Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

¿Ni aunque...? por Princesa de los Saiyajin

[Reviews - 22]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

12

Dedicación

 

—¡Estuvo excelente! —comentó el Son, su respiración estaba algo agitada, pero miraba con orgullo a su equipo, después de ese entrenamiento que, si bien había sido menos exigente que el día anterior, habían mostrado un buen trabajo en equipo con las distintas actividades—. Con eso terminamos por el día de hoy. Pueden retirarse, chicos.

     El Son comenzó a recoger las casacas que estaban en el suelo, las metió en su respectiva bolsa y reunió los balones. En cuestión de segundos el Saiyan, quien se había quedado al lado de la cancha como observador, se levantó para ayudarlo con la limpieza.

     —Aumentaron su comunicación—comentó el mayor, levantando la bolsa de casacas mientras el Son llevaba los balones—. Conectaron perfecto sus pases.

     —Sí, fue fabuloso. Me siento demasiado confiado—sonrió, mirando al mayor—. Dejemos las cosas aquí, el entrenador me dijo que vendrá en unos minutos para ayudar al otro equipo. Necesita asesorarlos, de verdad tienen problemas.

     —¿Por qué no me sorprende?

     —Jeje—se limpió el sudor con su antebrazo y después se colocó la mochila—. ¿Ya nos vamos?

     —Mirai dijo que primero iban a ir con un maestro, porque necesitaban arreglar cosas de la papelería de Trunks. Nos podemos adelantar—el menor asintió y comenzaron a caminar—. ¿Te duchas en mi casa?

     —Sí, las regaderas deben estar llenas—bajó su mano y tomó la del mayor, quien apretó al sentir el tacto del Son—. ¿Hoy también irás por Tarble?

     —No, tiene asesorías con un amigo. Lo llevará a casa más tarde.

     —¿Un amigo?

     —Sí, un amigo mío. No pudo matricular este año, así que para ahorrar un poco da asesorías. Es muy bueno en deportes y en lo académico.

     —¿Es de esta escuela? —el Saiyan negó—. Ya veo…

     —Antes éramos vecinos, nos conocemos de toda la vida.

     —De toda la vida—pensó, frunciendo un poco los labios.

     —¿Quieres un helado? —el Son salió de sus pensamientos para mirarlo. Negó despacio.

     —Creo que en estos momentos sólo quiero una ducha fría y beber agua con muchos hielos—el Saiyan rio bajito.

     —Claro—siguieron caminando hasta que llegaron a la casa del Saiyan.

     Subieron hasta su habitación, y Goku pudo ver, al lado de una caja de cartón en el suelo, al pequeño gatito echado sobre un calcetín. Sonrió enternecido y se acercó al felino, acariciándolo suavemente con las yemas de sus dedos.

     —Es muy lindo—el felino se restregó contra la mano del Son—. Pequeño Tama…

     —¿Te gusta el mango? —el Son volteó a verlo—. Puedo preparar un agua de mango.

     —Me gustaría—se levantó, dándose cuenta de que el minino inmediatamente se volvió a echar en su lugar—. Me ducharé, espero que no haya problema.

     —Adelante—el Saiyan salió de la habitación y ahí Goku aprovechó para lavar sus manos, retirando todo rastro de tierra y pasto, y buscó un juego de ropa limpia.

     Se metió bajo la regadera, tomando aquel champú del mayor, con ese irresistible aroma que le recordaba demasiado al Saiyan. Se terminó de duchar y salió, esta vez vestido con un pantalón deportivo negro y una playera holgada de color azul marino.

     Volvió a sentarse en el suelo, para admirar al pequeño felino. Se animó a levantarlo y colocarlo contra su pecho, notando lo dócil que era y que le maulló quedito antes de subir hasta su cuello y querer acurrucarse ahí.

     —Aquí está—avisó el Saiyan entrando con dos vasos, entregándole uno al menor—. Espero que te guste.

     —Está delicioso, gracias—bajó el vaso al suelo y siguió mimando al felino, bajándolo a su pecho—. Tama, eres tan pequeño y adorable…

     —¿Seguro de que quieres que lo tenga Mirai? Te ves demasiado emocionado con él—el Son, que había sacado su teléfono y activado la cámara, volteó a mirarlo.

     —Quisiera, pero en casa las mascotas están prohibidas—miró con pena al minino—. Todos estamos fuera casi todo el tiempo, y no sería justo tenerlo solo en casa—miró hacia la cámara para tomarse una selfie con Tama contra su pecho.

     —Tengo el mismo dilema que tú. Las clases, los entrenamientos, los partidos… todo eso no permite cuidar una mascota apropiadamente.

     Goku seguía tomándose unas cuantas fotos con el pequeño gatito, hasta que se dio cuenta de la mirada enternecida del Saiyan. Mordió su labio inferior al ver que Vegeta volvía a levantar su vaso antes de centrarse en su celular, mirando sus redes sociales.

     —¿Nos tomamos una foto juntos, Saiyan? —el aludido, que estaba distraído, lo miró—. Los tres.

     —Claro —se acercó un poco a su costado, sonriendo un poco. Ahí Goku levantó su celular y lo alejó un poco, pudiendo capturar perfecto ambos cuerpos de los adolescentes, alcanzándose a ver el pequeño gato que había levantado la cabecita, mirando al teléfono.

     —Es perfecta—el Saiyan se acercó a besarle la mejilla—. Me dio un beso…—tragó saliva, bajando la mirada sintiéndose vulnerable—. Me pone demasiado nervioso… ¿Qué demonios pasa conmigo? —el maullido del gato lo hizo salir de sus pensamientos—. ¿Te molesta si subo la fotografía?

     —¿Por qué me molestaría? Eres mi novio.

     —Novio…—mordió su labio inferior y lo miró—. Diablos… —apresó al gatito contra su pecho y estiró su cuello para alcanzar los labios del Saiyan—. No se supone que lo disfrutara tanto, pero…—recibió un besito en la mejilla—. Se siente bien todo esto.

     —Mirai me acaba de enviar un mensaje—se levantó—. Están afuera. Iré a abrir.

     —Sí—el Son, cuando se fue, sacó su celular para postear aquella fotografía que se tomó con el mayor.

     Pensó en desistir antes de presionar el botón “publicar”, dudando si era buena idea exponer su noviazgo ahí. Soltó aire y la publicó, etiquetando al Saiyan. Sintió que su corazón temblaba un poco por haberla subido a ese lugar, donde cualquiera pudiera verla, pero decidió apagar la pantalla del celular y centrarse únicamente en Tama, para no pensar cosas negativas. Oyó las risas desde el pasillo, seguidas de que los tres adolescentes entraron a la habitación.

     —¡Hola, Goku! —saludó el pelilila de cabellera larga—. ¿Ese es el gatito? De verdad es muy pequeño—el Son se lo extendió, para que lo cargara—. Parece un munchkin, sus patas son muy cortas.

     —¿Ordenamos algo para comer? —preguntó el Saiyan, metiendo las manos en sus bolsillos—. No hemos comido.

     —Estaría bien, ¿qué quieren comer? Nosotros invitamos—los pelinegros se miraron entre ellos.

     —Cualquier cosa está bien, de verdad—Trunks sacó su teléfono y comenzó a teclear.

     —De servicios a domicilio hay pizza, pollo frito, hay un restaurante tradicional que tiene dumplings muy buenos con fideos, comida china…—comenzó a sugerir.

     —Pizza está bien, de verdad. De cualquier ingrediente—el pelilila asintió y se levantó.

