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Verdad por Schala S

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Notas del fanfic:

Este fic es parte de una antología llamada Lo inexpresable, la cual no publico en esta página por tener contenidos de índole heterosexual en otras de sus entregas. 

Link: https://www.fanfiction.net/s/11620848/1/Lo-inexpresable

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VERDAD

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Nada como esto, nunca si de ellos se trata; nada como sentirse así, gritar así, unirse así, los dos formando uno, los dedos entrelazados con los dedos y los corazones latiendo a la par, el pecho de uno contra la espalda del otro. Cada vez que esto sucede, las caderas apretándose y las bocas bramando delirios, es como si un milagro se produjera, el de no limitar la unión de sus cuerpos a una mera sensación. Cuando hacen el amor así, no se sienten uno; lo son. Como cuando niños, lo son, y sin fusión alguna de por medio.

Son uno así, al amarse, aunque «amar» no sea un verbo que, en ninguna conjugación, los describa, pues para describir lo que les pasa haría falta inventar una palabra nueva y dotarla del significado único que su unión tiene. Haría falta un neologismo que sea capaz de tamaña empresa. Y no, no lo hay.

Cuando el sentir es tan poderoso, no hay palabra que lo englobe lo suficiente.

—¿Te gusta…?

—Sí…

Las caderas de quien da aceleran; quien recibe ahoga un grito contra la almohada. Los dedos del agente activo presionan con más fuerza los del agente pasivo de este encuentro en particular, el que los encuentra ejecutando estos roles y no otros, a diferencia de otras ocasiones, cuando los roles se invierten y el placer muta a uno muy distinto.

—No te contengas… ¡Grita!

—Trunks, pero…

Más violencia en la cadera de uno; más contención en la garganta del otro.

—Grita, carajo. Grita o te castigaré…

Risas de los dos mientras los dedos se aprietan de otra manera, ahora; mientras se estrechan con la ternura que también se conocen. A las risas las siguen suspiros, ceños fruncidos, reencuentro con la concentración requerida en tan delicado menester; las siguen la sinceridad de la garganta de quien recibe, que gime cuando percibe un ligero cambio de posición, cuando siente las manos del otro levantándolo a cada lado de la cadera. Abre los ojos en el mismo instante en que jadea el nombre que más ama en el mundo, su favorito:

—T-Trunks…

Abre más los ojos y observa la sombra en la pared, compuesta por dos cuerpos aun cuando exprese una unidad, como ellos, pues son uno y no dos.

Eso es lo que nunca nadie les entenderá.

—¡Ah…!

Caen al final y adoptan así la pose del principio, uno acostado sobre el otro en toda su extensión. Al regular las respiraciones es cuando se separan. Goten siente cómo el peso que lo cubre, también, lo abandona.

—Voy al baño —escucha decir a Trunks.

Sin moverse, Goten lo observa: desnudo, Trunks se marcha luchando contra el condón que intenta quitarse, algo para lo cual siempre ha sido torpe, desde que era un adolescente. Se va, y Goten siente cómo cae sobre su cabeza el peso de toda la maldita verdad: esto, este sentir que un neologismo para ser descripto con justicia requiere, es un espejismo. Ante los ojos del mundo, no se pertenecen.

Qué triste es pensarlo ahora que sus ojos sienten la realidad que lo contiene en lugar de limitarse a su otra mitad. Goten no soporta ver el cuarto y saber que éste es el lugar, el mismo maldito lugar, donde impera la mentira, pues por más que anhelen con el alma quedarse allí hasta el final, no, ¡nunca!, jamás sucederá, porque es tarde.

Porque lo han echado demasiado a perder. 

Trunks retorna a la cama. Le basta besar a Goten para saberlo:

—Tenemos hasta mañana por la tarde. ¿Para qué mierda te haces problema?

—¡Es que estoy harto, Trunks! ¡Harto! —De un violento ademán, Goten toma asiento en la cama. Trunks le dibuja espirales en la espalda con la punta de un dedo; cuando hace eso, Goten siente que se le burla—. ¡Hablo en serio! Diablos, quisiera volver el tiempo atrás, ¡¿entiendes?! Quisiera decirle a mi yo del pasado que no sea cobarde. ¡Por una puta vez en la vida, carajo! —Golpea con los puños el colchón, ruge de furia; los espirales crecen, se trazan con un pulso más fuerte—. ¡Quisiera estar contigo y que todos se vayan a la mismísima mierda!

Los espirales se detienen; el dedo no dibuja más.

—No hace falta que vuelvas al pasado, idiota —pronuncia la ronca voz de Trunks—. Es tan fácil como pedir el divorcio.

