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In the Snow por MikitsuLee

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Notas del fanfic:

Originalmente publicado primero en WP

Notas del capitulo:

Espero lo disfruten.

Una vez más, los personajes no me pertenecen.

Cerca de siete meses y medio atrás, el pelirrojo y el peli lila habían sido sorprendidos con algo que deseaban, pero que no esperaban que ocurriera tan pronto.

Cerca de un año trascurrió desde que dieron el gran paso para unir completamente sus vidas.

Fue en secundaria cuando se conocieron. A partir de ese momento cierta fuerza enigmática casi les obligaba a estar juntos. Fueron muchos los problemas que se presentaron e impedían que algo sucediera. Al final los superaron. Se casaron.

Se casaron después de una tormenta en la familia Akashi. Se casaron después de una pequeña fractura en la generación milagrosa. Se casaron después de mucho orgullo.

Se casaron en el campo, en un pueblillo casi desconocido, con las personas más cercanas a ellos como invitados, pese a la no aprobación del  padre de Akashi que deseaba cuando menos, una gran fiesta para la boda de su hijo. Pero no. Se casaron de forma casi invisible, compartiendo el banquete con aquellos que habían compartido más de la mitad de sus vidas siendo sus amigos. Los pequeños hijos de Aomine con Kise y de Himuro con Izuki corrían por el campo mientras la bebé de Kuroko y Kagami dormía plácidamente en los brazos de su madre, con algunos meses encima.

La celebración había sido buena. Pese a que había sido “exclusiva”, claro que hubo alcohol, Aomine y Kagami terminaron haciendo  un gran espectáculo en la celebración al intentar bailar y cantar para los novios. Resulto gracioso, claro, porque ambos estaban ebrios y parecían los payasos. Aunque eso no les causo demasiada gracia a sus esposos. Mucho menos a Kuroko, que avecinaba una abstinencia para su marido tras el gran show.

Todo estaba registrado en las cintas de grabación de la boda. Un mes después de dicha celebración, los habían invitado nuevamente a ver todos juntos las mismas. Kagami no cabía en sí de la vergüenza.

Akashi Seijuro estuvo muy feliz de compartir nuevamente ese momento con ellos. Tras un largo rato de considerarse enemigos, le gustaba volverse a reunir y agregar personas a su lista de amigos. Le hacía aún más feliz ver a su esposo, Murasakibara, sonriendo.

Cinco meses después, los síntomas empezaron. Incontables ganas de comer. Antojos constantes. Mareos, vómitos, ascos. Cinco meses después de su boda se habían enterado que serían padres.

Murasakibara Atsushi recordaba todo completamente, pues él era el más preocupado con el estado de su pequeño emperador. Todo comenzó con un pastel de cereza que él le había cocinado.

-Aka-chin, mira. Es un regalo para ti

Le sonrió extensamente, de esas sonrisas que poco se ven en él. Akashi estaba leyendo el periódico cuando su esposo le sorprendió. Sutilmente deslizo una sonrisa para tomar el pequeño pastelillo.

-Luce delicioso.

Había dicho con la boca hecha agua de repente. Tomo el primer trozo para llevarlo a su boca y degustarlo con los ojos cerrados. Exquisito. Atsushi sonrió al ver aquella reacción. Después, nuevos bocados, un poco más grandes y desesperados. El gigante sabía que su pequeño no comía así, por ello, pareció haber sido normal que fuera rápidamente a vomitar después.

Llego a la conclusión de que algo pasaba cuando los vómitos se hicieron tan constantes que después de cada comida corría al baño. En la mente de Akashi había suposiciones. Kise lucia de la misma manera cuando esperaba a su hija. Y Kuroko también. Tuvo miedo de repente porque ese era un tema importante que no había tratado con su esposo.

-Aka-chin, ¿estás bien?

Cuestiono el peli lila acercándose a él después de que saliera del baño. Akashi asintió levemente, Murasakibara por supuesto que noto que su esposo se encontraba raro.

-Atsushi… ¿no crees que quizás… pase algo?

-¿Aka-chin se siente mal?

