Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Vivir y existir son dos cosas distintas. por Amaidesu

[Reviews - 32]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Nuevo capítulo :3

Viernes

7:30 am

Amaneció y era hora de levantarse mas no quería hacerlo. Había vuelto al bajón, la caída de la montaña rusa. No importa cuánto tiempo pasara, jamás se acostumbraría a ese sube y baja emocional.

 

-El día perfecto para soñar con eso. Supongo que mejor será irme.

 

Se dio una ducha calmada, tomándose su tiempo. Se cambió y bajó a desayunar.

Su hermano ya estaba ahí, ni un hola se dijeron. Era propio de ellos, no eran los hermanos más afectivos ni nada parecido y, en cierta manera, lo agradecía.

 

-Me voy a la academia.

-¿Estás en el turno mañana?

-Voy a estar en la biblioteca.

 

No dijeron más. Sasuke salió de casa y se dirigió a la academia.

Solo se puso los audífonos pero no reprodujo ninguna canción. Veía por la ventana del bus, se sentía demasiado cansado y no había café que lo relajara.

 

Al bus se subió una señora que cargaba a un recién nacido. Estaba a la mitad del bus, el lugar perfecto para ver el detestable actuar de las personas.

Nadie de los asientos del frente se levantó. Señoras que no pasaban los treinta solo volteaban la cara y el cobrador solo cobraba el pasaje. Se paró e hizo una seña a la señora para que viniera a su asiento.

Cuando estaba con ese bajón lo mejor era siempre mirar por la ventana, ver a las personas solo le causaba más repudio. Pequeñas acciones como voltear el rostro o hacer el que no escucha le enojaban mucho en ese estado.

 

El bus seguía avanzando y el zumbido del motor le adormecía. Agradeció mentalmente el llegar por fin a la academia. Entró y se fue a un aula de lectura. Podría dormir un rato sin que le dijeran nada.

Ya era la una de la tarde, tendría que almorzar. Fue al cafetín y pidió un menú. Se sentó a esperar a que lo trajesen y de la nada apareció la melena conocida hasta el cansancio.

 

-Aquí vamos…

-¿Podemos hablar?

-Aquí está su menú, joven.

-Gracias.

-Sasuke, hazme caso.

-No te rindes. Idiota.

-Entonces solo escucha. Perdona si soy insistente pero de verdad me preocupo por ti. No puedes solo actuar diferente de la nada, algo te sucedió y quiero apoyarte. Dime en qué te puedo ayudar…

-Si quieres ayudarme entonces cállate y vete de una vez.

-No me iré.

-¿No se te ha ocurrido que tal vez seas tú lo que me molesta?

 

Dicho aquello volvió a su comida. Naruto no supo qué responder y solo se levantó para retirarse a su aula. Sasuke terminó de comer y entró al salón. Esperar no sería ningún problema, más porque tenía cómo distraerse.

Llegó el profesor que mejor y peor le caía. El bendecido profesor de psicología.

No es que tuviera algo en contra del profesor, de hecho era su clase favorita. Lo que no le gustaba era que en ocasiones el profesor se fijaba en él. Sea dentro o fuera de clases, lo sorprendió varias veces mirándolo.

 

Que las personas se miren entre sí es algo común, pero que un psicólogo se fije tanto en un alumno como él, es peligroso.

Si el profesor detectase conductas atípicas podía llevar hasta un llamado a los padres o quizá peor, una terapia asistida por la academia. Una total pérdida de tiempo.

 

La tarde fue en extremo pesada pero al fin había terminado. Salió sin mirar a nadie, tenía prisa por llegar a su casa, su cuarto.

 

Iba a mitad de camino para llegar al paradero cuando escuchó a varios perros ladrar. No le dio importancia hasta que escuchó un maullido. De inmediato buscó al gato con la mirada y lo encontró sobre un poste, rodeado de perros.

Corrió hasta donde estaba la jauría y trató de ahuyentar a los perros pero no sirvió, no se iban. Retrocedió lentamente, solo dos pasos; temblaba y no era por el frío. Se metió entre los perros, los pateó y uno le mordió en la pierna, por debajo de la rodilla. Tomó al felino y siguió pateando a los perros hasta que se fueron.

