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¿Ni aunque...? por Princesa de los Saiyajin

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10

Deseo

 

—Esta vez es de manzanilla—comentó llegando y colocando su mochila sobre el pupitre, para poder buscar el termo en su interior. Y era que, como todos los días anteriores de esa semana, había estado llevando té caliente para el menor para ayudarlo a reducir su malestar con el frío clima.

      —Hoy… es un poco cálido—respondió el Son, Vegeta lo miró—. Sé que afuera está algo fresco el ambiente, pero de verdad tengo algo de calor. Por eso no estoy usando sudadera.

      —Oh, está bien—rebuscó en su mochila—. Había traído algo, cuando fui de compras ayer lo vi y pensé que podría serte útil—le extendió un paquetito—. Es un parche térmico—el menor lo tomó, sintiendo que la sangre se iba acumulando en sus mejillas—. Me sentaré allá atrás. Hablamos más tarde.

     —E-espera, Saiyan—lo detuvo jalando su manga, el mayor lo miró desconcertado—. Tú… si quieres, puedes sentarte aquí, a mi lado. El lugar está vacío…

      —¿Quieres que me siente a tu lado? —preguntó con una sonrisa, notando que el menor sólo bajaba la mirada mientras lo soltaba despacio—. Lo siento, necesito contestar unos mensajes de un amigo, y aquí el profesor me quitará el celular.

       —Tsk, no importa. Sólo era sugerencia—se giró nuevamente al frente, dándole la espalda al Saiyan. Ahí el de cabello en punta aprovechó para acercarse a su oído.

       —Salgamos esta tarde por un helado—susurró. Goku sintió cómo los vellos en su nuca se erizaban al sentir aquel vaporcito en su oreja—. Yo invito.

      —E-estaré ocupado—empuñó con fuerza el lápiz—. No puedo.

      —Bueno, será en otra ocasión—mencionó separándose—. Nos vemos en el entrenamiento.

      Goku aprovechó que se fue para levantarse abruptamente y salir rápido del aula. Entró a los baños, y procedió a lavarse el rostro con el agua fría que salía del grifo. Tragó saliva, mirando que sus mejillas seguían totalmente enrojecidas.

      —¿Por qué…? ¿Por qué hace todo esto…? —pensó en aquellos parches que recién le había dado.

      Y no era sólo porque sí. Sino que el Saiyan recordaba perfectamente las palabras de Goku, cuando le confesó que “esos días” eran ligeramente molestos porque a veces le daban dolores a causa de la frialdad en su abdomen bajo. Y como la temperatura de esos días había sido baja, había llevado diariamente una bebida caliente para subir el calor en su cuerpo y ayudarlo a disminuir el dolor.

     Y es que toda la semana había tenido malestar, el cual siempre le había aclarado antes de ir a la escuela en sus mensajes matutinos con el mayor. Y ahora resulta que el otro había llevado eso para reducir esa incomodidad.

      Estiró su cabello, sintiéndose muy frustrado. ¡¿Qué diablos pensaba Vegeta al llevarle eso?! Tanta amabilidad, tantas atenciones… no las toleraba. Entonces, ¿por qué sentía tanta gratitud por todos esos gestos de aprecio que tenía con él? ¿Por qué tenía tanto tiempo sintiendo ganas de acercarse siempre a compartir calidez estando uno al lado del otro? Sacudió su cabeza y decidió salir para despejarse.

      —Estúpido Saiyan… sal de mi cabeza…—levantó la mirada, topándose con una chica pelinegra que caminaba con la mirada gacha por los pasillos—. Ah, hola, Milk.

       —¿Eh? ¡Hola, Goku! —el más alto notó el nerviosismo en la chica, además del abrupto incremento en el enrojecimiento de su rostro—. ¿No irás a clases? Y-yo… quería ha-hablar contigo.

       —¿Eh? —miró hacia la puerta del aula, sintiéndose incapaz de volver a donde se encontraba el Saiyan—. Podemos ir afuera, ¿te parece? —ella asintió—. Te invito una soda.

       —S-sí—bajó la mirada, totalmente apenada—. Me gustaría mucho.

      El Son fue a la cafetería de la escuela para comprar dos latas de refresco, y después caminaron hasta el patio, para sentarse en una banquita bajo un árbol. Ahí la pelinegra aprovechó para compartirle de su almuerzo al más alto. Goku comía plácidamente aquel onigiri, saboreando el toque ligeramente salado del relleno de pescado.

      —Hace unas semanas te envié una carta con Vegeta—el Son la miró—. Me dijo que me rechazaste.

      —Milk…

      —¿Es cierto, Goku?

      —Milk… —repitió aquel nombre. Ver aquella miradita, que todavía tenía un brillo cuando lo veía, lo hizo sentir pena por ella. Soltó aire y miró al cielo. Se perdió unos segundos observando el movimiento de las nubes, hasta que decidió volver a verla—. Es cierto, Milk. No correspondo tus sentimientos.

      —Entiendo…—sonrió—. Está bien, supongo.

      —Eres una chica muy linda, Milk. De verdad—ella lo miró nuevamente—. Pero no puedo corresponderte porque a mí me gustan los chicos.

      —¿Los… los chicos? —él asintió, ella cubrió su rostro con vergüenza—. P-perdón, no sabía…

     —¿Eh? —la miró, algo enternecido—. Creí que lo sabrías luego de que se extendió la noticia de que soy doncel.

      —Creí… que eso no importaba—el más alto se sorprendió—. Es sólo que, ni siquiera después de que todo mundo lo dijera y que ya no era un simple rumor, no creí que debería haber algo diferente—el chico bajó la mirada—. Pero lo respeto, Goku. Entiendo que no puedas corresponderme.

      —No quería lastimarte.

