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Vivir y existir son dos cosas distintas. por Amaidesu

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Notas del capitulo:

Ya sé, demasiado tiempo sin actualizar. Lo siento, por campaña estuve a full y este mes tengo estudios (de hecho son años que tengo de estudios pero este mes sin debo de esforzarme más) hoy tuve un poco de tiempo libre y la laptop a mi disposición y por eso les traigo el cap. Espero no se aburran tanto. 

-…En fin, para no alargar más esto, aprovechen lo que les queda del año y prepárense.

 

Se acercaba el fin de año y la gente se estaba agitando por diversas razones. La primera, por el examen de admisión. Ya se acercaba la prueba y muchos estaban nerviosos ya que sería su primera vez. La segunda, y la más obvia, navidad y año nuevo. Dos grandes celebraciones para disfrutar de la compañía de la familia y bla bla bla… Odiaba esas fechas y siempre tenía que aguantarlas pero cada vez era más pesado.

Había pasado un tiempo desde el problema que tuvo con el rubio. ¿Talvés un mes? Ya no lo recordaba bien. Por dentro estaba más tranquilo. Su antigua serenidad volvió y su rutina también. Las cosas con Sasori iban bastante bien, en su casa, específicamente con su hermano, la situación había cambiado drásticamente. Casi nadie lo notaba al principio pero él sí. Itachi llegaba más tarde, más alegre y relajado.

Sus padres, sin mucha imaginación, asumieron que sería por una novia. Conocía a su hermano, no era algo tan trivial. Cuando le preguntaba lo evadía, pero no solo fue eso. Cada vez se fue haciendo más frío para con él.

Sí, normalmente se ignoraban pero el nivel de indiferencia era distinto al de antes. Era como si estuviera enojado con él por algo, no le había hecho nada a su hermano. Incluso trató de llevarse mejor con él pero no funcionaba porque el mayor siempre lo hacía a un lado, lo alejaba.

 

-¿Acaso piensas quedarte? Hay que irnos.

-Me distraje.

-Siempre estas distraído.

 

Flash back.

 

-Sasuke, espera.

-Ahora que quieres. Ya te he dicho que te alejes de mí.

-Por favor, escúchame.

-Lárgate.

-¡Quédate quieto de una vez! Me vas a escuchar y punto.

-Qué demonios quieres ahora. Te dije bien claro, haz como si no me conocieras y tú ¿Qué haces? Sigues con esa tontería de que seamos amigos.

-Sí, sigo porque tengo que hacerte entender que no puedes seguir así. Siempre estás alejando a todos y no dejas que se acerquen a ti emocionalmente. Temes tanto ser herido que te aíslas de todo. Eso no es bueno.

-A ti que más te da si algo es bueno o no para mí. Ese es mi problema.

-No puedo estar tranquilo viendo cómo te haces daño tú mismo. Quiero ayudarte.

-No te necesito. Déjame es paz.

-No lo haré.

-¿Y así dices que quieres ayudarme? ¿Quieres saber cuál es mi maldito problema? Eres tú, maldita sea. Siempre estas perturbándome, estás molestándome cada día. Alejo a todos justamente para que sujetos como tú no se me acerquen, creyendo que saben qué es lo mejor para mí. Yo me conozco y sé bien qué me conviene. Ya déjame en paz.

-No lo hago por molestarte.

-Lo que pasa es que eres muy distraído.

 

Fin del flashback.

 

-Solo tengo algo de sueño.

 

Cierto, el último día que vio al rubio. Después de esa “charla” Naruto no volvió a la academia. No volvió a verlo jamás y estaba aliviado por eso. Era lo mejor, ahora estaba más tranquilo y solo tenía que preocuparse por problemas rutinarios.

A veces se preguntaba qué sería del rubio, cómo estaría o si se habría enamorado de nuevo. A veces también se imaginaba al rubio declarándose ante otra persona. Siempre le asaltaban ideas locas, después de todo, estando con el rubio, aprendió que no tenía mucho sentido de la vergüenza. Le causaba gracia recordarlo.

 

Ya estaban a punto de llegar a su paradero, Sasori, como siempre, lo había manoseado más que limpiamente. Había ocasiones en las que creía que les pagaba a las personas para que se hicieran los que no notaran nada. De todas las veces que Sasori le metió mano, ni una, ni una sola de esas veces lo pillaron o le dijeron algo.