 

Observó al gatito, pues solo era una cría aún, tenía una pequeña herida en una pata, algo mínimo considerando que tres perros lo rodearon.  

 

-Chiu. Maldición.

-¿Te resfriaste?

-…

-Trae. Hay que limpiar la herida.

 

El desconocido se acercó a Sasuke y le quitó al gato. Sacó una botella de agua y trató de limpiar la pata del gato, pero este no le dejaba.

 

-Yo le lavaré la herida… Chiu.-Tsk, que fastidio.

-Que raro eres. Resfriarte en pleno verano.

 

Al oír el comentario del desconocido simplemente le salpicó un poco de agua en la cara. Sasuke seguía limpiando la pata del minino y este se dejaba hacer. Cuando hubo terminado el desconocido le dijo que tomara una tira de  tela que tenía en un bolsillo de su pantalón.

Estaba vendando al pequeño animal cuando volvió a estornudar. El contrario solo atinó a reír suavemente, lo que no fue para nada del agrado del moreno.

 

-No me estoy burlando, solo me causa gracia.

 

Sasuke retiró al animal de los brazos del desconocido para cargarlo. Luego el contrario empezó a acariciar el lomo del gato pero este le arañó.

 

-No hay justicia. Yo, que adoro a los gatos y estos me arañan.

-Eres un bruto.

-¡Que!

 

Sasuke tomó la mano del desconocido y la puso sobre las orejas del gato. Realizaba movimientos circulares suaves y lentos pero no tanto. El gato se relajó y no dio muestras de molestia. Pasado un rato Sasuke soltó la mano del contrario, dejando que este tocara al gato solo.

 

-Cuando un gato está estresado lo mejor es tocar la base de sus orejas. Cuando se relaje podrás acariciarlo sin que te arañe.

-Vaya, no lo sabía.

-Se nota.

 

Se quedaron en silencio, ambos miraban al minino dormir en los brazos de Sasuke sin mediar palabra. El azabache hubiera seguido así de no ser porque vio a Naruto a un par de metros de distancia.

 

Al ver salir al azabache, Naruto apresuró sus apuntes para poder seguirlo. Tardó un poco más de lo esperado por lo que al salir no encontró al azabache cerca al portón de salida.

A lo lejos se oyó el ladrar de varios perros y luego vio correr a alguien en dirección a ellos. Un muchacho a su lado salió disparado en dirección a los perros.

Al principio no logró distinguir quién era pero al acercarse más divisó que era Sasuke quién había enfrentado a los perros. El muchacho que había corrido para socorrerlo estaba tocando algo en los brazos de Sasuke, no lograba ver qué era, pues era pequeño.

Se fue acercando y mientras lo hacía notó sangre en la pierna del moreno. Fue en ese mismo instante, cuando levantó el rostro, que Sasuke le miró. Volvió a dirigir su vista a la pierna del pelinegro y escuchó cómo claramente le decían metiche.

Al levantar el rostro por segunda vez, el tipo al lado de Sasuke lo estaba mirando. Y como si hubieran ensayado, ambos, Sasuke y el desconocido, soltaron un suspiro cansado al mismo tiempo.

 

-¿Te lo quedarás?

-No puedo.

-Entonces lo haré yo… Tienes ibuprofeno ¿Cierto?

-¿Nn?

 

El desconocido dirigió su vista a la pierna del ojinegro y luego a los ojos contrarios. Sasuke solo asintió.

Le dio al gato y el desconocido se marchó.

Naruto había observado todo en silencio y cuando aquel sujeto se iba se acercó a Sasuke. Estaba alarmado por la herida y por la sangre que de esta salía.

 

-Sasuke, tenemos que ir al hospital.

-Tenemos me suena a manada.

-No es momento para tus tonterías, estás sangrando.

-No exageres, niño. Adiós Sasuke.

 

El desconocido se despidió y se marchó. A Naruto no le gustaba que le dijeran niño, ya tenía dieciocho. Además, en su mente, no estaba exagerando. Solo estaba preocupado.

 

-Llamaré un taxi.

-Será para ti. Yo me voy a mi casa.

-No seas terco. Hay que llevarte al hospital.

