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Buenas intenciones por exerodri

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Notas del capitulo:

 

Hola gente beia! Como va? Primero que todo, perdón por haber tardado tanto el aparecerme por aquí de nuevo. El trabajo, pero sobre todo el estudio me tenían sin vida últimamente . A muchos le agrada el mes de diciembre... yo lo odio jajaja, pero bueno, por lo menos ya estoy de vacaciones, del estudio por lo menos. Aquí les traigo el cap 16, espero que les agrade. Gracias por seguir leyendo!


Ah, antes de dejarlos que lean, les molesto con un pequeño aviso. Hace poco publiqué mi primera historia "Original", con personajes propios. Es un One shot (por ahora). Los invito a que, si quieren, a leerlo y opinar que les parece. Más allá de saber su opinión, si les gustó o no, también estoy buscando opiniones sobre si debería seguirlo o no. Estoy algo indeciso con respecto a eso.

Aquí está el  link: 

https://www.amor-yaoi.com/fanfic/viewstory.php?sid=194869

Desde ya muchas gracias!! 

Matt levantó su rostro con los ojos bien abiertos.

-¿Eh? No sé de qué hablas- contestó arqueando una ceja.

Tai se inclinó hacia delante en el sofá, clavando sus ojos en las iris azules de su cuñado. Intentó encontrar, aun sin saber exactamente que buscar, alguna señal que Matt mentía, pero solo se topó con verdadera confusión e incertidumbre.

-¿Seguro? Le golpearon salvajemente, eran entre 4 y 7 sujetos, todos jóvenes, con las caras tapadas, algunos con palos, le apuñalaron varias veces, no le robaron nada, así que se cree que fue un ajuste de cuentas…- dijo, incapaz de desechar todas las dudas, analizando las reacciones del rubio, quien solo negaba con la cabeza con el botiquín en las manos mientras oía atentamente-… ¿No escuchaste nada sobre eso?

-No sabía nada, como te dije antes, no me interesa en que andan los sujetos del taller, tan solo me importa lo que me pidan hacer a mí y que me paguen- le dijo el blondo- sin embargo… no puedo asegurarte que no hayan sido ellos.

Unas llaves girando en la puerta interrumpió la conversación. Matt sobresaltándose,  escondió la caja blanca con la cruz roja mal hecha debajo de un almohadón del sofá, antes que la puerta se abriera por completo.

Un desaliñado y abatido Hiroaki entró al departamento, con el portafolios en una mano y un cigarro a medio fumar en la otra.

-Ah, hola Taichi, que gusto verte- saludó el adulto con alegría pero también cansancio, para luego ver alrededor con una mueca de confusión- ¿Take está aquí?

-No, yo lo invité...- se apresuró a decir Matt sin mucha alegría, como si le lastimase siquiera decir esas palabras-…para pasar el rato.

Los dos castaños en la sala compartieron la misma cara de sorpresa, sin disimulo. El rubio pudo sentir esos cuatro ojos marrones observándolo detenidamente. Hasta él se sorprendió que su boca pudiera haber dicho esas palabras siquiera, avergonzado por traicionarse a sí mismo. La nariz le cosquilleó en una sorpresa desagradable. Recién notándolo, el cigarro de su padre consumiéndose entre sus dedos, robó su atención y amargó su humor.

-¿Acaso no te dijo el cardiólogo que tenías que dejar de fumar?- preguntó enojado, sonando más como un reto que una pregunta.

-El último del día, hijo, lo juro- contestó Hiroaki levantando la mano derecha en señal de juramento; le dio una profunda pitada al cigarro y lo apagó en un cenicero sobre la mesa del comedor.

Matt refunfuñó de tal forma, que a Tai le dio la impresión que no era la primera vez que al rubio le decían eso.

-¿Quieres quedarte a cenar, Taichi?- le preguntó el castaño mayor, abriendo la heladera- ayer compré un buen pedazo de carne de lomo que está…

Hiroaki se calló de repente al notar que el motor de la heladera no funcionaba.

El electrodoméstico venía fallando desde hace un tiempo, y cada vez más recurrentemente. Sabía que, hasta que tuviera tiempo para repararla (por decima vez en el año), con tan solo golpear en los puntos correctos le haría arrancar de nuevo. Al tercer golpecito, un choque eléctrico le arrancó un corto pero intenso grito de dolor.

-¡¿Qué pasó?!- preguntó Matt, saltando como un resorte del sillón, y con un preocupado miedo en la voz que Tai nunca le había escuchado y que nunca creyó que le escucharía.

-Ah, nada hijo, la heladera me dio una patada, eso es todo- contestó el castaño, arrodillándose al frente de la heladera abierta y metiendo medio cuerpo adentro- debe haber un cable que está haciendo mal contacto en alguna parte, quizás si solo toco aquí… ¡Aaahg!- volvió a gritar.

-¡No la toques más!- gritó el rubio, quien ya se había puesto al lado de su padre y lo tironeaba del saco, pero sin poder moverlo- te puedes electrocutar.

-jeje no pasa nada, Matt, escucha- rió Hiroaki sobándose la mano, mientras ser erguía y dejaba que el ronronear del motor volviera a sonorizar la cocina- esta heladera tiene un poco más de tu edad, ya es lógico que necesite algunos ajustes más permanentes de los que yo le hago- agregó cerrando la puerta de la heladera y colocando una mano en el hombro del rubio.

El adulto volvió su mirada a Tai.

-¿Te quedarás a cenar, Taichi?

-No gracias, Hiroaki, tengo que volver a mí casa, ya pasé toda la tarde afuera- contestó el moreno, subiéndose el cierre de la campera hasta el tope.

