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When We Stand Together por Sly_D_Cooper

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Notas del capitulo:

Estas son las canciones usadas para esta parte:

1. Undertale - Respite OST.
2. Avicii - Hey Brother.
3. Nickelback - When We Stand Together.
4. Ranma - Romantic OST.
5. Undertale - NYEH HEH HEH OST.
6. Skillet - Hero.
7. Sia - Chandelier.
8. Undertale - Snowy OST.

A Tenzin le daba la sensación de que… Había una semejanza realmente impresionante entre Frisk y Aang. Eran dos personas muy similares entre sí, a pesar de que físicamente fueran totalmente distintos, más lo que contaba era lo de dentro. Eso fue algo que Aang le enseñó a él y a todo el mundo… Lo que verdaderamente era valioso, era el corazón y el alma. Y afortunadamente, a pesar de que falleció tempranamente en la vida de Frisk, es como si éste hubiera sido educado por el propio Aang, ya que él dejó su legado: sus enseñanzas, sus costumbres; a gente que pudiera mostrárselas al resto, pero especialmente a Frisk.

Tenzin le trajo algo de comer a Frisk pero Korra no tardó en despertarse y contenta porque el chiquitín estaba despierto, por poco no lo estrangulaba del tremendo abrazo que le dio. Al hombre le dio gracia verlo. Korra también fue a por algo para llenarse el estómago y ya de paso, acompañar al más bajito.

- A ver cuéntame pequeña cosita, ¿Qué demonios hacías en medio de ninguna parte? – Le preguntó Korra, con curiosidad.
- No soy una pequeña cosita. – Replicó. - ¡¡Oyeee, Korra!! – Reprochó cuando la muchacha comenzó a despeinarle.
- ¡Eres una pequeña cosita que no llega al metro y medio!
- ¡Sí que llego!
- ¿Qué? ¿Quieres que te midamos a ver si es cierto?
- ¡Muy bien!
- Venga, no comencéis a pelearos vosotros dos. – Intervino Katara, que acababa de llegar. - ¿Cómo estás Frisk? Tienes buen aspecto.
- Mucho mejor, gracias. – Respondió. – Gracias a todos por… Cuidarme.
- ¡¡Nah!! ¡Eso no se agradece! ¡Lo habríamos hecho de todas formas! – Korra reía.

Así fue pasando el rato, todos hablando de una cosa u de otra, compartiendo cosas. Korra y Tenzin volvían a discutirse, así que Frisk y Katara se quedaban cual espectadores. Cuando quisieron darse cuenta, fueron pasando los días. Frisk no volvió a ver por el momento a Sans, y a Papyrus menos. Pero preguntó por ellos a Katara y ésta se encargó de explicarle por qué eran unos esqueletos. Ambos eran unos espíritus con la capacidad de tomar esa forma o la apariencia de un ser humano, pero que solían mantenerse como esqueletos para el ahorro de energía. Aquello sorprendió mucho a Frisk, así que el muchacho le pidió a Katara… Que le enseñase el Agua Control, para poderlo dominar.

Katara se sorprendió mucho pero vio en los ojos de Frisk, que éste no se retractaría y que no aceptaría un no por respuesta. De esa manera, Katara accedió. Durante las próximas semanas, ella estuvo supervisando el entrenamiento de Frisk pero el chico parecía tener problemas… Y no físicos. Su cuerpo era flexible, era ágil porque no era muy alto. Tenzin también yacía de espectador, no como Korra, que decidía participar y así, tratar de ayudar a Frisk, pero éste se frustraba por cualquier razón. Katara, cada vez se preocupaba más. Entendió entonces que algo ocurría con Frisk, y que ese “algo” era el factor que le estaba bloqueando.

Durante este tiempo, Frisk tuvo encuentros con Papyrus, soportando sus “trampas”, aunque como era de esperar… Al final, Papyrus lo que quería era tener un amigo. Lo curioso es que en pocas de esas ocasiones, Sans también hacía acto de presencia. Poco a poco, Frisk fue ganándose la amistad de este dúo de hermanos, dándose cuenta de lo diferentes que eran en verdad… Papyrus era más inquieto, más animado y puede que más ambicioso y un tanto arrogante. En contraparte, Sans era todo lo opuesto… Él era más bien humilde, un vago de campeonato, más introvertido… La verdad, precisamente llamaba su atención.

- Parece que Papyrus está contento porque se haya vuelto tu amigo. – Le habló el esqueleto. Ambos estaban sentados cerca del lago que gracias a los Maestros del agua no yacía congelado. - ¿Qué? ¿Qué te parece mi ‘manucho?
- Pues… Es simpático, me cae bien. – Respondió Frisk. – Es alguien que sabe hacer divertir a la gente.
- Seeh… Es muy ocurrente.
- Oye Sans.
- ¿Yeup?
- Tú… ¿Cuánto tiempo llevas viviendo aquí con Katara, en este pueblo?
- Bff… Chaval tengo memoria, pero no para tanto.
- ¿No tienes o es que te da pereza?
- Ambas cosas.
- ¡Dios, Sans! – Se rió Frisk.
- ¿Qué? Al menos yo no voy por ahí buscándome problemas.
- ¿Por qué lo dices?
- Ya tú sabes, tío. – Dijo. – Mi ‘manucho es un fanático en la caza de espíritus y siempre me ha tocado ayudarle.
- Pensé que eso era una broma pero realmente os ocupáis de los espíritus, ¿No? – Preguntó, viendo asentir al esqueleto. - ¿Cómo lo hacéis?
- Bueno, más bien cómo lo hago. Papyrus no tiene el poder para enfrentarse a esos seres. Lo único que yo hago es devolverlos allí a donde pertenecen: al Mundo Espiritual.
- ¿Vienen de ahí?
- Por supuesto. Simplemente algunos espíritus encuentran la manera de venir a este mundo y hacer daño. Creo que tú tienes ya experiencia con eso, ¿No? – Al ver que Frisk bajaba la vista, fue una respuesta evidente.
- Algunas veces intenté combatirlos y volverlos buenos pero… Nunca lo he logrado, no sé cómo se hace así que sólo se me ocurrían formas y fallaba.
- Bueno, al Avatar Aang le pasaba lo mismo que a ti.
- ¿Eh? ¿Tú le conociste?
- Yeup, durante algunos años. Los seres como yo, no nos afecta el tiempo de la misma manera que a vosotros, los humanos. Por eso le conocí, aunque… ¿Sabes qué? Me pareció un tipo de lo más peculiar.
- ¿Por qué?
- Porque a pesar de todo, el tío seguía siendo un optimista de campeonato, al igual que tú, el Avatar Aang estaba lleno de determinación. Creo que por eso os parecéis tanto. Tenéis las mismas creencias y una manera de ser muy similar. Me recuerdas mucho a él.
- Tenzin a veces me lo ha dicho también… - Dijo Frisk. – Llegó a comentarme que tenerme a su lado era como tener a Aang al mismo tiempo.
- Compartís la misma esencia.
- ¿Esencia? – Repitió.
- ¡AAH! ¡Con que ahí estáis! – Sin embargo una voz les interrumpió.

