Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Días libres por Lizama24

[Reviews - 5]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Aquí está mi fic participante. Espero les guste.

 

 

Se había preocupado tanto desde un inicio por conseguir el dinero, que no recordaba que sus padres no sabían para nada de aquel viaje. Que sí, teniendo diecinueve era lógico que aún necesitara su aprobación, más aún porque seguía viviendo con ellos. Pero bueno, qué se podía hacer, debía enfrentarse a ambos.


La clase en la que iba habían organizado aquellas vacaciones en Tailandia para disfrutar las vacaciones de verano. Para Kouyou era más divertido aquello que pasar el tiempo solo, en casa. Además, la playa de Ngapali se veía preciosa en las fotos como para desaprovechar la oportunidad de ir. Se llevaba bien con sus compañeros, al menos con la mayoría, así que era seguro que se divertiría.


Luego de conseguir el permiso, diciéndoles que su responsable amigo Yutaka también iría y que además no tendrían que pagar nada, se preparó para irse. Una maleta con todo lo indispensable para ese mes que pasaría lejos, y dinero, mucho dinero. Sabía que trabajar por varios meses para conseguir ese dinero valdría la pena. 


La noche anterior al vuelo la pasó hablando con su somnoliento amigo quien le pedía se fuera a dormir, ¡pero era imposible! Se hacía escenas en su cabeza una y otra vez. No había pensado nunca el ir de vacaciones más allá de Japón. No fue sorpresa que no pudiera dormir más que unas dos horas y que al otro día fuera el primero en llegar al aeropuerto. En el avión, sentado al lado de Tanabe, fue que durmió todas esas horas que le debía a su sueño, y algunas más. 


Apenas llegar a su destino, se instaló cada quien en su habitación; debían compartir tres una misma, pues no eran millonarios para pagar un cuarto cada uno. Kouyou se juntó con Yutaka, obviamente, y con Masao, un chico bajito y algo robusto, bastante agradable y gracioso a su parecer. Yutaka no tardó en quedarse dormido apenas tocó una de las camas, mientras Kouyou intentaba convencer a Masao de dejarle la otra cama y que él durmiera con Yutaka, argumentando que cabrían los dos muy bien. 


En la tarde, porque habían llegado en la madrugada al hotel, salieron a la playa para poder darle el primer recorrido del mes. Era enorme, el agua se veía tan fresca que se le antojó ir a meterse apenas estuvo enfrente, la arena bajo sus sandalias tampoco lucía nada mal. Se sentó a unos metros de la orilla, al contrario de varios de sus compañeros que ya se encontraban nadando muy lejos. Escuchaba las risas de algunos, los gritos agudos de unas de sus compañeras y también veía cómo se peleaban los que ya estaban sumergidos en el mar. En vez de universitarios, parecían niños de guardería.

Se puso de pie para poder entrar al agua, quitándose las sandalias primero. Metió sus pies y fue caminando lentamente hasta que tuvo que empezar a flotar. Nadó unos metros, no yendo demasiado lejos porque él consideraba podía ser peligroso. Vio a su amigo Yutaka tomando el sol, aunque estaba seguro que ya estaba a punto de quedarse dormido. Continuó disfrutando del mar en el que deambulaba, sintiendo su cabeza calentarse por el sol. Fue cuando recordó que no se había puesto bloqueador, así que salió de inmediato para ir hasta su mochila. 


Mientras buscaba entre sus pertenencias, pudo escuchar a un grupo de sus compañeras hablar de lo sexy que estaba quién sabe quién. Volteó por simple curiosidad, notando con exactitud  hacia dónde veían. Aquel joven, de cabellos rubios notoriamente teñidos, sí que estaba bueno. Era más bajo que él, delgado, pero con muchos más músculos en los brazos que los que él tenía en todo el cuerpo. Sus ojos eran pequeños, y su sonrisa algo graciosa.

 Se mantuvo viéndolo algunos minutos mientras se colocaba el bloqueador, preguntándose si él podría ligarselo antes que todas las chicas de su salón. Regresó al mar con una risa interna ante la idea, sumergiéndose de nuevo entre la abundante agua salada que relajaba cada parte de su cuerpo. 


                                               ***
Masao ya se había ido a la fiesta, Yutaka seguía en el baño cambiándose, y él estaba frente al espejo ordenando sus cabellos lo mejor posible. No era una fiesta en sí, sino un concierto en la playa de una banda local que había conseguido les dejaran llevar a cabo su presentación. Pero para ellos era una gran fiesta con todas las de la ley; música, alcohol y el ambiente que pudieran crear. La música llegaba hasta su habitación de hotel y no sonaba nada mal. 


