Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El Frio LLega a Tierras de Fuego por Jari_boo

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

La suave brisa golpea las carmesíes hojas de los, Ardens. Arboles de gran tamaño y grosor. Llegan a medir unos 30 metro de largo y unos 150 centímetros de ancho, sus hojas son largas y finas de color carmesí, son tan duras como la roca y ligeras como plumas, su tronco es de tono violeta y la madera que se extrae de este árbol es una de las más caras en todo Ander. En este valle hay unos 1000 ejemplares de Ardens. También hay árboles como: Los Seoj, que son arboles no muy altos, de hojas doradas y es completamente inútil para extraer madera. Los Yunelj, que crecen alrededor de otros árboles robando sus nutrientes, esto hasta que el árbol muere y en ese momento, los Yunelj, dan sus frutos que son de textura agria y su cascara está llena de púas filosas y punzantes. Hay unos cuantos Naj los cuales son más altos que los Ardens, sus hojas son de un hermoso color miel claro. En invierno es cuando salen sus flores de color celeste, las cuales brillan con la luz de la luna. En otoño y verano es la temporada en que da frutos, estos son conocidos como, Colras, o Frutos del amor ya que los aldeanos lo usan como afrodisiaco. Son de gran tamaño de un color azul zafiro, en su interior tiene un tono violeta y sus semillas son blancas, su sabor es suave y dulce. Los Colras también son usados en medicinas. Hay una gran cantidad de arboles incapaces de ser captados por el ojo humano en un solo vistazo. Hay árboles de todos los colores que se hayan podido imaginar alguna vez en su vida. Cada uno de estos árboles tiene su propia belleza al ser visto desde el cielo ya que para quien esta dentro de este valle es un laberinto sin salida visible y con bestias capaces de matar a un Argletiano con solo una mordida.

Entre tantos arboles camina un niño de no más de doce años. De cabello riso de tono negro intenso que cae por sus hombros llegando un poco más debajo de estos, ojos de tono azul celeste que brillan como dos luceros entre la recién llegada noche, su piel es tan pálida como un papel, su nariz es respingada, sus pestañas son largas y abundantes, tiene un poco de pecas y sus mejillas son levemente rosadas, sus labios son gruesos y rosados, y tiene un lunar debajo del ojo izquierdo. Lleva puesto un abrigo blanco con piel de oso polar en las aberturas de las mangas y la capucha, unas orejeras blancas, unos pantalones que hacen juego con el abrigo y unas botas de invierno de color blanco. De su cuello cuelga una andersita en forma de un pequeño dragón el cual carga entre sus alas una pequeña jalartina de color verde, ambas gemas penden de un trozo de cuerda de color negro.

El niño continúa su camino en pleno silencio. A medida que se adentra entre los árboles, mientras, la brisa anuncia la llegada de una tormenta de nieve.

Después de un largo rato caminando empieza a nevar. Los olgart a rugir y los sefarts empiezan a cantar, sin parar de agitar las alas mientras van de árbol en árbol en busca de refugio. El moreno continúa su camino sin inmutarse ante el fuerte clima. Mantiene un gesto indiferente, mientras, las bestias rujen y hacen otros ruidos.

A lo lejos se empieza a ver un camino cubierto de escarcha y pequeñas stamitas de color rojo. Todo un espectáculo ante el ojo esto gracias al contraste entre la blanca escarcha y el rojo sangre de las gemas que brillan con los rayos de luz lunar que entra entre las ramas de los arboles.

El pálido camina sobre las stamitas empezando a oír un fuerte aleteo, el cual se hace cada vez más fuerte. El indefenso niño mira hacia arriba en busca del dueño de tan imponente sonido. Al ver ante su rostro un apestoso y babeante hocico lleno de colmillos puntiagudos retrocede algo asustado cayendo al suelo.

— ¡Drang! ¿Qué pensabas hacer al escapar? No te imaginas lo preocupada que esta mamá desde que se entero de tu huida. — Del gran sabueso alado baja un joven de algunos dieciséis años. Bastante apuesto... de cabello rojo como la lava de un volcán, corto y alborotado, ojos de color esmeralda, nariz recta y larga, labios finos y rojizos, piel blanca como la nieve que cae, un cuerpo bien trabajado que demuestra ser el de un guerrero. En el lado izquierdo de su boca tiene un lunar justo en la parte superior. Viste similar a Drang solo que en color negro.

