Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Heartland por Jennis

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

La pantalla se encontraba completamente negra de doce la noche, hasta las ocho y media de la mañana, sin emitir sonido alguno, sin permitir que su dueño vea, sienta o escuche nada. La pantalla permanecía sobre los ojos de su dueño las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana, las cincuenta y dos semanas del año, desde su nacimiento, hasta su muerte. Todos los que portaban las pantallas vivían su vida pensando que era normal, que no existía otra forma de vida que no sea llevando el aparato sobre la cara a cada momento. En el reloj interno e inalterable de aparato daban las ocho y media de la mañana y la pantalla se prende, con una línea de luz verde que aparece en el medio y se expande, para mostrar, a través de la cámara frontal de la pantalla, lo que el usuario tiene en frente. Algunos cuadros de control y el chequeo general de la salud del usuario, se inician al lado izquierdo el monitor. El usuario los ve claramente, hace rato que había despertado, pero no podía moverse si la pantalla no se prendía primero. Estaba en su habitación de siempre, recostado en la cama en una rígida posición, con la espalda apoyada y las manos sobre su vientre. No había mantas o sabanas, la cama era un colchón autoajustable y la calefacción emitía el calor ideal para que no haya necesidad de cubrirse el cuerpo. Frente de la cama solo estaba la salida del cuarto que daba a la sala del recibidor y finalmente la salida del departamento, el pasillo del ascensor y la salida del edificio residencial.

El usuario, No 234. Nombre: Víctor Nikiforov. Edad: 27

Permanece inmóvil un largo rato, su aparato está finalizando su carga de energía y, tras asegurarse de que su dueño esta saludable, recalcula un itinerario.

—Buenos días, Amo Víctor, su rutina esta lista. Proceda a su higienización —La voz que le habla proviene de su pantalla, es una voz fría y robótica, parecida a la de una mujer.

Él se pone de pie, al instante una flecha verde – el mismo color de lo que es todo lo que muestra la pantalla – aparece en medio de la visión limitada y computarizada de su habitación. Es correcto asumir que, tanto para él como para todos los portadores del aparato, el mundo exterior se ve de esa manera y ninguna otra. Lo que para nosotros serían unas pobres graficas verdes, llenos de cuadriculas y, a duras penas, tridimensionales, para ellos es el único mundo real que siempre han conocido. No queda más opción para el joven Víctor que seguir la flecha, como lo ha hecho toda su vida, incluso mucho antes de tener memorias. En su habitación hay, en la pared, un grupo de seis aspersores de líquido sanitizante, desorizador y blanqueador, puestos de forma que alcanzara, dicho líquido, cada centímetro del sujeto en cuestión. Cuando el usuario se para en el lugar que le indica la pantalla, los aspersores sueltan el líquido en manera de gas, limpiando a Víctor de pies a cabeza. Ya no hay duchas ni bañeras, no son necesarias desde hace 65 años. Víctor, aseado, emite un olor parecido a lo que para nosotros es el desinfectante que usan en los hospitales, el mismo que emite todo el suelo de baldosas blancas recién lavadas con una mopa. Su traje general, de color blanco, no presenta una sola mancha. Siendo que el mundo es solo de color verde y cuadricula computacional, no hay necesidad de ropa más elaborada que un traje de cuerpo entero de color “blanco” que todos tienen, que no cuenta más que con tres bolsillos y cuello de tortuga. Cálido en invierno, fresco en verano. La tela perfecta.

—Favor de dirigirse al dispensador para recibir su desayuno, Amo Víctor.

La flecha vuelve a cruzarse por toda la pantalla, mostrando el camino hasta la mesa dispensador a un lado de la sala del departamento. Pasa por la apertura de salida del cuarto, y camina la corta distancia hasta la mesa. Solo una superficie verde apoyada en la pared que tiene una escotilla al medio. Cuando el aparato determina la presencia de su amo en el lugar indicado frente a la mesa de dispensación, hace un descuento monetario de la cuenta virtual de su dueño y paga por un desayuno completo, que tras cinco minutos aparece. Minutos en los cuales Víctor no para de bostezar y sobar su nuca, en la cual esta insertada la base de soporte y cableado de su aparato. La pantalla no es más que un completo artilugio que se coloca frente sobre los ojos y oídos, que se soporta por una barra de plástico duro y resistente que va sobre la cabeza, sin tocarla, y se sujeta por una base colocada quirúrgicamente en la espina dorsal del individuo cuando este nace. Es del tamaño de casi la mitad de la palma de su mano, a lo largo de la vida, se va cambiando la base plástica de la cabeza por una más grande. Sin embargo, el circuito interno no es más grande que la uña de un dedo meñique y se mantiene dentro del usuario siempre.

Cuando el desayuno de Víctor aparece, procede a comerse los panqueques y las tostadas, tomarse el jugo de naranja y el café. Tenía mucha hambre y su aparato sabía exactamente como le gustaba la comida y cuáles eran sus preferencias con respecto a todo.

—Favor de dirigirse a la puerta principal del edifico, Amo Víctor. Llegará pronto su vehículo para llevarlo a la oficina.