Fue con su amigo hacia la playa cuando estuvieron listos. Habían varias personas, aunque no demasiadas, quizá porque no era demasiado tarde como para que la mayoría ya estuviera presente. Sus compañeros estaban en un círculo, o algo así, en la arena, con algunas cervezas u otras bebidas. Ninguno de los dos dudó en tomar una de las cervezas que les fueron ofrecidas. 


Como ya lo imaginaba, sólo hizo falta cuestión de más tiempo para que el lugar empezara a llenarse de personas. La banda tocaba y el público bailaba en la arena frente a ellos. Quizá no era nada famosa aquella agrupación, pero el ambiente era tan bueno que hasta le daban ganas de tararear las canciones, porque desconocía por completo el idioma de las mismas. Y no tardó en dejarse llevar por sus deseos, motivado por varias cervezas que se había tomado. Empezó a bailar con algunos de sus compañeros, igual o más borrachos que él. Las chicas de su clase intentaban cantar junto con él; intentos que para nada fueron satisfactorios. 


Pudo ver a Masao, y otros, ir hasta el mar y jugar en el mismo. Yutaka continuaba en el círculo del principio con jóvenes que no eran ya sólo de la facultad, seguía bebiendo y pudo notar que no paraba de parlotear con desconocidos. Por su parte, él continuó bailando entre la gran multitud de personas que danzaban o sólo se movían de un lado a otro al ritmo de la música.


Siguiendo con su labor de ver a su alrededor, dio con aquel chico de cabellera rubia de la otra vez. El mal teñido bailaba con una joven de tez morena y cabello hasta la cintura. Por un momento creyó era su novia, algo apresurado en realidad, hasta que vio que se separaban y cada quien volvía con sus grupo de amigos. 


—¿También te gusta? —pronunció una de sus amigas contra su oído al haberlo descubierto. La chica reía, divertida. 


—Está muy bien, ¿no? —Sonrió, recibiendo la aprobación de su amiga con un asentimiento y otra risa más. 


—¿Por qué no le hablas? Invitalo a bailar, anda. Te lo dejo.
Negó con una sonrisa, pues ni siquiera lo había pensado. Sí le había gustado, pero no era tanto de conocer personas estando tan lejos de su ciudad, mucho menos de su país. Pero su amiga alegó que era obvio también era japonés y que seguro no era un asesino. No supo si eso fue suficiente o si realmente sólo quería una excusa para vencer su “miedo”, porque al poco tiempo ya iba caminando en su dirección. 


Andar entre tantos tipos bailando o hasta empujándose, lo hubiera puesto de los nervios sobrio, pero ahora hasta gracia la causaba. Se detuvo a las espaldas de aquel joven, tocando su hombro para llamar su atención.

Kouyou era gay, lo sabía desde hace unos cuantos años, pero también sabía que no todos los hombres eran gay, y por ello un rechazo no lo haría sentirse mal. Aunque le hizo sonreír el hecho de que aquel, quien ahora sabía se llamaba Akira, aceptara su invitación de bailar.


Mientras bailaban, volteó en una ocasión hacia su amiga quien sonreía y le aplaudía desde su lugar. Rió, regresando su atención al rubio frente a él, quien poco a poco iba tomando más cercanía con su cuerpo. En un momento la canción que tocaban fue una tranquila balada, lo que hizo que Akira terminara abrazándolo entre risas y bromas de que así debían bailar esas canciones. Pero así continuaron, aun cuando la canción ya no era para nada calmada. 


Sus cuerpos permanecían juntos, tenía las manos ajenas moviéndose por su espalda y aquellos ojos estrujaban los propios. Apenas habían hablado entre ellos, sin contar la presentación, comentando cosas sin mucha relevancia. Rozaron sus narices cuando sus rostros estuvieron demasiado cerca, Kouyou ni siquiera había notado que se acercaba. Y sin su consentimiento, aquel hombre tomó sus labios para besarle. Cedió de inmediato, correspondiendo con placer aquel beso del cual quiso apoderarse, cosa que no se le negó.
Luego del primer beso vinieron tantos que no pudo llevar la cuenta. 

Sus propios dedos se paseaban libremente por la espalda ajena, al igual que los ajenos en la propia o en sus costados. Se había olvidado por completo del concierto, de sus compañeros, de su amiga que seguro les observaba de vez en cuando, y de aquella alerta en su cabeza que lo cuidaba de no hacer tonterías. Se sentía muy bien, demasiado bien. 


