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Vivir y existir son dos cosas distintas. por Amaidesu

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Notas del capitulo:

Perdonen la tardanza pero estaba realmente agotada. En fin, explicación abajo.

Nuevo cap. Espero les guste.

-¿Crees que… me podrías perdonar? Debí ser más considerado contigo, tú eres una buena persona y me gustaría que siguieras conmigo.

-¿Te sientes a gusto conmigo? ¿Es eso lo que quieres decir?

-Sí.

-Ya veo…

-¿Entonces me perdonas?

-Claro que sí.

 

-¡Naruto, apúrate o nos iremos sin ti!

-¡Espérenme! Bueno, Sasuke, ya me tengo que ir.

-¿Vamos al paradero?

-No, yo voy con mis amigos.

-No te entiendo. ¿Acaso no me has perdonado?

-Claro que sí. Lo he pensado bien, no tiene sentido seguir a tu lado; después de todo, la única razón por la que me acerqué a ti fue porque tenía la esperanza de que me vieras como algo más que una amistad.

-Pero eso no pasará…

-Exacto. Y es por eso mismo que no me volveré a juntar contigo. Adiós.

 

Dolido, herido, frustrado, no sabía cuál de esas palabras describía mejor lo que experimentaba en ese momento. Tal vez fueran todas, tal vez ninguna.

Qué impredecible era la vida; se fio de que Naruto con solo oír su perdón volvería junto a él.

 

Volvió cabizbajo a su casa, no cenó aquella noche, no tenía hambre. Tendido en su cama, repetía en su mente la misma frase; una y otra y otra vez.

 

“No tiene sentido seguir a tu lado”

 

Nuevamente se encontraba en aquella intersección; al principio de sus recuerdos, más allá de las puertas. Miraba el pasaje oscuro que se abría ante él, llamándolo con su negrura, con su amargura, con su dolor.

 

-Ego sum te maximus timor, Sasuke.*1

-Min chásete tin elpída.*2

 

Rápidamente volvió al pasadizo de sus memorias. Aún desde tan lejos podía oír sus voces.

 

Yo no temo a nada. Y no tengo nada que perder.

 

Caminó entre las puertas sin prestar atención en los colores que estos emitían. Dudaba de si era conveniente ver lo que ocultaban sus memorias.

Mientras caminaba hacia las puertas sin luz, entre las puertas encontró a una de luz amarilla. La observó un momento y luego llevó su mano a la manija.

Las puertas de luz amarilla y verde eran las que más escaseaban. Eran contadas las puertas con esas luces y justo en ese momento tenía una frente a él. Giró la manija para entrar en su recuerdo.

 

Era un bello día; un Sasuke de seis años paseaba alrededor de un lago. Buscaba algo con la mirada, no apartaba su vista de aquel lago. Sus padres le llamaron pero él los ignoró, seguía observando, esperando.

Finalmente apareció. Un pez de bonitos colores. Rojo, blanco y naranja, sus aletas acompañando su paso lento en el agua y su cola moviéndose lentamente y de forma graciosa para darse el impulso.

Simple, así era, pero qué más importaba. Muchas de las cosas más bellas son simples.

El pez seguía nadando sin pensar en lo pequeño que era comparado con el niño que le observaba fascinado.

 

-Sería maravilloso ser un pez. No tendría que preocuparme por nada.

Sí… Es una pena que no sea posible.

 

Domingo.

4:20 am.

 

Despertó plácidamente, lo que era extraño. Solo se acomodó en la cama. Miraba su habitación de ida y vuelta, como buscando algo. Cerró los ojos para tratar de dormir pero no lo lograba. Finalmente, como rindiéndose ante lo inevitable, se levantó.

Tomó su laptop, conectó el USB y al instante aparecieron siete carpetas. Entró de una en una hasta llegar a su objetivo.

Z > Archivos > Songs > Autores > A > Nueva carpeta.

Dentro de aquella carpeta había un documento de Word guardado. Tenía el nombre que la PC introdujo automáticamente. Docx1.