Ambos giraron sus cabezas, para ver de quién se trataba. Frisk se sorprendió pero Sans permaneció con su risueña sonrisa. Papyrus acababa de hacer acto de escena y se acercó a ellos, a paso decidido. Se hizo sitio entre los dos, como Pedro por su casa. A Sans no le importó demasiado y Frisk igual. No obstante, el ambiente había cambiado a uno animado con la sola presencia del recién llegado.

- ¿Qué ‘pasha manucho’? – Habló Sans.
- ¡Tú sabes qué ‘pasha’ hermano! ¡¡Llevo unas buenas horas buscándoos!!
- ¿A los dos? – Preguntó Frisk.
- ¡A los dos! ¡Katara me envió a buscaros!

Los dos se miraron, sin entender mucho qué era lo que quería Katara pero, si Papyrus lo decía no podía ser mentira. Sans le conocía de sobras, él era consciente cuándo su hermano era o no sincero… Si prácticamente lo educó desde que ambos eran pequeños.

- Dijo que quería darle algo al humano. – Habló Papyrus.
- ¿Oh, a mí? – Frisk se señaló.
- Tú eres el único humano que está aquí. – Rio Sans.
- Bueno… - Frisk se puso en pie. – Vamos a ver qué tiene que darme Katara. – Dijo. – Sans, ¿Me acompañas?
- Hm… Conozco un atajo. – Contestó el aludido. – Si queréis os puedo llevar por él y llegar antes.
- ¡¡Tú siempre con tus atajos!! ¡A veces no sé si te mueves por el espacio-tiempo o cómo te lo haces!
- Bueno, si tardaremos menos, yo opto por esa solución. – Opinó Frisk. - ¿Tú no estás de acuerdo, Papyrus?
- ¡¡Eeh…!! ¡¡Bueno qué más da!! – Dijo evitando la pregunta. - ¡¡Sans, vámonos!!
- Hehe, de acuerdo.

Así pues, Sans comenzó a caminar tras darles la espalda. Frisk y Papyrus le siguieron, hablando. Sin embargo y de repente, en un abrir y cerrar de ojos, se encontraron justo a unos metros de Katara. Frisk se quedó pensando en cómo habían llegado tan rápido… Es como si hubiera sido un teletransporte o algo parecido. Miró a Sans y éste simplemente tomó su forma humana, cosa que le sorprendió, más porque Papyrus le imitó. La verdad, lucían realmente bien. Lo más llamativo, para Frisk, fueron los ojos de Sans… De escleróticas negras y una mirada celeste realmente brillante y concentrada, tirando cerca del turquesa. Los de Papyrus eran iguales excepto por ser amarillos.

Caminó junto a ambos, hasta quedar frente a Katara, que parecía sujetar algo en concreto.

- ¿Y esto? – Preguntó el muchacho, mirando el objeto.
- Es para ti. – Contestó Katara, extendiéndoselo. – Fue el planeador que Aang usó hace tiempo. Él pidió que se te fuera entregado en un momento adecuado.
- ¿De verdad…? – Dudaba el castaño, viendo a la anciana asentir. - ¿Por qué?
- Seguramente porque lo necesitarías. Y lo necesitas. Sé que tienes problemas para abrirte de corazón y que no dejas fluir a tu espíritu, por eso me parece adecuado entregarte ahora el planeador de Aang. – Contó. – Toma, cógelo.

Frisk dudó unos instantes, sin estar demasiado seguro. Tal vez Katara tenía razón y la causa por la que tanto le costaba dominar el Agua Control podría derivar en que todavía. Katara estuvo mirándole, así como Sans y Papyrus, éste último animándole a que se atreviera, ¡La cobardía no era buena! Algo con lo que Sans estuvo de acuerdo. Frisk tragó saliva y finalmente, cogió con sus manos el planeador de Aang. Nada más establecer un contacto, sintió algo en su interior. Al mirar a su derecha, el espíritu del hombre estaba ahí, a su lado, mostrándole una bella sonrisa.

Eso en parte, le tranquilizó.

- ¿Qué tal si te pones a entrenar? – Ofreció Katara. – Es cuestión de práctica el hecho de coger el dominio sobre el elemento.
- Vale… - Frisk no obtante, no lucía demasiado convencido.

Caminó hacia el área del agua, la cual no era precisamente pequeña. Estaba rodeada de pilares de hielo, pero había mucho espacio. Era un sitio ideal para que jóvenes como él pudieran aprender adecuadamente. Sans desapareció de ahí para aparecer encima de una de esas columnas, para tener mejores vistas. Papyrus pataleó en el suelo, por no saber cómo demonios lo hacía. Pasó un rato y Frisk aún se mantuvo de pie, sin hacer nada. Aquello extrañó tanto a Katara como a Papyrus. Sans permaneció paciente, como si la cosa no fuera con él.

Papyrus y Katara intercambiaron miradas, sin comprender qué ocurría con el muchacho.

- ¡¡No sé a qué demonios espera!! – Papyrus se impacientaba. - ¡¡Voy a cantarle las cuarenta para que se ponga en marcha de una…!! – Intentó ir pero al Katara extender su brazo, se lo impidió.
- No, Papyrus. No es lo adecuado. – Dijo ella. – Para dominar Agua Control es necesario dejar fluir los sentimientos y abrir el corazón, aceptarte tal cual eres. Y creo que ese es el problema de Frisk. Ha estado tanto tiempo viviendo con miedo por culpa de los espíritus malignos y de cómo le trataba la gente que debió de afectarle lo suficiente para cerrarse en sí mismo y forzarse a no sentir.
- ¿Y tú cómo sabes eso? Dudo mucho que una anciana se dé cuenta de esas cosas.
- Tenzin me lo contó, además… ¡Papyrus tampoco soy tan vieja! ¡Aún me mantengo muy bien!
- ¡NYEHEHEHEHE!

De mientras, Frisk yacía mirando el planeador que en su día perteneció a Aang. Se sentía más cómodo al sentir a éste cerca de él, sin embargo… No se veía capaz de poner en práctica lo que Katara estuvo enseñándole durante las últimas semanas. No sabía qué hacer exactamente y empezar a moverse no tenía sentido… Al menos no cuadraba en su cabeza. Realmente estaba hecho un lío… Por eso no dejaba de observar el objeto, esperando quizá alguna respuesta.

El viento soplaba y mecía su corto cabello, también parte de su ropa. Suspiró, cerrando los ojos. Sentía que podría decepcionar a Katara o incluso a Sans, quien permanecía atento a él desde uno de los pilares.

