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¿Ni aunque...? por Princesa de los Saiyajin

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13

Inquietudes

 

—Buenos días, Kakarotto…—saludó, llegando al aula—. ¿Cómo amaneciste?

     —Tuve reflujo en la noche. Hice una pésima combinación de bocadillos —el otro se sentó a su lado—. ¿Y tú?

     —Dormí bien…—buscó su mano por debajo de la mesa, siendo aferrada al instante—. ¿Qué planes hay para hoy?

     —Entrenamiento. El juego es el jueves—apoyó su cabeza en su mano libre, girándose un poco en la silla para ver al más bajo—. Estoy pensando en que hoy sea un poco intenso, mañana algo suave, y el miércoles usarlo para enfocarnos en las debilidades. Así, para el jueves, con el partido, estaremos bien.

     —¿Algo intenso hoy? Mmm… supongo que algo de cardio estaría bien—el pelinegro más alto miró de reojo a su alrededor, para después inclinarse un poco hacia él.

     —Para algo de cardio en privado también tengo pensado algo contigo—susurró.

     —¿Qué? —le puso una mano en la cara al chico, para alejarlo unos centímetros. El Son por su parte sólo sonrió orgulloso al notar el pequeño nerviosismo que le causó—. No puedo seguirle el ritmo a Kakarotto.

     —Al rato iré a tu casa, ¿sí? —el más bajo lo miró.

     —¿Ya no preguntas? —soltó una risita—. Rayos, tarde o temprano tengo que decírtelo.

     —¿Mhg? ¿Qué cosa, Saiyan?

      —Mi papá quiere que lo acompañe a un viaje familiar a Kento. Él, mamá y yo.

     —¿Qué hay de Tarble? No lo piensas dejar solo, ¿o sí? Es muy pequeño todavía.

     —Claro que no—soltó aire—. Quiere que arregle papelería pendiente que tengo, más que nada porque este año nos graduamos y debemos tener todo listo para la universidad.

     —Cierto, la universidad—se apoyó en la mesa—. Entonces, ¿qué pasará con él? ¿Tienes más familia?

     —En realidad, hay un amigo de la familia que puede encargarse de él. Sólo serán unos días.

     —Ya veo…—se apoyó contra el respaldo de la silla y colocó sus brazos detrás de su cabeza—. Si quieres que esté pendiente de él, sólo dímelo. Yo cuidaré de él.

     —¿Eh? —sonrió—. Gracias, Kakarotto. Sólo échale un ojo si te lo topas en los pasillos.

     —Claro que sí—miró aquel rostro unos instantes—. ¿Y qué día sería? Para acomodar los horarios de entrenamiento.

     —No te enojes, Kakarotto—el Son frunció el ceño ante esa respuesta—. No es como si quisiera, pero está planeado que sea una salida de una semana. La siguiente, de hecho.

     —¿Estás bromeando? ¿Para qué tanto tiempo? —el más bajo mostró una mueca, como si se hubiera esperado completamente esa respuesta defensiva de ese chico.

     —Kanto está algo alejado. Además, son diferentes trámites, y no sólo yo. Mis padres también quieren arreglar de paso algunas cosas suyas, pero como estaré con ellos no me quedará de otra que esperarlos—el Son soltó aire.

     —Tsk… qué fastidio—se incorporó nuevamente en el respaldo y dejó caer sus brazos en sus costados, rindiéndose—. Espero que te vaya bien en eso…—lo miró—. Entonces te voy a aprovechar esta semana antes de que te vayas.

     —¿Eh? —el pelinegro le dirigió una ligera mirada coqueta—. Claro. Esta semana estaré disponible.

     —Perfecto—notaron cómo un tumulto de alumnos entraba al aula, viéndose en la puerta al profesor que seguía una llamada telefónica. El mayor se levantó—. ¿Mgh? ¿Te sentarás en otro lado?

     —Sí, atrás. Para estar un rato en el celular—le revolvió el cabello—. Nos vemos más tarde.

      —Ajá…—frunció un poco el ceño, colocando una mano en su pelo cuando el Saiyan fue a la parte trasera, donde primero dio un saludo a Mirai antes de sentarse a su lado. Soltó aire y se acomodó en la mesa con sus brazos cruzados—. ¿Por qué nunca suelta el teléfono? Pero conmigo siempre se le descarga cuando más urgente es que me responda. Si no lo usara tanto en clases, siempre podría responderme—miró al docente que se posicionó al centro, mirando fijamente a los presentes en el aula—. Como sea, que haga lo que se le pegue la gana…

 

***

 

—Goku, ¿con 20 burpees está bien? —preguntó el otro Son, que recién había terminado la actividad. En el suelo estaban algunos chicos que no pudieron seguir el ritmo y se quedaron tendidos en el pasto.

     —Goku, esto es inhumano…—se quejó Krillin, quien estaba tirado con su pecho en el suelo—. Fue un entrenamiento duro, y luego esto…

     —Goten pudo hacerlo—cruzó sus brazos—. Y yo también los hice.

     —¡Ustedes son unos locos del ejercicio! —el Son menor rio ante aquello, mientras que Goku sólo dio una miradita rápida a Vegeta, que trataba de cumplir con la actividad, sin embargo, en el salto con brazos extendidos cayó y se dejó caer hacia atrás para tomar aire.

     —Pueden retirarse—determinó, consiguiendo que todos se levantaran y huyeran rápido, antes de que el Son quisiera pedirles algo más.

     —¿Andas de malas, Goku? —preguntó su primo, ayudándolo a levantar las cosas—. ¿Otra vez te peleaste con Vegeta?

     —¿Por qué siempre creen que me peleo con él? —comentó, mirando a la cancha. Vegeta estaba sentado en una banquita, con su celular en mano—. Tsk…

     —¿Qué pasa? —también miró al otro pelinegro, que a lo lejos se veía que chateaba con alguien—. ¿Estás celoso?