—Dratal... vete y déjame... Solo quiero estar lejos de ustedes, así que por favor déjame ser feliz. — Se reincorpora y sujeta su collar empezando a morder su labio conteniendo las ganas de llorar.

—Deja de actuar como un niño... sabes que tú debes mantenerte en Drantoy. — El fornido joven sujeta al menor del brazo y lo lanza al lomo de su Drakan.

»Volverás a casa y el verano volverá contigo pequeño dragón de fuego.

—El rey dragón podría hacer eso por si solo ¿No lo crees rey dragón?— Lo mira fijamente dejando más que claro el odio que siente hacia su hermano mayor.

— ¿Todo este drama es por eso? Yo no decidí nacer siendo el rey...— Es interrumpido.

—Tampoco pediste mi opinión sobre el que yo llevara tu carga. —Drang baja de la bestia y corre por el gran camino viendo a lo lejos una enorme luz.

—No te dejare llegar al Valle de Fuego. — Dice Dratal sujetando la negra cabellera, pero el menor en un intento de escape saca una daga de drata y corta su cabello dejando todo el que sujetaba el mayor atrás. Empieza a correr sin mirar atrás. Por su cabeza solo pasa la idea de llegar al final del camino.

La luz se ve cada vez más cerca. Las stamitas van tomando un tono rojo intenso a medida que se acorta el camino. El Drakan de Dratal se empieza a quedar sin fuerzas, mientras, que la piel de Dratal empieza a llenarse de escamas. En ese momento Drang se detiene y ve como su hermano retrocede.

—Drang, por favor vuelve a casa... todos podríamos morir sino regresas. —Por el pálido rostro del mayor cae una pequeña lágrima.

—Lo siento, pero no nací para estar atado a un palacio. —Susurra con lágrimas en su rostro y las mejillas más rojas de lo usual. Se da la vuelta y retoma el camino dejando a su hermano atrás. Entrando al Valle encontrándose con un gran desierto lleno de rocas, arena, árboles quemados y dragones.

El pequeño niño de ojos celestes sonríe al ver tantos dragones en un mismo lugar. El había visto dragones antes, pero nunca sin alguna cadena o hechizo anti fuego.

Sobre él sobrevuela un dragón de invierno de no más de centímetro y medio de largo con unas hermosas alas las cuales parecen estar hechas de copos de nieve pegados los unos con los otros. La sonrisa del pequeño príncipe no cabe en su rostro. Sus penas ya se han ido y todo lo que puede hacen en este momento es mirar a los dragones volar de un lado a otro arrojando fuego y hielo sin parar.

Empieza a caminar hacia un grupo de dragones escarlata los que continúan con su rito sin prestar atención al moreno como si este fuera de los suyos. Los orbes celestes se abrieron como platos al ver unos cinco huevos de color plata en medio de los dragones.

Uno de los huevos empieza a romperse y de este sale un pequeño dragón de color plata. El pequeño escamoso fija su mirada sobre Drang y en ese instante el pálido siente una especie de chispa en su interior. El pequeño dragón sufre un cambio en su piel la cual se vuelve blanca, y sus ojos amarillos cambian a un tono azul zafiro.

— ¿Qué ha sido eso?—Susurra enclenque sin dejar de mirar a la cría.

—Parece que te eligió como maestro pequeño dragón de fuego. — Se da la vuelta encontrándose con un anciano de cabello, cejas y barba canosa, piel pálida, ojos grises y cuerpo demacrado por la edad. El cual viste con una gran túnica de seda de ang de color marón.

— ¿A qué se refiere con maestro? Por cierto, ¿Quién es usted?— El anciano ríe como si se burlara del menor.

—Pensé que mandarían a alguien con algo más de experiencia. — vuelve a reír mientras se rasca la barba.

»Soy Bluegell, El dragón imitado o usurpador, tu decide como llamarme.

Los ojos del moreno se abren como platos y retrocede un poco.

—Usted es el rey que dejo que el reino se divida en dos mitades. Todo por robarle el trono a su gemelo quien al darse cuenta quemo todo el valle dejándolo convertido en esto que no es más que tierras de dragones. — El anciano se sorprende y deja salir una pequeña sonrisa.

—Soy ese mismo, y tus ojos me dicen que eres uno de los tataranietos de Redgell. ¿No se supone que tu hermano hizo lo mismo que yo? Usarte para quedarse con el trono que es tuyo. — El canoso se da la vuelta y levanta los brazos.

