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Life por MikitsuLee

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Notas del capitulo:

Partes en cursiva, escenas pasadas. 

Al llegar, se encuentra en la sala, parece pensativo. El azabache al reparar en la presencia de su novio le sonríe.

— ¿Cómo te fue? – cuestiona haciendo espacio a un lado para tomar asiento.

—Pues… querían conseguirme novia.

Kazunari ríe entre dientes, Shintaro toma asiento a su lado. Sabe que luce raro, pero aguarda para preguntar.

— ¿Sí? ¿Una chica linda de piernas largas con la cabeza hueca?

—Nadie tiene la cabeza más hueca que tu – Kazunari ríe con más ánimo, se abraza a su novio y este le refugia en su pecho – Les dije que tengo pareja.

La sorpresa invade al azabache, alza la vista por completo incrédulo.

— ¿Le dijiste? – Shintaro asiente, una extensa sonrisa comienza a expandirse en Kazunari - ¡¿Enserio les dijiste?!

—Enserio. Quieren conocerte.

Kazunari se emociona aún más y se lanza sobre de él completamente feliz. Shintaro también lo está, ríe un poco.

— ¡¿Cuándo iremos?! Dios, ¡tengo que arreglarme, soy un desastre! ¡¿Sera pronto?!

—Lo acordaremos después, ¿sí?

Kazunari vuelve a asentir, siente tanta alegría que no cree caber en sí.

—Dime, ¿paso algo? Te veías algo serio cuando llegue.

—Ahora ya no pasa nada. Mis padres… querían saber cuándo me casaría. Pero, será pronto, ¿no, Shin-chan?

De repente, el rostro de Shintaro esta desencajado. Ve su reflejo en los ojos de halcón de su azabache y también la descongetura.

—No hemos hablado de matrimonio.

El rostro de Kazunari se descompone ahora más que el de Shintaro, se aleja un poco para seguir observándolo.

— ¿Qué?

—No hemos hablado sobre el matrimonio, Takao. No deseo casarme en este momento.

Kazunari frunce el entrecejo cruzándose de brazos, confundido.

— ¿Qué?

—No creo estar preparado para ello, Takao.

—Estamos viviendo juntos desde hace un año, Shin-chan. Es como si ya estuviéramos casados. Es que… ¿No me amas? ¿Es eso?

Shintaro niega.

—Claro que te amo.

—Entonces, ¿por qué no te quieres casar?

—No me siento listo para eso….

— ¿Por qué…?

—Listo para enlazar mi vida a la de una persona por siempre, no me siento listo, estar en la rutina por siempre. Quiero viajar, seguir trabajando, seguir subiendo hasta donde más pueda… ¿Cómo podría hacer eso si me caso ahora? Es demasiada responsabilidad, aun no puedo con eso.

Kazunari escucha cada una de las palabras sintiéndose desmoronar en cada nueva oración. Comienza a doler.

—Shin-chan, yo quiero casarme contigo…

— ¡Pero yo no! Es este momento no.

Eso es lo que más le duele a Kazunari. Se limpia rápido los ojos y toma aire.

—Siempre estoy dispuesto a esperar. No importa el tiempo… Shin-chan, esperare una eternidad si quieres hasta que te sientas listo y…

—No, Takao. No puedo pensar si quiera en eso.

Kazunari se desmorona y comienza a llorar sin poder evitarlo. Duele. Comienza a doler mucho. Shintaro observa sus lágrimas, claro que se siente responsable, pero no se siente capaz de poder consolarlo con las cosas que acaba de decir.

—Shin-chan… yo siempre he esperado… puedo esperar más…

El corazón del peliverde comienza a doler también. Se acerca para abrazarlo. Kazunari le abraza por la cintura y se aferra a él. No había llorado así desde que estudiaban, sabe que lo ha herido profundamente.

—Lo siento… – susurra, Kazunari sigue llorando – No esperes… no creo poder…

—Shin-chan… si me amas, ¿por qué no puedes? … puedo seguir esperando… Y si no es en esta vida, esperare otra… Shin-chan, quiero casarme contigo…

Las palabras hieren a ambos, Shintaro deja escapar unas cuantas lágrimas también, nada comparado al mar que derrama Kazunari, no lo suelta, se aferra a él, le ruega.

