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Inconsciente por BackAck

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Notas del capitulo:

Este es un capítulo que consta de tres partes ^^ está narrado en primera persona y, realmente, es el más largo que he hecho hasta ahora (¡Casi 9500 palabras!).

¡Espero que lo disfruten!

I
 
Conscientes
 
Allí estaba la misma situación, yo intentando mantener el paso mientras que escuchaba las firmes pisadas ajenas tras mío, el silencio era casi mortal y podía escuchar hasta mi propia respiración, por supuesto, también la respiración del chico que estaba siguiéndome, no lo toleraba, desde hace semanas ese omega estuvo siguiéndome con la mirada y solo desde hace unos días lo noté realmente porque empezó a seguirme hasta casa, podría pasarse por mi amigo, pero en realidad era un acosador. 
 
—En serio eres un dolor en el trasero, ¿podrías dejarme en paz? —el omega nuevamente me perseguía, ni siquiera sabía su nombre, pero siempre después de que terminaran las clases él me seguía unas cuadras. Me atrevería a decir que estaba asustado.
 
—¿Qué? ¿Me hablas a mí? —dijo tras mi espalda, me giré y lo observé con aburrimiento, su uniforme se encontraba desordenado y esa mata de pelo castaño delineaban a la perfección sus finos rasgos. Lo admitiría, el chico era muy guapo.
 
—Por supuesto, he notado desde hace tiempo que me sigues —realmente su mirada de desentendido me molestaba.
 
—Ooh, es por eso que siempre estás alerta ¿no? —se acercó a mí y sonrió con amplitud—. Solo vivo a unas cuadras, no te estoy siguiendo.
 
—P-pero —-estaba descolocado ¿por qué tuve ideas tan paranoicas?—. Bien, solo no quiero volver a hablar contigo.
 
Iba a retomar el camino, ese chico no me inspiraba confianza en lo absoluto, pero de un momento a otro una mano me tomó de la muñeca, su agarre no era brusco y menos posesivo, era delicado y sus dedos se cerraron con increíble suavidad sobre mí. Maldito omega ¿por qué debía ser tan agradable su tacto? 
 
—Espera, no te vayas —miró nervioso a los lados de la calle para luego mostrar una sonrisa de lado, era cierto que estaba más que descolocado en ese momento—. Ven aquí —tiró de mi muñeca para ir hasta un oculto callejón, ¿qué demonios pensaba hacer ese demente? Me resistí y tiré de mi brazo, pero él solo soltó una risa hasta lograr atrapar mi cuerpo entre una pared y el suyo, una sonrisa se escurrió de sus labios y un suspiro se me escapó.
 
Demonios, estaba muy cerca.
 
—Yo no sé lo que sucede, eres muy lindo y no puedo evitar mirarte —esperen ¿qué demonios intenta? Oh, no—. Antes solo te vi unas cuantas veces en el instituto, pero ahora es diferente, hay algo más en ti que me gusta... Tu olor es... no sé cómo llamarlo ¿desti-
 
—Espera, espera, espera —lo detuve mientras apartaba ligeramente su cuerpo, me osbervó atento y solo sacudí la cabeza—. ¿Es lo que creo que es? -asintió sin dudarlo, observándome con aquellos hermosos ojos azules—. Oh, demonios, ¿eres consciente de que ambos somos omegas?
 
Sonrió una vez más mostrando sus perfectos dientes y soltando un pequeño bufido, esto realmente ya empezaba a asustarme.
 
—Por supuesto que soy consciente de ello, es eso lo que lo hace más interesante esta situación —se inclinó sobre mí, a pesar de que era un omega, su porte se asemejaba ligeramente a un alfa, bien, no tanto, pero al menos era más alto que yo por ser unos años mayor. Su aroma... ese hermoso aroma a jazmines me hizo suspirar y apenas noté cuando sus manos se colaron bajo mi uniforme y tomaron mi cadera con delicadeza, esto era muy malo.
 
—Hueles muy bien ¿estás entrando en celo? —carajo, no. Cerré los ojos y solo recé porque no lo haga, pero unos segundos después sentí sus suaves labios sobre los míos, era delicado y dulce, no como cuando un alfa me había besado a la fuerza hace unos meses y terminé con el labio partido, ese omega empezaba a confundirme.
 
Pero me encantaba sentirme confundido.
 
•§•
 
Él siempre fue tierno, siempre que me tomaba lo hacía con una delicadeza infinita que me hacía delirar, y, a pesar de que era extraño pues ambos éramos omegas, nos entendíamos más que cualquier pareja que existiese y no podíamos negar que había algo más fuerte allí. Nadie lo sabía, ni siquiera mis mejores amigos se enteraron jamás de que salía con el omega más codiciado del instituto y claro, los rumores no se hicieron esperar, ignoramos este hecho por bastante tiempo, hasta que la realidad tomó un giro inesperado. 
 
—Necesitamos hablar —le dije decidido cuando nos encontrábamos camino a casa, desde hace unos meses lo había presentado a mi familia como un amigo y mis madres lo querían mucho. Si solo supieran...
 
—Eso se escucha serio —dijo mientras quitaba el envoltorio a una barra de chocolate—. ¿Qué sucede? 
 
¿Qué sucede...? Observé mis manos mientras detenía mi paso, estaba asustado, demasiado asustado, ni siquiera estaba preparado para entrar en pánico y ya estaba entrando en pánico. No sé cuándo, pero sentí unos brazos ajenos envolver mi cuerpo con cariño, entre ellos todo se sentía bien, todo se sentía correcto y sabía que nadie podría dañarme mientras me abrazaba, pero había pasado algo muy malo que podría dañarnos a ambos.
 
—Estoy... —en realidad no sabía cómo decirlo, ¿y si él reaccionaba mal? Pero no debía ser cobarde, se trataba de mí, de nosotros—. Umm... yo estoy esperando a t-tu hijo —se lo confesé en un susurro de vergüenza, el me observó atónito, lo sabía, no me iba a creer, supuestamente los omegas eran infértiles como varones, supuestamente eso no debía suceder y nosotros no nos preocupamos porque suceda. Pero sucedió. Y ahora esperaba a un bebé que no deseaba y él creería que estuve con otro por eso terminé así siendo que es infértil... ahora deseaba no habérselo dicho jamás.
 
—¿Es en serio? —su voz reflejaba sorpresa, me observó directamente mientras procesaba la información. Aparté la mirada, seguramente él se encontraba decepcionado. Asentí y sentí mi corazón palpitar como si se trataran de tambores, por un demonio, desearía que la tierra me tragara en este momento. Mi ensimismamiento no duró demasiado, fue hasta que él tomó mi muñeca y tiró de ella como la primera vez que hablamos. Ya no lo toleraba, mis ojos empezaron a derramar lágrimas en silencio y una pequeña parte de mi corazón se sintió roto ¿Qué haríamos ahora? Éramos solo dos adolescentes idiotas en un amorío.
 
Él me llevó nuevamente hasta aquel callejón, tantas veces ya hemos estado allí para darnos nuestros fortuitos besos antes de despedirnos, ahora solo veía en su mirada miedo, lo comprendía, también sentía miedo, incluso podría decir que más miedo que él. Pero después de procesarlo un poco solo me abrazó, a pesar de todo, sus abrazos seguían haciéndome sentir seguro.
 