¿Tienes miedo, Frisk? – De repente, el chico escuchó la voz de Aang y miró a su izquierda.
- Bueno, yo… - Bajó la cabeza.
Es normal, no tienes por qué avergonzarte de ello – dijo el hombre. – Sólo debes acercarte al agua, y dejar fluir tus emociones, nada más.
- No puedo hacerlo… No puedo. – Frisk tragó saliva, acercó el planeador de aire a su pecho para aferrársele. Fue una clara prueba de su inseguridad.
¿Qué es lo que te impide hacerlo?
- Yo… Siempre le he dado problemas a la gente… Siempre me han visto de malas maneras… Siempre han dicho que mi nombre estaba maldito… Yo… He traído desgracias a las personas, sólo por querer huir de esos espíritus y que no me hicieran daño… - Sus ojos fueron llenándose de agua salada que convirtió sus mejillas en un par de abundantes cascadas. – Yo no… No tengo derecho a sentir, no he de sentir…
Dime, Frisk. – Le llamó Aang. - ¿Acaso no eres un ser humano? – Vio asentir al muchacho. - ¿Entonces? Yo no veo que debas de hacer algo así, no eres diferente de los demás, tú también tienes un corazón, tienes alma, así que esa idea deberías quitártela de la cabeza. Sólo te perjudica a ti, y a tu espíritu. – Contaba en un intento por ayudarle. – Las personas a veces pueden sentir miedo por ciertas circunstancias, y para no querer hacernos responsables, echamos la culpa a los demás que realmente sólo son víctimas de lo que ocurre. Eso es lo que hicieron contigo. Te obligaron a soportar una carga que no te correspondía, no eres culpable de nada, Frisk.
- ¡Pero, yo…! ¡Aún así…! – Cerró la mirada con fuerza.
Escucha, comprendo muy bien cómo te estás sintiendo. Yo cometí muchos errores a lo largo de mi vida, puse a personas en peligro e incluso estuve a punto de hacerles daño. Aprendí que eso no era lo correcto y busqué la forma de evitarlo, o de superarlo. Me apoyé, en mis seres queridos, en aquellos que creían en mí y ellos me brindaron su cariño y me dieron fuerzas cuando me derrumbaba. – Explicó. – Mira tu entorno, Frisk. ¿Quiénes están aquí contigo?
- Katara… Papyrus… Sans… - Respondió. – Incluso Korra y Tenzin…
¿Y dónde están Korra y Tenzin, aunque físicamente no los veas? – Le preguntó pero Frisk no supo responder, o más bien no se atrevió. – Están aquí, Frisk. – Puso su mano sobre el pecho del muchacho. – Los tienes a todos en tu corazón, sabes que los albergas ahí porque los quieres, los amas. Ellos seguirán a tu lado en todo momento, pase lo que pase. Tú no tienes un nombre maldito, la gente te lo quiso hacer creer por ser incapaz de comprender tu situación y culparte de ello. Pero sólo son errores que muchos cometen pero por los que luego piden perdón.
- Pe- pero Aang, yo… Mucha gente… Salió herida por mi culpa… Si esos espíritus no me hubieran acosado de esa manera durante todos esos años, yo…
Los espíritus, atacan a todos aquellos que ellos crean que son débiles. Por eso te hicieron pasar por esas circunstancias. Pensaron que eras vulnerable y fueron a por ti. Y eso no te hace ser responsable. Le podría haber sucedido a cualquiera. Créeme, yo lo sé muy bien.
- A- aún así…
Tienes derecho a sentir y a mostrar tus sentimientos. No hay nada en este mundo que te impida hacerlo, ni siquiera tus creencias. El corazón no conoce de límites, ni fronteras, ni nada. Simplemente es libre y nosotros, debemos permitirle que lo sea. 
- No puedo… Si lo hago… Podría pasar algo malo y… Y no quiero… - Frisk trataba de secarse las lágrimas.
Te prometo que no pasará nada malo y si pasa, no lo soportarás tú solo.
- ¿Cómo estás tan seguro?
Porque nunca has estado solo. Sólo debes fijarte en quiénes yacen a tu lado, ellos son los que te quieren de verdad, y los que harían cualquier cosa por ti. Si intentas dejar de sentir, si te fuerzas a hacerlo… Aparte de matarte a ti mismo por dentro, los traicionarías, a tus seres queridos, les darías la espalda. Dime Frisk, ¿Tú quieres eso? ¿Quieres decepcionarlos?
- No… No quiero. Quiero ser fuerte, para… Para protegerlos y cuidarles, para que no tengan que preocuparse por mí, para que se sientan orgullosos…
Entonces, no sigas pensando que no tienes derecho a sentir ni te fuerces a hacerlo posible, porque te estarás equivocando enormemente. Deja salir tus sentimientos y abre el corazón.
- Pe- pero… - No parecía seguro de que eso fuera lo mejor.
No te preocupes. – Aang sonrió. – No ocurrirá nada y aunque no fuera así… - Hizo un ademán, para que Frisk viera a Katara y a Papyrus a lo lejos y luego a Sans en la cúspide del pilar. – Los tendrías a todos ellos a tu lado. Por eso están aquí en estos momentos: cada uno de ellos, te quiere a su manera y te apoyarán. Confía en ellos, confía en tu corazón. Confía en ti mismo.

Frisk miró a Aang y éste asintió con la cabeza. Entonces, el muchacho aspiró aire y lo dejó ir, tratando de relajarse, con los ojos cerrados. Avanzó, lentamente hacia el lago que había delante, y sin importarle si se mojaba, tocó el agua al hundir los pies en ella. Cogió con más fuerza el planeador, sintiéndose nervioso. Desde la distancia, Katara y Papyrus estaban a la espera de haber si Frisk conseguía hacer avances de una buena vez. Sans, sonreía, como si nada aunque parecía que poco a poco iba a quedarse dormido.

Frisk suspiró, sintiendo las manos de Aang en sus hombros al hallarse en su espalda. Le venía bien su presencia, sus palabras… Su ayuda. Era algo difícil para él… Llevaba demasiado tiempo forzándose a no sentir, a no demostrar sus emociones… De vivir con miedo, estresado por el simple hecho de que esos espíritus le podrían encontrar y hacerle daño. Ahora, dejar fluir todo… Absolutamente todo… No le resultaba una tarea fácil. Más, afortunadamente… Aang era consciente de ello y por eso yacía aquí, apoyándole. Sentía que por una vez en su vida… Ya no se encontraba solo.

Ahora tenía a personas que realmente le querían… Y espíritus que velaban por su seguridad.

Relájate. Eso es. – Frisk oía la voz de Aang, que sonaba suave. – Y a medida que vayas sintiendo alguna emoción, mueve tu cuerpo acorde con la intensidad. – Dijo, apartándose del chico para dejarle hacer.

Tardó, unos minutos bastante largos pero Aang supo ser paciente. Le dio el tiempo que Frisk necesitó, ya que el joven poco a poco fue moviéndose, como si comenzara a danzar. Cada sentimiento, una nueva acción, cada pensamiento, convertido en una emoción… Y el agua comenzaba a seguirle. Frisk estaba obteniendo buenos resultados, pero aún no era suficiente. Aún necesitaba avanzar más. Durante el próximo rato, Frisk fue cometiendo algún que otro error, pero Aang estaba ahí para explicárselo y hacer que aprendiera de ello, cosa que ayudaba mucho al muchacho.