-Está bien, la próxima vez será- le dijo el castaño mayor sonriendo- acompaña a tu amigo a la puerta, Matt.

Tai notó la cara del rubio al escuchar la palabra “amigo” refiriéndose a él, pero ahogó sus ganas de reírse en pos de continuar con la farsa de su amistad. En la puerta, fingió despedirse amigablemente del blondo lo suficientemente alto para que Hiroaki escuchara. Salió del departamento y caminó al ascensor, pero, de repente, un pensamiento que se cruzó sin aviso le hizo volver sobre sus pasos y evitar con su brazo que el rubio cerrara la puerta por completo.

-Matt, espera.

-¿Qué pasa ahora?- preguntó agonizando el blondo.

Tai dudó de sus propios pensamientos, y fugazmente se preguntó porque hacía caso a la idea que había irrumpido como una intrusa en su mente.

-Es que… ¿Me prestarías el CD demo de tu banda? Quisiera escucharlo.

El ojiazul le miró entre extrañado y sorprendido, dejándole en claro que no esperaba eso de él.

-Solo lo quieres porque casi me rompe la nariz.

-No, no es por eso, en serio quiero escucharlo- contestó el moreno.

Matt bajó su vista, como si lo pensara. Sin decir nada, se metió al departamento y volvió con un CD en una cajita nueva, con el nombre de la banda escrita con bolígrafo en el dorso.

-Tiene 12 canciones, 6 son canciones de nosotros y el resto covers de diferentes bandas que nos gustan- le dijo el ojiazul con la voz condimentada por un atisbo de genuino interés que no había mostrado nunca.

-Ok, lo escucharé bien pueda- dijo Tai con una sonrisa, recibiendo el CD - adiós.

El rubio le miró fijo, como si analizara en ese momento todo lo que había sucedido esa tarde mientras le observaba. Asintió con la cabeza.

-Hasta luego- le dijo, para luego cerrar la puerta.

Impulso

Solo faltaban dos calles para llegar a la residencia de los Yagami, y a T.K le nació la necesidad imperiosa de acelerar su paso. ¿Hace cuanto que no veía al moreno? ¿Dos días? Para él, parecía más tiempo. Además de no verlo, tampoco había podido charlar mucho con Tai, ya que el celular del castaño se había descompuesto por una "accidente con chocolate" que nunca entendió como había sucedido. Pero ya había llegado el viernes, y con eso la oportunidad de volver a juntarse con el moreno. En una charla por teléfono fijo, que sin que se diera cuenta se había extendido 40 minutos, Tai le había invitado a su partido de futbol por el campeonato inter-escolar. A él nunca le había interesado ver futbol, ni en T.V ni en vivo, pero cuando se trataba del moreno, se dejaba llevar en la contemplación y se olvidaba de lo que le interesaba y de lo que no. No había mejor forma que pasar la tarde de ese nublado viernes, alentando a Tai desde las tribunas.

Impulsado por las insoportables pero alegres ansias de ver al oji-café, comenzó a trotar, reluciendo una sonrisa sin darse cuenta. Rápidamente llegó al complejo habitacional donde el moreno residía. Su mente había aprendido a vincular aquel edificio con pensamientos positivos que se despertaban con la alegría de saber que pronto se encontraría con Tai; tan solo le faltaba entrar y subir las escaleras para llegar a él.

Antes de meterse al edificio, una voz le llamó desde atrás, deteniéndolo en seco.

-T.K, espera.

Al rubio lentamente se le fue desvaneciendo la sonrisa, mientras esa voz femenina se repetía en su cabeza, encendiendo las alarmas. Cerró los ojos. Aquella recientemente conocida y desagradable sensación de peligro, preocupación y enojo descendió por su garganta hasta su estomago. Respiró profundo. Forzándose de una manera que le sorprendía, arqueó la comisura de los labios simulando una sonrisa y se dio media vuelta.

-Sora, hola ¿Qué haces aquí?

-Hola ¿Cómo estás?- le saludó la peli-naranja, sonriente- vine a visitar e invitar a Tai a mi partido de tenis, hoy a la noche. Si quieres también puedes venir.

T.K procesó aquello dentro de su cabeza, y de inmediato supo que nada le haría más feliz que Tai no fuera con ella. Sin siquiera meditarlo, levantó la cabeza y de un impulso dijo:

-Tai estará ocupado, tiene un partido de futbol.

-jaja, ya lo sé, me lo dijo en la escuela- le respondió la chica- pero como el partido de él es a las 18:00 hs, estoy segura que estará libre para ir al mío, que es a las 21.

El blondo tragó grueso, y la desesperación se apoderó de él. No supo porque, pero no podía soportar la idea de esa chica invitando a Tai, ya sea para un partido de tenis, una cena, o cualquier cosa. Ella no. Ella no. Ella no podía mirarlo de esa forma como solía mirarlo.

¿Qué podía hacer?

-Lo que pasa es que…

No supo ni siquiera que decir, su boca había trabajado más rápido que sus neuronas. Se concentró.

-… Tai me dijo que su partido se postergó, así que no estará libre para esa hora, lo siento- dijo, sorprendido de sí mismo ¿En serio estaba haciendo eso?

-Ah, ya veo- dijo Sora, sin ocultar su sorpresa- supongo que como ese cabeza hueca tiene su celular estropeado, no me avisó de eso- agregó con desilusión- bueno, por lo menos lo visitaré un momento ahora ¿Entramos juntos?- le preguntó, perfilándose hacía el interior del complejo habitacional.

T.K se alarmó en un estallido de nervios. Su reciente mentira haría agua.