Abrió el documento y la pantalla se puso blanca. No había nada escrito.

El cursor parpadeaba intermitente al inicio de la hoja en blanco.

 

-Una oración sería fácil de escribir; no, no lo es. Quizá una palabra, una simple palabra; no, es peligroso. Una letra, eso no significaría nada; no, si comienzas con una letra no querrás detenerte.

 

Alzó ambas manos y escribió dos palabras. Ante sus ojos, esas dos palaras significaban la más pura verdad, una verdad dolorosa y esquiva pero real.

 

Apagó la máquina y guardó su USB; volvió a su cama aunque el sol ya estuviera iluminando el cielo. Cuánto tiempo se pasó mirando la pantalla. ¿Minutos? ¿Un par de horas? El tiempo le evadía, la realidad parecía querer hacer lo mismo.

Finalmente se durmió. Lo más probable era que su madre le despertara después. Qué más daba, tendría que despertar en algún momento.

 

-No. Ya hace mucho que desperté.

 

Ese domingo fue plácido, silencioso. La vida no puede ser tan cruel, tal vez fuera un descanso por todo lo que le dio.

Sus padres y hermanos se fueron a visitar a unos familiares que estaban de paso por la ciudad.

Tal vez, en algún momento, le dijeron que les acompañara pero, como también hablaba dormido, lo más probable es que les dijera que no quería ir.

En fin, algo bueno resultó de su salida.

 

Despertó al mediodía y comió algo para el hambre. Ya después, cuando supo que todos habían salido, subió a su cuarto.

Ver la TV no le parecía entretenido, así que tomó su laptop y buscó una página donde ver Dr. House. Le faltaba ver la última temporada y esa era una buena oportunidad para acabarla.

Encontró una página con una melodía peculiar. Tenía como fondo musical un piano que tocaba un sonido dulce y suave. Fue entonces que miró en dirección a su armario, en la parte superior.

Estaba algo empolvada pero aun servía. Cogió el sucio estuche y sacó la guitarra.

 

La melodía de aquella página le gustó mucho así que decidió entonarla.

No practicar desde hace meses más la melodía, que era compleja, no ayudaba mucho. Se pasó toda la tarde tratando de sacarla hasta que lo logró ya entrada la noche. Tal vez no sonara idéntica pero estaba conforme a lo logrado.

 

Guardó la guitarra y la laptop. Era alrededor de las siete de la noche pero se sentía cansado, quería dormir.

Echado en su cama y mirando al techo mantenía en su mente la melodía del piano. Siempre quiso aprender a tocarlo pero no pudo. No tenía con qué practicar.

De repente se acordó de Sasori. No asistió en toda la semana. Le restó importancia, tendría sus motivos para faltar.

Al día siguiente, quisiera o no, tendría que ver a Naruto. Lo cierto era que había algo que no cuadraba. “No tiene sentido seguir a tu lado” eso había dicho pero…

 

-No tiene sentido. Por más que le guste, él no se acercaría solo para… Bueno, eso. Las personas como él se conforman con estar cerca del ser querido. Me disculpé, eso debió ser suficiente para que todo volviera a ser como antes… Tonto, el juego te saldrá de cabeza.

 

En su rostro, una sonrisa y en su mente, una forma de devolverle el golpe a Naruto. Cerró los ojos para dormir, mañana le enseñaría a Naruto que nadie le ganaba en esos juegos.

 

Lunes.

7:53 am

 

A diferencia de otras ocasiones, ese día sí tenía ganas de levantarse e incluso, de ir a la academia. Desayunó con calma, pensando en qué hacer cuando llegase a la academia. Al terminar volvió a su cuarto; tenía una idea general de qué hacer, solo faltaba pulirla.

Buscó encuestas con los libros más leídos por chicas y encontró que la diferencia entre los puestos de los libros no era tan marcada; para asegurarse leería todos los libros que allí se exhibían.

Descargaría los libros en pdf para leerlos, sin embargo, no lo haría en ese momento. Tenía que ir a la academia temprano, debía encontrar a la indicada.

