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Love's Proof - 2min por 2min_nela

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Notas del fanfic:

hola!

uf bastante tiempo y me alegra muchisimo poder volver a escribir, y más aun por el cumple de Choi (soy flamer :v) xD

disfruten de la lectura!!!

pdt.: es el ultimo fic que publicaré en esta pagina por razones de seguridad y por todos los problemas por los que pasa la pagina, cerraré esta cuenta hasta este fin de año, es lo más probable. Les dejo el link donde tambien podran encontrar este fic y los anteriores que tenía los volveré a subir bajo el seudónimo de 2minsoul en Wattpad. Y nada, nos leemos allá, sean muy felices.

https://www.wattpad.com/user/2minsoul

https://www.wattpad.com/story/92847474-love%27s-proof

 ~*~Love’s Proof ~*~

Min Ho mira el contenido de aquella pequeña caja, una vez más. Y en su mente sabe lo que es, sabe lo que significa, lo que implica ese pedazo de metal, sólo que conscientemente cree no saberlo.

(Porque muy en el fondo si sabe lo que es.)

Vuelve a taparla y no puede evitar sonreír al ver ese nombre escrito en relieve y con escarcha encima, brillando, como una estrella, brillando alocadamente casi con desesperación para poder ser vista por sus ojos, sólo por los suyos.

Sin querer realmente acaricia los bordes de cada letra, lento y con una sonrisa bailando en sus labios, suspirando porque se siente atraído, atraído a ese magnetismo al que muchos cayeron, pero él se resistía, dudaba y se quedaba clavado en ese mismo lugar desde donde le miraba indeciso. Como siempre. Como desde hace mucho tiempo.

 

¿Bailamos?preguntaba él, mirándole decidido con unas copas encima. Estas en una fiesta Choi, se supone que te diviertas hablaba gracioso, arrastrando algunas palabras, delatando su estado etílico que disimulaba bien parado, mientras con gracia acomodaba su flequillo detrás de su oreja.

No recuerdo haber dicho que no ríe, se ríe de él y la expresión en su rostro.

La costumbre de ser siempre rechazado.

Juraría que vio un destello de tristeza en sus ojos, en todo su rostro, pero él volvía a sonreír como si nada. ¿De verdad le estaba haciendo pasar mal?

Pero hoy es hoy decía sonriendo de costado, un poco más coqueto que cuando estaba sin alcohol en la sangre. ¿Qué opinas Choi? no sabe si son sus ojos, o era que se sintió culpable. ¿Bailamos?

Una pieza.

Una pieza que a su lado le hizo sentir que duraría toda la noche. No podía negar que quiso decirle varias veces que ya era suficiente, pero su picardía, sus sonrisas y esos acercamientos y roces un poco desvergonzados le obligaban a morderse la lengua y continuar ahí, moviéndose y bebiendo mucha cerveza, junto a él.

No era como con su ex pareja y le dolía compararlo pero tampoco podía negar que de verdad después de meses y meses de asistir a fiestas sólo porque sus amigos insistían, casi sacándole de quicio, con eso de que debería divertirse, esta vez sí lo había disfrutado.  Y aunque quería negarlo el resto de los días, no pudo evitar pensar en que eso había sido distinto. Mucho.

De lejos se veía en una discoteca con él, nuevamente, tomándole de la cintura mientras bailaban, intentando rozar sus cuerpos, dejándose llevar. Esta vez fue iniciativa suya, Tae Min no tuvo que hacer nada, sólo sonreír y sonrojarse ante tal invitación, aceptar porque era algo que no era secreto para nadie, todos en la universidad sabían que estaba enamorado de Choi Min Ho.

No era que quería aprovecharse de él y sus sentimientos, era sólo que era un nuevo mundo para él; alcohol, bailes, fiestas, besos furtivos y toques indecentes que lo envolvían y él, definitivamente, no quería escapar.

¿Lee te gusta?preguntaba el de mirada felina, mirándole con cara de que sabía la respuesta y que no importaba si se negaba. Admítelo de una vez, todo el mundo habla de que los ven juntos más seguido, y hasta vas a fiestas a las que no te obligamos a ir lo último era un reclamo, obvio.

No lo sé mira los ojos incrédulos de su amigo y desvía la mirada para decir lo siguiente, no estaba seguro, pero la verdad era que tenía que contárselo a alguien. La verdad es que quisiera cogérmelo.

Y Ki Bum le mira como en shock. Era obvio que provocaría esa mirada. Después de todo él no era ese tipo de personas que cogían porque sí y porque era soltero y no había lio alguno en tomar lo que le era ofrecido. De ser así tendría una larga lista de cogidas furtivas en su historial. Sin contar que con su ex novia apenas lo habían hecho un par de veces.