-¡No hay nadie en la casa ahora!- se sorprendió de lo desesperada que sonó su voz, así que intentó calmarse y seguir, ante la mirada extrañada de Sora- yo toqué la puerta varias veces y no salió nadie, ya me iba.

Sora le miró a los ojos por incontables segundos, con un rostro carente de expresión, mientas su corazón se endurecía del temor ¿Acaso había sido muy obvio? Se preguntó el rubio.

Solo en ese entonces, T.K se dio cuenta de lo que había hecho. Nunca había sentido el impulso de impedir algo de esa manera, tan solo se había dejado llevar. Miró a esa chica a los ojos, temeroso de ser descubierto en su falta, y que tanto ella como Tai descubrieran que es un mentiroso ¿Cómo podría explicar su impulso de separar a Sora de Tai?

Quedaría como un imbécil, y T.K lo sabía.

-Está bien, si no te abrieron la puerta, de seguro que no están- sonrió la oji-café- me voy, que te vaya bien T.K, un gusto verte- le dijo la muchacha, para luego alejarse por la acera.

-Adiós, igualmente- saludó el blondo, y haciendo la mímica de alejarse por donde vino.

Vigiló disimuladamente a la peli-naranja hasta que esta se perdió, doblando en la esquina. Dejó pasar unos segundos y se introdujo corriendo al complejo habitacional.

----------------------*-------------------

El viento soplaba levemente, moviendo las pesadas nubes en el cielo que, de no ser que ya eran algo normal, daban la impresión que en cualquier momento llovería. T.K se cubría del frio con una campera que había heredado de Matt, bastante abrigada, cuyas mangas, algo largas para él, le protegían las manos del frio. Se sorprendía que a Tai solo le bastase una campera deportiva liviana arriba del uniforme de su equipo para escaparle al clima. Impulsado por la preocupación que alberga el cariño, ya le había preguntado varias veces si no tenía frio, pero el moreno solo le contestaba que al lado suyo era imposible sentir frio, haciendo que la mente le diera vueltas y la cara se le calentara. 

-¿Estás nervioso por el partido?- preguntó T.K, mientras caminaban uno al lado del otro por las calles de la ciudad hacía el club donde se jugaría el partido.

-Te mentiría si dijera que no siento un poco de nervios- le contestó Tai, con su bolso deportivo colgándole del hombro- pero me tranquiliza el saber que estarás apoyándome desde la tribuna- le sonrió.

T.K observó esa sonrisa como si la viera por primera vez, e inmediatamente su corazón se sacudió. En otro momento hubiera apartado la vista y se asombraría de lo que esa sonrisa le provocaba. Pero ahora, a pesar de seguir asombrándose, sostenía la mirada con esos ojos de chocolate y sonreía sin poder evitarlo, sabiendo que las palabras y la sonrisa de Tai eran sinceras. El sentirse digno de esa sonrisa le hizo olvidar por un momento lo que había hecho con Sora minutos antes.

Siguieron conversando y caminando, aislados del mundo, hasta llegar una la plaza al lado del club donde se jugaría el partido. Cruzando la descuidada plaza, por el camino de cemento entre los árboles ya sin hojas producto del frio, T.K divisó sin querer a un chico y una chica, algunos años mayores a él y al castaño, sentados en un banco a algunos metros. El rubio vio como la pareja se abrazaba mientras las hojas secas se levantaban al alrededor por el viento, besándose en calmados pero cariñosos besos. De vez en cuando, el chico veía a los ojos a la muchacha, y le decía algo haciendo que ella riese, para luego seguir con los besos.

Al ojiazul se le ralentizó todo alrededor, mientras esa escena lo trasportaba a un rincón de su mente. Se imaginó a Tai y él así, sentados en un banco de alguna plaza o parque, en público, besándose o simplemente tomados de la mano, disfrutando de estar juntos. Se imaginó a sí mismo sin miedo a las miradas o burlas de los demás, a la libertad de poder demostrar y recibir cariño con Tai, sin necesidad de estar escondidos o solos. Se preguntó cómo se sentiría besar sin estar rodeado por 4 paredes, con ojos ajenos alrededor ¿Sería igual? ¿El beso sería más intenso? Su inexperta mente divagó sobre el asunto, mientras continuaba disfrutando de su sueño despierto.

-¡T.K, cuidado!

Ese grito de Tai le hizo despertar, y apenas tuvo tiempo para desviar su rumbo y evitar que un cartel de “No tirar basura” le aplanara la nariz.

-Jajaja ¿Acaso estás ciego?- se rió el moreno sacudiéndole el cabello, mientras él respiraba agitadamente sobreponiéndose de la sorpresa- casi te llevas un buen golpe ¿Que estabas viendo?

Tai observó hacía donde el rubio había tenido la mirada perdida, y no tardó ni un segundo en encontrar a la pareja en medio de la plaza. Inmediatamente entendió lo que había provocado el descuido del menor, y lo miró a los ojos con cariñosa sorpresa.

-Ah, ya veo lo que sucede- le dijo con una sonrisa- quieres que podamos estar así, como ellos.

A T.K se le encendió el rostro y se le cruzaron tantos pensamientos y respuestas en la cabeza, que de su boca no pudieron salir nada más que fragmentos nerviosos e inconclusos.

-¡No, no!... bueno, no digo que sería...me gustaría pero no creo que... quizás mejor solo... ósea, no debemos...

-...dame un beso- le interrumpió Tai, viéndolo a los ojos con una media sonrisa.

El blondo se quedó estático.

-¿Qué?

-Ya escuchaste, bésame.