 

Partió de su casa animado. Normalmente era él quién creaba esos juegos y las personas en las que los ponía en práctica jamás se daban cuenta de nada. Ahora era a él a quien le hacían la jugada. Era su terreno, jugaba en casa. Le mostraría lo lejos que está de él, y no solo eso. También le mostraría lo que era el verdadero arrepentimiento.

 

Llegó e inmediatamente se dirigió a la biblioteca. Puso frente a sí su celular para ver la hora y su libro.

De forma esporádica, intercalaba su lectura con una mirada general del aula. Era algo rápido, no se debía notar que estaba buscando a nadie.

Finalmente la encontró. Y era perfecta.

Cabellos rubios y ojos celestes; la versión femenina de Naruto.

La chica le estaba mirando y cuando Sasuke le devolvió el gesto, esta se sonrojó y apartó sus ojos de él. Sucedió lo mismo en otras cinco ocasiones más.

Vio en su celular que ya era hora de entrar a clases. Se levantó en dirección a la puerta para salir, estaba en el umbral y era el momento. 

Se dio un tropiezo y calló de rodillas. De inmediato algunos alumnos, los que estaban más cerca, se le acercaron para ver cómo estaba. Y entre esas personas estaba la chica de los ojos azules.

Se levantó con pesadez, todos los estudiantes se alejaron al ver que estaba bien, menos la chica. Ahora solo debía actuar un poco. Era un cliché pero podía usar el clásico “Amor a primera vista”. Primero nervioso luego distraído y para finalizar vulnerable.

 

-¿Estás bien? ¿No te hiciste daño?

-Sí, eh, digo, no. Estoy bien.

-Te llamas Sasuke ¿Cierto?

-Cómo sabes mi nombre.

-Estamos en el mismo salón. Todos en el salón saben tu nombre.

-¿Cómo?

-Primero vayamos al salón. No le hablas a nadie y pareciera que tu cabeza anda en otro lado porque no tomas apuntes.

-Ya veo…

-Me llamo Ino, un gusto.

-…También me da gusto. Tus ojos son muy bonitos…

-Gracias. ¿Nos sentamos juntos?

-No.

-¿Por qué?

-No, lo siento. Por favor, no te me acerques.

-Qué te pasa. ¿Estás bien?

-Por favor, deja de mirarme.

-Tal vez debas ir a la enfermería.

-No es nada de eso. Lo siento, es que tus ojos son… tus ojos son…

-Son como los de la persona que quieres.

-Yo no quiero a nadie. A nadie.

-Seamos amigos. Ten, si necesitas ayuda o cualquier cosa, llámame. Estar solo nunca es bueno.

-Lo siento.

-Tranquilo, todo está bien.

 

Ambos entraron al salón, cada uno por su lado y con pensamientos distintos. Mientras la rubia pensaba que tenía oportunidad de ganarse al Uchiha, Sasuke pensaba que la suerte estaba de su lado. El mismo salón, apariencia física similar, todo era perfecto. Solo faltaba la cereza, era momento de darle al rubio la señal de que se podía acercar.

Milagrosamente, Sasori sí apareció ese día. Le hizo una seña para que no sentara a su lado y, en un pedazo de papel, anotó su número. Se lo hizo llegar a la hora del receso. Y fue el momento justo.

A la hora del receso todo el mundo se relajaba. Salían, jugaban, hacían cualquier cosa. Los nuevos amigos de Naruto no era excepción. Estaban haciendo bulla, tal vez contándose algún chisme. Sasuke decidió salir a paso lento, presentía que debía hacerlo así.

Entre tanto empujón, uno de los chicos se acercó a Naruto saltando y le dio un beso en la mejilla. Naruto solo lo alejó riendo, siguiendo el juego. Sin embargo, dio una mirada rápida hacía él.

Como siempre, su presentimiento se cumplió. Había volteado en el momento perfecto y cuando volteó a verle le mostró el dolor en un gesto. Los ojos ligeramente llorosos, los labios entreabiertos y su paso rápido para salir del lugar.

