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Vivir y existir son dos cosas distintas. por Amaidesu

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Notas del capitulo:

Una disculpa por la demora.

Qué está pasando.

Sasuke se encontraba nuevamente en aquel pasadizo tan conocido por él.

Normalmente casi todas las puertas estaban entreabiertas dejando ver si tenían luz. Eran pocas las puertas que estaban cerradas, sin embargo, ahora las puertas, casi en su totalidad, estaban cerradas. Solo una estaba entreabierta, una que emitía una luz violeta.

En un sueño normal las puertas más cercanas no emitían luz. Podía verse agua, polvo o vientos salir de aquellas puertas. Las puertas que tenían luz estaban más lejos. Los colores que emitían eran el rojo, amarillo, azul, verde y algunos pocos de color celeste o blanco azulino. Los violeta normalmente estaban cerradas ya que guardaban las memorias que más le habían marcado.

Y justo en ese momento la única puerta entreabierta era una de color violeta. Dudó; aun cuando habían pasado varios años le era difícil ver aquellos recuerdos.

Estoy dormido. Esto ya no me afecta.

Y con esas palabras entró.

El niño subía las escaleras rápidamente, tenía ya ocho años. Las voces que se oían no eran tan claras pero se lograba distinguir “mentirosa”, “me voy”, “perdóname”.

El niño llegó al segundo piso, su padre estaba en dirección a la escalera y su madre le sujetaba el brazo. En el rostro del pequeño se veía la confusión al no entender lo que sucedía.

-Papá, ¿Qué pasa?

-Sasuke, sube al techo.

-Pero Itachi está aquí.

-¡Sube!

El menor subió a la azotea. Estaba angustiado. No había escuchado todo lo que su padre dijo pero logró distinguir cuando dijo “me voy”. Estaba asustado, si su papá se iba ¿Qué iba a ser de su familia?

El niño lloraba y rogaba porque sus papás no se separaran. No quería estar aún más solo.

-Diosito ¿Me escuchas? Por favor, no dejes que mis papás se separen. Por favor. Te prometo que si los reconcilias rezaré todos los días; también iré a la iglesia. Por lo que más quieras, no dejes que se separen… ¿De verdad me escuchas? Por favor, te lo ruego. Ya no quiero estar solo… ¿Alguien me escucha?

Nadie te escucha. Estás aquí arriba… solo.

Sasuke observaba al niño llorar cuando una luz violeta brilló suavemente a su espalda. Al voltear vio otra puerta entreabierta.

Peculiar.

Entró a través de la puerta y llegó al segundo piso; tenía dieciséis años. Estaba en el cuarto de su padre.

En los ojos de Fugaku podía verse el dolor que sentía. Él estaba sentado observando al suelo mientras que Sasuke lo veía desde el marco de la puerta.

-Necesito pensar sobre todo esto.

Fugaku salió de la habitación dejando a Sasuke solo. La puerta de la entrada sonó y Sasuke se fue a su habitación. Siguió a su "yo" pasado. Le vio echarse en su cama a dormir.

Muchas veces el mundo de Morfeo es más apacible que el mundo real.

-¡Sasuke, levántate!

-¿Qué… pasó?

-¡A desayunar!

Sasuke estaba echado en su cama. Se levantó y bajó a desayunar.

-¡Sírveme una taza de leche!

-Ya voy.

-Pero apúrate. Tienes que ordenar tu cuarto y bajar tu ropa. Tu ropa ocupa mucho espacio en el tendedero.

-Lo haré más rato.

-¡Pero apúrate! Siempre estás diciendo más rato. Eres igual a tu padre, flojo. ¡No sabes hacer nada!

-Toma.

-El azúcar.

-En la mesa.

-Dame una cuchara.

-Ten.

-¡Obito! ¡Baja a desayunar! Sasuke, ve a levantar a tu hermano.

-Mujer, ya te eh dicho que no grites cuando yo esté cerca. Sabes bien lo de mi misofonía.