—Eso es un milagro —dijo susurrando contra mi cuello, sabía que los milagros no existían, era un error más que un milagro, pero la felicidad en su voz solo llenó mi pecho de sentimientos que no podía describir, se separó de mí y se agachó, no, demonios, no hagas eso idiota—. Aww, seremos padres ¿puedes creerlo? —y acarició mi crecido vientre, aún era pequeño, pero sobresalía ligeramente—. Woah, ya es muy grande, dentro de poco ya no te quedará la ropa —dijo en medio de una risa y sonrió, yo estaba bastante incómodo con esa posición, amaba al idiota que se encontraba allí, amaba que sea cursi, pero la situación no daba para eso.
 
—¿Qué haremos? —le pregunté preocupado, él estaba acariciando mi vientre como si se tratara de una bola de cristal cuando levantó la mirada y sus profundos ojos azules se encontraron con los míos.
 
—No soy un beta y menos un alfa, pero te prometo que nada le sucederá a nuestro cachorro, él tendrá todo lo que necesita y me aseguraré de eso —mencionó con seguridad, sonreí y no evité que una lágrima se deslizara por mi mejilla, no podía ser más feliz en ese instante.
 
•§•
 
Mis madres no lo aceptaron al principio, pero era bastante común que los omegas terminen encinta durante la adolescencia. Meses más tarde, mi madre omega ya estaba emocionada por la llegada de su primer nieto y mi madre alfa aún intentaba averiguar quién era el padre. Claro, jamás les diría que el padre era mi "mejor amigo" quien estaba más que emocionado por la llegada de nuestro primogénito, incluso había comenzado a trabajar mientras continuaba con sus estudios, todo para poder darnos un mejor futuro.
 
Y claro que amaba esa faceta de él.
 
Meses más tarde nació un pequeño omega, no podría describirlo pues para mí era la cosa más bella que vi en toda la vida, poseía unas pequeñas manos y pies rosáceos, sus mejillas regordetas y un rubio cabello que era bastante inusual pues ninguna persona de mi familia o la suya tenía el cabello de aquella manera y sus ojos... aquellos hermosos ojos azules que adoraba con toda mi existencia, los ojos de mi amado omega. Instantáneamente enamoró a todos en la familia, en especial a su padre quien se veía muy concentrado al ser primerizo y me encantaba ver su instinto paternal salir a flote mientras que cantaba canciones de cuna para que se tranquilice.
 
—Es muy hermoso —decía mientras lo dejaba sobre su cuna, yo sonreí mientras que él se acercaba a mí y me abrazaba, ambos viendo a nuestro pequeño "accidente" como yo le llamaba—. Muchas gracias, es el regalo más bonito que me han dado jamás.
 
Esto último me hizo sonreír, no evité acercarme a él y plantar mis labios sobre los suyos, lo amaba demasiado, más ahora que compartíamos algo tan importante y hermoso. No me importó estar en casa de mis madres y menos que ellas se encontraran dentro, no me importó hasta que escuché una taza caer al suelo. Asustado me giré y vi a mi madre alfa quien atónita nos observaba luego de aquel beso.
 
—E-esto es... ¿Es lo que estoy pensando? —dijo alejándose de nosotros, yo entré en pánico. Demonios, quería tomar a mi bebé y salir corriendo de ese lugar, esto era todo menos bueno.
 
—Escúcheme señora... no se enfade con su hijo, él no tuvo la culpa de nada —él intentó defenderme, pero mi madre ya estaba más que enojada con el simple hecho de vernos besándonos.
 
—¡Por supuesto que tienes toda la culpa! ¿Ahora qué me dirás? ¿Ese niño también es tuyo? —ambos quedamos callados, mi madre esperaba una respuesta negativa, pero luego su rostro se iluminó e hizo una mueca de asco. Claro, a cualquiera le daría asco—. Ese niño... ¿es un omega puro? —ambos asentimos con la cabeza gacha, si queríamos protegerlo solo podíamos empezar a suplicar, pero mi madre era una persona demasiado tradicionalista—. ¡Engendro! ¡Esa cosa no debería existir!
 
—¡Mamá! —grité, ella solo me dirigió una mirada de odio.
 
—Ya no soy tu madre y ese niño ya no es mi nieto, yo solo veo a un par de desviados con su... su cría —dijo de manera despectiva, sentía que algo se rompió dentro mío, no, mi madre no sería capaz de hacerme esto, ella era una alfa muy fuerte y jamás la vi tan enojada, podía hacer cualquier cosa, su casta le daba ese poder frente a dos indefensos omegas quienes solo podían temblar ante la manera en cómo utilizaba su voz de mando y expelía un fuerte aroma que hacía marear, si esto iba más allá de lo saludable todo saldrá mal, podría dañar a mi bebé con su aroma o incluso llegar a matarnos con él. El niño empezó a llorar y yo no pude hacer más que intentar caminar hacia su cuna, mi pareja intentaba mantenerse de pie, carajo, él se veía realmente mal, por favor, resiste.
 
—No... demonios, no por favor, mamá —dije susurrando, ella solo entrecerró los ojos observándome mientras que mis miembros se entumecían e intentaba llegar a mi bebé, mi pareja igual intentaba llegar hasta la cuna, pero su aroma a alfa era muy fuerte, debía protegerlo y el escucharlo llorar solo hacía que mi corazón se sienta cada vez más dolido, él cayó al suelo inconsciente, mi vista se tornó borrosa, perdía de vista a mi pequeño—. Mi... mi bebé...
 
Luego de eso un letargo me llenó completamente. Solo recuerdo que cuando desperté me encontraba sobre las sábanas, un cuerpo ajeno se encontraba a mi lado y solo podía ver más allá de la ventana de mi habitación. Ya era de noche. Giré a un costado para encontrarme con mi lindo omega y sonreí de lado ¿qué había sucedido? El bebé estaba llorando y después... no recuerdo mucho. Suspiré y giré mi cabeza hacia el otro lado encontrándome con una cuna con adornos blancos, totalmente vacía.
 
Asustado y con dolor me levanté de la cama. ¿Dónde estaba? El pánico se apoderó de mí en solo segundos y encontrar aquella cuna vacía equivalía a tener vacío una gran parte de mi alma. Observé a mi omega, necesitaba ayuda.
 
—Oye, despierta —dije sacudiéndolo, estaba siendo víctima del pánico y unas lágrimas se apoderaban de mis ojos—. ¡Despierta maldita sea! ¡Por favor! —grité—. ¡El bebé no está! ¡Se llevaron a nuestro bebé! —lo tomé del rostro ¿e-estaba frío?—. ¡No me asustes idiota! Por favor despierta, te necesito, tu bebé te necesita —no pude más y solté el llanto sobre su cuerpo. Eso no podía ser posible... mi amor, mi bebé, las únicas cosas que me importaban en el mundo, los únicos quienes podrían mantenerme feliz.
 