De repente la recuerda, y su semblante cambia. Y Ki Bum lo nota.

Que te dejen no te da derecho a ser un hijo de puta.

Le ve ponerse de pie e irse con aires de molestia. Sabía que no debía confesarle aquellos deseos oscuros, pero le sirve, su enojo le sirve para reflexionar. Un poco.

Pocos segundos después un rodillazo en su espalda le sorprende. Era Ki Bum, muy molesto.

¡Si no sientes nada por él, hazle el favor de alejarte, deja de invitarle a salir, deja de ilusionarle! ¡Imbécil!

Sólo que a pesar de esas palabras no pudo evitar pensar en el muchacho Lee y su boca sabor a tabaco y alcohol embriagante. No pudo, menos pudo evitar invitarle a una fiesta de la universidad, de alguna carrera que ni sabía que existía, pero que era una excusa perfecta para estar rodeado de él, de su existencia.

Porque no estaba enamorándose, no. Él solo era un escape de esa relación frustrada por los padres de su ex novia, la que estaba viviendo más de medio año en algún lugar de China.

Mientras espera en la puerta de la discoteca, no puede evitar distraerse con su celular, específicamente con la aplicación esa que había dejado de visitar sólo para no ver lo que ella hacía en su nueva vida, porque tampoco se atrevía a borrarla, tal vez porque en el fondo aún habitaba una esperanza de que volvería y que no lo olvidaría así de fácil.

En realidad le costaba aceptar que ella había terminado con él, siendo más realista y en vez de tener una vida amargada por la distancia, por esa relación que terminaría desgastándose con el tiempo, le había dicho adiós. Y no era que no le doliera, le había visto llorar amares, ambos, en realidad, sin consuelo.

Abre la aplicación y ve que tiene cientos de notificaciones, se queda mirando solo la pantalla principal, porque no tiene que buscar, porque aunque ella le había eliminado, sus amigos habían comentado una de las fotos recientes que había subido; una en la que estaba junto a un muchacho, uno que le besaba la mejilla, y ambos sonreían.

Maldice el momento en el que decidió abrir la maldita página, porque estaba destruido. Ella no lo sabía, pero le había quebrado el corazón. Guarda el aparato y entra sin esperar a su invitado, entra y empieza a beber como jamás antes había imaginado. Beber por decepción, era tan ridículo, justo como él en ese instante en el que saca su celular y termina borrando esa cuenta, sin importarle que sea infantil, como si ese fuera el único medio por el cual las noticias llegaran. Era estúpido, sí, pero necesitaba sentirse seguro en ese momento.

Pide tragos realmente fuertes, no era la típica cerveza que había acostumbrado a beber junto a Tae Min, necesitaba algo que le hiciera olvidar esa horrible sensación, esas malditas ganas de llorar que lo sofocaban.

Min Ho.

Tae Min se sorprende al verlo en semejante estado. Primero se le había hecho extraño que no lo esperara afuera, peor aún que no contestara el teléfono, y ahora verlo ebrio y con cara de pena, hace que algo en su interior lata más deprisa, con más intensidad.

Lee, llegaste.

Min Ho se abraza a su cintura, como buscando consuelo, y él no le niega su cariño. Se queda ahí sin saber cuánto tiempo, cuando cree que tiene episodios de cordura se ve a sí mismo saliendo de la discoteca, caminando en dirección a una pequeña plaza, esa que tiene un bonito estanque en medio. Y no es que está flotando, son esas manos que lo sujetan y lo abrazan mientras avanza con torpeza.

El sueño lo inunda y él le tiende una hamburguesa, una que no sabe de dónde salió, pero que acepta porque él le dice que es mejor que se la coma para que los síntomas del alcohol disminuyan.

Le mira y es bonito, no está fumando ni tiene una cerveza entre sus dedos, tiene una hamburguesa igual de grande que la suya, le sonríe y le dice que coman, o al menos eso cree escuchar.

¿Por qué bebiste tanto? no usa tono de reclamo, pero en sus ojos ve preocupación. Ni siquiera me esperaste parece que le duele, sólo que jura que está alucinando, porque parece ser que por primera vez hablan y no sólo se divierten como si de ello dependieran sus vidas. ¿Es tu ex novia?

Eres un acosador uno bonito. Piensa divertido. Sabes todo de mí, ¿Acaso debería tomarte un examen?

Es que tú baja la mirada, y mira la laguna por un momento, uno efímero para volver a mirarle a los ojos. Me gustas.

Y el silencio se adueña del momento. Sabe que hiere al no decirle que le corresponde, pero no podía mentirle, y eso que pasaba en su interior no era amor, ni de cerca.