» Solo los verdaderos reyes pueden pisar estas tierras, es obvio que tu hermano es tan falso como Redgell.

Ríe mientras continua su camino hacia una pequeña abertura en el suelo.

—Sígueme y te enseñare a ser uno con tu nueva mascota, espero y seas un buen alumno Drang D'gell. — Drang algo nervioso sigue al anciano y el a su vez es seguido por el pequeño dragón, el cual camina hasta el pelinegro y escala por su ropa subiendo al hombro de este.

» ¿Ya tiene nombre? Debes darle uno. Es lo mejor créeme. Podría cambiarte sino le das uno.

—Dag, se llamara Dag... Dragón de vapor. — sonríe mientras el bebe dragón acaricia su mejilla con la cabeza y deja salir unos pequeños rugidos.

»Siempre quise uno propio, tenerlo es...

—Hermoso. — Dicen al unísono. En ese momento el anciano lo ve con un gesto amable y comprensivo.

—Lo que tú has deseado otros lo hemos deseado. Algunos más que otros, pero para los D'gell tener un dragón siempre ha sido una gran fantasía. — Al bajar unos cien escalones llegan a su destino. La recamara principal de una cueva que por su decoración parece haber sido el antiguo lugar de reposo de los D'gell. Hay antorchas por todos lados manteniendo el lugar bien iluminado. Los pilares son de bronce y las pinturas de dragones están por doquier. Hay una gran mesa redonda y pieles de fieras que dan vida al lugar. Al final de uno de los corredores se ven brillar unos huevos de Yukidogs.

—Usted no solo vive con dragones...— El anciano ríe y mira al menor.

—Ser el maestro de un dragón no te quieta la ambición D'gell. Todos aprendemos a domar otras bestias. Mira el ejemplo de tu hermano. Un Drakan es más salvaje que un dragón. —

—El usa magia con esa cosa. — Usa un tono despectivo al referirse al Drakan.

—No te agradan los perros alados, es muy curioso. A mí tampoco me gustan esos apestosos sacos de pulgas. — Ambos ríen al darse cuenta de lo mucho que tienen en común.

—Pensaba que era el único al que le caían mal esas falsas imitaciones de dragón. — El anciano sujeta un trocito de carne de Ager y se la da al dragón.

—Debes aprender a casar... sobre todo Agers ya que son la comida favorita de los bebes. — El moreno asiente.

—Ya se usar el arco y la flecha, también la lanza y espada así que no será muy difícil el casar. — El mayor se burla del menor y luego le mira fijamente.

—Los Agers viven bajo tierra, con ellos solo se usa magia. — Continúa riendo.

—Pero el carnicero no hace magia y...— es interrumpido por Bluegell.

—Eso no es más que carne de perro o gato. — vuelve a reír. —Los Agers solo viven en el valle, fue un regalo de Redgell, siempre recordare su sonrisa al maldecir a mi gente y sus tierras. — El decrepito anciano deja salir un suspiro y sonríe como si no le importara su pueblo.

Ya pasaban de las ocho de la noche por lo que a Drang le empezaba a dar sueño y hambre. Bluegell le había dado ropa que va un poco más con el clima del valle. El niño se visto con unos pantalones de seda de ang no muy ajustados de color celeste, una camiseta desmangada que le queda como una segunda piel hecha del mismo material en el mismo color, en los pies lleva unas Flajags que no son más que zapatos hechos de seda, algodón y un poco de cuero en la parte baja de los pies.

—Te queda como mandado a hacer. — Ríe y tose un poco.

— ¿Cómo supiste mi talla? ¿Y que antes estaba con los escarlata? Eres un viejo muy extraño. — Se da la vuelta mirando al anciano.

—Bueno Drang... hay cosas que se saben solo porque se saben. — Se da la vuelta y camina hasta la sala principal de la cueva.

»Por ahora comamos, luego cuando avancemos con tus estudios te haremos un digno heredero D'gell.

—No quiero ser un heredero D'gell. Solo quiero ser libre de conocer el mundo y sus maravillas. Hace unas horas ni siquiera sabía lo que era ser un maestro de dragones o lo que sea usted. Es más que obvio que deseo saber cómo tratar y cuidar a Dag, pero no es que me vaya a quedar aquí a esperar a otro como yo. — El anciano levanta una ceja y ríe con un tono burlesco mirando fijamente los orbes celestes del menor.

