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Inconsciente por BackAck

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Aquella habitaciónr03; de cuatro paredes lo molestaba ¿por qué realmente estaba ahí? ¡Él no pidió estar allí y menos que ese estúpido alfa lo marcara! Ahora que había desaparecido la marca era prácticamente libre, podría irse de allí cuando quisiera, pero había un gran obstáculo que lo detenía, observó su vientre, eso más que un obstáculo era un error gravísimo ¿qué pasaría ahora? ¿esperaría a que Owen lo ame incondicionalmente por darle a su primogénito? Era claro que eso sería pedir demasiado, por algo esos alfas tenían un hermano en quién sabe donde. No quería pensar demasiado en ello, pero sabía que si su hijo resultaba omega o beta Owen no dudaría un segundo en deshacerse de ellos o, si en otro caso resultara ser un alfa, no tendrían una vida demasiado agradable al lado de aquel arrogante.
 
—Por favor... solo no nazcas —susurró a aquella parte de su cuerpo que le daba miedo tocar, le parecía extraño. Se frotó el cuello, desde hace días se encontraba más agotado de lo usual y en ese momento dejó de lado uno de los tantos libros que Melvina regaló al chico. ¿Se dormiría de nuevo? Pero si acababa de despertar—. Supongo que es normal —susurró y  se dirigió a la cama, justo cuando iba a esponjar la almohada la puerta se abrió de súbito y Jeremy tuvo un pequeño espasmo, pero al ver a Owen solo se sintió un poco incómodo, intentó darle una sonrisa al recibirlo, pero solo obtuvo una mueca algo extraña.
 
—No te sobreesfuerces demasiado —masculló el alfa yendo directo a una gaveta—. Solo vengo por algunos documentos.
 
A Jeremy no le agradaba demasiado la presencia de ese alfa, pero había algo que lo instaba a obedecerlo, quizás su casta o quizás el hecho de que esté en su territorio, no lo sabía, por ello quería irse de aquel lugar, se sentía enjaulado.
 
—Owen —susurró intentando acercarse a él, el alfa se puso en alerta, Jeremy jamás lo había llamado de aquella manera, siempre sonaba tan sumiso que daba lástima, ahora parecía estar hablando con un viejo amigo—. ¿Sabes? Yo quisiera salir de esta habitación, me desespera un poco estar aquí, ya hasta tengo ojeras —vaya, eso descolocó a Owen, el chico realmente sabía hablar—. Por favor, quisiera ver las flores una vez más.
 
Owen tomó una carpeta de la gaveta, realmente le decepcionaba que Jeremy sea así, solo al verlo de esa manera empezó a adorar verdaderamente cuando se encontraba en el limbo y lo miraba con aquellos ojitos brillantes y esa tímida sonrisa. Ahora notó que todo ese tiempo el chico estuvo inconsciente de sus actos, casi como si estuviera bajo los efectos de alguna medicina.
 
—Bien, ¿quieres salir? Pues sal, no me interesa —dijo yendo hacia la puerta, Jeremy sonrió ¡libertad al fin!—. Solo no atrevas a acercarte a mis hermanos y no vayas más allá de los pinos, te estaré vigilando.
 
Bueno, ni tanta libertad, al menos tendría aire fresco. El omega asintió y luego Owen se fue de la habitación, el chico se cambió la fea pijama que vestía todos los días y se puso una ropa cómoda y fresca para ir al jardín luego de... ¿cuántos meses? Y ahora que lo recordaba, Ivan no había vuelto a sacarlo de la habitación luego de la primera vez, supuso que Owen se lo prohibió luego de que Enos se hiciera de las suyas. Bien, realmente ya no quería pensar en ello, ahora no solo recordaba a Enos sino que tambiénr03; a Caín, ese extraño omega.
 
Caminó algo cohibido por los pasillos, no mentía al decir que apenas recordaba cómo se veía la plata baja y claro que se sorprendió al llegar a las escaleras más rápido de lo que pensó, quizás por estar emocionado su paso se aceleró y una sonrisa se escurrió de sus labios. Esa mansión se veía tan desolada y callada que cualquiera diría que estaba abandonada, pero Jeremy a pesar de ese silencio sepulcral y el ambiente gris iluminó la estancia con su joven y vívida imagen, observó a los lados de ese gran salón, se sentía como un niño en una dulcería, un niño que quería llegar al premio mayor.
 