Llegó al paradero y se despidieron. De camino a su casa solo pensaba en qué sería del rubio, después de todo no es que lo odiara… No lo odiaba pero tampoco lo aguantaba, solo le daba curiosidad. Llegó y sus padres estaban en la sala, estaban comiendo y viendo la TV, eso no era novedad.

 

-Itachi ¿Ya llegó?

-Está en su cuarto, hoy llegó temprano. Hijo, ve con tu hermano. Parece que hoy sucedió algo grave pero tu hermano no quiso contarnos; tú eres más cercano a él, pregúntale qué le pasó. A tu padre tampoco le dijo nada, debe de ser algo malo.

-Está bien.

 

Subió las escaleras, se detuvo un momento a pensar. De verdad que a veces se sorprendía con la idiotez de sus padres. No eran capaces de ver que tanto se habían alejado. Itachi normalmente le molestaba, le daba una palmada en la cabeza o le pegaba en la frente; en ese entonces casi nunca hablaban seriamente, de hecho eran raras las ocasiones en que intercambiaban palabras pero se llevaban bien. Ahora Itachi había dejado de hacer eso; ya no lo molestaba, ni una sola palmada o golpe. Frente a sus padres siempre se portaba amable con él pero esa era la forma de distraer su atención.

Siguió su camino por las escaleras, se preguntaba el por qué se habían distanciado tanto. No es que le tomara vital importancia pero sí le daba curiosidad.

-Tienes que convencerlo, ese tipo solo está jugando… Lo sé pero tienes que tratar más. Escucha, no sé si tengo razón pero ese tipo, me parece que ese tipo es un psicópata. Sí sé que no he tratado con él muchas veces pero me da esa impresión…

Su hermano… un psicópata. Sea cual sea el tema del que hablaba su hermano, estaba seguro de que escuchó la palabra psicópata. La voz de su hermano sonaba preocupada y angustiada pero también asustada. Talvés era eso lo que pasó, su hermano encontró a un psicópata y no quiere que se acerque a alguien que quiere, una amante quizá. Como fuera, seguiría escuchando. Talvés obtuviera más información.

-… La forma en la que se comporta y la manera en la que lo manipula. Podría decir que hasta se parece al idiota de Sasuke… Lo siento, sé que es tema pasado pero no puedo olvidarlo. Mi propio hermano jugando así con Naruto, jugando con sus sentimientos… Lo sé, mañana trataré de hablar con él… ¿Eh? ¿Porqué?... Debe ser por ese tipo. No importa, igual hablaré con él... Entonces lo buscaré cuando acabe el taller; también necesitaré que me ayudes. Aleja a ese tipo de Naruto mientras yo hablo con él.

-Hermano ¿Puedo pasar?

Era suficiente, mientras su hermano hablaba había sacado sus conclusiones. El psicópata iba a un taller recreacional o algo parecido. Y su hermano aún mantenía contacto con Naruto, aunque a duras penas. Obviamente su hermano cortaría la llamada con una corta excusa y en voz baja antes de abrir; solo tenía que esperar un poco.

-Qué quieres.

-Hablar contigo.

Eso sí lo había sorprendido. ¿Tan descolocado estaba su hermano como para ni siquiera poder disimularlo? No escuchó más palabras de su hermano al otro lado de la puerta; quizá tuviera que presionar un poco más.

-Hermano, necesito hablar contigo… No podemos seguir así. Sé que estás enojado conmigo por lo de Naruto y no puedo disculparme correctamente. Hermano, permíteme arreglar las cosas.

-Qué quieres con Naruto. ¿Acaso ya no hay nadie con quién jugar en tu salón?

-Merezco tu odio, por favor, permíteme hablar con Naruto. La última vez que nos vimos fui un total idiota, solo quiero disculparme con él.

-Qué quieres, Sasuke.

-Hermano-

-¿Es en serio? ¿Te crees que soy tan idiota? Si es solo eso puedes retirarte.

 

Para como estaban las cosas con Itachi ya no le importaba si se llevaba una mala impresión de él. Al parecer tendría que hacerlo a la antigua; seguirlo hasta el taller. Se fue hacia su habitación a descansar. Extrañamente, o talvés no tanto, se sentía animado. Podría conocer a uno de verdad…

 

-Es enserio…

Nuevamente, en el pasadizo de sus recuerdos, las puertas con luz estaban cerradas. Solo las puertas violetas estaban abiertas. Caminó hacia adelante, siguiendo el camino de agua, viento y polvo. Justo cuando estaba llegando a la puerta violeta más cercana se detuvo. Una puerta de la que salía agua estaba abierta; de hecho, todas las puertas sin luz estaban sin seguro, por lo que podría fácilmente entrar en ellas. En lugar de la puerta violeta entró a la puerta con agua.