Sólo atina a acercarse y a sentarse, torpemente, entre sus piernas, apoyando su cabeza en el pecho de aquel muchacho que acababa de contarle sus sentimientos, buscando algo de calor, uno que siente al sentir sus brazos alrededor de su cuello.

Tal vez ella tuvo que irse para que yo pudiera llegar a tu vida.

Esa frase es lo único que recuerda tan claro, casi con el tono de su voz cerca de su oído, mientras le abrazaba.

Aquella noche Lee Tae Min no había bebido ni probado cigarro alguno, sólo se había dedicado a cuidarlo, porque lo recuerda, en la mayor parte de las imágenes, guiándole, sosteniéndole, y hasta recogiendo su flequillo cuando devolvía todo lo que había comido en plena avenida, en la madrugada, escuchando cada queja y cada ilusión quebrantada que hería su corazón.

La vergüenza había sido demasiada. Por nada volvería a verle a la cara. Aunque eso hizo que se alejara de sopetón, y le hiriera sin querer. Lo sabía al ver su rostro cada que le ignoraba o huía de él.

¿Cobarde? Definitivamente.

Le ve bajar la mirada, y le duele, le duele ser un imbécil cobarde que no podía simplemente decirle gracias, gracias por haberlo cuidado aquella noche, incluso por sus sentimientos.

Si no te importara no tendrías esa cara de mierda cuando Ki Bum se enojaba era así, le hablaba sin pelos en la lengua. Hazle un favor y hazte un favor, deja el maldito pasado atrás y deja de ser tan pendejo.

No siento nada por él, te lo dije, es sólo que provoca cosas en mi cuando bailamos sonaba imbécil, pero prefería ser sincero antes que intentar mentirle. Además ya no lo veo ese era el problema.

Al menos trátalo bien.

Le ve marcharse nuevamente con aires de molestia. Sabía que él podría soportarle cada estupidez, pero con el tema de Lee Tae Min parecía un poco sensible, se molestaba demasiado y esos últimos tiempos estuvieron distanciados, desde que empezó a salir con él.

Camina en dirección al área de sociales, era la facultad de Lee, ya era hora de dejar de ser un idiota, al menos debía agradecerle por todo, y no sólo alejarse como si repeliera sus sentimientos.

Le ve acompañado de Jin Ki, su mejor amigo, ese muchacho que le mira molesto, como si fuera a abalanzársele a golpearle, pero no se detiene. Sino era ese momento sabía que más adelante sería aún más cobarde y no iría a buscarle.

¿Lee, podemos hablar? y no puede evitar que algo se arrugue en su interior al ver su rostro sin expresión.

En este momento estoy ocupado.

Es tan cortante, y más aún cuando toma el brazo de Jin Ki y avanza con aires de molestia, igual que Ki Bum. Aunque en él podía notar algo más, algo de tristeza. Y no lo soporta, por la mierda que no soporta ser un hijo de puta sin quedar con alguna marca en su corazón, no podía simplemente dejarlo como si nada.

¡Lamento no haber venido antes! grita para que le escuche, sin importar que terceros más se le quedaran mirando curiosos. ¡Lee! vuelve a llamarle para que se detenga, y lo logra, cuando le ve girarse ve su cara de pena, sin fingir que aquello no le afectaba. No volveré a ser un idiota, al menos no contigo.

Le ve esbozar una ridícula sonrisa, como si no quisiera mostrarle su verdadero sentir. Sólo que cuando se acerca a él, este le gira el rostro, y no importa, no si al menos estaba ahí para escuchar lo que tenía que decirle.

¿Puedo verte esta tarde?

Te enviaré un mensaje para decirte la hora al fin le miraba, aun con algo de pena en sus ojos. Tengo trabajo grupal y no sé a qué hora termine.

Estaré esperando.

Le ve asentir y marcharse nuevamente. El mundo parecía volver a girar, porque cuando se fija a su alrededor las personas parecen sonreír y hasta reírse de él, murmurando lo que acababan de ver.

Siente calor en sus mejillas e intenta huir lo antes posible de ahí, obviamente les había dado mucho de lo que hablar. Pronto sentiría las orejas arder.

Sólo que durante la tarde no puede evitar estar tendido en su cama, mirando el celular, desbloqueándolo a cada segundo, esperando el dichoso mensaje que no llegaba, desesperándole. Hasta que el sol se escondió por completo y él empezaba a darse por vencido.

Lo había arruinado. Era más que obvio.

Baja a cenar.

Era su hermano que entró repentinamente a su habitación y volvía a desaparecer igual de rápido, diciéndole que la vida continuaba, incluso si Lee no le había escrito.

Mierda.

Escucha el ‘bip’ de mensaje y sin disimular su desespero desbloquea la pantalla y abre los mensajes, esperando a que fuera Lee y no algún mensaje tonto de Ki Bum. Y sonríe cuando ve ese nombre que estuvo esperando toda la tarde.