Giró a la izquierda, abriendo una puerta, luego otra y otra, ¿se había perdido? No, recordaba algo de aquella casa la vez que Ivan lo guió a la salida, sus recuerdos se hacían cada vez más frescos mientras recorría la estancia. Al final encontró aquella puerta blanca de la última vez, intacta, sonrió y tomó el pomo para luego girarlo y salir a encontrarse con aquel gran jardín. ¿Era acaso un sueño? Pasó tantas veces viéndolo desde el balcón que ahora le parecía tan irreal estar cerca de aquella naturaleza, todo era tan inmenso y él se sentía tan pequeño, era una sensación agradable.
 
Miró a los costados y divisó aquel invernadero que lo tentaba desde hace meses, inspiró con fuerza hasta llenar sus pulmones y luego expiró una gran cantidad de aire caliente, se sentía libre por fin. Tomó paso al invernadero y se adentró en él, las flores estaban más hermosas que la última vez que las vio, su aroma le inundaba los sentidos como aquella vez y se sintió embriagado por la dulzura de las mismas, apretó contra su pecho el libro que Ivan le había regalado mientras inspiraba a toda capacidad el ambiente para luego soltar una risa en medio de un soplido.
 
Recorrió por unos minutos el establecimiento hasta que se escuchó la puerta volviéndose a abrir, Jeremy giró en alerta, por el aroma de las flores no podía distinguir si aquella persona representaba un peligro, pero cuando lo reconoció solo una pequeña sonrisa salió de sus labios.
 
—Hola Ivan —le susurró con un ligero sonrojo. El alfa levantó la cabeza pues venía distraído con unas planteras y cuando lo vio su mirada se iluminó, claro que luego soltó una sonrisa y de súbito se asustó porque el chico estaba ahí.
 
—¿Escapaste de Owen? —dijo preocupado, sabía lo que su hermano sería capaz de hacer si se enteraba que su omega lo había desobedecido.
 
—Nope —imitó al alfa mientras portaba una sonrisa—. Él me dio permiso para salir —desvió su mirada de la del alfa y observó unas rosas en el lugar, acarició sus aterciopelados pétalos con suavidad, ¿era la representación de la delicadeza acaso?
 
—Oh, eso es genial —Ivan tomó las planteras que llevaba consigo y se acercó hasta donde se encontraba Jeremy—. Podrás ayudarme con esto ahora —y soltó una pequeña risa, el omega solo apartó la mirada, sabía que estaba prohibido hablar con Ivan, y sabía que Owen seguro estaba vigilando cada minúsculo movimiento. Pero Ivan era tan agradable y comunicativo que era casi imposible ignorarlo.
 
—¿Por qué hay demasiadas flores? —preguntó Jeremy, no quería herir al alfa al aplicarle la ley del hielo.
 
—Es porque es primavera~ —respondió canturreando mientras limpiaba una plantera con un geranio carmín, uno de sus favoritos—. Además, desde que dijiste que te gustan las flores me he dedicado a llenar este lugar para ti —eso realmente sorprendió a Jeremy, giró para verlo directamente al rostro, el alfa soltaba una pequeña risa—. Nunca creí que me pondría a limpiar plantitas en mi tiempo libre, pero es agradable si lo haces por una buena causa ¿no? —Ivan giró a observar a Jeremy y se encontró directamente con esos enormes ojos celestes que lo dejó hipnotizado por unos segundos. Jeremy le sonrió e Ivan solo alcanzó a sacudir la cabeza para despabilarse, eso había sido extraño.
 
—Eso es muy bonito de tu parte —dijo susurrando mientras se apoyaba sobre la mesa de trabajo en la que estaba la plantera con el geranio y la observaba muy de cerca—. Esta es bonita.
 
—¿Te gusta? —Ivan observaba más a Jeremy que a la plata, claro que no podía evitar sentir el aroma de Owen en ese omega, más cuando este estaba embarazado.
 
