate a cambiarte!— gritó Mérida desde afuera.

La castaña se adentró al cuarto que era, para ella, un baño conocido, sin nada femenino y varios espejos, puestos más bien para Darling y Tsuna que para la misma Mérida.

Dejó la maleta sobre el escusado donde se quitó la chaqueta y la pijama con lentitud y pena; aunque estuviera solo, era difícil perderse de cada pedazo de piel que salía a relucir con tantos espejos.

Cuando quedó solo en bóxers, no pudo evitar observarse.

De cintura delgada y caderas un poco más amplias, brazos delgados y rostro fino de ojos grandes, con muslos cremosos y piernas esbeltas.

Abrió la maleta intentando no temblar de nervios.

Se quitó el bóxer y evito fijarse en sus genitales.

Sacó de la maleta unas panties negras con un encaje floreado y medio tranaparente de color negro adornado la parte del vientre. Se los colocó ocultando su entre las piernas.

No era la primera vez que lo hacía.

Aunque luego se sentía una aprovechada, tenía la suerte de tener amigas ricas que le dieran ropa interior tan bonita, pues se moriría de vergüenza si la comprara ella misma.

Sacó de la maleta un liguero que no tardó en colocarse para luego sacar unas calcetas negras que podrían confundirse con medias por lo largas que eran; también eran suaves y lisas, Tsuna disfrutó del contacto mientras se las colocaba y acomodaba. Ya con más movilidad sacó igualmente de la maleta un vestido bastante sexy.

No pudo evitar sonrojarse.

Rojo brillante y seductor, ese era el color del vestido; con una ligera corte en la parte izquierda de la cortísima falda, tirantes finos y un encaje negro por el pecho.

Dejó el vestido de tela carmín, y bastante cómodo por cierto, sobre la maleta para sacar de esta la última prenda, un sostén hermoso de color negro con un ligero encaje rojo y negro con bastante relleno.

Pasó sus brazos a través de él y con habilidad y, con habilidad no común en hombres, e incluso algunas mujeres, se lo abrochó y acomodó el escote para al fin colocarse el vestido.

Salió de la habitación para ver que sus amigas se habían cambiado.

Ahora Mérida llevaba una camisa blanca que decía "My pussy. My rules." con una camisa de cuadros, unos pantalones negros nada ajustados y unas botas de combate* sin una pisca de maquillaje en su pecosa cara. Darling llevaba por el contrario un vestido corto azul con detalles plateados y rosas al frente y rosa en las mangas, con maquillaje en los labios, ojos y pómulos, sin olvidar unos hermosos tacones plateados con detalles que llegaban sobre su tobillo.

Tsuna se sentó frente al tocador de Mérida, que también tenía por ellas ya que no lo ocupaba más que para tirar flechas rotas; Darling se acercó a la castaña, mientras la Dumbroch le buscaba algún calzado, Darling, al tanto de la belleza de Tsuna solo le colocó lápiz labial y también se aventuró a colorear un poco las ya sonrosadas mejillas. Pues sus pestañas ya eran bastante largas y gruesas y sus ojos demasiado brillantes como para agregarle rímel.

Mérida le dejó a un lado unos tacones altos y rojos al lado de Tsuna para que se los colocara una vez que se levantara del asiento.

—¿Te acuerdas de cuando ni siquiera podías estar parada con tacones porque te tropezabas?— preguntó divertida Mérida.

—¿Quién diría que ahora ya hasta puedes correr con ellos?— agregró Darling, sacando de uno de los cajones del tocador unas extensiones largas, de castaños claros.

—Luego ni tanto.— dijo sonrojada mientras la peliblanca le colocaba las extensiones y le peinaba un poco. —La mayor parte del tiempo me caigo...

—Shh, Tsuna, no te hagas menos, al menos no hoy.— dijo Darling, arreglando los últimos toques en el cabello de la menor. — No esta noche. No en tu noche.

Y, sin poder evitarlo, una sonrisa algo traviesa alfloró de los labios de la castaña.

Aunque no precisamente le pertenecía a "Tsunayoshi".