Ambos se apartaron de la multitud. Akira le compró más cervezas, las cuales no tardó en beberse en su compañía. Se sentaron frente al mar, sobre la arena, y Kouyou fue atacado varias veces por aquellos labios, de nuevo. Yutaka seguro hubiera ido a separarlos, pero en ese momento debía estar borracho por completo, sin pantalones y dormido.

Además de que no eran los únicos: habían bastantes parejas manoseándose mientras bailaban, en la arena, e incluso desnudos en el mar. Estaba seguro de que ellos eran de los más decentes, puesto que Akira sólo se dedicaba a besarlo y abrazarlo, a la par que él intentaba poder continuar bebiendo de su cerveza.

—¿No puedes dejar de tomar? —cuestionó  de repente el mayor, agraciado porque Kouyou no había soltado su botella en ningún momento.

—Estoy dándome valor para seguir besándote —Escuchó una carcajada de su nuevo “conocido”, seguida de un beso en su nariz.

—Me encantas.

Le fue arrebatado lo que bebía y le obligó a acercarse de nuevo. Dio acceso a su boca cuando aquella lengua se colocó contra sus labios, pidiendo entrar. Un escalofrío lo recorrió cuando sintió la mano ajena sobre su entrepierna, acariciándola con insistencia. El calor se apoderó de su cuerpo, compartiendo aquel húmedo beso en el que participaba su lengua. No podía calmar sus deseos, mucho menos porque parecían ser correspondidos.

Akira le gustaba, mucho. Sentía que había una clase de conexión que era imposible no tenerle ganas. Cuando lo besaba, sólo pensaba en él y el calor que desprendía su cavidad. Estaba borracho del alcohol y de su boca. Las manos ajenas se colocaron bajo su camiseta, contra su piel, haciéndolo estremecer, sentir descargas eléctricas viajar por su columna. Hacía tanto que no sentía algo como eso que le hizo perder la poca razón que le quedaba.

En pocos minutos se levantó, y anduvo con ayuda del mayor para dirigirse al departamento del mismo. Reía en el camino sin razón, no procesando muy bien las palabras que llegaban a sus oídos.  Quiso despedirse de sus amigos, pero cuando lo pensó ya estaban bastante lejos de la playa.

Lo último que su memoria fue capaz de guardar, fue la sonrisa de Akira luego de haberlo desnudado.

 

***

Lo primero que se preguntó fue por qué cojones el foco estaba encendido. Tuvo la intención de gritarle a Yutaka que lo apagara, pero no lo hizo al escuchar dos voces que no eran ni la de su amigo ni la de Masao. Apretaba sus párpados para que no le incomodara la luz, rodando entre las sábanas hasta conseguir sentarse.

Recordó entonces a Akira, viéndolo en la sala gracias a que la puerta estaba abierta. Pero no pudo ver a su acompañante. Akira le sonrió y saludó con su mano, antes de continuar hablando con la otra persona. Él decidió buscar con la mirada su ropa, al tener tanta pereza de levantarse. Quitó todas las sábanas que le cubrían, haciéndolas bola en la cama. Desnudo, levantó cada prenda del suelo para poder vestirse, quejándose cada vez que se agachaba por el dolor de cabeza que tenía.

—Buenos días —Volteó a ver al dueño de esas palabras, quien le sonreía ahora a unos metros de la puerta—. ¿Cómo va la cruda?

—No tan bien como la tuya —Terminó de vestirse, colocándose por último sus sandalias.

—Oh, yo no tomo.

—¿Entonces me embriagaste para cogerme? —bromeó, demostrándolo al sonreír divertido.

—¿Qué dices? Cuando llegaste hasta mí, ya estabas bastante tomado.

Sacó su teléfono celular, sorprendido un poco de no tener llamada alguna de su “mamá” Yutaka. Aunque luego le restó importancia, pues seguro seguía dormido. No era tan tarde, después de todo. Luego tocó su cartera con una mano, que estaba en el bolsillo de su pantalón. Dudoso, la sacó para revisarla.

—No te robé nada —Carcajeó el mayor, cruzándose de brazos. No sabía si estaba indignado, o divertido por su extrañas acciones.

—Mi virginidad —Sonrió y volvió a oír la estruendosa risa ajena, que era molesta por la resaca que tenía, pero aseguraba que podía tolerarla.

—Me caes muy bien.

—¿Eres de aquí? —murmuró, volviendo a guardar su cartera en su lugar. Caminó en dirección a la puerta, pero se detuvo ante él.

—No, soy de Kanagawa.

—Yo era de ahí —comentó simplemente, y salió al fin de esa habitación.