Sin embargo, Frisk se detuvo de repente cuando los recuerdos de ser atacado por los espíritus vinieron a su mente. Entró en pánico y Sans decidió intervenir para ayudarle. En cuanto lo tuvo cerca, Frisk se aferró a él, queriendo esconderse.

- Hey, tranquilo chaval. – Le dijo Sans, que estaba todavía en su forma humana. Aparentaba ser un muchacho de la edad de Frisk, albino, de cabello corto con un flequillo que ocultaba su frente y pasaba por el puente de su nariz, hacia su ojo izquierdo. Era de constitución muy delgada, razón por la cual la ropa que usaba se le quedaba ancha.
- Ellos, son ellos… - Dijo el otro. – No dejes que se me acerquen, Sans… No lo permitas… Por favor, por favor… - Suplicaba. – Aléjalos de mí…
- Calma, estoy contigo, ¿No? Entonces no te van a hacer nada, no les dejaré hacerlo.
- ¿De… De verdad…? – Le miró de frente, con una cara que provocó un leve sonrojo en el más alto. Porque sí, Sans era más alto que Frisk.
- Te lo prometo.

Frisk se quedo aferrado a Sans y bajo ningún concepto le soltó. Así que, con su psicoquinesis, movió el planeador que quedó sobre el agua para tenerlo sobre la mano. Caminó, fuera del lago junto a Frisk, entregándole el objeto a Katara, que veía apenada al muchacho y entonces le pidió a Sans que cuidara de él hasta que se tranquilizara, algo que por supuesto haría el albino. Papyrus también lució un tanto preocupado. Los dos, fueron a casa de Katara. Sans sentó a Frisk en un sillón pero él también se vio obligado a hacer lo mismo porque el castaño no le soltaba. Así que dejó que Frisk estuviera sobre su regazo.

Tenzin no estaba y Korra acababa de aparecer. Bueno, sólo estaban ellos junto a Frisk.

- ¿Hoy tampoco ha finalizado el entrenamiento? – Preguntó la chica.
- No. Al parecer le pasó algo y entró en pánico. – Le respondió Papyrus. - ¡¡Pero nada que una buena pasta no pueda solucionar!! ¡Korra! ¡Llévame a la cocina!
- ¿Ah…? – La aludida hizo una mueca que a Sans le dio gracia. – Te conoces tú mejor esta casa que yo, ¿Por qué tengo que hacerlo?
- ¡¡Porque yo soy el gran Papyrus!!
- Eso no me dice nada… - Dijo, señaló al chaval que era bastante alto, un poco más que Korra. – Tío, yo no sé cómo aguantas a éste. – Señaló a Papyrus, mirando a Sans.
- Hm… Somos hermanos de sangre…
- ¡¡SANS!! – Le replicaron los dos aunque Frisk rió ligeramente y eso fue suficiente para el recién regañado.

Así pues, el rato fue pasando. Tenzin y Katara seguían fuera, lo más probable es que estuvieran haciendo algo importante. Eso a ninguno de los presentes les terminó de preocupar. Korra nunca prestaba demasiada atención a ello y además de que Papyrus y ella tenían un escándalo montado en la cocina impresionante, afortunadamente ésta quedaba un poco alejada del salón, razón por la cual todos sus gritos y sus ruidos de golpetazos y coas por el estilo, no llegaban de una forma tan fuerte.

Sans seguía en el sillón con Frisk en el regazo. El chico parecía haberse calmado. Su cuerpo ya no temblaba por el miedo, y tenía los ojos cerrados y respiraba con tranquilidad. Fue evidente que se había relajado y estaba descansando un poco. Sans le observaba, se aseguró de mirar por la puerta del salón para confirmar que ni Papyrus ni Korra vendrían y acarició la cabeza del más bajito, a quien oyó suspirar con comodidad. Entonces, Sans se sorprendió al ver que Frisk abría sus ojos y le observaba.

- ¿Qué ‘pasha’ chaval? – Le preguntó Sans.
- Me estaba preguntando… ¿Algún día me llamarás por mi nombre? – Habló Frisk, en voz baja. – Desde que nos conocimos no has dicho mi nombre.
- No soy bueno recordándolos de todos modos.
- ¿Tan difícil es mi nombre? Bueno… Tal vez es que no es muy bonito o algo… - Desvió la mirada.
- No digas tonterías. – Dijo Sans, sonriéndole tan tranquilo. – Tienes un nombre muy bello, tus padres tienen buen gusto.
- No tengo padres. – Al decir eso, Sans tiró ligeramente del cuello de su camisa, por haber metido la pata. – Al menos no los míos biológicos. Pero tengo padres adoptivos. – Esbozó una sonrisa. – Y no los cambiaría por nada en el mundo.
- Bueno… Eso es bueno, ¿No?
- Sí. La verdad… Soy feliz gracias a ellos. Aang fue quien escogió mi nombre.
- Katara me contó que fue él quien te dio la bienvenida a este mundo y te puso “Frisk”, ¿No es así? – El chico asintió.
- Tenzin me explicó que Aang cuidó de mí durante mis primeros tres años. Para mí… Aang y Katara son mis padres y Tenzin mi hermano mayor.
- ¿Y Korra?
- ¿Ella? Bueno… Es una amiga muy cercana, me cae bien dentro de su peculiar personalidad. No tiene mal corazón.
- Es evidente. Es un poco busca peleas, ¿No lo crees? – Opinaba Sans. – Papyrus y ella ya llevan discutiéndose a pelo en pecho pues… - Miró el reloj de la sala. – Pues por lo menos un par de horitas.
- ¡Jajajajaja! Sus personalidades chocan mucho.
- Eso parece. Bueno, mientras no se hagan trizas el uno al otro… - Suspiró.
- Oye, Sans… - Le llamó Frisk. – Gracias, por lo de antes. – Sans arqueó las cejas, sin terminar de comprender demasiado lo que quería decir. – Por ayudarme cuando… Entré en pánico. – Bajó la cabeza. – Al parecer… Sigo siendo débil, por eso no completé el entrenamiento.
- No te culpes, chaval. Todos le tenemos miedo a algo, es cuestión de afrontarlo poco a poco, a la larga se vence.
- ¿Eh? ¿Es que tú también le temes a algo?
- Hm… ¿A los perros, tal vez? – Se rió. – Mientras soy un esqueleto soy vulnerable a sus dientes.
- ¡Saans!
- ¡Hehehe! ¡Me parto!
- Entonces, ¿No tienes ningún miedo a nada?
- Nope, no tengo motivos.
- Vaya, qué suerte… Yo estoy lleno de ellos.
- Buah, los vencerás.
- ¿Tú crees?
- Yeup. Eres un enano determinado.
- ¡¡Saans!! ¡No soy enano!
- Tu estatura no dice lo mismo.
- ¡SANS!
- ¡Hehehe! Sea lo que sea, lograrás superar esos miedos. Puedes hacerlo. – Dijo y vio a Frisk sonreír.
- Gracias. ¿Sabes…? Me gusta estar contigo. – Sus palabras sorprendieron al mayor. – Es muy agradable y divertido, ¿Cómo es que no tienes tantos amigos?
- Soy solitario, me basta con tener un círculo con gente cercana a mí.
- Entiendo pero… ¿Alguna vez no te has cansado de estar solo?
- Bueno… Uno se adapta.
- Entonces sí, ¿Verdad?
- …
- ¡Pues no te preocupes! – Se reincorporó un poco, esbozando una amplia sonrisa. - ¡Yo estaré contigo!
- Hehe, vale. Como quieras. – Dijo. – Mientras no te aburras, por mí no hay problema.
- No me aburro. De hecho, cuando estamos juntos… Me siento muy feliz, realmente feliz.
- Hmm… - Sans parecía un poco pensativo. - ¿Qué te parece si un día de estos te llevo a mi sitio favorito?
- ¡¿Eh?! – A Frisk se le iluminaron los ojos. - ¿Tienes un lugar favorito?
- Yeup, a veces estoy ahí con Papyrus. ¿Te parece si vamos los dos?
- ¡¡Me encantaría!! – Sonrió ampliamente. – Jo, pero ahora que me lo has dicho, voy a estar impaciente.
- De eso se trata, si no, no vale la pena, ¿No? – Sans se rió.
- ¡¡SANS!! ¡Jo! ¡No hay derecho! – Infló las mejillas.
- Es justo lo que decía Pap de peque. – Comentó. – Hablando de Pap, Korra y él ya llevan un buen rato montando ese escándalo. – Apartó a Frisk, sin mucho esfuerzo. – Habrá que ver que no se estén moliendo a gol…
- Sans. – Frisk le interrumpió, cogiéndole de la mano. El aludido le miró, desconcertado. – Yo… - Intentó decir algo pero le soltó. - ¡Te acompaño!
- ¿…? - El albino parecía confundido. – Como quieras.