T.K observó pasmado el rostro del moreno, cuya tranquilidad y sonrisa picara lo desorientaban ¿Hablaba en serio? ¿Un beso en público? Quizás para otros eso no era la gran cosa, pero para él, era algo completamente nuevo. Le asustaba, el temblor en sus rodillas se lo decía. Sin embargo, el rostro de Tai lo llamaba; esos ojos marrones, esa sonrisa. Cuando el mayor lo observaba así, con tanto deseo, era como si fuese un imán para él.

-Tai, hay mucha gente alrededor- dijo, moviendo sus ojos para todos lados.

-¿Y?- le preguntó el castaño, sin dejar de mirarlo como si ya supiese que no tenía escapatoria- te estoy dando la oportunidad de que tú me beses, sino seré yo el que lo haga- agregó acercándose lentamente.

El ojiazul le puso las manos en el pecho con los brazos extendidos.

-Aquí no, hay mucha gente- tomó al castaño de la muñeca- ven.

Caminó con el oji-café hasta un árbol ancho en el interior de la plaza, donde algunos juegos infantiles vacios y cercanos servían como una especie de cobertura, aunque seguían a la vista de cualquiera que pasara y mirara para allí. Colocó al moreno de espaldas al árbol y lo miró fijo, sin poder creer como el hecho de dar un simple beso le hacía sudar tanto. Volvió a observar a su alrededor, podía ver a la gente que paseaba en las inmediaciones de la plaza, y eso le incomodaba, a pesar de que el árbol suministraba cierta privacidad.

-Solo uno- dijo levantando un dedo.

-Solo uno- le contestó el moreno sonriendo, sin ocultar que disfrutaba de sus nervios.

T.K se sujetó con ambas manos de la campera del castaño, levantó la mirada y, elevándose ese mínimo que necesitaba sobre la punta de sus pies, unió sus labios con los de Tai. Cerró los ojos, y sin controlarlo, dejó que sus labios se deslizaran suavemente sobre los del moreno, dos veces. Se separó del mayor y lo vio a la cara, como si lo necesitara. Aquella mirada marrón le envolvía de tal manera, que se olvidó de su miedo de ser observado.

Tai se acercó a él para besarlo de nuevo, y sin darse cuenta aceptó sin dudar, mientras su brazo se elevaba y acariciaba aquel cabello castaño.

-Dijiste que solo uno- dijo una vez se separó del mayor, bajando la mirada. Se había dejado llevar, otra vez.

-Perdón, pero no pude resistirme- le contestó el oji-café, acariciándole una mejilla con sus dedos- sabes, mejoraste mucho besando- agregó riendo.

Al rubio se le calentó el rostro y el cuerpo. Ya estaba demasiado alborotado por su primer beso "en público" como para poder responder algo.

-Te pusiste rojo- se burló el mayor.

-Deja de burlarte ¿Quieres?- contestó T.K, subiéndose la cremallera de la campera hasta el tope  y alejándose del árbol- ¿No tienes que jugar un partido?

-Ahora voy- dijo el moreno alcanzándolo- celebra mis goles ¿Sí?

-Sí, sí- dijo el blondo con un ademan de manos- como digas.

Llegaron a la entrada del club, donde se separaba la entrada para los jugadores y para el público.

-Yo tengo que entrar por aquí, tú ve y acomódate en las gradas- dijo Tai, perfilándose a la entrada a los vestuarios- te despediría con un beso, pero ya no me concentraría para el partido.

T.K se alborotó al pensar que alguien había escuchado lo último, pero se dio cuenta que las personas pasaban de él sin prestarle atención, ingresando por la entrada al club.

Ladeó la cabeza de lado a lado mientras observaba como el castaño se adentraba en los vestuarios y desaparecía de su vista.

A pesar que se seguía extrañamente avergonzado por lo que Tai había dicho, no pudo evitar sonreír mientras se tocaba los labios con la punta de los dedos, recordando el beso en la plaza. Se dio cuenta que era la primera vez que le gustaba todo de una persona; le gustaba todo de Tai, incluso aquellas situaciones embarazosas que le hacía pasar de vez en cuando.

Aun con la sonrisa como adorno, se dirigió a las gradas.

 Chantaje

El profesor escribía y escribía ejercicios en la pizarra a un ritmo frenético, mientras los alumnos de 3° año de secundaria copiaban como podían, temiendo que este borrase antes de que pudieran terminar. Un solo alumno no copiaba; uno rubio, quien observaba por la ventana como el patio escolar era visitado por una inesperada llovizna invernal de lunes al mediodía.

El recuerdo de lo sucedido con Sora el viernes le había perseguido todo el fin de semana, y cada vez que lo recordaba, la conciencia se le hacía más y más pesada ¿Por qué lo había hecho? ¿Por qué había hecho caso a ese impulso de alejar a esa chica de Tai a toda costa? Jamás había sentido la necesidad de hacer eso, y el haber descubierto que era capaz de mentir y engañar con tanta necesidad no era algo que le orgullecía.

"Ellos dos son amigos, está mal que intente separarlos" solía pensar.

Quizás no había hecho un gran daño a nadie, pero sus intenciones en ese momento en el que mintió era lo que le molestaba. No le enorgullecía, no le gustaba ser así, pero no había podido resistirlo. La idea de Tai cerca de esa chica, que lo veía con tanto cariño aunque el moreno no se diera cuenta, le asustaba hasta el punto de dolerle. Otra cosa que le atemorizaba era el pensar que aquel sentimiento de odio y miedo hacía Sora se pudiera repetir ¿Podría controlar esos extraños sentimientos la próxima vez que se tope con ella? ¿O simplemente aquello era más fuerte que él? ¿Qué pensaría Tai? ¿Qué es un mentiroso celoso?

