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Un cuento de hadas por ami4alice

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Notas del capitulo:

Bueno, auí regrese con un nuevo fic... un fic que escribi entre anoche y hoy... la inspiración decidió al fin darme una visita, que mal que no es para terminar unos fic que tengo incompleto </3 

Como siempre KKM no me pertenece, si lo fuese le daría eterna luna de miel a Yuuri y Wolfram.

recomiendo escuchar estos soundtrack mientras leen </3 :

https://www.youtube.com/watch?v=o6BgI6IVnQU

https://www.youtube.com/watch?v=5KMzDVf2Bx4

https://www.youtube.com/watch?v=J2yzMhNkgsk

leer este en la parte donde todos lloran </3 :

https://www.youtube.com/watch?v=hNrXDrs352g

-Entonces, de esa manera el príncipe llego montado en su cabello viendo a la bella durmiente acostada con sus manos juntas y una hermosa flor entre ellas. Con seguridad se bajó del caballo y camino a donde se encontraba la mujer durmiendo, acerco con suavidad su mano a su rostro observando su gran belleza, entonces…

-¡Se acercó a besarla!

-Correcto. El príncipe se acercó a besar a la hermosa mujer durmiendo delante de él, y así logro hacer que despertara, con un dulce beso lleno de todo su amor. Así vivieron felices para siempre.

-¿De nuevo con esa historia? Esta es la tercera vez que la cuenta –un chico de cabello negro suspiraba mientras se cruzaba de brazos. Las otras dos personas le miraron riendo un corto tiempo.

-Pero a Yu-chan le gusta la historia… -se excusó Miko con una risa traviesa -. ¿Verdad que sí?

-¡Si! –Soltó con ánimo el más pequeño levantando su mano derecha  -. Yo quiero encontrarme en esa situación donde bese a una hermosa persona que ame con todo mi corazón –continuó después con una amplia sonrisa.

-¡Oh! ¿Entonces Yu-chan quiere ser el príncipe protector de alguien? –Pregunto la castaña con una mano en su mejilla.

-¡Sí! –Dijo con ánimo y emoción el moreno.

-Entonces Yu-chan debe esforzarse al máximo para ser el mejor príncipe… Después de todo si te esfuerzas todo es posible…

 

 

De pronto un moreno de unos quince años se encontraba mirando el techo de aquella gran cama en donde se encontraba acostado. Parpadeó un par de veces terminando de despertar de aquel sueño que hasta hace unos minutos había tenido. Aquel sueño recuerdo de su infancia; se quedó unos minutos mirando el techo preguntándose el porqué de ese sueño. Había cumplido su sueño de ser un príncipe, no, más que eso, ahora era el rey de toda una nación, pero esa no era la razón de aquel sueño.

Su vista dejo de estar en la tela que tenía el techo de la cama cuando sintió algo a su lado moverse. Giro un poco su rostro para encontrarse con la causa. Ahí estaba de nuevo, un chico de unos seis años, un hermoso chico de cabello tan amarillo como el oro, con una piel blanca como la porcelana, la primera vez que se encontraron el moreno pensó que era una muy buena muñeca, pero al ver como las lágrimas caían por aquellas mejillas rojas se dio cuenta que era una persona.

Aquel niño tenía una posición rara mientras parecía murmurar cosas que no eran entendibles para alguna persona. Se giró, quedando así de medio lado mirando con mejor detalle a aquel niño, si no fuera por la mala posición que se encontraba seguro sería una excelente escena para pintar o así fue el pensamiento que cruzo su mente. Estiro su mano para llevarla hasta el rostro ajeno, cada vez que se levantaba y tenía el placer de ver aquel hermoso rostro dormir no podía resistir la tentación de tocarlo, como si sintiera que en cualquier momento desaparecería.

Cada que su mano llegaba a la mejilla ajena podía escuchar un bufido antes de escuchar su suave risa que se perdía rápidamente en la gran habitación, luego podía observar una pequeña sonrisa que duraba mientras más su mano acariciaba. Todo aquel fascinante espectáculo acababa cuando sonaba la puerta de su habitación, haciéndolo exaltar como si estuvieran a punto de atraparlo haciendo algo malo. Se levantaba de la cama quedando sentado para poder observar a su padrino entrar.

-Buenos días Heika –el típico saludo del castaño.

-Buenos días Conrad –soltó para girarse de regreso a la cama, descubriendo, como todas las mañanas, que aquel hermoso niño durmiendo a su lado ya no se encontraba. El suspiro típico de todas las mañanas.

-¿Se encuentra bien Heika? –La típica pregunta de las mañanas.

-Ya hemos hablado Conrad, es Yuuri, ¡Yuuri! –La acostumbrada pelea del moreno con el castaño.

-Sí, sí Yuuri –contesto el castaño con una sonrisa -. ¿Cómo siempre vamos a entrenar?

-¡Por supuesto! –soltó mientras se levantaba de la cama. Antes de terminar de separarse de ella se giró de nuevo para volver a ver lo vacía que se encontraba.

-Entonces lo espero afuera –contesto el castaño antes de caminar a la entrada y salir por ella dejando al moreno completamente solo.

Yuuri Shibuya, actual soberado de Shin Makoku presenciaba un gran problema que no podía decirle a nadie, no, no es que no pudiera decirle a alguien, era simplemente que era imposible, ya lo había comprobado con anterioridad. Con un suspiro se levantó de la cama para ir al baño, al abrir la puerta se pudo encontrar al niño rubio sentado en el piso del baño abrazando sus propias piernas.

-¿Por qué estás aquí? –Pregunto el moreno en un nuevo suspiro –. Siempre que viene alguien terminas escondiéndote.

-No me gustan esas personas –la misma respuesta de todas las veces.

Yuuri había perdido la cuenta de cuantas veces tenía la misma respuesta, aquel niño solo se mostraba delante de él, y solo si se encontraba completamente solo. Aun podía recordar la primera vez que lo vio, había sido el día que por primera vez piso esa tierra extraña.

No había podido conciliar el sueño en aquella gran cama, todo era demasiado para un chico de tan solo quince años. Que de pronto te encontraras en un mundo desconocido y te proclamaran rey de este, era demasiado para su joven mente. Sin más decidió levantarse de la cama y con cautela salió de la habitación, camino por los amplios pasillos pudiendo observar el cielo estrellado, por lo menos seguía siendo el mismo que recordaba. A su espalda vio una pequeña luz a lo que creyó se había encontrado con alguien, pero no fue así, al girarse lo único que vio fue el oscuro pasillo.

Aquella pequeña luz pareció llamar a otras así que pronto pudo observar como una gran cantidad de luces comenzaban a ascender al cielo, era un escenario curioso. La curiosidad término ganando esa batalla así que decidió caminar a donde veía más luces ascender, camino un largo rato antes de poder llegar al jardín. Observo un momento como aquellas pequeñas luces provocaban que las flores aumentaran su belleza. Llevo su vista al frente pudiendo ver una pequeña espalda contraída, iba a acercarse con cautela pero se vio interrumpido cuando choco con materiales de jardinería que cayeron con fuerza al suelo produciendo un ruido lo suficiente alto para que llegara a los oídos de la otra persona.

Lo primero que cruzo la mente del moreno fue en las gemas, pues aquellos ojos que le miraron brillaban a tan gran escala que le pareció que eran gemas. Se quedó observando a aquella persona quien también dejo su mirada fija en su persona, fue un corto tiempo que le pareció eterno. Por estar observándolo detalladamente en silencio se pudo dar cuenta que las luces que había apreciado antes se originaban en aquel chico, las lágrimas que corrían por su mejillas al dejarlas se transformaban en pequeñas luces que subían al cielo.

Abrió su boca dispuesto a decir algo, pero observo como frunció el ceño sin dejar de derramar lentamente cada una de las lágrimas que se transformaban en luz. Cerró la boca pasando saliva por su garganta, de pronto se encontró completamente nervioso sin saber que decir, aquella mirada era demasiada intensa para el moreno. Miró en otras direcciones huyendo de aquella intensa mirada que no le dejaba y le hacía sentir incómodo, entonces se encontró recordando las palabras de su madre. Estiro sus manos al frente agachándose para quedar más bajo y con la seguridad que recolecto en ese momento se atrevió a decir:

-No llores ahí solo, si quieres llorar entonces hazlo en mis brazos. Yo te dejaré llorar todo lo que quieras mientras te abrazo –palabras que siempre le dedico su madre cuando era pequeño.

El contrario abrió sus ojos con sorpresa dejando de derramar lágrimas por un corto tiempo. El moreno pensó que iba a ser rechazado, pero antes de poder terminar de pensarlo observo como aquella persona se levantaba y corría con un toque de desesperación hacía su persona. Fue gracias a eso que se dio cuenta que era un niño, un niño rubio que no dudo en abrazar cuando este se abalanzó a sus brazos. Entonces lo logró escuchar con claridad, los sollozos de aquel pequeño niño rubio.