>>¿Te parece ir a cenar algo? Muero de hambre<<

Envía rápidamente una respuesta, escribe mucho más rápido que nunca antes en su vida. Le envía la dirección del lugar al que irían a cenar.

Coge una chaqueta y sale corriendo de su habitación. Ni siquiera se detiene a pensar que hace tiempo que no se sentía de esa manera, que no estaba yendo a divertirse a una discoteca, sino que a cenar con alguien por quien decía no sentir nada. Pero ahí estaba, saliendo apresurado despidiéndose sin decir a qué hora llegaría.

Hola saluda intentando esconder su ansiedad con una pequeña sonrisa. ¿Esperaste demasiado?

No, acabo de llegar sólo que él no sonríe bonito ni coqueto como cada ocasión, claro, antes de que fuera a alejarse e ignorarlo como si no valiera nada. ¿Entramos?

Y le duele, o eso cree. Su indiferencia, la emoción en sus mejillas que no se notan, porque casi podía ver arder esas mejillas cada que se veían, pero ahora era distinto.

Ey le sujeta del brazo decidido a pedir disculpas.  Lamento haberme comportado como un idiota, es sólo que estaba avergonzado de todo lo que hice esa noche su mirada sigue igual, porque sabe que él espera algo más, ¿Pero acaso era el lugar indicado para hablar de sus sentimientos? . Gracias por todo.

No fue nada.

Y aun le duele que él desvíe la mirada y entre al recinto de comida rápida sin esperarle siquiera. Dios qué estaba haciendo. Si no le correspondía debía dejarlo, no estar atormentándolo con su presencia de esa manera, pero tampoco podía dejar de ser tan egoísta, porque le agradaba su compañía.

Tal vez ella tuvo que irse para que yo pudiera llegar a tu vida.”

Aquella frase no se le olvida, no cuando estando delante de él mientras se devora esa hamburguesa doble, sin dirigirle la palabra, sin mirarle siquiera.

Le daba la razón, si ella jamás se hubiera marchado él jamás hubiera necesitado salir a una fiesta a distraerse según sus amigos, jamás habría aceptado una invitación de ese muchacho que siempre estuvo detrás de sus huesos. Lo sabía, todo el mundo lo sabía, no era un secreto para nadie, no si él andaba gritando lo que sentía a los cuatro vientos.

Cuando terminan y el silencio incomodo continúa, sale del recinto y afuera espera a que Lee salga de los lavabos, esperando poder solucionar aquello sin lastimarlo de verdad.

Creo que sólo se nos dan bien las fiestas su voz le sobresalta, más aun lo que dice. Debí rendirme hace tiempo, lamento que tuvieras que soportar mis constantes acosos después de todo en las fiestas no hablaban demasiado, sólo se dedicaban a beber a fumar y a bailar como desquiciados. No te sientas en deuda por lo de esa noche, creo que con esta invitación fue suficiente.

Siente su corazón estrujarse por cada palabra. De verdad le había utilizado de esa manera y él lo decía así como si fuera realmente un adulto capaz de manipular bien las emociones.

¿Quisiste venir aquí para probar que no somos más que diversión de un par de noches en las fiestas?

Él asiente y en su interior algo se remueve, casi le duele.

Yo y casi siente que se atraganta con sus palabras, pero debía decirlas o se arrepentiría, lo sabía. Creo que siento algo por ti las mejillas le arden y su rodilla tiembla, pero tenía que continuar. No pude dejar de pensar en ti todo este tiempo, y quisiera saber lo que es.

Sonaría más egoísta aun, pero tampoco podía negar que aquellas emociones estaban ahí, tampoco podía sólo decir que no sentía nada y era sólo calor, aunque de verdad lo quemaba, a un punto que no se siente capaz de describir.

No tienes que decir eso sólo porque te dije que me gustabas aunque ambos sabían que no era sólo eso, no era tan simple.

¿Y ya no es así?

Le ve bajar la mirada, intentando buscar una respuesta en el frío pavimento de la puerta de aquel recinto de comida rápida que solía ir a visitar de vez en cuando con sus amigos. Nunca había llevado a nadie más allí, porque era un lugar muy íntimo, donde solían contarse entre todos lo que les pasaba mientras comían un par de hamburguesas. Ni siquiera la había llevado a ella, porque no se llevaba bien con sus amigos, o es que jamás quiso formar parte de su grupo, ni de su vida, por eso no le costó decir adiós llegado el momento.