-¿Por una heridita?

-No es una heridita, te mordió un perro.

-¿Y?

-… ¿Y si el perro tenía rabia?

-…

 

Sasuke se detuvo en seco. No se le había cruzado por la mente que el perro tuviera rabia. Bien podría tenerla así como otras enfermedades; lo mejor sería prevenir.

 

-Recuérdame por qué no te has ido.

-No sigas con eso. Ya te dije que no me iría hasta que te atendieran.

 

Para que su familia no se pusiera histérica por no llegar a tiempo llamó a su padre informándole la situación actual. Le dijo que probablemente llegaría a las diez de la noche. Era algo exagerado pero también quería estar solo un rato.

Había pasado por triage. Para que le pudieran atender primero debía pasar por triage para que decidieran que tan grave era su emergencia.

No tenía problema con esperar un poco, con lo que sí que tenía problema era con que: a) Naruto no se había ido. b) No paraba de preguntar si le dolía. c) A cada mueca insignificante que hiciera se ponía a llamar a una enfermera.

Habían pasado 10 minutos desde que llegó cuando en la pantalla del televisor apareció su número, indicando que era su turno. Se levantó para entrar al consultorio.

 

-A dónde vas.

-A que me atiendan.

-E-espera. Voy contigo.

 

Entraron y se encontraron con un joven médico. Le pidió que se levantara la basta del pantalón, una enfermera había traído agua y trapos. También trajo una pequeña botella de algo que parecía povidona yodada.

Primero le limpió la herida con un trapo húmedo, luego tomó un pedazo de algodón en el que vertió unas gotas de la povidona para posteriormente limpiar la herida.

 

-¿Podría contarme cómo es que se hizo esta herida?

-¿No se lo dijeron ya?

-Solo me dijeron que había un paciente con posible infección de rabia.

-¿Por qué quiero saberlo? Itt... iss.

-Dos razones. Primero, te ayudara a relajarte un poco. La povidona puede ser realmente fastidiosa.

-¿Y la segunda?

-Tengo curiosidad.

 

Le contó lo acontecido momentos antes. Para cuando hubo acabado el doctor también lo hizo. A su pesar, el hablar lo distrajo del dolor.

Terminaron por ponerle una gasa estéril en la zona afectada.

 

-La herida es muy leve, no creo que te hayas contagiado de nada. Además cualquier perro muerde a quién lo patea. Pero por si acaso, quiero que vengas dentro de dos semanas para descartar cualquier duda. Eso es todo. Ten, ve al área de vacunación y dale esto a la enfermera.

-Gracias.

 

Así, salieron del consultorio para buscar el lugar susodicho. La enfermera le hizo pasar de inmediato, pero solo a él, por lo que Naruto tuvo que quedarse fuera mientras le ponían la inyección.

Salieron del hospital poco antes de las ocho de la noche y a Sasuke le dio hambre, por lo que se dirigió a un paradero.

 

-Ahora sí debes irte. Yo me iré a mi casa.

-Te acompañaré.

-¿Me ves con cara de lisiado? Puedo volver a mi casa por mi cuenta.

-Quiero asegurarme de que estés bien.

-Tsk.

 

Viendo que no tenía sentido tratar de convencer al rubio, pues este era en demasía testarudo, decidió que lo llevaría consigo.

Fue a un restaurant de la zona, se sentó a esperar a que viniera el mesero.

 

-¿No ibas a ir a tu casa?

-¿No  deberías ir a la tuya? Tus padres deben estar preocupados.

-De hecho… mis padres están muertos…

-Buenas noches ¿Qué les traigo?

 

Ambos hicieron sus pedidos. No dijeron nada más; Sasuke, por no saber que decir y Naruto, porque comprendía la sorpresa que había causado en el azabache.

La comida llegó y Naruto empezó a comer. Sasuke también al mismo tiempo que alternaba su mirar de su plato a Naruto.

A la mitad de la comida rompió el silencio. Tal vez lo más apropiado sería decir sus condolencias.

 

-Naruto…

-Tranquilo, eso ocurrió hace mucho tiempo. Mi tío me estuvo cuidando hasta este año.

-Por qué.