Las tres bellezas salieron de la habitación con la maleta de color militar y bajaron las escaleras entre risas. Una vez abajo, el mayordomo les sonrió.

—Tomen esto, por favor.— dijo el hombre con peinado de hongo mientras les extendía unas capas con capucha de tela impermeable. —Hace ya un rato que empezó a llover.

—Gracias, Shigeo.— dijo con familiaridad la pelirroja mientras las tres se colocaban las capas impermeables.

—Gracias, Shigeo-san.— dijeron al unísono las otras dos.

El pelinegro les sonrío.

—Ya les dije que si quieren pueden llamarme "Mob".

Las tres asintieron con los impermeables ya acomodados y salieron a la lluvia para subirse a una camioneta negra que pertenecía a Darling.

En el transcurso del viaje, entre risas y charlas de algunas cosas recientes que le ocurrían a cada quien, Tsuna logró descubrir que al lugar que se dirijian era una nueva antro que se había instalado cerca de las afueras de la ciudad y para su suerte, este no pediría identificación alguna los primeros días de inauguración para ganar más clientela.

No fue más de media hora en auto pues aunque fuera por las afueras de la ciudad, Namimori no era tan grande por lo que llegaron a un lugar que parecería una vieja fábrica si no fuese por todas las luces, la música y gritos que salían del lugar, sin contar al par de guardias en la entrada cubiertos de la lluvia por unos abrigos y un techo que tenía la entrada.

Las tres amigas salieron del vehículo y corrieron hasta la entrada donde ambos guardias veían sus figuras encapuchadas; cuando éstas se acercaron y lograron salvarse de la lluvia bajo el techo, Darling se bajó la capucha.

—Edad.— dijo el de la izquierda.

—18 años.— mintió la peliblanca.

El sujeto levanto una de sus cejas y volteo a ver al otro gorila.

Este solo levantó los hombros.

—Pasen.— dijo el de la derecha, abriéndoles la puerta.

Inmediatamente fueron recibidas por el olor a alcohol y la vista de todos aquellos sudorosos jóvenes que parecía que no podrían dejar de bailar hasta después del amanecer.

Se adentraron al lugar haciéndose su camino por entre la gente, con Mérida y Darling quitándose los impermeable y dejándolos reposar sobre su brazo; eran bastante llamativas, en realidad. Ambas despedían una belleza única que hacía que algunos hombres y mujeres voltearan a verlas con deseo, asombro o incluso envidia.

Darling, quien estaba al centro de las tres, las condujo por el lugar como si ella misma hubiera vivido ahí hasta llegar a unas puertas dobles que abrió de par en par para encontrarse con un mar de chamarras, suéteres, paraguas, abrigos e impermeables, de todas las formas, tamaños y colores posibles.

Darling cerró la puerta una vez que las tres entraron.

La música se opacaba por el lugar y Mérida buscaba inquieta un lugar donde dejar su impermeable y que no se confundiera con los otros.

—Aquí.— llamó Darling a sus espaldas. —Pásala.

Mérida le arrojó su impermeable mientras observaba aquella habitación.

—¿Cómo sabías de este lugar?— preguntó la pelirroja, arrojándose sobre el mar de abrigos.

—Investigué.— contestó, haciendo una especie de nudo en con las chamarras tras un gancho de una de las puertas para que no se cayeran si alguien abría. —Sabes que ni siquiera estaríamos aquí si no lo hubiera investigado yo misma, quien sabe a que clase de secta satánica o una trampa de vendedores de blancas nos hubieras metido si te ignoraba.

Eso era algo que les gustaba de su amiga, siempre pensaron en secreto que era su complemento, aventurera como Mérida pero precavida como Tsuna.

—Tsuna, tu impermeable.

—¡C-cambie de opinión!— dijo nerviosa mientras se aferraba lo mayor posible a la capa y capucha.

Mérida suspiró de cansancio.

Darling se acercó a la castaña con paso firme.

—Tsuna.— llamó, con aquel tono de mamá decidida que luego le salía sin querer. —Vamos... Por favor.

—¡N-no puedo! —gritó, apretó ahora la parte del pecho.—Yo... Ellos...