Sin ninguna duda llevo una de sus mano a aquel brillante cabello comenzando a acariciarlo con suavidad, no entendía como había terminado en esa situación, pero no le parecía para nada desagradable, por el contrario, si fuese por él podría estar así un largo rato. El niño rubio balbuceo un par de cosas que no comprendió mientras lloraba con fuerza, lo único que logró entender fue que estaba triste porque su madre lo había rechazado.

-Todo está bien, puedes venir a mi todo lo que quieras para llorar, yo siempre te daré consuelo.

Palabras que dijo de todo corazón en ese momento. A los minutos pudo sentir como unas pequeñas manos apretaban su pijama.

-¡Sí! –Dijo entre sollozos el pequeño.

 

Lo próximo que sucedió fue que despertó en su habitación. Luego de eso se encontró varias veces con aquel niño rubio, en una de las tantas le había preguntado su nombre, pero este contesto que lo había olvidado. Le pareció un poco triste, pero no insistió en que lo recordara pues parecía que le ponía triste cada que lo intentaba. Yuuri pudo encontrarse con aquel pequeño niño varias veces, y gracias a eso se pudo dar cuenta de un hecho, nadie más en el castillo que él podía verlo. Lo certifico una vez que se encontraron en el despacho.

 

Gwendal lo estaba haciendo trabajar como loco por el hecho de haberse ido sin más a resolver un problema con los humanos. Ahora estaba pagando por esa decisión. Aunque había sido su decisión, no pudo observar a aquel pequeño niño rubio en el tiempo que se fue, ahí se dio cuenta que solo en el castillo de Shin Makoku podía encontrarse con él. En ese instante se encontraba completamente solo en el despacho firmando una gran suma de papeles, entonces escucho la puerta abrirse y creyó que era Gwendal para darle más papeles, pero se encontró con la sorpresa que no era así.

-Tú eres el niño de la otra vez –ante aquellas palabras tuvo una asentida de cabeza. Luego de eso pudo ver como aquel niño entraba cerrando la puerta tras de sí.

-¿Qué estás haciendo? –Pregunto el niño cuando se encontró cerca del escritorio.

-Estoy trabajando, Gwendal me ha dejado todo eso para que lo revise y firme, ¿No sabe lo aburrido que es este trabajo? –Se quejó afincando su codo en el escritorio. Como respuesta tuvo una pequeña risa de parte del otro.

-Tienes que hacer tu trabajo sino serás regañado –Pudo escuchar decirle el contrario.

-Ahora recibo la reprimenda de un niño, ¿Qué clase de rey soy? –Dijo a manera de broma.

-Debes hacer tu trabajo de esa forma serás un rey excelente –dijo con orgullo el pequeño rubio colocando sus manos en su cintura.

-Sí, sí, trabajare como se debe, pero ¿A qué debo esta visita? –Pregunto con una sonrisa.

-¡Ah! –Soltó mostrando un poco de vergüenza –. Había venido a jugar, pero si tienes trabajo entonces vendré en otro momento –dio como respuesta dispuesto a marcharse.

-Espera… -el pequeño se detuvo llevando su vista al moreno –. Ya he trabajado mucho, no estará mal tomar un pequeño descanso, así que… ¿A qué vamos a jugar?

Como respuesta tuvo una amplia sonrisa. Yuuri siempre hacía ese tipo de acciones si se trataba de aquel niño. No importaba que tan ocupado estuviera, siempre daba excusas tontas para darse un tiempo y jugar con ese niño, a aquel chico parecía siempre alegrarle cada vez que el moreno detenía su acción para prestarle atención. El pequeño regreso para sin más abrirse paso en la sillas del moreno, entonces se sentó en sus piernas quedando así de frente al escritorio. Saco una caja que parecía tener algo parecido a los colores o así lo pensó el moreno, después saco el papel y lo coloco en el escritorio.

-¡Vamos a dibujar! –Soltó con alegría mientras le daba una hoja blanca al moreno.

-¿Eh? Pero yo no soy bueno… -aun a pesar de quejarse tomo el color que le habían ofrecido y se había puesto a pintar junto al pequeño niño que agitaba sus pies mientras coloreaba -. ¿Qué estas dibujando?

-¡No mires! –Soltó el rubio tapando con sus brazos el dibujo –. Es una sorpresa.

-¿Sorpresa? ¿Para quién? ¡¿Acaso me estas engañando con otro?! –Soltó con falso dramatismo.

-¡No es así! –Grito el rubio. Duró unos minutos en donde Yuuri pudo observar su duda de si mostrarle el dibujo o no –. Está bien…

-A ver, a ver… -evidentemente el moreno no entendió aquel dibujo.

-Jooo… -se quejó el rubio inflando sus mejillas, se había dado cuenta que el mayor no le veía forma -, ¡Evidentemente eres tú! Mira, esta es la capa que tienes, esta es la corona que llevas en tu cabeza, tu raro traje negro que siempre llevas y una amplia sonrisa, esto son todo los aldeanos que te aman –comenzó a explicar con una sonrisa.

-¡Ya veo! –Soltó tomando el dibujo y elevándolo un poco –. Entonces me has dibujado a mí.

-¿Te gusta? –Pregunto con inseguridad el menor.

-¡Por supuesto que me encanta! ¿Me lo regalas? –Comento con evidente emoción. El rubio se llenó de alegría asintiendo con la cabeza.

-¡Sí!

-Entonces ponle tu firma. Toda obra de arte tiene que llevar una firma… -detuvo su frase cuando pudo observar como el otro bajaba la mirada, no recordaba su nombre así que no podría firmar. El moreno miro a otros lados buscando como remediar su metida de pata -. ¡Ya se!

-¿Eh? –El moreno sin más tomo el pequeño envase de tinta donde estaba la pluma con la que firmaba.

-Puedes llenarte un poco el dedo de tinta y ponerlo en la orilla de dibujo, así tendrá tu sello, después de todo las huellas son únicas. ¿Qué te parece?

-¡Sí! –Soltó con ánimo el rubio aceptando la idea del otro.

-Bien, entonces hagámoslo.

Sin más el moreno tomo la mano del pequeño introduciendo un dedo en el envase de tinta lo suficiente para mojarlo un poco entonces, sin hacerse esperar coloco su pequeña huella en el borde de la hoja, soltando un par de risas por lo que habían hecho. Su diversión hubiese continuado si no fuera por el hecho de oír abrirse la puerta del despacho.

-Heika, le he traído un aperitivo –la voz amorosa de Gunter se escuchó de inmediato.

-Espero que este haciendo su trabajo –y le continuaba la voz de Gwendal.

-Ah, sí, solo estaba tomando un pequeño receso –soltó mientras se rascaba la nuca.

Los dos hombres sin duda se acercaron al escritorio dándose cuenta de todo lo nuevo que había en este. Hojas blancas y otras rayas, al parecer el soberano se había puesto a pintar en su receso. Gunter tomo el papel que antes había sido firmado observándolo un momento.

-¡Heika! ¡Qué hermoso le ha quedado! De verdad que tiene dones para el arte, le ha quedado precioso.

-¿Eh?

-Debo admitir que es realmente un buen artista –escucho a Gwendal también decir.

-¿Eh? ¿De qué están hablando? No lo he hecho yo, lo ha hecho el niño que está conmigo.

El moreno observaba turnadamente a los dos hombres mayores. No podía aceptar lo que acaban de decir, evidentemente el dibujo no lo había hecho él, podía certificarlo, después de todo aún se encontraba en sus piernas, aunque estaba ahí el niño con el que estaba jugando. Los dos hombres se miraron un instante antes de contestar:

-Heika… -soltó Gunter con duda.

-En este despacho solo se encuentra usted solo –sentenció Gwendal sin duda.

Iba a decir más, iba a insistir más sobre el asunto, pero cuando sintió su ropa ser apretada por aquella pequeña mano, atraganto todo en su garganta.

-Está bien –le escucho decir a aquel niño -, está bien, ellos nunca se han dado cuenta de mi existencia…

Escuchar aquellas palabras mientras su mano temblaba levemente le destrozo por completo el corazón. En ese momento Yuuri Shibuya se dio cuenta de ese hecho, nadie más que él podía ver a aquel niño, solo él podía verlo, solo él podía interactuar con el otro. No se lo pudo creer por lo próximos días luego de eso, después de todo el moreno podía tocarlo y sentir perfectamente su calor, ¿Por qué nadie más que él podía verlo? No lo sabía y no logró saberlo sino tiempo después.

Ahora se encontraba completamente desnudo dentro del agua de aquel gran baño. Su vista se centraba en el rubio que nadaba de manera divertida por todo el baño, no era de menos, era un baño bastante amplio. Después de aquella vez que se dio cuenta que era el único que podía verlo decidió que no lo iba a ignorar en ningún momento. Todas las veces que el rubio se presentó ante él para jugar, se daba el tiempo para hacerlo, no sabía porque lo hacía, pero sintió que ese era su deber.

-¡Yuuri! –tener el rostro del rubio tan cerca lo sorprendió tanto que hizo agitar su corazón.