     —¿Celoso? —lo miró, frunciendo el ceño, con su rostro totalmente enrojecido—. No digas tonterías, Goten.

     —Je, je, je…—empezó a reírse—. ¿Si abrazo a Vegeta ahorita también te pondrás celoso?

     —¿Qué? Tú…—empuñó sus manos y bajó la mirada, completamente alterado—. Yo no…

     —¿Por qué no simplemente le preguntas? —el otro lo miró—. Debe hablar con un amigo o algo así.

     —Un amigo…—recordó el incidente ocurrido semanas atrás—. ¿Seguirá hablando con “ese” amigo? —empuñó fuertemente sus manos, antes de soltar aire y relajarse—. Le prometí que confiaría en él. Además—miró cómo guardaba el teléfono antes de apresurarse y seguir recogiendo las cosas que quedaron sobre el pasto después del entrenamiento—. Además, no ha vuelto a fallar en nada… Sí, le preguntaré.

     —No te pongas celoso. Se nota que él sólo tiene ojos para ti—el sonrojo que recién se le había quitado, volvió—. Me adelantaré para ducharme, Goku.

     —Sí, claro. Adelante…—se recargó contra la reja que rodeaba la cancha, mirando cómo el Saiyan se agachaba para recoger los conos naranjas que habían usado—. Vegeta tiene buen físico…—tragó saliva al notarlo inclinarse hacia adelante para levantar otro—. Tiene glúteos firmes—cubrió su rostro con su mano—. Nunca lo hemos hecho así, tal vez…

     —¿Los dejo afuera o los regreso al almacén? —preguntó el Saiyan, llegando con él. Tenía ya dentro de los costales todo el material deportivo.

     —Regrésalos al almacén, ¿sí? —comentó, tomando su mochila y sentándose en la banquita cercana—. Te espero aquí.

     —Claro…

     Lo miró alejándose, así que sólo escondió su rostro en la mochila que abrazó. Su rostro estaba totalmente colorado, más por la vergüenza y reacción en su cuerpo que por el calor intenso del sol directo de la tarde. Se regañó mentalmente, cerrando fuertemente los ojos.

      —No lo hemos hecho desde el día del parque…—miró al chico que se iba acercando—. Debo entretenerlo, no puedo irme así.

      —¿Nos vamos, Kakarotto?

     —Necesito descansar un poco…

     —¿No quieres ir a la cafetería? O podemos buscar otro lugar en la sombra.

     —Diablos, estúpido Saiyan…—escondió su rostro en la mochila nuevamente—. No le puedo decir que se me paró por imaginar cosas con él.

     —¿Pasa algo?

     —Saiyan, dime, ¿por qué siempre estás en el celular en clases?

     —¿Eh? De verdad me cae mal el profesor—el Son se le quedó viendo, su expresión era muy honesta—. Además, hoy sí tenía que acordar horarios con Tarble. Está en exámenes, hoy pasará más tiempo estudiando en las tardes. Vendré después por él.

     —Eso…—soltó aire—. Entiendo.

     —¿Te molesta?

     —No, no me molesta eso…—sus ojos se escondían entre su flequillo, tratando de enfocar aquel rostro—. Creo que ya se me bajó… Vamos, Saiyan.

     Se levantó y fueron juntos hacia la casa del más bajo, comprando en el camino vasos de ramen instantáneo para comer más tarde. El pelinegro más alto tenía su mirada gacha en el suelo en todo el trayecto, sólo tomaba la mano de Vegeta que lo guiaba.

     —¿Me dejas ducharme primero? —pidió. El más bajo asintió.

     —Claro, toma la ducha. Yo iré a la habitación de Tarble, en serio necesito refrescarme—avisó, buscando ropa en su cajonera y tomando la toalla.

     —Se duchará al mismo tiempo…—se metió al baño y se desvistió, se metió bajo el chorro de agua y comenzó su limpieza—. Ahora que estaremos aseados los dos, ¿será buena idea hacerlo? —cerró sus ojos, recordando la imagen del otro chico cuando se había agachado a recoger el material deportivo—. De verdad he tenido curiosidad de probar de esa manera.

     Bajó su mano por su abdomen, hasta que llegó a sus genitales. Miró hacia abajo, notando que su cuerpo adolescente mostraba vello en aquella zona. Inevitablemente sintió algo de vergüenza, pese a lo corto que era y que no era la primera vez que el otro lo veía.

     —¿Por qué ahora le estoy dando tanta importancia? No es como si me importe lo que Saiyan diga…—abrió la llave del agua—. ¿Mhg? Se escuchó la puerta de la habitación. Debió volver ya…

     Cerró la llave y tomó la toalla, para amarrársela en la cintura. Se asomó por la puerta del baño, viendo que en la habitación estaba el Saiyan con un pants holgado, buscando una playera entre los cajones. Tomó aire y salió del baño, recibiendo rápido una mirada por parte de él.

     —¿Vas a querer comer ahora? —preguntó, colocándose la playera. El más alto negó con un movimiento de cabeza—. ¿Qué pasa?

      —Tsk, ¡te dije que quería hacerlo contigo hoy! —exclamó, cubriendo su rostro enrojecido con ambas manos, mirando por entre sus dedos al pelinegro más bajo.

      —Eso… —empezó a reír bajito—. Creí que era broma—se acercó despacio, acorralándolo en la pared. El Son seguía con la misma expresión, escondiéndose del otro—. ¿Entonces quieres que empiece?

     —Tsk…—se descubrió el rostro, mirando al otro. Sus mejillas estaban totalmente coloradas, y su expresión era de vergüenza y enojo mezclados en una sola. Colocó sus manos en los hombros del mayor para aproximar sus labios y besarlo.