Al entrar solo vio obscuridad. Podía oír un llanto tratando de ser ocultado; más adelante había una luz blanca que venía del cielo. Era tan tenue que apenas podía iluminar más allá de su espacio.

A lo lejos venía un niño, estaba lastimado, tenía muchas heridas. De su cabeza brotaba sangre, sus ropas también estaban manchadas con el líquido vital, cojeaba y sus piernas temblaban. En cualquier momento sería vencido por el cansancio y por el dolor.

-Pequeño, ven, acércate para poder verte mejor.

El niño se acercó, cuando estuvo lo suficientemente cerca a la luz pudo verle mejor. Era él, sus cabellos negros y su rostro acongojado. No había lágrimas en sus ojos, sin embargo, por sus mejillas se notaba el rastro de dos ríos secos, ríos de piedras. La mujer acercó su mano al rostro del menor para alzarle la cara. Vio atenta a sus ojos y luego lo soltó.

-Pequeño, qué te han hecho. Tus pequeños ojos tienes una visión muy grande para tu tierna edad. Puedes ver más de lo que debes.

-Quién… eres.

-Eso no importa, pequeño. Estás aquí justamente para esconder esas rayas que hay en tus mejillas. Ya has sufrido demasiado, estás cansado de ver este mundo cruel, estás enojado con aquellos que no paran de mentir.

-Porqué…

-Tranquilo, pequeño. Yo te ayudaré.

La mujer, a la que no podía verle el rostro, sacó una pequeña caja y la puso bajo la luz blanca, el niño la veía sin verla realmente. Su curiosidad, antes alerta a lo desconocido, parecía haber dormido. La mujer también sacó un puñal y lo puso sobre la caja.

-Personas, muchas, ignorantes y felices; unas pocas, sapientes y miserables… Pequeño, tú ya no quieres sentir eso ¿Verdad? El dolor es muy grande, tus piernas están casados así como tus ojos. Ya no quieres sentir tanto dolor, desesperación, tristeza ni amargura… Ya no más.

-Ya no más…

-Exacto. El corazón nos vuelve débiles. Las lágrimas solo sirven para ser humillados. Los sentimientos abren la brecha de la vulnerabilidad. Los sentimientos nos hacen débiles. El corazón tiene la culpa de todo esto y por eso es que te doy este presente. Para no sentir nada de eso tienes que sacarte el corazón y destruirlo.

El niño tomó el puñal en la mano y admiró su filo por unos momentos. Bajó lentamente el puñal y apuntó su vista a la mujer.

-Qué me pasará.

-Dejarás de sentir ese dolor que te hiere y esa tristeza que te aprisiona, el daño colateral será que… también dejarás de sentir alegría, y también serás incapaz de formar lazos, mejor dicho, ya no querrás a nadie más de forma sincera. No podrás querer ni amar.

-La caja.

-Puedes destruir tu corazón, así te asegurarás de que jamás volverás a sentir dolor. Puedes guardarlo y existirá la posibilidad de que, en algún momento, seas herido; alguien podría encontrar tu corazón y manipularlo para lastimarte. Por eso lo mejor es destruirlo.

-Ya veo.

-Otra cosa, para dejar de sentir dolor tendrás que soportar el mayor dolor de todos. Abre tu pecho con el puñal y saca tu corazón, mientras lo haces sentirás cada milímetro de piel cortada.

El niño alzó nuevamente el puñal y lo acercó a su pecho. Apenas introdujo la punta del puñal cedió. Cayó de rodillas al suelo, su mano temblaba. “El mayor dolor de todos” no exageraba.

De nueva cuenta el niño alzó el puñal, esta vez hizo  un corte rápido a lo largo de donde estuviera el corazón. Sus gritos ahogados y sus lágrimas eran prueba del dolor que sentía. Su pecho comenzó a doler, Sasuke desabrochó la camisa que llevaba puesta y vio la cicatriz que esta escondía. Cuando el niño tomó su corazón sintió un fuerte apretón en el pecho; mientras este lo retiraba sentía el frío apoderarse de ese espacio.

Finalmente lo hizo, dejó el corazón dentro de la caja junto con el puñal y la selló.

-Sé dónde ocultarla. Gracias.

