Jeremy sentadito sobre aquel sillón y con las manos quietitas esperaba una perorata de aquella mujer quien obsevaba a ambos omegas con algo parecido a desprecio, bueno, el rubio no esperaba que alguien en esa casa respete a los omegas, según lo poco que sabía hasta el momento todos los miembros de aquella familia eran alfas, razón por la cual pertenecían a la élite de la sociedad. Esperaba que esa mujer lo eche de allí, e incluso esperaba que lo golpee, pero se sorprendió en demasía cuando pidió a Ivan salir de la habitación para luego relejar su rostro firme e inexpresivo y soltar un gran suspiro.
Se soltó de hombros y tomó la taza de té dejando salir una queja.
—Es realmente molesto vivir entre tantos alfas —la mujer hasta comprendía a aquellos dos niños que se encontraban sentados y observando con curiosidad sus acciones—. ¿Saben? Podría parecer algo estricta, pero es solo para controlar a esos tres tontos que tengo por hijos —se frotó el puente de la nariz.
Jeremy no sabía qué decir, no sabía si debía responder o no a su comentario así que guardó silencio justo como lo hacía el chico pelirrojo a su lado. Observó la taza que pusieron frente suyo con ese líquido ámbar que lo intrigada, nunca antes había tomado el té. Observó también la galleta que tenía entre sus manos y recordó a Ivan con ella, seguramente aquella mujer sufría mucho al estar en esa casa con otros cuatro alfas.
Una gran lucha de territorios. Y aquella mujer cargaba sobre sus hombros la lucha de territorios entre los cuatro hombres alfas.
—Ivan me ha dicho que te llamas Jeremy, ¿no? —preguntó obsevándolo, el rubio asintió sin mirarla—. Al parecer no hablas mucho, pero quisiera presentarte a Caín, él es un omega como tú, así que supongo que podrían llevarse bien —la mujer dejó salir una ancha sonrisa y luego una pequeña risa—. Que el nombre no te engañe, pequeño.
Jeremy observó al chico y este solo lo miró por el rabillo del ojo, al rubio la presencia de Caín le parecía incómoda y ciertamente no le apetecía entablar una amistad con él ¿por qué? Quizás fue al ver las pequeñasr03; manos de ese omega frotarse de manera discreta e incómoda, quizás fue su porte, muy delgado, muy pálido, muy cabizbajo o quizás... quizás era ese aroma a tabaco y azucar que desprendía su cuerpo, algo muy dulce, algo muy molesto, el aroma de Enos.
Cuando lo notó apartó la mirada con incomodidad y sintió un revoltijo en su estómago, como si se hubiera comido cuchillas y ahora estas estaban licuando todos sus órganos vitales. Al parecer aquella mujer alfa no se había dado cuenta de la palidez que ganó el rostro de Jeremy, el chico estaba tan concentrado en no concentrarse en ese aroma que no escuchó una sola palabra de toda la conversación que estaban teniendo en ese momento ¿Cómo se llamaba la madre de Owen?
Jeremy empezó a sentir que las piernas se le entumecieron, tal vez era por el casi nulo ejercicio que hacía o tal vez porque el aroma de ese chico lo paralizaba. ¿En serio ese omega era pareja de Enos? Se preguntó, pero no encontró marca alguna en su cuello, solo ese horrible aroma que lo molestaba. Y después la duda ganó a la mente de Jeremy ¿Enos le hizo lo mismo que a él? Al parecer no, el chico no tenía marcas algunas y no parecía -demasiado- traumatizado, solo era muy callado y esos ojos dormidos le daban una expresión desinteresada.
Se bebió el té y comió unas galletas, logró luego de un momento dejar de pensar en Caín y en sus posibles desgracias, quizás era algo egoísta, pero no le interesaba en lo absoluto lo que aquel enfermo alfa hacía. Intentó prestar más atención a lo que la mujer decía y notó que estaba hablando sobre sus hijos, ese era un tema que a Jeremy le interesaba, a pesar de que su alfa solo lo ignoraba, él debía dar lo mejor de sí mismo para poder complacerlo.