      El más bajo correspondió al instante, abrazándolo por la cintura desnuda e inclinándose hacia adelante. La piel de Goku tenía humedad todavía por el reciente baño, por lo que sus manos se pudieron deslizar por su piel con facilidad. Besó su piel, succionando las gotitas de agua que tenía en su cuello.

     —Espera, no me dejes marcas. Me van a regañar si las ven…—el otro levantó la mirada, sonriendo.

     —Como quieras…—le empezó a desanudar la toalla de su cintura, dejándola caer al suelo.

     Comenzó a estimular al menor con su mano, retomando sus labios. El Son se estremecía en sus brazos conforme el tacto se hacía mayor. Miró con sus ojos entrecerrados al pelinegro más bajo, antes de estirarle un poco la playera, dejando al aire su hombro, y succionando ahí.

      —E-espera, Kakarotto. No me hagas…—pero fue callado porque el más alto retomó sus labios—. No me hagas chupetones en zonas visibles, Kakarotto.

     —Tsk…—gracias a que el pelinegro lo había dejado de tocar en su entrepierna, pudo aplicar fuerza y colocarlo contra la pared, cambiando de posiciones—. Pero si alguien las ve, sabría que Vegeta sale con alguien…

     Le intentó levantar la playera, por lo que el Saiyan decidió quitársela. Sin embargo, el Son, al ver que tenía su pecho descubierto, apresó sus muñecas y se inclinó, para succionar la parte alta de su pectoral. El más bajo hizo fuerza para tratar de soltarse, pero el Son sólo alzó la mirada para observarlo fijamente.

     —Kakarotto, ¿por qué diablos…?

     —¡No me molestes! —bajó la mirada al suelo. Escondiéndose en el pecho del otro. El pelinegro más bajo sólo subió su mano al cabello de Goku, acariciando despacio ante su inesperada reacción.

      —¿Quieres darle celos a alguien? —levantó su mirada rápidamente, su rostro estaba totalmente rojo, y sus labios estaban temblando—. ¿Eh? ¿De verdad era eso?

      —¡No! No es eso, diablos…—el Saiyan sonrió al notarlo vulnerable, temblando pese a que lo trataba de intimidar con su ceño fruncido.

     —Mis padres no creo que se lo tomen tan bien si me ven un chupetón—el menor bajó nuevamente la mirada, colocando su cabeza contra el hombro del más bajo—. ¿Qué tienes? Desde hace rato andas raro.

     —Raro tú, Saiyan—soltó una risita al oír cómo Goku le había contestado, de una manera que sintió un poquitito infantil.

      —Bien, si no me dirás, tal vez te obligue un poco—comentó, comenzando a picarle el abdomen con su dedo. Ante sus movimientos, prosiguió con hacerle cosquillas.

     —No, ¡espera! —se quejó entre risas, caminando hasta el colchón y dejándose caer en la cama, todavía riéndose.

     —A ver, ¿entonces estás celoso? —el menor lo miraba con el ceño fruncido, pero sin dejar de reír—. ¿Entonces me hace falta ser más empalagoso en público?

     —Ya basta—hizo fuerza y le tomó las muñecas, consiguiendo detenerlo. Su respiración era agitada, pero aun así fue capaz de pararlo—. Saiyan.

     —Kakarotto…—jugueteó con su voz, antes de inclinarse a él y darle un besito en los labios.

      —Rayos, ¿por qué me hace eso? —lo miró con un leve puchero, Vegeta seguía con una miradita serena y una sonrisa—. Al diablo. Ven acá—lo tomó del rostro y lo atrajo hacia sí, para besarlo, siéndole un poquito difícil mantener un beso profundo a causa de la reciente pérdida de oxígeno que tuvo.

     —¿Quieres que continúe? —susurró, bajando su mano a su entrepierna que seguía levantada.

     —Sí, sí quiero—admitió, bajando la mirada y cerrando los ojos, derrotado.

      El más bajo continuó con su estimulación, bajando a su cuello a besar despacio, sabiendo que era algo que el Son disfrutaba y que en más de una ocasión había pedido que lo hiciera con más atención en esa zona. Por su parte, Goku se limitó a pasear sus manos por el cuerpo del otro, alternando espalda, bíceps y pectorales.

     —Ah…—dejó caer su cabeza hacia atrás cuando el otro comenzó a introducirse en él—. Siento que mi cuerpo arde... —alzó su cabeza para mirarlo. Vegeta le sostenía las piernas por los muslos, impidiéndole que sus piernas colgaran. El otro estaba de pie, acomodándose perfectamente por la estatura y la altura del colchón.

     —Kakarotto…—el Son alzó la mirada, notando aquel rostro sudado que lo miraba con una sonrisa algo coqueta.

    —Diablos…—intentó estirar su brazo, para alcanzarlo del brazo y jalarlo un poco, dándole a entender que esperaba que se inclinara a él para besarlo—. Me gusta que me bese… —sintió aquella lengua meterse en su boca para jugar con la suya—. ¿Es posible que…?

     Aprovechó para tomar entre sus manos el rostro del pelinegro más bajo y, cuando sus lenguas pasaron al juego en el aire fuera de sus bocas, aprovechó para succionarle la lengua, con un movimiento de cabeza leve debido a la corta longitud que tenía afuera.

     —Espera…—se separó, colocando su mano en su boca. Incluso su movimiento de caderas lo detuvo al sentir cómo el Son trataba de succionar su lengua.

     —¿Qué? —frunció el ceño al sentirlo alejarse rápido.

     —¿De dónde aprendiste eso?

     —No…—desvió la mirada—. Sólo continuemos.

     —Kakarotto—su semblante se tornó algo serio. ¡Y cómo no! Si el más alto había aprendido a besar junto con él, además de que habían estado en una relación en la que nunca había hecho algo así.