Así pues, decidieron salir del salón e ir a la cocina. No tardaron más que unos pocos minutos. Nada más acercarse, Sans y Frisk vieron el panorama. El castaño se quedó boquiabierto, Sans bueno… Él sonriendo como siempre. La cocina estaba hecha un completo desastre, y Papyrus y Korra yacían manchados hasta las trancas, lo peor es que parecían estar peleándose pero nada serio. Korra y Papyrus continuaban discutiendo por tonterías y parecían haberse tirado de todo literalmente. Pero justo cuando Korra iba a tirarle una olla a Papyrus, Frisk se puso de por medio, recibiendo todo el golpetazo.

Aquello los dejó sorprendidos. Sans fue el único que permaneció tan ancho.

- ¿E- estás bien, Frisk? – Le preguntó Papyrus, un poco preocupado. El golpe no había sido suave, después de todo, Korra no solía controlarse muy a menudo y a ella de fuerza física, le sobraba.
- Sí… Descuida. – Se rió el castaño, llevándose la mano a la cabeza. – Esto… Esto no es nada, ¡Jajaja!
- Hey, perdona. – Korra se acercó. – No tenía intención de hacerte daño, aunque era evidente que no era para ti, eh…
- Hehe… Qué manera de arreglar las cosas, Avatar Korra. – Comentó Sans.
- ¡¡Tú mejor cállate!!
- ¿Seguro? – Insistió Papyrus. - ¡Korra! ¡Eres una bruta! ¡Mira lo que has hecho!
- ¡¿Qué?! ¡¿Cómo te atreves?! ¡La culpa es tuya por provocarme, maldita sea! – Korra se preparó para coger cualquier cosa que tuviera cerca y lanzársela.
- ¡YA BASTA! – Frisk les gritó. - ¡¿Acaso no podéis llevaros bien?!
- ¡Yo lo he intentado! ¡Pero con semejante arrogante es imposible! – Contestó Korra.
- ¡¿Yo arrogante?! ¡Sólo digo lo que pienso, humana! ¡Además! ¡Tú de femenina tienes poco!
- ¡¿Quieres morir?! – Korra alzó la voz.
- ¡¡MALDITA SEA, SOIS UNOS…!! – Frisk golpeó el suelo, agrietándolo y dejándolos mudos por la impresión. Se levantó del suelo y se acercó a la salida.
- O- oye Frisk… - Korra extendió su mano para detenerle.
- ¡¡No te atrevas tan siquiera a tocarme!! – El aludido le gritó. – Por tu bien, Korra… Deja que me calme. – Le pidió, reprimiéndose.
- Pe- pero es que…
- Yo de ti le haría caso. – Habló Sans, que se hizo a un lado para dejar pasar a Frisk sin molestarse a pararle. No sacó sus manos de los bolsillos de su chaqueta azul. – Si no… - Desvió brevemente los ojos sin dejar de sonreír. – Podría reducirte a cenizas...
- ¿Sabes? – Bufó Korra, molesta. – Tus chistes no tienen gracia. – Dijo. - ¡Ah y tú no me la vuelvas a liar! – señaló a Papyrus. - ¡Mira que ha pasado por tu culpa! ¡Yo no quería tener problemas con Frisk!
- ¡Pero si lo has provocado tú!
- ¡Mira, yo me largo, aquí os quedáis!

Korra finalmente los dejó solos, marchándose para tratar de alcanzar a Frisk. No le importó la advertencia del muchacho, ella sí o sí hablaría con él. Papyrus bufó, llevándose las manos a la cadera mientras Sans sólo miraba la puerta de entrada, tan tranquilo. Luego, miró a su hermano, como si no pasara nada.

- Anda Sans, ayúdame a recoger todo esto.
- Hm… Lo has causado tú. – Respondió.
- ¡Pero yo sólo no puedo con todo este…! – Miraba a todas partes. - ¡Caos!
- Si no hubieras empezado de malas maneras con Korra…
- ¿Y qué me dices del suelo? – Señaló. – Eso no hay manera de arreglarlo.
- Hm… Necesitarás la ayuda de Katara.
- ¿Cómo que “necesitarás”? – Repitió. - ¿No vas a ayudarme?
- Hm… Tengo cosas que hacer.
- ¡¡SANS!! ¡Ya estás como siempre! ¡SANS! ¡ESPERA!

Pero no hubo manera. Papyrus se quedó solo con toda la cocina hecha un auténtico estropicio. Se puso nervioso, sabiendo lo que pasaría o lo que podría pasar si Katara veía todo esto de estas formas… Vamos, la bronca no se la quitaría ni Dios. Y para Papyrus, no había nada peor que el cabreo de Katara… Aunque… Bueno… Parecía que tampoco era muy recomendable enfurecer a Frisk, y más si recordaba cuando golpeó el suelo y lo agrietó… Incluso había agua. Puede que en ese momento, Frisk hubiera dejado fluir su rabia ante esa acción.