El mencionado negó de inmediato, su esposo ya le estaba abrazando intentando protegerlo de cualquier cosa que le estuviera aquejando.

-Me refiero, ¿no crees que esto es muy parecido a cuando Kise y Kuroko estaban…?

-¿Esperando un bebé?

La mirada de Murasakibara cambio por completo, y en vez de asustar a Akashi, le hizo sentir seguro. El brillo en los ojos del gigante le decían que todo estaba bien, que si esperaban un bebé en ese momento estaba bien porque los iban a proteger por sobre todas las cosas.

-Sí. Justo cuando esperaban un bebé.

-¡¿Aka-chin y yo esperamos un bebé?!

La emoción en la voz del gigante superaba a la emoción de encontrar su postre favorito en el refrigerador. Murasakibara le cargo en el aire haciendo que Akashi riera mientras se abrazaba de su cuello, expulsando cualquier temor de su ser.

-Es posible que esperemos un bebé.

-¡Quiero un bebé!

Akashi doblo su risa, pensando que no había una felicidad más grande que la de ver a su esposo emocionado por la llegada de un posible bebé.

Al día siguiente, ambos fueron a ver a un médico. Uno especialista en esa clase de casos, “hombres embarazados”. Fue algo incómodo ver ahí a alguien que no esperaban hacerlo. Takao Kazunari llego después de ellos, solo. Para el ojos de halcón también fue completamente incomodo tenerlos a lado.

-Buenas tardes… – había dicho con la voz temblorosa al tomar asiento.

-Buenas tardes, Kazunari. No espere encontrarte aquí – contesto el pelirrojo.

-Ni yo – confeso el otro con una ligera sonrisa.

Akashi le estudio por unos momentos. No se veía bien no solo por el hecho de encontrarlos ahí. Solo no se veía bien.

-¿Cómo se encuentra Shintaro?

La expresión en el azabache volvió a cambiar. Akashi comprobó sus sospechas.

-Él… bien, supongo. 

-Shintaro no sabe que estas aquí, ¿cierto?

Kazunari negó.

Su corta charla se interrumpió cuando el turno de Akashi llego. Se despidieron, de forma cordial. Murasakibara tomo la mano de su esposo dando un ligero apretón sonriéndole antes de entrar. Akashi, al ver esa sonrisa reconfortante, sonrió con la confianza que le provocaba el titán. Ingresaron al consultorio y tomaron asiento. Akashi expuso los síntomas que presentaba y sus sospechas, el medico solo ordeno una prueba de laboratorio cuyo resultaron rebelaron en una semana. Positivo. Akashi estaba esperando.

Murasakibara se había encargado de difundir la noticia con sus amigos y no tardaron e ir con ellos a felicitarlos. Takao fue el único que no se presentó con Midorima.

-¿Cómo se encuentra Kazunari? – cuestiono directamente, el peli verde cambio su expresión.

-Bien… supongo.

La misma respuesta. Akashi sabía que algo andaba mal pero decidió no involucrarse más por el momento.

Después de un par de meses, se enteraron de los problemas en la relación de esos dos, de una posible separación y de un posible embarazo. Asunto complicado.

El tiempo pasó, el vientre de Akashi creció al igual que el amor en su matrimonio. Y los antojos. Los incontables y raros antojos que Murasakibara no se cansaba de complacer. También, las hormonas. Hormonas que volvían inestable las emociones de Akashi, haciendo que varias veces el titán tuviera que tratarlo como a un niño mimado, aunque eso no le molestaba en lo más mínimo, a decir verdad, le encantaba. Nada mejor para el gigante que poder mal consentir a su emperador, dándole de comer postres en la boca, pellizcando sus mejillas sonrojadas, besándolo tiernamente con cada puchero, haciéndole cosquillas de vez en cuando para escuchar su risa.

El tiempo arrastro consigo diciembre, y con él, muchas inseguridad. Murasakibara no tenía idea de que regalarle a su esposo por su cumpleaños ni en navidad.

-Lo que sea que le regales, él lo amará – había dicho Himuro jugando con el pequeño Hideo al avioncito mientras trataba de darle de comer.

-Pero no sé qué regalarle a Aka-chin – volvía a decir el otro, frustrado.