Naruto era de los que se sentían fatal cuando hacían sufrir a alguien.

 

-Y solo es el principio. Esta vez sí te romperé.

 

Salió y se fue a un aula de estudio. No debía volver, probablemente Naruto querría ver cómo estaba. La intriga debía durar hasta el día siguiente.

Llegó la salida, entró rápidamente al salón para sacar sus cosas y, de la misma manera, se fue de la academia.

Ya en el carro un número desconocido apareció en su celular, contestó. Como esperaba, era Sasori. Quedaron para verse en casa del pelirrojo a las diez de la mañana. Ambos querían hacerse preguntas y no ser interrumpidos.

Llegó a su casa, su familia se encontraba tal y como antes. Viendo la TV, conversando. La rutina volvió a su estado natural.

Subió a su habitación después de comer. Entró a su Facebook para buscar a la rubia de la biblioteca. Sabía que los alumnos de la academia estaban unidos a un grupo de estudios, él mismo lo estaba. Entre la lista de miembros debía de haber alguna Ino, solo debía encontrarla.

La situación se pintaba cada vez más prometedora. Naruto e Ino eran amigos. Indagó en la información de la rubia, sus gustos entre otros.

Ya eran las diez de la noche, se iría a dormir. Cogió su celular y le puso los audífonos, escucharía música hasta quedarse dormido.

 

En medio de la negrura de ese pasadizo, avanzó a paso ciego. Sasuke caminaba entre las puertas sin luz. Caminaba entre charcos de agua y tierra; se paró frente a una de las puertas, de esta solo salía aire, salía tan rápido que era como un golpe a la cara.

Se detuvo frente a esta un momento, no sabía si entrar o no. Finalmente pasó de esa puerta. Reanudó su camino hacia las puertas con luz.

Caminando encontró una puerta de luz verde. De inmediato entró, imaginaba qué recuerdo se encontraría y deseaba ver.

 

Estaba en el segundo piso de su casa, el Sasuke de su recuerdo se encontraba sentado en el piso jugando Taps.

Del primer piso subía su madre. Cargaba una caja pequeña cubierta con un pedazo de tela.

 

-¡Miren qué me compré!

 

El niño volteó pues su curiosidad tomó acto de presencia. Su madre destapó la caja dejando al descubierto que era una jaula y que dentro de ella había un pequeño ave.

 

-Un loro.

-Es una lora.

 

Sasuke, el niño, se acercó a su madre para ver más de cerca al pequeño animal. Le daba pena ver a la cría, porque eso era. En un descuido de su madre abrió la puerta de la jaula lo que el ave aprovechó para salir inmediatamente. Probablemente hubiera volado pero tenía las plumas de las alas cortadas por lo que solo corrió tan rápido como pudo.

Su madre perseguía al animalito por la casa, pues este, aunque fuese pequeño, sabía escabullirse. Finalmente llegaron a la habitación de Sasuke, la lora se había metido bajo su cama.

Su madre le ordenó sacar al animal de ahí, se agachó para hacerlo y vio cómo la lora temblaba.

 

-Mamá, quiero que sea mi mascota. Yo la cuidaré.

-Bien pero sácala de ahí. Hay que meterla en su jaula.

-Sin jaula. Dormirá en mi cuarto.

-Se va a escapar.

-No lo hará.

-Bien, como quieras. Pero ya verás que se escapará.

 

Su madre se fue y se quedó solo con el animal. Lentamente se deslizó bajo su cama poniendo su mano por delante. Se acercaba lentamente, no quería asustarla más.

 

-Ven lorita, no me tengas miedo. Yo te voy a cuidar.

 

Y como si le hubiese entendido, la lorita se le acercó. A paso lento, hasta llegar a su mano. Le mordió suavemente y se posó en sus dedos. El Sasuke niño retrocedió lo avanzado para salir de su cama. Ya afuera aferró a la lora en su pecho para darle calor, pues era invierno.