Eran demasiadas cosas y Tae Min estaba ahí, volviendo a mirarle serio, sin coquetería ni nada. Su rostro se veía magnifico, la verdad, pero preferiría verle sonreír. ¿Lo haría si le dijera que quería que fuera parte de su vida, y aunque no como su novio, tal vez como amigo?

Podríamos ser amigos propone con algo de nerviosismo, captando la atención de su menor; perdiéndose por milésimas en esos ojos que le preguntan si realmente es sincero. Si quieres, claro.

No quiero ser tu amigo su respuesta le golpea, casi siente que su corazón se detuvo. Sabes lo que quiero de ti.

Lo sabía y baja la mirada ante la curiosa mirada de una pareja de ancianos que salían del recinto. Casi se ríe de sí mismo, hablando de cosas tan serias e importantes en un lugar así.

Entonces salgamos, tengamos citas y conozcámonos así.

Porque algo en su interior no quería dejarlo ir, a pesar de que la vocecita de Ki Bum lo amenazaba en el fondo, de muerte, pero no le importa si podía seguir sintiéndose de esa forma a su alrededor.

¿Sería amor?

Porque era diferente, distinto a cuando estuvo con ella y creía que el universo giraba a su alrededor, que su vida y esas emociones sólo dependían de ella y su calidez.

Escucha una risa, corta, incluso puede ver una media sonrisa en sus labios, una mirada que le dice que sería capaz de eso y más. ¿Acaso estaba aprovechándose de él?

 

Su respuesta casi le quema, ese mismo instante lo puede sentir en sus labios. Aquella extraña relación de amigos con derechos había empezado y ya iban que terminaba el año y él aún no decidía lo que realmente sentía por Lee. Y en contra de cada predicción, incluso la suya propia, a pesar de ir a fiestas juntos jamás habían sobrepasado la línea. Y la verdad era que deseaba sobrepasarse con él, pero a pesar de lo encandilado que siempre estaba con él, alguien más en su interior le detenía, o tal vez eran esos ojos que le entregaban más, mucho más, quizá demasiado para sentir que se merecía tomarlo completo.

El sonido de mensajes de su celular lo despiertan de su ensimismamiento. Y cuando desbloquea la pantalla, nota cierta decepción al ver que no era un mensaje de Lee, sino que de su ex pareja.

>>Llegaré para celebrar tus cumpleaños.<<

Era el mismo mensaje, otra vez. El mismo que no contestó antes porque no sabía qué responder.

La quería nuevamente, su corazón idiota latía desesperado y angustiado, pero tampoco se le olvidan esas fotos que vio de ella con ese muchacho, menos se le olvida que ella le dijo tantas veces que debía crecer de una maldita vez y seguir adelante.

¿Y ahora, por qué volvía?

*

*

*

Tae Min suspira una vez más, no le gusta la forma en la que Jin Ki le mira, pero tampoco puede hacer nada para que cambie.

—Sabes que no necesariamente se quedará contigo después de que… —Tae Min baja la mirada, no tenía nada que decir para defenderse—. Tú sabes.

Jin Ki era testigo de cómo fue evolucionando esa relación, esas salidas de fiestas y tragos que pasaron a ser citas normales en las que le veía ir al cine, a almorzar, a cenar, como debía ser. Pero había algo más y era testigo de aquel sufrimiento mudo de su amigo, era esa ex novia que Choi no podía dejar atrás, esa a la que esperaba aún.

Tae Min ni siquiera se atreve a levantar la mirada, porque no quiere que su amigo vea sus ojos tristes, pero ya había tomado la decisión. Esa noche le daría la prueba de su amor, esperando que fuera suficiente para que la olvidara por completo.

No lo habían hablado, pero él sabía que Min Ho intentaba olvidarla, y desde que él le propuso salir todo había ido demasiado bien, parecía ser que él le tenía algo más que cariño, esos besos fogosos y esas caricias que repartía sobre su ropa sin propasarse, esos ojos que brillaban cuando terminaban de besarse, ese universo que era capaz de ver en su interior, esas largas charlas sin sentido que tenían cada día, ya sea juntos o por celular cuando era difícil por el tema de las tareas y trabajos en la universidad. Pero claro, todo lo bueno tiene un fin, y había llegado un buen día cuando ella le había enviado un mensaje.

Claro, Min Ho no tenía la menor idea de que él había visto entre sus mensajes aquella conversación extraña. Además de esa vieja conversación que había escuchado que tenía con Ki Bum, cuando le decía que sólo le quería para tener sexo. Aunque estúpido, pero la conclusión a la que llegaba por donde lo viera era que debía avanzar en su relación, a pesar que todavía no eran nada y solo tuvieran citas y tuvieran más derecho que cualquiera para besarse y obsequiarse caricias.

Esperaba no haberse enamorado solo, no haber caído en su propio juego de enamorarlo y al final caer en una piscina sin agua. Se confesaría nuevamente, esa noche.

