*POV Lauren*
Ya había empezado la fiesta y me prometí a mi misma que no volvería a pasar, pero era la misma promesa que hacía siempre y siempre la rompía y en mi defensa, no es culpa mía, es culpa del alcohol. Siempre es culpa del alcohol.
– ¿Quieres un trago? – Me dijo un chico atractivo, con una sonrisa con las que debía matar a todas, pero a mí no porque sabía lo que quería. Asentí y él me pasó una bebida, que por el aroma debía ser muy fuerte.
–Gracias –Sonreí por cortesía y no le volví a hablar, esperaba que él entendiera la gran indirecta de que no quería hablar con él y así fue, él de marcho no sin antes mirarme resentido.
Bebí el alcohol muy rápido, siempre decía que no me iba a emborrachar, pero ¿A quién engañaba? Me gustaba estar ebria, eso me daba el poder que no tenía para enfrentarme a las cosas que me dan miedo, las cosas que mi yo sobria evitaría a toda costa. Sonreí falsamente al pensar eso, realmente era una cobarde.
–Que linda sonrisa –Dijo mi amiga Dinah irónicamente, ya se notaba por el olor que no estaba en las mejores condiciones. – ¿Ya encontraste a algún chico para pasar tu noche? Yo creo que sí, o sea eso haces cada vez que íbamos de fiesta y tú sigues siendo tan linda como siempre.
Reí por su comentario quizás sea por el alcohol o porque esa es la mentira que le digo cada vez que vamos de fiesta, Si supiera lo diferente que son las cosas. –No he encontrado a ningún chico… pero si me traes más alcohol quizás encuentre a algún príncipe azul por aquí. –O a una princesa.
Ella me golpeó suavemente el brazo pero fue a buscarme más alcohol y en ese momento comencé a ver mi entorno, ya muchos estaban borrachos, algunos estaban bailando, otros seguían bebiendo. Dinah me interrumpió con una bebida alcohólica en su mano –Aquí tienes, Lo… No te diviertas tanto, no quiero un pequeño tú molestando por aquí a tan temprana edad, recuerda: la protección sobre todo. –Yo me reí por lo estúpido que me parecía su comentario.
–Tranquila, Dinah-Nombre-Largo, estaré bien y no te pagué para que seas mi niñera, ve a divertirte.
– ¿Segura que no quieres que me quede contigo? Es decir, sabes que las fiestas son peligrosas…
Seguía así hasta que la convencí que nada malo pasaría mientras ella no estuviera conmigo, que yo ya era una mujer que se podía cuidar. Cuando se fue me volví a tomar mi bebida lo más rápido que pude y así estar ebria lo más pronto posible, así podía tener la valentía, sabía que me arrepentiría luego, pero ¿Qué más da? Siempre puedo culpar al alcohol.
Me adentré más a la casa para seguir bebiendo, seguir ganando valor. Pero alguien me interrumpió en mi tarea, una chica me estaba mirando, sabía que se volvería a repetir lo mismo de todas las noches pero yo no pensaba en eso, yo sólo me fijaba en lo atractiva que era la chica y nadie podía negar que era atractiva, su cabello era castaño claro, gracias a su piel de vampiro se podía notar lo sonrojada que estaba por el alcohol, al acercarme más pude notar que sus ojos eran de un color gris hermoso. Sabía lo que estaba pasando, esto se repetía cada noche pero con diferentes caras, sabía la forma en que me miraba aquella chica pero no importaba porque mi yo “borracha” lo quería.
–Eres muy linda –Le susurré en su oído, ella soltó una tierna risa y me respondió con un tímido “Tú también”. Seguimos conversando sobre cosas que al menos a mí no me importaba como de lo hermosa que era ella, que el alcohol estaba bueno, sobre la fiesta y muchos otros temas, pero mi yo “valiente” no pudo soportar más y terminé con mis labios sobre los suyos. Primero fue un beso lento y un poco torpe gracias al alcohol y porque la tome de sorpresa, pero mientras más nos besábamos más nos acostumbramos a nuestros labios y los besos eran más intensos. Ella me tomó de la cintura y me apegó mucho más a ella, podía sentir todo su cuerpo.