 

-Tendré que ponerte un nombre… Ya sé, te llamarás Eos. Tú serás la aurora de mis noches.

Mi aurora…

 

La pequeña lorita se subió por su ropa hasta llegar a su cuello. Desde niño llevaba el cabello hasta el cuello y la lorita se metió justo ahí. Solo se podía ver su cola verde, el resto de su cuerpo quedó oculto por los cabellos azabaches.

La luz de mis noches.

Veía al niño que quería a esa lora. Lo cierto es que esa fue su primera y única mascota, solo de él. Le tomó mucho cariño, pasó muchas cosas con Eos. Las yemas de sus dedos le latían con fuerza, añoraba tocar las plumas de su amiga, tenerla en su hombro. Recordaba con cariño las veces en que le despertaba, también cuando jugaba con sus cabellos. La echaba mucho de menos y eso era decir poco.

No hablaba ni entendía, solo jugaba con cualquier cosa, se colgaba y hacía el característico grito que hacen los loros, sin embargo, esas cosas le alegraban el día, los días, las semanas. Y en su inocencia de niño pensaba que la lora le quería, y él también la quiso mucho.

Dio media vuelta, a su espalda el niño acariciaba el lomo de Eos. Se acercó a la puerta de su habitación y salió, apareciendo de nuevo en el pasadizo de sus recuerdos.

 

Cuando abrió los ojos era ya de día. Estaba algo sudado y sus sábanas desordenadas, el sueño le había agitado. Eran las nueve de la mañana por lo que se apresuró a desayunar.

Le tomó cerca de una hora descargar todos los libros. Más o menos a las once y media de la mañana llamaría a Ino.

Se alistó rápidamente para dirigirse a casa de Sasori. El mismo número del día anterior le llamaba, era Sasori. Le indicó qué carro debía tomar y dónde bajarse, ubicó la casa del pelirrojo y entró.

 

-¿Será por las buenas?

-Por qué no.

-Sube.

 

Ambos subieron al tercer piso, Sasori iba adelante para guiarlo. Entraron a una habitación que supuso era del pelirrojo. Sasori acomodó una silla mientras que Sasuke se echó en la cama. Pasó los brazos bajo su nuca y esperó a que le preguntara.

 

-¿Vas a decirme qué planeas?

-Sí.

-¿Será ahora?

-Tal vez.

-Habla, Sasuke.

-Antes quería preguntarte algo. Tú tienes veinte, ¿Cierto?

-Qué quieres saber.

-¿Estás en la universidad?

-Sí.

-Entonces por qué vienes a la academia.

-Me gusta estar ocupado. Qué planeas.

-Jugar un poco.

-Tu teatrito de ayer…

-Es solo el inicio.

-Desde el principio.

-Naruto quiso que me sintiera vulnerable. Alguien debió decirle que no se juntara conmigo, en fin, me pareció raro que actuara diferente. Así lo descubrí.

-Podría decir que los Uchihas saben bastante de ese tipo de juegos.

-Por qué.

-Porque la persona que le dio la idea a Naruto fue tu hermano. Él no lo sabía, claro está.

-Cuándo.

-Creo que el viernes. Itachi se lo dijo a Deidara, y él se lo dijo a Naruto.

-Idiota.

-Ahora tendrás que detener lo que sea que estés tramando.

-No.

-Naruto solo siguió un consejo, un tonto como él no tiene la habilidad para pensar eso por sí mismo.

-No me importa, estoy enojado. Además, quién le manda seguir consejos de terceros.

-Qué vas a hacer.

-Voy a romperlo. Él quiso que me arrepintiera, haré que sienta el verdadero arrepentimiento.

-Y la chica de ayer.

-Qué crees. Las cosas son simples. Yo, un chico que no se relaciona con las personas de su entorno, le toma aprecio a alguien y este se va de pronto. Me quedo dolido, por supuesto, pero una buena chica me ofrece su amistad y yo, desesperado porque alguien me aprecie, haría cualquier cosa por sentirme querido.  