La mujer se desvaneció y el pequeño tomó la cajita entre sus manos. Se fue caminando a través de las tinieblas a un lugar cada vez más oscuro. Llegaron a un pasadizo totalmente negro, no podía verse nada.

-Fi.

Una antorcha se encendió, era de color azul. El niño abrió la puerta, le siguió; entró y se encontró con otro niño igual a él. Estaba tirado en el suelo, tenía las mismas heridas que él. Detrás de ambos se acercó otro niño, este tenía los ojos verdes, venenosos, se acercó a quien llevaba la caja.

-¿Un regalo? ¿Para mí?

-Qué le pasó.

-Solo está cansado, eso no es novedad.

-Ya veo… Ten, cuídalo.

-Qué es.

-Solo cuídalo, no dejes que nadie jamás ponga sus manos en él.

-Está bien.

-Tampoco lo abras, sabré si lo haces.

-Eres un aburrido. Bien, no lo abriré.

Los tres salieron de esa habitación, dejando solo al niño de ojos azules dentro.

 

Domingo.

4:30 am

 Un sueño algo peculiar. Era algo consciente mientras soñaba, por lo tanto podía manejar un poco la situación en sus sueños pero no le salió bien la jugada. Estaba un poco agitado, después de todo no era un sueño cualquiera.

Lo importante era seguir a su hermano, no debía volver a dormir. Del cajón de su cómoda sacó varias cajas de naipes, haría una torre.

Dieron las nueve y escuchó a su hermano bajar, probablemente para ir al taller. Y en buena hora que lo hizo, la torre estaba por chocar contra el techo. Se asomó sigilosamente por la ventana para ver en qué momento salía Itachi, solo esperó dos minutos. De inmediato bajó y salió.

Se había alistado previamente. Ropa que no resaltase y una gorra. Iban en el mismo bus, lo siguió pero al rato se dio cuenta de que su sigilo no era tan necesario. Su hermano estaba inmerso en su propio mundo. Llegaron a una especie de casa, la entrada era grande. Dentro había varios salones, estos eran amplísimos. Su hermano se detuvo junto a alguien, él pasó de largo hacia un asiento. Alzó por un momento la gorra, solo lo suficiente para ver a su hermano. Estaba con Deidara. Pudo ver que su hermano trataba de contenerse para no explotar, lo que fuera que el rubio le estuviese diciendo, no era para nada bueno.

-¿Te parece si nos sentamos?

-Claro.

Uno, dos, tres… Cuántos segundos su corazón dejó de latir… Era Naruto, su voz, su aroma. Estaba sentado a su lado, no. Entre los dos había otra persona, quien fuera eso no importaba. Realmente estaba ahí; nuevamente su corazón retomó su ritmo habitual.

-Itachi.

Deidara había alzado un poco la voz, parecía querer detener a Itachi. La razón la entendió después.

-Creo que a ellos no les agrada la idea de que estés cerca de mí. Lo siento.

-Ellos no te entienden, no importan.

-Lo siento.

-No te disculpes, es su culpa. Ellos te ven como una mala persona solo porque eres diferente.

-Te estoy causando problemas.

-No, para nada.

-Talvés lo mejor sea que te alejes de mí, te lastimaré, estoy seguro de eso.

-No puedes estar seguro de algo que aún no pasa.

-Pero siempre me pasa. O me lastiman o soy lastimado. Eres una buena persona, estoy seguro de que no quieres lastimarme. Lo más probable es que sea yo quien te lastime.

-Ni uno de nosotros saldrá herido. Déjame estar a tu lado.

 

En ese momento estaba en una confusión total. Su hermano era más hábil de lo que pensaba, le acertó, por lo menos en parte. Necesitaba más tiempo para confirmarlo pero sospechaba que tenía al lado a un psicópata de verdad. No sabía exactamente por qué pero qué más daba, solo un poco de tiempo era lo que necesitaba.

Se levantó para irse de ese lugar, pero antes de eso se fue a informes.

Salió y se fue al paradero. Volvería a casa. Frente a él estaba el bus que lo llevaba al parque; tampoco es como si quisiera estar en su casa un domingo. Subió y se fue al parque.

El camino fue tranquilo, repetía en su mente la conversación de Naruto con el “psicópata”. En las respuestas del rubio podía oír el poder que ejercía el otro sobre él. Esa manera de manipularlo de forma directa… Hasta podría decir que estaba enamorado. Una fina sonrisa brotó de sus labios al pensar en esa idea; si se compara ese tipo de emociones podría decirse que no son tan distintas. En fin, solo quería que llegase el lunes.