-¡Sí! –Dijo como reflejo con sus mejillas levemente rojas.

-Te he estado llamando desde hace rato –comento inflando sus mejillas -, llevo rato llamándote y no me contestas.

-Ah, sí, lo siento, ¿Qué sucede? –Pregunto con una risa nerviosa.

-Hace poco estabas hablando con esas personas… -comenzó quedándose callado de pronto.

-¿Hablando? Bueno, hablo con ello de muchas cosas –dijo sin entender el comportamiento del menor.

-No es eso… -soltó con duda mirando a otro lado –. Estaban hablando sobre compromiso, Yuuri ¿Te vas a casa pronto? –La pregunta evidentemente le tomo desprevenido.

-¿Eh? Así que escuchaste eso… -comento desviando la mirada mientras se rascaba la nuca –. Ellos han mencionado sobre que tengo que conseguir un consorte pronto, eso aumentaría mi imagen o algo así.

-¿Entonces te casaras? –pregunto sin dejar de verle fijamente.

-Lo más posible… -dijo restándole importancia al asunto.

Esa fue la razón por la cual no entendió el porqué de que el rubio saliera de golpe del baño. Le siguió con la mirada hasta que vio cerrar la puerta del baño con fuerza, no entendió porque había tenido esa clase de comportamiento, era solo un compromiso. Suspiro levemente antes de terminar de bañarse y así salir del baño. Al encontrarse de nuevo en la habitación busco con la mirada al menor, pero no lo encontró por ningún lado, entonces suspiro levemente antes de caminar al escaparate de su habitación y abrirlo lentamente encontrándose a un rubio en una esquina.

-Siempre que estas molesto vienes aquí, ¿Qué sucede? –pregunto con tranquilidad mientras se giraba y se recostaba del borde del escaparate.

-Yuuri…Tú te vas a casar… ¿no?

-Bueno eso es algo que decidieron Gwendal y los demás, no es que particularmente quiera hacerlo, además no creo que tenga edad para hacerlo, ¡Soy todavía muy joven!

-¿No quieres casarte?

Con aquella pregunta el moreno se giró para mirar al menor, viendo como este le miraba fijamente, centrando sus ojos verdes en su persona. Le observo unos minutos antes de sonreír y decidirse a contestar.

-¿No quieres que me case? –En respuesta dio una pregunta.

Pareció que aquella pregunta no se la espero pues se quedó unos minutos en silencio, silencio que el moreno aprovecho para observarlo detalladamente. Como todas las otras veces el moreno quería escuchar la opinión del rubio, Yuuri no tomaba ninguna decisión sin antes preguntarle al menor, había sido una costumbre que adopto sin darse cuenta.

-Pero… -comenzó a decir el menor -. Pero… Si Yuuri se casa no tendrá más tiempo para mí. Eventualmente irás dejándome de lado y no quiero eso…

-¿No quieres que pase eso? –Como respuesta tuvo una agitada de cabeza.

-Yuuri es el único con el que puedo hablar, si no puedo hablar contigo más, se sentiría muy triste…

-Eso es un problema, no creo que ellos se rindan ante lo del compromiso… -comento llevando una mano a su mentón pensativo -. A menos…

-¿A menos qué? –Pregunto mirándolo fijamente con intriga y nerviosismo.

-A menos que me comprometa con alguien más… -dijo con una pequeña sonrisa observando al rubio.

-¿Con otra persona? –Soltó pensativo el rubio -. ¡Entonces yo lo haré! ¡Yo me casaré con Yuuri!

-¿Estás seguro?

-¡Sí! ¡Yo me casaré con Yuuri cuando tenga la edad de casarme! –comento con completa seguridad el rubio.

-¿Entonces es una promesa? –Dijo con una sonrisa llevando su dedo pequeño en dirección al rubio. Este sin ninguna duda hizo lo mismo y unieron sus dedos como símbolo de la promesa.

El moreno tomo la pequeña mano del rubio luego de que sus meñiques se separaran y sin esperar una reacción beso la palma de la mano ajena. No sabía muy bien el porqué de haber realizado tal acción, pero el moreno sintió que estaba bien de esa forma, no le molestaba tener ese tipo de promesas con aquel niño.

-Es una promesa, cuando llegue el momento… casemosno. –dijo mientras sostenía aquella pequeña mano.

No lo diría. Yuuri no lo diría ni admitiría el resto de su vida, no lo haría, no diría que había movido esa conversación para que solo tuviera un final, no admitiría nunca que había manejado al menor para que terminara diciendo aquello, no lo haría porque estaría atacando su orgullo.

Esa fue la antepenúltima promesa que hizo con aquel niño, después de todo luego de eso las cosas se le complicaron al moreno. De pronto se había enterado de que algo le había pasado a su madre lo cual provoco que tuviera que regresar a su mundo. No quería dejar al rubio solo en el castillo, pero le preocupaba grandemente su madre. El día de su partida fue hasta los jardines donde por primera vez se encontró con el menor y como la primera vez estaba ahí sentado mirando a la nada, Yuuri se sintió desbastado por lo que tendría que decirle.

Ya era tan normal que pasaran tiempo junto que el rubio no le costó darse cuenta de la presencia del otro. Se giró mirándolo unos minutos, era raro que el moreno fuera a él, normalmente era él quien iba al moreno todo el tiempo. Sin decir nada se levantó del suelo sacudiendo un poco su ropa para quitar el polvo y camino lentamente hacía el moreno quien estaba parado decidiendo que era lo que iba a hacer.

-Yo… -comenzó con duda –. Yo…me tendré que ir por un tiempo…

-¿Iras a resolver los problemas con los humanos? Está bien, regresa pronto.

-No, no es a ese lugar donde voy…

-¿Entonces a dónde? –Pregunto con duda.

-Iré a mi mundo… y no sé cuando regrese, por eso… -no sabía cómo abordar el tema.

-¿Te irás? –El oír aquella pregunta le hizo apretar los puños.

-Tengo que hacerlo…

-¿No regresaras más? –El moreno sentía que con cada pregunta estaba lastimando al menor.

-¡No! ¡Por supuesto que regresaré! –Comento mientras se agachaba para quedar al mismo nivel que el otro.

-¿De verdad?

-¡Sí! ¡Regresaré! Intentaré resolver todo rápidamente para regresar. ¡Te lo prometo! –comento mientras unía sus meñiques -. Regresaré por ti.

-¿De verdad?

-¡Sí! Yo jamás he roto una promesa, ¿Cierto?

-¿No me dejaras de lado? ¿No me abandonaras en este lugar? –Y aunque el moreno vio la expresión que denotaba que iba a llorar no vio al rubio derramar una lágrima.

 -No…No lo haré, yo nunca te abandonaré, es una promesa.

-¡Sí! –Y agitaron sus meñiques que aún seguían unidos.

Después de aquellas palabras se pudo escuchar como llamaron al moreno así que sin hacerse esperar se despidieron terminando así con el rubio completamente solo. Este miró un instante su mano con la cual había tenido esa promesa con el moreno en completo silencio, no era mentira que el mayor siempre cumplía con sus promesas, todas las que había hecho antes las cumplió sin retraso, pero por alguna razón sintió que esa última promesa no se iba a dar.

-Por favor no te olvides de mí. Por favor Yuuri no me dejes de lado. No me olvides… no lo hagas como lo hicieron todos en el castillo…y como yo mismo lo estoy haciendo… Por favor.

Palabras que fueron murmuradas al aire y que nadie escucho, palabras que tenían un gran peso y significado que ya nadie recordaba. Una historia que ya nadie contaba, porque todos habían decidido olvidarla.

 

 

El moreno regreso a su mundo como se había planeado, después de todo Murata le había dicho que su madre había tenido un gran accidente. Para su suerte eso había sido una gran mentira, su madre solo se había tropezado y golpeado la mano teniendo que andar con un yeso, no era la gran cosa. Evidentemente se enojó con su amigo por tal mentira, pero eso le alivió un poco. Aun a pesar de que quería regresar lo más rápido posible por la diferencia de tiempo en su mundo y Shin Makoku no pudo hacerlo.

Ese era su cuarto día en su mundo y ahí estaba tirado en el sofá sin mucho que hacer. Eran vacaciones, así que no tenía que ir a clase, esa había sido una de las razones por la cual no había tenido problema en quedarse más tiempo en Shin Makoku. A pesar de indicarle a todos que debía regresar su madre monto todo un espectáculo exigiendo a su hijo que se quedara, no era de menos si tenía tiempo que no pasaba en su propia casa, los motivos de ese hecho solo los conocía el moreno.

-No puedo creer que me prohíban ir a Shin Makoku… -se quejaba el moreno en un largo suspiro.

-Vamos, vamos Shibuya, un rato en casa no es malo para nadie –comento Murata con una risa.

-No hables que sigo molesto contigo por confabular con mi madre.

-Vamos Yu-chan, mamá se sentía sola, quería verte, últimamente Yu-chan está muy alejado de mamá –se quejaba la mujer con dramatismo.

