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Inconsciente por BackAck

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Jeremy no sabía qué pensar en ese momento, el corazón aún dolía en su pecho y su rostro había abandonado todo color, observó la flor entre sus manos y sintió asco, por un momento su mente se despejó totalmente y se sintió horrible, ¿culpa? ¿acaso era pena? No lo entendía, pero sabía que no estaba bien lo que había hecho, con miedo desechó la flor en un bote de basura que estaba allí cerca. Fue rápidamente al lavabo que se encontraba en la encimera e hizo correr agua para lavarse la cara y la boca con un poco de pánico, justo cuando se estaba peleando contra el aroma de ese alfa, alguien muy inesperado ingresó a la cocina.
 
—Umm, hola —decía un pelirrojo, Jeremy lo vio expectante, ahora sí que se sentía inseguro y no deseaba en nada que ese extraño omega lo ataque nuevamente, la última vez fue extraño y horrible, su cuerpo casi había termiando en una combustión espontánea por lo que había sucedido. Pero Caín solo suspiró y abrió el refrigerador sacando comida para hacer un sándwich—, los días libres de la cocinera son los mejores, puedo acercarme al refri y hacer lo que quiera.
 
Vaya, eso sí que descolocó a Jeremy, esperaba que Caín lo atacara, incluso aún estaba a la defensiva, no bajaría la guardia por nada. Tomó unas servilletas de papel y secó rápidamente su rostro y parte del cuello mojado, se iría a la habitación nuevamente, jamás debió salir de allí.
 
—¿Quieres comer? Seguro que con el embarazo es horrible sentir hambre, ¿no? —y allí estaba de nuevo aquella mirada que incomodaba a Jeremy, tan desinteresada, tan vacía, casi como si estuviera hablando con una pared, pero había algo diferente en Caín, olía diferente, no olía a Enos. Se sacudió la cabeza, seguro estoy delirando, pensó y fue rápidamente hacia la salida.
 
—No, gracias, volveré con Owen —y claro que necesitaba salir de allí, el ambiente se hizo extraño de un momento a otro. Subió nuevamente al segundo piso, Caín suspiró viendo su comida y luego pensó en Jeremy, se preguntaba por qué estaba a la defensiva, lo ignoró y volvió a los suyo.
 
En cambio un chico sentía que su corazón galopaba como caballos con cada paso que daba sobre los escalones. Sentía que una parte suya había defraudando a Owen, pero ¿no era que Owen había dejado de interesarle? Desde que perdió la marca se había sentido con una tremenda libertad y sentía que podía hacer todo lo que deseara, pero una pequeña parte de él llamada sentido común sabía que estaba mal, tenía al hijo de Owen creciendo dentro suyo y esa era más que una razón para obedecer al alfa, porque supuestamente lo cuidaría, a él y al cachorro.
 
Sacudió la cabeza, estaba agotado y deseaba descansar, había sufrido un día con demasiadas emociones luego de mucho tiempo sin nada que hacer. No quería ir a la oficina de Owen, seguramente estaba enojado, seguramente lo vio con Ivan, no, no le haría daño, Jeremy estaba esperando. Fue a la habitación, una extraña calma lo llenó al no ver al alfa dentro, apesar de todo su cuerpo seguía sintiéndose incómodo con ese aroma, pero se había vuelto familiar. Tomó una ducha y fue hasta las sábanas, necesitaba descansar. Eso o comer algo dulce.
 
•§•
 
Un alfa observaba por la ventana con la mirada dura, por supuesto que lo había visto todo y no sentía nada más allá de decepción. Jeremy antes era tan tierno y maleable, tanto que esas pequeñas sonrisas que daba al azar le traían paz. Ahora se volvía rebelde, no le agradaba de aquella manera, incluso se había hecho de la zorra frente a su hermano. Gruñó, bufó y luego volvió a su escritorio. Tomó el móvil e hizo una llamada.
 
—Necesito que hagas unos trámites por mí —dijo a la persona del otro lado de la línea, se aseguraría de que nadie se quede con su omega. Porque eso era Jeremy, era suyo y de nadie más ¿qué mejor que un omega puro para dejar en claro cuál era su estatus? Sus hijos definitivamente serían alfas y eso no era un problema en aquel momento, Jeremy tendría buena salud, viviría mucho, su belleza no lo abandonaría por ser lo que era. Todos los grandes líderes alfas tenían a omegas puros, omegas quienes con solo una marca se sometían. Omegas quienes podían dar fuertes alfas sin importar la casta de su pareja. Claro, tener a Jeremy era todo un lujo, era como tener una joya, seguramente había sido muy afortunado cuando se topó con el chico.
 
Pero había sido demasiado duro, odiaba pensar que cedería ante sus instintos y perdería la cabeza por el omega, por eso lo hizo sufrir tanto, demasiado hasta que la marca desapareció sin dejar rastro. Se relamió los labios, esa marca que la había hecho una y otra vez durante sus encuentros. Lo marcaría de nuevo, debía hacerlo, más ahora que su maldito hermano se había acercado a él de aquella manera, ¿y el bebé? ¿qué pasaría con él? Owen sabía que Jeremy era fuerte y, aunque sabía muy bien que ese cachorro era suyo, no le interesaba demasiado.
 
Dio por terminado ese día y se fue del lugar, adoraba tener todo lo que tenía en casa pues básicamente solo debía salir para reuniones. Se frotó el entrecejo e ingresó a la habitación cuando llegó, por supuesto que pudo detectar el aroma de Jeremy, últimamente también empezó a oler al cachorro con un ligero e insignificante aroma dulzón, pero además de eso también detectó el aroma agridulce de otro alfa, su hermano. Gruñó y se contuvo cuando pensó en reclamar al chico sobre aquello. Se acercó a la cama y observó su rostro, parecía tan inocente y ajeno a todos los pensamientos que en ese momentor03; tenía el alfa en su cabeza, como un pequeño niño.
 