      —Está bien… —tomó su vasija—. ¿Quieres la galleta de la fortuna? Me la dieron anoche que compré comida china, pero creo que todavía está buena.

     —Gracias, Milk—ella tapó el envase y lo metió en su bolsa—. ¿Irás a clases?

     —No me ha ido muy bien en la materia que sigue. Necesito recuperarme—se acercó y besó la mejilla del Son—. Adiós, Goku. Gracias por almorzar conmigo.

     —No es nada—ella comenzó a caminar—. Milk—llamó, ella volteó—. Suerte en tus clases.

      —Gracias—hizo un ademán y siguió caminando, esta vez sin detenerse.

      El menor abrió aquella galleta, sacó el papelito y comió esa dulce y crujiente cubierta que lo envolvía. Se sorprendió al ver dos papelitos juntos.

     —Debe ser un error del que las hizo. Se pegaron con el azúcar—lo desenvolvió con cuidado y leyó el primero:

“Tu corazón es fuerte, ten el valor de hacerle caso”

      —¿Mi corazón…? —repitió en su mente—. ¿Por qué mi fortuna tiene que ser de aquello que no me deja dormir?

      Y es que, ¿qué no llevaba varios días atormentándose con la pregunta que le hizo el Saiyan del “dime qué sientes por mí”, pero que por más que lo pensaba no encontraba una respuesta a sus propios sentimientos? No lo odiaba, eso estaba claro. ¿Pero qué clase de sentimiento había guardado hacia aquel chico de cabellera negra en punta, ese mismo que lo hacía sonreír, y que le animaba ver en el salón de clases, y cuando estaban solos…

      —No, no, no—sacudió la cabeza—. Debería dejar de pensar en eso. Lo que pasó, el retraso, seguro fue una señal para que deje de hacer tonterías. Debería simplemente alejarme de todos.

     Miró otra vez las nubes, acordándose de todo lo que pasó por su cabeza cuando creyó que había quedado embarazado. El miedo de defraudar a su familia, el terror de tener que renunciar a todos sus sueños, y el pánico de atarse a alguien a quien le generaría más complicaciones de las que ya tenía.

      Y no era sencillo de asimilar. Ver lo mucho que Vegeta tenía que vivir, casi completamente solo con el cuidado de su hermano menor, fue algo que lo hizo sentir culpa en el hospital. Sentir que, aparte de los equipos, de sus propias notas, y de los cuidados de su hogar, tener que decirle que sería padre por su propia estupidez era una cosa que lo atormentó durante eternos minutos.

     Si bien sabía que el Saiyan estaba al cuidado de Tarble, ver que tenía una responsabilidad casi total de él fue algo que no supo afrontar en ese momento. Y tal vez, sólo tal vez, le arruinaría la vida si resultaba ser un positivo. Un positivo que no habría podido ocultarle porque entraron juntos al consultorio del doctor Nappa, pero que no iba a permitir que tomara responsabilidad.

     No ahora que conocía todo lo que hacía. Y no considerando que los padres de él jamás aceptarían. Muy probablemente habría huido de casa a un pequeño refugio de acogimiento, para no tener que ver la mirada de decepción de sus padres, y para no tener que causarles problemas a tantas personas a su alrededor. Ni mucho menos tener que vivir con la humillación de ser el chico que se embarazó a tan corta edad. Porque, claro está, en los pocos casos de embarazo adolescente que le tocó escuchar denigraban demasiado al o a la joven sin importarles sus sentimientos y lo mucho que eso les afectaría.

      Sin embargo, también pensaba mucho en las palabras del médico. Habían sido responsables, incluso su pareja sexual, en este caso Vegeta, lo había sido más. Incluso fue él quien le recordó que debían usar condón. Si no fuera por esa lucidez del Saiyan, quizá habría tenido que comprar una pastilla esa misma noche.

      Y no sólo eso, el haber cuidado que sí lo haya puesto bien, pese a que él “ya le había confirmado que podía meterlo”, fue demasiada responsabilidad por parte del mayor. Vegeta había cuidado cada uno de los detalles para hacerlo sentir bien y además estar protegidos ambos.

      ¿Por qué debía sentir culpa de algo que disfrutó, y que hizo con alguien que también lo respetaba? Se había sentido bastante bien, cada caricia, cada beso, cada movimiento en su interior. Había sido una experiencia demasiado placentera, donde sintió afecto de una manera totalmente distinta a las que había tenido. ¿Por qué tenía ahora que privarse de todas esas experiencias?

      Quería disfrutar, quería enamorarse, quería sentir el placer sin sentir miedo ni culpa, ni arrepentimiento. También quería vivir lo que otros chicos de su edad: tener citas, ilusionarse con el amor, poder seguir sus sueños sin la presión de mantener tan altos estándares. Había tantas cosas que quería tener, pero siempre existían detalles que lo imposibilitaban.

     —Quisiera poder hacer todo eso…—pensó. Inevitablemente recordó a Vegeta.

      Todas esas veces donde se tomaron la mano, cuando se besaron, cuando pudo olvidarse del “qué dirán” para centrarse en todas esas experiencias que la calidez de ese chico le brindaba. Había sentido en más de una ocasión, a su lado, cosas que antes no experimentó.

      —¿Qué debería hacer…? —susurró, mirando nuevamente el papel—. “Hacerle caso a mi corazón” … pero… ¿Qué siento por él? —sintió que su corazón se aceleraba bastante—. ¿Qué diablos siento? —empuñó sus manos en la tela del pantalón—. Qué complicado…—miró al cielo—. Pero sí quisiera repetirlo con él… Esa vez…—pensó en cómo aquel chico le había abrazado durante tanto tiempo con cariño—. Esa vez me sentí muy bien con él… ¡Aight! ¿Qué debería hacer? —miró con curiosidad el otro papelito que tenía la galleta, esperando que su suerte le diera una respuesta. Soltó una risita al ver el contenido:

“No puedo ayudarte, soy solo una galleta”

      Necesito pensarlo…—alzó la mirada al sentir unos ojos posados sobre él. Vio cómo el Saiyan caminaba lentamente hacia él. Le devolvió la sonrisa todo el tiempo hasta que el más bajo llegó a su lado.