     —Haré la orden—avisó, antes de ir al pasillo.

     —¿Podrán cuidar a Tama?

     —¿Tama? ¿Ese es su nombre? —el Son asintió—. Claro que sí. Nuestro abuelo antes tenía un gatito que murió hace poco por la edad. Él ha estado bastante decaído, estoy seguro de que se animará mucho—bajó al minino al suelo—. Tenemos todo en casa para que juegue y se divierta, así que no estará aburrido.

     —Gracias por cuidarlo—el felino fue a su lugar cerca de la caja a acurrucarse—. Saiyan, creo que deberás despedirte de tu calcetín.

     —Supongo que se lo dejaré—rio, sentándose al lado del Son.

     —Media hora para que vengan—comentó el pelilila entrando a la habitación.

     Continuaron aquel lapso conversando de distintos temas. La habitación se llenó de risas y un ambiente agradable, permitiendo fácilmente a Trunks incluirse por la buena relación entre todos. ¿Y cómo no? Si Mirai había sido muy cercano a los pelinegros desde que entró al equipo, sobre todo con el Son, siendo amigos muy unidos.

     Cuando el repartidor llegó, continuaron comiendo en el suelo de la habitación, siguiendo su conversación disfrutando la comida, la cual fue complementada con algunos aperitivos extra y bebidas que pidió el Brief.

     —Por cierto, Mirai…—habló el Son, metiendo un palito de pan de ajo en su boca—. ¿Tienes planes para dentro de dos semanas?

     —¿Dos semanas? Mmm… ¿qué día?

     — Sábado… Ehm… Saiyan y yo queríamos ver si querrías ir con nosotros a una cita doble, para que lleves a Lapis.

    —No podremos. Lo acompañaré a una campaña que inició de reforestación afuera de la ciudad—el Son asintió.

     —Comprendo… Hubiera sido divertido, pero entiendo que están muy ocupados—sonrió—. Será la próxima.

     —¿Qué hay del chico que siempre está atento contigo? —comentó el otro pelilila, con su voz un poco baja—. Goten, ¿cierto?

     —Goten… Mi primo no sale con nadie—rio un poco nervioso—. Así que no creo que quiera ir…

     —Puedo ir, y así seremos cuatro—agregó, ante la respuesta del Son. Goku se le quedó viendo, aquella expresión demostraba desinterés, pero un extraño brillito en ese par de orbes azules se percibía.

     —¿Será que le llama la atención Goten? —sonrió—. Le diré y después te confirmo.

     —Claro, espero tu mensaje—ambos chicos se levantaron, llevándose la caja con el minino dentro.

     —Ya nos vamos, Goku. ¡Nos vemos mañana!

     Terminaron de despedirse y los acompañaron a la puerta. El Saiyan, cerrando el acuerdo hecho con los chicos pese a su insistencia de que no era necesario, les dio un pago para los gastos médicos iniciales del felino. Finalmente, los vieron perderse a lo lejos, caminando ahora sí hacia su hogar.

     —Fue divertido, hace demasiado que no pasaba tiempo así con amigos—el mayor cerró la puerta y volvieron a la habitación—. La comida estuvo deliciosa.

     —Sí—hizo un sonido de alivio mientras se sentaba en el suelo—. ¿Quieres que te acompañe a casa?

     —¿Tan pronto me estás echando? —bromeó, sentándose a su lado—. Qué fastidio, tendré que dormirme muy temprano para poder ir mañana al partido de baloncesto…

     —Saldrá bien, eres bastante hábil en ese deporte—el Son sonrió burlón y lo miró.

     —No es lo único en lo que soy hábil…

     —¿Eh? —ante la miradilla del Son captó a qué se refería—. ¿Siempre ha sido así de…? —sintió los labios del menor unirse con los suyos, pero de una forma bastante tierna—. Ven…—se acercó a él, para subir su mano a su mejilla y volver a besarlo, de esa manera dulce con la que había sido besado primero.

 

***

 

Quiero tocar más…—pensó, bajando su mano hasta la cintura del mayor, haciéndose más hacia adelante. Llevaban largo rato únicamente con besos suaves, dulces, donde Vegeta sólo se limitaba a acariciarle la mejilla y de vez en cuando tocar su oreja masajeando el lóbulo—. Pero mañana tengo partido, debería abstenerme—subió su mano hasta su hombro—. Pero el fin de semana tengo que ir con mi familia a visitar a un primo de papá. Y la próxima semana hay exámenes… Qué fastidio—ante la falta de iniciativa del mayor por algo más intenso, metió su lengua en la boca del Saiyan, quien se separó al sentirlo—. ¿Qué?

     —No, nada. Creí que querrías ir lento…—el Son soltó aire.

     —Creo que mejor me iré a casa—hizo su cabeza hacia atrás para mirar al techo—. Necesito estudiar un poco, y me gustaría buscar mi uniforme, no recuerdo dónde lo puse... ¿Mañana te harás cargo?

     —Sí, mañana yo los dirijo. Te irá bien en el partido—el Son sonrió y se acercó, para besarlo—. La próxima vez iré contigo, cuando sea fuera de horarios de entrenamientos.

     —Claro—volvió a besarlo—. ¿Me acompañas a casa?

     —Vamos.

     Con una caminata lenta, tomados de la mano, se dirigieron hasta su hogar. El atardecer iluminaba sus cuerpos con un bonito tono dorado. Al llegar hasta su casa, se despidieron con un fugaz beso en los labios, tan rápido y ocultos de cualquier curioso que pudiera verlos. Finalmente, Vegeta volvió a su hogar.

     Se llevó una pequeña sorpresa al encontrar, sentado en los pequeños escaloncitos frente a la puerta principal, a un chico de cabellera algo despeinada que iba en distintas direcciones con ligeras curvas. El adolescente levantó la mirada al oír sus pasos y sonrió.

     —¡Hola, Vegeta!

     —Hola… ¿Qué haces afuera? ¿Tarble no te invitó a pasar?

     —Fue a cambiarse. Como no estabas, pensaba llevarlo a comer algo.

     —¿Quieres pizza? Unos amigos vinieron de visita, compramos algo y sobró demasiado.

     —Suena bien, de verdad tengo mucha hambre—ambos entraron a la casa, pasando directo a la cocina, a donde habían llevado las cajas con la comida sobrante, habiendo demasiada variedad para que aquel chico peliverde pudiera escoger.

     —Calentaré todo—ese chico, aprovechando la confianza, se sentó en una de las sillas del comedor—. ¿Avanzó bien?

     —Sigue dificultándosele algunas cosas, revisé el libro y el maestro les está pidiendo un poco más de lo que necesitan en su nivel—miró hacia atrás antes de seguir hablando—. No diré que está descuidando sus notas por el equipo de béisbol, al contrario. Creo que tiene más motivación para no tener que dejarlo y por eso se está esforzando mucho.

     Vegeta sirvió una porción de las papas condimentadas, con dos rebanadas de pizza ya caliente. También le acercó la bolsa con pan de ajo, para que pudiera degustar lo que más se le apeteciera—. Tarble está muy emocionado por la temporada.

     —Seguiré ayudándole, conseguí un trabajo en una cafetería cerca de mi casa, pero seguiré teniendo tiempo los fines de semana si necesita seguir las asesorías—el pelinegro asintió.

     —Monite… ¿cómo está él? —el de ojos claros guardó silencio unos segundos.