Giró su vista hacía su compañero de banco y mejor amigo, quien había aprendido en los meses anteriores la extraña habilidad de mensajear por el celular, por debajo de la mesa, y copiar las tareas (o por lo menos no atrasarse tanto) al mismo tiempo.

T.K lo observó con detenimiento, dándose cuenta que nunca había hablado con Davis sobre asuntos de parejas, más que nada porque a él nunca le había interesado. Ahora necesitaba cierta guía o consejos, y Davis era su mejor amigo, quien además estaba en una relación con nada más y nada menos la hermana de Tai. El moreno parecía estar pasándola muy bien desde que se juntó con la castaña, de seguro tendría cosas interesantes que decirle.

-Oye Davis- dijo en voz baja, rozando el susurro- ¿Estás chateando con Kari, verdad?- preguntó, aunque ya sabía la repuesta, solo quería iniciar la conversación de la forma más natural posible.

-Ah, sí- le contestó el moreno sin dejar de sonreírle al móvil en su mano izquierda, mientras su mano derecha seguía escribiendo ejercicios de matemáticas- estamos planeando ir a esa feria de artesanías que ayer llegó a la ciudad - Davis le miró de reojo- ¿Quieres ir? Kari me dijo que te invitó pero que no le respondiste los mensajes.

T.K recordó haber leído la invitación de su “cuñada”, pero el haberse encerrado en sus pensamientos, y la culpa, le habían quitado hasta las ganas de conversar con la gente. 

-Ah, sí, sí, me gustaría- contestó sin darle importancia al tema, su cabeza estaba puesta en otros asuntos- Davis ¿Tu eres celoso?

El moreno dejó de escribir tanto con su lápiz como con el celular.

-¿Qué?- le preguntó con una sonrisa confundida.

El ojiazul tragó grueso ¿Había sido muy directo?

-Digo… ¿Qué opinas de los celos en la pareja? El otro día estaba… viendo en la televisión que hablaban sobre eso, y bueno… quería saber tu opinión ya que tú estás de novio con Kari… solo eso.

-¿Acaso tienes celos de Kari?- le preguntó el castaño con una sonrisa que lo confundió- no te preocupes, siempre podrás ser mi amante secreto.

Davis le apoyó la mano en la rodilla y la deslizó suavemente hacía arriba.

-¿Qué cosas dices?- se quejó el blondo, golpeando al oji-café en las costillas.

El castaño se arqueó del dolor pero sin dejar de sonreír, y rápidamente le devolvió el golpe antes de que T.K pudiera cubrirse. A ojos y oídos de sus compañeros, otro de los típicos juegos entre chicos había iniciado, aunque en un mal momento.

-Shh, en 5 minutos borro y empiezo a escribir los demás ejercicios- alzó la voz el profesor, sin dejar de escribir con su humeante tiza en la pizarra.

-No sé para que te pregunto- dijo el ojiazul, tomando su lápiz y cuaderno para copiar los ejercicios, pero se dio cuenta que no sabría ni por dónde empezar: no había prestado atención en toda la clase.

-Ya, ya T.K, no te enojes- le dijo el moreno a su lado con una media sonrisa, retomando los ejercicios y la cercanía- dime ¿Qué quieres saber exactamente?

T.K miró a su amigo de reojo, dudando de todo. La vergüenza estaba, pero la curiosidad también, como así las ganas de entender esa cuestión de los celos y los miedos, y hasta de entenderse a sí mismo, de cierto modo.

-Solo… lo que opinas de los celos, si están bien, o si no están bien en absoluto…cosas así, no sé.

Davis se reclinó sobre el respaldar de la silla, mordiendo su lápiz.

-Mmm, supongo que está bien ser un poco celoso con tu pareja, eso demuestra que es importante para ti ¿No? Aunque tampoco es bueno serlo mucho ya que, aparte de demostrar que no confías en tu novia, puede llegar a ser asfixiante y ella puede pensar que solo quieres manipularle la vida… no sé que más decirte- culminó el oji-café con una sonrisa.

-Está bien, no es que me importe mucho tampoco- dijo el rubio, tomando de nuevo su lápiz y su cuaderno.

A pesar de fingir desinterés, T.K había escuchado con toda su atención, y las palabras de su amigo le habían dejado pensando ¿Él se encontraba en el extremo sano de los celos, o en el nocivo? Él si confiaba en Tai, pero al mismo tiempo desconfiaba de Sora ¿Cómo podía encontrar un balance a sus miedos?

-Oye ¿No copiaste nada de nada?

La pregunta de Davis le hizo despertar de sus pensamientos. Al fijarse, su cuaderno solo tenía un solo ejercicios de las ya incontables operaciones que el profesor había copiado en la pizarra; se dio cuenta que ni siquiera sabía cómo resolverlo.

-Emm, no pude seguir el paso, después pásame tu cuaderno así copie... una vez que tú me salves a mí y no al revés, para variar.

-Está bien, creo que te lo debo- contestó el castaño- vaya ¿El pequeño Takeru se está revelando contra el sistema?- preguntó en tono de broma.

T.K resopló levemente y blanqueando los ojos, posicionándose de nuevo para observar la lluvia por la ventana.

Después de la clase de matemáticas siguió el último recreo de la jornada; luego seguiría dos horas de literatura y T.K podría juntarse con Tai a la salida de la escuela, como habían planificado el día anterior, en una conversación telefónica.

La charla con sus compañeros de diversos temas triviales, a un costado del patio escolar donde el techo les cubría de la lluvia, le habían ayudado a distenderse y olvidarse por un momento de sus auto reproches. Se entretenía con los comentarios que intercambiaba con sus pares sobre la serie de zombis que todos veían, y se reía del enojo de uno de ellos por los spoilers que le acababan de tirar en la cara.