Korra, de mientras, estaba buscando a Frisk. Pero no había señales de él por ninguna parte… Y la verdad, le preocupaba un poco. No le gustaba que nadie se enfadara pero… ¿Para qué lo negaba? Se sentía un poco culpable… Frisk sólo intentó intervenir y parar ese mal ambiente… Para al final terminar enfadándose de lo lindo. Korra admitía que asustarse, se había asustado… Conocía a Frisk desde hacía un tiempo, y nunca supo cómo era cuando se hallaba lleno de ira… Pero según Tenzin… Si Frisk era tan parecido al Avatar Aang, no sería nada bueno dejarle suelto por ahí.

Buscó por todas partes hasta que se detuvo en el área de entrenamiento, ya que vio a Katara allí. Se acercó a ella, buscando respuestas. La anciana le saludó pero, al mirarla, Korra se percató que parecía un poco intranquila. Entonces la mujer le señaló hacia adelante y allí estaba Frisk, precisamente.

- ¿Ha venido a entrenar?
- Me dijo que necesitaba descargar su furia y… No supe decirle que no. – Respondió Katara. – Pero… Me angustia un poco la agresividad de sus movimientos… De su poder.
- ¿Por qué no simplemente intervienes?
- Esto le viene bien. Está dejando fluir un sentimiento que tiene dentro. Tal vez le sirva para aprender a cómo dejar salir el resto de sus emociones. ¿Se puede saber qué ha pasado? No es normal que Frisk haya venido así.
- Pues… - Korra desvió la mirada y rascó su nuca, en un gesto que indicaba torpeza. Katara se temió lo peor. Cuando Korra hacía eso era una buena señal de que algo malo había pasado. – Papyrus y yo discutimos, Frisk intentó intermediar y… Acabó enfadándose porque… No le hacíamos ningún caso.
- Ah… - Katara llevó su mano a la cara, negando con la cabeza. – No tenéis remedio ninguno de los dos. Tendremos que enseñaros un poco para que sepáis tener un buen comportamiento. Ni Tenzin ni yo queremos que Frisk entre en un estado de furia como ese. – Señaló al muchacho. – No es bueno para él.
- ¿Por qué? No es nadie especial.
- Es cierto que no tiene tu condición de Avatar, lo cual es lo que nos alivia… Pero no por eso es menos peligroso. – Contaba. – Frisk es muy similar a como era Aang, la ira no parece ser muy diferente. – Katara miró al muchacho desde la distancia. – Ayer el movimiento de Frisk era suave, así como la forma del agua… Ahora son gestos agresivos, rápidos, precisos… Y el agua misma ya deja ver que está siendo dominado por el enojo.
- Y… ¿El Avatar Aang era muy… Peligroso cuando se enfadaba?
- Llegaba al extremo de salirse de control y tenía que calmarle. Aang fue realmente aterrador… Y dado que Frisk es tan similar a él…
- ¿Pero cómo hay tanto parecido entre ambos si no son familia? No lo entiendo.
- Frisk recibió las enseñanzas de Aang, y su carácter se forjó de manera parecida además de haberse criado bajo el seno de su propia familia. Yo misma estuve cuidándole en algunas ocasiones. Para Frisk, nosotros somos su familia.
- Ooh… - Korra se sorprendió. – Hum… - Se cruzó de brazos, haciendo una mueca. – No es justo, a mí también me hubiera gustado.
- Jejeje. – Katara extendió su mano para acariciarle la mejilla. – Y nos tienes a tu lado, ¿Eso no es suficiente?
- Claro que sí pero… No sé… Siento como si Frisk fuera en una forma más… Profunda.
- Es lógico. – Dijo. - ¿Qué tal si esperamos a que termine?
- Bien. – Asintió. – Eso si es que termina… - Comentó no muy convencida. – Parece que va para largo.

Frisk siguió a lo suyo, habiéndose olvidado de la presencia de Katara y sin percatarse de la de Korra. Ahora mismo, él estaba demasiado enfadado, y prefería aprovechar para entrenar y dejar fluir el sentimiento y no guardárselo dentro. Sus movimientos eran muy rápidos, hacía giros que duraban milésimas de segundo, el agua se movía acorde a él. Tenía a mano el planeador que en su día, Aang usaba. Y le servía, no sólo para entablar conexión con el hombre, si no porque… Un objeto tan importante como este, que perteneció a aquél que fue como un padre para su persona… Hacía, no, más bien liberaba sentimientos que tenía forzadamente bloqueados y sin vía de escape.

Ahora estaba haciendo justamente lo que le había dicho Aang… Permitir el flujo de sus sentimientos, sin importar cuáles fueran… Simplemente dejarlos salir. Y aceptarlos. Así fue haciendo, y se pasó varias horas. Pero ni aún de noche cesó su práctica. Katara había regresado a casa así que Korra era la única que estaba allí o eso creía ella… Unos ojos celestes brillantes también se hallaban cual espectadores, pasando desapercibidos. Finalmente, Frisk se detuvo y se dejó caer de rodillas, respirando muy agitadamente.

Se sentía agotado, ya no podía más.

¿Cómo te sientes ahora que has liberado tu furia? – Escuchó de nuevo la voz de Aang y le vio a él, delante.
- Culpable… - Susurró, sorprendiendo a su interlocutor. – No debí enfadarme de esa manera…
Algunas veces es inevitable cabrearnos por algo, Frisk. Como ya te dije anteriormente… Sentir es un derecho de todos. Porque todos sentimos y padecemos, nadie es una excepción.
- Pude haberles hecho daño si les alcanzaba cuando di ese golpe…
Pero supiste controlarlo adecuadamente. Eso es lo importante.
- Aang… Yo…
Parece que tienes visita. – El aludido sonrió y miró detrás, antes de desaparecer.

Frisk observó hacia el frente, dándose cuenta que Aang ya no estaba. Así que miró de reojo y vio a Korra a unos pasos de él. Lucía insegura, sin saber si era adecuado o no, dirigirle la palabra. Simplemente parecía haberse acercado. Frisk se tomó su tiempo para descansar en esa posición antes de ponerse en pie y posar su vista fijamente en Korra. No la miraba de manera desagradable. Ahora yacía más calmado, más relajado, a pesar de todo. Y eso se notaba en la tranquilidad que ahora le rodeaba… Y que por supuesto, Korra intuyó.