—Déjame pensar… – susurra al final el peliverde besando su frente – Déjame pensar, por favor…

Kazunari niega abrazándose más a él. Le es imposible pensar en una vida donde su amado Shin-chan no este, pero al final asiente. Aguarda en la sala mientras Shintaro hace un par de maletas, lo suficiente para regresar a su departamento de soltero y pensar. Quiere hacerlo bien, con calma, con el temor de que Kazunari en la espera, lo olvide. Kazunari no es capaz de mirarlo con las maletas hechas, sigue llorando cuando sale de la habitación. Todo comienza a ser tan frio en ese lugar.

—Te amo, Shin-chan, recuerda eso, por favor.

Le dice entre lágrimas, Shintaro le abraza con fuerza, con tanta que teme no poder despegarse después. Pero tiene que pensar. Porque ama a Takao, pero ama su carrera y quiere seguir avanzando.

—Te amo, Bakao.

Le dice en un susurro sobre sus labios antes de besarlo sin prisa. No tiene prisa de ir a su antiguo departamento vacío. Después, se separan a regañadientes, y Shintaro desaparece tras la puerta con unas cuantas de sus cosas.

Kazunari vuelve a llorar”

La primera impresión que tuvieron los padres de Shintaro sobre Kazunari fue justo como la de él al momento de conocerlo: un completo desastre. Hubo intensión de ser formal y se lo reconocían, vistió un traje y corbata negro, peino un poco sus cabellos, mientras a su lado Shintaro lucia impecable tan solo con una camisa azul cielo y pantalón caqui. Se presentan de manera formal, la hermana de Shintaro luce un poco decepcionada, realmente esperó que el chico fuera divertido, parece una copia con la mitad de amargura de su hermano.

— ¿Tienes hermanos? – cuestiona la madre de su novio, Takao entonces asiente con efusividad. La hermana de Shintaro no despega la vista de él, comenzando a cambiar su expresión de aburrimiento.

—Una hermana. Creo que tiene la edad de Eri-chan – la sonrisa emanada después le hace entender a Eri por qué su hermano se ha fijado en él.

Hay un toque de rebeldía en esa sonrisa.

— ¿De verdad? ¿Comenzará la preparatoria? – dice la chica, Takao vuelve a asentir con la cuchara en la boca, simulando un niño pequeño que degusta helado.

—Hará examen para Shutoku.

— ¡Al igual que yo!

— ¡Mi hermana no creerá que la hermana de Shin-chan también lo hará!

De repente, parece que dos engranes encajan. Kazunari y Eri entablan conversación, cada vez más animados. Es entonces cuando los padres de Shintaro confirmar sus sospechas, es completamente lo opuesto de su hijo y eso le hace sumamente feliz. Kazunari aun con toda las contrariedades entorno a su hijo, demuestra hacer la diferencia. Shintaro sonríe más. Su madre se ve sorprendida por el cambio causado en su hijo a raíz de esa relación. Su padre también lo nota y está satisfecho.

Mientras buscan un vino que degustar, su padre pretende hablar seriamente con su hijo. Le ha hecho saber que se casará, que quiere hacerlo con Kazunari. La noticia es tan repentina como el saber que su hijo no llevaría una chica a la casa, sino un chico. Busca las palabras adecuadas para decir, el peliverde está ocupado buscando la cristalería.

— ¿Estás seguro? – Cuestiona directo, mirándolo con la misma firmeza con que él dijo sobre su relación y su hijo corresponde esa mirada con la misma firmeza – Sabes que el matrimonio es algo sumamente serio.

—Lo sé – afirma sin expresión.

— ¿Has considerado todos los cambios que conllevara en tu vida?

—He vivido bajo el mismo techo con Takao cerca de dos años. Lo conozco. Sé sus manías, sus costumbres, sus defectos. Un tercio de mi vida ha estado dedicado a su persona.

Su padre se sorprende tras la declaración. Pensó, por un momento, que podría ser un capricho solamente, pero tras tales palabras comprende que no. Estudia nuevamente a su hijo, se da cuenta de que no hay vacilación. Suspira. No puede decir más.