—¡Pero…! —Goten vuelve a golpear a cada lado del colchón. Desliza los ojos por el cuarto y la desesperación lo subyuga. ¡Cuán fácil suena y cuán difícil es! Firmar un papel, un simple papel, y afirmar que Trunks es aquel a quien ningún concepto que conozca puede definir.

Afirmar que Trunks es la única verdad que posee.

—No puedo, Trunks…

Y la mentira predomina, sin embargo.

Trunks se ríe.

—¿Por qué no puedes? —pregunta.

La calma que transmite la voz de su amante exaspera a Goten, quien responde sin pensar, a todo pulmón:

—¡Tengo un hijo, Trunks!

—Yo tengo dos —contraataca éste—. ¿Y?

—¡¿Te parece poco?! ¡¿Qué clase de padre eres, que tener dos hijos con Mai no te hace temblar el pulso ante esto?!

Trunks ríe de nuevo. Al último, como siempre. Goten golpea el colchón una vez más.

—¿Piensas que prefieren que siga casado con Mai y continúe peleando a los gritos con ella en vez de solucionar las cosas de la manera más madura? —dice Trunks, y Goten alucina—. Soy un padre que no subestima a sus hijos, eso soy: lo he hablado con ellos porque ellos mismos me sacaron el tema, tonto.

»Es lo mejor para todos.

Goten se cubre los ojos. Libera el aliento contenido y la culpa se le retuerce en el pecho.

—S-Siento haberte dicho eso, Trunks…

—Bah —dice éste—, entiendo que digas eso: no eres de pensar antes de abrir la bocota. ¡Si te conoceré, Son Goten…!

Sonríe justo a su lado, y Goten lo acompaña por un segundo. Cuando la sonrisa se borra, llega la pregunta que nada puede evadir:

—¿Y qué dirán cuando sepan que sus padres son… esto? ¿Qué dirán tus hijos? ¿Qué dirá el mío?

—No soy gay, Goten.

Quien ríe, al fin, es Goten.

—Llevamos en la cama por lo menos cinco horas y ahora no eres gay…

Trunks vuelve a reír al último.

—No se trata de que me calienten los tipos; se trata de ti, de que eres tú, ¿de acuerdo? ¡Te lo he explicado cientos de veces! Ninguno me gusta; me gustas tú. Y si les digo esto a mis hijos lo entenderán. Si los criamos bien, lo entenderán.

»Es tarde para arrepentimientos: cuando éramos adolescentes no quisimos dar rienda suelta a esto porque éramos demasiado inmaduros; ya no podemos cambiarlo. Nos casamos, tú con Pares, yo con Mai, y pensamos que podíamos dejarlo todo atrás. Y no, porque eventualmente no pudimos sostenerlo más.

—No… —farfulló Goten, anulado por la verdad.

—No me arrepiento de haber estado con Mai y sé que no te arrepientes de haber estado con Pares. Ni por ellas, ni mucho menos por nuestros hijos. ¡Jamás nos arrepentiríamos de ellos!

—Jamás.

—Entonces —continúa Trunks—, ya que es tarde para cambiar lo que ya pasó y no estamos arrepentidos de que las cosas hayan sido como fueron los últimos veinte años, pues si no hubieran sido como fueron quizá no hubiéramos vuelto a estar juntos tú y yo, es hora de admitir lo que nos pasa.

Goten negó con la cabeza.

—No entiendo, Trunks. ¿Y de qué va a servir ahora?

Escucha cómo Trunks suspira fastidiado, aún al lado de él.

—Aún tenemos mucha vida por delante, idiota. De eso serviría.

Se observan. Goten no tarda en abrazar a Trunks con todas sus fuerzas y liberar las lágrimas que le han humedecido los ojos durante el diálogo. Trunks lo palmea en la espalda casi con frialdad, pero no; Goten sabe que detrás del significado aparente se esconde el genuino. Ellos, dos adolescentes en el fondo, atados irremediablemente a su mitad aun cuando sean dos cuarentones que jamás han podido aceptarse por fuera de esas cuatro paredes que los encierran. Ninguna persona, mujer u hombre, les significa más de lo que el otro.

Son la verdad del otro y es hora de que lo reconozcan.

—Lo pensaré —susurra Goten contra la piel del torso desnudo de Trunks.

Éste lo besa en respuesta, en agradecimiento.

Juntos, enlazados, ya no tienen más por hacer, nada más que volver a decírselo: somos uno, somos lo mismo y esa es nuestra verdad.

Somos tanto que ninguna palabra, jamás, nos definirá.

Notas finales:

Espero les guste. ¡Gracias por leer! ♥


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