-Digamos que mis padres no eran muy amigos de mi tío. Pero eran familia, y mi tío me cuidó porque lo veía cómo su deber al ser yo su sobrino. Ambos queríamos seguir con nuestras vidas, así que cuando cumplí dieciocho me mude a mi antigua casa.

-¿Pero cómo te mantienes?

-El dinero del seguro. Además de que la casa estaba a mi nombre, ahora soy el dueño legal por ser mayor de edad.

-Umm.

-Oye.

-¿Sí?

-¿Puedo preguntarte algo?

-Claro.

-¿Estás bien?

-…

 

A veces las personas subestimaban el poder de las palabras. La pregunta le atinó con la guardia baja y por ese breve instante quedó en blanco.

Dos simples palabras le habían desarmado.

 

-Entiendo que no quieras decirme tus problemas pero… quiero apoyarte. Puede que a tus ojos solo sea un tonto o un bufón pero realmente me preocupas.

-Lo haces en vano. No me pasa nada.

-Negar las cosas no las hacen desaparecer.

-No niego nada. No me pasa nada.

-¿Acaso es normal tirarse de un árbol? ¿De esa altura? No estás bien. No te pido que me cuentes lo que te pasa si no quieres, solo te pido que confíes en mí.

-Eso jamás ocurrirá.

-¿No puedo ayudarte?

-Se te enfría la comida.

-…Si no puedo ayudarte por lo menos no me apartes. Tú… de verdad eres-

-Me gustan los gatos.

-… ¿Eh?

-Me gustan los gatos.

 

No dijo más. Logró eliminar esa conversación.

Naruto al principio estaba confundido. No le preguntó qué le gustaba ni nada parecido. Le tomó unos instantes para entender que Sasuke dijo aquello para que él no terminara la frase que había comenzado.

 

Terminaron ambos de comer y pagaron la cuenta, la mitad cada uno. Estaban en el paradero esperando el bus que los llevaría a casa.

 

-Sasuke, ¿Quién era ese tipo?

-Quién.

-El sujeto que estaba contigo hace rato.

-No lo sé.

-No me mientas.

-No lo conozco.

-¿Qué clase de desconocido sabe tu nombre?

-La clase que escucha cuando otro te llama por tu nombre. Idiota.

-¡Oye!

-Este es mu bus.

-Voy contigo.

-Si me acompañas te juro que te ignoraré en lo que quede del ciclo.

 

Y con esas palabras como despedida, se subió al bus.

En el trayecto se quedó dormido con facilidad. De no haber sido por una señorita que le pidió permiso para sentarse, quién sabe hasta dónde lo habría llevado el bus.

 

Llegó a su casa y todos estaban en la sala viendo la TV. Entró y saludó, iba de subida a su habitación cuando su madre le llamó.

 

-Hijo, ven a comer.

-Ya comí fuera.

-¿Qué dijeron los doctores? ¿Estás bien?

-Sí.

-Tu papá me dijo que un perro te mordió. Qué paso.

-Eso mismo. Un perro me mordió.

-Pero cómo-

-Madre, estoy cansado y quisiera ir a dormir. Mañana podemos seguir con esta conversación.

-Está bien. Descansa hijo mío.

 

Subió a su habitación y se cambió de ropa.

El cansancio lo venció por fin, nada más echarse la somnolencia lo envolvió y quedó profundamente dormido.

 

Es bueno volver aquí.

 

Como en otras ocasiones, Sasuke caminaba por el pasadizo de sus recuerdos. Llegó a la zona iluminada y eligió una puerta de la que emanaba una luz amarilla pálida. Entró.

 

-Sasuke, ¿Podrías venir un momento?

-Sí.

 

Estaba en un salón de primaria, era el cuarto grado.

Sasuke salió del salón tal y como se lo había pedido su profesor. Ambos se dirigieron a la dirección.

 

-¿Qué pasa profesor? No eh faltado a ninguna norma.

-No es por eso que vamos a la dirección.

-¿Entonces?

-Ya verás.

 

Llegaron a la oficina del director donde este ya los estaba esperando.

En las manos del director había un sobre. Entraron y tomaron asiento frente a él.

 

-Vaya, sí que te pareces a Itachi de pequeño.