—Les deseo un largo y feliz matrimonio.

Pese a la oración y gesto lleno de buenos deseos, Shintaro entiende que su padre aun continuo sopesándolo. Entonces, le mira fijamente.

—Sé que no lo esperabas. Realmente, lamento no darte nietos, ni que mi vida no esté ligado a una mujer que te cocine cuando visites nuestra casa. Sé que la idea de que no tenga hijos, es lo que más te afecta… pero por favor, acepta a Takao con todo, con sus carencias y virtudes, ¿sí?

Su padre escucha atento. Shintaro parece una personas madura de lo que alguna vez pensó. Sonríe y deja que vaya primero, es cierto, aun lo sopesa. Mira al chico que es la pareja de su hijo, y el magnetismo de sus ojos le hace entender por qué su hijo se enamoró de él. ¿Quién dice que dos personas idénticas están destinadas? Defectos que se compensen con el otro, de esa forma se miran Shintaro y Kazunari.

La idea del vino es planeado por Shintaro. Al hacer el brindis, pide la palabra posicionándose frente a su pareja que esta divertido de verlo más serio que de costumbre. Kazunari no se imagina que en realidad son nervios.

—Deseo ofrecer el brindis por la persona más descuidada y cabeza hueca de todas.

— ¡Shin-chan! – se queja el azabache, la hermana del peliverde ríe.

—Sé agradecido, ahora te estoy prestando toda mi atención – las palabras vuelven un hueco el estómago del azabache, por alguna razón, siente mariposas – Bien. Quiero que el brindis sea por el atolondrado que siempre estuvo tras de mi todo el tiempo, en secundaria, preparatoria, universidad y ahora en el trabajo, un bobo, pero persistente guardia. Takao Kazunari, frente a mi familia quiero decirte que Oha Asa ha dicho que eres mi Ítem de la suerte. Por toda la vida.

Kazunari se siente sumergido en un sueño, Shintaro que había permanecido todo el tiempo con una mano tras su espalda, la pone enfrente de él ofreciéndole un anillo sencillo con pequeños brillantes. Kazunari no se da cuenta de que comienza a llorar, se limpia los ojos rápido para lanzarse contra su novio. Escucha los aplausos de la familia que ahora es suya, su cuñada grita de emoción.

—Shin-chan idiota – solloza contra su pecho, Shintaro le observa con una sonrisa dulce y apenas notoria, besa sus cabellos con las manos en su cintura.

— ¿Aceptaras o no? De no ser así, viviré en la mala suerte toda mi vida

Kazunari ríe un poco, su risa se mezcla con sus sollozos, deja un suave golpecito en el pecho de su novio y le mira tan feliz que piensa deshacerse.

— ¡Pues claro que sí! Como no querer casarme contigo – lo vuelve a abrazar.

Las felicitaciones comienzan después. Kazunari se siente con más vida que antes, siente que ya pertenece a esa casa y desea con todas sus fuerzas que el futuro con su Shin-chan sea todo lo que imagino, todas las cosas que deseaba.

Esta vez, él no llegaría a una casa donde la cena estuviera lista por su amada esposa, ni habría quizás niños que añoraran sus brazos. Él se pelearía todos los días en la cocina por cocinar algo agradable, su Shin-chan llegaría agotado buscando de primero café. Y él estaría siempre listo atendiendo cada una de sus necesidades. Dos horas después, él se marcharía al hospital y lo vería por la mañana, en el cambio de turno. Iba a ser difícil, pero había esperado demasiado por ello. Podía seguir esperando el tiempo necesario.

“La reunión con la generación milagrosa resulto estar llenar de sorpresas. Aunque el contacto no había desaparecido, Shintaro tampoco espero esos resultados.

En primera; Aomine no jugaba más en Estados Unidos, en la NBA, había dejado de jugar cuando se encontraba en su máximo apogeo. El resultado, ahora trabaja en la estación de policía. Otra de las sorpresas había sido el propio Kagami quien había compartido territorio norteamericano con el moreno aunque en otro equipo, al igual que con Himuro. Él no jugaba más, se dedicaba a ser bombero los siete días de la semana. La razón del porque estaba en esa reunión era muy fácil: era la pareja de Kuroko, el inexpresivo peli celeste pequeño que término siendo profesor en un jardín de niños.  Cómo había sucedido eso, había sido curioso.