—Esos tres son tan diferentes que a veces tengo que obrar de juez y reconciliarlos cuando se pelean, a veces también de verdugo —rió—. Mi esposo y yo habíamos decidido heredar nuestras empresas a nuestros hijos, pero con Enos desintesándose, Owen obsesionándose e Ivan siendo muy conformista con su trabajo el futuro de esos tres y las empresas no es nada agradable.
Espera, me perdí ¿y yo qué tengo que ver? Se preguntó Jeremy.
—Y ahora son ustedes quienes más cerca están de ellos —continuó—. Jeremy, al ser la pareja de Owen creo que te ganaste no solo a un alfa, sino que también un gran dolor de cabeza y me alegraría bastante que pudieras ayudarlo con sus obsesiones, conociéndolo seguramente ni te ha tocado, ¿verdad? —Jeremy bajó la cabeza, en realidad no quería hablar de eso—. Solo te pido que lo ayudes, él no es malo, es solo que...
No pudo terminar la oración, las puertas del salón se abrieron de par en par dejando a la vista a un alfa de terno tan oscuro como las hebras de sus cabellos, sus mirada se afiló hacia Jeremy y el chico supo que la había cagado, se sintió golpeado por esa expresión y casi se levanta para salir corriendo de aquel lugar, olvidó a la mujer quien empezaba a reclamar a su hijo y el aroma de Caín había sido desplazado por el aroma de su alfa quien ahora se acercaba a él de manera amenazante.
Jeremy ni siquiera tuvo un momento para parpadear, su delgado brazo fue tomado de manera brusca y con unos zarandeos fue llevado nuevamente a aquella habitación, el agarre de ese alfa le dolía y sentía que le dejaría marcas, pero era la primera vez que lo tocaba en mucho tiempo y su toque, aunque brusco, era cálido. El cuerpo de Jeremy empezó a responder por sí mismo a aquella calidez y no evitó que una sonrisa se le colara a los labios, cosa que no fue desapercibida por el alfa.
—¿Qué es tan gracioso? —dijo sin observarlo al rostro mientras llegaban a la habitación, Jeremy no respondió, solo bajó la mirada—. Dame un respiro, te dejo solo una hora y ya tienes la suficiente confianza como para tomar el té con mi madre.
El alfa soltó a Jeremy sobre las sábanas, el rubio no quería tener esa sonrisa en sus labios, pero era algo imposible, el toque de aquel alfa era algo que necesitaba desde hace mucho, quería tenerlo a su lado y desde que se conocieron solo se sintió abandonado, ese sentimiento duró hasta ese momento, porque ver a ese alfa enfadado era lo mejor que vio desde hace tiempo, se sentía orgulloso por poder despertar sentimientos de ira en su propio alfa, uno tan inexpresivo y que parecía estar tan desinteresado por él, sentía que se merecía una paleta, de esas rojas y brillantes que dan a los niños luego de ir al doctor, pero había algo más fuerte, quería hacerlo aún mejor, quería hacer enfadar aún más a ese hombre, ver más expresiones de su rostro, comocerlo a fondo, ver cada una de sus debilidades y fortalezas.
Quería adueñarse de ese alfa.
Jeremy solo dejó salir su tímida sonrisa ¿en qué estaba pensando? ¿por qué pensaba en seducir a aquel alfa? Eran las preguntas que el chico se hacía mientras que soltaba una ligera risa y veía aún más cómo el ceño de su pareja de fruncía, en ese momento parecía estar realmente enojado.
Quería más.
—Es que no me tocas hace mucho tiempo —dijo tratando de sonar lo más tímido posible, claro, eso no hizo efecto favorable en el alfa quien solo bufó.
—Maldita perra, eso es lo único que quieres, ¿eh? —dijo dando una sonrisa de lado, a Jeremy le encantó esa expresión, era esa misma sonrisa hierve omegas que tenían los alfas de esa familia, el chico sintió cómo su rostro empezaba a calentarse, demonios ¿acaso empezaba a gustarle que le diga esas cosas? ¿o quizás eran sus reacciones? Tan hermoso.
Definitivamente Jeremy se adueñaría de ese alfa.