—A veces queremos algo, pero la vida o el destino nos da otra cosa. — Vuelve a reír y saca una pequeña cajita la cual le lanza al menor quien la atrapa y la abre mirando lo que yace en el interior de esta. Se encuentra con un hermoso anillo de plata el cual tiene una pequeña gema de color negro, esta gema es una Jaractita esculpida por los 13 ancianos de Angratf.

—Es un...— El anciano lo interrumpe.

—Es un condensador de energía natural. Mejor conocido como Majicang o magia de fuego. Lo necesitaras para matar a los Agers que casaremos mañana. Necesitaras usar Batuf así que practica la pronunciación de ese hechizo. — Sonríe y camina hacia la mesa redonda en la cual hay muchas comidas. Colras, Falts de chocolate, dulce de Anups, asado de Sefarts y carne de Agers a la plancha.

—Se ve exquisito. En Drantoy no me era permitido comer más que hojas de Seltups. Claro que en los banquetes a los cuales invitaban al rey y la reina Angra madre me dejaba probar un poco del alimento que más me atrajera. — Bluegell abre los ojos con mucha sorpresa y mira hacia el techo.

—Gracias al gran Angro jamás comerás hojas de Seltups, para ser sincero no comerás ninguna hoja mientras estés en este valle. Tu cuerpo requiere músculos no solo energía mágica. ¿En qué pensaba la loca de tu madre al alimentarte solo con ese potenciador? Por cierto, para seguridad de los dos no te pongas el anillo cuando yo no este. Podría ser peligroso con el poder que debes tener oculto tras una vida de comer eso. — Sonríe mirando al menor el cual solo mira los alimentos como si llevara un siglo sin probar bocado.

»Empecemos a comer, no quiero te desmayes. Luego ve a la cama pues mañana empezaremos muy temprano con el entrenamiento.

El menor sonrió empezando a servirse de todo un poco. Mordiendo un trozo de pechuga de Sefarts y cortando un poco de Ager para Dag.

Mientras tanto en Drantoy (Ciudad de dragones) el joven Dratal se encuentra frente a su madre. Una mujer esbelta, delgada y alta de cabello negro y largo hasta la espalda baja, ojos carmesís, piel pálida y labios carnosos. La mujer viste con un vestido de color esmeralda no muy ajustado, de mangas largas y en punta y saya entera con la figura de un dragón. En su cuello cuelga un collar de oro con una gema dorada en el centro.

—Madre... Drang llego a entrar al valle. — la mujer cierra los ojos y luego con gran enojo abofetea a su hijo con una brutal fuerza que lo hace caer al suelo.

—Mi pequeño esta en ese valle lleno de fieras donde el único ser con algo de conocimiento es un hombre que me odia y a toda mi familia. ¿Qué clase de rey serás si dejas que tu hermano menor se escape de tu castillo?— Se da la vuelta empezando a jugar con su Majicang.

»Busca la forma de comunicarte con Drang y si él no está aquí para la tercera luna dorada destruiré todo lo que queda de tu ciudad.

Se da la vuelta y mira a su hijo mayor quien muerde su labio inferior luego de incorporarse y rueda los ojos con rabia.

—No me amenaces o se me podría olvidar que eres mi madre y no me gustaría verte arder en la plaza. — suspira y se da la vuelta rascándose donde recibió la bofetada.

La mujer camina por el amplio corredor que lleva al salón real donde se detiene a ver el cuadro en el que están sus dos hijos cuando Drang aun era bebe y tenía el cabello de color celeste.

—Mi pequeño dragoncito de invierno, has crecido tanto que ya has dejado el nido y cambiado tus colores. — Deja salir una pequeña lágrima mientras acaricia el cuadro con nostalgia.

»Sé que eres fuerte, mamá te ama y te cuidara de todos los D'gell.

Dratal camina hacia las caballerizas con gran imponencia entrando al frio y oscuro lugar. Al llegar a la jaula de su Drakan. Abre la reja y lo saca montándose a su lomo sobrevolando la ciudad con rumbo a la capital del reino Angratf.

Al día siguiente Drang se despierta con un leve dolor de cabeza el cual desaparece dándole paso a una amplia sonrisa que se forma al ver a su pequeño Dag sobre su pecho.