     —No entraste a clases. Te traje tu mochila—mencionó pasándosela—. Está bien que te tomes un descanso, supongo.

      —Sí… Almorcé con Milk. Además, no tenía ganas de ir a clases—soltó aire—. ¿Vamos a la cancha? Ya casi es la hora de entrenamiento.

     —Claro—comenzaron a caminar hacia el lugar, encontrándose con un número reducido de jóvenes. El menor se tensó

      —¿Por qué son tan pocos?

     —Uub se lesionó el tobillo—respondió Yamcha—. Y Zarbon no puede continuar entrenando, porque le está yendo bastante mal en sus clases—el Son soltó aire—. Nos quedamos con elementos justos, Goku, para los partidos. Claro, si es que nadie falta.

      —Demonios—se tomó la cabeza mientras se sentaba en una banca cercana. Miró de reojo hacia el otro extremo de la cancha, donde Bojack entrenaba con aquellos chicos que se salieron de su equipo para ir a aquel, enojándose al ver que había muchos elementos de sobra, formando un equipo y medio.

     —Goku—habló un chico, el menor alzó la mirada para ver a aquel pelilila—. Mi hermano se transferirá. Le conté de la situación y de verdad está dispuesto a cambiarse de escuela. Es bastante bueno en soccer, de verdad.

      —¿Tienes un hermano? —preguntaron varios al unísono.

      —Ehm… sí, somos gemelos—soltó una risita—. Desde hace tiempo quiere venir, por fin lo podrá hacer.

      —Mirai, ¿crees que venga para el próximo juego? Será el viernes, tiene una semana.

     —Sí, a partir del lunes estará aquí. Tendremos tiempo de entrenar todos juntos para que puedas verlo.

     —Excelente… —siguió moviendo su pierna algo nervioso. Se levantó y miró al más bajo—. Saiyan, encárgate hoy del entrenamiento. Iré a buscar a alguien.

     —¿Eh? ¿No volverás?

      —Descuida. Es una persona muy competente. Es bastante bueno. Por eso necesito convencerlo—se colocó su mochila—. Nos vemos luego, chicos—dio unos pasos, antes de volver a mirarlos—. Por cierto, si viene el imbécil de Bojack alguien denle un golpe de mi parte—pidió, consiguiendo que rieran.

      Comenzó a trotar, alejándose del grupito. Sacó su teléfono, y realizó una llamada, la cual no fue contestada. Chistó, y siguió recorriendo todos los pasillos de la escuela, esperando encontrarse con la persona que quería. Sonrió al visualizar a aquel sujeto. Se acercó y esperó a que notara su presencia, ya que tenía los audífonos puestos.

      —¿Mh? Goku, hola. ¿Pasa algo?

     —Goten, necesito que entres al equipo—el Son menor cerró su casillero para poder verlo mejor.

     —Goku, sabes que no puedo…—respondió con su mirada baja.

     —Goten, por favor. ¡Te necesitamos!

      —Sabes que mamá no me deja—soltó aire—. Siempre ha sido muy sobreprotectora, ¡lo sé! Pero… Que hace un año me lastimaran mucho en la competencia de artes marciales ha sido el detonante en su malestar. Sé que mi relación con ella no es buena, y que a veces pareciera que me odia—rio sin gracia—, pero no quisiera arriesgarme a una lesión y preocuparla.

     —No tiene por qué enterarse—el Son menor levantó la mirada—. Por favor, ¡de verdad necesitamos que entres! —Goten negó despacio—. Por favor, no me dejes solo. Necesito gente que me apoye a pesar de mi condición.

      —Goku…—susurró, mirando los ojos suplicantes del más alto—. Yo sé que tú eres el mejor, me gustaría que todos los demás lo aceptaran a pesar de que seas doncel—el más alto siguió con su expresión—. Supongo que puedo decirle que me quedaré más tiempo a estudiar, y ducharme aquí antes de irme, para que no note que sigo entrenando—sonrió—. Y si algo sale mal, puedo pedirle a Gohan que me deje vivir con él en su departamento.

      —Goten, te lo agradezco—soltó aire aliviado, para después ser abrazado por el más bajito—. En serio serás de mucha ayuda.

      —¡Me debes una! —Goku rio—. ¡Quiero un pastel enorme de chocolate para mi cumpleaños!

     —Cuenta con ello, Goten…

 

***

 

—¡Adiós, Goku! —se despidió el Son menor con un ademán, antes de irse de la escuela. El más alto sonrió y volvió a adentrarse en los pasillos, topándose a un pelinegro de cabellera a los hombros—. Hola, Diecisiete—saludó.

      —¿Qué hay, Goku? —se detuvo, el más alto lo imitó; había creído que sólo era un saludo, pero ahora veía que se trataba de un inicio de una conversación—. Mirai me dijo que siguen buscando elementos.

      —Ah, sí. Realmente necesitamos gente en mi equipo. Bojack se llevó a muchos.

      —¿Puedo entrar?

     —¿De verdad te gusta el soccer? Creí que no te gustaban los deportes, con eso de que eres muy activo en los clubes de ecología—el de ojos azules negó despacio.

     —Lo juego, no tengo mucha experiencia. Pero puedo quedarme en banca como cambio, sólo como emergencia si alguien falta o se lesiona.

      —Te lo agradecería bastante, Diecisiete—sonrió—. En serio, muchas gracias.