—¿¡Que importan ellos!?— sin querer gritó. —Lo que este pasando con nosotras no les incumbe. En lo único útil que pueden hacer es darse cuenta de que, tú, Tsunako* Sawada, eres la chica más hermosa que haya tocado Namimori.

La Charming levantó las manos para bajarle con delicadeza la capucha a la menor.

Ésta se encontraba sonrojada y con loa ojos brillantes pero no por lágrimas, pues, es difícil hacerle llorar (claro, que en su niñez cuando se asustaba hasta de un pequeño chihuahua era otra cosa).

—Bi-bien.— tartamudeo alegre, entregándole con calma la capa para que la acomodara mientras Mérida se levantaba.

Las puertas se abrieron de par y par para cerrarlas y hacerse su camino hacia el centro del lugar.

Ahora todos los hombres y mujeres que les veían pasar quedaban anonados por las tres bellezas que caminaban como reinas del mundo por la pista, especialmente a la castaña de mirada anaranjada y depredadora.

Tsuna antes no entendía porque había actrices que disfrutaban hacer del papel de la perra que molesta a la típica protagonista, si siempre terminaban siendo insultadas por los fans e incluso por sus compañeros de trabajo.

Ahora entendía porque.

¡Se sentía fantástico!

Una vez que pararon su andar no pudieron evitar bailar al ritmo de la estridente música.

Bailaban con desconocidos, charlaban todos juntos, y, bueno, no pudieron evitar seducir a unos que otro hombre o mujer que se les hacia atractivo para perderse en el mar de gente.

Es este instante estaba Tsuna bailando cuando levantó la mirada.

No.

No podía ser cierto.

Sus ojos se abrieron como platos.

Estaba ahí.

Él...

¿Cómo había llegado ahí? ¿Y por qué?

Un sudor frío le recorrió la frente.

El calor de la gente empezó a sofocar le de repente.

Sólo buscaba a sus amigas aunque su vista se hubiera nublado un poco.

Para su suerte logró divisar una salvaje melena rojiza que se movía con brusquedad.

Corrió hacia ella con pánico intentando no ser tan obvia.

—¡Mérida!— le gritó para hacerse escuchar sobre el escándalo mientras la sujetaba. —¡Está aquí!

—¿¡Quién!?

—¡El tutor sádico y espartano del que les hable!— buscó a su alrededor.—¿¡Dónde está Darling!?

—¡Dijo que tenía sed y fue a buscar algo de beber que no estuviera envenenado!

—¡Por favor, alejémonos de aquí!— suplicó.

—¿¡Quién es tu tutor!?

Tsuna se acomodó al lado de Mérida para señalarle a Reborn.

—¡El de sombrero de fieltro y traje con piel blanca y patillas rizadas!— definió Tsuna. —¡No entiendo cómo me encontró o por qué  está aquí!

—¡No mames! ¡Está guapo!— le grita Mérida. —¡Lígatelo, Tsuna!

—¿¡Estás loca!? ¡Me reconocerá al instante!

Mérida sonrió traviesamente sin darse cuenta.

—¡Te apuesto a que puedes ligarlo antes de la media noche!— gritó.

—¡No soy suicida!— le respondió.

—¡Sólo ve!— le gritó, empujando a Tsuna en la dirección del adulto.

Tsuna logró evitar lo que hubiese sido una fea caída, volteó para mirar de mala manera a la pelirroja pero esta se había perdido entre el mar de gente.

Asustada, miro a todos lados y direcciones pero era inútil, su amiga había desaparecido.

Giró la mirada para ver a su tutor pelinegro caminar con calma en su dirección.

Era obvio que buscaba algo. 

Tsuna miró su alrededor para ver que a unos metros había una escalera solitaria y oscura que conducía a un desolado balcón superior. Miró las demás a su alrededor vio como las paredes estaban llenas de jóvenes, mayormente borrachos, recargándose en éstas. Tsuna de pronto lo dedujo. Reborn iba a buscarlo desde el balcón pero había demasiada gente por las paredes como para poder pasar por allí.

Tsuna miró nervioso como el mayor pasaba junto a ella, sin darle la más mínima atención.