Debía.

—Confía en mí, Jin Ki —pide mirándole al fin—. Sé que todo saldrá bien.

Su sonrisa de costado le anuncia que no le cree, pero que estará ahí para él en caso de una emergencia de corazón quebrantado, por última vez.

—Todo saldrá bien.

Al fin le escucha decir lo que tanto deseaba. Y le hace muy feliz, a pesar de que sabe que seguramente esa noche su corazón se estrellará contra un frío muro de posibilidades inexistentes que sólo nacían en su mente llena de ilusión.

Le agradece, por última vez, que le haya acompañado a comprar la ropa que utilizaría dentro de poco. Le celebraría su cumpleaños anticipadamente, quería ser el primero en felicitarle y entregarle su regalo, exactamente a las cero horas del 9 de diciembre. Quería que fuera especial.

Le había citado a las veintiún horas, aunque él, en esos días, no le dijo si estaría o no, sólo había silencio, incluso en su teléfono celular que no sonaba, y le carcomía la espera.

Quizá no iría.

Porque lo que le ofrecía era demasiado obvio.

Tal vez era una forma de rechazo. Tal vez no debía estar ahí esperando ya más de una hora, con la comida enfriándose y su corazón resquebrajándose.

*

*

*

Min Ho no sabe la hora a la que ella llegará, no sabe nada porque sólo repite que llegará, pero no dice nada más, y él tampoco pregunta. Tampoco le da muchas vueltas al asunto, porque ve pasar los minutos y no se siente lo suficientemente seguro de lo que siente, porque aunque le preocupe la llegada de Jin Ri, su ex novia, no podía evitar pensar en él, en sus sentimientos, en todo lo que habían pasado hasta ese momento.

No tenían ningún título, y no porque no le importara, y no estuviera seguro, era porque las veces que sin planearlo intentaba decirle lo que sentía, su lengua parecía atragantarse con sus palabras y sentimientos que le hacían sentirse un chiquillo enamorado.

Ella le movía el piso, sí, pero ya no tanto, era más cosa de su propia mente que casi se obligaba a decir en voz alta que la esperaría y que sus sentimientos no cambiarían. Era que ese único y eterno amor no era más que una novela mental que se negaba a dejarlo continuar. Sin embargo la realidad era diferente, porque no podía evitarlo y no podía negar que Lee Tae Min era un terremoto cada que lo veía y en su interior todo se mezclaba con sus sentimientos aún no dichos. Él era la prueba de que no todo era tan de cuento infantil, que no siempre el primer amor sería el único y verdadero.

Y ahora esa llave que sujeta entre sus dedos.

Esa tarjeta que le invita a ponerse cómodo en el apartamento ajeno, casi entregándosele.

Y la verdad es que deseaba pasar sus cumpleaños en su compañía, sólo que no así. Era extraño que le entregara la llave de su apartamento, con una tarjeta que decía cosas que él entendía, pero que no quería que sucediera de esa forma.

Cuando decide ir y se pone en sus mejores galas, el teléfono suena repentinamente, lo coge y su corazón se estruja al ver el remitente. Era ella.

¿Habría llegado ya?

—Jin Ri —casi es un susurro, no pensaba volver a escuchar su voz tan pronto, y menos en un momento tan importante—. Dime que es una broma.

Pero sólo escucha su suave risa, esa que termina y le pone los nervios de punta porque desea saber de qué se trata.

—Estoy en el aeropuerto, ¿Podrías venir por mí?

—Sí, claro que sí —y era maldita costumbre de estar disponible para ella siempre que lo necesitara o lo deseara—. Sólo no te muevas de allí.

Esa noche su hermano se había llevado el auto que ambos compartían, así que sale apresurado a encontrar algún taxi. Cuando llega apenas se da cuenta de lo que pasó en el transcurso, su mente ni siquiera estaba en blanco, tenía miles de imágenes mentales, pensamientos amorfos y torturantes de lo que vivía. Sólo que su cuerpo no se detiene a esperar a que él conscientemente tome alguna decisión, sólo hace lo que acostumbró hacer durante más de cinco años de relación con esa muchacha que ahora parecía volver a su vida.

Y no se contiene cuando la ve, no le importa verse desesperado y tan necesitado de su presencia. Cuando están a centímetros se abrazan como si no hubiera un mañana. La había extrañado demasiado, su risa, sus lágrimas, su toque delicado, sus labios pegados en su mejilla. Todo absolutamente.

Sólo que una caja pequeña metida en el bolsillo de su chaqueta, hace molesto el abrazo, y le recuerda a lo que iba antes de salir corriendo a esos brazos.

