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Vivir y existir son dos cosas distintas. por Amaidesu

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Esto es extraño. Dos días seguidos.

Sasuke se encontraba en el pasillo del día anterior. Volvió a mirar las puertas que se extendían a sus lados, dudando entre avanzar o quedarse ahí.

Ya estoy aquí.

Avanzó, dejando atrás las puertas que no contenían luz hasta que llegó a las que tenían iluminación. Eligió una de las puertas de la izquierda que contenían una luz rojiza y entró.

-¡Eres un niño malcriado! Si te digo que entres a casa tienes que obedecer. ¿Por qué no eres como tú hermano? Sólo estás jugando y no obedeces. Ni siquiera haces tú tarea, no haces nada. ¿¡Qué te crees!? No eres más que un llorón. Conmigo haces lo que se te viene en gana pero cuando llega tu papá, así sí te portas bonito ¿no?

-Pero mamá, yo quiero jugar.

-¡Cállate! ¡Lo único que haces es darme problemas! ¿¡Por qué no te mueres de una vez!? Maldito estorbo. Por tu culpa estoy así. Por tu nacimiento casi muero. ¡Lárgate! ¡Lárgate de una vez!

El niño, de cuatro años ya, estaba siendo reprendido duramente por su madre. Lloraba. Lloraba tristemente al escuchar esas palabras de su madre. Empezó a acercarse a la mujer lentamente diciendo “mamita, perdóname”, sin embargo, la mujer reaccionó de manera violenta. De una bofetada hizo que el niño chocara la cabeza contra la pared. Luego cogió una silla de madera, la cual quería lanzar al pequeño.

Si no fuera por su hermano mayor, que detuvo a su madre, la silla hubiera terminado sobre su cuerpo.

-Vete a tu cuarto. ¡Lárgate!

El niño subió corriendo a su habitación. Cerró la puerta y se metió debajo de su cama. Lloraba en silencio, acurrucándose a sus rodillas. Lloraba por miedo. Quería que su padre volviera lo antes posible, que lo protegiera.

Sasuke se acercó  a la cama, se arrodilló asomando su cabeza para que el pequeño lo viera.

Debes lavarte la cara y ponerte un trapo mojado en la cara. Si no, se te hinchará.

-¿Por qué? ¿Por qué mi mamá me odia tanto? Yo la quiero mucho y quiero que me reconozca. Quiero que vea que tiene más de un hijo.

Tonto. Eso jamás sucederá.

-Itachi siempre es el perfecto, el mejor. Sus cuadernos siempre tienen notas altas y hace sus tareas. Yo jamás llegaré a ser tan bueno.

Sí…

-Por lo menos… mi papá me quiere. No estoy solo.

8:37 am.

-Esto se está volviendo costumbre.

Sasuke se levantó y bajó a desayunar. Itachi no solía levantarlo los sábados. Bajó y desayuno.

Llamada entrante.

-Ahora quién es.- Aló.

-Sasuke, necesito que hagas algo.

-Dime, mamá.

-Hoy voy a salir a vender. Te dejé dinero para que vayas a hacer compras. Deja todo listo antes de irte. Chau.

-Chau.

Así lo hizo. Tomó el dinero y fue al mercado a hacer las compras. Su madre salía a vender algunos fines de semana. Normalmente las compras las harían ella y su padre pero, ya que el mayor se encontraba trabajando para uno de sus tíos, él tendría que hacer las compras.

Terminó de hacer las compras y volvió a casa. Preparó el almuerzo, comió y se fue a la academia.

-Hola Sasuke. ¿Puedo sentarme aquí?

-Ya qué.

Se levantó dejándole pasar. Luego se sentó. Llegó el profesor y comenzó su clase.

La tarde pasó sin novedad. Terminada la clase se levantó para marcharse pero fue detenido por el rubio, otra vez.

-Oye, no te vayas así.

-Suelta.

-¿Qué te parece si estudiamos juntos de nuevo?

-No.

-Por favor. No seas amargado.

-Adiós.