-Yo grito porque quiero. Qué te crees tú para hacerme callar ¿Eh? ¡Obito, baja! Sasuke, sírvete tu desayuno.

-Voy a comer más tarde.

-Ni se te ocurra ir a tu habitación. Siéntate ahora mismo y pásame el pan.

-¿No puedes estar un día sin hacer bulla?

-¡Tú eres mi hijo! ¡Vives bajo mi techo y harás lo que yo te diga!

- ¡Ya cállate!

-¡No me alces la voz!

-¡Entonces cállate de una vez!

Mikoto le dio una bofetada a Sasuke. Estaba conmocionado; habían pasado años desde la última vez que su madre le había puesto la mano encima. De pronto toda la rabia que había sentido por años le invadió como una oleada de calor. Tantos años callándose ante los gritos de esa mujer, aguantando todo lo que le decía.

Estaba harto. Nunca le podía responder porque se le subía la presión.

Era injusto; todo el tiempo tenía que morderse la lengua, desgarrarse los labios e incluso reventarse los nudillos para no golpearla. La adrenalina le recorría todo el cuerpo y su brazo se tensó. Era una disputa entre ceder o callar, siempre era así. Una rápida bofetada cayó en el rostro de Mikoto.

-Tú no tienes ni el más mínimo derecho de siquiera hablarme. No eres más que una zorra inmunda… Me das asco, como no te imaginas. No tienes ni idea de cuánto tiempo eh estado aguantándote. Sólo haces ruido ¡Nunca te callas! Estoy harto. Todo el tiempo me estás gritando, diciéndome “¿Qué te crees?” Más bien qué te crees tú. ¿Crees que porque me pariste tienes derecho sobre mí? No soy tu muchacha ni mucho menos tu hijo, tienes dos hijos y aun así es a mí a quien paras ordenando. Por tu culpa… Tú tienes la culpa de esto… Te lo advierto, en tu vida jamás, escúchame bien, JAMÁS vuelvas a ponerme la mano encima.

7:28 am.

-Demasiado bueno para ser real…

Sasuke se levantó, bajó a desayunar; sus padres bajarían más rato ya que, al ser domingo, dormían hasta las ocho.

Era verano y el calor ya se sentía con fuerza; después de desayunar subió a su habitación para darse una ducha pero se llevó una sorpresa al ver que no había agua. Tendría que esperar que volviera el agua para bañarse así que se puso a dormir.

Cerca de las nueve de la mañana su madre le levantó. Como no había agua no saldría a vender, en vez de eso se fue a hacer compras con Fugaku.

Cuando regresaron aún no volvía el agua y Sasuke no estaba de ánimos para nada; entonces decidió seguir durmiendo hasta que el agua volviera.

Volvió a levantarse aproximadamente a las cinco de la tarde, el agua ya había vuelto entonces se puso a lavar su ropa. Luego de eso cenó y subió a su habitación con la intención de dormir pero, como era verano, el calor daba guerra. Estuvo tratando de dormir todo lo que pudo pero no lo logró. Con toda la pereza del mundo se dio otra ducha y por fin pudo dormir.

Lunes

8:10 am.

Bajo las sábanas, Sasuke se removía de un lado a otro por el calor; no quería levantarse por el simple hecho de que tendría que cocinar.

-Sasuke a desayunar.

A la mala tuvo que bajar. Si Itachi había llamado a su puerta debían de ser ya más de las nueve de la mañana.

Bajó y desayunó, al rato se puso a cocinar y para cuando terminó se puso a leer en la laptop. Así se pasó toda la mañana hasta que dio la una de la tarde.

Se fue a la academia; esta vez, en el transcurso de su casa a la academia, no se detuvo a observar a las personas si no que, simplemente, observaba a través del cristal.

Ese sueño fue tan real que hasta hubiera deseado que no fuese una invención de su mente. Cada vez estaba más cansado Al llegar a la academia ya se sentía desfallecer y peor cuando vio que el rubio se acercaba a él.