     —No es nada. Entrenaré el lunes con ustedes. Me adelanto, saldré con Mirai.

      —¿Ustedes… están saliendo?

      —Algo así—guiñó su ojo y comenzó a caminar, yéndose por el pasillo. Goku lo siguió con la mirada, notando cómo, casi al fondo, se encontraba con el pelilila y se retiraban juntos. Notó cómo, lejos de la vista de todos, se tomaban disimuladamente las manos.

     Sintió un poco de recelo. ¿Él tenía a alguien con quien tomarse de la mano? Soltó aire al sentirse ajeno a todas esas experiencias que tenían ellos y comenzó a caminar hacia la cancha. Estaba casi vacía, sólo quedaba el Saiyan sentado en una banca mientras hablaba por teléfono.

     —Ajá, entiendo que no puedas hacer ese cambio. Hubiera sido divertido—se levantó y comenzó a levantar conos del suelo—. Sí, te veo después. Tengo planeado viajar en vacaciones hacia allá. Adiós…

     —Saiyan—se acercó cuando colgó su llamada. El aludido volteó y sonrió—. ¿Siempre sonríe cuando le hablo? —sus mejillas se encendieron—. Etto… yo…

     —¿Sí?

     —¿Cómo avanzaron los chicos en el entrenamiento? —el Saiyan rio bajito.

     —Bastante bien. Saber que tendremos al hermano de Mirai en el equipo es buena noticia.

     —También 17 entrará—el Saiyan sonrió—. Sepárale la playera con su número.

     —Claro, lo haré.

     —Goten también entrará. Con él tenemos la victoria asegurada.

      —¿En serio Goten practica soccer?

     —Sí, lo hacía antes. Es bastante bueno y tiene excelente condición—se sentó en la banca, mientras el otro guardaba las cosas en un costal—. Digamos que su especialidad es tener “dos corazones”.

     —Eso suena genial—se colgó aquello en la espalda—. ¿Ya te vas?

     —Pensaba esperarte—se acercó y tomó el otro costal—. Te ayudo.

      Caminaron juntos hasta la bodega, donde guardaron los balones y los demás instrumentos que habían utilizado. Cerraron bien, y aprovechando la soledad de los pasillos, salieron despacio, caminando uno al lado del otro.

     —¿Seguro de que no quieres ducharte, Saiyan? Puedo esperar a que termines.

     —No, es probable que estén llenos los vestidores con los del equipo de básquet. Puedo esperar a estar en casa.

      —Entiendo…

     Lo miró de reojo. Vegeta tenía el rostro enrojecido y la respiración algo agitada. Un poquito de tierra estaba en sus mejillas manchándolas un poco, y su frente tenía perlas de sudor, así como algunos cabellitos que se le pegaron por la humedad. Sin querer recordó que Vegeta lució así el día que lo hicieron, esa ocasión donde, estando arriba de él, entrecerró sus ojos con una mirada seductora mientras entraba en su interior y sudaba un poco por el calor de ambos juntos.

      Tragó saliva y dejó de mirarlo, para poder aclarar su mente. Todavía estaba en su mente las mismas cosas que pensó toda la mañana, tanto de aquella “señal” de que debía guardar la compostura, así como las contrastantes palabras del médico que los había atendido.

     Siguieron despacio, caminando por las calles en un silencio. Uno que Vegeta no llenó por la agitación de su respiración, y que Goku tampoco lo hizo por estar inmerso en sus pensamientos.

     —Hoy… es el último día.

      —¿De qué…? —preguntó, volteando a verlo. El sonrojo en las mejillas del menor lo hizo entender—. ¿Sólo son 5 días? —recibió una afirmación con un movimiento de cabeza.

       —Sí… Incluso hoy fue muy poco, casi nada—aclaró su garganta, carraspeando un poco.

      —¿Quieres que te siga trayendo té? No es molestia… Incluso compré algunas cajas de sobres, hay uno de anís que es muy bueno y…

       —No, no es necesario. En realidad, casi no me gustan las bebidas calientes—metió las manos en su bolsillo—. Yo…—se detuvo, el mayor lo imitó—. Es que yo…

      —¿Pasa algo?

     —Quería… tú…—tragó saliva—. ¿Harás algo mañana?

      —¿Mañana? Pues… realmente no. Estaré solo en casa, mis padres viajarán y mi hermano se quedará en casa de mi tía. Iba a hacer algunas reparaciones en mi habitación… ¿Querías que entrenáramos con el equipo?

      —No, no era eso…—miró a su alrededor—. Es que… quería volver… a hacerlo.

     —¿Qué dices?

      —No me hagas repetirlo…—miró otra vez a todas direcciones, notando la soledad de las calles—. Saiyan, quiero estar contigo.

     Vegeta sólo sintió el viento alborotando su cabello. Aquel chico alto tenía su mirada gacha, con su rostro totalmente rojo. Incluso se veía como si saldría corriendo en cualquier momento por la vergüenza.

       Pero ¿era correcto aceptar una segunda propuesta? ¿Qué no iba en contra de todas las cosas que él creía?

      —¿Saiyan?

     —¿En mi casa?

      —Si no hay algún problema con ello.

      —No lo habría—siguió observando a aquel chico. Goku sólo miraba al suelo, con sus ojitos entrecerrados, pero aun así se distinguía un pequeño brillito en ellos.

     —Quisiera también, antes de hacerlo… Invitarte a salir—alzó su cabeza para verlo a los ojos, sorprendiendo al mayor—. Saiyan, quiero invitarte a una cita. ¿Aceptarías?

      —¿Cita? —repitió.

      Esa palabra, esa que el menor decía seguido cuando hacía una mínima invitación a algo. Pero que era la misma que nunca había hecho con alguien más. Con cualquier otro chico, eran simples salidas. Pero sólo con él había hecho esa excepción y siempre consideraba sus escapaditas como una cita.