Sasuke salió en dirección a la salida siendo perseguido por el rubio que le pedía que se detuviera. Hacía caso omiso del pedido, no entendía el por qué ese tipo quería estar cerca de él.

-Qué fastidio.

-¡Dei, atrápalo!

Y de la nada el sujeto frente a él lo sujetó. Forcejeaba por soltarse sin éxito.

-Suéltame ahora mismo.

-Lo siento, no puedo hacer eso.

-Ahora no escaparás.

El rubio los había alcanzado. Mostraba campante su sonrisa lo que solo hizo que se enfadara más.

-Quiero irme. Ahora.

-Claro. Pero primero tengo algo importante que decirte… Me gustas y quiero que seas mi novio.

-Perfecto. Tenía que ser un lunático.- Lo siento pero no quiero ser tu novio.

-¿Es porque soy un chico?

-En realidad es porque no me gustas. Ahora dile a tu gorila que me suelte. Itachi me molestará si no llego a tiempo a casa.

-¿Itachi? ¿Itachi Uchiha?

-Ese mismo.

-Qué suerte.

-¿Uhm?

-Verás. Hace tres días me encontré un cuaderno de apuntes en el piso y como no sabía quién era Itachi Uchiha pues no pude devolverlo. Ten.

Sasuke iba a tomar el cuaderno cuando una idea asaltó su mente. Eran raras las ocasiones en que podía molestar a Itachi y ahora mismo se le estaba presentado una. Sería tonto desperdiciarla.

-Lo siento, pero no puedo dársela.

-Pero si lo conoces.

-Es mi hermano pero no nos llevamos bien. De manera que lo entiendas, no nos hablamos para nada. Si quieres puedes venir conmigo para devolvérselo. Es todo lo que puedo hacer.

-Ahh… supongo que no tengo de otra.

-Ven.

-O-oye, espera. Sobre lo que te dije… Si no te gusto por lo menos ¿Podríamos ser amigos?

-No.

Dicho aquello se fue. Llegó a casa y dejó a Deidara en la puerta en lo que llamaba a su hermano.

-Dios, si existes, gracias por el regalo. Si no pues, a quien me escuche.- Oye Itachi, hay un tipo en la puerta que dice que es tu novio y que quiere hablar urgentemente contigo.

-Yo no tengo novio.

-No te pregunté. No sé qué le hayas hecho pero se le nota muy enojado. Incluso se puso a llorar diciendo que eras un mentiroso.

-Ya te eh dicho que no tengo novio.

-Sí, claro. Lo que digas. Como sea, está en la puerta y quiere hablar con Itachi Uchiha.

Itachi bajó hastiado de su habitación. Que el recordara, jamás les había dicho a ninguno de sus “amigos” donde vivía y mucho menos les dijo que era algo serio. Bajó las escaleras dispuesto a dejar bien en claro que no lo molestara en su propia casa.

-A ver. ¿Se puede saber quién demonios eres tú y por qué vienes a molestarme a esta hora?

-Me llamo Deidara y

-Vete. Si te conocí en una fiesta me disculpo por lo que te haya dicho, solo fue un revolcón. No más.

-¡Maldito idiota engreído! ¡Toma tu condenado cuaderno!  Vete al infierno.

Sasuke había observado todo desde la ventana de su habitación, disfrutando del pequeño espectáculo que se  había montado su hermano.

-Para ser sábado no ha sido tan pesado.

Se cambió de ropa para dormir. Mañana era domingo y el simple hecho de saberlo ya lo cansaba. Tanto que de solo echarse en su cama quedó dormido.

 

Esto tiene que ser una broma. Tres días.

Otra vez Sasuke estaba en ese largo pasadizo. Volvió a caminar por entre las puertas sin luz hasta llegar a las de luz rojiza, las pasó y se puso en frente de una puerta de luz blanquecina. Al principio dudó pero luego entró.

El niño estaba en el despacho de su padre. Estaba sentado en el piso viendo uno de los libros de la biblioteca que había en el cuarto. Tenía cuatro años y ya sabía leer muchas palabras aunque lo que en  verdad llamaba más su atención eran los dibujos de animales que había.