-En serio ustedes dos…

-Oh no, tal vez Yu-chan tiene a alguien especial. –soltó con exageración Murata.

-¿¡Eh!? –Contestaron al unísono madre e hijo.

-¿De qué estás hablando? –Dijo con un evidente sonrojo el moreno.

-¡No puede ser! ¡Yu-chan ya tiene a alguien especial! –dijo evidentemente emocionada la mujer.

-¡No es así! –quiso defenderse Yuuri.

-¿De qué hablas Shibuya? Es evidente que tienes a alguien, no quieras mentirnos a nosotros… vamos, vamos, dinos quién es.

-Ya dije…que no es de esa manera –comento con evidente vergüenza desviando la mirada.

-¡Yu-chan! –Soltó en un grito la mujer. Sin decir más nada se levantó del sofá donde estaba sentada y se marchó dejando a los dos hombres solos.

-Entonces… ¿Quién es la afortunada Shibuya? –pregunto con picardía el gran sabio.

-Bueno…No estoy completamente seguro, pero, si tengo que pensar en alguien… creo que sería lo que te mencione antes…

-¿Mencionaste antes? –Soltó el gran sabio pensativo -¿Del chico que solo tú puedes ver?

-Por eso dije que no es de esa forma… ni yo mismo sé que está pasando… ¿Raro, no?

-No, no, en realidad tengo curiosidad sobre el asunto.

-¿De verdad? –Pregunto incrédulo.

-¡Que cruel! Es la verdad… tengo una gran curiosidad sobre el asunto.

-¡Yu-chan! –la voz de su madre interrumpió su conversación.

-¿Qué sucede?

-Yu-chan. ¿La persona que tienes ahora es la bella durmiente de Yu-chan? –Pregunto con una risa traviesa mostrando un pequeño libro de cuentos.

-Eso… -soltó con sorpresa el moreno tomando el libro entre sus manos, le traía tantos recuerdos de su infancia.

-Si es así. Si esa persona que Yu-chan tiene en su cabeza es la bella durmiente que tiene que salvar, entonces… -y se colocó frente al moreno estirando su mano buena en dirección del otro.

-¿Eh? –cuando el moreno estiro su mano en esta cayó una pequeña caja, este la abrió encontrándose con una pequeña sortija.

-Si es así, entonces le debes dar a tu bella durmiente un símbolo de tu amor –canturreo con alegría la castaña.

-Un símbolo de mi amor… -susurro el moreno sin dejar de ver la sortija -. ¡Sí! Eso haré.

Cerró la pequeña caja para sin ninguna duda guardarla. Se la daría, le daría la sortija a aquel niño con el que había estado interactuando ya un largo tiempo. No era de menos si se habían comprometidos, esa había sido una de sus promesas, si lograba hacerlo entonces lo haría. Se casaría con aquel niño que había robado su corazón y el cual desconocía su nombre.

-¡Por favor déjame hacerlo de una vez! –pidió luego de haberse levantado del sofá frente a su madre.

-Si es una petición tan entusiasta de Yu-chan, ¿Cómo puedo negarme? –Dijo en un suspiro la castaña.

Esas palabras fueron suficientes para que así el moreno pudiera regresar a Shin Makoku. Si más salió corriendo al baño para llegar lo más rápido a la bañera y así comenzar a llenarla. Cuando estuvo todo listo no dudo en entrar en esta listo para ir al otro mundo donde era soberano, pero, no importo cuantas veces lo intento, ninguna de la veces logro su objetivo.

Estaba ahí, con su ropa completamente empapada de agua mirando como cubría gran parte de su cuerpo. Nada, no lo estaba logrando, no importa cuántas veces intento pensar en ir a Shin Makoku, no sucedía nada. En ese preciso momento Yuuri Shibuya se dio cuenta que no podía ir a Shin Makoku y desconocía por completo la razón. Murata quien había escuchado desde abajo los chasquidos del otro término subiendo viendo a un frustrado Yuuri en la bañera.

-¿Shibuya?

-Murata… No puedo ir a Shin Makoku –le dijo con un toque de desesperación.

-¿Eh? ¿De qué estás hablando?

Lo intentaron varias veces lo siguientes días, pero era el mismo resultado. Lo curioso del asunto era que Murata si podía ir con tranquilidad a Shin Makoku, pero no importaba que hiciera, Yuuri no podía hacerlo. Mientras más pasaban los días más Yuuri entraba en desesperación, no podía ir a Shin Makoku y mientras más tiempo duraba en su mundo, más tiempo pasaba en el otro.

Yuuri era consciente de que tenía que regresar lo más pronto posible, había hecho una promesa de que lo haría, tenía que volver y darle el regalo que tenía para aquel niño, pero ese deseo estaba cada vez más lejos. No solo estaba el asunto de no poder ir a Shin Makoku, sino que también estaba el hecho de que estaba comenzando a olvidar a aquel niño, cada día se levantaba recordando todo lo que habían hecho juntos, pero mientras más día pasaban más cosas iba olvidando. ¿Qué estaba pasando?

-Shibuya, ¿De nuevo intentándolo? Ya le he dicho a Ulrike y lo demás sobre la situación, están buscando la razón de esta situación, solo tienes que esperar…

-¡¡NO PUEDO!! –Grito el moreno en su frustración –No puedo Murata… no puedo, tengo que regresar pronto…yo lo prometí… se lo prometí…

-Shibuya…

-Murata… No sé qué hacer…cada vez… cada vez recuerdo menos…por eso… tengo que regresar…tengo que hacerlo rápido…

-Shibuya… -soltó el gran sabio mirando la manera desesperada en que Yuuri intentaba todos los días ir a Shin Makoku.

-Se lo prometí… Le dije que regresaría por él, le dije que no lo abandonaría… Murata, se lo prometí, tengo que cumplí mis promesas… tengo que hacerlo…

-Shibuya…Debes de descansar, todos están preocupado por ti, por eso…

-¡NO PUEDO! No puedo… si lo hago, si me rindo…lo estaré abandonando… no lo haré… yo…

Cuando Yuuri pudo observar la mirada que le dedico su amigo se dio cuenta que no iba a entender, no iba a entender su desesperación y preocupación. Era inútil seguir con todo eso así que solo dirigió su vista al agua que lo cubría, ¿Qué número de intento era ese? Ya había perdido la cuenta. Lo había hecho tantas veces que no recordaba cuantas veces llevaba. Río internamente ante su situación, ¿Quién hubiese pensado que terminaría de esa forma? Era un soberado de un país y no podía ni siquiera ir a él.

“Por favor, por favor, déjame verlo una vez más. Perdóname si he hecho algo malo, pero de verdad quiero verlo…Yo quiero verlo de nuevo.”

Esos eran los profundos y sinceros pensamientos del moreno. Quería volver a verlo, quería volver a ver a aquel niño rubio que sin darse cuenta le había robado el corazón. Se sentía un poco estúpido por el hecho de que un niño hubiese logrado hacer que se enamorara, durante sus quince años de vida era la primera vez que estaba enamorado de alguien, y no solo era un niño, era alguien que solo él podía ver.

¿Son sinceros tus sentimientos?

De pronto escucho una voz resonar en su cabeza.

“Sí.”

Contesto sin ninguna duda cerrando sus ojos.

¿Le quieres? ¿Solo a él? ¿Únicamente a él?

“Sí. Él es el único para mí, no, él es el único que quiero para mí.”

Volvió a contestar como si estuviera conversando con alguien en su mente.

Entonces te daré una oportunidad. Sálvalo de su tristeza y soledad.

De pronto el moreno sintió su cuerpo pesado, escucho la voz de Murata a la lejanía, pero se sentía tan cansado que ni siquiera le prestó atención. Estaba somnoliento en ese momento, lo siguiente que sintió fue como el agua cubría su cara por completo. Tal vez estaba cayendo en un sueño profundo y largo.

 

 

 

 

 

-¡Heika! –La voz femenina le hizo abrir los ojos de golpe.

Cuando Yuuri llevo su vista por el lugar pudo reconocer que era el santuario, sobre todo porque quien le había llamado era Ulrike. Sin siquiera saludar o decir algo el moreno se levantó saliendo de la fuente donde se encontraba y con las ropas todas mojadas salió corriendo al castillo. Cuando llegó no tenía aliento, pero aun a pesar de que los demás lo intentaran detener para que descansara este se negó. Tenía que encontrarse con aquel niño a toda costa. Lo había prometido, le había prometido que regresaría por él.

Para su mala suerte no lo encontró. Por todos lados, por todos los rincones, por todos los sitios que había estado con él en ese tiempo que estuvieron juntos, pero no dio con su paradero. No importo cuando tiempo busco no lo encontró por ninguna parte. Había logrado regresar y ahora sucedía algo como eso. Cuando se detuvo en su búsqueda era la madrugada del siguiente día, no había comido ni descansado así que su cuerpo paso factura, desmayándose en pleno pasillo.