-No me mandó llamar solo para decime eso ¿O sí?

-Sasuke, se más respetoso con el director.

-No se preocupe, profesor. Tienes razón, Sasuke. Verás, hay varias instituciones que van a colegios buscando a los mejores de cada salón para darles becas, este colegio no es excepción.

-Pero eso es solo para los de quinto y sexto.

-Normalmente, sí. Las becas son para los diez mejores de cada salón de quinto y sexto pero antes de que alguna institución ingrese a los salones primero deben pasar por mi oficina. Ayer vinieron y sin querer vieron los registros del cuarto año. Les llamó la atención que un niño que tenía casi toda la libreta en rojos tuviera promedios de 14 a más.

-Me harán un examen.

-… Exacto.

-Cuándo.

-En unos minutos. Profesor, puede marcharse.

-Con su permiso.

 

El profesor se fue, dejando al director y a Sasuke solos. El menor tenía la mirada gacha, no se le veía emocionado.

 

-Tranquilo, podrás hacerlo. Tienes más potencial que tu hermano.

-No estoy nervioso.

-Si estudiaras más podrías haber tenido esa beca sin necesidad del examen. Tus notas están rojas en presentación de cuaderno, puntualidad, responsabilidad y convivencia estudiantil. En lo único en lo que sobresales es en las notas de los exámenes. Si pusieras empeño podrías estar en un mejor colegio.

-Lo sé.

-Si ganas esta beca podrás estudiar cursos de quinto y sexto año. Tienes un gran potencial, no lo desperdicies.

 

No lo desperdicies… Ese es un mal chiste, director. Desperdiciarlo sería usarlo en favor de gente que no lo merece.

 

Los representantes del colegio privado llegaron y se llevaron a Sasuke al aula de laboratorio, que estaba vacío, para hacerle el examen.

Este contenía 50 preguntas de letras y números por igual. Acabó a los cuarenta minutos de haber comenzado. Devolvió la prueba para que la revisasen. Lo mandaron a esperar en la oficina del director unos minutos en lo que revisaban la prueba.

 

Pasados los minutos, llegaron los representantes y con ellos, las respuestas.

 

-Cincuenta de cincuenta. Todas las respuestas fueron correctas. El niño es apto para el curso.

 

Le dieron la beca. Obviamente no sería gratis, la beca reducía el costo en un 70%. Solo tendría que pagar S/. 150 para estudiar.

El niño estaba contento. Iba a su casa con la idea de estudiar en mente; saber más, dejar de estar rodeado de niños fastidiosos.

Llegó a su casa y buscó a sus padres. En su mente ya imaginaba lo que sucedería.

Él yendo a un colegio, quizá con personas mayores que le enseñarían cosas interesantes.

En su colegio actual se concentraban más en leer y copiar y a veces exponer. No le gustaba hacer solo eso, así que no lo hacía. Pero esa beca era su oportunidad de salir de ahí, podría hacer algo que de verdad quisiera.

 

-Madre, ya llegué.

-Qué quieres.

-¿Puedo pedirte algo?

-Tus cuadernos.

-¿Eh?

-Quiero ver tus cuadernos.

-¿Por qué?

-Te lo eh dicho varias veces. Quiero que saques mejores notas. Tus cuadernos están casi vacíos, me sorprende que no me hayan mandado llamar. Aunque quizás ya lo hicieron y no me lo has dicho.

-No, no te han mandado llamar.

-Podrías ser más como tu hermano. Él es responsable, sus profesores siempre me dicen lo empeñoso que es. En cambio tú… Tus profesores no paran de decirme que eres flojo. Si vas a pedirme algo primero mejora tus notas para el próximo trimestre.

-Pero faltan tres meses.

-Pues hasta que en tu libreta no vea puros azules de un semestre no me pidas nada. No pienso gastar dinero en tus tontos caprichos.

-No es un capricho.

-¿Y qué ibas a pedirme? Probablemente dinero.

 

No dijo más. Subió corriendo a su habitación.

Estaba enojado, más que enojado. No podía pagar la matrícula él solo, no tenía el dinero.

 

No podría estudiar.