     Sin embargo, aquí venía ese chico, haciendo la pregunta directamente. Pidiendo que tuvieran una salida romántica antes de un encuentro sexual.

      —Siempre dices…—agregó el Son—. Que te gustaría hacer algo así antes de besarnos, o cuando lo hicimos. Así que quisiera invitarte esta vez.

      —Me parece bien, ¿quieres que te lleve a…?

      —Yo me encargaré de buscar el lugar—interrumpió—. De verdad, déjamelo a mí.

     —…—sonrió de medio lado y asintió—. Claro. ¿A qué hora?

      —Te veré a las diez en el parque que está por mi casa—rascó su brazo—. Ehm, me adelantaré, Saiyan. Te veo mañana.

       Sin esperar respuesta, apresuró su paso. Vegeta sólo lo observó irse apenado, con esa velocidad tan extraña de sus pasos largos pero rígidos. Miró al cielo, soltó aire y comenzó a dirigirse a su casa, reflexionando lo ocurrido.

     Si bien había aceptado la primera vez por curiosidad, ¿no era muy contrario a lo que él creía? Soltó aire y empuñó fuertemente la correa de su mochila. Miró a ambos lados antes de cruzar la calle y sonrió al ver un colibrí en una planta con flores cercana.

     —Sin embargo, se dio cuenta de que me molesta…—pensó.

     Aunque sí tardó algo en notarlo. Cuando le pidió que practicaran besos franceses, había sugerido ir a tomar un café primero. Cuando se dieron su primer beso, le había dicho que dejara que las cosas fluyeran y que no se apresuraba. Cuando tuvieron su primera vez, le había pedido que, siquiera, se saludaran primero.

     Goku era muy impaciente, quería hacer las cosas apresuradamente. Pero, en el fondo, disfrutaba cuando las cosas se daban con calma y podía disfrutar las cosas sin prisa.

     —¿Mhg? ¿Un mensaje?

     Levantó su celular y sonrió al ver el contenido.

 

Kakarotto: Llegué recién a casa. Avísame cuando llegues a la tuya.

 

     Apresuró su paso, y al cabo de unos pocos minutos llegó a la suya. Miró a su hermano menor haciendo sus deberes en la mesita de la sala, lo saludó y subió a su habitación. Se comenzó a desvestir y se metió en la ducha. Al salir se vistió con algo cómodo y se tiró en la cama, mirando al techo.

Vegeta: Ya llegué.

¿Ya comiste?

Kakarotto: Sí.

Rad quemó la pasta, tuve que comer emparedados.

 

Vegeta: Tengo que dejarte. Haré unos pendientes para poder tener libre el día de mañana.

¿Hablamos más tarde?

 

     Se extrañó al ver un largo “Escribiendo…” junto a su nombre. Decidió ignorarlo y salió de su habitación, para volver a ver a su hermano.

     —Enano, ¿quieres que te lleve ya?

     —Sí, ya tengo todas mis cosas—comenzó a guardar sus cuadernos en su mochila. Posteriormente, subió a su alcoba y regresó con una pequeña maleta deportiva con algunos cambios de ropa y artículos de higiene básica dentro.

 

Kakarotto: Dormiré temprano, estoy algo agotado.

Además, tengo que hacer los deberes de hoy, falté a todas las clases.

 

     —¿De qué te ríes, oni-san? —preguntó el más bajito.

      —¿Qué? No, nada. Sólo hablo con Kakarotto cosas del equipo—le quitó la maleta para colgársela él—. Vamos, el taxi ya casi llega.

     —¡Hai!

 

Kakarotto: Por si olvido contestar los mensajes, te deseo buenas noches, Saiyan.

 

     —Sube, enano—le abrió la puerta, y después entró él.

 

Vegeta: Suerte en tus deberes.

Y, buenas noches a ti también, Kakarotto.

***

 

¿Por qué estoy tan nervioso? —pensó al pasar por décima ocasión el cepillo por su cabello—. ¿Debería usar un broche? —pensó, colocándose aquel objeto que a veces usaba para apresar su flequillo durante los entrenamientos—. No, se ve patético.

      Cubrió su boca con su mano y soltó un poco de vapor, para después olfatearlo. No muy convencido, volvió a entrar a su baño para cepillar de nuevo sus dientes. Enjuagó bien los bordes de sus labios para retirar todo rastro de espuma del dentífrico y se colocó un poco de bálsamo labial.

      —Ni siquiera la vez anterior me preparé tanto—bajó su mirada a su entrepierna, levantó un poquito el borde del bóxer para mirarse—. ¿Debería depilar totalmente? Son bastante cortos, pero… Aigh, la última vez tampoco lo hice. Pero, no le desagradó, ¿cierto? —pensó en el cuerpo del chico—. Él… ¿Tenía? Ni siquiera puse atención a eso. Eran cortos también—susurró, recordando cada detalle que pudo apreciar su primera ocasión juntos—. Diablos, qué complicado.

     —Kakarotto—oyó al otro lado de la puerta. Se acercó a abrir—. Ya me voy, tendré una cita con Pares.

     —Ajá—rodó los ojos.

      —No me mires así. Me costó mucho acercarme con ella luego de que Vegeta se enojara por hablarle a su hermano—el menor chistó—. ¿Tú también? ¡Ya les dije que nunca fue él!

      —No es eso—desvió la mirada—. ¿Ya te vas?

      —Sí… No metas a nadie a casa, ¿entendido?

      —Ajá—rodó los ojos y esperó a que se escuchara la puerta principal cerrándose—. Imbécil.