Pudo ver apenas a aquel desconocido para él, y conocido para Akira, en la sala, aunque sólo su espalda. Pronto aquel sujeto se hubo ido a otra habitación. Akira pronto lo alcanzó, seguro para llevarlo hasta la puerta.

—¿Estás de vacaciones también?

—Lo estoy, así que quizá nos veamos de nuevo.

Aquello hizo sonreír a Kouyou por algún motivo, que interpretó pronto como que realmente le gustaba ese sujeto.

—¿Y si… Me das tu número? —Quería volver a verlo, sin duda. Invitarlo a salir estaba en sus planes.

 

***

 

Se suponía que el viaje era para convivir entre compañeros, compartir más allá de un salón y las clases. Sin embargo, no iba a negar que se le pasaba mejor con Akira que con ellos. Era mucho más divertido e interesante.

Yutaka ya le había reprendido con eso de juntarse con desconocidos, pero Akira ya no era un desconocido para él. Ahora sabía que se apellidaba Suzuki, estudiaba administración, era apenas un mes más o menos mayor que él, que tenía un hermano, y otras cosas más. También sabía, que mientras más tiempo pasara con él, su buen humor duraba mucho más de lo normal.

—¿Te han dicho tienes boca de pato? —Bien, que era agradable hasta que hacía algún comentario estúpido para molestarlo. ¿Para qué mentir?; hasta de odioso le encantaba.

—Eres la persona menos ocurrente del mundo —murmuró. Continuó viendo las tranquilas olas arrastrarse hasta estar más cerca de sus pies, dejando algo de espuma en la orilla.

—No lo digo de mala forma, son bastante provocativos. Como todo tú —Kouyou le vio con el ceño levemente fruncido, a lo que Akira dio un golpe sobre su hombro —. ¿No me crees? Te he dedicado al menos dos pajas desde que te conozco.

—Joder, Akira —Oyó claramente su risa en lo que él se ponía de pie, como si quisiera alejarse del mayor—. No me des detalles de tu mente asquerosa.

Caminó por la orilla, mojando sus pies entre la húmeda y molesta arena. Pronto fue detenido por los brazos del más bajo, los cuales lo encerraron por su torso. Suspiró al sentir sus labios contra la piel de su nuca. —No es asquerosa. Cualquiera se volvería loco por ti, ¿no crees? —No reprimió una sonrisa, a la par que se zafaba para verlo de frente —. Tengo todo el derecho de desearte.

—Yo también lo tengo

Y de hecho lo hacía, pero más allá del físico. Lo deseaba cada vez más que estaba seguro que era peligroso. Tomó sus manos, buscando entrelazar sus dedos. Acarició con su pulgar uno de sus dorsos, mirando el mismo para luego suspirar. Akira le observaba con una sonrisa, aproximándose tan despacio que bien podría apartarse, aunque por supuesto no lo hizo. Sintió su frente ser golpeada por la ajena, y un beso que esperaba en sus labios fue dado sobre su nariz. Aquello hizo que perdiera el aliento. ¿Acaso quería matarlo?

—Me gustas —Soltó sin más, apretando sus labios entre sí. ¿Cómo podía gustarle tanto? Si apenas hace una semana que se conocían.

—Y tú a mí.

Mandó mentalmente todo a la mierda cuando recibió esa respuesta. Sonrió, muy seguro de que esa sonrisa era por demás estúpida. ¿Qué importaba si no lo conocía tanto? O si se le había acercado borracho. Le daba lo mismo. Porque en ese momento estaba en sus cincos sentidos, y los mismos eran atontados cada vez que Akira le miraba.

 

***

—¿Tenemos que irnos ya? —Observaba a Yutaka ir de un lado a otro, guardando sus cosas que estaban por toda la habitación del hotel —. Akira aún se quedará otra semana y…

—Y él no está en nuestra Universidad.

—Gracias a Dios. Si no Takashima se perdería todas las clases por ir a espiarlo —Arqueó una de sus cejas por el comentario de Masao, indignado. Él no era ningún loco.

—Como sea —repuso Yutaka, cerrando al fin su pesada y “gorda” maleta —. Será mejor que vayas a despedirte. Yo terminaré de guardar tus cosas y te esperaré en la recepción.

Con el “Yo terminaré de guardar tus cosas”, debía entender que ese era el consuelo de su parte. Y como un niño, decidió obedecer.

Salió de aquel edificio para dirigirse a donde el mayor se encontraba hospedado. Sabía que sus vacaciones no serían eternas. Pero por un momento quiso creerlo al ser todo tan bueno. ¿Qué pasaría si nunca más volvía a ver a Akira? No quería ni imaginarlo.