     —Hace poco se cayó de las escaleras. Está bien, fue sólo del último escalón, pero se lastimó el brazo y está tomando reposo—rio sin gracia—. Aunque ni con eso se queda quieto, sigue yendo a la universidad a impartir clases. Se niega a jubilarse.

     —Me da gusto saber que está bien—se recargó contra la silla—. ¿Y qué hay de ti?

     —Estoy bien… Si todo sale bien, el próximo año podré postular a la universidad, en medicina.

     —Saldrá excelente—el peliverde sonrió de medio lado—. ¿Te irás a esta hora? ¿O prefieres pasar la noche aquí?

     —¿No hay problema si me quedo? —el más bajo negó—. Entonces me quedaré, de verdad estoy cansado para regresar. El suelo está perfecto.

     —Claro, acomodaré algunas cosas para que duermas mejor—avisó, subiendo las escaleras, encontrándose a su hermano saliendo de su habitación con su pijama puesta—. Dejé comida en la mesa, para que cenes. Granola se quedará a dormir conmigo.

     —Sí, nii-san—respondió, antes de seguir bajando.

     Vegeta procedió a entrar a su alcoba y abrir la ventana, para que aquel aroma de la comida consumida en ese pequeño espacio se disminuyera. Tendió su cama, y fue al armario para poder sacar un enorme edredón, que pudiera servir de soporte para que no sintiera el duro suelo incómodo, y sacó también una sábana para que pudiera cubrirse en la noche. Dobló uno de los bordes superiores, para que funcionara de almohada gracias al volumen formado.

     —Oye, Vegeta, ¿tienes un short o algo que me prestes? Detesto los pantalones de este tipo—preguntó, entrando a la habitación.

     —Sí, deja busco uno—se acercó a su cajonera y después le extendió uno deportivo en color negro—. Te lo puedes llevar mañana si quieres, me lo devuelves después.

     —Claro—se cambió ahí mismo, mientras el Saiyan iba a lavarse los dientes—. Por cierto, me sorprendió la fotografía. Te iba a preguntar cuándo iban a subir algo, me pareció raro porque dijiste que desde el sábado son novios.

     —Es bastante reservado, eso es todo. Créeme que también me sorprendió, es alguien muy cerrado—fue a la habitación y se acomodó sobre la cama—. Si quieres algo tómalo, me dormiré ahora. Estoy cansado.

     —¿Quieres que apague la luz?

     —Si la necesitas, puedes dejarla así—bostezó—. Descansa.

     —Igualmente, Vegeta.

 

***

 

—¡Adiós, nii-san! ¡Adiós, Granola! —se despidió el menor, haciendo un ademán antes de ir corriendo al interior de la escuela.

    —¿Entonces entrarás a clases? —preguntó el peliverde, recargándose contra el muro. Ambos seguían afuera de la preparatoria, mientras veían a otros estudiantes entrando.

     —No puedo faltar, tengo que suplir a mi chico en el entrenamiento. No puedo quedarle mal—el de ojos claros seguía con la misma expresión insistente—. No me mires así, en serio no puedo fallarle.

     —¿Recuerdas cuando nos fugábamos en la secundaria? —una sonrisita se escapó de los labios del pelinegro—. ¿A qué hora es el entrenamiento?

     —A mediodía—un guiño del peliverde lo hizo sonreír desviando la mirada—. No volveré a fugarme, tengo una responsabilidad hoy.

     —Podemos volver a hacer lo de antes—recibió la mirada del Saiyan—. El dōjō Satán está abierto al público. Atrás están algunos espacios de entrenamiento, podemos rentar uno. Sólo un rato.

     —Iré a dejar mi mochila a mi casillero—le pasó su maleta deportiva—. Aquí tengo un short de soccer.

     —Te espero.

     El pelinegro corrió al interior de la escuela, yendo directo al área de vestidores, para poder guardar su mochila ahí. Guardó la llave en su bolsillo y volvió a salir de la escuela. Ahí seguía Granola, sosteniendo la maleta con ambas manos, estando recargado contra el muro.

     —¡Vamos!

 

***

 

—Goku, ¿qué haremos hoy? —preguntó el pelinegro acercándose al de cabellera alborotada. Era evidente que desentonaba con su uniforme compuesto por un short ancho con una playera sin mangas en colores azul, con detalles naranjas muy pequeños. Por el contrario, los chicos entrenaban con ropa de variados colores.

     —Se supone que Saiyan los apoyará hoy—miró la hora en su celular, frunciendo el ceño al ver marcadas las doce treinta en punto—. Ni siquiera vino a clases, sólo dijo que llegaría para el entrenamiento. No contesta mis llamadas—bufó—. Lo voy a matar.

     —Creo que viene por allá—avisó, señalando al Saiyan que venía corriendo desde lo lejos, al otro extremo al pasillo. Goku, que apenas había intentado iniciar una llamada con él, colgó.

     —Todos empiecen a calentar—avisó el Son, en un tono bastante firme. Al oír la aspereza en su voz decidieron, todos, alejarse.

     —¡Ya estoy aquí! —para el Son no pasó desapercibida aquella sonrisita que tenía el mayor.

     —Saiyan, ¿cuál es tu problema? Sabes que siempre debemos estar mínimo diez minutos antes para pedir los materiales.

     —Es que no estaba en la escuela—el Son seguía con el ceño fruncido—. De hecho, vi una estrategia que…

     —Un favor, Saiyan. Es lo único que te pedí—miró la hora en su teléfono, mientras el mayor borraba su sonrisa—. Más te vale que no lo arruines—se colgó la maleta donde tenía su ropa normal—. Me iré al partido, ya voy tarde.

     Comenzó a trotar en dirección a la cancha de baloncesto de la escuela, la cual estaba a una calle de distancia, siendo un gimnasio bastante grande para que pudieran aprovechar el espacio para distintas actividades deportivas por los equipos representativos. Se acercó a su equipo, notando que el entrenador ya estaba dándoles las indicaciones.

     —¡Son! Creí que no vendrías—el hombre hizo un suspiro de alivio, colocando su mano en su hombro—. Ya conoces a los chicos, sus aptitudes y debilidades—señaló discretamente al entrenador del otro equipo—. Su racha ha sido muy buena, con puntajes muy altos. Creo que la mayoría son nuevos jugadores, no los recuerdo de la temporada anterior.

     —No se preocupe, los primeros instantes tomaremos ventaja y así ellos se presionarán y mostrarán sus verdaderas habilidades. Para el segundo periodo iremos aumentando—el hombre cruzó sus brazos, mirando cómo el árbitro se posicionaba al centro del área.

     —Confiaré en tu plan, Son. Vengan, muchachos—colocaron sus manos, uniendo todas al centro del círculo que formaron.

     —1, 2, 3, ¡Kame!

     Goku se posicionó al centro, junto con el representante del equipo contrario. El árbitro lanzó el balón hacia arriba y entre ambos intentaron alcanzarlo, dando inicio con aquel partido.

     ¿Era justo decir que estaba tan enojado, que cada movimiento suyo era sumamente certero? Incluso aquellos tiros desde media cancha lograba encestarlos. ¿Y qué había de aquellos chicos que trataban de retenerlo con sus cuerpos? Sin importar que fueran varios podía aprovechar su peso y fuerza para resistirse. Y, ¿por qué no? Reducir así su molestia por el pésimo comportamiento del Saiyan.

     ¿Qué era eso de ignorarlo durante toda la mañana? Incluso había pensado que se había enfermado y por ello su inasistencia. Y la falta de explicaciones por parte de él cuando se dignó a responder los mensajes, con un único “iré sólo a la hora del entrenamiento”, lo hizo sentirse mucho más frustrado.