Cuando abrió los ojos y vio el techo de la cama se giró a un lado esperanzado en encontrarse con el niño, pero no lo hizo, a su lado estaba completamente vació. Una gran tristeza le invadió de golpe y más aún cuando en su cabeza se formuló la pregunta que más dolor le dio. En ese momento por su mente cruzo la pregunta: ¿Qué era lo que estaba buscando? Lo había olvidado y eso causo que comenzara a llorar en su cama. No sabía porque lloraba, pero no podía evitarlo, sentía una gran tristeza.

Los próximos días luego de eso se incorporó en su trabajo como era debido, aunque a pesar de que realizaba perfectamente su papel de rey, todos en el castillo podían sentir como el soberano desprendía una cierta tristeza y más lo confirmaban cuando en sus ratos libres lo veían caminando por el castillo buscando algo que ni él mismo sabía. Todos sentían un gran pesar por el soberano que parecía hundido en una gran tristeza por lo que estaba pasando, estaba buscando algo con desesperación, pero desconocía que era lo que estaba buscando.

-Heika, ¿De verdad se encuentra bien? –Pregunto Gunter un día que se encontraban en el despacho.

-¿De qué estás hablando? ¿Acaso he cometido algún error? –Preguntaba evitando el tema.

-No, en realidad está superando mis expectativas –soltó Gwendal.

-Bueno, alguien una vez me dijo que debía hacer correctamente mi trabajo…

-¿Heika? –Ahora era Conrad quien preguntaba con preocupación, la cual aumento cuando el moreno comenzó a dejar caer una tras otras sus lágrimas.

-¿Eh? ¿Quién? ¿Quién fue el que me dijo esas palabras? –Soltó de pronto dejando la pluma y pasando su mano por el rostro para detener sus lágrimas –Eh… lo siento, ya las detengo… yo… las parare de inmediato… lo haré….

Palabras dichas pero que todos sabían no se iban a cumplir. No era extraño, desde un tiempo el moreno cada cierto tiempo con ciertas situaciones reaccionaba de la misma manera, como si la situación le llevara a recordar algo, pero al mismo tiempo no lo hiciera. Una extraña situación que no sabían llevar.

-Heika, será mejor que vaya a descansar… -dijo Conrad en consuelo.

-Ah… sí, supongo que sí –comento el moreno sin interés levantándose de su silla y saliendo del despacho.

-Heiikaaaa…. –soltó Gunter en sollozos.

-¿Qué le estará sucediendo? Desde que regreso de su mundo tiene ese comportamiento… -dijo Gwendal en un suspiro.

-Yo tampoco lo sé, he intentado preguntarle a Heika, pero parece que él se encuentra en una peor situación que nosotros… -comento en un suspiro Conrad.

El sonido de la puerta interrumpió su conversación. Sin esperar indicaron que podían entrar, era Dorcas con una carta para los hermanos. Una carta de parte de Waltorana dando unas indicaciones que preocuparon a los dos hombres, con aquella carta era evidente que tenían que ir rápidamente a las tierras Bielefeld. Sin ninguna duda tomaron aquella decisión, estaba preocupado por el moreno, pero la información que les había aportado aquella carta también era igual de importante.

A la mañana siguiente, cuando el moreno estaba realizando su rutina de caminar por los pasillos buscando algo que desconocía se encontró a los dos hombres y a Cherry en la entrada con una carroza preparada y maletas. Era extraño que las tres personas estuvieran juntas, no solo eso, parecía que iban de viaje juntos, cosa aún más extraña. Sin ninguna duda se acercó a ellos para poder averiguar a qué se debía todo aquello.

-¿Acaso piensan ir a alguna parte? –Pregunto el moreno cuando estuvo cerca.

-¡Heika! –Soltó Cherry con un poco menos de alegría de la habitual.

-Heika, tenemos un asunto importante en las tierras Bielefeld –le explico Conrad de inmediato.

-¿Tierras Bielefeld? –Pregunto incrédulo.

-Cierto, usted no ha ido a ese lugar… -agrego Gwendal en un suspiro.

-¿Para qué van todos para allá? –pregunto con curiosidad.

-Un asunto importante con mi tercer hijo… -dijo con suavidad Cherry, cosa rara en ella.

-¿Tercer hijo? Creí que Cherry solo los tenía a ustedes.

-No –dijo de inmediato Gwendal –. Somos en total tres, pero Wolfram… él no ha podido estar aquí, por eso no lo conoce…

-Wolfram… -Murmuro un nombre desconocido pero que sentía que era la clave para encontrar las respuestas a sus tantas preguntas -.Por favor permítanme ir con ustedes.

-Heika no creo…

-Si no me quieres llevar… Entonces les ordenaré que me lleven –normalmente el moreno no usaba su título de esa forma, pero con eso los otros habían entendido que no iban a poder hacerlo cambiar de opinión.

-Está bien, pero no cause ningún problema –acepto Gwendal en un suspiro.

Sin agregar más nada todos terminaron viajando a las tierras Bielefeld, hasta Gunter, pues al enterarse de que Yuuri iba a ir este sin más también se agregó para viajar. Terminaron llegando realmente rápido, más de lo acostumbrado. Antes del anochecer ya se encontraban en el castillo de Waltorana quien los recibió a todos, teniendo una pequeña fiesta para darle la bienvenida al Maou. Luego de todo el protocolo que tuvo que realizar termino al fin libre, no pudiendo evitar caminar por el jardín de aquel castillo.

Se sentó en un banco mientras observaba como las estrellas junto a la luna iluminaban aquel amplio jardín, pero cuando se fijó mejor pudo notar una pequeña luz. No era una luz que viniera de alguna linterna, no lo era y al darse cuenta se levantó rápidamente para ir a donde se encontraba esa luz, no supo la razón de su acción, pero sintió que debía hacerlo. Cuando estuvo cerca, no supo si era su imaginación o qué, pero la luz se movió, sin ninguna duda comenzó a seguir aquella luz que parecía estar guiándole por un camino.

La luz termino desapareciendo cuando llego enfrente de una puerta. Un nerviosismo le invadió así que le llevo unos minutos mover su mano al pomo de la puerta para abrirla, cuando lo hizo al fin descubrió que la puerta estaba cerrada, quizás todo eso simplemente era su imaginación engañándolo. Se resignó sin más dando un par de pasos lejos de la puerta, pero antes de terminar de irse escucho un ruido. El pasador de la puerta había sido presionado. Camino de regreso y realizo la misma acción descubriendo que ahora la puerta se encontraba abierta. Sin duda la abrió entrando a aquella habitación, cuando estuvo adentro cerró la puerta tras de sí para recorrer con su vista aquel lugar.

Era una habitación limpia con pocas cosas, además de una cama en el centro no veía muchas cosas en el lugar. Entonces su vista se centró en un espejo que estaba en una mesa, por alguna razón su cuerpo se sintió atraído a aquel espejo así que camino a donde se encontraba descubriendo con eso que estaba roto, le faltaban algunas partes del espejo. El diseño dejaba mucho que decir, era extraño, pero lo importante era que no podía dejar de sentir una cierta atracción. Sin más llevo su mano al espejo, específicamente a la zona rota de este y cuando la punta de sus dedos sintió el frio del vidrio escucho una voz en su cabeza.

¡Yuuri!

Una voz familiar que le hizo girarse de golpe teniendo de frente aquella gran cama. Cuando se fijó mejor pudo notar que había alguien en aquella cama. La voz que antes había resonado en sus oídos se intensifico así que lentamente comenzó a caminar hasta la cama, sintiendo curiosidad por el individuo que ahí dormía. Al estar cerca pudo observar mejor la persona en la cama, rubia cabellera, piel blanca y un traje azul que hacía resaltar su blanca piel. De pronto se encontró con la necesidad de tocar aquel rostro, podía certificar que esas mejillas eran suaves, pero desconocía el fundamente de ese hecho.

-Entonces eso es lo que pasa… -la voz de Gwendal le saco de sus pensamientos girándose en dirección a la puerta, viendo como Gwendal, Conrad y Cherry iban acompañados del hombre que había conocido antes.

-¿Heika? –Soltó Conrad cuando notó presencia.

-Eh… yo…

-¿Cómo entró aquí? –Pregunto Waltorana de inmediato –La puerta estaba cerrada con seguro. Es imposible que… -Soltó con evidente sorpresa en su voz.

-Ni yo mismo sé cómo llegue aquí.

-¿Cómo?

-La respuesta es evidente Shibuya –la voz de Murata sorprendió a todos.

-¡Alteza! –Dijo Cherry en su sorpresa.

-¿Evidente? ¿De qué forma?

A pesar de haber preguntado no tuvo una respuesta pues Murata sin agregar más nada camino hasta la mesa donde estaba el espejo roto, acerco su mano a este pasándolo por el marco con suavidad, bajo la mirada de todos.

-Quién diría que esto terminaría aquí…

-Alteza… ¿De qué ha hablado antes? –Pregunto Gwendal.