—¡Sí, me gusta mucho el color rojo! —dijo contento, parecía que el color había regresado a su pálido rostro—. Noté que Owen no es muy aficionado de los colores ni las formas, la habitación es tan cuadrada y monocromática —soltó una risa—, al parecer no tiene muy buen gusto. Por eso estar aquí es tan agradable.
 
Ivan escuchaba con atención cada palabra del omega, se veía más hablador de lo usual y extrañamente abierto a comentar sobre su alfa, también le llamó la atención que no esté nervioso o busque a Owen. Supuso que el embarazo cambió un poco su actitud, había escuchado hablar sobre eso. Pasaron unos minutos más mientras que Ivan volvió a su trabajo y Jeremy lo observaba con admiración. Claro, el omega también le ayudó con la limpieza (sin hacer demasiado esfuerzo pues Ivan lo estaba sobreprotegiendo) y casi una hora después, el rubio se encontraba ensimismado en unos claveles rojos que alzaban sus delgados tallos en donde reposaban sus delicados pétalos. Se inclinó para inhalar el penetrante aroma que hizo vibrar a sus sentidos, sonrió, ya tenía a una favorita.
 
Ivan lo observó, se veía tan concentrado que era digno de admirar, la manera en cómo su travieso cabello de colaba por delante y él lo mandaba tras las orejas, su forma de sonreír y cómo sus labios se sonrojaban cada vez que se los relamía, aquellos adorables ojos celestes que admiraban la belleza dentro de los pequeños y alborotados pétalos de aquella flor que representaba a la mismísima lujuria, casi tan erótica como los ligeros movimientos de su cuerpo.
 
Se levantó del asiento, estaba seguro de que Owen lo asesinaría, bueno, primero le cortaría las bolas y luego lo asesinaría, pero no le interesaba en ese momento, lo único que le interesaba era esa delicada criatura que se encontraba frente a sus ojos e inconsciente de exhibía como una deliciosa presa. Jeremy lo observó acercarse con una sonrisa, Ivan cortó una de las flores con unas tijeras y tomó las manos del omega, acercándose e ingresando a su burbuja personal. Jeremy se alertó al sentir el tallo de la flor en su mano y el aroma de ese alfa fundiéndose con el de las flores, era incluso más seductor que el perfume de aquel clavel. Hicieron contacto visual y los ojos el alfa intentaron escarbar en los de Jeremy, había algo diferenter03; en él, algo se sentía fresco, nuevo, libre, como si hubiera perdido un gran peso.
 
—Eres... —susurró, el corazón del omega empezó a papitar con rapidez, como si fuera a salir de su pecho y su rostro cobró un profundo sonrojo, la cercanía de Ivan lo empezaba a marear, al igual que su aroma—. Eres lo más lindo que vi en mi vida... ¿acaso eres real? —dijo susurrando, la flor quedó casi aplastada entre ambos pechos mientras que sus miradas no se despegarían por nada del mundo y sus labios jugaban a acercarse.
 
Jeremy sintió el aliento del contrario, era cálido, delicioso, incorrecto. Las palabras de Owen llegaron a su cabeza ¿podía ignorarlo? Claro, si estuviera en una situación menos desafortunada, podría huir de Owen e irse con Ivan en ese maldito momento, pero no debía olvidar que esperaba al hijo de su exalfa, lastimosamente. Y si lo encontraba en esa situación quizás él... ¿Owen sería capaz de lastimar a su propio hijo?
 
—¡Detente! —Jeremy empujó a Ivan, y en ese momento el tallo de la flor que llevaba entre sus manos se quebró, sus ojos cristalizados delataban cuánto él deseaba aquel beso, pero no estaba bien, debía velar por cosas más importantes—. So-solo detente —dijo con la voz embotada. Ivan se sorprendió bastante por aquella reacción, pero lo respetaría, estaba embarazado y muy confundido. Al momento Jeremy huyó del invernadero, sentía que sus pulmones colapsarían si continuaba corriendo, para su suerte llegó a la entrada y cerró la puerta tras su espalda para luego apoyarse sobre esta y observar sus manos, el quebrado clavel rojo entre sus dedos solo representaba aquel encuentro, se sonrojó mientras conseguía aire y observó la flor nuevamente.
 
Rezaba porque Owen no lo haya visto.

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