Llegó hasta el hotel y fue como tantas veces en esas semanas hasta la puerta del departamento donde se quedaba. Que estaba muy claro el distinto nivel de dinero que tenían cada uno, por el hecho de que en vacaciones se consiguiera un departamento y no un cuarto con dos personas más. Era hasta ilógico pensar que Akira fuera de Kanagawa y él viviera en Tokio. Tocó el timbre y esperó, ansioso. Verlo frente a él, hizo que formara una mueca de frustración y se aferrara a su cuerpo con un sorpresivo abrazo.

—Hey, ¿qué pasa? —Akira rió como siempre lo hacía, aunque claro que confundido.

—Estoy a minutos de irme, ¿sabes lo triste que es eso? —No estaba seguro si estaba ahogando a Akira al tenerlo escondido entre sus brazos, pero es que no quería soltarlo.

—Lo entiendo —Se apartó y sus ojos pudieron encontrarse —Pero ambos sabíamos que pasaría.

Kouyou suspiró, alejando por completo sus brazos del mayor. Era tonto querer que Akira reaccionara de la misma forma infantil que él; queriendo se quedara así fuera imposible. Quizá estaba exagerando las cosas, pero ya no era su culpa, sino de sus malditos sentimientos. El mal teñido volvió a acercarse, seguramente por su cara tan lamentable. Lo tomó por las mejillas y aplastó las mismas para hacerle gruñir.

—La pasamos bien, ¿sí?

—Pero podremos al menos hablar por mensajes, ¿cierto? —Se le ocurrió que quizá hablar a través de las redes sociales era suficiente para consolarlo.

—Ah, claro —Asintió, dejando un fugaz beso sobre sus labios —. Hasta podríamos hacer videollamadas, en las que me dejes verte tocandote pensando en mí.

—Eres un sucio —masculló, viéndolo reírse. Lo estrechó una vez más entre sus brazos, apretandolo con fuerza. Ahora él le robó un beso que duró algunos segundos. No quería separarse de esa boca que tanto aceleraba su corazón y dejaba sin aire sus pulmones. No tuvo opción al final. Terminó despidiéndose del contrario y sonriéndole por última vez, al menos por ahora, pues deseaba con todas sus fuerzas volver a verlo.

Cuando llegó a la recepción, Yutaka era el único que lo esperaba. Le dio su maleta y ambos corrieron al estacionamiento del hotel. Fueron los últimos en subir a la camioneta que habían rentado por ese mes, y sin más, se dirigieron al aeropuerto.

Todos, a excepción de Kouyou, se veían más que vivos. El aire del mar aún llegaba a agitar sus cabellos y revolverlos. Las chicas cantaban todas juntas, y algunos chicos también. Otros tan sólo hablaban tan felices de lo que iban a extrañar, así como que juraban volver. Se preguntó si el siguiente año Akira volvería a ese sitio para sus vacaciones, si así fuera, él trabajaría de nuevo para poder regresar. Pensó en que seguramente tendría un lugar más extravagante en mente, quizá mucho más lejos, por Europa. Le gustó la idea de viajar a Europa.

 

***

¿Cómo te fue

Se quedó varios minutos pensando mientras veía aquellas palabras escritas en el móvil. ¿Qué quería preguntarle en realidad?: “¿Me extrañaste tanto como yo a ti?” “¿Podrías quedarte hablando conmigo por toda la noche?”. Sonaba bastante egoísta hasta en su cabeza, por lo que para Akira debería sonar peor.

¿Cómo te fue en tu presentación?

Terminó mandando aquello, que sonaba mucho más normal y menos cursi.

Ya había pasado casi un año desde aquel viaje. Se mantenía en contacto con el mayor por mensajes de texto, llamadas y por Facebook, aunque este último ninguno de los dos lo usaba mucho. Y aunque Akira hubo sugerido las videollamadas, no habían tenido ninguna aparte de la primera, que fue una semana después de despedirse físicamente. Pero para él todo iba muy bien, Akira le gustaba muchísimo, y éste no parecía rechazarlo de ninguna forma. Hasta hablaba menos de sexo y era tierno con él.

Muy bien, a los superiores les gustó mi idea. Pensé en contártelo a ti primero, pero no quería molestarte porque seguro estabas ocupado.

Como esos mensajes, que plantaban en él una sonrisa que no se iría aunque estuviera dormido.

No pudo quedarse hablando con él toda la noche, porque Akira le dijo estaba en verdad cansado. Pero no le importó, ya le había hecho sentir feliz con una pequeña charla antes de quedarse dormido.