—No, por favor no me dejes tú también —decía mientras acariciaba su castaño cabello, sus hermosas expresiones eran tapadas por la sombra de la muerte y sentía que lo último de vida que tenía en mi corazón se exprimió para dejarlo seco y duro—. Era consciente de que todo esto saldría mal, ambos somos omegas y llevamos la desgracia en la sangre, pero te juro que encontraré a nuestro bebé, cariño —unas lágrimas se cayeron de mis mejillas, lo observé y le di un último beso sobre aquellos fríos labios mientras mi voz se hacía cada vez más temblorosa—. Lo encontraré... aunque sea lo último que haga.
 
II
 
Autoconciencia
 
 
 
Les seré breve, hace unos meses tuve una crisis emocional y en medio de ella decidí comprar a un chico. Sí, lo escucharon, un chico, un omega para ser más exactos y uno muy bonito. ¿Por qué lo hice? No lo sé, no me pregunten, yo solo quería saber lo que se sentiría tener uno, como tener a una mascota o a cuidar a un niño pequeño. Pero todo fue horriblemente diferente a mis fantasías, creía que sería un niño sumiso quien siempre haría lo que le diga y me miraría con grandes y vidriosos ojos pidiéndome cosas que solo un niño pediría. No, no era así. Apesar de ser apenas un adolescente, el chico era un jodido pervertido quien no podía estar cinco minutos lejos de mi entrepierna.
 
Quizás porque hace bastante poco había descubierto su sexualidad o quizás porque era un omega y los omegas tenían la manía de hacer eso, al menos eso era lo que me contaban, jamás antes había visto a un omega tan de cerca como a ese chico y mi padre solo me dejó tenerlo porque era una ternura con aquellos ojos azules y ese cabello rojizo, además de aquel ardiente cuerpo, parecía una sexy brasita de fuego caminando por mi casa y, a veces, por mi habitación vistiendo nada más que el collar de cuero negro que vestía en nuestros encuentros.
 
Claro, estaba bastante satisfecho y no me quejaría de tener un suave y redondo trasero solo para mí, pero ese chico se había convertido en tan poco tiempo en un mimado. Era cierto que yo era el principal responsable por malcriarlo ya que me sobrara tiempo y dinero para hacerlo, no quería dejarlo sin algún gusto o comodidad, ese omega me empezaba a gustar más de lo debido, pero
debía comprender que no podíamos ir más allá.
 
—¿Entonces algún día te casarás con una alfa y tendrán hijos? —decía mientras se recostaba por mi pecho, sus finos dedos jugaban a hacer círculos sobre mi bronceada piel desnuda. Asentí, le estaba comentando sobre aquella tonta tradición familiar que debía respetar por ser hijo único—. En realidad no me interesa, solo quiero que no nos separen jamás —se recostó sobre mi piel, veía como su cabeza subía y bajaba con delicadeza al compás de mi respiración, acaricié su cabello y unos minutos después él ya estaba nuevamente repartiendo besos sobre mi cuerpo, demonios, no otra vez.
 
—Oye —lo detuve por los brazos—, ya me dejaste seco, al menos déjame descansar ¿vale? 
 
—P-pero —ahí estaba de nuevo aquella mirada de cachorro.
 
—No, ni siquiera estás en celo para ser tan necesitado —lo separé de mí y al parecer sus ánimos cayeron al suelo, se sentó sobre la cama y miré con atención su cuerpo, aquel pequeño y rosado pene que se erguía contento entre sus muslos, aquella piel láctea con toques rosados con las marcas del sexo, su expresión, su dulce y triste expresión era casi indescifrable, definitivamente ese omega era una trampa mortal para toda mi cordura de alfa.
 
—¿Ya no me quieres? —lo dijo con la voz cerrada, carajo, esto era malo—. Claro, tendrás a una mujer alfa quien seguro te satisfaga y me dejarás de lado porque solo soy un niño ¿no? —y de nuevo se comportaba como un caprichoso, siempre se lo decía por ello me lo reprochaba, al parecer yo no representaba ni un poco de autoridad sobre ese chico, simplemente era un pene que debía usar y eso me enfurecía en demasía.
 
—Una mujer no me satisfará como tú lo haces, pequeño pecado andante, ahora hagamos algo que te gusta, ¿quieres sexo? Tengamos sexo —y ahí estaba yo mimando al chico caprichoso, no sé por qué, pero mi voz sonó más gruesa de lo usual ¿acaso había utilizado mi voz de mando de manera inconsciente? Al parecer sí, él empezó a temblar instantáneamente y no evité sonreír de lado—, tendremos sexo y uno del que no te arrepentirás en toda tu vida, te daré la follada de tu vida, tanto que hasta tus ancestros la van a sentir —una sonrisa se escurrió de sus labios cuando lo agarré de la cintura y lo tiré nuevamente sobre las cobijas—, eso es lo que quieres ¿no? Después de todo no eres más que un omega calenturiento.
 
Y ahí estaba de nuevo, admitiendo su promiscuidad mientras gemía por cada gran movimiento mío, lo embestía como si no existiera un mañana y él también empezaba a gritar con increíble fuerza, mostrando aquellas deliciosas expresiones que solo hacían que bombee más profundo en su estrecha cavidad. Él se tomó de mis hombros y lo estreché por las caderas para enterrarme aún más profundo, gritaba y parecía disfrutarlo, juraba ver sonrisas escaparse entre esas lágrimas, juraba que todo le gustaba hasta que empezó a empujarme.
 
—Aaah, de-deten...te, aahg —con casi nulas fuerzas empezaba a golpear mi pecho con su puño, ya no sonreía y una expresión de terror llenó su rostro—, me... me lastimas —jadeó, detuve mis embestidas notando que estaba totalmente enterrado entre dos pequeños y blanquecinos muslos manchados de moretones por el violento acto, lo admitía, me pasé, pero él se lo había buscado—, me lastimas, sal... —susurraba mientras tomaba aire a montones y se sostenía el bajo vientre. Sí, me había pasado.
 
—¿Qué sucede? Jamás antes te habías quejado —pregunté, me había hecho a un lado con cierta molestia, su miraba perdida solo sirvió para que mi malhumor aumentara, no se atrevería a no responderme—. Dime, qué sucede —y esta vez usé la voz.
 
—Yo... hace un tiempo —me miró con los ojos cristalizados, esos mismos ojos que deseaba ver desde que lo compré en ese prostíbulo, quizás por eso más que por nada lo había traído, tenía cierta necesidad de verlo comer de la palma de mi mano— creo que estoy esperando —lo dijo susurrando, sus ojos se desviaron de mi mirada que al momento se volvió inquisidora, mi mente empezó a calcular fechas ¿hace cuánto había sido el celo de ese chico? Dos meses... con razón su aroma había cambiado pero no me importó pues no estaba al pendiente de ello, se había embarazado durante el celo y probablemente dentro de unos meses mi padre se enteraría de ello y me asesinaría, habían muy altas probabilidades de que el cachorro nazca omega ¿y si lo hacía? Demonios, eso sería muy malo.
 