     —Son, van excelente. Quiero que reposen bien para regresar al tercer periodo. ¿Cómo te sientes? —el menor, que estaba bebiendo de aquel líquido rehidratante color azul—. Lucías demasiado emocionado, estás sosteniendo el partido.

     —Estoy bien, sólo quiero terminar pronto para regresar. Tengo asuntos con el equipo de soccer—se levantó, para poder estirar un poco sus piernas—. Que fastidio todo esto.

     —Bueno, chicos. ¡Ánimo!

     Volvieron a la cancha, retomando su partido. ¡Estaba tan frustrado! Se sentía bastante molesto, el calor de su cuerpo aumentaba con el coraje de recordar lo de esa mañana.

     Y realmente su molestia no radicaba en que el Saiyan faltara al entrenamiento. Bien habría podido pedirle apoyo al entrenador (quien ciertamente era quien debía dirigirlos y no ellos por ser capitanes, pero prefería ir a comer en esas horas). ¡Seguramente habría accedido! O, en el peor de los casos, sólo habría tenido que decirles a los chicos que se cancelaba el entrenamiento, para que pudieran regresar todos temprano a su hogar.

     Lo que le molestaba era la manera en que había sido ignorado, sin una mísera explicación para aclararle dónde estaba, si estaba bien, o si había tenido un imprevisto importante. Que lo mantuviera toda la mañana en duda si iba a cumplir ese pequeño favor que había pedido.

     Y, volviendo al mismo punto, ¡no pasaba nada si no podía! Lo que lo tenía completamente molesto era la falta de comunicación que había mantenido todas esas horas.

     ¡¿Y qué era eso de regresar tan risueño, completamente sudado y con su ropa de entrenamiento desarreglada?! Bufó antes de conectar su pase con su compañero, quien logró encestar.

     Luego de un rato por fin dieron por finalizado el partido. Se acercaron al entrenador de baloncesto, quien dio una gran felicitación a todos por su esfuerzo, y cada integrante tomó su propio rumbo.

     Goku decidió pasar a los baños del gimnasio para poder lavar su rostro y ajustar su cabellera con la banda, manteniendo su frente descubierta. Salió del lugar para regresar a su escuela, no sin antes pasar a una tienda cercana para poder comprar un jugo y unas papas fritas, para degustarlas como un merecido premio por sus múltiples encestadas.

     Caminó por los pasillos, hasta que llegó a un espacio detrás de las gradas, recargándose en una columna de la escuela, para mirar hacia la cancha de soccer, donde los chicos todavía estaban en sus últimos minutos de entrenamiento. Notó cómo se sentaban todos formando un círculo, mientras el Saiyan comenzaba a hablar.

     En cierto momento Goten se levantó, despidiéndose de todos, para ir por sus cosas y caminar hacia los vestidores. El pelinegro menor notó la presencia de Goku en su camino. Se acercó con una sonrisa animada.

     —¡Hola, Goku! ¿Cómo les fue en el partido?

     —Ganamos—ofreció de su botana al menor, quien aceptó gustoso—. ¿Qué hacen allá?

     —Vegeta dijo que, para poder conocernos y apoyarnos más entre nosotros, sería buena idea hablar de nuestros miedos o debilidades en un partido—el Son más alto soltó aire—. ¿Pelearon?

     —¿Es muy obvio? —comentó con ironía. El otro asintió—. Realmente no importa ya.

     —No sería bueno que se peleen tan pronto—rio bajito, quitándole el envase de jugo al Son y beber un poco—. Se ven bien juntos. Creo que nunca les había puesto atención, pero la verdad es que, ahora que lo pienso, siempre han estado, a su manera, muy unidos.

     —¿“A nuestra manera”?

     —Sí, ya sabes…—metió una papita en su boca—. Siempre están discutiendo cuando me los he topado en los pasillos. Pero cuando los veía juntos en los partidos, de verdad siempre se notó que se cuidaban mucho mutuamente—las mejillas del más alto se encendieron—. Si se gustan mucho, deberían trabajar más en su relación. ¿No crees?

     —“Si nos gustamos mucho”…—pensó, repitiendo múltiples veces las palabras del menor—. Bah, como sea. Hablaré con él.

     —Sí—bebió otro poco de jugo.

     —Oye, Goten… ¿Qué piensas de Trunks?

     —¿Trunks? Pues… se ve que es bastante agradable, aunque es algo serio y tímido—miró a su primo—. ¿Por qué? ¿Te dijo algo de mí?

     —¿Eh? —sonrió al notar ese discreto brillito en los ojos del menor—. Saiyan y yo estuvimos hablando, y queremos ir al parque de diversiones. ¿Te molestaría ir con nosotros en una cita doble? Trunks te mencionó.

     —¿Fue idea de él? —volteó a ver hacia donde el pelilila estaba. Todo el grupo estaba atento a Yamcha, quien, al parecer, había tomado la palabra.

     —Sí. Íbamos a ir con Mirai y Lapis, pero estarán ocupados. Y como Trunks estaba ahí, te mencionó. Como le dije que no sales con nadie, se ofreció para ir todos juntos—notó la sonrisita juguetona del menor—. ¿Aceptas? De este sábado que viene, al próximo.

     —Sí—miró su celular—. Ya voy tarde. Me iré a bañar.

     —Claro, te doy más detalles al rato… Puedes llevarte el jugo.

     —¡Gracias, Goku! —se retiró trotando, llevando el envase en sus manos.

     El Son miró nuevamente hacia donde estaba el equipo, seguían en su dinámica conversando por turnos. Soltó un suspiro, guardó la bolsa que todavía tenía la mitad de las botanas y fue a su dirección, sentándose al lado del Saiyan.

     —Hola, Goku—saludaron varios de ellos. El Son les dedicó una sonrisa antes de hacerles una seña para que prosiguieran.

     —Bueno, como decía…—dijo el pelilila de cabellera corta—. Mi debilidad es que me cuesta girar con el balón. Si alguien me llega por detrás mientras estoy tratando de voltear la jugada, me da problemas para poder hacerlo. Principalmente por la presión de tener a alguien del equipo contrario marcándome de cerca, siendo que estamos muy próximos a nuestra portería.

     —¡No te preocupes por eso, Trunks! Ten y yo siempre estaremos pendientes por si lo necesitas—animó Yamcha, siendo que él también formaba parte de la defensa.

     —Bueno, ya todos dijeron sus debilidades. Me toca—habló el Saiyan, captando inmediatamente la atención del Son—. Mi problema son los pases por arriba. Creo que no ha sido evidente, dudo que lo hayan notado, pero no soy el más alto del equipo—consiguió risas por parte de todos ante su broma, ya que el Saiyan era el segundo más bajito—. Los tiros de esquina, así como los rebotes, me cuesta seguirlos. Tengo que brincar demasiado alto para alcanzarlos, y a veces no es suficiente.

     —Creo que entonces, para mejor coordinación, podríamos conectar sólo por debajo en la parte de arriba—muchos asintieron ante el comentario de Lapis.

     —Sí. De todos modos, en el partido hay que adaptarnos al modo de juego—dejó a un lado aquella tabla donde había hecho los pequeños apuntes—. Creo que con esto terminamos y…

     —No, Saiyan. Falto yo—mencionó Goku, soltando un muy disimulado suspiro—. Ustedes saben mejor que nadie la verdadera razón por la cual se hizo un segundo equipo. Ser doncel fue algo que me acomplejó durante tantos años, principalmente en el ámbito deportivo, pese a que era un secreto que escondí a todos.