      Se recargó en la puerta de su habitación y miró al techo con molestia. ¿Por qué siempre tenía que hacerle esa clase de comentarios cuando él hacía lo que le prohibía? Se acercó nuevamente a su espejo y alborotó totalmente su cabellera. Desfajó su camisa e incluso quitó el cinturón que le permitía dar mejor forma a su cuerpo por la manera que ajustaba en la zona justa, y se metió un caramelo en la boca, esta vez ignorando que recién se había lavado los dientes.

      —¿Eh? ¿Un mensaje?

 

Vegeta: ¿Llegarás tarde?

 

      Se sorprendió ante ese mensaje. Revisó la hora, dándose cuenta de que ya habían pasado 16 minutos de la hora acordada. Mordió su labio inferior y soltó un suspiro. Miró otra vez su imagen en el espejo, viendo que lucía una vez más desarreglado.

Goku: Ya voy en camino.

Disculpa la tardanza.

 

      —No fue su culpa—pensó, antes de volver a fajar su camisa y colocarse el cinturón. Mojó un poco su cabellera rápidamente para poder ordenar los cabellitos rebeldes y abrió su cajón para sacar una bolsita de chocolates, los cuales había comprado hace unos días para esas ocasiones donde se sintiera con antojo de unos caramelos.

     Tomó su cartera, verificando que tuviera suficiente efectivo, y tomó sus llaves. Salió de su casa, verificó que cerró bien, y comenzó a caminar hasta que llegó al parque. Visualizó al Saiyan, que tenía una rosa en una mano, mientras que escribía en su celular con la otra.

      —¿Me trajo…? —tragó saliva—. Blanca…

     Comenzó a caminar hasta estar frente a él. El más bajo sonrió al levantar su mirada y notar su presencia. Se sentó a su lado, y miró a sus alrededores disimuladamente, notando que no había nadie conocido cerca.

      —Esto lo compré para ti—comentó, entregándole la flor blanca—. Espero que te guste.

       —Gracias, Saiyan…—la tomó y la sostuvo con ambas manos. Soltó aire y le entregó la bolsita de chocolates—. Son para ti. Disculpa la demora.

      —Gracias, Kakarotto.

      —¿Nos adelantamos? —se levantó, mirando al mayor—. Quiero invitarte a almorzar.

      —Claro—se levantó también y lo siguió.

       Fueron caminando en silencio, uno al lado del otro, en una calma pacífica. El más alto tenía su mano en su bolsillo, sintiendo que su rostro estaba bastante caliente. Se detuvo en una esquina, para darle a entender al mayor que debían cruzar la calle. Ahí esperaron hasta que el semáforo cambiara de color para poder avanzar.

      —Es aquí a donde te quería traer—comentó, cuando llegaron frente a un local—. Mi familia solía traerme aquí cuando era pequeño.

      —¿Lugar nostálgico? —el más alto asintió—. Me gustaría conocerlo.

      —Ven—tomó su mano y comenzó a guiarlo al interior. El Saiyan se dejó hacer, sonriendo al ver la manera en que Goku solía sostenerlo cuando creía que podría quedarse atrás.

      El menor ordenó, mientras Vegeta iba a la mesa que el menor había reservado. Todas las mesas estaban ocupadas salvo esa, indicando que era bastante popular ese lugar. El menor, al cabo de un par de minutos, regresó con él.

      —El pollo condimentado es muy bueno en este lugar—mencionó.

      —Me imagino que sí—apoyó su cabeza en su puño, para ver al menor—. Kakarotto, háblame de ti.

     —¿Eh? —se sonrojó—. ¿Q-qué quieres que te diga?

      —Lo que quieras. Me interesa saber más de ti.

      —Pues… —bajó la mirada—. Yo… no sé qué decirte.

     —¿Siempre venían a este lugar?

      —Cuando de pequeño practicaba kung fu, mis padres me traían después de cada competencia. Y cuando ganaba, me dejaban pedir helado. Tienen un helado artesanal fantástico—el mayor lo observaba atento—. Luego, cuando entré a secundaria, mis padres ya no tenían tanto tiempo libre. Dejaron de ir a mis competencias, dejaron de interesarse, y en la escuela me pusieron trabas cuando quería entrar a deportes. Simplemente decidí renunciar a las artes marciales, y empezar con soccer y baloncesto. Después el béisbol, pero al final el soccer es lo que mejor se me da.

      —Me gustaría entrenar contigo algún día.

      —Saiyan, nunca me contaste qué era de ti antes de cambiarte de preparatoria.

      —Pues… Solía competir demasiado en artes marciales en secundaria. En preparatoria decidí dejarlo para probar con otros deportes. Y finalmente me cambié de escuela, por el mejor nivel de los equipos que había en esa.

     —¿Sólo eso? Creí que habría otro motivo—el Saiyan soltó una risita baja—. ¿Te arrepientes de haberte cambiado?

     —No, no me arrepiento.

     —Buenos días, les traigo su pedido—mencionó una chica llegando con una charola—. Dos platillos de pollo condimentado y verduras, dos tazones de arroz y plato con sushi de cortesía. El helado lo traeré más adelante, para que no se derrita.

     —Gracias—la chica hizo una reverencia y se retiró. Goku volteó a ver al mayor—. Quiero que lo pruebes.

     —Está bien—tomó un tenedor y cortó un pedacito de pollo, para después probarlo. En sus ojos se delató lo maravillado que quedó con el sabor—. De verdad es bastante bueno.

      —Sabía que te gustaría—con los palillos, metió un rollito de sushi en su boca—. Esto está muy rico.

      —Kakarotto, gracias por la invitación—comentó, metiendo una zanahoria en su boca.

      —Saiyan… —empuñó sus manos y se acercó un poco a él—. Lo que ha pasado entre nosotros…

      —¿Sí?

     —Te agradezco mucho todo. Es lo único que quería decir.

      —No fue nada—levantó su mano, hasta la mejilla del Son—. De verdad, no tienes que agradecer.