     —¡Lo vi en un video! ¿De acuerdo? —su rostro aumentó su coloración—. A veces veo videos cuando sé que no podemos hacerlo y me quedo solo en casa—sus ojos estaban cerrados fuertemente.

     —¿U-un video? —también se sintió incómodo—. ¿En serio ve tantos videos de ese estilo?

     —No me mires así—cubrió su rostro con una almohada.

     —No, sólo… Sólo no lo esperaba…—tragó saliva, antes de aferrar mejor sus piernas e inclinarse hacia él, retomando el movimiento lento—. ¿Quieres que yo lo haga?

     —¿Eh? —se asomó un poco—. Yo…—se ocultó detrás de la almohada, asomándose sólo sus ojitos, ¡y muy apenas! Su flequillo servía como barrera para evitarlo—. Sí.

     El mayor se inclinó hacia adelante, tratando de estar frente a ese rostro enrojecido. Goku tenía sus ojos cerrados, pero había separado ligeramente sus labios para sacar su lengua. El más bajo comenzó a succionar despacio, dando un movimiento leve como simulando una lamida. Era como si quisiera chuparla, en un acto erótico, al igual que hizo alguna vez en su entrepierna.

     Dejó de hacerlo para incorporarse y quedar con su espalda recta y continuar con su movimiento de cadera. El Son dejaba salir sonidos audibles que resonaban en la habitación, como si aquella pena o vergüenza no la tuviera. En realidad, había podido perder la vergüenza de ser escuchado por el más bajo por todas esas veces que lo hicieron.

     —¡Saiyan! —cubrió su boca con su antebrazo, encogiéndose en su lugar a causa de los espasmos. Sólo comenzó a gotear de su miembro aquel líquido blancuzco que evidenciaba el placer que sintió en aquel momento.

      El mayor, tras salir de su interior, se dejó caer en la cama para abrazarlo. El Son se acurrucó contra él cuando lo sintió aferrándolo, incluso escondió su rostro en el espacio del cuello y hombro del más bajo, quien únicamente lo estuvo mimando con caricias suaves en su cabello.

     —¿Quieres ir a comer?

     —Sí. Tengo hambre—se incorporó un poco, quedando apoyado en sus codos—. Supongo que me ducharé de nuevo.

      —Mientras, calentaré agua—se levantó de la cama y comenzó a buscar su ropa.

     —Sí…—se metió nuevamente al baño sólo para enjuagarse con agua fría, retirando los restos de su semen que le quedó en el abdomen y la humedad de su zona íntima—. Lo que Saiyan me hizo en la lengua…—llevó la mano a su boca—. No es lo que esperaba. Sentí un poquito de desesperación al no poder moverla, fue incómodo…

      Salió y buscó sus prendas para vestirse. Bajó a la cocina, notando que los tazones de ramen instantáneo ya estaban listos y servidos. Se sentó en una silla cercana antes de comenzar a comer, recibiendo un vaso de jugo por parte del pelinegro más bajo para acompañar sus alimentos.

      —Lo de hace rato…—metió un pedazo de cebollín en su boca—. No me gustó. No lo repitamos.

     —¿Mh? —alzó la mirada, con unos cuantos fideos en sus labios—. Es realmente directo cuando algo le molesta. Pero creo que se está dando cuenta poco a poco que las películas son demasiado falsas a comparación de la realidad—masticó y tragó lo más rápido que pudo, para beber un poco de su vaso—. Claro, yo también lo sentí incómodo.

     —Bien…—sacó su teléfono—. Tendremos partido pasado el jueves, así que pensé en que podríamos dar entrenamientos suaves el viernes—alzó su vista—. ¿Qué día te irías?

     —Desde el sábado—el Son soltó aire—. A primera hora.

     —Bien…—colocó los palillos en la mesa, sobre una servilleta—. Entonces el viernes dame una despedida apropiada.

     —¿Apropiada? —miró aquellos ojos negros que lo veían atento—. ¿En serio sólo tiene eso en mente? —sonrió de medio lado—. Vayamos a comer al restaurante de la otra vez—los ojos del Son mostraron un brillo—. Podría parecer que tiene sólo ganas de contacto físico, pero al final a él le interesa más el apego sentimental, aunque no quiera admitirlo.

     —Sí, suena genial. Aunque tendrías que reservar, realmente se llena mucho el lugar—el más bajo asintió—. O bien…—jugó golpeando la mesa con la yema de sus dedos—. También tienen servicio a domicilio. Así que, aunque no sería lo mismo, podríamos comer aquí. Sólo tendríamos que recalentar por si la comida llega fría.

     —Perfecto. Una cita a solas—las mejillas del Son se encendieron, así que atinó únicamente a desviar la mirada—. Esa expresión de Kakarotto es tan…—miró su celular al oír una notificación—. Tarble se quedará más tiempo terminando sus deberes—estiró un poco su cuello—. Me da tiempo de relajarme un poco. Estuvo algo intenso el entrenamiento.

      —Mañana será menor—soltó aire—. Creo que debo ir a casa. Debo asear mi habitación—dejó caer sus brazos a sus costados—. Me siento algo cansado.

     —¿Quieres reposar un rato primero?

     —Siento que me caeré dormido en cualquier momento si me quedó más tiempo—rio—. Es muy pacífica tu casa, Saiyan.

      —¿Crees eso?

     —Mi hermano es escandaloso. A veces llega haciendo mucho ruido o con intenciones de molestar. Me ha despertado de siestas necesarias sólo por querer hostigarme un rato—cruzó sus brazos sobre la mesa y se apoyó en ellos—. Realmente noto mucha diferencia entre mi hogar y el tuyo porque, por ejemplo, tu relación con Tarble es muy contraria a la mía con Rad.