-Pe-ga-so. Pegaso. Es muy bonito. Un día montaré un caballo, uno tan bonito como tú, Pegaso.

Y hasta el día de hoy no lo haces.

El niño pasaba las páginas una tras otra hasta que un dibujo llamó su atención, más que los demás.

-A-te-ne-a y Po-sei-dón. Atenea y Poseidón discuten por el patronato de Atenas… ¿Qué es un patronato?

El pequeño tomó un diccionario y buscó el término que desconocía hasta que lo encontró. Volvió a centrar su atención en el dibujo y comenzó a leer.

Bueno, no todo fue malo después de todo.

9:48 am.

-Domingo. Mi día favorito.

Como cada domingo su madre estaba en casa lo que significaba que no podía descansar tranquilamente. Si había algo que a su madre le disgustara era que alguien estuviera quieto. Sin hacer algo productivo, como diría ella.

Desde temprano, apenas terminó de desayunar, estuvo ordenando su cuarto. Tenía que volver a cambiar las cosas de su sitio. Luego, alrededor de las cuatro de la tarde, salieron a vender.

Su madre tenía un pequeño puesto de comida al que no iba muy seguido. Él, junto a su padre y madre, armaron el puesto. Llegada las siete se marchó a casa. Bien sabían sus padres que su misofonía lo alteraba y por eso no le reclamaban el que se fuera temprano.

Al llegar a su casa se encontró a su hermano menor. Obito estaba viendo una película echado en el sillón. Nunca iba a ayudar a su madre porque ella no se lo pedía.

Cuando pequeño él enfermó de asma, desde entonces su madre apenas y le exige caminar.

No tenía fuerzas para nada y sabiendo que tendría que volver para ayudar a guardar las cosas simplemente se sentó a ver la película. Ya eran cerca de las diez de la noche cuando salió de casa con dirección al puesto de su madre.

Todo siguió lo rutinario. Ayudó a guardar las cosas y volvieron a casa. Cuando llegaron cada uno se fue a su habitación con intención de dormir. Como todos los domingos Sasuke no pensó en nada por el propio cansancio.

7:46

Despertó. Después de tres días de recordar el pasado, por fin pudo dormir sin soñar nada. Por lo menos que él recordase.

-Baja a desayunar.

Se cambió y bajó a desayunar. Ya era lunes. Ya había pasado lo peor.

-Qué lujo. Hoy desayunaré leche y pan con soledad.

Terminado su desayuno volvió a su habitación a pensar. No había tenido tiempo de pensar en las palabras de aquel chico rubio. “Me gustas”. Dos simples palabras que en su momento no le parecieron más que un fastidio pero que ahora despertaban su interés.

-Me pregunto… qué me habrá visto de bueno…

Se la pasó echado en su cama toda la mañana; pensando en las palabras de ese muchacho hasta que dio la una de la tarde.

-Lo más probable es que sea una tonta ilusión. Mejor para mí, tal vez ya no me hable ahora.

Fue a la academia y se sentó en una de las carpetas sin darse cuenta de que el muchacho rubio estaba al lado de él. Solo se dio cuenta de su presencia cuando una chica le pidió permiso para sentarse allí. El rubio se paró también para dejarla pasar, fue entonces que se percató de algo. El contorno de los ojos del rubio tenía un tono rojizo.

No le dijo nada.

-Bien muchachos, pueden salir.

Sasuke volvió a salir primero y esa vez nadie lo detuvo. En cierta forma se esperaba que aquel muchacho le insistiera; tenía que admitir que era algo vanidoso. Salió sin que nadie le dijera nada y así llegó a su casa.

Cenó y subió a su habitación. Por alguna razón quería que el día acabase rápido y no solo eso. Era una sensación extraña la que sentía, como una opresión en el pecho y el deseo de ver a aquel muchacho de cabellos rubios. No podía explicarlo y eso lo molestaba.

Echado en su cama, luego de pensar un rato, decidió dormir. Había llegado a una conclusión que no le hizo la más mínima gracia y quería olvidarla lo antes posible.

-¿Es que acaso yo… me siento… culpable?

 

 


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