Jeremy se removió entre las sábanas al sentir el aroma del alfa, era incómodo y no lo dejaba descansar, pero solo se giró para darle la espalda. Por supuesto que jamás despertó y Owen solo se dedicó a darse una ducha para luego recostarse al lado del omega, ahora que lo pensaba, ellos parecía una feliz pareja de casados en ese momento, seguramente cualquiera lo pensaría. Observó a Jeremy, aún tenía esa dulce expresión, pero ahora llevaba el entrecejo fruncido, como si estuviera soñando algo que le molestara. Acercó su mano a la mejilla y podía asegurar que escuchaba el palpitar de su propio corazón cuando sus dedos se encontraron con la piel del chico, tan tersa, suave, tibia, tuvo más ganas de que el chico le perteneciera. Jeremy relajó su expresión y luego el alfa lo tomó aún más de las mejillas, acercándose a su boca, esa boca que olía a su hermano, se aseguraría de eliminar cualquier marca por más pequeña que sea, solo dejaría las suyas y ese omega le pertenecería, porque cuando quería algo, lo obtenía.
 
Besó sus labios superficialmente, Jeremy abrió los ojos algo confundido hasta que sintió al alfa bastante cerca. No le molestó realmente, él era quien debía estar preocupado por si Owen llegaba a enterarse de lo que sucedió con Ivan, al parecer no lo hizo, pues en ese momentor03; estaba besando sus labios, un juego lento y casto de dos bocas que se aceptaban. Las manos del alfa tomaron de su nuca y bruscamente sus bocasr03; se unieron aún más. Jeremy no evitó soltar un gemido al sentir el tirón, pero no se negó, sabía que no debía hacerlo pues su hijo dependía de cuán buena sea su relación con Owen, ¿unos besosr03; o un poco de sexo? Era un precio que podía pagar si se trataba de la seguridad de su cachorro. 
 
De un momento a otro el alfa se posicionó sobre Jeremy, aún estaba el aroma desconocido sobre él, pegado a su cuello, sobre su esternón, sobre aquel abultado vientre que resguardaba a su cachorro, besó con dedicación cada una de esas partes, eliminaría el aroma de Ivan de él. Lo besó, lamió e hizo gemir en pocos segundos. El alfa sonrió al verlo tener ligeros espasmos de placer que estaban matándolo. Se sentía orgulloso de su trabajo. Pero más orgulloso se sintió al levantar aquella camisa y ver ese vientre de casi cuatro meses dándose a notar.
 
—¿Crees que será un cachorro grande? —prefuntó el alfa acariciando aquella convexidad, Jeremy levantó la vista para observarlo pasmado, jamás había pensado que lo haría y en ese momento se encontraba acariciando y besando al hogar temporal de su hijo.
 
—N-no lo sé —dijo tartamudeando, estaba atónito ante aquel acto, pero más que eso, el hecho de que lo esté aceptando le confundía más. Supuestamente odiaba a Owen, supuestamente solo lo hacía por su cachorro. Tenía tantos pensamientos que no podía siquiera conectarlos. Mientras tanto Owen se entretenía con aquel aroma que emanaba el omega, tan dulce y fuerte, incluso llegaba a cubrir el aroma de Ivan, objetivo cumplido. Tomó al chico por las caderas, girándolo sobre la cama para dejar al descubierto un bello cuello, apartó los cabellos dorados los cuales estaban largos y besó el lugar. Jeremy se alteró, él quería marcarlo nuevamente. Se removió, pero Owen lo sostuvo y pegó su pecho a la espalda del chico, impidiendo que se vaya, poniéndose de costado para evitar lastimar su vientre. Jeremy cerró los ojos al sentirr03; el aliento ajeno bajo su oreja.
 
—Tú eres mío —dijo con voz profunda, Jeremy tembló, sí lo había visto. Las manos del alfa fueron a parar a su vientre—. Esto también es mío, ¿entiendes? no dejaré que ese idiota se acerque a ti nuevamente.
 
Y, mientras lo decía, con los labios acariciaba la piel del cuello, todo mientras no dejaba de susurrar o emanar aquel aroma a alfa que estaba enloqueciendo a Jeremy, más que placer sentía pánico y más que pánico sintió asco cuando los dientes ajenos se incaron sobre su piel. Un espasmo horrible recorrió su cuerpo y se tensó totalemnte.
 
—Aaaahh, dé-déjame —susurró, Owen afianzó su mordida por más tiempo, apretando el cuerpo contrario sobre el suyo, podría haberlo hecho durante el sexo, pero estaba tan inquieto por la idea de que Jeremy ande por la vida sin alguna marca de propiedad. El chico se retorció y sintió un gran dolor en el cuello, seguía quejábdose y eso solo hacía que la mordedura ajena se incara aún más sobre la piel ajena. Solo cuando Jeremy dejó de quejarse y pasó a ligeros sollozos los dientes de Owen se apartaron de su carne y procedió a limpiar con delicadeza la herida que había dejado. Jeremy había quedado con la mirada perida, incómodo, no sabiendo cómo procesar una nueva marca que no deseaba. Algo dentro suyo se quebró aún más que otras veces, acarició su vientre, sintió la lengua ajena en su cuello y de un momento a otro todo le pareció irreal, como si él realmente no estuviera allí. Todo se nubló. Y cayó en un profundo sueño.
 
—Eres solo mío —declaró Owen al verlo dormir entre sus brazos.
 
Y se aseguraría de que nadie se lo quite.

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