Tsunako suspiró de alivio. Ni loca le hacía caso a la pelirroja demente que tenía por amigas escocesa. 

Iba a intentar seguir divirtiéndose cuando su súper intuición saltó.

Giró de reojo y disimuladamente el rostro para notar un grupo de hombres observándole detenidamente.

Tsuna tembló.

Ella, a diferencia de sus amigas, no sabía nada de combate o peleas sin ocupar sus guantes y pastillas (que no trajo con ella), no sabía pelear... Pero sabía que no estaba sola.

Sabía que si Reborn notaba su presencia no solo le pondría el castigo más espartano y sádico de la historia de la humanidad, sino que también se reirá de como estaba... vestido; se burlaría por décadas y tal vez hasta iría con el chisme.

¿Valía la pena ser violada por 5 hombres en lugar de eso?

Realmente no quería saberlo.

Dio media vuelta y corrió en dirección a su tutor.

Cuando llegó cerca de Reborn logró adelantarse a él e interrumpir su camino. 

El pelinegro alsó una ceja hacía ella.

¿En serio no la reconocía?

—¿Oye, por qué llevas un traje en una fiesta como esta?— preguntó sin tono coqueto.

Fuera la primera pendejada que se le ocurrió.

 Una pequeña chibi en su cabeza corría rodeada de llamas.

—Un mercenario siempre viste de negro.— le sonrío de manera sádica. —Así no se nota la sangre de las víctimas.

Al contrario de los que el asesino pensaba, la castaña no se alejó.

Estaba acostumbrada a ese tipo de comentarios por parte del pelinegro.

—Pues puedes vestir de rojo.— contestó. —¿Acaso conoces el agua oxigenada o el amoníaco? Son buenos limpiando la sangre; creo que incluso se puede con pasta de dientes.

No era que Tsuna fuera muy culta sobre el tema, pero como su torpeza siempre le provocaba todo tipo de heridas, su mamá le enseñó a limpiar la sangre para que cuando se lastimara limpiara su ropa y así no quedaba la lavadora y demás prendas bañadas en sangre.

Reborn se quedó observando a la menor.

Aunque era algo incómodo hablar con ella por el tamaño (ya que aunque ella llevaba tacones le sacaba una cabeza), se estaba entreteniendo.

No era la primera vez que una mujer aparecía de repente y comenzará una plática, pero algo en esta chica en específico le hizo seguirle la conversación. Después de todo, aún faltaba media hora para las 12.

...

Pasaron el tiempo entre historias y anécdotas del otro, Tsuna aun no podía creer que mantuvo una conversación por tanto tiempo con alguien como Reborn. Hubo un momento donde empezaron a bailar, Reborn coffcoffobviamentecoffcoff no era un mal bailarín. Y aunque Tsuna no le igualaba, no se quedaba atrás.

Entre movimientos rítmicos, varias personas habían dejado de bailar incluso para ver la fluidez belleza de este par.

Pero ellos no lo notaban.

Las miradas chocolate y ónix se unían, con el mayor sosteniéndola, guiándola... Sonríendole.

La castaña, si no estuviera enfrascada en Reborn, seguramente se hubiera quedado en shock de la sorpresa.

Estaba ensimismada en pasos extravangantes y movimientos fluidos... Hasta que unos gritos familiares le llamaron la atención.

Disimuladamente hizo que sus cuerpos se acercaran más mientras seguía bailando para ver a la lejanía a su pelirroja amiga siendo gritada por su celular.

Tsuna podía jurar que eran los inconfundibles gritos de la madre de Mérida.  Su amiga estaba en problemas. Darling quien estaba a su lado logró divisarla y le saludo luego de quedarse con la boca abierta de verla bailando con todo un galán. Suponía que la Dumbroch le había ido con el chisme de con quien estaba.

Reborn la tomo de la cintura e inclinó sus cuerpos volviendo a unir sus miradas.

El corazón de Tsuna palpitaba con fuerza, sus ojos brillaban y sus mejillas se coloreaban.

 Se sentía extraña.