Una vez más, camina aun medio dormido por su casa, cruza las salidas, espera el elevador que su mismo aparato se encarga de llamar y finalmente sale a la calle. Todo permanece en su paleta de tonos verdes, las calles son limpias, pulcras, perfectas. Los edificios y casas son todos hermosos, todos en perfecto estado. La gente camina en pequeños grupos, no hay tráfico desbordante de vehículos y un silencio relajante se respira por todas partes. En el aire no hay polución. Hay árboles cada tres metros de acera. No hay propaganda por ningún lugar. No hay malas noticias, ni revuelos. La gente vive bien, no hay indigentes por ningún lado, no hay disturbios políticos, ni televisión basura. Los jóvenes van a escuelas de alto nivel, todas y cada una de ellas es de administración por parte del Estado, así que son gratuitas. En el cielo no se divisan la silueta de nubes, se acerca el invierno y aun no nieva. A los pocos minutos un auto bastante lujoso se para frente a Nikiforov, este se sube y se va de camino a la oficina. Al pasar, puede ver las entradas a las casas y todo tipo de edificaciones. Aperturas que tienen un “Bloqueado” en letras que claramente son un agregado digital de la pantalla frente a sus ojos. No hay necesidad de puertas reales, los mismos monitores regulan las acciones de sus usuarios, no hay opción al robo u otros crímenes. Observa a las personas, todas son solo sombras verdes con un número en sus cabezas. Basta aclarar que nadie sabe realmente como luce, más allá de una reconstrucción verde y computarizada de su rostro – usando la pantalla – que solo el individuo en persona puede ver, no obstante, esta reproducción digital no es capaz de mostrar emociones ni hacer gestos. Solo debemos imaginar que la forma en que ellos se conocen es a base del tacto, en donde siempre está la pantalla de por medio y por supuesto, por la voz de cada persona. Sin embargo, nadie ha visto el rostro de otra persona jamás, se casan, tienen hijos, amigos y todo tipo de relaciones, sin haberse visto la cara. Otro hecho que debemos pensar es que no es posible besar, no se dan besos y eso completamente normal. Tal vez las madres sean las únicas que pueden besar a sus hijos, o tal vez los dueños a sus mascotas, incluso se podría besar la mano de una mujer cuando se hace una presentación de etiqueta, pero las pantallas no permiten más alcance que eso. Está bien, se debe pensar que el beso como un acto romántico es una invención que se popularizo atreves del tiempo y que no es un acto normal humano como lo sería el sonreír, pues el acto de sonreír al estar feliz no se aprende, está en nuestro genoma por sí mismo.

Terminan los minutos de viaje para Víctor, este se baja del auto y la flecha le indica que camine por la calle, entre al increíblemente grande edificio de oficinas de la multimillonaria empresa de conexiones de internet para la que trabaja. Víctor no era especialmente importante, sin embargo, ganaba casi tanto como el dueño mismo de la compañía. Su trabajo era importante, complicado, difícil y prácticamente secreto. Limpiar el internet. Pasar horas descubriendo páginas o contenido que no esté permitido. No es que Víctor pudiera ver dicho contenido ilegal, era prácticamente censurado por su pantalla mucho antes de que pudiera enterarse que era, pero sabía que significaba que debía borrarlo. Era experto destruyendo toda barrera de seguridad informática y saltando la protección que ofrezca cualquier software, para deshacerse para siempre del contenido que no debía ser visto por el usuario promedio. Este contenido no tenía un lugar de origen definido, eran restos de lo que quedo alguna vez de tiempos pasados de la red. Paginas que incluso Víctor desconocía por que no podían ser vistas actualmente. No eran páginas de historia, no eran páginas de información libre, ni siquiera eran páginas de venta ilegal, pornografía o de piratería en masa. Era algo extremadamente raro y sospechoso, sin opción a apelar o pedir información al respecto, si Nikiforov apreciaba su estilo de vida, le convenía hacer lo que debía hacer y no hacer preguntas.

La tarde paso rápido. Casi sin presentarse realmente, de un momento a otro ya eran las seis. El usuario 234 ya había terminado su horario de 8 horas y una hora extra en la oficina. Había salido a almorzar a medio día y estaba ansioso de salir de su lugar de trabajo para descansar en casa o incluso pasarse un rato en casa del usuario 245-C, su amigo, Chris. El sol se iba a dormir temprano, señal clara de que en cualquier momento se debía estar listo para una nevada invernal. La gente caminaba al lado de Víctor, al cual le gustaba más el ir caminando de regreso a casa después del trabajo, que esperar el vehículo de la compañía que lo empleaba. No había ruido, no había disturbio, no había mal clima, no había polución, ni tránsito, no habían problemas políticos, ni televisión basura, Heartland era perfecta. Todos lo sabían. Por ello, Víctor, solitario, aislado, sin familia, ni muchos más amigos que algunos pocos que veía de vez en vez, solía caminar a casa en silencio, satisfecho. Ya estoy cansado, siempre… la misma rutina… solía pensar con apatía en sus peores días. La noche se había comido el cielo sobre la utópica Heartland, cuando el usuario 234 siente como una cálida e involuntaria lágrima se desliza por su mejilla, escapando por el borde del monitor de su aparato. ¿Tan enfermo de su vida se encontraba hasta ese punto?

Notas finales:

Gracias por leer, tendran el capitulo siguiente pronto dado que tengo la histori bien avanzada.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).