Sabía que tarde o temprano quedaría embarazado, era obvio pues durante el celo no habíamos tomado alguna precaución porque realmente no tenía cabeza para ello, entre verlo gemir encantadoramente y ponerme un preservativo, definitivamente había elegido lo primero. Tomé una caja de cigarrillos, estaba algo alterado, sabía que no era su culpa en lo absoluto y eso me enfurecía aún más, estaba enojado conmigo mismo. Empecé a fumar para que los nervios me pasaran, él se recostó de lado, de espaldas ignorando mi presencia, el ambiente se había vuelto muy incómodo desde que lo dijo, sentía que en cualquier momento podría entrar en una crisis nerviosa. No sabía qué hacer, mi alfa quería proteger a ese omega mimado y caprichoso. Demonios, apagué el cigarrillo ¿en qué estaba pensando?
 
—Haremos lo siguiente —empecé a comentarle sobre un departamento que tenía en el centro de la cuidad, no le faltaría nada y podría ir a sus controles prenatales con total libertad, me encargaría de ello, protegería a ese omega y al bebé que esperaba. 
 
Por supuesto que él me lo agradeció, besó cada parte de mi cuerpo y me dio sonrisas encantadoras que solo fundieron aún más mi cordura. Era cierto, ese chico era de lo peor. Pero estaba preocupado pues mi omega aún era un adolescente de dieciséis años y yo era casi diez años mayor que él, para la ley eso se consideraba un delito terrible. Claro, no existía la ley en donde lo había comprado y sabía en lo que me metía cuando lo hice, pero no lo evité, era tan lindo que no me resistí e hice mío su cuerpo un sinnúmero de veces hasta que quedó embarazado e impregnado de mi aroma. Lo presentaba como mi pareja apesar de no haber un vínculo fijo y eso solo hacía al pequeño sonrojarse como si se tratara de una adolescente enamorada, fue así como nuestra relación pasó desapercibida de la ley cuando él fue al hospital o cuando salía por las calles con ese gran vientre solo para dar paseos cortos.
 
Todo parecía ir en calma, me había mudado de la mansión a aquel departamento donde vivía al pendiente de mi omega. Lo admitiría, me encantaba ese chico y el tiempo en el que vimos crecer juntos a nuestro hijo solamente me hacía quererlo cada vez más, admirar cada parte de su ser y dejar de lado la idea que me impusieron sobre los omegas desde hace tiempo: que solo eran máquinas de sexo. Él me encantaba y, al parecer, mi padre llegó a enterarse de que ahora vivía con ese omega, mostrando su disconformidad de la peor manera.
 
—Te presento a tu prometida —dijo cuando me reuní con él, en el asiento se encontraba una alfa de cabellos castaños y un porte magnífico, para ser una mujer era muy bonita y su mirada a un lado solo dejaba en claro su incomodidad por el momento, mi padre sonrió satisfecho, maldito alfa de mierda—. Bueno, los dejo solos, deberán discutir detalles de la boda.
 
Lo último lo dijo canturreando, si es que antes había un ambiente incómodo con mi padre en ese lugar, ahora el aire parecía tan pesado que podría terminar aplastado, no quería ver a aquella alfa. Al parecer ella tampoco estaba de muy buen humor pues solo se levantó del asiento y me observó con cierto odio.
 
—Ni tú ni yo queremos esto —dijo ella—, mi padre me ha obligado a hacerlo porque beneficiaría a nuestra empresa, en realidad me gustan los omegasr03; y apuesto a que a ti también —obsevé cómo parecía inhalar el aire—, hagamos un trato.
 
—Te escucho —dije firme, ella entrecerró los ojos y una sonrisa se escurrió de sus labios.
 
—Nos casaremos y tendremos al querido heredero de tu familia —sentenció—, luego diremos que nada de esto funcionó y nos divorciaremos, dividiremos todo equitativamente y lo olvidaremos ¿qué te parece? Nadie pierde aquí.
 
Dudaba, no debía confiar en aquella mujer ni en sus palabras, era cierto que tanto ella como yo éramos las víctimas del egoísmo de generaciones de nuestras familias y debíamos revelarnos contra ellos, pero al alfa de la familia siempre se lo obedecía, tristemente.
 
—Hecho —le tendí la mano, ¿tener un hijo con ella? Sería cruel y parecería que solo tratábamos de jugar con su vida, pero todo sería mejor de esa manera, el niño definitivamente nacería alfa y quizás mi querido omega lo podría críar junto a nuestro futuro cachorro, serían como hermanos.
 
Por suerte, él no se enteró del trato que tenía con aquella mujer y tampoco jamás se enteró de aquella pequeña boda en donde los únicos contentos eran mi padre y el padre de mi ahora esposa. Claro, él tampoco se enteró de la alfa ni de aquel embarazo, estaba mal en ocultárselo. Sabía que mi omega reaccionaría de la mejor manera y no rechazaría la idea de criar al niño como si fuera suyo, pero no quería decírselo pues estaba en la última etapa de su embarazo y era bastante delicado con todo. Si antes era un caprichoso en ese momento no sabía en qué tipo de monstruo se había convertido.
 
Un corto tiempo después había nacido un niño de cabellos rojizos y una piel rosácea, era un pequeño omega que se retorcía con delicadeza entre los brazos de su madre y demostraba lo indefenso que podría llegar a ser el ser humano. Besé a mi pareja con cariño, lo había hecho bien para ser tan joven y nuestro hijo era un niño fuerte a quien jamás le faltaría nada. Mi omega estaba tan contento con nuestro hijo que casi se echa a llorar, era la criatura más perfecta que vi en mi vida entera.
 
Y me encargaría de que nada ni nadie nos separe jamás.
 
Tiempo después había presentado a mi omega frente a mi esposa, sonaría raro, pero en realidad se llevaron muy bien y ella le enseñaba al chico cómo cuidar a nuestro pequeño. Claro que mi omega sabía sobre el trato que teníamos, que realmente no quería a esa alfa y que ese bebé en camino era solo un boleto de salida de esa horrible situación en la que debía obedecer a mi padre. Cuando el niño nazca, yo me convertiría en alfa de la familia y podría decidir qué hacer y qué deshacer allí. Por supuesto, lo primero sería divorciarme de aquella alfa y llevar de nuevo a mi pareja y a mi hijo en casa, a donde pertenecían.
 
—Oww... es tan lindo —ella apretaba los cachetes de mi omega, la vi con odio por un momento y no evitó soltar una risa—, tranquilo, no muerdo y menos sería capaz de quitarte a esta criatura tan bella, ¡ay, podría comerte a besos!
 
Él solo rió con cierta incomodidad, sabía que le incomodaba tener cerca a un alfa que no era yo, pero confiaba en ella, habíamos visto cómo con bastante cariño llegaba a acunar al bebé a quien nosotros primerizos apenas podíamos cuidar. Nos comentó que su madre le había enseñado todo eso y que ella estaba encantada de enseñárselo a mi omega, sabía que él se encargaría del medio hermano de su hijo.
 
Pero no todo salió como lo esperaba. Un día cuando llegué al departamento me llevé una fea imagen, absolutamente todo estaba destrozado y en ese lugar no se encontraban las personas más importantes para mí, no podía ser posible y mi mente se negaba a creerlo. Busqué y busqué, alguna pista, alguna carta o siquiera algún rastro de sangre, pero nada. No sabía si alertar a la policía, definitivamente me llevarían preso cuando se enteren el origen, la edad y la situación de mi omega. No, no podía hacerlo. Regresé alterado a la mansión, había solo una persona quien podría llegar a hacer todo esto y ese era mi padre.
 