-¿Sobre el por qué Shibuya está aquí? Como dije, la respuesta es obvia, está aquí porque fue llamado por el espejo.

-¿Llamado por el espejo? –Pregunto Conrad confundido.

-Sí. Shibuya fue llamado por el espejo o mejor dicho, por el bello durmiente… -comento llevando su vista a la persona en la cama.

-¿Qué mi sobrino ha hecho qué? ¡Eso es imposible! Wolfram tiene…

-¿Muchos años dormido? –sin más el gran sabio interrumpió a Waltorana.

-¿Qué es lo que está pasando Murata? –Pregunto con seriedad Yuuri.

-Bueno, es algo largo de explicar, pero primero empezaré explicando la habilidad del espejo.

-¿La habilidad del espejo? –Soltó Cherry en su confusión.

-El espejo no es tan peligroso, pero si tiene sus habilidades o su propósito. Este espejo, es el espejo de las maldiciones…

-¿Espejo de las maldiciones? –Dijo Yuuri confuso.

-Sí. ¿Qué es una maldición? Es desearle algo malo a otra persona, ellas existen para arruinar la vida a las personas, pero como son maldiciones no solo atacan a la persona que quieres maldecir, sino que también la persona que maldice termina siendo afectado.

-¿Qué tiene todo eso que ver-? –Pregunto Waltorana de inmediato.

-Por el hecho de que es Lor Bielefeld quien está ahí postrado puedo saber que quien se reflejó en el espejo fue él ¿O me equivoco?

-No lo sabemos, cuando lo encontramos hace mucho años estaba al lado de ese espejo roto dormido. Luego de eso no despertó más –indico Conrad.

-Ese es el punto, lo que más me preocupa es el hecho de que este roto…

-¿Acaso eso tiene algo que ver? –Pregunto Gwendal.

-Sí tiene que ver. Shibuya, recuerdo que tú me dijiste que no recordaba nada, ¿No?

-¿Yo dije qué?

-Cierto, no lo recuerdas… Bueno, hace mucho tiempo me dijiste que te encontraste con un niño, pero que no recordaba su nombre…

-¿Un niño? –Pregunto Walotrara.

-Shibuya. ¿No has estado buscando algo últimamente? –La respuesta a aquella pregunta era evidente –. Fuiste atraído hasta aquí porque aquí se encuentra eso que buscas. No, en realidad todo el tiempo estuvo contigo… ¿No es cierto Lord Bielefeld?

Aquellas palabras dichas por el gran sabio dejaron en shock a todos los presentes, aun así, luego de mirar aquel cuerpo en la cama recorrieron su vista por toda la habitación, como si estuvieran buscando algo, algo que dejaron perder hace mucho tiempo.

-¿Eh? ¿De qué estás hablando Murata?

-Shibuya, ven acá un momento –dijo el gran sabiendo haciendo un gesto con la mano para que se acercara. El otro no puso mucha resistencia para hacerle caso –. Shibuya, pon la mano en el espejo y te darás cuenta.

-¿Eh? –soltó antes de llevar su mano al espejo, tocando así los pedazos de vidrio rotos.

-¿Entonces ese es mi nombre? –Una voz familiar y a la vez no.

El moreno se giró al momento de oír aquella voz encontrándose con un pequeño niño. Su vista se turnó unos minutos entre el hombre en la cama profundamente dormido y aquel pequeño niño a unos pasos de donde él estaba parado. Evidentemente llego a la conclusión que era la misma persona.

-Sí. –Contesto bajo la mirada de los otros adultos.

-Ya veo… así que ese es mi nombre, ¿Eso quiere decir que soy la persona en la cama?

-Sí… -soltó Yuuri no pudiendo evitar comenzar a dejar caer sus lágrimas.

-¿Heika? –Soltó Conrad preocupado.

-Murata, ¿Hay alguna forma de resolver esto? –Pregunto pasando la mano libre por su rostro para detener sus lágrimas.

-La hay, pero para eso, las personas involucradas deben admitir sus crimines por ellos mismos –dijo mientras se acomodaba sus lentes.

-¿Sus crímenes? –Pregunto confuso el moreno.

-Sí. El espejo normalmente lanza su maldición a aquel que se refleja en él, pero no se rompe Shibuya. Por esa razón este caso no es como los demás. Para que el espejo se rompa de esta manera solo significa una cosa…

-¿Una cosa? –Pregunto Gwendal.

-Las personas no somos perfectas y por eso de vez en cuando tenemos personas que nos odian, ¿No? Bueno, el espejo toma ese odio y lo convierte en una maldición, pero solo toma una. Para que se haya roto solo significa que sobrepaso su límite.

-¿Su límite? –Pregunto Conrad.

-No solo había una persona que sentía odio hacía Lord Bielefeld, había varias que tenían el mismo nivel de odio, por eso el espejo se rompió…

-¿Eso significa que soy odiado? –Pregunto el niño.

-No necesariamente, dije que el espejo toma el odio porque es el principal sentimiento que toma, pero también toma otros sentimientos negativos, por así decirlo. –explicaba el gran sabio en un suspiro.

-Dijiste que las personas involucradas debían admitir su crimen ¿no? Eso quiere decir…

-Que deben darse cuenta por ellos mismo cuál es su crimen y arrepentirse de él. Lo dije antes, las maldiciones no solo afectan al que maldices. También lo hace al que realiza la maldición.

-¿Hay una manera de saber quiénes son los involucrados? –Pregunto Gwendal mirando al gran sabio.

-Vuelvo y repito: se tienen que dar cuenta ellos mismo. Si no lo hacen no tiene sentido. Déjame preguntante una cosa –soltó al final dirigiéndose al niño que solo él y Yuuri podían ver.

-¿Una pregunta? –Soltó aquel niño mirando al gran sabio.

-¿Qué es lo último que recuerdas? –Pregunto Murata bajo su mirada.

-¿Lo último que recuerda? ¿Qué tiene eso que ver Murata? –Pregunto Yuuri.

-Tengo curiosidad Shibuya, ¿Y?

-Lo último que recuerdo, no lo sé. Me desperté y estaba en una habitación, la que queda al lado de donde Yuuri duerme. Luego de levantarme salí de la habitación y vi al hombre de traje marrón pasar así que le hable para preguntarle donde estaba, pero cuando me acerque paso de largo…

-Ya veo, ni siquiera recuerdas cuál es tu relación con ellos –dijo Murata llevando la mano que no tenía en el espejo al mentón.

-Alteza, ¿Con quién estaba hablando? –Pregunto Waltorana.

-Cierto, ustedes no lo pueden ver… -dijo sin mucho interés -. Piensen por ustedes mismos, ¿Por qué no pueden ver a Lord Bielefeld si todo el tiempo estuvo a su lado?

-¿Estuvo a nuestro lado…? –soltó Gwendal confundido.

-¡Pero! –Interrumpió Yuuri -, pero ¿Por qué yo también le he olvidado y no lo puedo ver?

-Shibuya, el espejo lanza maldiciones, ¿Crees que estaría feliz de que se rompa su maldición?

-¿Entonces he cometido también un pecado?

-No… Shibuya, tu caso no es como los principales involucrados. Tu no es que no lo puedas ver, es simplemente que te impiden verlo –dijo en un suspiro el gran sabio.

-¿Me impiden verlo? –Soltó incrédulo el moreno.

-El espejo se está interponiendo para que lo veas y lo recuerdes. Ya que esa es su maldición.

-¿Su maldición? –Soltó Waltorana.

-Sí. La maldición que ahora sostiene Lord Bielefeld es… la de existencia cero.

-¿Existencia cero? –pregunto Conrad de inmediato.

-Sí, lentamente va desapareciendo su existencia de las memorias de las personas que lo conocen. Díganme, ¿Pueden recordar todo lo que han pasado con Lord Bielefeld?

Lo normal hubiese sido que contestaran de inmediato, pero no fue el caso. La pregunta les hizo pensar tanto que llegaron entonces a darse cuenta, no recordaban mucho de Wolfram. La persona llamada Wolfram von Bielefeld era borrosa en sus memorias.

-Eso es… -soltó Cherry en duda.

-Eso es lo que está pasando, la maldición está cumpliendo su objetivo. Lo segundo curioso es que su cuerpo permanezca intacto.

-¿Acaso eso es algo malo? –pregunto Waltorana.

-No lo es tanto, pero es un hecho curioso…

La conversación seguía su curso pero el moreno le había dejado de prestar atención, su vista se centró en aquel niño que estaba parado no muy lejos de él mirándolo fijamente. ¿Él era lo que había estado buscando? No lo sabía, no importaba cuanto se esforzara parecía inútil, no importaba cuantas veces mirara a aquel chico no le venía ningún recuerdo.

-Ya veo… entonces, tampoco tengo ese derecho. Supongo que el único derecho que tengo es el de estar toda mi vida de esta forma. Mi existencia no parece importante, ni siquiera para ti… Que ni siquiera me recuerdas… ni a mí, ni a la promesa que me hiciste.