 

Llegó al parque y se internó en el bosque. Pasó por el mismo camino hasta encontrar a aquel imponente árbol. Lo trepó como hacía desde antaño, llegó a la mitad y se recostó en el tronco. Ató la cuerda a su tobillo y luego se dispuso a dormir.

-Gh. Demonios.

Despertó por la caída. Mientras dormía resbaló por el tronco y cayó. Se quedó un momento quieto. Escuchó otras dos respiraciones aparte de la suya. Buscó su navaja y cortó la cuerda. Se estaba levantando para irse cuando volvió a escuchar su voz.

-Oye, ¿Estás bien?

-… -Mira qué coincidencia.

Era la voz del “psicópata”. Si él estaba ahí, probablemente la otra voz sería la de Naruto. Decidió que se iría pero no sin antes dar un pequeño espectáculo. Se levantó y caminó hacia el lado contrario a ellos cojeando notoriamente y dejando salir pequeños quejidos.

-Parece que estás herido. Déjanos ayudarte.

-… -He aquí mi pequeño papel –Estoy bien. No me molesten.

Siguió caminando hasta que los perdió de vista. Salió y tomó el primer bus que encontró, Tenía que comprar un instrumento para las clases.

Cuando fue al taller pudo ver de reojo dos guitarras, dedujo que ambos tocaban guitarra, o que por lo menos aprendía a hacerlo. Por ende no debía ingresar a la misma aula que ellos. Suponiendo que los separasen por instrumento a tocar, entonces debía de tocar uno diferente.

Llegó a una zona comercial y compró un violín. Era perfecto, sin contar con que sabía leer partituras. No tardaría en llamar la atención.

Regresó a su casa, su madre estaría en el mercado así que no haría problema con entrar con un estuche de violín a la mano. Entró y no había nadie, subió y escuchó pasos en la habitación de su hermano. Pasó de largo a su habitación.

Realmente sería el lunes más divertido que tendría en años...

 

Lunes.

7:12 am

 

Se levantó relativamente temprano. Su hermano había ido a estudiar y sus padres a trabajar. El taller comenzaba a las diez y el camino de ida era de media hora por lo que tenía tiempo de practicar. Empezó con lo básico, o por lo menos eso decía en internet.

Llegó la hora de irse, estaba listo. Había desayunado, y había escogido su ropa con detalle. Unas zapatillas negras con detalles en blanco, pantalón negro algo pegado, camisa blanca con los tres primeros botones abiertos, dejando ver su piel blanca y como un pequeño detalle, un colgante de plata con una cruz.

Un chico de su edad no podía darse los lujos que él se daba, a menos claro que fuera un hijo de papi. Trabajó varias veces por lo que siempre tenía dinero. Eso sin contar las veces que le pagaron por hacer tareas o dar clases privadas.

Viendo el resultado final podía decir que logró su cometido. Ropa que llame la atención sin hacerlo realmente. En su mente podía oír al rubio molestándolo. Se preguntaba qué le diría si lo viera en ese momento; seguro sería algo como “Pareces un maldito emo antisocial” Sonrió para sí. De hecho esa era la primera impresión que quería dar.

Salió con dirección al taller. Cuando bajó del bus encontró un pequeño supermercado.

-Para una vez al año…

Entró y compró dulces. Principalmente chocolates y algunos chupetines. Los compró porque quería comerlos y también porque quería dejar ver una falsa conducta. Siempre llevaba su mochila consigo, era como un porsiacaso. Metió todos los dulces y se dirigió al taller. Entró y se fue a informes nuevamente. Se inscribió, hizo el pago y lo llevaron al aula donde aprendería. La mayoría eran chicas, muy pocos eran los chicos que estaban ahí. Era comprensible. Seguro que el aula de guitarra tendría más chicos que chicas. La secretaria se retiró y lo dejó en la entrada. Al principio todos estaban en silencio pero luego empezaron los murmullos.

Mantuvo su rostro sereno y buscó con la mirada al profesor. Todos parecían tener una edad aproximada con excepción de uno. Era más alto que el resto, aun echado podía notarlo. El tipo estaba acomodado en dos carpetas, estaba durmiendo. Pasó de largo y tomó un asiento que no estuviera cerca del profesor, que debía ser él. Sacó sus audífonos y puso música, aunque la puso en muy bajo volumen para escuchar lo que sucedía a su alrededor. Luego sacó una tableta de chocolate y se puso a comerla.