Yutaka había reprochado contra la idea de una relación a distancia con un “desconocido”, al menos por los primeros tres meses. Yutaka no sabía que no fueron novios sino hasta el cuarto mes de continuar hablando a través de la pantalla. Y Takashima le era estupidamente fiel, a tal grado de haber dejado de tomar para evitar enrollarse con alguien cuando estuviera ebrio.

Al despertar, siguió la misma rutina de todas sus mañanas: desearle los buenos días antes de irse a duchar. Pero esa vez la respuesta fue casi inmediata y le sacó una sonrisa al leer que quería llamarlo. Tenía la opción de aceptar y no poder ducharse porque ya no tendría tiempo, y la de negarse por no querer se le hiciera tarde. Bueno, seguro nadie iba darse cuenta que no se bañó.

—Buenos días —pronunció apenas su llamada fue tomada. Tenía una sonrisa enorme en los labios.

—Hola, Uruha —Su voz sonaba un poco ronca, quizá apenas se había despertado. Y aquel nombre era el apodo que le puso cuando apenas se hicieron novios —. ¿Cómo amaneciste?

—Bien, y ahora estoy sorprendido porque querías llamarme.

—Tenía ganas de oír tu voz —A Kouyou se le escapó un sonido ridículo, demostrando que casi le da un ataque ante sus palabras. Oyó la risilla del rubio, creyendo que tal vez aún era rubio—. Así es, no debería sorprenderte. En fin, no tengo mucho tiempo. Que tengas un buen día, Uru-chan.

—Ahora estoy muy seguro que lo tendré. Si alguien intenta quitarme la felicidad que me has producido, lo golpearé y después seguiré saltando de un lado a otro —Decía tonterías, porque le gustaba escuchar su risa. Le mataba hacerlo reír —. Que te vaya bien.

Luego de colgar, se dejó caer al colchón. Alzó sus brazos al aire y gritó antes de reír. Pudo oír un grito de su hermana diciéndole que se callara, y llamándole “maldita hormonal”, pero eso sólo le hizo reír más. Se puso de pie y corrió a cambiarse el pijama, porque no quería llegar tarde a su primera clase.

 

***

Chocó su vaso con el de sus  compañeros y amigos, mientras celebraban que de nuevo tenían un descanso de la Universidad, que ya les hacía falta. Bebió del contenido con una sonrisa, sintiéndose tan relajado de tener unos cuantos días libres para él. Pronto empezaron a sugerir juntarse un día y hacer una fiesta, aunque para Kouyou era mucho mejor lo que estaban haciendo en ese momento: beber, comer y convivir, algo tranquilo.

No iba a negar que se desilusionó mucho cuando su propuesta de ir de nuevo de vacaciones había sido rechazada, por falta de dinero de la mayoría. Además de que ir al mismo lugar no les hacía ilusión. Pero al final, no le importó mucho, pues no sabía siquiera si Akira iba a viajar de nuevo. Había planeado decírselo si es que sus compañeros accedían.

Yutaka llevaba con él a una chica, a la cual presentó como su novia. La joven tenía el cabello del mismo color que su amigo, era pequeña, delgada, pero con aura que la hacía lucir fuerte, inteligente y madura. A Yutaka siempre le habían gustado así.

Mientras les miraba, se preguntó cuál era su tipo. ¿Por qué le gustaba Akira? Al principio había sido sólo atracción física, de hecho lo fue varios días después del primer encuentro que tuvieron. Pero Akira siempre lo había hecho sentir relajado y de buen humor. Le gustaba mucho su forma de pensar y de actuar, hasta le parecía misterioso. Quizá le gustaba porque era “algo” nuevo, distinto. Él no tenía un patrón del tipo de persona que le gustaba, es decir, no había un tipo. Sólo le llamaban la atención, y si lograban mantenerla, le hacían enamorarse. Se consideraba un enamoradizo, aun cuando no hubiera tenido tantas relaciones en el pasado. Pero ese amor, o interés, duraba apenas unos meses, se aburría y los dejaba. Con Akira el interés crecía cada día.

Volvió a casa en la noche, luego de haber festejado lo suficiente. Yutaka se había ofrecido a dejarlo en la puerta antes de ir a dejar a su novia. Entró a su hogar y saludó a su madre que estaba en la sala, luego fue directo a su habitación. Se recostó en la cama y casi de inmediato sonó su móvil, haciéndolo desacomodarse de su posición para poder sacar el teléfono de su bolsillo. El cansancio se esfumó al ver la pantalla y contestó de inmediato.

—¿Dónde estabas?

—¿Ah?

—Estuve todo el día esperando me mandaras algun mensaje, ¿tan rápido te olvidaste de mí? Si apenas ayer hablamos.