-Piedad…

-Hola Sasuke. Ven.

 Naruto y Sasuke se sentaron en uno de las carpetas de adelante. A Sasuke no le hacía gracia sentarse ahí ya que no podría dormir pero no dijo nada ya que supondría un esfuerzo extra que no estaba dispuesto a cometer.  

Si bien es cierto los profesores daban pequeños comentarios de motivación ese día le pareció que se pusieron de acuerdo para que todos los profesores, coordinador incluido, se pusieran a hablar de lo mucho que tenían que esforzarse para ingresar.

Por lo menos algo le hizo gracia. Después de que el coordinador salió del aula el profesor de Trigonometría entró haciendo gala de la gruesa voz que no tenía.

Lo malo era que se había concentrado tanto en leer en la laptop que se olvidó de comer. Por eso, antes de entrar a la academia, se compró un Arroz con leche que tenía pensado comerse en el receso pero…

-Diez minutos más… solo diez minutos para el receso.

Sasuke no paraba de observar su reloj, suplicando en su mente por que el tiempo pasara más rápido pero parecía más bien que el reloj se demorara cada vez más en avanzar.

-Cinco minutos. Ya casi, solo debo aguantar un poco más.

Pasaron cuatro minutos; solo faltaba un minuto para poder comer.

-Un minutos… ¡Un mísero minuto que no pasa! Calma Sasuke, valdrá la pena…

Hasta que finalmente el tan ansiado momento llegó.

-¡Por fin!

-Oye Sasuke ¿Me invitas un poco?

-¡Mi comida!

-Pero solo un poquito.

-Con mis dulces no te metas. Ándate y compra algo para ti.

A su pesar, Naruto tuvo que ir al cafetín para comprarse algo de comer. En verdad quería el Arroz con leche pero el azabache no se dignó a compartir con él ni un poquito.

Al final del día Sasuke volvió a su casa y Naruto a la suya.

Pasó el martes y el miércoles casi sin novedad. Como todos los miércoles se quedaba para rendir su examen y aquella vez, para su gran sorpresa, el rubio terminó al mismo tiempo que él.

Al final terminaron por ir juntos al paradero en una amena conversación. En realidad era más un monólogo ya que Naruto se la pasaba hablando como si de eso dependiera su vida mientras que Sasuke solo escuchaba sus audífonos.

Cuando el rubio se dio cuenta le quitó sus audífonos, se le veía enojado pero lo único que hizo fue quitárselos de las manos contrarias.

-¡Oye! Por lo menos escucha cuando te hablo.

-No te daré mis audífonos.

-No quiero tus audífonos.

-¿Entonces?

-Escúchame cuando te hablo.

-Te estoy escuchando.

-Eres imposible…

El azabache, que intuía el porqué de la molestia del otro, le dio uno de sus audífonos para que también escuchara.

-¿Y esto?

-Es Pixel de Tokyo Machine.

Fue entonces que el rubio entendió que el azabache prefiriera sus audífonos a su voz.

Se fueron caminando, pasando los paraderos hasta llegar al último que tenían en común para regresar a sus casas.

-Te gusta el electro… -dijo Naruto en voz baja. Fue más un comentario para sí mismo pero el Sasuke le escuchó.

-Me gustan muchos géneros pero el electro tiene un lugar especial… ¿También te gusta?

-Había escuchado algunas mezclas antes pero nunca esta.

-Es de Monstercat, tienen varios dj´s muy buenos. Las que escuchamos son de Tokyo Machine pero también hay otros como Aero Chord.

-Vaya.

-… Ya es tarde, debo volver a casa.

-Sí, yo también. ¡Cuídate, Sasuke!

El azabache, que ya se encaminaba de regreso, solo se despidió alzando la mano.

Normalmente no respondía de ninguna manera cuando el rubio se despedía pero le salió como reflejo. Al regresar a casa cenó y subió a su cuarto y, echado en su cama, se puso sus audífonos a escuchar electro hasta quedarse dormido.

 

 


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