     —Bueno, pasaron muchas situaciones para ello. Además, creo que ayuda que somos casi de la edad. Tú y él se llevan como cinco años, ¿no?

     —Aun así, es un imbécil—soltó aire—. Me gustaría tener más privacidad a veces.

     —Lo sé… Lo sé… Es un idiota. Todavía tengo ganas de golpearlo—cerró sus ojos, dejándose caer hacia atrás para que su rostro se dirija hacia el techo—. Me está doliendo demasiado la cabeza. Quiero dormir algo…

     —Saiyan, ¿me acompañas a mi casa? —volteó a ver al Son, sintiendo un poco de ternura al notar que lo veía con sus brazos cruzados sobre la mesa, asomándose sólo ese par de ojos brillantes escondidos un poco por su flequillo.

     Goku tenía ojos grandes, y bastante expresivos. Por lo que tenerlo ahí, con esa miradita suave, algo adormecida, pero con un poco de timidez solicitando compañía, hizo que inevitablemente sonriera. Estiró su mano, tratando de conectar con aquella cabellera, notando que ese chico cerraba sus ojos suavemente.

      —Claro que sí—el Son volvió a abrir sus ojos—. ¿Quieres ir pronto?

     —Sí…—se incorporó, y limpió el área de la mesa donde comió. Acomodó la silla y tiró su basura.

     Fue por sus cosas y ambos caminaron lento hacia la casa del Son. Se sentía tan… distinto. Ese recorrido parecía lento, pero agradable. Como si el tiempo se detuviera exclusivamente para que tuvieran un momento cómodo para ambos, como la pareja que eran.

     —Hasta mañana, Saiyan—chocó su puño con el del más bajo—. Regresa con cuidado a casa.

     —Hasta mañana—a sabiendas de que, posiblemente, habría alguien de la familia Son por la cual se escondía, decidió tomar rumbo sin mirar atrás hacia la escuela, donde su hermano menor seguía. Sin embargo, esas últimas palabras lo hicieron sentir un flechazo. Esas donde Goku le decía, indirectamente, que quería que estuviera bien.

 

***

 

—Entra…—dejó que el Son se adentrara a su hogar—. Puedes ducharte si quieres—el menor lo miró de reojo—. Al menos yo siento que necesito una ducha, Kakarotto. El partido estuvo intenso.

     —Ya sé… —soltó aire, antes de que subieran juntos a la habitación del Saiyan—. Te tiraron muy fuerte. ¿No te lastimaron?

     —No sé si sea que todavía tengo el calor del momento, pero no siento incomodidad—se quitó la playera, la que tenía una enorme mancha verde, signo de que había sido algo arrastrado por el pasto—. Pero tu remate fue impresionante. De verdad no creí que llegaras, era un cuarto de la cancha en segundos antes de que el balón saliera. Eres demasiado veloz.

     —Sí… gracias… —se dejó caer en el suelo, a causa de sus prendas también sucias, pero sin quitarle la mirada a aquel chico que se estaba quitando la playera interior sin mangas—. Yo creo que eres muy hábil en la cancha.

     —¿Eh? —volteó a verlo, notando que el de cabellera alborotada lo veía detenidamente. Estaba semirecostado en el suelo, apoyado sobre sus codos para tener una mejor posición como observador—. Luce sincero—soltó una risita baja—. Sigamos entrenando juntos para mejorar.

     —Estaría excelente—susurró, todavía mirando desde el suelo—. Te ves sexy así.

     —¿Sexy? —repitió, soltando una risita baja. Notó la mirada algo coqueta, pero con un poco de timidez del Son. Mordió su labio inferior, quedando ligeramente prendado de esa expresión del más alto. Caminó unos pasos más hacia adelante, para quedar más cerca.

     —Es… muy masculino en conjunto—desvió la mirada—. Sólo eso, Saiyan—volvió a enfocarlo—. Acércate.

     El más bajo acató la indicación, colocándose encima del Son, para unir sus labios en un beso. Sus rodillas estaban a cada costado del cuerpo del más alto, y una de sus manos apoyada en el suelo para permitirle inclinarse hacia él. En cierto momento el menor comenzó a recostarse, para poder tener sus manos libres para llevarlas a esa cabellera negra en forma de flama.

     —Ahhh…—suspiró al sentir que sus pectorales eran estimulados por encima de la ropa—. Oye, en serio no me molestaría hacerlo ahora, como quiera después tendremos que volver a ducharnos…—miró al más bajo con sus ojos entrecerrados—. En serio no me importa.

     —Yo…—bajó a su cuello, dando una mordida suave, percibiendo un ligero toque salado por su sudor—. Mínimo deja que me lave las manos—solicitó, antes de retomar sus labios, sintiendo que el Son se aferraba con fuerza a su cabello—. No tardo.

     Se separó de él, se levantó y fue al lavabo a quitar todo resto de tierra y pasto que quedó en sus manos. Incluso enjuagó rápidamente su rostro para sentirse más fresco, y antes de acercarse de nuevo al más alto buscó su caja de preservativos. Mientras él hacía esos movimientos, Goku había usado el tiempo para quitarse la playera y colocarla debajo de él, tratando de aminorar la ligera incomodidad que el tapete, pese a que era suave, le generaba.

     —Tenemos casa sola durante una hora y media—avisó, antes de volver a sentarse en el suelo con él, mirándolo.

     —Bien…—susurró—. Saiyan…—rascó un poco su nuca, algo aturdido por las sensaciones de su cuerpo—. ¿Podemos…? —tragó saliva—. ¿Podemos probar algo nuevo?

     —Más experimentos…—mordió su lengua, sintiendo un poquito de frustración.

      —Por favor, Saiyan…—añadió.