—¡Dónde demonios están mi omega y mi hijo! —dije entrando a su oficina, él no se atrevería a hacerme una cosa tan horrible como deshacerse de algo que sabía que amaba.
 
—Tranquilo, ellos están a salvo —dijo despreocupado mientras ordenaba sus documentos—, pero no me había enterado de que era abuelo de un lindo omega, felicidades hijo —lo dijo de manera despectiva, mi miedo por ese hombre fue desplazado por la furia que sentía, instantáneamente me lancé a ese hombre, no permitiría que dañaran a mi hijo, pero unos guardias que estaban allí me detuvieron.
 
—¡Maldito! ¿¡Cómo carajos te atreves?! —dije mientras era sujetado por dos alfas, por supuesto que ese viejo tenía todo previsto. Sonrió, su semblante despreocupado solo me hizo sentir náuseas.
 
—¿Sabes? Ese omega es el primogénito, no puedes tener un heredero omega, es inaudito —caminó tras el escritorio y llegó frente mío, traía algo entre manos—, ¿quieres saber lo que dijo antes de irse? —levantó una grabadora, empezó a reproducir la cinta en la que al instante se escucharon unos sollozos.
 
"Yo sabía que esto terminaría mal, snif, él decía que me quería pero luego trajo a esa alfa embarazada, intenté hacer de lado la idea de que me abandonara por ella y creí que realmente regresaríamos a casa junto con nuestro hijo... Dijo que nos quería, ¡él dijo que me amaba!"
 
Mi corazón se partía al escuchar su llanto, su voz embotada llena de dolor ¿Qué carajos había hecho mi padre? No, él no era capaz de hacerles daño físico, lo había separado de mí, quién sabe dónde estaría ahora.
 
"¡Sabía que terminaría deshaciéndose de mi! Sniff... sabía que no le importábamos una mierda porque el bebé era un omega ¡ni siquiera se había preocupado por pensar en un nombre para él! Definitivamente lo odio ¡ODIO A ESE MALDITO ALFA DE MIERDA!"
 
Oh, demonios, me liberé de ese par de alfas a tirones y, cuando intentaron tomarme nuevamente, solo los golpeé hasta que quedaron inconscientementes, eso era nada para mí, a quién realmente quería asesinar era a ese viejo alfa quien se reía como si le hubieran contado un chiste, se burlaba de la situación en la que estaba.
 
—Quizás cuando te vuelvas el líder puedas hacer lo que quieras, mientras yo seré quien dé las órdenes en este lugar —utilizaba su voz de alfa, entrecerraba los ojos y me observaba con odio—. Tu error fue creerte mejor que yo y tomaste decisiones tontas, hijo mío, fue demasiado fácil enterarme sobre tu pequeño bastardo —su respiración se volvió calma, en cambio la mía seguía acelerándose en frecuencia mientras el ambiente se preparaba para una confrontación, mi aroma de alfa intentaba luchar contra el suyo, pero él era mayor, tenía más experiencia y era mi padre. Mi aroma de alfa joven había sido totalemnte desplazado por el suyo, solo podía mostrar el porte más dominante que poseía, pero él solo soltó una risa.
 
—Dime dónde están —solté con odio, su risa se detuvo y su rostro se deformó a una mueca de asco.
 
—Primero muerto antes de decirte dónde están.
 
—Pues con gusto lo haré.
 
Luego de aquella primera pelea con mi padre no recuerdo mucho, había despertado una semana más tarde según mi esposa, ella me había cudiado en todo ese momento y según sus palabras "Todo estaría bien". Por supuesto que nada estaba bien, me habían separado de mi pareja y mi hijo, me importaba una mierda la tradición y mi padre en ese momento, debía encontrar a mi omega, no podía estar tranquilo mientras él me odiara. Pero... algo sucedía, no entendía cómo, siempre terminaba bajo las garras de mi padre, pasaron los años, el viejo murió y creí que por fin podría hallar a mi omega, no me permitieron el divorcio, los padres de mi esposa sabían en lo que pensábamos y realmente ese matrimonio era solo una cortina más a la gran depresión que se vivía en esa mansión. Creímos que tener más hijos haría a el ambiente mejor, nos equivocamos, solo fueron dos alfas más, mimados y malcriados. 
 
Ya no hablaba con mi familia, mi esposa había comenzado a ignorarme y realmente no me interesaba, estaba bastante concentrado en buscar a mi omega, debía encontrarlo, dejé las empresas, no me importaban más, dejé la mansión y contraté a detectives, nadie podía decirme alguna noticia sobre mi pequeño niño ¿cómo estará? ¿será que nuestro hijo está bien? ¿necesitarán algo? Y cada vez que pensaba en ello solo mi corazón se estrujaba más y más y sentía que mi orgullo de alfa se hería más de lo debido.
 
No supe cómo, pero años más tarde había entrado en tal depresión que ni siquiera aparecía por los pasillos, había olvidado las caras de mis tres hijos y las empresas se las había dado al mayor, Owen Johnson, a quien nada más y nada menos lo consideré mi boleto de salida de esa maldita realidad. Todo había salido mal, peor de lo que pensaba y realmente no creía tener la oportunidad de encontrarlo jamás. Apreciaba bastante a mi esposa, ella siempre me ayudó a buscar a mi pareja y también a despejarme cuando creía que llegaría a mi límite. Lo buscamos por todas partes y cuando llegamos de Europa nos enteramos de algo bastante sorprendente.
 
—¿Que Owen qué? —dije conmocionado, podrían creer que no conocía a mi hijo, pero sabía que ese alfa tenía el mismo carácter de mierda que mi padre, más de una vez me mostró los colmillos y no salió muy bien de aquellas situaciones.
 
—Ha conseguido pareja, es un omega muy bonito según las mucamas —dijo ella, sabía que amaba a los omegas—, al parecer Enos también, apesar de que creí que continuaría su compromiso con Hannah.
 
Vaya, eso tampoco me lo esperaba. Enos era un desinteresado por todo y no le veía mucho futuro, solo estaba comprometido con esa muchacha por pedido de los padres de Hannah. En realidad no me interesaba, si mis hijos querían podían tener a su pareja con ellos, no los dejaría pasar por lo que yo pasé.
 
—Espero poder hablar con los chicos hoy, me encantaría conocerlos —dijo sonriendo mientras se maquilla frente al espejo. Suspiré, un día más y nada de mi omega, ella llegó tras mío y comenzó a darme un ligero masaje, era una buena amiga—. Tranquilo, cariño, presiento que pronto podremos encontrar a tu pareja ¿vale? 
 
Siempre lo decía, siempre decía que lo encontraríamos pronto y jamás lo encontrábamos ¿debía darme por vencido? Sus palabras nunca dejaron de ser seguras y esa seguridad se transmitía a mí, esperaba poder encontrarlo pronto.
 
También lo presentía.
 