 

Entonces se le ocurrió que tal vez su padre sí le apoyara. Él era más comprensivo, seguro le apoyaría cuando supiera que quería estudiar.

Salió a buscar a su padre, lo encontró en la azotea durmiendo.

 

-¿Papá?

-Dime.

-¿Puedo pedirte algo?

-Hazlo.

-Papá, quiero estudiar.

-Dime qué es lo que quieres, Sasuke.

-¿Puedes pagar mi matrícula? Solo cuesta S/. 150.

-¿Solo S/. 150? ¿Crees que eso es poco?

-Pero-

-No, Sasuke. Además lo de querer estudiar es mentira.

-No miento.

-Será lo mismo que el colegio. Tiraría dinero al tacho. Además, este año es la promoción de tu hermano y estamos ahorrando para que se vaya de viaje con su salón. Se ha esforzado mucho y terminó en sexto lugar de todas las promociones de este año. Hasta ahora tú no te has esforzado por nada. ¿Por qué te daría algo?

 

El niño quedó mudo ante las palabras de su padre. Se devolvió sobre sus pasos a su habitación.

Se sentía cansado, se echó en la cama y se durmió.

 

Al día siguiente se fue al colegio, llevaba consigo la beca que le habían dado.

 

-Profesor, tenga.

 

Le dio al profesor de aula la beca. El mayor lo miró confundido ya que esa beca venía de una de las mejores casas de estudio privadas. Trató de convencer a Sasuke para que la aceptara pero no lo logró.

Se fue a su lugar y la clase continuó.

 

Terminada la jornada estudiantil, volvió a su casa. A su lado iba su hermano, no se dijeron nada.

Llegaron a casa y, como siempre, su madre se alegró al ver a su orgullo. Su primogénito.

Itachi volvía a traer un examen con la felicitación de su profesor de curso. Un 17, esa era su nota.

Sus padres lo felicitaron, por supuesto. Le ignoraron en toda la comida.

 

Terminó de comer y subió a su habitación. Dentro de su armario estaba su gran secreto por decirlo así.

Demoró casi un año en terminarlo, pero lo logró.

 

Era una pintura de aun atardecer. Lo había dibujado primero a lápiz y quiso terminarlo con pinturas.

 

-Qué debo hacer… Yo de verdad quería, no, quiero estudiar. No tengo el dinero y mis papás no me pagarán la matrícula… Aunque siempre vienen de inicios a mitad de año. Si ahorro lo suficiente podría pagármelo yo mismo en sexto. Solo debo ahorrar.

 

Idiota…

 

El niño cerró su armario, guardando así su más preciado bien.

 

Sábado.

7:20 am.

 

Sasuke se levantó. Bajó a desayunar en pijama y luego volvió a su cuarto. Se duchó con calma, extrañamente ya no se sentía tan cansado.

Quizá fuera el sueño, el recuerdo. Se sentía ligero, no había ruido en casa. Era lo más parecido a la paz que podría experimentar.

 

Se puso la ropa e iba a cerrar el armario pero se detuvo.

Miró el fondo del armario donde una vez estuvo aquella pintura. Alzó la mano y con los dedos rozó el fondo del armario, los deslizó hacia abajo y retiró su brazo lentamente.

Finalmente cerró el armario. Aquella pintura ya no estaba… y su felicidad tampoco.

 

Cocinó y se fue a su academia. Tomó el bus acostumbrado. Al  subir solo había un asiento libre, se sentó sin prestar atención a quién estaba en el asiento de al lado.

Al rato de viaje, la persona a su lado se apoyó en su hombro. Iba a alejarlo de sí cuando vio que estaba dormido. Pero al fijarse bien notó que era el desconocido de la noche anterior.

 

El color rojo es un color muy llamativo por ley. La razón por la que no lo notó fue por el gorro que usaba, el cuál cubría sus cabellos rojos.

Se le quedó viendo un momento, la noche anterior no lo tomó en cuenta pero sentía una extraña atracción con el sujeto.

 

Normalmente las personas solían causarle algún tipo de reticencia pero ese extraño no. Había algo en él que le hacía sentirse cómodo en su presencia.

 

-¿Cuánto falta para llegar?

-Estás dormido. No deberías hablar.

-Soy sonámbulo.