11:55

Reborn le sonrió y se volvieron a enderezar para hacerla girar y seguír bailando.

Darling, a lo lejos, escribió algo en una hoja mientras Mérida colgaba la llamada. Ambas chicas se acercaron a la pareja en el límite del círculo que hicieron los que rodeaban a Reborn y Tsuna, fasinados.

11:56

La música empezó a hacerse más lenta mientras más los movimientos de la castaña y el pelinegro se iban haciendo más lentos. Giraban sobre su propio eje mientras se tomaban las manos y se perdían en los ojos contrarios.

Algo estaba haciendo que su corazón palpitara con fuerza.

Quedaron quietos con el fin de la canción a sus espaldas, con ambas frentes tocándose y narices rosándose.

11:57 

Jadeaban y su aire se funcionaba, Tsuna disfrutaba de esta entre los brazos de su tutor, sin embargo, tuvieron que separarse cuando los interrumpieron.

Todos los de a su alrededor se encontraba aplaudiendo, algunos más borrachos y/o drogados que otros aunque en su mayoría estaban en casi perfecto juicio.

El círculo empezó a disiparce y las personas empezaron a juntarse, apretando a la pareja. 

Entre la multitud estaba Darling, quien le había entregado la hoja y le dijo que la metiera en el saco de Reborn.

Tsuna no confió en lo que dijo Darling.

Para nada.

Pero no pudo pensar mucho en eso cuando Reborn volvió a juntar sus cuerpos.

11:58 

Cuando hizo eso, Tsuna se perdió, no entendía porque le pasaba esto, y al mismo tiempo no le importaba, solo sabía que prefería mil veces el calor de su tutor que el de aquella escandalosa fiesta.

Le miró, se perdió en su mirar, profundo y misterioso, peligroso y poderoso. 

Ni siquiera se dio cuenta de cuando comenzó a acercarse.

11:59

Tsuna abrió los ojos como platos al sentir como el pelinegro le besaba. 

Los ajenos se movían sobre los suyos con cautela que nunca hubiera imaginado del asesino.

Tsuna estaba conmocionada. 

¡Su primer beso se lo estaba dando su tutor!

Intentó responder el beso lo mejor que pudo sin parecer una maldita novata inexperta y muriendo de pena... Que es lo que era en esos momentos.

Y, disimuladamente, colocó la carta en el saco del mayor.

12:00 

Tsunako alejó a Reborn de un empujón y salió corriendo hacia sus amigas que le esperaban cerca de la entrada, por suerte, había tantas personas que no podía encontrar su figura seguramente, aun así, se asustó de la simple idea de como había dejado a Reborn plantado.

Ahora menos podía saber quien era.

Se pusieron las capas mientras corrían para salir con rapidez y subirse al auto de Darling. 

Ella empezó a conducir alejándose del lugar velozmente mientras Tsuna recuperaba el aire perdido. Mérida le acariciaba la espalda de modo de apoyo mientras se quitaba el impermeable.

No fue hasta unos minutos de camino que Tsuna se calmó.

Reborn le iba a matar.

—Tsuna, cámbiate.— le recomendó Mérida. —No querrás llegar a tu hogar vestida tan sexy, ¿verdad?

Tsuna se sonrojó y negó.

Por suerte le había metido su ropa dentro de la maleta para el regreso, se vistió mientras Mérida llenaba la mochila con cosas regadas en el suelo por las sospechas que Reborn pudiera tener si llegaban después de él, aunque por la pena no pudo colocarse los bóxers así que se dejó las panties mientras dejaba la demás ropa femenina y las extensiobes en el auto, colocando sus bóxers en la maleta.

—Por cierto, Darling.— llamó Tsuna. —¿Qué decía la hoja que me diste?

La Charming se tensó.

—Ehm... Bueno...—apretó las manos en el volante. —Decía... "Tomé tu número. Te llamaré <3"...

Ahora si Tsuna iba a morir.

No pudo gritar porque estaba desmayándose en el proceso.

—¡Mi pequeña Tsuna! ¡No mueras!— gritaba Mérida.