Ella le invita a tomar una taza de café, él accede, o eso cree. Y cuando ella habla y le cuenta sobre su nueva vida, insinuándole entre líneas que lo extrañaba, él no sabe cómo decirle adiós.

No termina de comprender que ella continúe hablando sobre los momentos hermosos que vivieron juntos, cuando fue ella misma quien le pidió que madurase y comprendiera que todo tenía un fin y que debían continuar.

¿Ahora?

¿Estarían avanzando o retrocediendo si es que decidían volver?

¿No sería tonto creer que tendrían un futuro cuando apenas se veían y ya no tenían nada de qué hablar por los chats?

¿Acaso ella no se daba cuenta de ello?

Porque él sí. No había nada que hacer, y aunque ya casi era media noche y estaba en la puerta de la casa de su ex novia, aunque ella le tome de la mano acercándose lentamente, como si quisiera besarle, él sólo puede pensar en no ser descortés, porque de verdad que no deseaba ya estar ahí.

Sólo para eso le había servido volver a verla. Ahora sabía que ya no era ella quien ocupaba su mente, menos su corazón.

—Debo irme —ella le mira sorprendida, aunque no demasiado, durante esas horas se había dado cuenta de lo que ocurría—. Saluda a tus padres por mí.

—Min Ho no te vayas —le sujeta de la mano y Min Ho ya no siente nada bajo el tacto de sus dedos—. Quédate.

En el pasado se habría sentido extasiado por semejante invitación, pero casi exactamente hacía un año que ella le había dicho que se marcharía y que eso no tenía solución. Y no era que fuera así realmente, no era que las relaciones a larga distancia no funcionaban; era algo que dependía de ambos, pero ella no quiso, ni siquiera le dio opción a decidir.

Quizá habría sido una prueba para su amor, para demostrar lo que realmente sentían y lo real que eso era, pero ella los había condenado desde el momento en que tomó la decisión por él.

—Jin Ri —se acerca a abrazarle nuevamente—. Lo siento —se aleja y le mira a los ojos, se conmueve al ver que casi derramaba lágrimas—. Pero alguien más me espera, y no quiero que crea que no me importa.

—Todo es mi culpa, si yo no te hubiera dicho que no funcionaría —sus lágrimas no la dejan continuar, porque casi se ahogaba en su arrepentimiento—. Él siempre estuvo detrás de ti y parece que cumplió sus deseos.

Ambos lo recordaban, en esos días en los que andaban juntos y Tae Min solía coquetear su novio sin miramientos, guiñándole el ojo, recogiéndose el cabello y sonriéndole casi con lujuria. Y a ella jamás le pareció relevante, porque era hombre, y creía que todo era un juego, porque hasta su novio solía sonreírle y guiñarle coqueto, mordiéndose el labio ante su coquetería.

¿Es que ella tuvo que marcharse para que esa relación se diera? ¿Acaso estuvo interfiriendo desde un inicio?

—Debo irme.

Ella recibe un beso en la frente y no puede hacer nada más que suspirar al verlo subir al taxi que aún esperaba al frente de su casa. ¿Así se habría sentido él cuando se fue sin mirar atrás?

Min Ho dicta la dirección y espera que no sea demasiado tarde. Coge su celular para revisar la hora y se da cuenta de que tenía una llamada perdida. Era él.

Ni siquiera quiere imaginar lo que estará pensando, porque durante ese tiempo se dio cuenta de que era un tanto celoso y algo paranoico. Imaginaba que volvía con ella y entristecía fácilmente.

—Llegamos.

Sale de sus pensamientos y cancela la carrera. No corre porque tiene miedo de lo que pudiera ocurrir, tal vez él lo dejaría, por dejarlo plantado.

No.

Cuando está parado delante de ese apartamento que Tae Min ocupaba junto a su hermano mayor, se detiene a pensar en la llave que estuvo sujetando entre sus dedos todo el tiempo. No quería creer que sólo era una insinuación más de aquellas cuando apenas se conocían y no eran más que un acto sin sentido, pero quería averiguar de lo que se trataba aquello.

Y, claro, esperaba que el hermano mayor de los Lee no estuviera. Le tenía algo de miedo por la forma en la que solía mirarle cada que iba a dejar a Tae Min por las noches cuando solían tener citas, la hora simplemente pasaba y ellos eran los únicos caminando por esas calles desérticas en plena madrugada.

Coge la llave y entra conteniendo la respiración, porque no sabía lo que pasaría.

Sólo que se encuentra con sus ojos tristes y algo sorprendidos, mirándole desde el sillón principal de la casa, cubierto con una cobija y vestido con su pijama.

—Creí que no vendrías.

Ni siquiera le saluda, sólo se sienta mirándose a sí mismo casi con reprobación. Era tonto.