Resultaba que la llama entre Kise y Aomine se volvió a encender en cuanto al subir a un avión, el piloto resulto ser ni nada más que el rubio teñido, como le decía el moreno. Tras un par de citas, revivió el amor de preparatoria. Aomine decidió entonces no jugar más para regresar a Japón. No se habían casado aun, el moreno no pensaba pedirlo. Él era así.

En cuanto a Kagami y Kuroko, al saber que el pelirrojo se iría, el peli celeste solo se enfocó en su área de estudio e inmediatamente había encontrado empleo como educador, su currículo estaba lleno además de recomendaciones por parte de los padres para quienes había trabajado de niñera. ¿Cómo se habían hecho pareja? Era un misterio.

Murasakibara que parecía ser siempre un holgazán ahora era dueño de una propia pastelería, era chef. Una enorme sorpresa cuando Shintaro pensó que solo se dedicaba a devorar. Lo único que se veía venir, era sobre Akashi, el ex capitán. Si, se hacía cargo de algunas cosas en la empresa de su padre, aun no tenía el poder absoluto, y seguía jugando shogi. La sorpresa surgió al saber que se casaría con Murasakibara y en realidad, por ello habían organizado esa reunión. Era una fiesta de celebración por su compromiso.

La otra sorpresa fue la suya. Llegar con Kazunari causó furor. Kise estaba emocionado, no era como si ellos dos se llevaran mal, de hecho, juntos era un dolor de cabeza.

— ¡Midorimacchi! ¡Takaocchi! ¡Que sorpresa verlos juntos!

— ¡Se-chan! – Grito igual de animado Kazunari, Shintaro a su lado intento no poner los ojos en blanco – ¿Por qué debería ser raro? ¡Si estamos comprometidos!

La declaración lanzada casi en grito hizo que todos enfocaran la vista en ellos.

— ¿Ah? ¿Te has comprometido, Midorima? – cuestiono Aomine, a quien la sorpresa solo estaba en los ojos, pues no se había movido de su lugar como si no le interesará.

— ¡Que emoción! – grito Kise – Aominecchi, ¿Cuándo vamos a casarnos nosotros?

—Otra vez con eso, Kise. Ya te dije.

El rubio formo suaves pucheros, Aomine parecía estresado con el tema. Shintaro pensó un momento en que así lucia, seguramente, tiempo atrás, cuando no quería casarse tampoco.

—Que sorpresa, Shintaro – dijo al final el anfitrión, apareciendo en las escaleras de la mansión.

Kazunari y Seijuro jamás habían simpatizado. Era como el oscuro pasado de Shintaro. Su primer amor. La persona que no superaba pese a los desplantes. Ambos se observaron, el ambiente comenzó a tensarse.

—Digo lo mismo, Akashi. No pensé que nos juntarías para anunciar tu boda.

El ambiente comienza a volverse tenso de nuevo. Murasakibara le mira con un malvavisco en la boca. Nunca se han llevado de maravilla. Kuroko solo observa, sabe que si ambos se casaran con personas diferentes de lo que esperaban en secundaria, es que deben de haberse superado, lo desea, porque de otra manera el conflicto se hará mayor.

Sin embargo, Akashi sonríe y todo vuelve a cambiar.

— ¿No es magnífico? Luces mejor que antes. Kazunari realmente te hace feliz.

Shintaro no sabe que responder por un segundo. Después sonríe. Kagami que solo ha visto una sola vez esa sonrisa, ahora se siente bien también, pensaba que tendría que separar al gigante y al miope si se avecinaba una pelea.

—Digo lo mismo. Murasakibara te hace feliz. Bakao también lo hace.

Kazunari que mira a su prometido, sonríe también.

No hay nada que temer.”