      —Yo… Ehm, sigamos comiendo. Antes de que se enfríe—comentó, alejándose del tacto y continuando esta vez con el arroz. Vegeta atinó a reírse del pequeño pánico del Son y decidió no insistir más, satisfecho de ver esas mejillas sonrosadas de la pena.

       Terminaron los platos fuertes, y después la chica llegó con dos pequeños tazoncitos con algo que parecía raspado. El menor sonrió antes de comenzar a comerlo. Para Vegeta no pasó desapercibida la manera en que sonreía al degustar ese postre.

      —¿Quieres también el mío? —preguntó cuando el menor acabó su ración.

      —¿Seguro?

      —No suelo comer cosas dulces, está bien si lo terminas—le extendió el postre. Y Goku, ya sin pedir una segunda confirmación, comenzó a comerlo—. Iré a lavarme, en un momento vuelvo—dio una caricia rápida en el cabello del menor antes de alejarse.

       Goku, todavía con la cuchara en su boca, se le quedó mirando. Bajó la mirada, pensando en el chico. Si recordaba su acuerdo, la cita era como un previo para lo que él quería hacer. Pero en toda su cita, ni siquiera lo había vuelto a pensar.

      No obstante, ahora que lo reconsideraba, ¿qué no lo que hacía con Vegeta era todo lo contrario a lo que él alguna vez imaginó con su destino? Siempre pensó que todo sería diferente, ¿entonces se arrepentía?

       Esa era una palabra demasiado fuerte para lo que de verdad sentía. Si bien sentía un poco extraño el hacer “cosas de pareja” fuera de una relación, el hacerlo con el Saiyan reducía considerablemente la posibilidad de la culpa.

       Desde el primer momento, ese chico mostraba un compromiso muy grande con él. Quizá por su amistad, quizá por sólo por cordialidad. Pero lo hacía sentir en un espacio seguro. ¿Era porque se sentía bien en distintos escenarios con ese chico? Una vez más regresó a su mente ese cuestionamiento del más bajo que hizo.

       ¿Qué sentía exactamente por Vegeta?

      —Ya regresé. ¿Quieres pedir otra cosa?

      El menor negó con un movimiento de cabeza, antes de continuar comiendo lo último del tazón.

      Volviendo a sus pensamientos. ¿De verdad quería continuar las cosas así, siendo sólo compañeros sexuales? Pese a que sus acciones indicaban lo contrario, lo cierto era que ese tipo de relación no era algo que él esperaba. Tarde o temprano sería algo que no le gustaría, o que le cansaría. La falta de compromiso con una persona con quien intimaba era algo que parecía ajeno a lo que en algún momento pensó.

      Pero ¿con Vegeta? Ni siquiera podía aclarar su cabeza con tantas cosas que iban a su mente cuando recordaba ese rostro del chico.

      —Saiyan…—llamó. El aludido, luego de meter en su boca uno de los chocolates que el menor le obsequió, lo volteó a ver.

       —¿Pasa algo, Kakarotto?

       Pero ¿qué más daba? Al final, y contrario a todo pronóstico de hace un par de meses, ese chico le brindaba gran calma. Una paz impresionante, y una calidez única. Quizá, y sólo quizá, a causa de ser el único chico con quien había tenido tanta cercanía. Y por ahora tampoco es como si tuviera interés de convivir con alguien más.

      —Sé que vamos a hacerlo, pero… he pensado muchas cosas. Sobre lo que hacemos, nuestras circunstancias. Y lo que pasa con las demás personas…—el otro lo veía atento—. Y yo… Yo quería preguntarte…

      Guardó silencio y bajó la mirada. Había pensado tanto en eso. Su relación con el Saiyan no podía seguir así, al menos no ahora que se seguía atormentando con tantas dudas. Quería sentir calma en esos pensamientos algo prejuiciosos y negativos de la relación que tenía con él.

      —Saiyan, ¿quieres ser mi novio?

      El mayor alzó un poco sus cejas a causa de la sorpresiva pregunta. Jamás habría imaginado que el menor lo había invitado a salir para formalizar una relación. Si bien su “relación” había empezado bastante mal, y considerando el susto que habían tenido hace unos días, ahora podía ver que el menor quería continuar las cosas de una manera un poco diferente.

      —Acepto, Kakarotto—el menor sonrió de medio lado—. Aunque, imagino que quieres guardarlo en secreto.

      —Yo… —soltó aire—. ¿Sabes? Sé que mis padres se lo tomarán algo mal, y ni hablar de cómo reaccionará Raditz, considerando que le caes algo mal—soltó una risita baja antes de mirarlo—. Pero no quisiera ocultarme, ¿sabes? Quiero decir, no estamos haciendo nada malo… Quizá frente a mi familia sí tendré que hacerlo, pero…—sonrió bajando la mirada—. No creo que sea necesario ocultarnos en la escuela. Y… no quisiera, de verdad, tener que esconderme ahí.

      —Me parece bien—subió su mano hasta la mejilla del Son, quien, a diferencia de las demás ocasiones donde solía alejarse, esta vez sólo cerró los ojos. Ahí aprovechó para acercarse y unir sus labios en un beso.

      Esta vez no rápido, esta vez sin importar que hubiera gente que los viera. El menor había soltado un poco aquella carga que llevaba, junto con el miedo. Incluso desapareció, ahora con esa afirmación, la pequeña sensación de incomodidad que estaba en su ser desde que comenzó sus pequeñas “travesuras” con ese chico que “sólo era un amigo”.

       —Saiyan, vayamos a tu casa—pidió cuando sintió que aquel chico tocaba suavemente su oreja.

      —Claro, vayamos.

      Salieron y comenzaron a caminar por las calles. Goku seguía pensando a fondo en la pregunta que le hizo al mayor y que fue respondida con un “sí”.