—Lo lamento —se acerca un poco, y se detiene para lo próximo que diría, estaba inseguro, pero quería hacerlo—. Jin Ri llegó y tuve que ir a por ella al aeropuerto —ve su cara tornándose más triste aún que cuando llegó—. Yo…

Y se sorprende al verlo ponerse de pie con aires de molestia, enojado, cuando al fin ve tan cerca su rostro.

—Olvídala, Choi, por favor —y supo a lo que se refería con esa invitación y la llave de su apartamento, en realidad lo comprobó—. Yo te quiero y te lo quiero demostrar.

Y le gusta cómo se siente su beso, el choque desesperado de sus labios que profundizan aquello que les quita el aire, mientras él le sujeta de la cadera apegándolo más a su cuerpo, y Tae Min se sujetaba de su cuello y empezaba a jugar con su cabello.

Era un beso largo, lento y rápido, intenso y suave. Tan Lee Tae Min que le duele haberlo dejado esperando.

—No tenemos que hacerlo sólo para que la olvide —al fin rompe el beso y se lo dice, porque está más que seguro de lo que se trataba y no quería que Lee se entregase sólo por eso—. Quiero quedarme esta noche contigo, y pasar todo mi cumpleaños contigo porque me gustas demasiado—. Él pasa por muchas expresiones, y le gusta con la que se queda, porque sus ojos brillan tanto, porque tiene un bonita sonrisa en sus labios—. Porque te quiero y quiero que seas mi novio —se acerca a su oído—. Y quiero que lo hagamos porque ambos estamos enamorados, no porque sea una prueba de amor.

Tae Min sonríe y lo abraza con fuerza, besa sus cabellos y poco a poco avanza besando su rostro entero, hasta llegar a sus labios, besando esa bonita sonrisa que tanto quiso para sí mismo.

—Sí, sí quiero ser tu novio, siempre quise.

Y Min Ho siente que se quiebra ante tan bonitas palabras y esos besos que le confunden, a ver si estaba soñando con una relación tan bonita e intensa, o era él tan mágico que desde que lo vio entrar a su misma facultad sonriéndole coqueto lo había conquistado.

Tendrían que haber pasado de todo para llegar a ese momento.

Era, sin duda alguna, el regalo de cumpleaños más conmovedor que habría recibido jamás. Era Tae Min que se separaba y le arrastraba a la cocina, sentándolo en la banquita pequeña delante de la mesa mientras le miraba calentar la cena que había estado esperando por él, junto a una diminuta torta que escrito con dulce de leche decía ’26 años esperando por tu amor’.

—Feliz cumpleaños número 26 —dijo él acercándose a darle un beso, ya con todo el derecho de ser su novio y no sólo una cita más—. Aunque es el primero que festejamos juntos.

—Gracias.

Susurra besándole nuevamente, más que conmovido por la seguridad que él expelía acerca de su futuro juntos. Mientras Tae Min sabía que eso sucedería, él apenas descubría lo que el amor era a su lado.

Les quedaba tanto por vivir, le quedaba tanto por vivirle.

—Eres el regalo más bonito que haya tenido —le ve sonreír, y sin más objeciones por parte de su cerebro, al fin acepta todos aquellos sentimientos que existían en su interior, por él.

Tae Min agradece que él se hubiera dado cuenta de sus sentimientos, agradece que hacía un par de horas atrás creía que todo había terminado, en ese momento estuviera justo delante del inicio de la mejor parte de su vida. Porque en el fondo siempre lo supo, cuando Min Ho le sonreía y le guiñaba el ojo, cuando respondía a su coquetería, cuando sólo le miraba disimuladamente, cuando no importaba el mundo entero y esas miradas lo eran todo.

Y acababa de darse cuenta que no existía tal prueba de amor, que el sexo era sexo, y era una parte diminuta de todo ese sentimiento que no podía reducirse sólo a ello. Choi se lo había enseñado, y con cada beso obsequiado esa noche mientras veían un par de películas hasta ver salir el sol, aprendió un poco más del amor entre sus cálidos brazos.

—¿En serio tu hermano no vendrá?

Y Tae Min ríe divertido por esa cara llena de susto cuando estaban por entrar a su habitación.

—¿Eso te tenía tan tenso?

—Es de mala educación responder con otra pregunta Lee —se queja Min Ho sujetándole de la cintura, quemándose por dentro, deseándole demasiado. Pero tenía miedo de que eso fuera arruinado por el hermano mayor de los Lee que siempre le miraba como amenazándole—. No quiero morir antes de comerte entero.

Tae Min enrojece riendo avergonzado, al igual que Min Ho que teñía las mejillas de carmesí.

—Ni yo.

 

~*~FIN~*~

 

 

Notas finales:

<3


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