Palabras fuertes que resonaron en su cabeza. Tanto que comenzó a ver borroso, su mano que estaba detenida en los trozos de vidrio se movió sin darse cuenta produciendo que terminara cortándose con este. Miró en esa dirección cuando le dio la punzada de dolor, pero fue un error cuando regreso su vista al frente ya no veía nada. Nada de nada, y sin darse cuenta pronto se encontró perdiendo el conocimiento.

-¡Heika!/ ¡Shibuya! –Fue lo último que escucho a la lejanía antes de caer en la inconsciencia.

 

 

 

Lo próximo que pudieron escuchar sus oídos fue el ruido producido por el reproductor al momento de dar inicio a una cinta. Abrió sus ojos lentamente siendo una gran pantalla lo que veía. Recorrió el lugar viendo como parecía una sala de cine y él se encontraba sentado en todo el centro, antes de poder detallar más el lugar pudo ver como el video comenzaba a correr.

Lo siguiente que el moreno sintió fue como las lágrimas corrían por sus mejillas, una tras otra sin parar. Era inevitable pues lo que estaban viendo sus ojos era como un triste cuento que no tenía un final feliz. Era su historia, aquel lugar donde estaba le mostraba la historia de aquella persona que había visto dormido en la cama, la historia de lo que había pasado para terminar en ese final.

Un cajón lleno de dibujos que jamás se entregaron. Unos gritos que no había buscado. Una gran soledad que comenzaba incrementarse y lágrimas que pedían a gritos salir pero que no lo hacían. Yuuri comenzó a ver aquella historia de Wolfram, el cómo su madre no le prestaba atención, el cómo sus hermanos lo dejaban de lado por trabajo, el cómo lo regañaban por ser un niño malcriado que no se sabía comportar.

Entonces comenzó a entender, comenzó a conocer el por qué aquel niño no lloraba delante de él. Solo lo hizo una vez, aquella vez que se conocieron, pero luego de eso jamás volvió a llorar a pesar de que tuvieron varias situaciones donde Yuuri estuvo con otras personas del castillo pero no lo veían a él. Aun a pesar de ver ese rostro a punto de llorar ninguna lágrima caería. Entendió porque hacía eso. El recuerdo de su juguete preferido completamente roto, el juguete que habían elegido entre su madre y sus hermanos se había destrozado por completo, entonces comenzó a llorar, pero nadie le prestó atención, hasta fue regañado por llorar sin parar.

Wolfram, eres un hombre además de que te volverás un soldado, no puedes llorar. No debes llorar sin importar cuál sea la situación.

Palabras que fueron grabadas en lo profundo de un pequeño niño.

Wolfram, no tengo todo el tiempo para jugar contigo, tengo que entrenar ahora. Ve a jugar en el jardín, no tengo tiempo para ti.

Palabras que lastimaron a un pequeño niño.

Honey, mamá está ocupada ahora, veré tu dibujo después, déjalo en el escritorio si quieres que lo vea, ahora no puedo.

Palabras que hicieron sentir a un niño no querido.

No podía llorar, no podía molestar, no podía tener un poco de su tiempo…

¿Entonces que podía hacer?

Esa pregunta le llevo a escuchar las palabras de aquel espejo. Las palabras que se le clavaron profundamente en su corazón y le hicieron llegar a una conclusión dolorosa. El moreno quien veía toda esa historia quería gritar, quería hacerlo y detener aquel dolor y soledad que estaba aumentando, pero más que llorar no podía hacer nada en aquella sala de cine.

¿Estas tristes? ¿Los odias? Si es así entonces ponles una maldición. Maldícelos y haz que sientan lo mismo que ahora mismo sientes tú.

Palabras dichas por el espejo que lo llamo, palabras que hicieron dudar por un momento a un pequeño niño. ¿Los odiaba? ¿Quería que sintieran lo que él sentía en ese momento? No, ni siquiera con el trato que había recibido deseaba algo como eso.

Yo lo único que quiero es que me quieran. Lo único que deseo es que me den un poco de su tiempo, quiero que me presten atención… ¡Quiero que me amen!

Una oración dicha con el más sincero sentimiento. Unas palabras con gran peso, unas palabras que iban unido a un gran mar de lágrimas. El pequeño niño no los odiaba, no lo podía hacer, eran su familia, él solo quería su amor, el solo quería un poco de su tiempo, él solo deseaba que le prestaran un poco de atención. El deseaba con todas sus fuerza su amor.

 

Ah, que lastima. Entonces serás tú el maldecido. Para que ellos conozcan tu dolor… ellos lo conocerán y tú lo perderás.

                                                

Un pequeño balbuceo, un fuerte ruidos, trozos de vidrios por todas partes y un pequeño niño cayendo en un profundo sueño. Un sueño que perduraría por muchos años, un sueño del cual no despertaría mientras estuviera incompleto. Porque el espejo le quito sus recuerdos, se los quito y los guardo en un lugar profundo. Dormiría el resto de su vida, para hacer sufrir a las personas que no quiso maldecir.

 

 

 

-¡Heika! –la voz de Gunter en sus oídos le hizo girar luego de abrir los ojos.

Veía borroso así que le llevo un tiempo reconocer a cada quien. Había despertado, estaba acostado en una cama siendo rodeado por las personas que había visto antes de caer en la inconsciencia. Sus lágrimas seguían cayendo por sus mejillas sin parar. Aquel sueño que había tenido lo sintió tan real… no, era real.

-Shibuya, ¿Estas bien? –pregunto Murata preocupado -. ¿Qué acaba de pasar?

-Yo… Yo… -y antes de continuar sus lágrimas aumentaron, comenzando así a llorar con fuerza delante de todos los presentes.

La habitación fue cubierta por los gritos y sollozos de Yuuri. Todos le veían con preocupación sin entender el porqué de lo que estaba pasando, solo podían observar en silencio como el Maou lloraba sin parar.

-Heika… -soltó Conrad sintiendo unas grandes ganas de llorar.

Yuuri continuó llorando por un largo rato, no podía parar, no, no quería parar de llorar. Quería llorar, quería llorar por todas aquellas veces que el pequeño niño no pudo llorar. En una de esas llevo su mano a su bolsillo encontrándose con un pequeño paquete. Lo observo por un corto tiempo antes de decidirse a abrirlo, al hacerlo pudo observar una pequeña sortija en su interior.

La recordó. Recordó la promesa que le había hecho, la promesa de que se casaría con él, la promesa de ser el que lo dejaría llorar todo lo que quisiera. Al hacerlo dejo de llorar por un momento y sin siquiera esperar se levantó de la cama rápidamente bajo la mirada de todos los presentes. No dijo nada, simplemente camino, no sabía a donde, pero dejo que sus pies le llevaran, al final no le fallaron llevándolo a donde quería.

La habitación donde dormía Wolfram.

Abrió la puerta con lentitud volviendo a ver todo lo que había en la habitación, sus lágrimas continuaron cayeron, la única diferencia era que en menor cantidad que antes. Entro de manera lenta a la habitación parándose a un lado de la cama, viendo como aquel joven que parecía tener su edad dormía en la cama sin siquiera moverse, parecía un muñeco bien hecho.

Yuuri dudo un rato en lo que estaba a punto de hacer, pero aun así apretó la pequeña caja que tenía entre sus manos buscando reunir todo el valor posible. Llevo su vista por toda la habitación intentando encontrar al niño que antes había visto, antes de caer en la inconsciencia y cuando estuvo teniendo aquel sueño. Al final no lo encontró, no lo podía ver, desde que regreso a Shin Makoku no lo podía ver, como todos los demás. Dirigió la pequeña caja a la cama y la coloco en está sintiendo como las manos le temblaban del nerviosismo, era algo que iba a hacer por primera vez en sus quince años.

-Yo… -inició con nerviosismo -. Yo sé que no puedo verte, aun a pesar de que antes lo hacía, por eso, si estás aquí por favor dímelo.

No sabía que estaba haciendo o si iba a resultar, pero aun así estaba ahí parado, hablando a la nada. La cajita que estaba en la cama de pronto cayó a un lado separándose la tapa y la caja que contenía el anillo. Con esa acción Yuuri tuvo una respuesta.

-Aunque no pueda verte, aunque no lo pueda hacer, aun así quiero cumplir con mi promesa. Por eso he venido –dijo mientras sus lágrimas seguían cayendo –Wolfram… ahora que se tu nombre te lo diré… ¿Wolfram quieres casarte conmigo?

No tuvo respuesta, fue un largo silencio lo que siguió luego de sus palabras. ¿De verdad le había llegado? ¿Si se encontraba en esa habitación? ¿No estaba loco por hacer ese tipo de cosas? Sin poder evitarlo las lágrimas comenzaron a caer en mayor cantidad y Yuuri termino arrodillado en el piso. ¿Había logrado cumplir su promesa aunque no la recordara?

-Yuuri…

Una voz que le hizo levantar la vista y al hacerlo del otro lado de la cama se encontró con el niño que antes había visto. Con el niño que había interactuado y no recordaba.