Entre los murmullos distinguió los clásicos “Qué lindo”, “¿Tendrá novia?” así como también “Qué engreído”, “Seguro es un niño mimado”. Escuchó después que el mayor se levantaba. También le oyó decir que era hora de empezar la clase.

Varias alumnas le hicieron presente su presencia, sonrió por dentro, después de todo era la mejor manera de hacerse notar.

El mayor se dirigió a él, le oyó decir “Espero que te acostumbres a esta aula, te doy la bienvenida. Soy el profesor de aquí, me llamó Neji. ¿Podrías decirnos tu nombre?”

En todo el rato que el contrario habló solo le miró con desinterés, tampoco se quitó los audífonos de tal manera que cuando le preguntó su nombre se hizo el desentendido. Se quitó los audífonos y le miró en silencio. Pensó que con eso el profesor perdería los papeles pero no pasó.

-Cierto, los audífonos. Parece que tendremos algunas diferencias. Te lo pondré muy claro, puedes hacer lo que se te venga en gana pero eso sí, tendrás que darme resultados. Ten enseñaré y si no aprendes pues tu estancia aquí no será tan placentera. Ahora, tu nombre.

-Sasuke.

-Bien, Sasuke. Atiende, por favor.

Tenían dos horas de teoría y el resto del día para practicar. Cuando acabó de hablar tomó su maletín y sacó varias hojas de ahí. Tres alumnas salieron, una después de la otra a tocar la hoja que les diera el profesor. Eran melodías bellas pero algo complejas para él. Con lo que había practicado en casa y el oído afinado que tenía sabía más o menos cómo tocar. No era de su interés lo que hicieran esas chicas pero el profesor no pensaba lo mismo.

-Vaya, lo siento. Debe ser aburrido solo ver. Ven aquí y saca tu violín.

Ataque sorpresa. En primera estancia no lo notó pero ahora podía ver que su profesor era competitivo. Tomó el violín y se lo dio al profesor para que lo afinase; también le dio el arco para que lo encerase de la mera correcta.

Neji le dio una hoja con una partitura. Era una melodía simple pero la conocía, el violín y la guitarra no se diferenciaban mucho por lo que los mismos adornos que hacía en la guitarra podía hacerlos en el violín. Empezó a tocar, algo desafinado al principio pero a medida que avanzaba le fue tomando el ritmo. Para cuando acabó pudo notar que Neji estaba sorprendido. No esperó a que hablara, se fue a su asiento.

Ya era más del mediodía, salió para comprar algunas galletas y un refresco. Con ese pequeño espectáculo ya tenía medio juego ganado. En algún momento el rumor sobre él llegaría a los oídos del sujeto, como no tendría datos querría conocerlo y listo. Simple pero efectivo.

Volvió al aula, el resto de alumnos no estaban. Probablemente se habrían ido a sus casas o estarían comiendo. La única persona que estaba ahí era su querido profesor. Este escribía algo en unos papeles, se fue a su asiento y se puso a comer. Al rato recibió una llamada, era Sasori. Puso los audífonos para contestar, no tenía ganas de salir.

-Dime, qué pasó.

-¿A mí?

-Habla.

-Pues quiero salir.

-Bueno, aunque es un poco complicado te diré el secreto para hacerlo. Primero abres la puerta y pones un pie fuera seguido del otro. Sé que es realmente difícil pero espero que lo logres.

-¡Sasuke!

-Pff, Jajaja. Lo siento, no pude evitarlo.

-Eres un ser cruel y despiadado.

-Lo sé.

-Pero ya en serio, quiero salir. ¿Estás libre ahora?

-Me temo que no.

-Qué haces.

-Nada en particular.

-Entonces salgamos.

-Es verano.

-Podrías broncearte de vez en cuando.

-No quiero.

-Te oigo comer.

-Atinaste.

-Ya, no te molesto más. Otro día será. Igual quiero que me cuentes en que te has metido ahora.

-Está bien. Te llamaré cuando salga.

-Ok, bye.

 

Colgó. Siguió comiendo hasta que terminó. Botó las envolturas y caminó a su asiento. A mitad de camino Neji le llamó. Estaba serio. Fue hacia él con normalidad.

-Primero, dime ¿Puedes quedarte hasta las cuatro?

-¿Y eso?

-Puedes o no.

-Sí puedo.

-Bien. Verás, por cómo tocaste hace rato puedo deducir que tocas otro instrumento.

-Así es.