III
 
Subconsciente
 
Los besos que podía repartir sobre su cuerpo eran limitados a mi pesar, pero esa felina mirada era una muestra más de que me acosaba constantemente y me hacía sentir, de alguna manera extraña, querido. Él era un hombre que estaba lejos de mi alcance, muy lejos, demasiado lejos, era desesperante tener su hermoso e inmaculado cuerpo cerca y saber que no me pertenecía en lo absoluto, saber que con su infaltil sonrisa me decía una y otra vez que yo era solo una aventura. Pero mi corazón se reconfortaba al pensar en que era el único que podía hacer a Enos feliz por el simple hecho de poseer un arma natural: ser un omega.
 
Siempre dicen que los alfas y omegas se atraen, son como la gravedad, como dos magnetos que inevitablemente terminarían unidos tarde o temprano. Sonaría ridículo decir que Enos no tenía el más mínimo interés por mi persona, para él solo fui una vasija desde que llegué a esa casa luego de que me enteré que mi padre había sido omega de compañía del alfa de la familia, y por un momento me sentía en mi lugar, casi como si perteneciera a ese pequeño pedazo de paraíso. Lastimosamente la fantasía duró poco y Enos terminó reclamándome como amante, su único y más preciado regalo era un collar de cuero que debía llevar todas las veces que teníamos nuestros encuentros, al menos Enos se preocupaba por no marcarme como Owen lo había hecho con esa dulce criatura. A veces Jeremy me inspiraba tanta lástima que lo sentía irreal, pero también inspiraba un sentimiento más... un deseo incontenible que podría ser capaz de derretir hasta lo último que me quedara de cordura.
 
—Caín, ¿estás entrando en celo? —demonios, allí estaba esa pregunta que me hizo Enos apenas entré a la mansión, tan brusco y directo como siempre que dolía. Sí, era cierto que no llegué a ese lugar para convertirme en la puta de mi medio hermano, yo solo llegué para buscar respuestas, papá me lo había prohibido, pero necesitaba conocer a mi padre y ver lo que me perdí en la vida por su egoísmo. Pero por alguna razón terminé así.
 
—¿Te interesa acaso? —bufé mientras leía, estaba harto de estar en ese lugar, quería regresar a casa apesar de que papá me eche en cara lo que he estado haciendo. Claro, no tendría por qué enterarse, pero mi expresión me delataría, ese hombre me conocía en demasía.
 
—¡Por supuesto que me interesa! —dijo saltando a la cama con una gran sonrisa de oreja a oreja ¿qué tramaba ahora este chico?—. Tengo un amigo quién estará muy contento con esa noticia.
 
Esperen ¿Qué carajos acaba de decir?
 
—Enos, ¿qué tienes en mente? —en realidad la mayor parte del tiempo no sabía lo que estaba pensando el demente ese, más de una vez me pilló desprevenido y los encuentros no salieron muy bien. Estaría de más decir que más de una vez terminamos haciendo algo sin mi consentimiento.
 
—Nada, cariño —dijo acercándose a mí y tocando mi nariz con la punta de su dedo índice, a veces pensaba que él olvidaba que éramos medio hermanos, al menos se lo había dicho—, solo espérame aquí, haré una llamada.
 
Claro, sabía lo que haría, lo sabía desde que mencionó a su "amigo", todo esto solo me hacía sentir cada vez más utilizado por ese estúpido. Esperé en la cama paciente, se me habían quitado las ganas de leer y solo esperaba que el celo llegara lo más rápido posible, si no podía huir de ese alfa al menos mi subconsciente lo haría, el celo tenía la ventaja de volverme un inválido de pensamiento. No noté cuando pero mis ojos se cerraron y desperté horas más tarde, tenía puesto el collar de cuero que me había regalado Enos y toda la habitación... se sentía diferente ¿qué era esto? ¿un sueño acaso?
 
A un lado de la habitación se encontraba un chico, rubio, cuerpo esbelto, piel de dulce crema, sonreí casi al instante... Jeremy se veía tan hermoso, aunque olía algo diferente, pero definitivamente era mi hermoso omega, ese extraño omega que podía hacer cualquier cosa con mi orgullo. Del otro lado se encontraba Enos, su rostro expresaba un deseo incomparable mientras observaba mi cuerpo ¿ya había comenzado? ¡Gracias! Pero me hubiera gustado que no suceda, Jeremy estaba aquí y lo quería recordar así para siempre.
 
Apenas lo sentí, mi cuerpo fue embestido por el del rubio, woah... sí que tenía fuerza, al instante llegó Enos, intentando hacer un lado al Jeremy, sonreí, me sentía contento porque peleaban por mí, pero realmente deseaba más a ese pequeño pecado andante. A Enos ya lo había sentido lo suficiente. Cerré los ojos, me dejé llevar, al fin y al cabo mi mente ya estaba llena de indescriptibles sensaciones, donde mi vista era confundida y mi olfato se deleitaba con el varonil aroma a alfa, a madera recién cortada, a cigarrillos y azúcar, mmm... deliciosa y nueva combinación ¿nueva? 
 
¿Y el aroma de Jeremy?
 
Unos besos tomaron mis labios, posesivos, violentos, me hicieron jadear repetidas veces para tomar un escaso aire que no me serviría. Manos ajenas y desconocidas pasaban sobre mi cuerpo, enloquecía lentamente mientras sentía cómo el característico toque de Enos me tomaba por las caderas, estrechándolas como si probara que podía rodear por completo mi cuerpo solo con sus manos, apretándolas y haciéndome sentir una deliciosa presión entre los muslos que hizo salir un gemido de mis labios, justo sobre labios que desconocía, ese no era Jeremy, era un alfa.
 
—Mmm... Enos... por favor —susurré, sentí como besos se repartían sobre mi cuello y mis labios, uno de ellos masticando el cuero de mi collar y el otro enterrando su húmeda y caliente lengua en mi boca, era nueva, jamás había sentido ese dulce sabor, sabía a alfa. 
 
Sentí unas manos tomarme de las caderas, mi espalda sobre un pecho que reconocí como el de Enos, solo él tendría totalmente marcado cada uno de sus músculos y luego comería toneladas de chocolate sin preocuparse por ello. Sus besos solo me enloquecieron cuando subieron por mi cuello, hacia mi oreja, regalándome sensaciones que se expresaron en un espasmo de mi entrepierna. Con la vista borrosa observé cómo el chico rubio repartía y bajaba sus besos, casi al compás de los besos y caricias que Enos daba a mi cuerpo, llevando sus manos a mis muslos y los besos del desconocido a mi entrepierna.
 
Llevé una mano a mi boca para sujetar un gritillo de sorpresa, los cálidos labios ajenos se cerraron sobre mi erección con facilidad y comenzaron a succionar casi con profesionalismo. No podía creerlo, era el primer oral que me daban en la vida y ni siquierar03; sabía cómo se llamaba esa persona, sí, a Enos no le gustaba hacer orales y por ello jamás me lo hizo. Pero obvio que yo debía resistir todas las veces que se corría sin avisar en mi boca.
 