     Inevitablemente alzó sus cejas al oír su petición. Incluso dejó salir aire de sus labios en un pequeño “pff”, que trató de disimular, debido a la ligera gracia que le causó. Bien, Kakarotto podía tener las peticiones más incómodas, indecentes y ligeramente sucias, pero no evitaba que fuera el chico educado con modales que siempre presenciaba.

     —Dime, ¿de qué se trata? —se animó a preguntar, bajando nuevamente a su cuello y mordisqueó sin dejar marcas.

     —Ahhh…—se removió en su lugar, pero tratando de tocar el cuerpo del más bajo, sintiéndolo caliente y sudado—. ¿Podríamos…? Mhg—gimió al sentir aquella boca en su pecho—. ¿Podríamos probar una pose…? ¡Ah! —la mano del Saiyan colándose por debajo de su ropa interior lo hizo sobresaltarse—. Creo que se… sentirá más si… ¡Mgh!

      —¿Pose? —repitió, buscando su mirada. Aquel rostro estaba totalmente enrojecido, no sólo por esa hora bajo el sol de un intenso partido donde fue titular, sino también, y en mayor medida, por la excitación del momento.

     —Estar…—hizo su cabeza hacia atrás conforme el movimiento de aquella mano en su entrepierna aumentó de velocidad—. En cuatro…

     —¿En cuatro? —tardó unos instantes en entender sus palabras, entrecortadas por los suspiros—. ¿Estás seguro? Es algo… distinto a lo que hemos hecho.

     —Mjm—afirmó con un sonido ahogado, regresando su mirada a él—. ¿Podemos intentar?

     —De acuerdo… Sólo… el suelo es algo incómodo, si quieres podemos ir a la cama para evitar que te lastimes…

     —No es necesario, puedo resistir—susurró, antes de tragar saliva y girarse en el tapete, para apoyarse en sus codos y flexionar sus piernas, apoyándose en sus rodillas.

     El Saiyan pasó su mano por la espalda del Son, acariciando su piel suavemente, notando un arqueo de su columna. Se impulsó para incorporarse, colocándose de rodillas detrás del cuerpo del más alto, sintiendo que su piel se erizaba ante aquella imagen mucho más clara de la intimidad del otro. Con su pulgar estimuló su entrada, donde era evidente la gran lubricación a causa de la excitación del momento.

     —Se tensa más… —se colocó el preservativo—. Esto es raro…—se posicionó en su entrada—. Pero es cierto que con esta posición entrará más profundo.

     Empezó a adentrarse en él, tomándolo con cuidado de la cintura para mover su cadera y medir la potencia de su primera embestida. Oyó un sonoro gemido cuando por fin entró por completo en él, incluso el Son había tenido que apoyarse mejor para evitar caer.

     —Diablos, esto es mucho más intenso…—dejó salir un segundo gemido cuando el chico salió de él, provocando el tercero mucho más alto cuando volvió a entrar—. Esto es tan… ¡ahhh!—cruzó sus brazos en el tapete para apoyarse mejor en ellos. La manera en que su espalda se inclinó más provocó que el Saiyan tuviera mayor acceso en sus movimientos—. De verdad... ¡ahh! Esto se siente… ¡ahhh! Tan bien y… Ahh, Sai-Saiyan…—apoyó su cabeza en sus brazos, escondiéndose mientras seguía sintiendo el placer que el otro le brindaba en esa posición—. Mgh, Saiyan…

     >>Es distinto, en realidad ¡Ahh! —miró sus manos, y después el tapete del suelo, donde había un poco de pelusa, posiblemente a causa de los calcetines, ya que el más bajo solía estar en su habitación sin zapatos—. Pero… ¡ahhh!... Esto…—mordió su labio inferior, escondiendo su rostro en sus brazos nuevamente—. No es… no es como pensé…—enfocó la alfombra, mirando cómo estaba tejida e incluso dándose cuenta de que estaba rota en una zona.

     —¿Kakarotto? —el aludido trató de girar su cabeza, siendo casi imposible que pudiera verlo por la posición—. ¿Qué ocurre? Te quedaste en silencio durante un rato.

     —Yo… No me gustó estar así—el otro salió despacio de él, permitiendo que el chico pudiera girarse. Tan solo se volteó, se dejó caer en el suelo, para que sus rodillas dejaran de sentir esa presión y dolor. Su espalda nuevamente tocó el tapete, pero en ningún momento despegó sus ojos de aquel chico.

     —¿Es por el suelo? —lo ayudó a acomodar sus piernas, aprovechando para dar caricias en sus rodillas, como manera de aliviarle el dolor. Para el Son no pasó desapercibida esa intención de primero tratar de atenderlo a él.

     —Es que así no te puedo ver a ti.

     Vegeta alzó su mirada, para encontrar el rostro enrojecido del Son. Incluso notó esos labios hinchados, formando un puchero ligero, mientras esos ojos, esos enormes ojos negros brillantes, lo veían a través de ese flequillo algo húmedo por el sudor. Tragó saliva y mordió sus labios ante esa imagen de Goku. Se inclinó hacia él y unió sus labios en un beso. Inmediatamente el Son envolvió aquel cuerpo con sus brazos, buscando el contacto más profundo.

      El Saiyan, por su parte, aprovechó esos momentos donde el más alto lo tomaba del cabello para flexionarle las piernas. Sin terminar de besarse, se introdujo en él, sintiendo que rápidamente el Son se separaba para soltar un sonoro gemido. Bajó a su cuello, volviendo a besar ahí en lo que continuó el movimiento de caderas, teniendo tan cerca de él, casi en su oído, los sonidos de placer que el otro soltaba.

      —Sai-Saiyan…—tomó con ambas manos el rostro del más bajo, mientras sus ojitos se entrecerraban. Su expresión era apreciada por Vegeta, quien notó cada detalle de ese chico: el brillo de sus ojos, aquel hilito de saliva en la comisura de sus labios, y esa respiración agitada donde salía un vaporcito cálido de su boca. Pero, sobre todo, esa manera en que el más alto se aferraba a él durante ese íntimo acto.