Llegaron a la casa del castaño en unos minutos más donde una Tsuna ahogada de vergüenza empezó a regañar a Darling con Mérida riéndose del infortunio de su amiga. Tsuna bajó del vehículo y lo vio alejarse hasta perderlo de vista.

Suspiró, dándose fuerzas.

Caminó con calma mal fingida a la puerta principal que abrió con las llaves y cerró con seguro una vez adentro.

Subió las escaleras de puntillas hasta llegar a su habitación, abrió la puerta paulatinamente y se metió, cerrando la puerta tras de él con la mayor sutileza y rapidez que alcanzó.

—Al fin llegas, Dame-Tsuna.

El castaño casi grita del terror.

Reborn, sin esperar escusa tomó la maleta de su alumno y la abrió mientras sacaba un pequeño artefacto.

Era un rastreador.

Tsuna se puso pálido.

—¿C-c-c-c-cómo...?

—Ah, ¿esto?— preguntó, mostrándoles unas pastillas blancas. Eran sonmíferos. —La próxima vez que quieras dormir a alguien, intenta machacar las pastillas, eso resulta menos evidente.

Tsuna se sonrojó aunque igual seguía pálido.

Reborn vio la maleta y sacó una botella de cerveza completamente vacía. Tsuna no pensó que podía ponerse más pálido.  Darling compartía la camioneta con sus hermanos mayores, uno de ellos es del típico joven que se la pasa con sus amigos de fiesta, por eso debió haber dejado botellas de cerveza en el auto y como andaba apurando a Mérida, ella probablemente no vio de que eran.

—Mañana veré si sales vivo de esto.

—¡HIIIIIIII!

—Tienes suerte de que tu ausencia me haya levantado el humor. Ahora, vete a dormir.

—¡S-sí!— contestó firme para, literalmente arrojarse a su cama con la pijama.

Reborn se acostó en su hamaca unos segundos después, se había quedado pensando en lo rojos que se veían los labios de su alumno y que encontró su bóxer en la maleta.

¿Qué carajos había hecho aquella noche?

Pasaron los minutos y Tsuna no podía dormir, todo había pasado tan rápido y confuso que no entendía nada.

—Reborn...— se atrevió a hablar. —¿Qu-qué hiciste hasta que llegará...?

El pelinegro no respondió, Tsuna uso de que siguiera despierto pero su súper intuición le dijo que no se dejara engañar...

—Conocí... A mi Reina de la Medianoche.

Tsuna se sonrojó.

Pero sonrío.

Porque a Tsunako le gustaba aquel apodo...

Y a él también.  

 

  Fin  

Notas finales:

*Shigeo, para este personaje quise usar a un japonés que se me hiciera lindo, por eso escogí a "Mob" o Shigeo Kageyama de "Mob Psyco 100".

*Mérida Dumbroch, la princesa protagonista (y mi favorita <3) de Disney, " Valiente".

*Darling Charming, la mejor princesa de la serie animada "Ever After High" hija de los encantadores, ella es la mejor caballera de todos <3

*En realidad quise hacer su atuendo como el de la "Chica Misteriosa" de Steven Universo XD

*Quise ocupar el nombre de "Tsunako" para hacer referencia al verdadero Tsuna. El "-ko" es ocupado en las terminaciones de algunos nombres femeninos.En este One-shot "Tsunayoshi" y "Tsunako" son, básicamente la misma persona, no hay ningún trastorno de personalidad múltiple, pero Tsunako es la parte de Tsuna, la parte de su corazón que no puede dejar ver frente a su madre y amigos, su verdadero ser.

...

En realidad ya había escrito esta historia por el comienzo del mes, más o menos, pero se me borró, y me enojé y mennegaba a reescribirlo porque sabía que no me quedaría igual de hermoso que la primera versión por lo que no quería continuarlo, pero con el tiempo me cansé de estar enojada y no podía dejar de pensar en esta idea. La Reescribí. Aunque la hice más corta y menos emotiva, pero escribir en el celular es mi "mata-pasiones" por lo que apenas escribir sin enojarme más, así que aquí esta.

Espero que lo hayan disfrutado y sino lo siento. Aun así me encantaría verlos en los comentarios

 


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