Jadeé, esto era malo, sabía a lo que llegaríamos más tarde, aunque en realidad no me importaba, mi mente era quien estaba consciente de que era muy malo, pero solo el sentir la boca ajena sobre mi miembro y el erecto pene de Enos rozando entre mis nalgas me hacía sentir dichoso. Quería abrazar a Enos en ese instante, deseaba que me rompa por la mitad, pero también deseaba que ese chico con aroma a madera me domine.
 
Mis deseos se hicieron carne al sentir los dedos ajenos hacerse paso en mi intimidad, la sensación que el celo provocaba era todo menos dolorosa, los dedosse hundían con suma facilidad, el placer que causaban era solo una pequeña parte de la inmensa felicidad que podía provocarme el tener algo allí dentro, sonreí y moví mis caderas ¡qué emoción sentir el pene de Enos frotarse por mi culo! Podría llorar de la emoción, por el aroma de alfa que inundaba a mis sentidos y por la nula delicadeza con que esos dos hombres me tomaban, tan brusco, tan salvaje, como animales.
 
Sentí las manos de Enos tomar mis muslos, levantarlos, mantener abiertas mis piernas ofreciendo al desconocido una espectacular vista, se divertía, lo vi en su mirada, vi aquella sonrisa ladina que demostraba el gusto que poseía. La obscena pose fue aceptada con gusto por la mano que estimulaba con deliciosa delicadeza mi ano, como premio recibí uno más de aquellos dedos que empezaban a bombear en mi interior. Las manos de Enos subían por mi pecho y tomaban mis pezones con fuerza para estirarlosr03; entre sus dedos mientras que el rubio aún lamía mi falo como si se ratara de un dulce. No pude hacer más que tomar a este chico por la cabeza y enterrar mis dedos en sus cabellos, la otra mano fue a parar sobre el costado del abdomen de Enos, me servía como un lugar por donde apoyarme en esos momentos.
 
Sonreí, jadeé y mi cuerpo sufrió un espasmo de placer, sentir el cuerpo de Enos tan cerca solo hacía que mi mente quisiera estallar cada vez que sentía su piel frotarse contra la mía. Ya estaba más que preparado para recibir a cualquiera de los dos, no importa quién, solo que lo hiciera rápido.
 
—Yo iré primero —Enos fue quien habló, su cuerpo sostenía totalmente al mío y cabía en él a la perfección, mis piernas fueron sostenidas con dureza por el otro mientras él dirigía su erección, ya estaba emocionado, casi festejo al sentir la cabeza del falo de ese alfa frotarse contra mi carne.
 
—No, espera, yo primero —dijo el otro, un espasmo alcanzó a mi espina dorsal al sentir la piel ajena intentando hacerse paso en mi interior, un gemido escapó de mis labios, ¿acaso había una lucha allí abajo? Al parecer sí, infantiles, yo necesitaba una buena erección y me hacían esto.
 
—¡Pero él es mío! —y ahí actuaba nuevamente Enos con su complejo de alfa celoso. Pero realmente no tenía cabeza para escuchar su discusión, solo deseaba sentir algo dentro, demonios ¿no lo entendían acaso? Tenían a un omega en celo a su jodida disposición y ellos se discutían por quién la pondría primero.
 
—Aahhg, por favor —susurré, el solo sentir la piel ajena frotarse por mi intimidad era ya una dulce tortura, ni siquiera podía mover mis caderas por el agarre de ambos alfas quienes seguían discutiendo—. ¡A quién mierdas le importa quién lo haga primero! ¡Solo háganlo!
 
Grave error. Solo escuché unas risas profundas que me hundieron aún más si es posible, el rostro borroso de aquel alfa rubio solo mostraba una mueca, una sonrisa, un deseo oculto. Enos tomó mis caderas con fuerza y de una sola estocada lo sentí penetrar en mi cavidad, sonreí, eso era lo que deseaba con toda mi alma en aquel momento, empezó a moverse y solo atinaba a dar alaridos de placer en el momento en que rozaba mi próstata. Olvidé al otro por un momento, solo cuando el placer momentáneo me cegó, pero el sentir una mano ajena delineando el contorno de mi intimidad me hizo recordar que allí estaba el otro alfa. Me asusté, intenté alejarme, pero solo soltó una risa.
 
—Al parecer aquí sobra un poco de espacio —dijo con aquella sensual voz que quemó mi interior, por alguna razón ese alfa extraño me hacía reaccionar incluso más que Enos. Sentí sus dedos haciéndose paso al lado de la erección ajena, por alguna razón en ese momento cierta vergüenza recorrió mi sistema y deseaba estar bajo unas sábanas escondiendo mi rojo rostro de aquellos ojos fuertes y decididos. Parecía que moriría frente a ellos. Él se reacomodó, sentí con horrible sorpresa a su cuerpo intentando hacerse paso al lado de el de Enos.
 
—Ah... o-oye —intenté alejarlo, ya no tenía fuerzas ni para pensar y mis ojos llorosos solo evitaban que mi vista se enfoque—, aleja... aahhg —logró entrar y sentí que mi cuerpo se distendía más de lo debido. ¿Quién dijo que esto era bueno? A la mierda con el sexo, con el celo, eso era tan horriblemente doloroso que simplemente temí por mi seguridad y, al parecer, aquel par de alfas solo tenían la palabra "follar" en su mente. Porque eso mismo fue lo que hicieron cuando, con dolor, el segundo falo llegó a lo más produndo, bombeando con dureza mientras que mis piernas entumecidas eran levantadas en los hombros del rubio. Sentí mi garganta desgarrarse al gritar por aquella intromisión con un duro vaivén mientras mis labios eran llenados de suplicas y superficiales besos del alfa desconocido, no deseaba eso y casi ya no me preocupaba el hecho de que estén los dos allí, solo me preocupaba algo... si ambos anudan... ¿juntos?
 
Sé que dije que deseaba que me partieran pero... no literal. A pesar de todo, mi preocupación no se hizo externa. Admitía que adoraba tener a esos dos alfas allí y no me arrepentía demasiado, solo tenía miedo con lo que podría sucederle a mi cuerpo. Cerré los ojos, el movimiento de ambos cuerpos eran complementados con balanceos que Enos provocaba al tener mis caderas sujetas.
 
—Aahh... de-detengan... mmm ¡por favor! —suplicaba, el dolor era tanto que el placer era un poco desplazado, aún así no evitaba sonreír al sentir a ambas vergas rozar mi interior ¡Es por eso que odiaba el celo! 
 
—Oh... demonios, eres tan hermoso —sentía a ambos alfas hundidos en mi cuello, intentando como bestias quitar aquel collar, hacer una marca. Por suerte era yo el único que podía deshacerse del collar, realmente no era de las personas que deseaban un lazo, prefería estar como en ese momento, solo disfrutando de un libre albedrío que quemaba mi sangre y hacía a todos mis sentidos dormir.
 
Sentía a mi cuerpo rebotar sobre el de Enos, el cuerpo de ese chico embestir contra el mío, todo era una amplia amalgama de sensaciones que no podría describir, dolor, placer, una extraño y familiar sentimiento con aquel desconocido ¿quién demonios era? En realidad no me importaba demasiado en ese momento, deseaba más que nada que ya terminaran, deseaba que anuden dentro mío, lo necesitaba más que nada.
 