-Por ende no te sería tan difícil aprender el violín. Guitarra ¿Cierto?

-Sí. Cómo lo supo.

-Es lo más normal. Si sabes tocas zampoña puedes tocar distintos tipos de flauta con facilidad. Si es guitarra…

-Es más fácil tocar instrumentos de cuerda, lo capto. Por qué quiere que me quede.

-A partir de las cuatro algunos alumnos de aquí se juntan en un aula donde tocan. Obviamente son alumnos que tocan bastante bien. Aunque estás aprendiendo recién creo que en un par de horas podrás memorizar la melodía que hemos estado practicando.

-Ya veo. Y cuál es.

-Ten. Puedes practicarla desde ahora si deseas.

 

La melodía en sí no era tan complicada pero no quería quedarse solo para tocar un poco. Viendo el pro, se correría más rápido el rumor; el contra, practicar. Todo sea por un bien mayor.

 

-Es una melodía romántica, o eso me parece.

-De hecho lo es. ¿Te quedarás?

-Por que no. Tampoco es que tenga algo que hacer.

-Hay un salón desocupado, puedes ir ahí si te apetece. En un rato llegarán los demás y no podrás practicar bien.

-De acuerdo.

 

Tomó sus cosas y se fue al susodicho salón. Comenzó a practicar en todo el silencio. Podía tocar perfectamente la melodía pero no le gustaba cómo se oía. En el violín había ciertos adornos que no podía hacer en la guitarra. Recordó qué tipo de adornos podía hacer y comenzó a hacerlos. Se distrajo tanto que no notó cómo pasaba el tiempo. Tocaba solo oyendo la melodía; por alguna razón se sentía triste, le causó gracia pensar en aquella palabra pero era cierto. Se sentía como triste, como extrañando algo. Esa canción le sonaba a algo familiar, algo que ya no estaba en su presente. Dejó de tocar por un momento, la canción tenía otros instrumentos y el aula también.

La canción tocaba piano, pero no sabía tocar piano; también violín, eso ya lo estaba haciendo; y una flauta, tocaría ambas, además nadie lo veía. Toco su parte con el violín y luego la parte de la flauta. Al principio le costó encontrar la melodía ya que no sabía que notas eran las de la flauta. Con la melodía en mente la sacó a intento-error. Finalmente pudo tocar ambas con armonía. Habían pasado casi cuatro horas.

Tan concentrado estaba en ese momento que no notó la aglomeración de alumnos que había pegados a la ventana. Vio su celular, ya eran las cuatro y un poco más. Guardó su violín y dejó la flauta en su sitio; cuando vio la ventana pudo ver recién a todos los alumnos que lo habían visto tocar.

Salió rápidamente y se fue al aula de violín. Aún había algunos alumnos ahí pero Neji ya iba de salida. El ojiblanco solo le dijo que lo siguiera y eso hizo sin levantar la mirada. Llegaron a un salón algo alejado del resto y entraron. Habían otros alumnos ahí, eran muy pocos, solo cuatro. También había dos pianos y otros instrumentos por toda el aula.

Llegaron más alumnos, eran tres. Y por último otras tres personas más. Estaba enojado por dentro, tocaba bien, eso era un hecho, pero no le gustaba que le vieran hacer algo así. Sea estudiar, practicar, tocar; cualquier tipo de actividad donde resalte sin tener algo a cambio; era ilógico, lo entendía pero, aun así no le gustaba.

-Bien, chicos. Como ven, tenemos un nuevo aquí. Y literalmente es nuevo, apenas entró hoy a mi clase.

-Profesor, a veces puede ser muy insensato. Si apenas entró hoy qué se supone que va a hacer. ¿Mirar?

-Shino…

Los demás siguieron opinando sobre qué podría hacer un novato entre ellos. No es que le enojara eso, después de todo, cuanto menos esperen de él más los sorprendería. Y no solo eso, para un novato con un día tocar aceptablemente es ya un logro. Después de todo fue bueno quedarse, había olvidado lo divertido que era humillar a ese tipo de personas.

-Chicos, ya basta. Dónde está Pain.

-Aquí, profesor.

-Disculpa, no te vi. ¿Te parece si comenzamos con la última canción?

-No tengo problema.

Paso a su lado, era la voz del mismo tipo que estaba con Naruto, del mismo que le preguntó si estaba bien en el bosque. Lo más probable era que Naruto también estuviera ahí; pero cuando entró. Seguro fue uno de los tres que entraron al final.