-De tal forma que Naruto piense que te orilló a esa chica. Hábil.

-Me voy divertir de lo lindo.

-¿Acaso Naruto no te estaba ignorando?

-Solo era una fachada. Probablemente le dijeron que no se juntara conmigo hasta que me viera realmente dolido. Entonces yo debía de hacer cualquier cosa con tal de que Naruto no se vuelva a ir. Ayer le mostré que ya era tiempo.

-¿Y hoy?

-Me sentaré con… Ino.

-Apenas te acuerdas de su nombre.

-Es difícil si no te importa.

-Cierto. Creo que es todo, comamos algo para irnos.

 

Mientras comían, Sasuke armaba en su mente el diálogo que seguiría con la rubia. Alrededor del mediodía la llamó para decirle que se sentaran juntos, que tal vez sí necesitara una amiga. Su hablar fue un poco titubeante y nervioso, su objetivo era lograr que Ino le tuviera pena, fácil.

Era ya hora de salir a la academia, tomaron el bus que los llevaría. En el camino a Sasuke le dio sueño y se durmió sobre Sasori, para cuando llegaron el pelirrojo le despertó con una sonrisa muy mal disimulada.

Ambos entraron, cada uno por su lado. Mientras avanzaba, Sasuke vislumbró a Ino. Al parecer había llegado temprano para esperarle. Pidió un café para despertar del todo.

Suponía que Naruto llegaría temprano también. La rubia no decía nada, solo le miraba atenta, tendría que iniciar la conversación. Comenzó con el “gracias por acompañarme”, después el diálogo siguió por sí mismo.

Al entrar al salón vio que Naruto también le observó atento. Estaba en las últimas carpetas y parecía querer pararse pero no lo hacía. Se sentó dos carpetas delante del rubio, de esa forma escucharía algo de la conversación pero no todo.

Al receso salió con Ino, la academia tenía un pequeño campus con algunos árboles. Se sentaron bajo uno mientras la rubia escuchaba. Le contaba algunos sucesos, evitaba mirarla a los ojos. Cada que la rubia se acercaba un poco se callaba y miraba hacia otro lado.

Al final le pidió que regresara sola al salón, al principio no quiso pero la convenció de querer estar solo un rato.

En realidad quería que Naruto se acercara, comenzaría el juego cuando Naruto fuera a verlo. Lo que fue en un minuto ya que el rubio le había seguido.

 

-No te ves bien, Sasuke.

-Comparado contigo, me temo que no. Qué quieres.

-Solo quería ver cómo estabas.

-Me estás viendo. Cómo estoy.

-Mal.

-Mal… me temo que eso fue ayer. Ino me está ayudando.

-Es una buena persona.

-Una buena chica. En fin, no tienes de qué preocuparte. Tenías razón, tener amigos es bueno.

-Eso no te lo crees ni tú.

-Bueno, Ino me está enseñando. Contarle a alguien cómo me siento es liberador, ella me escucha.

-También puedes hablar conmigo cuando quieras.

-No hace falta, Ino es a quién necesito. Solo a ella. Ahora quisiera estar solo un rato. ¿Podrías irte?

 

En su rostro se veía claramente que quería decir algo más pero se abstuvo y se fue. Podía adivinar por el paso de Naruto que se sentía frustrado. Para cuando Sasuke se sintiera vulnerable Naruto debía de estar ahí como su salvavidas, y ahora ese lujo le había sido quitado.

Si bien le causó cierta placidez, no se sentía como pensaba. Estaba enojado, aun así no se sentía gusto con lo que estaba haciendo. Qué era lo que quería de Naruto, no lo sabía. Jugar con él no era, lo estaba haciendo y no lo satisfacía.

Quizá, al final, realmente le tomó aprecio al rubio.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Bueno, solo para que sepan. Ya conseguí trabajo! Ora sí, buenas noches.

Pd:

*1: Soy tu mayor temor, Sasuke.

*2: No pierdas la esperanza.


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