-Mis condolencias… Falta media hora aún.

-Umm, o sea que puedo seguir durmiendo.

-Así es.

-Soy Sasori.

-Ya sabes mi nombre.

-Sí, pero no lo supe ayer. ¿Quieres un wafer?

-Ese gorro tuyo me sonaba de algo.

-Mentira… Dime ¿Te doy asco?

-Me gustaría decir que sí. ¿Eres cómo yo?

-Quizá. Realmente no creí que me fuera a pasar esto.

-Una suerte de perros.

-De ratas, querrás decir.

-Pondré la alarma, por si me duermo.

-Bien…

 

El resto del trayecto se apoyaron en el otro, se durmieron. La alarma sonó poco antes de llegar a su paradero.

Bajaron del bus y entraron a la academia. Era temprano, por lo que se fueron a comprar algo para distraer al estómago.

 

-Café moca con cinco de azúcar.

-Lo mismo.

 

Recibieron su pedido y se fueron a una mesa. Por la mente de ambos pasaba la misma duda. El haber encontrado a alguien que fuera como ellos.

 

-Quiero pensar que no pediste lo mismo que yo para agradarme.

-En realidad me  sorprendí cuando lo pediste con tanta azúcar. Pensé que solo a mí me gustaba el café dulce.

-¿Tuviste problemas por el gato?

-Para nada. De hecho estaba buscando una mascota. Cómo está tu pierna.

-Bien. No fue grave.

-Al final terminó arrastrándote al hospital.

-Es un cabezón.

-No deberías tenerlo cerca.

-Lo sé. Fui tonto al dejar que se acercara pero no pude evitarlo tampoco.

-Explícate.

-Culpa.

-Será mejor que lo alejes, ambos saldrán mal.

-Solo él saldrá mal. A mí no me importa.

-Es gracioso que lo digas. Debes saber que no es bueno que se acerquen personas que pudimos ser.

-Puedo controlarlo.

-Aún te falta sufrir.

-Ya no puedo hacer eso.

-Sí puedes, para tu desgracia.

 

Terminaron de beber sus cafés, era hora de entrar a clases. Sasuke se sentó en una de las carpetas en dónde mejor daba el ventilador, Sasori, por su lado, se sentó en dónde no le diera el aire.

Al rato llegó Naruto corriendo para no quedar fuera del aula. Se sentó junto a Sasuke.

 

-Oye, ¿Cómo está tu pierna?

-Espera, le pregunto.

-Sasuke.

-Está bien, idiota. Tú mismo viste cómo me la curaron ayer.

-¿No se te ha infectado ni nada?

-No.

-Si te duele, házmelo saber. Por favor.

-Hmpt.

 

Comenzaron con la clase. Ese día no tenía nada de particular, simplemente las horas avanzaron y dio la salida.

Todos salieron. Algunos fueron a un seminario que había, otros a la biblioteca y otros simplemente se iban a sus casas.

Naruto acompañó a Sasuke hasta el paradero, si no podía acompañar al pelinegro entonces trataría de estar todo el tiempo posible cerca de él.

 

-Sasuke, vamos a estudiar.

-Hazlo tú solo si quieres.

-Mañana iré a tu casa.

-Mañana es domingo.

-Mejor.

-Los domingos estoy ocupado.

-Entonces iré el lunes.

-No te abriré la puerta.

-Entraré por la ventana.

-Tsk.

 

Llegó el bus y Sasuke se apresuró a entrar. Y detrás de Sasuke subió Sasori mostrándole una sonrisa socarrona mientras las puertas del bus se cerraban.

Había varios asientos libres y se sentó en uno. A su lado se sentó Sasori con una media sonrisa.

 

-Gracias por volverme el lunes más pesado.

-De nada.

-… No lo molestes o me molestará a mí también.

-¿Quieres venir a mí casa el lunes?

-…

-¿Aún sientes culpa?

-Un poco menos.

 

Siguió el trascurso del tiempo sin que dijeran otra palabra. Al llegar a su paradero Sasuke se despidió de Sasori.

Llegó a su casa y las cosas seguían como siempre. Subió a su habitación y se dispuso a dormir.

 

Como odio los domingos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).