- ¿Llevas mucho rato aquí, Korra? – Preguntó Frisk, con suavidad.
- Bueno… Unas horas. – Contestó. – Esto… - Rascó su nuca. – Quería eh… Disculparme por mi actitud de antes y… Por… Eso. – Señaló la cabeza del más bajito. – No quería que salieras herido por esa olla que tiré.
- Está bien, no te preocupes. – Frisk tocó la zona que todavía tenía ciertamente adolorida. – Esto se pasa.
- ¿Seguro que no es necesario atenderte el golpetazo?
- Descuida… Las heridas no son mi punto débil. – Frisk esbozó una sonrisa. – Korra… - La llamó, extendiendo sus manos para coger las de ella. – Yo quiero pedirte perdón.
- ¿Eh? ¿Por qué?
- Por… Haberos gritado a Papyrus y a ti. Me enfadé porque… No estaba siendo capaz de arreglar un asunto y me frustré mucho… No debí alzaros la voz, además, a punto estuve de haceros daño cuando golpeé el suelo.
- Bueno… No importa. Yo hago cosas peores así que… No pasa nada.
- Sé que nunca te lo he dicho pero… Quiero que lo sepas. – Frisk volvió a mirarla al haber desviado la vista anteriormente. – Yo os aprecio mucho a todos vosotros. Sois… Importantes para mí.
- Frisk…
- Por eso, Korra… ¿Podrías… Ayudarme a dominar Agua Control?
- Oh. – La aludida pestañeó los ojos hasta que terminó sonriendo ampliamente. - ¡O- oh! ¡Claro! ¡Por supuesto que sí! ¡Faltaría más! ¡Yo te echaré una mano! ¡Pero antes vamos a cenar, me muero de hambre! ¿Tú no? – Nada más preguntarlo, el estómago del castaño sonó bastante fuerte.
- Eh… Jeje… - Se avergonzó.
- ¡JAJAJAJAJAAA! ¡Estás incluso más hambriento que yo! – Exclamaba Korra, luciendo muy feliz. - ¡¡Venga, volvamos a casa!! ¡Seguro Katara y Tenzin nos estarán esperando con un buen banquete!

Frisk miró a la chica, quien le arrastró hacia la casa, tras rodearle los hombros. Él sonrió y recordó entonces las palabras de Aang sobre que tenía a sus seres queridos a su lado y que, por lo tanto, no se encontraba solo. Sí… Eso era lo que deseaba. Frisk ya no quería regresar a la misma soledad que soportó durante años cuando tuvo que aprender a sobrevivir por su cuenta. Ahora… Había vuelto con su familia… Con Tenzin, con Katara… Había conocido a Korra y se había vuelto muy amigo de ella. También estaban Sans y Papyrus…

Aunque… Con Sans… Empezaba a ser un poco… Distinto. Algo extraño que se hallaba en su pecho, que no terminaba de entender pero… Lo que sí era capaz de ver, es que su vínculo con Sans era muy estrecho para el tiempo que llevaban de conocerse. Pero a él más que a nadie, ocupaba una parte importante de su corazón. Frisk suponía que no tardaría en saber qué le sucedía, simplemente se enteraría en algún momento.

Entraron a casa y como Korra dijo… Ya les esperaban para comer. Les recibieron a ambos de manera cálida y les invitaron a comer. Accedieron, como no, como si fueran leones que llevaban días sin comer. Lo que Frisk notó… Fue la ausencia de Sans.

- ¿No está tu hermano, Papyrus? – Preguntó Frisk.
- Dijo que tenía cosas que hacer. Me pregunto cuáles… - Su mueca indicaba que sospechaba. – Es demasiado vago para hacer nada.
- Seguro lo espantaste con algo y salió huyendo. – Comentó Korra.
- ¡Eso no es verdad!
- Bueno, no vayáis a empezar. – Intervino Frisk.
- ¿Qué tal fue tu entrenamiento hoy, Frisk? – Habló Tenzin. – Katara me dijo que avanzaste bastante.
- Sí, seguí un consejo y… Me fue bien. – Lució un poco incómodo.
- Eso es bueno, verás que poco a poco acabarás dominando Agua Control.
- Espero…
- Por cierto, madre. – Tenzin miró a Katara. - ¿Cuándo le enseñarás a Frisk el tema de curación?
- ¿Curación? – Repitió ella. - ¿Acaso Frisk puede curar?
- Sí, hace un tiempo me curó una quemadura. Tiene una habilidad única para ello.
- Entiendo. – Entrelazó sus manos, apoyándose en la mesa. – Bien, una vez domine su elemento, será libre de aprender su don innato.
- ¿Realmente podría? – Preguntó Frisk.
- ¡Claro! ¡Tú puedes hacer lo que te propongas, chavalín! – Exclamó Papyrus.
- Nunca pensé que diría esto: tienes razón. – Korra apoyó las palabras de Papyrus.
- ¡¡El gran Papyrus siempre tiene razón!!
- Seguro…

Pronto terminaron de cenar y entre Tenzin y Katara terminaron de fregarlo todo. Se tomaron todos, un descanso. Korra y Frisk estaban sentados en el porche de madera, acompañados por Papyrus, los tres comentando sobre las estrellas. Katara y Tenzin, hablaban de lo suyo dentro. No obstante, era notable que Frisk pareciera añorar un poco la presencia de Sans. Y eso a Papyrus no se le pasó por alto.

- ¿Sabes una cosa Korra? – El más alto llamó la atención de la morena. - ¡Creo que a nuestro amiguito Frisky le gusta mi hermanito!
- ¡¿De veras?! – Se asombró ella, cayendo cual inocente en el juego del chaval.
- ¡¿QUÉ DICES PAPYRUS?! – Reprochó Frisk, avergonzado.
- ¡Pareces mirar muy mucho el entorno como esperándole! ¡Y también has preguntado mucho por él en la cena! ¡¿No resulta… Sospechooooso?!
- ¡¡Claro que no!! ¡Es sólo que…! ¡Es que…! ¡Bueno…! ¡Es sólo que…! – Intentaba explicarse, sin encontrar la manera.
- ¡¿Lo ves, lo ves?! ¡YO TENGO RAZÓN!
- ¿Realmente te gusta Sans, Frisk? – Preguntó Korra, muy sorprendida.
- ¡NO! Bueno… ¡¿QUÉ?! ¡¿ACASO TENDRÍA ALGO DE MALO?!
- No claro que no. Es sólo que es…
- ¡ES ALGO GENUINAMENTE GENUINO!
- … … - Frisk se quedó mirando a Papyrus.
- … … - Korra más de lo mismo.
- Estás como una cabra. – Concluyeron los dos al unísono.
- ¡¡El gran Papyrus siempre está bien de sus luces!! ¡Lo que pasa que yo no tengo luceees! ¡Sino una cabeza bieeeeeeen hueca!
- Hmm… Ese es un buen chiste. – Una voz se hizo escuchar.

Los tres reaccionaron al mismo tiempo, asustándose y casi, casi que salieron corriendo antes de tropezar y estamparse en la nieve. Suerte que no fue doloroso, no mucho al menos. El recién llegado se rió, por verlos reaccionar de esa manera.