     ¿De verdad quería eso?

       Miró de reojo al más bajo, quien al percatarse de eso le dedicó una sonrisa. Goku de nuevo miró al frente, sintiendo cómo su rostro se enrojecía hasta las orejas con esa simple acción del mayor.

       —Deja abro—pidió espacio mientras sacaba su llave para abrir.

      El menor asintió y esperó, mirando la espalda de ese chico. ¿Cómo era posible que fuera tan atractivo? No podía olvidar cuando vio ese cuerpo desnudo, cuando pudo apreciar esa piel sin ninguna prenda.

      —Adelante—ofreció. El menor comenzó a caminar hacia el interior, y sabiendo dónde estaba su habitación, siguió avanzando hasta llegar a su alcoba.

     —Siento el sabor de la pimienta en la boca—mordió su labio inferior—. ¿Tienes algo de enjuague bucal?

     —Claro, en el cajón del baño. Puedes tomarlo—comentó, acercándose al televisor que estaba dentro para encenderlo.

      Goku entró y cerró. Sintió un nerviosismo intenso al sentir esa casa tan silenciosa y vacía. Enjuagó su boca, teniendo ahora un saborcito a menta. Levantó un poco sus brazos, al sentir una ligera sudoración en su piel, y olfateó un poco para cerciorarse de que no hubiera un mal olor.

      Salió del baño, encontrándose con el chico sentado en el suelo de la habitación mientras veía una película. Lucía tan relajado, como si lo que habían acordado se le hubiera olvidado. Se sentó a su lado y fue abrazado con un brazo por encima de sus hombros. Sonrió al sentir que Vegeta le daba un besito en la mejilla antes de comenzar a acariciar su hombro.

     —¿Quieres ver otra cosa?

     —No, eso está bien.

     —¿Pasa algo? —preguntó en su oído, Goku arqueó su espalda al sentir el vaporcito en su oreja—. ¿Eh?

      —No, nada—tragó saliva, mientras empuñaba sus manos—. Diablos… ¿Es cosa mía o huele demasiado bien? Su perfume me gusta demasiado—sintió otro besito en su mejilla. Ahí ya no resistió y volteó a verlo para unir sus labios con los del más bajo.

      Permanecieron un largo rato besándose en el suelo de la habitación. Goku colocando sus manos en sus rodillas, sintiéndose incapaz de tocar en otra parte. Vegeta bajó a su hombro para depositar un casto beso ahí.

      —Dame un segundo—se separó para poder quitarse la camisa y comenzar a desabrochar su cinturón.

      —Apagaré las luces—mencionó poniéndose de pie y acercándose al interruptor. Apagó también el televisor. Y al voltear a ver al menor pudo notar que ya se estaba quitando el pantalón—¿Impaciente?

      —Tsk…—desvió la mirada hacia otro lado—. Sólo… sólo ven, Saiyan.

 

***

 

—Mgh… —se abrazó a su cuello, ocultándose en su hombro—. Quédate así, sólo unos segundos…

      Estaban ambos sentados en el centro de la cama, Goku sobre los muslos del Saiyan, sintiendo aquel miembro en su interior. Vegeta tenía sus manos en la cadera del menor, evitando que descendiera abruptamente y pudiera lastimarse.

      El mayor aprovechó esos instantes donde sus pechos estaban muy cerca para poder besar su cuello, consiguiendo que volviera a hacer esos sonidos de placer. Pasó su lengua sobre la manzana de Adán, y mordisqueó suavemente su cuello, lo suficientemente despacio para evitar dejar alguna marca siquiera temporal.

      —No, no toques…—pidió cuando sintió que la mano del mayor bajaba a su miembro para estimularlo un poco—. No quiero—el Saiyan lo miró—. No quiero correrme tan pronto.

       —Está bien…—lo soltó para volver a sostenerlo de las caderas y seguir besando su cuello.

     —Mhg—encajó sus uñas en la espalda del otro—. Saiyan… Me gusta que hagas eso.

      —¿En serio? —volvió a pasar su lengua ahí.

      —Sí… ¡Ah! —volvió a ocultarse en su hombro. Subió sus manos hasta aquella cabellera, para entrelazar sus dedos en su pelo.

      Entre jugueteos y caricias, el menor quedó con su espalda totalmente recostada en el colchón, mientras el de cabellera en forma de flama se mantuvo arriba, entre las piernas del Son. Goku tenía su antebrazo cubriendo sus ojos, sintiendo la piel erizada totalmente.

      —Pss—le hizo un sonido, a lo que Goku abrió los ojos, solamente para ver cómo Vegeta se acercaba a su rostro para besarlo mientras se comenzaba a mover.

      —¿Por qué Saiyan se ve más animado que la última vez…? Mgh —sintió que golpeó un punto muy sensible en su interior—. ¿Es porque ahora somos novios? ¡Aaaahhh! —cerró sus ojos, sintiendo que le empezaban a temblar sus piernas—. Ni siquiera estaba seguro de que fuera lo mejor…—recibió varios besos en su cuello—. Ni siquiera sé qué debería responderle a su pregunta… Pero…—abrió los ojos, encontrándose que el mayor tenía una mirada lo suficientemente seductora que lo hizo tensarse—. Supongo que no habrá problema seguir así. Si él quiere, no importa mi respuesta… ¡Mgh! Si él quiere, está bien

      Subió sus manos hasta el rostro de Vegeta, para acariciar sus mejillas con ambas manos. Recibió una sonrisita por parte del más bajo, una donde incluso pudo ver su dentadura. Alzó su cuello para poder alcanzar sus labios, saboreando un ligero toque a chocolate.

       —Supongo que puedo hacer que funcione…

 

 

 

Notas finales:

14/05/2022 By Near


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