Kazunari no sabe cómo se siente. Esta feliz, pero también triste y frustrado. Shintaro sigue en el quirófano, ayudando a su camarada en el parto de Akashi. Kazunari no sabía que eso podía pasar, que un hombre podía procrear al igual que una mujer, exactamente de la misma manera, y aunque no lo entiende, espera a que su novio le explique. De alguna manera se siente vacío, y ese vacío hace que derrame lágrimas por algo que no entiende, pero desea.

Frente a él, el nervioso padre se pasea de un lado a otro sin dejar de comer golosinas. Kuroko también espera, al igual que Kise, no es raro que ellos también se encuentren ahí, exceptuando a Murasakibara, los tres están interesados en lo que pasa con el pequeño pelirrojo por una sencilla razón; desean exactamente lo mismo.

Después de un rato que se extiende a una eternidad para el titán, el médico de Akashi sale seguido de Shintaro. El rostro del peliverde demuestra confusión, pero las noticias son buenas. Murasakibara y Akashi son padres de una niña.

Kise es el primero en celebrar, Kuroko exhala, tranquilo. Murasakibara está más impaciente porque quiere conocer a su hija, y aunque Kazunari también esta alegre, no puede evitar sentir algo de tristeza. Shintaro lo nota. Kazunari no trabaja ese día en su turno, pide permiso de faltar y su prometido se queda con él en la cama. No tiene ganas de nada. Tampoco quiso conocer a la niña, sabe que su esposo si lo hizo. Su mente se llena de ideas tontas que lo lastiman aún más.

—No has comido absolutamente nada – le dice el peliverde, Kazunari se encoge más entre las sabanas.

—No tengo hambre.

El peliverde aguarda un momento, antes de proseguir.

— ¿Quieres que te diga lo que vi? – Kazunari no dice nada, solo asiente – Akashi parece ser un poco diferente al resto de los varones. Mi compañero lo explico rápido. Hay chicos que tienen cierta condición que les permite ser fértiles, dijo que son llamados donceles. A Akashi le tuvieron que practicar una cesárea, de otra manera, no era posible que el bebé naciera.

— ¿Cómo supo que era doncel?

Shintaro sabe en qué dirección va la conversación. Vuelve a pasar el brazo por su cintura acoplando su cuerpo al del azabache para formar una cuchara, dejando al final un beso en sus cabellos.

—Se dio cuenta cuando los síntomas de un embarazo comenzaron – Kazunari se encoge más, un par de lágrimas escurren.

—Shin-chan, quiero un bebé – susurra en un sollozo.

Shintaro lo atrae más a su cuerpo intentando consolarlo. Sabía que eso era posible, que su pareja se deprimiera tras ver lo sucedido: Akashi dando a luz. Cierra los ojos suspirando.

—Pediré al doctor de Akashi que te revise, ¿sí?

Kazunari se da la vuelta para quedar frente a su prometido, asiente con los ojos cristalizados y al final se aferra a él, dejando salir lo que se había guardado. Shintaro lo abraza, consuela con caricias en la espalda y apapacha, no desea ver a su pareja sufrir, lo odia por sobre todas las cosas.

Recuerda la plática con su padre, sobre darle nietos. Pensó que era imposible, pero tras ver lo sucedido con Akashi tiene esperanza. Y también desea un bebé.

Kazunari, sin embargo, sigue divagando, le sonríe a su prometido, pero Shintaro sabe que algo sigue mal. Y es de esa manera. El azabache sigue pensando y pensando. Sabe de qué su prometido en su momento sintió algo por Akashi, sabe que tuvo mucha esperanza con él, y sabe que ahora lo ama, que su presente solo es él, pero sigue pensando, en que quizás Shintaro estaría feliz de tener un bebé, un bebé que quizás no pueda darle. Pero Akashi sí. Esa idea le inunda siempre. Shintaro solo le observa buscando la manera de que le diga lo que siente, pero también sabe que todo mejorara el día que acudan con su compañero para que lo revisen. Tiene miedo. Si no es capaz de tener hijos, sabe cuán desmoronado se encontrara. No quiere pensar la simple idea, le duele y dolería mucho si eso pasa. Quiere tener un bebé con él.