- ¡¡SAAAANS!! – Gritaron los tres.
- ¡¡Nos has asustado, maldita sea!! – Reprochó Korra.
- ¡¿Quieres que me dé un infarto?! – Siguió Frisk.
- ¡Eso es algo injusto, hablar de repente por la espalda!
- Hmm… - Desvió brevemente la mirada. – Si no es así, no tiene gracia. – Sacó milagrosamente sus manos de sus bolsillos para alzarlas a la altura de sus hombros mientras encogía éstos. – Venga, estáis sonriendo.
- ¡¡Estoy sonriendo las narices!! – Habló Korra.
- ¡Lo sé, y lo odio! – Ése fue Papyrus.
- Sans deberías avisar cuando llegas.
- ¿Y no lo hice?
- ¡¡No de esa manera, anormal!! – Le regañó Frisk.
- … … Qué raro. – Sans saltó al suelo para quedarse frente a Frisk. – Los pitufines crecéis rápido, ¿Eh?
- ¡¡SAANS!! ¡NO TE METAS CON MI ALTURA!
- ¡JAJAJAJAJAJAJ!
- ¡EH, VOSOTROS!
- Frisk admítelo… Tienes mal carácter en el fondo.
- Cht… - Giró su cara.
- ¡Bueeeeeeeno! ¡¿Qué tal si los dejamos solos, Korra?! – Ofreció Papyrus. – Seguro tendrán muuuuuucho de lo que hablar.
- Tienes razón. – Reía ella. – Yo me voy a descansar ya, ¡Aquí os quedáis!
- ¡Y yo también! ¡Hoy ha sido un día largo!
- ¡Eh! ¡Esperad…! – Frisk quiso evitar lo inevitable.

En menos de cinco segundos, se quedó a solas con Sans. Suspiró y se quedó ahí. Ciertamente, el ambiente se volvió un poco incómodo pero, sorpresivamente, el ahora esqueleto se sentó a su lado en la nieve. Los dos se dedicaron a ver las estrellas en completo silencio, sólo compartiendo la mutua compañía. De esa manera, esa incomodidad se volvió lo opuesto y surgió la tranquilidad. Frisk reaccionó cuando vio pasar una estrella fugaz, algo que a Sans le hizo gracia. Parecía que nunca lo había visto, lo cual ya era probable. No en muchos sitios se veían.

Pero por el frío, Frisk se acercó al otro, en un intento por buscar más calor, así que se apoyó en él. Sans se sonrojó ligeramente y se puso algo nervioso, pero en un rato, se calmó.

- Frisk. – Le llamó. - ¿Sabes? A mí también me gusta cuando estamos juntos.
- ¿De verdad? – Sonrió ampliamente, viéndole asentir. – Es realmente agradable, ¿No te parece? Francamente… Creo que somos un poco similares.
- ¿En qué?
- Pues… Nos gusta estar bien, tranquilos y… No hacemos daño incluso cuando intentan hacérnoslo.
- ¿Tú también eres así?
- Sí. Soy un pacifista, ¡Jajajaja! Lo sé, es estúpido…
- ¿Por qué debería? Serlo no tiene nada de malo. Al menos no, si consideras la vida importante incluso para aquellos que realmente merecen arder en el infierno.
- A mí me educaron y me enseñaron conforme la vida es valiosa en todas las criaturas, que todos existimos por algo y que no somos nadie para quitarla. Es cierto que hay gente mala pero… Supongo… - Pensaba. – Para mí la gente mala es aquella que sólo ha tratado de hacer algo bueno y que se han desviado del camino que pretendían recorrer. Pero no por desviarse y equivocarse, merecen ser eliminados… Yo siempre he preferido dar oportunidades.
- ¿Y por eso no quisiste lastimar a los espíritus que te atormentaron durante tantos años?
- Sí, exacto. Va en contra de mis principios. Siguen siendo criaturas, siguen estando vivas aunque sean incorpóreas. Merecen ser respetadas.
- Vaya... Porque no eres el Avatar Aang pero eres Aang Junior.
- ¡¡Saans!! – Se rió.
- ¿Para qué lo niegas? Tú mismo te estás riendo.
- ¡Nyay! ¡Lo sé!
- Hehe.
- Oye, aún no me has llevado a tu sitio favorito.
- Ya lo haré.
- ¿Cuándo?
- … … … … Meh.
- ¡Eso no es una respuesta!
- Como te dije: ya te llevaré.
- Jo. – Infló las mejillas. - ¿Qué tal si vamos ahora?
- ¿Ahora?
- ¡Sep! ¡Me apetece ir ahora! ¿Tú no?
- Bueno… Si para ti está bien…
- ¡Lo está!
- De acuerdo. – Se levantó. – El camino es un poco largo, pero conozco un atajo.
- ¿Cuántos atajos conoces?
- Muchos, Frisk. Muchos.

Aquello le dio curiosidad pero, cuando quiso darse cuenta, estaba en un lugar distinto. Seguía siendo nevado pero… Parecía ser la cima de una montaña y las vistas eran preciosas. El cielo estrellado se veía fantástico y las estrellas fugaces se podían apreciar mucho mejor. Corría un vientecillo fresco, pero que era agradable. Frisk se quedó con la boca abierta bajo la atenta mirada de Sans, quien esperaba a ver qué le parecía este sitio. Él se acercó a un palo de madera oscuro, clavado en el suelo y se apoyó en éste mientras Frisk se sentaba a su lado.

- Es un sitio precioso, Sans.
- ¿Te lo parece?
- ¡Sí! ¡Realmente es muy bonito! ¡Me encanta!
- Hm… Me alegro, pues. Supuse que sería así.
- Tienes buen gusto. – Sonrió ampliamente.
- Si tú lo dices.
- Y dime una cosa… ¿Cómo es que eres tan vago? ¿Es que no te gusta hacer nada?
- No es que no me guste… Sólo no me apetece. Siempre hay quienes hacen mi trabajo así que por eso no me molesto mucho. Aunque claro, Papyrus ya me llama mucho la atención por ello pero, en fin, uno se acostumbra.
- Jajaja vaya. Aún así… Tú quieres mucho a tu hermano, ¿Verdad?
- Es demasiado obvio. Fui yo quien lo educó cuando era pequeño.
- Oh, ¿Tú te encargaste de él? – Se sorprendió. - ¿No teníais… Padres?
- Éramos huérfanos pero a pesar de eso con tenernos el uno al otro era suficiente. No nos sentíamos tristes por ello, aprendimos a no depender de esas figuras paternales. Papyrus sabe esto de sobras, aunque no te lo parezca.
- Entiendo… Bueno, en parte os puedo comprender. Yo me quedé huérfano pero Aang se ocupó de mí. Sé que no es lo mismo… Pero en fin…
- Más vale poco que nada, ¿No, chaval?
- Pues sí. – Rió. – Oye Sans.
- ¿Yeup?
- No dejo de pensar que… Me gustaría estar siempre contigo. ¿Sería malo? – Miró al esqueleto. – Me gusta cuando estamos juntos, cuando compartimos cosas, o cuando me haces chistes o cuando me cuidas. Por eso… ¿Sería malo pedirte que te quedaras a mi lado?
- No tengo a dónde ir de todos modos. – Respondió. – El sentimiento es mutuo. – Dijo, observándole.
- ¿Me lo prometes, entonces?
- Te lo prometo.

THE END

Notas finales:

Gracias por leer y hasta pronto :)


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