     >>Llegué a un punto donde me acostumbré a hacer jugadas largas completamente solo. Quería un tipo de reconocimiento. Y, seamos honestos, apenas hace unos meses conseguimos formar un equipo fuerte. A inicios de mi tiempo como miembro, mucho antes de que me designaran capitán, el equipo era bastante deficiente. No sé si recuerden, puesto que la mayoría de ustedes todavía no estaban en el equipo, pero incluso llegamos a una clasificación muy baja, la penúltima.

     >>Me costó mucho sentir confianza, no solo hacia mí mismo, sino también a mi propio equipo. En ocasiones sólo veníamos a entrenar tres o cuatro. Incluso un día sólo era yo. Fue el día donde el propio director de ese ciclo, no sé si se acuerdan de él, el director Muten Roshi, me dijo que el siguiente semestre yo estaría a cargo por mi responsabilidad.

     >>Sigo teniendo problemas para confiar en mi equipo. Y no porque ustedes, o el equipo como anteriormente estaba formado, fueran malos. Sino porque todavía tenía ese pensamiento de “tengo que dar mucho de mí”—miró al cielo, para tomar valor, antes de volver a verlos—. Chicos, quiero aprovechar en este momento para agradecerles directamente por confiar en mí. Porque, a pesar de saber qué soy, están aquí, aceptándome como su capitán. Y prometo seguir dando lo mejor para que podamos salir adelante todos.

     —Ay, Goku—Krillin habló—. Créeme que eso no nos importa—todos asintieron, confundiendo un poco al Son—. No diré que lo “sospeché”, porque ni siquiera lo pensé. Creo que nadie. Pero cuando pasó, fue muy irrelevante. Eres un gran capitán, y pienso que, si alguien merece dirigirnos, eres tú.

     >>Todavía recuerdo cuando me uní. Me sentía bastante desanimado porque creí que nunca seguiría el ritmo del equipo. Pero siempre me apoyaste, incluso dedicabas tus fines de semana para ir al parque y patear un rato para que pudiera mejorar. Creo que eres la persona con más dedicación y pasión para esto que he conocido. De verdad.

     —¿Eh? Ay…—sintió un nudo en su garganta.

     —¡Sí! Y siempre estás pendiente de todos. Y cuando me lesioné, tú me vendaste y así pude llegar bien al hospital—mencionó Ten—. Hasta el médico me dijo que había sido un excelente vendaje de soporte, si no lo hubiera tenido quizá me habría lastimado más en el camino.

     —Respetas mucho cuando tenemos exámenes, eventos… Incluso nos consigues asesores si tenemos problemas, para que no tengamos que descuidarnos con las clases—habló Mirai—. Y si alguien olvida su almuerzo, muchas veces nos has invitado.

     —Goku, de verdad eres un gran capitán. Has estado siempre para todos, no sólo como amigo—esta vez Yamcha habló—. Gracias por todo.

    —Chicos…—susurró, ante aquellas miradas animadas acompañadas de sonrisas—. Gracias...

     —Vengan, ya es tarde—comentó el Saiyan, poniéndose de pie. Todos lo imitaron.

     Colocaron sus manos al centro, todas juntas y un “1, 2, 3, ¡Kame!” resonó en la cancha. Los chicos fueron por sus cosas para retirarse, mientras los capitanes se quedaron en ese lugar. Se dirigieron una mirada en silencio, que volvió un poco incómodo ese ambiente.

     —Te ayudaré a levantar las cosas—se agachó, comenzando a levantar conos mientras Vegeta reunía los balones.

     En cuestión de pocos minutos estaba todo en orden, con los materiales en sus respectivos sacos. Fue a entregarlos al departamento deportivo, para volver a las gradas, donde Goku seguía esperando pacientemente.

     —¿Te ducharás, Saiyan?

     —No, sólo iré por mi mochila al casillero—se colgó la maleta—. ¿Y tú? —el Son negó—. De acuerdo.

    —¿Podemos ir al parque y hablar? —el más bajo asintió—. Me adelantaré, te espero en el portón.

     Comenzó a caminar despacio, hasta llegar a la entrada de la escuela. Empuñó entre sus manos aquel dije en forma de llave que Vegeta le había regalado meses atrás, soltando un suspiro. Realmente iba a ser muy patético si terminaban a pocos días de haber iniciado su relación.

     Además, ¿qué era eso que había dicho Goten? ¿En serio siempre dio esa impresión de cuidar al Saiyan? No era mentira que, si uno de sus chicos caía, inmediatamente regresaba para ayudarlo a levantarse. ¿Será que, sin darse cuenta, había dado una especial atención al de cabellera en punta?

     —¿El parque de la calle próxima? —preguntó Vegeta, llegando a su lado. El Son asintió y empezaron a caminar hacia el lugar.

     Estaba bastante vacío, sólo uno que otra persona caminando o recostada en el césped. Buscaron una banca cercana a un árbol, para poder tener sombra, y tomaron asiento.

     —Quiero disculparme, Saiyan. No debí hablarte así, pero…—bufó—. Rayos, ¿por qué demonios no contestabas mis mensajes? Lo último que quería era sentir que mi novio está quedando mal. ¿Te das cuenta de que tengo que sobrellevar los comentarios de Bojack, que se burlen de que soy doncel, sus comentarios de doble sentido si me ducho aquí…?

     >>Tener a ese grupo de imbéciles en mi contra es demasiado, como para tener que preocuparme si tú también me darás la espalda en un momento tan crítico como este. Tal vez a ti no te afecte, pero yo tengo que escuchar tantas cosas negativas de ellos, recibir sus mensajes de burlas cuando quieren molestar…

     —Lo siento, Kakarotto.

     —Y… —soltó aire—. Eso me molestó, demasiado. Pero me disculpo por haberte hablado mal—aquel rio sin gracias.

     —“Eres un idiota en todos aspectos, pero de todos modos te ofrezco mis disculpas” —soltó con ironía el Saiyan—. Lo siento, no pensé que de verdad te preocuparía eso. Pero nunca te quedaría mal, de verdad.

     —Sí, ahora lo entiendo. Confiaré más en ti… Por cierto, la dinámica de hace rato fue muy buena idea.

     —La vi en la mañana y quise aplicarla—el Son lo miró con un poco de confusión—. Fui con un amigo al dōjō Satán a practicar artes marciales. Y ahí, donde estaban los estudiantes que competirían en un torneo por equipos, hicieron esto. Para que en los días que tenían antes de la competencia pudieran ayudarse entre ellos. Me gustó, y creí que era buena idea implementarla.

     —¿Fuiste a entrenar artes marciales? ¿En serio te fugaste por eso?

     —Quería un respiro. Aunque me dio una paliza… Estoy bastante oxidado en las peleas—el menor frunció sus labios.

     —¿Qué amigo, Saiyan?

    —¿Eh? —lo volteó a ver, soltando una risita burlona al notar la expresión de molestia del más alto—. ¿Estás celoso?

     —¿C-celoso? —sus mejillas se coloraron totalmente—. N-no digas tonterías, yo no…

    —¿Temes que me guste alguien más? —Goku retrocedió un poco—. No tienes por qué ponerte celoso—se acomodó en su lugar, para poder mirar al cielo mientras el Son se permitía tomar aire—. Mi mejor amigo… Consiguió un empleo, ya no podremos coincidir. Cuando estábamos en secundaria, nos fugábamos para entrenar. Y ya estudiábamos después juntos. Éramos muy unidos antes de que tomáramos rumbos distintos.