-Yuuri…te ves patético llorando… -le escucho decir después con una expresión que parecía iba a llorar.

-Wolfram… Yo… -No supo que decir en ese momento, tenía la oportunidad de volverlo a ver.

-Yuuri… ¿Puedo dejar de contenerme?

Yuuri no entendió al principio a que se estaba refiriendo, pero con los minutos le llego la respuesta. No necesito de mucho antes de que se levantara y así estirara sus brazos en dirección al menor.

-Está bien, está bien, puedes llorar todo lo que quieras, puedes hacerlo. ¡Así que ven!

Palabras que fueron suficientes para hacer que el pequeño niño subiera a la cama y sin más se abalanzara al moreno. Este lo recibió gustoso, pero eso no evito que perdiera el equilibrio y terminaran en el piso, Wolfram se había lanzado con demasiada fuerza. Sin más el niño comenzó a llorar con fuerza, sus gritos y sollozos cubrían toda la habitación. Estaba llorando todos esos años que tenía acumulado. A los minutos de que Wolfram empezara a llorar escucho la puerta abrirse y no tuvo necesidad de girarse para saber que se trataba de Gwendal, Cherry y Conrad, detrás de ellos estaban Gunter y Waltorana, junto a Murata.

Por primera vez lo vieron. Por primera vez los dos hermanos y la madre pudieron ver al pequeño niño que tantos años estuvo a su lado sin darse cuenta. Todos esos años el pequeño Wolfram había estado con ellos, pero ninguno se dio cuenta. Mientras escuchaban sus sollozos se empezaron a dar cuenta de ese hecho, sin siquiera pedirlo comenzaron también a dejar caer sus lágrimas, habían sido unas personas horribles todos esos años.

-Honey….Honey… -dijo Cherry llorando mientras caía de rodillas al suelo. Wolfram aun llorando miro en la dirección de la mujer quien estiro sus brazos en su dirección -. ¡Honey!

-¡Hahaume! –grito Wolfram dejando los brazos de Yuuri para correr en dirección de la mujer.

-Honey… Honey, mi adorable hijo… -murmuraba entre lágrimas la mujer mientras abrazaba a su hijo menor quien también lloraba junto a ella.

-Wolfram… -dijeron al unísono los dos hermanos mientras también se agachaban en el suelo y abrazaban tanto a la mujer como al pequeño niño.

Sus sollozos comenzaron a llenar la habitación. Tantas cosas, tantos arrepentimientos que tenían aquellas cuatro personas. Mientras más sollozaban y se abrazaban más comenzaba a aparecer unas pequeñas luces. El gran sabio se dio cuenta de ese hecho, pero se mantuvo en silencio. Los tres adultos abrazaron con fuerza al pequeño Wolfram mientras se iba desvaneciendo en pequeñas luces.

-Yuuri… -el nombrado miró a las cuatro personas delante de él, viendo cómo se habían separado un poco, también notando como el pequeño iba desapareciendo -. Yuuri, gracias.

Fueron las últimas palabras dichas por aquel pequeño niño que termino por desaparecer dejando un camino de luces. Ya no había razones para continuar estando de esa forma, ya había cumplido con lo que más quería, ya no había necesidad de eso. Su mayor sueño había sido cumplido, así que termino desapareciendo.

-¿Qué es lo que acaba de pasar? –Susurro Gunter en la entrada de la habitación.

-El poder de Shibuya ha superado el del espejo, eso fue lo que paso –dijo con una pequeña sonrisa en su rostro.

Muchas cosas pasaron después de aquello. Al final luego de tanto años todos podían apreciar al Wolfram adulto, a quien se le lanzaron encima (principalmente cherry) después de haberlo visto despertar. Había regresado a su cuerpo, el alma perdida de Wolfram quien había estado vagando sin recuerdos desde hace años había regresado a su cuerpo y todos le recibieron con los brazos abiertos. Lo único triste de aquella buena noticia era que los recuerdos de cuando estuvo vagando desaparecieron por completo. Yuuri recupero los recuerdos de todos esos momentos con el pequeño Wolfram, pero este no recordaba absolutamente nada.

Yuuri se sintió un poco triste pero aun así no se molestó, tendría bastante tiempo a partir de ese momento para volver a crear recuerdos junto al otro.

 

 

 

 

 

 

-¿Estás seguro de esto Shibuya? –pregunto Murata de pronto días después de aquel evento.

-¿Seguro? Bueno… las cosas están bien como están, ahora es que tengo tiempo.

-Si tú lo dices Shibuya, pero te diré una cosa –comento el gran sabio con una pequeña sonrisa -, el esfuerzo siempre es bien recompensado.

-¿Eh? ¿De qué estás hablando? –pregunto sin entender.

-Ya lo sabrás… -soltó con una risa antes de dejar por completo solo al otro.

-¿Eh? A veces es difícil entender a Murata –soltó en un suspiro afincando uno de sus codos en el escritorio, habían estado en el despacho todo el tiempo.

Duro un rato mirando por la ventana con la vista perdida. Ya habían pasado unos días desde que Wolfram había despertado y todos lo habían recibido gustoso, ya hasta tenía su propia escuadra y su trabajo como soldado, en poco tiempo había logrado bastantes cosas. Yuuri se presentó pero no hubo mucha emoción de parte del otro, en realidad lo trato de manera respetuosa. El moreno se sintió un poco decepcionado, pero aun así no hizo más nada que suspirar y aceptar la situación.

Termino por levantarse de su silla para salir de su despacho, ya era algo tarde así que decidió regresar a su habitación. Dormiría un poco en su cama, aunque se sentiría un poco solo, como todas las noches, ahora tendría que dormir solo. Mientras caminaba por los pasillos dejo salir un suspiro. Se detuvo unos minutos para apreciar el jardín del castillo antes de emprender de nuevo su camino. Abrió la puerta de su habitación cuando llego entrando a esta como todos los días.

-Hm…

Un quejido que se escuchó en la habitación y no había sido él quien lo produjo. Abrió sus ojos con sorpresa para entrar y dirigirse a su cama, viendo como esta estaba siendo ocupada por alguien más. No le llevo mucho saber quién era el que dormía en su cama.  

No se lo creyó. Yuuri no se creyó que Wolfram estuviera durmiendo en su cama, lo había estado tratando de manera tan cortes que al moreno se le estaba haciendo difícil interactuar con el otro, pero que ahora se encontrara durmiendo en su cama. Ese no fue el único hecho que le llamo la atención, cuando el rubio se movió un poco pudo notar algo que le hizo acelerar el corazón. Un anillo, en la mano de Wolfram tenía un anillo, no solo eso, la reconoció de inmediato como la que le había dado su madre, ¿Por qué tenía la sortija que le había dado su madre en su dedo? Quería saberlo. Se acercó a la cama, lo iba a despertar para preguntarle, pero de pronto se encontró recordando aquel cuento que le gustaba de niño.

- El príncipe llego montado en su cabello viendo al bello  durmiente acostado con sus manos juntas y una hermosa flor entre ellas. Con seguridad se bajó del caballo y camino a donde se encontraba el hombre durmiendo, acerco con suavidad su mano a su rostro observando su gran belleza, entonces…

Mientras el moreno iba relatando aquella historia que le leían cuando era pequeño se iba acercando a la cama mientras acercaba su mano al rostro ajeno, el cual luego de un bufido le escucho reír levemente.

-El príncipe se acercó a besar al hermoso hombre durmiendo delante de él, y así logro hacer que despertara, con un dulce beso lleno de todo su amor.

De manera lenta, teniendo una mano en la mejilla se acercó para sin más realizar aquella acción que había relatado, besando así a Wolfram. Se separó a los minutos con una sonrisa en su rostro.

-Wolfram…

Susurro su nombre teniendo como respuesta que el rubio abriera uno de sus ojos y en sus labios se formara una amplia sonrisa. Wolfram estaba despierto, todo ese rato había estado despierto y ahora le miraba con una sonrisa traviesa.

-Alguien me prometió que se casaría conmigo cuando pudiera hacerlo…

Soltó con una sonrisa mientras estiraba su mano donde posaba la sortija en dirección del moreno. Poso su mano en la mejilla ajena pasándola con lentitud.

-Sí. Yo siempre cumplo mis promesas.

Palabras que fueron dichas antes de iniciar un segundo beso. El esfuerzo que hace una persona siempre es bien recompensado, aunque a veces, esa recompensa suele llegar un poco tarde, pero siempre termina llegando.

Y… Como en el cuento.

Vivieron felices para siempre.

Notas finales:

Espero que les halla gustado el fic... fue inspirado en la serie de Clannad... esa historia super-mega.-hiper triste que estaba viendo de nuevo porque no tenía internet... me hizo llorar y tener esta idea </3 

nos veremos en otro fic o en el que tengo que no he terminado, pero ene se la inspiración no quiere colaborar conmigo </3 me pidio el divorsio(?)

nos veremos y espero sus adorables comentarios que siempre me animan a continuar <3 <3 <3 <3 


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