Puse mi pierna entre las suyas y le comencé a besar el cuello, a acariciar suavemente sus piernas expuestas, puesto que traía una falda tan corta que cualquiera podía ver su humedad desde lejos, supongo yo. Sé lo peligroso que es esto, no estábamos solas en el lugar y sabía que unos pocos nos observaban. – ¿Qué te parece si subimos? –Casi lo suplicó la chica de ojos grises, sonreí a aquello porque pensé que estaba leyendo mi mente. Simplemente le tome de la mano y subimos a unas de las tantas habitaciones que había en la enorme casa. Cerré la puerta con pestillo y así asegurarme que nadie nos interrumpiera.
Cuando me di vuelta a mirarla ella ya se estaba desvistiendo, me acerqué a ella para ayudarle y seguir con lo que estábamos haciendo abajo.
––––––––––––
Sentí que alguien me tenía abrazada de la cintura, no sabía la habitación en la que estaba ni quién era la chica que estaba a mi lado. Hasta que recordé todo lo de la noche anterior. Suspiré pesadamente y me quite con cuidado su brazo para que no se despertara.
Cuando ya estaba completamente vestida me di cuenta de que los ojos grises me miraban con una sonrisa. – ¿Dónde vas? –Preguntó tímidamente mientras yo arreglaba el desastre de cabello que tenía. – ¿No me vas a responder? ¿Ni si quiera tu número me darás? Esto es nuevo para mí… Pero me gustó…
Esto no era culpa mía, es culpa del alcohol. Siempre es culpa del alcohol.
–Lo siento, pero no recuerdo nada de anoche… Es mejor que lo olvides tú también porque yo estaba borracha y no sabía lo que hacía… –La misma mentira cada fin de semana, sabía lo que hacía y también lo disfrute, pero no tenía el valor para admitir aquellas cosas.
Pude notar como sus ojos ya no brillaban como antes, busqué mi celular y vi que recién eran las seis de la mañana. Entré al baño para tener más privacidad y le marqué a alguien que sabía que nunca me fallaría.
– ¿Por qué me molestas a estas horas? Es domingo. –Dijo mi mejor amigo somnoliento y al esperar mi respuesta que no llegó pude sentir la preocupación cuando dijo lo siguiente – ¿Pasó algo? ¿Dónde estás Lauren? ¿Alguien te ha hecho algo? Porque si es así lo ma…
–Estoy bien tranquilo. –Le interrumpí. –Sé que es domingo y es muy temprano, pero como eres mi vecino y mejor amigo sé que no dudarás en venir a buscarme, ya que estoy en una fiesta y dudo que alguien este despierto –Dije con una sonrisa. Sabía que diría que sí porque no era propio de él dejarme sola.
Oí como bostezo – ¿Dónde estás?
Esperé fuera de la casa, mientras mi amigo venía a buscarme, supongo que tuvo problemas con sacar el auto de sus padres, que según él algún día será de él. Comencé a pensar y terminé mirando las nubes para encontrarle alguna forma, pero me interrumpió la bocina de un auto.
Miré a mi amigo y a sus ojos azules, él me abrió la puerta para subirme y comenzó a conducir a casa, tenía mucha suerte de tener un amigo como él, lo conocía de la infancia y siempre ha estado ahí para mí, nunca me ha fallado y ahora más adulta gradezco también que sea mi vecino, así me puede venir a dejar o a veces me escapo a su casa para no ver a mis padres.
– ¿Tienes rojo ahí? ¿Es un chupetón? –Pude ver que estaba enojado, mientras pasábamos un semáforo en rojo. Siempre se ponía celoso, pero yo sólo lo veía como mi mejor amigo, es una lástima porque sé lo amable que es. – ¿Quién te lo hizo Lauren? Sé que no tienes novio.
–Encontré a un chico por ahí y nos divertimos, eso es todo –Mentí, siempre mentía con respecto a eso, ya no tenía la valentía de antes.
–Ya no hagas eso por favor, no es la primera vez que lo haces y si lo haces de nuevo trata de ocultarlo cuando estás conmigo… Tú sabes cómo me siento con respecto a ti –Apretó los puños en el volante, claro que lo sabía, me lo había confesado muchas veces, pero él era como mi hermano.
–Lo siento, no volverá a pasar, Jack – Siempre la misma mentira.