Sin embargo, entre charlas, burlas y risas, T.K notó que una chica, un año mayor que él y de las más populares de la escuela por su apariencia, no dejaba de observarlo detenidamente desde unos canteros a la distancia. La chica solo lo miraba, sin hacer nada más que mascar chicle. Le incomodaba; nunca había hablado ni interactuado con ella ¿Por qué le observaba así? Trató de olvidarse de ello y concentrarse en la conversación con sus compañeros.

Lo logró por varios minutos.

Hasta que la chica, rompiendo el estatismo, lo llamó con sus manos.

Confundido, se señaló a sí mismo como para confirmar que era a él a quien esa chica popular llamaba. Ella lo confirmó con una sonrisa y asentando con la cabeza, y a T.K se le atoró súbitamente en el estomago la sensación de que algo andaba mal. No queriendo hacerlo, caminó hasta la muchacha.

-Hola- saludó al posicionársele en frente, intentado que no se notara que su instinto le decía que nada bueno saldría de eso.

-Hola ¿Eres Takeru Takaishi, verdad?- le preguntó la pelinegro.

T.K contestó afirmativamente. La chica de ojos miel solo le quedó observando con una media sonrisa, como si le analizara, incomodándole aun más mientras el recreo se desarrollaba con normalidad a su alrededor.

-¿Sabes quién soy?- le preguntó la chica, descolocándolo.

-Em, sé que eres del curso mayor al mio, pero… de ahí en más no sé nada más.

-¿Y sabes lo que se dice que pasó con mi novio?- preguntó inmediatamente la muchacha, sin dejar de mascar el chicle de una forma tranquila y serena.

Al ojiazul nunca le habían interesado los chismes y rumores amorosos que de vez en cuando se desparramaban por la escuela, pero inevitablemente no podía evitar enterarse; sabía que se decía que el novio de esa chica, que iba al mismo curso de Matt, le había sido infiel. Confirmó con la cabeza.

-No estés tan incomodo jaja- dijo la pelinegro riendo- ¿Acaso tu mamá te dijo que no hablaras con desconocidos?- le ofreció estrechar la mano- soy Virginia, pero puedes decirme Virgi, T.K.

El rubio simuló un intento de sonrisa y estrechó la mano de la oji-miel.

-¿Puedo decirte T.K, cierto?

-Sí, no hay problema.

De nuevo, se formo un silencio entre ellos, mientras Virgi le observaba y sonreía como si disfrutara hacerlo incomodar.

-Y… ¿Para qué me llamaste?

-Resulta T.K, que necesito tu ayuda.

“¿Mi ayuda?” preguntó el blondo en su mente, sin poder imaginarse el motivo de esas palabras.

-¿Por qué esa cara?- se burló la chica de pelo negro- es bastante simple, solo tienes que ayudarme a darle celos a mi ex novio. 

A T.K se le vinieron demasiadas preguntas a la cabeza, que no supo por dónde empezar.

-¿Por qué yo?- preguntó finalmente, intentando recomponerse de la sorpresa.

-Porque para darle celos, necesito que sea alguien atractivo físicamente. Ni en mi curso ni en el de los que se egresan este año hay un chico tan lindo cómo tu. En 5° año si hay chicos apuestos, entre ellos tú hermano, pero no se me quieren ni acercar por ser amigos de mi ex.

Aquella chica, que a ojos del rubio hace unos segundos le era indiferente, se transformó en alguien despreciable y ruin. Sus intenciones no eran buenas, y él no sería parte de eso.

-Lo siento, no quiero formar parte de esto- dijo ladeando su cabeza- es algo que tienen que arreglar tú y tu ex, suerte con eso- dijo para luego darse media vuelta y volver con sus compañeros, a sus charlas inocentes e irrelevantes.

-Bueno, no me sorprende que no aceptaras- escuchó que dijo la pelinegro a sus espaldas- es lógico teniendo en cuenta que a ti no te gustan las chicas y tienes un novio.

T.K se frenó como si chocase contra una pared invisible, mientras su mente era golpeada por una masa. Aquellas palabras seguían retumbando en sus oídos, acentuando el efecto del golpe que acaba de recibir. Lentamente se dio media vuelta, sabiendo, aunque ya no le importaba, que su rostro desbordaba sorpresa, y también miedo.

Virginia sacó su celular del bolsillo de la camisa y le llamó con su dedo, sonriendo.

El rubio se acercó lenta pero torpemente, todavía anestesiado. Al estar al frente de ella de nuevo, miró a su alrededor, cerciorándose que nadie estuviera cerca y escuchara.

-¿Qué dijiste?

-Resulta que el viernes caminaba por una plaza cercana a mi casa, paseando a mi perro, y me encontré con una escena algo particular- dijo la muchacha, mostrándole su celular.

En la pantalla se veía a Tai y él, besándose apoyados sobre el árbol. La foto era nítida y clara, y sus rostros visibles y perfectamente identificables. Por mero impulso, intentó arrebatarle el celular, pero la chica fue más rápida y lo impidió.

-T.K, tengo a todos mis dispositivos sincronizados entre sí ¿En serio crees que esta es la única copia de la foto?

El rubio era incapaz de reaccionar. Esa tipa sabía su secreto, y tenía pruebas.