Pero solo un extraño vacío ganó mi cuerpo al sentir cómo sin delicadeza alguna el rubio se alejaba, sentía el vacío a pesar de que Enos estaba muy bien dotado allí abajo. Suspiré, unas lágrimas se cayeron de mis cuencas y un espasmo recorrió mis muslos. Mi cuerpo se sentía expuesto, no quería imaginar la imagen que ese alfa tenía de mi ano y no quería abrir los ojos para ver aquella sonrisa soncarrona que me haría derretir como mantequilla. Las manos de Enos tomaron mi cuerpo, con facilidad su erección se deslizó hacia el exterior para girarme y yo quedar con una pierna a cada lado de su pelvis, su aroma me ahogaba y sentía la cabeza de su pene frotarse contra mi carne, inspiré aire y moví mis caderas apoyando mis manos sobre el trabajado abdomen de mi amante... Tan caliente.
 
Y luego sentí unas manos en mis caderas que me sujetaban y hacían que ese dulce falo se incrustara entre mis nalgas, jadeé por el placer y me recosté sobre el pecho de Enos, manos ajenas tomaron mi tórax y tiraron de mí hacia atrás, erguido el cuerpo se notaba mi erección atrapada sobre el vientre del alfa, me sentí dichoso cuando esas manos llegaron a mis pezones y los pellizcaron con brutalidad, un grito salió de mi garganta al momento en el que sentía nuevamente aquel cuerpo extraño hacerse paso a mi cavidad, mi distendido culo que necesitaba a más de uno para llenarlo. De nuevo las embestidas se hicieron presentes, embestidas lentas que llenaban a mi cuerpo de una desesperación palpable, solo intentaba mover mis caderas, hacer que esas vergas se incrusten aún más en mi interior, moviéndose salvajemente y bombeando como animales. Y yo allí, recibiendo a ambos con una sonrisa que delataba mi gusto, como una perra en celo que solo necesitaba que anuden en ella, lo deseaba, deseaba al par de alfas que solo aumentaron su ritmo, regalándome alaridos de placer que cualquiera en aquella casa podría escuchar. 
 
Mi cabeza fue girada solo para que besos necesitados fueran depositados sobre mis labios, mordiéndolos deliciosamente y haciéndome gemir sobre los ajenos, las manos de ese alfa fueron bajando hasta llegar a mi vientre, apretándolo con fuerza y solo regalándome más placer al sentir la presión sobre mi abdomen mientras dos muy bien dotados hombres embestían con una fuerza bestial. Pero el placer no duró demasiado, sentí como ambos miembros comenzaban a crecer, miedo recorrió mi cuerpo e intenté separarme de ellos, al instante de que me levanté ambos alfas me sujetaron de las caderas y los hombros, incándome sobre sus erecciones, solo se hundieron más en mi culo y con resignación soporté la carga, llenando en sobremanera mi cuerpo.
 
—Aahhh... por favor, sa-salgan —lloriqueé, no deseaba que acabaran de anudar. El placer ya no existía y solo sentía cómo mi carne era desgarrada, vaya que sí era una mala idea tener a dos alfas dentro. Me sujeté del pecho de Enos mientras sollozaba, acabaron con su trabajo y un orgasmo les ganó, mi mente se volvía en blanco al sentir las semillas de dos bellos alfas dentro mío ¡era lo que deseaba! bueno, era lo que el celo deseaba, pero yo no quería sentir ese inmenso dolor en mis caderas, cómo la carne se desgarraba. Aún así, aún con toda esa indignación no pude evitar gemir y sentir cómo el dolor se fundía con el placer para regalarme uno de los orgasmos más deliciosos y extraños de mi joven vida. 
 
Cerré los ojos, estaba cansado, adolorido y me sentía humillado, aún teniendo el celo sobre mi cuerpo no deseaba volver a tener sexo jamás, al menos no con esos dos alfas quienes parecían orgullosos de su obra maestra. Suspiré, solo deseaba descansar, ignorar a aquel par e ignorar el cálido líquido que se resbalaba sobre mis piernas, ignorar el aroma a sangre. Un sueño me ganó al sentir cómo ambos miembros abandonaban mi cuerpo, pero también sentía el vacío, la necesidad y los pequeños fragmentos delr03; placer que dejaron a mi cuerpo hecho cenizas.
 
Ya no tuve fuerzas para ver a la cara de aquel alfa quien empezaba a limpiar mis muslos con un paño húmedo, lo deseaba ver, quería saber quién era y por qué me encantaba tanto. Pero mi mente estaba en otro mundo, veía todo borroso mientras sentía que me arropaban ¿por qué? Si a Enos jamás le interesó mi comodidad. Luego escuché una discusión, una puerta cerrarse y un seguro, no recuerdo demasiado después de eso porque caí en un profundo sueño. Cuando desperté apenas pude girar sobre las sábanas al sentir el dolor, el aroma de la habitación había cambiado y ahora reinaba una escencia de madera recién cortada, tan relajante y familiar que podía darme el gusto de sentirme seguro.
 
—¿Te sientes bien? —era la voz de aquel rubio, mi mente aún estaba algo confundida con lo que sucedió y no pude procesar la información de que dos alfas lo hicieron conmigo. Una pastilla fue extendida frente mío junto a un vaso con agua—. Esto te hará sentir mejor —mencionó, levanté la cabeza para observarlo a los ojos, no lo conocía en lo absoluto y me parecía extraño sentirlo tan familiar, como si me perteneciera.
 
Tomé la pastilla, quizás necesitaría unas cuantas más para parar el dolor, solo la hice pasar con agua para recostarme con delicadeza sobre aquellas sábanas, aún el celo quería hacerse cargo de mi cuerpo, pero el dolor era tanto que increíblemente no deseaba pensar en nada que se refiera al sexo. Aún así, la respuesta fisiológica de mi cuerpo al sentir la cercanía del alfa fue patética, queriendo sentir más aquella verga.
 
—Necesitarás descansar —me dijo y se recostó a mi lado, podía sentir su aroma que llegaba muy profundo en mi cuerpo cuando empezó a jugar con el collar—, creo que te conozco de algún lugar.
 
Vaya, eso era repentino.
 
—No sé si sea lo que estoy pensando —su voz se volvió gruesa, cerré los ojos al escucharla, era tan relajante—, pero me gustaría intentarlo —se inclinó sobre mi cuerpo, jugando con la hebilla del collar y regalando besos a mi piel al rededor de él. Oh, no, que no sea lo que estoy pensando.
 
—E-espera, no lo hagas —dije intentando apartarlo, estaba listo para hacer fuerza pues era la costumbre con Enos, pero él solo se separó con delicadeza y lentitud, observándome con curiosa admiración.
 
—No puedes negarlo, querido Caín, el instinto nos llama.
 
Aparté la mirada, sí, el instinto nos tenía locos a todos y todos se dejaban enloquecer por él, pero no quería aceptarlo. Lo observé, poseía aquella mirada radiante y emocionada, sentí un vuelco en el estómago y dejé que me inundara con su presencia.
 
Después de todo el instinto hacía de nosotros lo que quisiera.

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