     —¿Sólo es eso?

    —Sí. Sólo fue eso—soltó aire y rebuscó en su maleta su botella, para beber un poco de agua—. No me malinterpretes, disfruto el futbol y muchos son mis amigos. Pero de momentos siento que necesito un escape. Estar en clases, y luego ir a desgaste físico… Ya sabes —el Son asintió.

     —Claro. Creo que no tengo ese problema porque el soccer es mi actividad favorita. Pero entiendo que simplemente hay malos días.

    —Sí… ¿Estás molesto?

     —Sólo avísame la próxima vez, por favor—el mayor sonrió—. Sólo eso.

     —Claro que sí—subió su mano hasta la mejilla del menor, quien cerró sus ojos ante el tacto—. Te fue excelente en el partido, ¿cierto?

    —Ganamos—ensanchó su sonrisa—. La mayoría de los puntos fueron por mí.

     —No esperaba menos del número uno—Goku mordió su labio al escuchar esas palabras—. Mañana iré a animarte en bésibol.

     —Me gustaría eso—se acercó, para besarlo en sus labios—. Vamos a tu casa.

     Se levantaron y caminaron por toda la extensión del parque, antes de dirigirse a la casa del mayor. Estando en su habitación, se sentaron en el suelo para poder reposar sus cuerpos, que ambos habían realizado gran ejercicio recientemente.

    —Por cierto, no imaginé que tuvieras complejos con tu estatura—comentó el Son, el mayor sólo soltó una risita sin gracia.

     —Bueno, soy algo bajo para el promedio en hombres. Y en todo fue un problema, principalmente en baloncesto. Si nos vamos a lo atractivo, la estatura es importante para muchas personas—Goku, que estaba rebuscando entre sus cosas, sacó la bolsa de papas fritas y le ofreció. Vegeta aceptó y comió una.

     —Bueno, tal vez…—notó que el Saiyan sólo comía sin dirigirle la mirada—. ¿De verdad le acompleja? —se acercó un poco más—. Pero, bueno, yo creo que así estás bien—el más bajo volteó, con una sonrisilla.

     —¿“Así estoy bien”? —se acercó, para unir sus labios con el menor.

     —Eres muy hábil y bueno en deportes. En muchas cosas de hecho—subió su mano al hombro del Saiyan, para poder inclinarse hacia él y volver a besarlo—. Cuando está de buen humor, besa tan bien…—se animó a usar su lengua, siendo correspondido casi al instante—. Diablos, esto es jodidamente sexy. Su espalda está húmeda por el sudor… Y huele tan bien a pesar de todo…—se separó un poco, para poder tomar aire—. Y eres alguien guapo, Saiyan.

     —No sueles decir tantos cumplidos—comentó, antes de dar un besito al menor—. ¿Andas de buenas?

     —Puede ser—contrario al reciente beso del Saiyan, Goku tomó iniciativa para un beso francés—. Se siente tan bien su lengua…—se separó sólo para poder acomodarse sobre las piernas del mayor y abrazarlo del cuello, para continuar besándolo—. Debería detenerme, debo mañana ir al partido—sintió aquellas manos abrazando su cintura—. ¡Demonios!, quiero estar cerca de él…—entreabrió sus ojos sólo un poco, tratando de enfocarlo. Al no tener éxito, volvió a cerrarlos para centrarse en el movimiento de sus lenguas—. ¿Por qué me gusta tanto esto? Se siente bien… —se separó para tomar un poco de aire fresco—. Que él lo haga, me gusta demasiado… Es la única persona con la que me visualizo haciendo esto…

     Un gruñido resonó en la habitación. Goku se escondió en su hombro con vergüenza, puesto que había sido su estómago que no había recibido un plato fuerte en todo el día. Oyó la risita del mayor, por lo que sólo se mantuvo oculto de su mirada.

     —¿Quieres que te prepare un bocadillo? —preguntó, acariciando su espalda. A los instantes se escuchó un nuevo rugido, esta vez perteneciente a Vegeta—. Lo siento, no he comido.

     —Jejeje—empezó a reír en su cuello, antes de alzar la mirada y mirar al más bajo con una sonrisilla. En los ojos de Goku se notaba un pequeño brillo, mientras veía risueño al Saiyan.

     Y es que, ¿quién diría que en esos momentos lucían tan parecidos uno con el otro? En sus cuerpos y vestimentas se evidenciaba la pasión en sus actividades deportivas, y en esos momentos, por la manera en que sus cuerpos reaccionaron en el momento casi exacto, evidenciaba la similitud de hábitos y el gran apetito que tenían.

     —Me gustaría mucho.

 

***

 

Luego de aquel día donde comieron juntos aquello que preparó el Saiyan, el menor se había ido a su hogar. Y, como lo había dicho Vegeta, fue el día siguiente a apoyarlo en su partido de béisbol tan sólo salió del entrenamiento de soccer, yendo ambos a comer un helado tan sólo Goku acabó de jugar.

     ¡Y ni hablar de su partido de fútbol! Un hermoso y divino 4-0 les dio la victoria. Todos se habían acoplado de forma tan perfecta, que habían hecho el partido suyo. Y, tan sólo ganaron, él y Vegeta se habían tomado una escapadita para poder ir a festejar yendo a comer juntos en una cita de celebración.

     La semana de exámenes había sido bastante tranquila, donde había podido ir con su novio a la biblioteca y estudiar juntos. Teniendo así ambos buenos resultados.

     Por toda esa buena racha pudieron disfrutar en pleno sábado su cita en el parque de diversiones. Goku sonrió al visualizar a su primo en la entrada del parque, estaba acompañado del pelilila. Se despidió con un ademán de su hermano, quien lo había llevado al lugar, y se acercó a los otros dos adolescentes.

     —¡Hola, chicos! —chocó su puño con ellos—. ¿Saiyan no ha llegado?

     —No—miró hacia donde se comenzaba a formar una fila para la compra de las entradas—. Se me antojó un bocadillo, pero será mala idea comer antes de subir a los juegos mecánicos.

     —Lamento la tardanza—avisó, llegando con ellos—. No había taxis disponibles.

     —¡Genial! —el Son menor tomó del brazo a su primo y al pelilila, para arrastrarlos hasta la fila—. ¡Quiero ir primero a la montaña rusa!

     Compraron sus entradas y pasaron a la instalación. Llegaron hasta el lugar, donde había un pequeño grupito de cinco personas formadas. La ventaja de haber ido tan temprano era que ellos podrían encontrar menos gente delante de ellos.

     Disfrutaron su mañana probando las distintas atracciones. Empezaron por la montaña rusa, después fueron a las tazas locas, siguieron con el barco pirata… Incluso se animaron a ir a los carritos chocones, donde entre ellos mismos se atacaron.

     Pasaron al kamikaze, donde la alta velocidad y el estar de cabeza llegó a aturdirlos un poco, por lo que bajaron algo mareados. Se acercaron a un barandal, para sostenerse mientras se estabilizaban.

     —¡Vamos al “Chaos”! —dijo Goten, quien señaló dicho juego.

     Se trataba de una rueda gigante, donde los participantes se sentaban en sillas repartidas por pares. Eran ajustados perfectamente en su lugar, con una pechera y una barra horizontal. Esa rueda enorme giraba mientras cada silla se balanceaba de adelante hacia atrás, incluso algunas sillas llegaban a dar vueltas completas.