-No quiero hacerlo, T.K, en serio, nunca le hice mal a nadie- dijo Virginia, adoptando una expresión más seria- pero si te rehúsas a ayudarme, divulgaré la foto por todos lados, y todos sabrán. Sabes que las personas pueden ser idiotas a veces ¿Estás listo para enfrentarte a eso? En tomar el titulo de ser el único homosexual de la escuela, y por ende el blanco de posibles burlas. Además está tu hermano… sabes que sus compañeros tienen fama de ser unos imbéciles y bravucones, que, aparte de caer sobre ti, posiblemente caigan sobre él por ser el hermano de “Takeru, el marica”.

T.K sintió el peso del miedo caer sobre sus hombros, a medida que su respiración se volvía más y más irregular. Estaba expuesto, desprotegido, desnudo.

-Se ve que no deseas eso, yo tampoco, no tengo nada en contra de los gays, T.K, ni en contra tuya- Virginia le apoyó la mano en su hombro- Si no estuviese en esta situación, los hubiese visto besarse en la plaza y hubiese seguido mi camino… hasta hubiese pensado que era algo lindo, pero al reconocerte saqué la foto sin dudarlo, pensando que el destino me estaba dando una especie de oportunidad para vengarme de mi ex novio.

-¿Qué tendría que hacer?- preguntó el ojiazul bajando la vista, esforzándose más de lo que había pensado para que la voz le saliera.

-Solo comparte una charla conmigo después de clases en la cafetería que está al frente de la escuela, sé que él estará allí en las afueras y nos verá, solo será una vez y estaremos no más de 15 minutos, después borraré las fotos, lo prometo.

-Pero está lloviendo ¿Cómo quieres que nos sentemos en la cafetería?

-No importa, la lluvia se detendrá- le contestó Virginia, demasiado segura- ¿Qué dices? ¿Me ayudarás?

T.K levantó la vista y se quedó observando aquellos ojos color miel, mientras las deliberaciones iban y venían dentro de su cabeza, en una batalla entre conceptos éticos y pensamientos de auto preservación.

“No parece tan malo” fue lo primero que pensó al escuchar lo que estaba obligado a hacer para que esa chica borrara esas fotos… si es que decía la verdad.

Pero la positividad duró poco.

¿En serio iba a dejar que lo manipularan así, como un títere? Se preguntó en un giro bruzo de pensamientos. Era verdad que el que se divulgara esa foto no era la forma que había pensado para blanquear su relación con Tai a los demás, y que podría (seguramente) tener consecuencias indeseables… pero… el solo pensar que alguien usaría su miedo para manipularlo y concretar un fin, era demasiado despreciable. En ese momento, supo que no podría estar en paz consigo mismo si accedía ¡Él no era un juguete!

-No lo haré- contestó secamente, sin siquiera plantearse si había elegido bien.

-¿Qué?- preguntó sorprendida la pelinegro; la mirada del rubio había cambiado, y ya no demostraba miedo y desesperación, sino frialdad y desprecio.

El timbre de finalización del recreo sonó.

-Ya me oíste, busca a otro- dijo T.K, dándose media vuelta, con las manos en los bolsillos.

-La foto se viralizará en solo horas ¿Estás seguro?

-Haz lo que quieras- dijo sin mirar atrás.

A sus espaldas escuchó a “Virgi” suspirar y soltar un “Ok”. Avanzó unos metros, sorprendido de sí mismo y de su determinación ¿En serio se le había planteado así a esa chica? Sin dudas traería consecuencias, pero una parte de si le decía que había hecho lo correcto.

Sin embargo, con cada paso que daba, sus sentimientos poco a poco se daban vuelta.

Observó a su alrededor, a todo el alumnado volviendo a sus respectivos aulas en un desorden natural. Estaba consciente que la conversación con Virginia había terminado hace solo segundos, pero ya podía sentir las miradas de todos sobre él. Era como si ya estuviese sucediendo. Dentro de los bolsillos, sus dedos se agitaban nerviosamente, mientras era acorralado por esas miradas y burlas todavía inexistentes. Se imaginó a todos sus compañeros observando sus celulares, y luego viéndolo a él, riéndose, hablando entre ellos. Los de su clase, los de cursos superiores e inferiores, incluso los profesores que le miraban de una manera disimulada pero obvia; nadie había quedado al margen de la foto y los rumores.

Se imaginó a Matt enojado con él por ser tan descuidado, acongojado por tener que defenderlo de los que lo molestaban, aparte de ser molestado por sus propios compañeros de salón. Aquello atraería la atención de los profesores, y por ende de sus padres. Se imaginó a sus padres siendo llamados por el director, enterándose de todo de esa manera. Se imaginó a sus padres peleando entre ellos de nuevo, echándose culpas y sin saber qué hacer. Se imaginó a la foto llegando a los celulares de la escuela de Tai. Se imaginó a Tai en la misma situación que él…

-¡Virginia, espera!- gritó dándose media vuelta.

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-No estés tan nervioso- le dijo entre risas la pelinegro, sentada junto a él en una de las mesas exteriores de la cafetería al frente de la escuela.

Tal como ella había dicho, la lluvia paró justo antes de que terminaran las clases.

-No lo estoy- dijo el rubio, aunque tanto él como Virginia sabían que eso no era verdad.

Desde que llegaron allí, su pierna derecha no había parado de temblar, así como sus manos dentro de los bolsillos de la campera. Su mirada no se despegaba de la mesa. Apenas había probado el capuchino exageradamente adornado con chocolate y una galletita, que ella le había comprado sin siquiera fijarse el precio.

No le gustaba estar allí, a la vista de todos; no con ella como compañía. Quería que todo se terminase lo más rápido posible, sobre todo porque pronto llegaría Tai. El moreno le había dicho el día anterior (durante la llamada telefónica) que se tardaría un poco más de lo normal. Por primera vez desde que salían juntos, T.K deseó que Tai se tardase lo más posible; no quería que lo viera con ella y se involucrara en la situación.