Shintaro siente algo de celos de ver a Murasakibara. En los últimos días en que va a visitarlo, no puede evitar pensar en que una familia con Kazunari seria incluso mejor que la familia de sus amigos. Al darse cuenta de sus celos, niega. Debe sentir felicidad por ellos, y aunque la siente en el fondo, no puede evitar envidiar el hecho de que ellos tengan un bebé y él con Takao no.

“Dos años después de pedirle matrimonio, al fin Shintaro y Kazunari deciden casarse. Atsushi y Seijuro lo han hecho tiempo antes, un año y medio antes que ellos, poco después de que su hija, Yukari, naciera. Kazunari está muy feliz, puede usar el traje blanco que tanto imagino que usaría tiempo atrás, cuando Shintaro había cortado sus ilusiones. Pero justo en ese momento, lo usa y porta con orgullo porque se casará con el hombre que ama más que a nada.

Por otro lado, Shintaro esta tan serio que en vez de casarse, parece que va a firmar su sentencia de muerte. Kagami ríe al verlo de esa forma. Aomine, tras ver de esa forma a su amigo, se dicta que entonces el matrimonio no es tan magnifico como Murasakibara le hace querer ver. No quiere casarse.

—Tranquilo, Mine-chin – le dice Atsushi, con la segunda paleta de maivo en la boca – No pienses mucho. Así hice cuando yo me cansé

— ¿Eh?

—Estuve todo el tiempo pensando en dulces. Solo hasta cuando fue el momento de responder, hablé.

Shintaro no es capaz de comprender del todo ese consejo tan extraño.

Sin embargo, llega la hora de que el novio llegue y no aparece. Shintaro espera frente al juez con Daiki y Atsushi como testigos, pero Kazunari no aparece por ningún lado, al igual que Ryota y Tetsuya.

—Esto es raro – dice Kagami al no ver tampoco a su pareja.

— ¿Ah? ¿Te dejaron plantado?

Dice Daiki, Shintaro no presta atención. Después, aparece Seijuro, un poco alarmado.

—Kazunari se desmayó – dice mirando fijamente al peliverde – Volvió el estómago, se puso pálido y después se desmayó.

— ¿Dónde?

Shintaro pide que lo lleve con su pareja. Seijuro accede, evidentemente preocupado. Kazunari está recostado en uno de los sillones del registro civil, Tetsuya le sostiene la cabeza, Ryota le acerca algodón con alcohol para hacer que reaccione. Shintaro observa detenidamente su rostro, esta pálido, casi transparente. Se acerca para tomarle de la mano y revisar su pulso.

—Shin-chan… estoy bien – susurra débilmente, parece haber regresado en sí.

—Dios, Takao, ¡me vas a matar!

Expresa su prometido, más que preocupado. Kazunari sonríe levemente y poco a poco se sienta de nuevo en el sillón.

—Ah, que terrible. Por qué tenía que enfermar justo el día de mi boda. Soy un desastre.

— ¿Realmente te sientes bien? Podemos esperar a mañana…

— ¡De ninguna manera! Ya estamos aquí.

Kazunari observa a su prometido, el aire se le va de nuevo al reparar en lo ceñido de su camisa y en lo bien que luce en smoking.

—Ah, pero que desastre – vuelve a exclamar – El novio no puede ver a la novia antes de la boda, es de mala suerte.

— ¡No eres  mujer, Bakao!

Tetsuya y Ryota que aún están en el lugar, ríen entre dientes. Seijuro a sus espaldas, sonríe de forma fraterna. Kazunari sigue siendo el desastre de la preparatoria, pero hace feliz a su amigo. Y eso es perfecto.

—En ese caso, dense prisa. No lleguen tarde a su propia boda.

Dice el pelirrojo, los novios asienten. Kazunari se pone de pie con ayuda de su novio y caminan hacia la sala donde el juez espera, la familia de los está ahí, sus hermanas parecen llevarse bien. Shintaro piensa que lucen con ellos, aunque un poco más locas. Eri es más parecida a Kazunari que a él mismo.

El par no se imaginaba que eso era solo el principio de muchas escenas parecidas.

El mensaje de que lo que más deseaban, estaba por llegar.”


 Gracias 

Notas finales:

Gracias por leer!!


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