—Vamos Dag, ya es hora de despertar, el día nos depara muchas cosas. — Acariciando la cabecita del reptil hace que este abra levemente sus ojitos azules y estire sus aun pequeñas alas con pereza. El pelinegro se pone de pie y coloca al bebe en la cama.

—Deberías dejarlo dormir, los bebes deben dormir unas dieciséis horas diarias. Son más activos por las noches. — El anciano observa al enclenque muchacho desde el marco de la puerta.

»Por cierto ¿Qué paso en tu cabello? Esta hecho un desastre.

El menor al escuchar esto toca su cabello y con la mano libre saca su daga empezando a cortar los mechones que aun están largos dejando su cabello por encima de los hombros para luego recogerlo en una pequeña cola dejando solo uno de los mechones delanteros fuera.

— ¿Te gustaba traerlo largo?— El menor asiente para luego restarle importancia levantando los hombros. El canoso ríe y luego se da la vuelta.

»Vamos, los Agers no esperaran todo el día. Lo primero que debes saber es que los hechizos como Batuf son muy complejos para principiantes como tú.

—Hare todo lo que esté a mi alcance para conseguir alimentar a Dag. — le mira con decisión y sonríe para antes de seguir al anciano mirar a Dag quien reposa sobre la cama nuevamente dormido.

Ambos salen de la cueva y caminan entre dragones y otros animales extraños como los Mongs, los Adatags, los Labeons y otros aun más extraños.

—Bien veamos si te mereces ese anillo. Póntelo. — Bluegell mira al menor detenidamente mientras este se coloca el anillo en el dedo anular. Cuando el anillo queda en su lugar la gema cambia a un azul claro, luego a un carmesí y termina en un tono violeta.

»Interesante... ni siquiera mi anillo tomo un color diferente a los colores tradicionales, azul o rojo. Tú eres especial Drang D'gell.

El moreno ve el anillo sin comprender nada. El anciano se acerca al menor y toca el anillo.

— ¿Por qué lo toca señor Bluegell?— el canoso le mira y con dos de sus dedos toca el pecho del menor.

—Tienes dos tipos de magia. No sé cómo es eso posible, pero tienes que aprender a usarlas por separado. El frio y el calor juntos solo son destrucción. — Le mira fijamente con evidente preocupación.

» ¿La reina Dracaria... ella sabía de esta anomalía en tu fuerza espiritual?

El muchacho niega sin saber a qué se refiere el anciano. Con algo de temor retrocede al ver como los ojos del anciano cambian a rojo intenso. En ese momento choca con un dragón el cual le lanza fuego. En ese instante los ojos de Drang se tornan del color de las llamas y detiene el fuego con su anillo el cual absorbe las llamas y cambia a un color carmesí.

—Con eso bastara, Keitlus. — El dragón retrocede y aleteando se aleja de Drang.

»Con esto es más que suficiente por un tiempo, debes aprender rápido a dividir ambas energías.

— ¿Usted le ordeno que me lanzara fuego?— Dice Drang sorprendido mirando al mayor con temor a su respuesta.

—Si lo hice, pero para que hicieras lo que hiciste. Si sabes lo que sucederá jamás actuaras por instinto. Eso me solía decir Redgell. — Ríe pareciendo un viejo loco ante los ojos de Drang, para después mover sus manos hacia la tierra y susurrar las palabras ¨Batuf¨ en ese momento de sus manos sale un rayo de color azul el cual entra a la tierra.

— ¿Ese es el Batuf?— El menor abre los ojos sin saber como hará algo como eso.

—Debes relajarte, decir las palabras en tu mente y canalizar la magia en tus manos, para que luego la magia fluya por tus dedos. Tu poder lo hará todo. — El anciano sonríe mientras de la tierra sale un animal con piel como piedra, largas y filosas garras, ojos entrecerrados y pequeños, nariz grande como la de un cerdo y orejas muy pequeñas.

»Esto es un Ager antes de desollar. La magia se encargara de buscarte uno solo debes lanzar el hechizo con el animal en mente.

— ¿Qué fue lo que le hizo? No veo sangre por ningún lado, pero parece estar muerto. — El canoso ríe para después mirarle con serenidad.

—Está congelado. Mi magia es de tipo frio, aunque el tener un dragón tipo fuego me brinda magia de dos tipos. — Drang le mira sorprendido e inicia a practicar el hechizo con mucho entusiasmo.

 

Notas finales:

Si les gusto por favor den dejen sus comentarios!!!!!!!!!!!!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).