-Veamos, puedes intentar con algo para el bebé.

-Es su cumpleaños, debe de ser un regalo para Aka-chin

-Pero lo puedes emplear también para Navidad. ¿Tienes una idea de que regalarle en Navidad?

El gigante volvió a negar frustrado. Se notaba en su mirada y en uno de sus puños.

-Tranquilo. ¿Por qué no salen de viaje a algún lugar cerca? Dado que falta poco para que nazca el bebé, no puede estar mucho de pie.

-¿De viaje a dónde? Lo que menos quiero es que este afuera, en la nieve, Muro-chin.

Himuro rio. Sabía que su amigo se preocupaba, más aun por ser el primer bebé que esperaban. Le dio un par de palmadas en el hombro.

-Está embarazado, no se va a morir si pasean un poco.

El titán continuo con esa mirada de “no estés bromeando”, pero al llegar a casa, lo considero. Su Aka-chin se encontraba sentado en uno de los sillones con una manta cubriéndole las piernas, acariciaba su vientre cariñosamente mientras leía un libro. Seijuro no había ido al trabajo cuando el bebé alcanzó los seis meses en su vientre, por lo que siempre que Atsushi regresaba del trabajo le veía de la misma forma desde entonces. El peli lila iba con él buscando sentarse detrás de él  para ser él quien acariciara su vientre sin interrumpir la lectura de su esposo, solo provocando que sonriera.

-Bienvenido a casa – le decía y Atsushi sonreía, besando su nuca mientras Seijuro se acomodaba mejor en su regazo – Hoy llegaste un poco antes.

-Muro-chin fue de visita – explico recargando la quijada en su hombro – Pensé en algo para el cumpleaños de Aka-chin.

Seijuro se tornaba curioso y miraba a su esposo, interrumpiendo su lectura.

-¿En qué pensaste, cariño?

Atsushi aun dudaba un poco de salir de viaje dado que estaba programado que el siguiente mes diera a luz. Aun así, pensó en lo que le había dicho su amigo. Quizás su esposo extrañaba salir, ya no lo había hecho, menos en su compañía.

-¿A Aka-chin le gustaría ver la nieve?

Seijuro después de un segundo sonrió asintiendo, abrazándose a su cuello.

-Me gustaría mucho, amor.

Atsushi sonrió de nuevo. Un par de días después organizaron las maletas para partir a Karuizawa en el distrito Kitasaku prefectura de Nagano. Había cerca unas cabañas cerca del monte Asama. La vista era espectacular con el lago congelado en medio de las cabañas. Llegaron ahí antes del cumpleaños de Akashi, justo un día, lo primero que hicieron fue disfrutar de la aguas termales, demasiado relajador para el pelirrojo, durmió plácidamente abrazado de su esposo.

Cuando despertó al día siguiente, un enorme pastel estaba frente a él y su amada pareja le cantaba feliz cumpleaños. Akashi rio y le abrazo fuertemente.

-Gracias, mi vida – le dijo en un suspiro mientras sonreía, Atsushi sonrió nuevamente.

-Solo quiero hacer feliz a Aka-chin.

-Siempre lo logras, amor.

En el día, salieron a caminar en la nieve, cruzaron el puente, vieron el paisaje, comieron el pastel y también los platillos favoritos del pelirrojo que Atsushi había pedido prepararan, por la noche nuevamente fueron a las aguas termales y regresaron a la habitación.

Akashi entonces comprobó que no era su imaginación, realmente comenzaba a dolerle debajo del vientre. Su esposo terminaba de vestirse mientras él permanecía sentado con una mano sobre este, respirando como el doctor le había dicho que lo hiciera cuando sintiera dolores. No pensó que las contracciones comenzarían pronto. Justo cuando su esposo regresaba, dejo escapar un pequeño grito, alarmando al titán por supuesto.

-Aka-chin, ¿duele? – Trato de regular el tono de su voz, no quería alarmarlo más por su voz – Aka-chin, dime donde duele

-Aquí – murmuro tocándose el vientre – Atsushi, ya viene… tenemos que ir al hospital.