—Hey, tranquilo —Rió, sintiendo una rara emoción al pensar que le había extrañado—. Estuve fuera con unos amigos, festejamos que acabamos de salir de nuevo de vacaciones. Pero yo también te extrañé.

—Si lo hubieras hecho, te habrías acordado al menos de darme los buenos días.

—Estás exagerando, eso sí lo hice —Afirmó, volviendo a acomodarse en la cama. Soltó un suspiro, mirando el techo —. Me acuerdo de ti siempre. No hay día en que no sueñe con verte en persona, no sólo por fotos.

Akira no dijo nada, hubo un silencio lo suficiente largo para hacer creer a Kouyou que había dicho algo malo. Pero, ¿es que Akira no quería verlo? Se suponía que se querían, por eso eran novios. ¿O tenía a alguien más?

Su cerebro maquinaba demasiado rápido. Pero terminó desechando cada teoría absurda, porque estaba siendo absurdo. Pronunció su nombre, llamándolo.

—Ah… Yo también quisiera verte —Le oyó carraspear —. Eso me recuerda, ¿no viajarás esta vez?

—No. Mi clase no pensó en nada, además de que ninguno tiene dinero —Se rió de su “trágica” situación —. ¿Y tú? —Curioseó.

—No lo tenía pensado —Hizo una pausa —, ¿pero no crees es un buen momento para volver a vernos?

Parpadeó repetidas veces, titubeando. No se esperaba aquello, lo había puesto hasta nervioso; como si fueran a verse por primera vez. Aunque se sentía como la primera vez, luego de tanto tiempo.

—Pero no tengo dinero —susurró, tan bajo que juraba el mayor no le había escuchado.

—Yo te pago el viaje, y todo —Kouyou sintió una enorme emoción, la cual no podía explicar si era positiva o no —. A donde tú quieras.

—A la misma playa —Se apresuró a decir —, quiero verte allí de nuevo.

No se tomó ni un minuto en pensarselo, primero porque era lo que más deseaba. No dudaba que Akira tuviera el suficiente dinero para pagarle el viaje hasta allá, aunque seguro era egoísta porque podría haberle dicho se vieran en algún lugar de Japón. Sin embargo, quería verle de nuevo en esa playa, entre la arena o el mar. Quería recordar aquellos momentos y hacer unos nuevos. Y si Akira estaba de acuerdo, ¿por qué debía estar haciendo algo malo?

Cuando colgó la llamada con el mayor, no demoró en marcarle a Yutaka. Le pidió que les dijera a sus padres que saldrían de nuevo de viaje entre compañeros. Le dijo que él les convencería del permiso, otra vez, pero que necesitaba que hablara con ellos para hacerlo más creíble. Yutaka se enojó y de inmediato se negó, pero cedió al poco tiempo tras sus constantes, y molestas, insistencias.

 

***

Akira se lo había advertido: “Te vas a enamorar de él”. Aunque su advertencia no iba en serio, pues fue dicha entre risas, había sucedido. Vamos, que Kouyou tenía sus encantos, y hablar con él todos los días lo había hecho mucho más fácil. Aun así, sabía que debía detener aquello pronto. No importaba si le amaba.

Todo empezó cuando su grandioso hermano Akira, su gemelo, había llegado una noche de sus vacaciones con un joven, arrastrándolo por lo borracho que iba. Tuvo que aguantarse toda la noche el tenerlos fornicando mientras él intentaba dormir. Al otro día, le había reclamado por traer a un desconocido así como si nada.

Akira era un testarudo. Era impulsivo a más no poder, y le daba completamente lo mismo todo a excepción de su propio ser y sus caprichos. No supo porqué, pero ese chico había quedado estúpido por su hermano. Él sabía que para Akira, Kouyou no significaba más que una noche de sexo.

Cuando volvieron a casa, Akira le mostró algunas veces los mensajes que le mandaba el menor, alegando lo cursi que podía llegar a ser. Y un día, como era lógico para él, Akira se hartó y aburrió de tener que seguirle el juego a Kouyou.

Venga, que tiene que hartarse en algún momento. No lo botes así como así.

¡No lo hará! Ha pasado una semana, ¿cuánto tiempo más quiere? No, no. Ya estoy cansado, ¡estoy cansado!

 

Había sentido tanta lástima por el pobre chico, pues no era su culpa ser tan iluso, que se le hizo fácil decirle que él seguiría hablando con él hasta que se aburriera. No era complicado fingir ser Akira, pues lo conocía por completo; sus gustos, asquerosos pensamientos, su forma de ser. Y ellos dos eran idénticos, a excepción de algunos pequeños rasgos como una marca de nacimiento en su mano izquierda que sólo Tooru poseía. Hasta su familia llegaba a confundirlos. Además de que sus voces también eran muy parecidas.

