Eran apenas las 7:30 p.m. pero ya estaba oscuro, no había mucha luz afuera y la única que le permitía a Akaashi ver a Konoha con claridad provenía del gimnasio.
- ¿De qué quieres hablar, Konoha-San?
- Sabes, Akaashi, estoy celoso.
- ¿Y eso a qué se debe?
- Es tu culpa, Akaashi.
- ¿Eh? Konoha-San, si te refieres a ese tipo de celos, la verdad es que yo…
- ¡No, no! ¡Son celos de amistad!
- ¿Celos de Amistad?
- Sí, ya sabes, cuando tu mejor amigo empieza a hablar con alguien más y deja de prestarte cierta atención a ti, o de que tienes cierta conexión especial con Bokuto que yo jamás tendré contigo.
- ¿A qué te refieres?
- Vamos, Akaashi, a diferencia de Bokuto yo jamás tendré algún tipo de conexión especial que nos haga mejores amigos, podrías conocer a alguien más divertido que yo he irte.
- No pasará eso, Konoha-San.
- ¿Cómo puedes asegurarlo?
- …No lo sé.
- ¡Ahí está!
- Pero Konoha-San, te prometo que no te cambiaría con nadie, ¿quién más podría ver Hannibal conmigo sin que esté gritando del asco?
Sí, a Akaashi Keiji le gustaban ese tipo de series.
- Además, te tengo mucha confianza. No cualquiera se ganaría mi confianza.
- Bueno, eso sí es cierto. Al principio me fue muy difícil hablar contigo. – Río disimuladamente.
- ¿Ya me crees?
- … Sí ya sabes la respuesta, ¿para qué preguntas? – Volvió a reír pero como el chico alegre de siempre – Vamos a casa, ya se hace tarde.
Akaashi y Konoha comenzaron a caminar en la oscuridad de la noche. Ninguno hablaba pero no se sentía un ambiente incómodo, sino más bien de satisfacción. Cuando llegaron a la esquina en la que cada uno toma su propio camino, Akaashi detuvo a Konoha.
- Bokuto-San me invitó a una pequeña cena que hará con sus amigos y me preguntaba si querías ir.
- ¿Con Bokuto-San? ¿Para qué iría yo?
- Para que me acompañes a mí, no a él. Quiero al menos ver una cara conocida.
- No lo sé, ¿a qué hora es?
- Va a ser después de la práctica. Hazme ese favor.
- Si no querías ir, lo hubieras rechazado y ya.
- Sinceramente, sí quiero ir, pero no conozco a nadie más que a Bokuto-San.
- Está bien, sabes que soy muy fácil de convencer.
- Gracias. Me retiro.
- Sí, nos vemos mañana. Adiós.
Konoha abrazó a Akaashi y después lo soltó para irse trotando.
- Adiós… - Akaashi sólo sonrió.
Akaashi giró su pie y comenzó su corto viaje a su casa. Iba en silencio, apenas y pasaban coches; su trayecto iba siendo muy tranquilo hasta que oyó el maullido de un gato negro. Akaashi sin dudarlo se acercó al felino para acariciarlo.
- Ven aquí.
El gato, al ver que no le harían daño, se dejó acariciar y cargar.
- Eres un lindo gato negro.
- ¿Me hablas a mí?
El gato se bajó de las manos de Akaashi y se alejó. El chico se asomó por sobre su hombro y se encontró con un chico que ya era bastante conocido para él.
- Kuroo-San.
- Sí, el mismo.
- ¿Qué está haciendo por aquí?
- Iba a la parada del metro.
- De acuerdo, yo ya me iba, así que con su permiso.
- Oye, ¿por qué siempre eres así? Cuando te encuentras con una persona que conoces tienes que tener una conversación, no simplemente irte.
- ¿De qué quiere hablar conmigo?
- Bokuto me dijo que nos acompañarás mañana.
- Sí, así es, ¿le molesta?
- ¡No, no, para nada!
- ¿Entonces?
- Me llamó la curiosidad el por qué aceptaste.
- Quiero conocer un poco más al capitán y As de mi equipo.
- ¿No será más bien que quieres conocer un poco más a tu Alfa? – Exclamó el chico.
- ¿Por qué siempre tiene que llegar a temas que son, en cierta medida, molestos para mí?
- Porque Bokuto es mi Bro. Él mi importa mucho y quiero saber qué tipo le tocó como Omega.
- No creo que Bokuto-San se dé cuenta. Y no parece muy interesado en ese tema.
- Vamos, en algún momento TÚ mismo se lo vas a decir de seguro.
- ¿Por qué habría de hacerlo yo?
- Ahora que conociste a tu Alfa, tus celos será más intensos; tu cuerpo mismo pedirá a gritos quedar embarazado. Le pedirás a Bokuto que te embarace; le pedirás tener sexo.
- Si tomo mis pastillas, estoy seguro de que no me pasará eso.
- ¿En serio crees que esas pastillas evitarán eso? – Kuroo se acercó y tomó el mentón de Akaashi con su mano – No te preocupes, yo te podré ayudar con eso.
- ¿A qué te refieres? – Kuroo sólo sonrió y soltó su mentón para después girar su cuerpo – Oye, dime a qué te refieres.
- Nada, cuando llegue el momento lo sabrás. Adiós.
Kuroo tenía la mala costumbre de dejar una conversación a medias con Akaashi, siempre le dejaba preguntas sin respuestas; él era un maldito gato escurridizo.