     —Paso esta vez—mencionó Goku. Todavía estaba recargado contra la barda metálica—. Fueron muchas emociones extremas ya.

     —Ay, qué aburrido… ¿Y tú, Vegeta?

     —Paso también. Prefiero reposar un poco.

    —Trunks, ¿subes conmigo?

    —Claro, pero promete que será el último. Yo tampoco puedo resistir mucho.

     —¿Por qué son tan aburridos todos? —tomó de la mano al pelilila y lo guio hasta donde se había formado una fila de la gente que quería subir a la atracción.

     —Interesante manera en cómo una cita romántica se convirtió en un atento contra nuestra vida—el menor rio ante la broma del más bajo—. ¿Estás bien?

     —Sí, ya se me bajó un poco el mareo… ¿Y tú?

     —También. Quisiera ir a comer, y ya sólo subir a cosas muy tranquilas —el menor le dio la razón con un gesto—. ¿Cómo es que Goten tiene tanta fuerza para subir a esa cosa?

     —No sé—vio a su primo que lucía emocionado mientras el encargado de seguridad revisaba sus protecciones—. Me mareo de sólo ver.

     —La próxima vez vayamos sólo tú y yo a otro lugar—el menor lo miró.

     —Me gustaría. No podría repetir lo de hoy —miró al más bajo. Se giró hacia él y le dio un beso en la mejilla.

    —Me gusta que te pongas cariñoso—tomó la mano del Son que había subido a su mejilla.

    —¿Eh? ¿Cariñoso? Yo no soy cariño…—fue interrumpido por los labios del mayor contra los suyos—. Idiota…—subió sus manos a su nuca, para abrazarse un poco a él y continuar con ese tierno beso.

     —Ay, ¿ustedes no pueden dejar de estarse comiendo? —comentó el Son menor, que ya estaba cerca de ellos y sostenía al pelilila, quien lucía bastante mareado e incapaz de sostenerse solo—. Llevemos a Trunks por una bebida para que se relaje.

     —Vayamos al restaurante—se acercó al pelilila y lo sostuvo del otro brazo—. ¿Puedes caminar bien?

     —Sí, sólo necesito reposar unos minutos.

    Lo encaminaron hasta el restaurante y pagaron una botella de jugo de la máquina expendedora para que pudiera reponerse más rápido. El azúcar del zumo le permitió recuperarse en cuestión de minutos, en lo que llegaban con su pedido.

     —Me divertí mucho—comenzó a decir Goten, después de morder su hamburguesa—. Gracias por invitarme.

     —No es nada, fue divertido—respondió Goku con una sonrisa.

     Terminaron de comer, mientras seguían platicando y conociéndose más. Al terminar, fueron al área de juegos de destreza, donde había desde máquinas de garras para conseguir peluches, así como también juegos de tiro al blanco y de encestar pequeños balones de básquet para conseguir puntos por un premio.

     —¡Lo conseguiste! —exclamó el Son al ver que la garra sostuvo un peluche—. Creí que tendrías que perder más dinero antes de obtener algo.

     —Sí… Mira, es un dragoncito—mostró el peluche—. Toma, para ti.

     —¿Qué? No, lo ganaste tú. Quédatelo. De todos modos, yo siempre voy a tu casa, y ahí lo puedo ver—el mayor seguía extendiéndoselo—. Saiyan, no.

     —Kakarotto, es un regalo para ti. Por favor, acéptalo.

    —Tsk…—desvió la mirada y lo tomó. Pese a que parecía hostil, en sus mejillas se distinguía un ligero sonrojo—. Gracias.

     —De nada.

     —Goku, ¿vamos a las sillas voladoras? —preguntó el menor, que llegaba con ellos. En sus manos llevaba un peluche con forma de ballena—. Es un juego muy tranquilo y la vista es bonita.

     —Claro—tomó la mano del Saiyan—. Vayamos.

     Fueron al lugar, y subieron a la atracción. Como las sillas iban en pares, Goku y Vegeta pudieron sentarse juntos, siendo que los otros dos se acomodaron en una silla más adelante.

     —Realmente es muy bonito desde aquí—dijo Goku, mirando desde lo alto cada lugar del parque—. Me gusta este juego.

     —Sí, creo que es el único al que volvería a subir—entrelazó su mano con la del menor, quien volteó a verlo—. Me gusta verte feliz.

     —Jeje—se acercó y le dio un besito—. Me siento muy feliz.

     —Ven—subió su mano para tomarle el rostro y unió sus labios en un cálido beso.

     —Está subiendo otro poco—mencionó, notando que el juego subía los últimos metros—. ¿Qué te parece una foto en las alturas?

    —Sólo sostén bien el teléfono.

    Goku sacó de su bolsillo su celular y, con mucho cuidado, lo alejó para poder fotografiarse ambos juntos. Cuando la toma salió bien, lo guardó otra vez en su bolsillo.

    Cuando terminó el tiempo, bajaron y fueron a una zona cercana a la entrada. Comprando helados para poder degustar en su camino hacia la salida.

     —¡Es una cabina! —exclamó el Son menor, señalando un extremo—. Trunks, ven…

     —¿Siempre lo arrastra así? —preguntó el Saiyan, viendo cómo el pelilila era jalado por el brazo por el pelinegro.

     —Goten es muy enérgico. Antes a mí me estiraba así si quería ir a algún lado. Pero desde que pasan tiempo juntos, está haciéndolo con él—sostuvo la mano del mayor—. Tuvieron un flechazo desde que se vieron. Y, por lo que veo, a Trunks le agrada mucho Goten. Creí que no simpatizarían porque es un poco serio, pero se llevan muy bien.

     —¿A Goten le gustan los chicos?

     —Sí, y Mirai me dijo que a Trunks también. Entonces…—el mayor comprendió.

     —Está genial, salen dos tiras de fotos—dijo Goten, dándole una al pelilila—. ¿Ustedes se quedarán más tiempo? Trunks me dijo que me acompañará a mi casa.

     —¿Tienes hora de llegada? —preguntó el otro pelinegro, recibiendo una afirmación—. Está bien, pueden adelantarse. Nos quedaremos un rato más.

     —Claro, ¡nos vemos!

     Se alejaron, conversando animadamente. Goku se despidió con un ademán cuando su primo volteó, antes de mirar al más bajo. Metió las manos en sus bolsillos y sonrió.

     —¿Te gustaría entrar?

     —Sí, vamos—fueron de la mano a la cabina, leyeron las instrucciones y depositaron la moneda.

     Fueron cuatro tomas, donde variaron sus poses, cerrando con una donde se besaban en los labios. Tomaron las tiras, una cada uno, y salieron del reducido espacio. Caminaron lento hacia la salida y pidieron un taxi, para ir a la casa del mayor.

     —¿También salió?

     —Sí, fue con sus amigos, a una fiesta de uno de ellos—respondió, sacando dos latas de soda del refrigerador.

     —¿Lo dejas salir siempre?

     —Quiero que viva sus etapas. Pero le pongo límites. Puede salir, pero tiene hora máxima. Quiero que se sienta libre, pero que tampoco crea que puede hacer lo que quiera. Después de todo, apenas tiene quince.

     —Sí, es bueno que sepa de responsabilidad—bebió de la lata, mientras subían las esscaleras—. Saiyan, estoy frustrado.

     —¿Frustrado? —repitió, cuando entraron a su habitación. Se quitó la camisa para buscar en un cajón una playera más cómoda—. ¿En qué aspecto?