La verdad era que Tooru no creía que Kouyou duraría tanto tiempo hablando con él. Lo mismo pasó con no creer que terminaría gustándole, porque Tooru pensaba que sólo un imbécil y superficial podría estar tan interesado en alguien sólo porque se lo folló. Aunque quizá había sido más que eso, porque Takashima no era ningún imbécil, a menos que se pusiera de cursi. Compartían varias cosas en común, y estaban de acuerdo en otras. Poco a poco se fue olvidando de actuar como el patán de su hermano, para ser como él era. Y aquello no pareció molestarle al menor.

El problema era: ¿cuándo acabaría todo eso?

Dejó su maleta en la habitación apenas llegó a ella, viendo el lugar con rapidez. Él no tenía intención de rentar un departamento entero si sólo usaría la cama. Sacó su teléfono celular y marcó el número de Takashima. No contestó, así que insistió una segunda vez.

—Disculpa, no lo encontraba —Se escuchaba algo de bullicio del otro lado.

—No importa, Uru. ¿Ya estás aquí?

—Sí, justo ahora subo por el elevador. Siento que es un sueño, ¿sabes?

Abrió la puerta para salir de su habitación y se quedó viendo la del ascensor. Oía al otro llamarle, pero no respondió. La puerta de metal se abrió, y dentro sólo se encontraba el castaño. Una sonrisa apareció en su rostro, observando que caminaba muy lento hacia él. Había colgado, y Kouyou aún sujetaba el teléfono contra su oreja, bajándolo poco a poco. Le tuvo de frente, viendo esos ojos de color claro analizándolo de un lado a otro.

Los brazos de Kouyou se colocaron alrededor suyo, hundiéndolo contra su cuerpo. Creyó que nunca había recibido un abrazo como ese, en el cual se sintiera tan bien. Buscó sus labios, no resistiéndose a sus impulsos de besarlo. Juntó ambas bocas en un beso necesitado, queriendo adueñarse de él a través de sus labios.

—Volviste a hacer tu cabello oscuro.

Luego de su romántico “reencuentro”, le sugirió ir a caminar por la playa. Tooru había planeado el verse para poder contarle todo a Kouyou. No podía callarlo más, pero quiso darle un último momento de él con “Akira”. Por ello le invitó a dar un paseo, tomándose de la mano como quizá nunca lo hizo con su hermano.

—Sí. Por la Universidad, ya sabes —Unas cuantas mentiras más eran necesarias para crearle la ilusión.

Se preguntaba si Kouyou no sospecharía. Venga, que sí eran gemelos idénticos, ¿pero ni siquiera la persona enamorada de su hermano era capaz de diferenciarlos? ¿Tampoco la voz? O es que quizá había pasado tanto tiempo, que era imposible acordarse del todo de Akira.

—Me gusta así. Se te ve bien —Le sonrió, mirándolo directo a los ojos, haciendo que suspirara.

Se detuvo unos segundos después, colocándose frente a él. Tomó sus manos y apreció su rostro mientras él admiraba con un aire relajado, y pacífico, cómo el sol se escondía con lentitud. La luz de color naranja hacía ver sus cabellos castaños casi rojizos. Planeaba confesarle su amor luego de contarle todo, porque lo quería. Quería poder seguir con él pero siendo quien realmente era. Quería poder escuchar su nombre de sus labios y no el de su hermano.

Pero siendo realista, quizá ni siquiera quisiera escucharlo luego de contarle su descarada mentira. Joder, ¿cómo haría para vivir sin él a partir de esa noche? ¿Cómo haría para olvidarlo?

Kouyou volvió su atención a él y sujetó con firmeza sus manos, sonriendo. Deslizó su pulgar por su dorso izquierdo para acariciarlo, viéndolo poco después. Pero se detuvo cuando notó una marca que no recordaba ahí, y Tooru lo sabía.

 

 —Debo decirte algo, Uru.

 

 

 

Notas finales:

Bien, pues eso es todo.

Quería comentar que ya sé que al final no era tanto como que Reita quisiera con Uruha, pero durante el fanfic esa fue la pareja. No sé si va contra las reglas del desafío haber metido otro personaje pero si así es, ¿lo siento? Tenía la idea y no quería cambiarla, así que vale la pena correr con ese riesgo. A mí me gustó así.

En fin, espero les haya gustado. Suerte a las otras participantes. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).