Pain comenzó a tocar, era la melodía que Neji le mando practicar. Se detuvo en seco, miró alrededor como buscando algo, luego habló.

-Profesor, Shikamaru no está.

-Cierto… Bueno, creo que podemos omitir esa parte.

-Profesor, ¿Porque no lo hace tu alumno? Oye, no lo digo en burla, te escuché practicar hace un rato.

En todo el rato que llevaba ahí no volteó a ver a los demás. Al único que podía ver era a Pain, y era porque lo tenía al frente. Neji estaba a su lado y el resto de alumnos, detrás suyo. Abrió el estuche del violín mas no lo sacó. Alzó la mano haciendo un el gesto de que le dieran la flauta. Se la dieron y Pain tocó nuevamente.

(https://www.youtube.com/watch?v=5LtsD9xowP0)

 

Miraba los dedos del contrario moverse entre las teclas, la verdad era que lo hacía con gracia y delicadeza. Vio a sus ojos, en ese preciso momento estaban vacíos. Cada nota que tocaban sus dedos, a él, le parecían dagas. Talvés estaba equivocado, quizá… había encontrado a alguien especial. Seguía viendo sus ojos, estos parecían ver un hondo abismo, uno extrañamente conocido por él también. La manera en que llenaba el lugar con el piano era extraña, le recordó al viejo Albus y la manera en que llenaba su espacio con el silencio del bosque. Estaba emocionado por conocerlo, sea un psicópata o no le daba igual en ese momento; quería ver dentro de esos ojos y saber qué era lo que veían. Una extraña curiosidad, si se le puede llamar así, se apoderó de su mente. Podía decirse que, en esos momentos, sentía lo más parecido a la alegría en años; si es que eso era. Siguió oyendo la melodía, se acercaba su turno de tocar. Era la primera vez que realmente deseaba que alguien le escuchara tocar. Empezó a tocar, sentía la obligación de llenar algo. Tocó lo mejor que pudo, quería que fuera la melodía más bella, aunque suene tonto. Podía sentir las miradas de confusión a su espalda, todos prestándoles total atención. Sonrió para sí. Era una sensación algo extraña; el placer de cerrarles la boca a quienes no esperaban nada de él y el haber encontrado a una persona así. Siguió tocando con la misma delicadeza y compromiso con que lo hacía Pain, de una extraña manera, ambos lograban complementarse sin destruir la armoniosidad de esa dulce canción. Recordó a Naruto, él también estaba ahí. La duda de si lo habría reconocido se hizo presente. Oyó el piano de Pain; en ese momento no era tan importante.

La canción se acabó, nadie dijo nada por varios segundos. Pain lo miró algo curioso, podía ver que trataba de descifrar la emoción que sentía en ese momento. No mostró ninguna, solo la indiferencia. Era momento de irse.

Guardo el violín y Neji le tomó del hombro. Le decía que se quedara un poco más pero no lo oyó. En ese momento debía irse, dejar con la duda. Y era el momento de usar a Naruto.

-Lo siento, profesor. Tengo que irme. Recordé algo que debo hacer. Otro día será.

-Sasuke, por qué eres así… Está bien, te espero mañana.

-Uhum.

Se dio vuelta para salir, ahí estaba. Naruto le veía con algo de sorpresa pero algo había cambiado, su mirada antes clara se veía opaca. Se veía cansado, Pain lo había dominado por completo, haciéndole cargar con emociones que no eran suyas. En ese momento se sintió molesto así que salió más rápido.

Llamó a Sasori pero solo para decirle que se vieran otro día. En ese momento se sentía cansado también, aunque eso era más fácil de explicar. Había practicado por horas, el cansancio tendría que llegar en algún momento.

Llegó a su casa y se fue a su cuarto. Estaba por dormir cuando su hermano entró. Se vieron por unos instantes. Se imaginaba que ya le habrían dicho que estaba en el mismo taller que el rubio, talvés una advertencia para que se valla de ahí.

-Sé breve, Itachi. Estoy cansado.

-Necesito tu ayuda.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Otra disculpa. En realidad no actuaizaré tan seguido como quisiera y me siento mal al saber (si es que es el caso) que entran a revisar si ya actualicé y no haberlo hecho. Tengo varios proyectos para este año, no solo aquí así que se me ha ocurrido una idea y es que podría crear una pápiga donde les avise cada que actualizo. No se si les gustara la idea, por favor, háganmelo saber en los rw. Pues, hasta la próxima, cuídense. 

Los quiero chicos ^^


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