     —Sexual—el mayor se quedó estático en su lugar. Sólo atinó a voltear a verlo—. No he tenido tiempo para mí. Y no lo hemos hecho en casi dos semanas.

     —Me tomaste desprevenido. Fue un día muy tranquilo, no creí que querrías…—rio un poco nervioso, retrocediendo un poco.

     —Vi un video, ¿podríamos probar? —el mayor tragó saliva—. ¿Podemos?

     —E-está bien—el Son asintió y comenzó a quitarse la camisa. Vegeta lo miró unos instantes, viendo sólo cómo el son aventaba sus prendas al suelo conforme se las quitaba—. Ya se había tardado. Considerando nuestros primeros encuentros, creí que querría hacerlo casi diario.

     —Era de frente, contra la pared—pese a la petición reciente, lucía muy avergonzado. Como si la idea de revelar que había dedicado una interesante búsqueda de “ideas” en <<videos>> le diera pena.

     Aunque, de cierto modo, no le sorprendía por parte de él.

     —Dame un minuto—pidió, quitándose sus prendas y tocándose un poco, el Son por mientras cerró con seguro la puerta.

     —Yo… yo te ayudo con eso—caminó hasta la pared y se recargó, el mayor se acercó y colocó sus manos en su cintura.

     Goku bajó su mano al miembro del mayor y comenzó a estimularlo, mientras Vegeta bajaba a su cuello mordisqueando un poco. El Son se animó a juntar su miembro con el del mayor para tocar ambos al mismo tiempo.

     —Deja lo pongo—pidió, abriendo el preservativo y colocándoselo.

     Goku tomó aire antes de subir un poco su pierna, siendo esta sostenida por el más bajo. El mayor se colocó en su entrada, pero sólo se movió rozando, retomando los labios del menor.

     El sonido húmedo de sus lenguas tocándose, el roce de sus pieles, aquella humedad del Son que resonaba en la habitación conforme se adentraba en su interior, y sus manos recorriéndole la espalda mientras unos gemiditos ahogados alcanzaban a salir de su garganta…

     —¿Podrías ha… hacerlo más rápido…? —pidió, limpiando un poco de saliva de la comisura de sus labios—. Por… favor…

     El Saiyan bajó su cabeza para que no notara que estaba reprimiendo una risita. Aumentó la velocidad de su movimiento, oyendo un poco más fuertes los gemidos del más alto. Le causó un poco de gracia, y al mismo tiempo ternura, que pese al acto presente mantenía su educación pidiéndolo “por favor”.

     Besó su pecho y su cuello, sintiendo cómo esas manos se le enredaban en la cabellera. El calor de ese chico, una calidez única y especial, ese sonido que le erizaba los vellos y que despertaba sus instintos más ocultos.

     —¡Mgh! —se abrazó con fuerza al más bajo—. ¡Ahhh!

     —Va a terminar, está teniendo espasmos…—bajó su mano al miembro del más alto, para masturbarlo. La voz del Son aumentó de tono—. Aunque no lo hace tan fuerte como otro día, su vox sí es algo alta… Quisiera morderlo—presionó levemente su dentadura contra el hombro de Goku, pero con poca fuerza para no dejarle marcas—. Kakarotto…—susurró en un tono bastante grave en su oído, haciendo que el menor se tensara—. Kakarotto…

      Consiguió que el más alto tuvo su orgasmo acompañado de un sonoro gemido final. Siguió moviéndose dentro de él, hasta que también consiguió correrse. Sostenía fuertemente al Son, quien lucía muy agotado y temblaba un poco.

     Salió de su interior y lo encaminó a la cama, para que se recostara y pudiera relajarse. Sonrió con un poco de ternura al ver cómo se acurrucaba en el lugar. Se acostó a su lado y lo abrazó, besando su cabeza y acariciando su brazo.

     —No puedo moverme, estoy exhausto…—con sus ojitos entrecerrados miró al mayor—. Saiyan se ve lindo sonrojado.

     —¿Quieres tomar una siesta? Es temprano todavía, te puedo despertar en un rato—el menor empezó a reír bajito antes de acomodarse sobre su pecho.

     —Sí, unas dos horas está bien—cerró sus ojos, sintiendo aquella mano acariciándole la cabellera—. Tiene pecho ancho—subió su mano, hasta su pecho—. Sus pectorales son firmes—soltó una risita.

     —¿Qué pasa?

     —Nada, sólo recordé algo gracioso—recibió otro besito en la cabeza—. Se siente bien ser querido—alzó su cabeza para dar un fugaz beso al mayor, antes de volver a esconderse en su pecho—. Saiyan…

 

***

 

—¿Eh? ¿Kakarotto? —preguntó el de cabellera larga, alzando su mirada tras notar la puerta principal abriéndose. Estaba en el sofá, mirando el televisor—. Creí que me llamarías para ir por ti.

     —Preferí venir, todavía es temprano—cerró la puerta y se recargó un poco contra ella. Su cabello estaba más alborotado de lo normal y su ropa desordenada. Además, lucía demasiado risueño.

     —¿Por qué estás tan raro? —el menor, con una sonrisa todavía en sus labios, lo miró. Se veía un poco ido, pero no por eso dejaba de sonreír.

     —Nada, sólo me divertí mucho en el parque—comenzó a caminar despacio hasta las escaleras, cuando la voz de su madre, quien se asomó desde la cocina, lo hizo detenerse.

     —¿Te divertiste, cariño?

    —Sí, mucho. Nos subimos a todos los juegos extremos, iré a descansar—ella sonrió.

     —¿Quieres cenar?

     —No, comí mucho allá—se sostuvo del pasamanos de la escalera—. Me iré a acostar.

     Su sonrisa no se había borrado en ningún momento. Subió todavía con esa expresión risueña, riendo bajito ya estando en su alcoba. Se acercó a su cajón secreto, lo abrió y metió las fotografías que se había tomado ese día con el Saiyan dentro de la cabina. Cerró bien, y se tiró sobre la cama, abrazando aquel peluche con forma de un dragón morado.

     —Fue un gran día…—sacó su teléfono, notando el último mensaje del mayor.

 

 

Saiyan: Ya voy de camino a casa, Tarble viene conmigo.

 

Goku: Tengan cuidado.

Por cierto, gracias por el peluche.

Es muy bonito.

 

Saiyan: Que bueno que te gustó.

Quería conseguirlo desde que lo vi para dártelo.

 

Goku: Arigato.

Dormiré muy cómodo esta noche teniéndolo conmigo.

 

Saiyan: 可愛すぎる (Kawaisugiru…) (Demasiado adorable)

Me gustó pasar tiempo hoy contigo.

 

     —¿Él siempre se pone feliz si estamos juntos? —mordió su labio inferior, sonriendo mientras veía la pantalla.

 

Goku: También me gustó estar hoy contigo.

Me dormiré temprano, te hablo mañana.

Descansa, buenas noches, Saiyan.

 

Saiyan: Buenas noches, Kakarotto.

Hasta mañana.

 

     —Es lindo todo esto…—se acomodó de lado y volvió a abrazar el peluche—. Me siento muy bien con él…—rio bajito—. Él era algo grosero con algunos chicos, y se aislaba a veces. Tiene el ceño marcado, pareciera que está enojado todo el tiempo. Nunca pensé que fuera alguien tan dulce como novio—miró su peluche y se aferró más fuerte a él—. Me siento feliz…

Notas finales:

06/07/2022 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).