Altum por Ota

Drogas, Uruha, drogas. Probablemente, era algo que nadie esperaba de él o quizás si. Siempre es tan reservado, nunca nada parece hacerle sentir realmente enfadado y tampoco está risueño por demasiado tiempo, parece disfrutar los momentos en su justa medida. Pero ahí esta. Son las una de la madrugada y hace poco más de una hora Kai, se ha ido a dormir.

Consume los restos de hierba que mantiene guardados, en una pipa que ha adquirido hace poco más de un mes. No es adicto, por supuesto, pero a veces, cuando su mente no para de ir en todas direcciones, necesita algo que le haga parar. Ese botón que tal vez está en alguna parte del cerebro que pone «off»  y puede presionar y su mente se detiene, a todo lo que está pensando. El dolor del pasado y la promesa de un futuro mejor. Suelta un largo suspiro y de sus labios abultados se filtra el humo de la calada que le ha dado a la pipa... Se siente bien, liberado... Fuma una y otra calada, sintiendo que ya no es parte de su cuerpo, que es parte del aire y quizás del humo que brota de sus labios o de las notas de música que le acompañan o de algo mucho más grande que él mismo. Quién sabe.

Cuando mira la hora con una sonrisa floja en los labios, se da cuenta que son pasadas las dos de la madrugada... Apaga la pipa, abre la ventana para que el olor se vaya del lugar y se lava las manos y también el rostro. Observa su reflejo en el espeojo. Sus ojos lucen extremadamente pequeños, más de lo normal y estan rojos... como si no hubiera dormido por horas, pero no es más que la prueba de las sustancias que hacen a su cerebro flotar y crear mundos nuevos. Si inspira profundo, puede sentir en el baño el aroma del gel de ducha de Kai, que estuvo ahí antes de ir a dormir, y también el aroma de su piel, su ph... Cuando se seca las manos, la toalla que elige está un poco húmeda y Uruha la lleva a su nariz, percibiendo una vez más ese aroma. Masculino.

Siente escalofríos en los dedos de los pies, porque va descalzo, siente que le cosquillean las manos, que le tiemblan las piernas y que despiertan en su cuerpo lugares que él jamás pensó que tenían vida... Kai. Él es esa droga que hace reaccionar su cuerpo y todo coacciona... Kai es quien ha terminado de llevarle a las nubes, a las estrellas y con el que quiere fundirse hasta perder las formas de sus cuerpos y formar juntos parte de un mundo propio, un mundo privado que solo existe para ellos dos. Cuando menos se ha dado cuenta, Uruha está desnudo, su cuerpo esta envuelto en aquella toalla húmeda en que Kai se secó y entra en la habitación que ahora les pertenece... Por sobre las sábanas, puede admirar a contra luz la silueta de su pareja, las formas de su cuerpo y el calor le llega hasta las orejas, hasta el cabello y a cualquier parte que pudiera sentir frío en aquel invierno... porque es Kai. Se inclina en la cama, apoyando una rodilla a un lado y la otra, en la parte opuesta, quedando encima de su hombre, con el rostro en su pecho escuchando esa respiración tranquila, el bombeo de un corazón dormido... No quiere despertarle de tan profundo sueño, pero su cuerpo arde... arde como si estuviera expuesto a la nieve y quema, como si el sol estuviera dentro de la habitación y el unico que puede ejercer control sobre aquel desborde, es él. Siempre es él... Kai.