     —Mierda…—apretó su mandíbula, mientras aumentaba el ritmo de su movimiento, sin perderle la vista a ese muchacho, notando el claro aumento de sus gemidos a comparación de unos momentos atrás. Goku, por lo que mostraba, de verdad sentía mucho mejor cuando había un contacto frente a frente.

      —¡Ahhh! —aferró con fuerza al otro. Tal había sido su reacción que, como impulso instintivo para acallarse, mordió el hombro del más bajo.

      —Hey…—trató de moverse, pero aquel agarre era rígido, el Son estaba todavía temblando por los espasmos—. Shh… Shh…—hizo sonidos suaves mientras lo tomaba con un poco de fuerza de sus brazos para que lo soltara—. Está más sensible que nunca…—bajó a su cuello a besar lento, mientras salía de su interior—. Verlo así es…

     —Diablos—maldijo en un hilito de voz—. Estoy… cansado…

     —Te llevaré a la cama, después lavo las cobijas, sólo…

     —No, está bien aquí. A veces… a veces duermo en un futón en el suelo—cerró sus ojos, acurrucándose un poco.

     —Realmente está agotado, para cualquiera sería incómodo estar desnudo en una alfombra rígida…—miró su cama, donde estaba la colcha—. Pero si lo llevo arriba, se molestará. No le gusta que lo subestimen…—se acercó para bajar la cobija y cubrirse junto con el Son, abrazándolo y haciéndolo apoyarse contra él, para aminorarle un poco la incomodidad del piso. Inmediatamente, y demasiado adormilado, el más alto lo rodeó de la cintura con su brazo, para acomodarse más sobre él—. Descansa, Kakarotto…

 

***

 

—Mierda…—susurró, cerrando la puerta detrás de sí. Miró la sala vacía, donde había empaques de frituras y galletas, y una lata de soda—. Estúpido Raditz.

     Con pesadez se acercó a la mesita de la sala, para retirar los envoltorios vacíos y llevarlos al bote de basura de la cocina. Soltó aire, y se recargó en la barra cerca del fregadero, tratando de no enojarse nuevamente por la falta de orden del mayor.

     Recordó los momentos con el Saiyan minutos atrás, y sus mejillas no tardaron en encenderse. Aquel acto íntimo había sido, curiosamente, más intenso que otras ocasiones. Llegó a cruzar sus brazos en su pecho, como si quisiera cubrirse o protegerse, de la vergüenza que sentía de haberse mostrado en aquella posición ante el más bajo.

     —Aun así, no es como si él me viera raro… ¿Verdad? —se encogió de hombros, rascando un poco su brazo—. En ese momento me sentí como si…—mordió su labio inferior—. Pero no es como si Saiyan me viera de ese modo. No creo que…—alzó su mirada al oír que un auto se estacionaba en la cochera—. Tsk, no estoy de humor para verlo…

    Subió hasta su habitación para dejar su mochila, y fue al cuarto de lavado para poder limpiar su uniforme. En el cesto había un montón de ropa suya, la mayoría de la que usaba para entrenar. Aprovechó para lavar todo, gracias a que ésta era de poliéster podría estar seca para el día siguiente.

     Tan sólo terminó, fue a comer solo en la cocina, oyendo a lo lejos el sonido de la música que su hermano escuchaba a todo volumen en su alcoba. Soltó un suspiro al sentir que no había suficiente paz en su hogar y que no la habría posiblemente hasta que uno de sus padres llegara y lo obligara a apagar ese escándalo.

     —Supongo que estaría bien si le doy audífonos como regalo de Navidad. Los necesita si yo quiero paz—tras lavar su loza subió a su habitación. Sacó de su mochila aquella bolsita de chocolates que su novio le había comprado de camino hacia su hogar y se acomodó en su cama, para degustarlos mientras cerraba sus ojos, pensando en el más bajo—. Estos son mis favoritos.

     >>¿Por qué me siento tan raro? —cubrió su rostro con su antebrazo—. Hace rato andaba más sensible. Y ahora me siento todavía con la piel erizada—se incorporó y fue al baño—. Era esto, mañana empiezo…—soltó aire, dándose cuenta de que toda la reacción distinta en su cuerpo se debía al periodo que había olvidado—. Al menos no me pasó estando en el acto con él. No me imagino que de verdad haya visto.

      Se preparó para poder afrontar esa temporada. Regresó a su cama, tratando de reconciliar el sueño y recuperar el calor de su cuerpo, ese calor que el de cabellera en forma de flama lo hizo sentir esa tarde en esa siesta abrazados.

     —No creí que llegara un punto en el que me sintiera bien, que ahora no me importa tanto el hecho de que de nuevo vuelvo a esa tortura—se acurrucó más debajo de la cobija—. Mañana me despertaré temprano para poder hacer mi desayuno favorito, y llegar temprano… Buaaa—bostezó—. Debo liderar mañana, así que haré algo... Buaa… más tranquilo…

 

***

—¡Goku! —gritó Goten mientras seguía corriendo desde media cancha en dirección a la portería.

     El de cabellera alborotada, que estaba tratando de burlar a Ten Shin Han cerca de la esquina, dio una finta para irse por la izquierda y patear el balón hacia el área de la portería en un tiro alto. El Son menor llegó en el momento justo para dar un salto y, con un cabezazo, rematar y conseguir un gol.

     —Bien, Goten…—se acercó a chocar su puño, regresando hacia su lado de la cancha.

     —¡Llevamos ventaja! —se detuvo al oír su reloj de muñeca—. Rayos, tengo que irme.