Esa fue otra alarma para el titán. Lejos de su casa, no sabía en donde había un hospital. Pidió a las camareras que por favor, llamaran a una ambulancia y un par de ellas le ayudaron a sobrellevar la situación de su esposo.

-Su esposo estará bien – le había dicho una de ellas mientras le indicaba que secara el sudor de la frente de su esposo.

-El bebé no tenía que nacer hasta el próximo mes…

-El bebé también está bien – volvió a decirle, con una sonrisa – Ellos también saben cuándo es justo llegar al mundo.

Las palabras de la mujer dejaron un poco tranquilo al titán respecto al bebé, pero no respecto a su esposo que evidentemente necesitaba estar en un hospital. La labor de parto inicio y la ambulancia no llegaba aun, Atsushi tomo fuerte la mano de su esposo mientras este se esforzaba por pujar. Trataba de recordar todas las indicaciones de sus amigos cuando habían estado en la misma situación, sobre todo, de recordar la forma correcta de respirar.

-Aka-chin lo hace bien – le decía el titán aun sosteniéndole la mano, sin importar cuan fuerte llegara a apretar, le asustaba más los gritos de Akashi – Aka-chin de verdad lo está haciendo bien.

El pelirrojo continuo pujando con el impulso de las palabras de su esposo, sabiendo que no había otra forma de hacer que conocieran a su bebé si no esa. Empujo tanto como las mujeres le decían y tanto como su esposo le animaba. La recompensa estuvo envuelta en llanto y sudor. Poco después, cuando el pelirrojo clavo la vista en su gigante, descubrió las lágrimas en su rostro y no pudo evitar sonreír mientras lloraba más.

-Atsushi…

-Aka-chin, ¡nació nuestro bebé! – expresó completamente emocionado, abrazando a su esposo mientras las mujeres se encargaban de limpiarlo y cubrirlo.

-Sí… al fin tenemos a nuestro bebé – murmuro el pelirrojo llorando aún más.

-¡Muchísimas felicidades! Son padres de una hermosa niña.

Irrumpió una de las mujeres ya con la pequeña envuelta en algunas sabanas limpias, se la dio al padre que sonrió más feliz que nunca por poder conocer a su bebé al fin.

-Aka-chin, mira… es hermosa, Aka-chin. ¡Nuestra bebé es hermosa!

Murmuro acercándosela al pelirrojo, descubriendo unos gestos tiernos en la pequeña recién nacida que trataba de dejar de llorar. Su padre la meció para que se calmara, Akashi observo el gesto de su esposo sintiéndose más feliz que nunca al verlo de esa forma.

Jamás lo había visto tan feliz.

-Completamente hermosa – murmuró

Poco después, la ambulancia llegó, llevándose a la bebé y al pelirrojo para valorarlos. Ña pequeña había nacido cerca de la una de la mañana del día 21.

-Atsushi – había dicho su esposo mientras salían del hospital con la bebé en brazos del titán.

-¿Qué sucede, Aka-chin?

-Tatsuya me dijo algo.

El titán frunció el entrecejo.

-¿Qué fue lo que dijo Muro-chin?

-Que no sabías qué darme de obsequio en Navidad – el gigante formo una especie de puchero, más bien en berrinche porque su amigo le revelara tal cosa. Akashi soltó una risita, abrazándose a su cintura – No es necesario que me des nada.

-Pero…

-Recibí mi regalo unos días antes. Ambos lo hicimos.

Akashi miro a la bebé y después, Murasakibara lo hizo, sonriendo con él.

-Tienes razón. Fue el mejor regalo de navidad.

-Sí. Que Yukari llegara es el mejor regalo de navidad.

Dicho esto, Akashi se puso de puntitas para alcanzar a su gigante, Atsushi sonrió inclinándose a pasar un brazo por su cintura y besarlo tiernamente.

-El mejor regalo es tenerlos a ustedes dos.

Las mejillas del pelirrojo se encendieron como su cabello. Sonrieron entre si y regresaron a las cabañas, donde pasaron lo que quedaba del año disfrutando del nacimiento de su pequeña. Y de su amor, que era más fuerte ahora. 

Notas finales:

Gracias por su tiempo!


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