-Ahí está- dijo Virginia en un respingo, mientras se acomodaba fugazmente el cabello.

T.K levantó la vista de la mesa. A la distancia, un grupo de alumnos de su misma escuela se acomodaba en una banca pública, la cual solía ser víctima del maltrato habitual de los adolecentes que salían de clases. Algunos comenzaron a fumar. El rubio vio al pelirrojo por el cual sucedía todo eso. Alto, más alto que Mat, y musculoso, con la quijada cuadrada y unos ojos verdes intensos.

No pasaron muchos segundos hasta el ex novio de Virginia se fijara en ellos.

-Parece que está enojado- dijo T.K, bajando la mirada rápidamente, ya sin importarle mostrarse nervioso; el temblor de su rodilla derecha se propagó a la izquierda.

Aquel sujeto pelirrojo les observaba con cara de querer asesinar a todos a su alrededor, mientras prendía un cigarrillo.

-No te preocupes, sabe que te estoy obligando- le contestó Virginia, haciendo que él la mirara sorprendido- tranquilo… no sabe lo de la foto- agregó, como si él le hubiera preguntado con su mirada.

Virginia retiró la galletita del capuchino del blondo y le dio un mordisco.

-Aun sabiendo que no sientes nada por mí, ni yo por ti, no puede evitar sentir celos- dijo la pelinegro, viendo directamente a su ex con una media sonrisa, como si disfrutara que el pelirrojo estuviese a punto de explotar- relájate, y toma tu capuchino, que se enfría.

T.K obedeció como un niño pequeño. Todavía estaba nervioso, pero la bebida caliente ayudaba a relajarle…por lo menos un poco.

 -Hablemos de algo que te sea agradable… ¿Hace cuanto que sales con ese chico castaño?

T.K tragó grueso ¿Hablar sobre su relación con Tai le calmaría? Nunca había hablado de ello con otra persona que no fuese Andy. Suspiró, creyendo que no le quedaba otra. Estaba obligado a seguir con aquella farsa.

-Desde enero, pronto cumpliremos los 6 meses- dijo, dibujando con su dedo un circulo en la mesa.

-Que bueno ¿Es el primer chico con el que sales?- preguntó Virginia con, para sorpresa de T.K, un genuino interés.

-Si… la primera persona en realidad.

-Ya veo, me alegro por ustedes- sonrió la pelinegro- T.K, espero que entiendas que esto no es nada personal- dijo, apoyando la mano sobre la del rubio.

T.K dio un respingo como si se le apareciera un fantasma de frente. El impulso le hizo intentar apartar la mano, pero Virginia se la presionó con fuerza contra la mesa.

-No quites tu mano- le dijo autoritariamente, pero sin deshacer su sonrisa- nos está viendo.

El blondo giró los ojos fugazmente hacía la banca. El pelirrojo respiraba profundamente y le veía fijo, mientras sus compañeros alrededor hablaban entre ellos, reían, e ignoraban la situación. Con la sensación quemante de aquellos ojos verdes sobre él, T.K tomó lo que quedaba de su capuchino sin saborearlo. Luego de un par de minutos más, Virginia, para su gran alivio, indicó que era el momento de irse, así que se levantaron de la mesa.

-Bueno, supongo que con esto basta- le dijo la chica, posicionándosele de frente- no te preocupes, él no te hará daño, parece malo, pero no es de esos, sabe que está recibiendo lo que se merece.

A T.K eso no le trajo ningún alivio. Si bien no sería golpeado por “meterse” en el medio de  esos dos, lo que estaba haciendo estaba mal. La incomodidad emanaba de sus poros, y no podía dejar de pensar que lo mejor que podría pasar en ese momento era que esa situación terminara de una vez.

-No sé si desearte suerte con tu objetivo- dijo el ojiazul, bajando la vista- de todas maneras, ya cumplí con el trato ¿No? Ahora borrarás esa foto… ¿Verdad?

El contacto de la mano de Virginia en su mejilla le estremeció como cuando le apoyó la mano sobre la suya. Sin que pudiera reaccionar, unos delgados labios se apoyaron con suavidad sobre los suyos, besándolo.

Los pulmones, el corazón, y el cerebro de T.K se detuvieron. Sin poder salir de ese shock, miró sin disimulo, y sin cambiar su cara de sorpresa, hacía la banca. Aquel pelirrojo estaba tan sorprendido como él; azotó su cigarrillo con furia en la acera, se cargó la mochila en la espalda y se alejó de allí, ante la confundida mirada de sus amigos, quienes nunca se enteraron de la escena que sucedía a pocos metros de ellos.

-Sí, el trato está hecho- dijo la peli azabache, con tranquila complacencia- borraré todas las fotos, quédate tranquilo- agregó mientras se daba media vuelta y comenzaba a caminar, acomodándose la mochila en la espalda- perdón de nuevo por esto, T.K.

T.K, enlentecido, apenas reaccionó tocándose los labios con los dedos, mientras veía como esa chica se alejaba, con su cabello negro siendo peinado por el viento.

-¿T.K? ¿Qué... fue eso?

Escuchó detrás suyo, en un hilo de voz tan entristecido que le asustó y afligió al mismo tiempo.

El propio susto le hizo darse media vuelta de inmediato. Era Tai.

Notas finales:

Hasta allí nomas. De nuevo con final abierto, lo sé. Juro que no es adrede jajaja.

Quiero avisar que a mitad de enero me iré de viaje por un mes aproximadamente, así que trataré de dejarles un capitulo (que esté aceptable) antes de partir. Que tengan un feliz año nuevo!!! hasta pronto, un abrazo.


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