     —Bien, demos por terminado el partido—el Son menor asintió, antes de correr hacia la orilla de la cancha para comenzar a reunir sus cosas—. ¡Atención! Vamos a empezar a guardar las cosas—pidió en voz alta.

     Todos comenzaron a juntar las casacas y los balones que habían utilizado en ese juego improvisado, donde el equipo se había dividido en dos. Terminaron de limpiar el desorden, dieron unas cuantas palabras de motivación, y el tumulto empezó a esparcirse.

     —Kakarotto, iré a llevarle efectivo a Tarble. Olvidó su cartera—mencionó, sacando su cartera de su mochila, para después llevársela a la espalda.

     —Claro… Espera—comenzó a rebuscar en la suya, sacando una barra energética—. Dale esto. Le ayudará a mantenerse a mitad del entrenamiento. Deséale suerte de mi parte—ensanchó su sonrisa, consiguiendo que sus ojos se cerraran. Esa sonrisa resplandeciente fue apreciada por el más bajo, quien incluso tuvo un sonroso en sus mejillas.

     —Yo le digo. Espérame, para irnos juntos—solicitó, antes de ir trotando por los pasillos.

     El Son aprovechó para ir por una leche chocolatada a la máquina expendedora, y caminó despacio hacia la salida, deteniéndose en una banca para esperar el regreso del otro chico. Bebió un poco de leche, y comenzó a columpiar un poco sus piernas a como pudo en ese lugar donde estaba esperando.

     —Últimamente estoy comiendo muchos chocolates—miró al cielo—. Durante mucho tiempo me negué a disfrutar de caramelos por miedo a afectar mi resistencia por picos de energía. Sin embargo, creo que debo dejar todos esos miedos atrás. Debo confiar en mí mismo, y no ir con miedo—volteó hacia el pasillo, notando que el más bajo iba hacia él con una sonrisa en sus labios.

     —Tarble te agradece el obsequio—comentó, mientras el Son se ponía de pie—. Estando en casa llamo al restaurante.

     —Está bien…—sintió un pequeño abrazo por un costado por parte del Saiyan—. ¿Mgh? —saliendo por el portón fue soltado. Vegeta se colgó mejor la maleta deportiva y sólo se enfocó a ver hacia el frente—. Qué raro…

     Dedicó el camino únicamente a disfrutar el viento fresco alborotando su cabello y que secaba el sudor de su frente. Además, de cierto modo, la pequeña nueva rutina le daba un poco de paz garantizada, ya que llegar a aquella casa vacía, donde todo estaba ordenado y había un silencio agradable, le generaba tranquilidad.

     —Pase usted—mencionó en un tono juguetón tras abrir la puerta.

     —Anda más payaso que de costumbre…—pensó, adentrándose y yendo directo a la habitación del más bajo—. Quisiera dormir un poco.

     Se sentó en el suelo, recargándose contra la base de la cama, y miró unos segundos el suelo. Cuando sus ojos enfocaron la alfombra, inmediatamente regresó a su mente lo hecho el día anterior y de toda su alta y baja de emociones. Además de ese pequeño pensamiento que seguía sin abandonar su mente.

    —Ya llamé. Dijeron que de 30 a 45 minutos. Es hora de mayor afluencia de gente—avisó, sentándose a su lado.

     —Sí, está bien…—sintió la cabeza del más bajo apoyándose en su hombro—. ¿Tienes sueño?

     —En realidad no—mencionó, volviendo a alzar su mirada. Cuando Goku giró su rostro para verlo, recibió un beso por parte del mayor.

     Fue un tacto suave, un movimiento lento y cariñoso, donde sus respiraciones se volvían una y en la habitación silenciosa les permitía oír cómo era el sonido de esos jadeos iniciales. Aquella lengua se abrió paso en la boca del Son, siendo correspondido al instante.

     Vegeta aprovechó ese momento para que, su mano, que había subido al rostro para acariciarle la mejilla, bajara por su hombro, sus bíceps y sus dorsales. Se detuvo en su cintura, donde hizo una pequeña presión, donde sus yemas acariciaban con apetencia. Se hizo un poco más hacia él, bajó su mano lo suficiente como para alzarle su playera un poco y poder acariciar su piel directa.

     —Espera—lo apartó empujándolo de los hombros y resbalándose en el suelo, haciéndose hacia atrás. Su ceño estaba fruncido, y con sus manos había bajado su playera nuevamente—. ¿Qué estás…? —empuñó sus manos, aferrando la tela de su prenda, manteniéndola baja y cubriéndose—. No… No me toques… No tienes… no tienes derecho a hacerlo…—mordió su labio inferior mientras se encogía un poco en su lugar. Incluso había cubierto su zona genital instintivamente—. Me iré a casa.

     —Espera, Kakarotto. Lo siento, no creí que…

     —No quiero quedarme…—le evitó la mirada, comenzando a levantar sus cosas—. Me quiero ir.

     —Oye, te pido disculpas. Es que como antes tú tomabas iniciativa, creí que…

     —¡No es igual! —lo miró a los ojos, confrontándolo. Pero inmediatamente apartó la vista—. Me voy ahora. Quiero espacio.

     —Kakarotto…

     Pero sin mirarlo de nuevo, apresuró su paso hacia la salida. Tan sólo llegó a la calle, cruzó sus brazos sobre su pecho, encogiéndose de hombros y bajando la mirada. Aquel signo de protección lo mantuvo en todo su camino hacia su hogar. Al llegar, agradeció enormemente el que estuviera vacía su casa para poder subir a su habitación y cerrar la puerta.

     Pero, contrario a otras ocasiones, no la azotó, sino que cerró despacio, casi ido. Finalmente, se recargó en ella, se deslizó hasta llegar al suelo y abrazó sus piernas, escondiéndose en sus rodillas.

     —No me siento bien…

Notas finales:

25/12/2023 (By Near)


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