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Inconsciente por BackAck

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Estaba confundido ya que no sabía por qué Owen lo había arrastrado hasta allí, había ido antes a un lugar donde lo vistieron y lo hicieron ver bien para el alfa, pero ese era diferente, allí habían muchas más cosas y parecían más caras, habían joyas y brillantes, estaban en una sala privada esperando. No quería estar allí, pero la curiosidad podía más que sus ganas de no salir jamás de aquella casa y terminaron junto con un beta bastante alegre quien les mostraba hermosas joyas con piedras brillantes, piezas preciosas de materiales exquisitos.
 
—Este es un nuevo modelo, especial para mascotas —explicaba el chico, Jeremy solo arrugó la nariz al escuchar lo último ¿Mascotas? ¿Qué demonios pensaba Owen? Claro, tampoco diría que aquel collar ceñido junto con incrustaciones de piedras era feo, a decir verdad, no estaba mal. Lo usaría si no fuera "para mascotas". ¿Cuándo el ser humano se rebajó a sí mismo de tal manera?
 
—Me lo llevo —dijo el alfa y Jeremy se sintió incómodo, apesar de tener una relación cercana al alfa no lo sentía de aquella manera, él era tan extraño y parecía que jamás podría saber en qué pensaba. El alfa tomó el collar y miró a Jeremy con emoción mientras que con sus ojos pedía que le diera el cuello, el omega algo asustado solo levantó su rubio cabello y le mostró aquella piel inmaculada bajo sus hebras. Sintió el frío metal rodear su piel, ajustarse e incrustarse por momentos sobre su carne. Olía extraño, era pesado y no podía relajar el cuello de aquella manera. Se miró a un espejo y vio aquel dorado collar, estilizada cada centímetro de su cuello y se le antojó bonito. Lo acarició con sus dedos y parpadeó conmocionado. Owen lo observó y acarició la cara pieza de joyería, al menos eso cubriría el hecho de que no había marca sobre el cuello de Jeremy.
 
—¿Quieres unas prendas? He notado que ya no tienes ropa bonita —dijo el alfa, quería mimar a Jeremy y Jeremy sentía que todo eso era solo un sucio juego. Pero asintió, quería ver hasta dónde podría llegar ese hombre.
 
Minutos después estaban eligiendo nuevas prendas, más bien el alfa era quien elegía todo. Jeremy solo se limitaba a asentir, ponerse ropa y quizás modelar un poco para Owen. Vaya que había llegado lejos, no sabía cuánto había gastado Owen, lo único que sabía era que jamás en su vida había visto tanto dinero pasar a manos ajenas. Algo cansado y aburrido caminó tras Owen tienda tras tienda, un beta llevaba sus varias bolsas y el cuello empezaba a dolerle, ese collar era un dolor. Se detuvo un momento, su crecido vientre lo cansaba seguido y estar tanto tiempo sin hacer mucho era aún peor para su estado, una nula actividad física hacía que los pocos músculos de Jeremy se cansaran muy rápido. Miró la tienda a su lado y divisó unas cunas, ropa color pastel y muchos diseños de animales tiernos, al instante se sintió incómodo, un sentimiento extraño llenó su corazón y casi las lágrimas se le escaparon al ver un pequeño conjunto blanco en la vidriera del lugar. Sonrió con genuina ternura, al ver eso parecía que todo se volvía puro en su corazón, en su mundo, acarició su vientre, por primera vez en su vida sentía real emoción por estar embarazado.
 
—¿Jeremy? ¿Te sientes bien? —y Owen volvía al lugar donde el omega se había quedado, se miraron y los oscuros ojos del alfa se llevaron la sorpresa de ver aquella tierna sonrisa en los labios del chico. Miró a un lado y vio el mismo conjunto que Jeremy estuvo apreciando, suspiró, miró el vientre ajeno y sintió algo de incomodidad. Sabía que era su hijo y sabía que Jeremy se lo merecía, así que le sonrió y lo tomó de la mano—, ¿Lo quieres? 
 
Y los ojitos azules de Jeremy se llenaron de un hermoso brillo que hizo al alfa sentirse orgulloso y pavonearse con ese chico al entrar a aquella tienda de maternidad. Jeremy estaba tan emocionado porque creía que Owen seguiría derrochando dinero en comprar cosas, quizás hasta le de el gusto de comprar alguna cuna, pero le sorprendió que llegaron a la caja solo con el conjunto blanco que habían visto afuera. Claro, esto a Jeremy no molestó en nada y agradeció a la cajera cuando le pasó la prenda, tan emocionado como solo un embarazado podía estar.
 
Una vez en el auto Owen conducía, Jeremy estaba en las nubes admirando la suavidad y pureza de aquel pequeño conjunto, sus encajes y aquel tierno diseño llenaban a su corazón de esperanza, quizás Owen estaba demostrando cariño por él y por su hijo, quizás no debía temerle como le temía, quizás Owen no era tan malo. Lo miró conducir tranquilo, su ceño fruncido ya era parte de su rostro y a Jeremy ya no le molestaba, solo sonrió, quizás estaba equivocado y estaba pensando las cosas de manera extremista.
 
—Gracias por lo de hoy —dijo el omega. Owen lo miró un momento para volver su vista al camino y sonrió, lo tenía en la palma de su mano.
 
—Por nada —dijo prestando atención a su camino, luego de unos minutos Owen miró a Jeremy nuevamente, iban en silencio, era un momento bueno—, ¿Quisieras acompañarme esta noche a una cena? —preguntó.
 
Jeremy miró al alfa nuevamente, no entendía por qué se lo preguntaba en lugar de solo llevarlo y ya, no era como si fuese que su opinión valía mucho en esa relación. Pero se lo preguntó y eso hizo que una pequeña sonrisa saliera de los labios del rubio, algo emocionado por el cambio del alfa.
 
—Claro —respondió.
 
•§•
 
—No olvides llevar el collar —dijo el alfa, Jeremy ya se encontraba vestido con aquellas caras prendas y con las joyas que le había regalado Owen, el pesado y hermoso collar era la pieza principal del conjunto del chico. Owen contrató a una mujer quien se encargó de recoger el rubio cabello de Jeremy de manera hermosa, con más apliques dorados con piedrecillas sobre ellos. Su vestimenta era conservadora sin ser muy femenina, era algo llamativo, pero apesar de esto Jeremy agradecía que Owen no le obligue a utilizar una falda y agradecía que su vientre esté cubierto y protegido bajo esas prendas.
 
A decir verdad, no le molestaba.
 
En el auto todo fue silencioso y justo antes de llegar a su destino el alfa se detuvo a un lado del camino y miró a Jeremy con preocupación, miró el collar, era caro, también eran caros esos apliques que llevaba en el cabello y toda aquella ropa y seda perfecta hecha solo para Jeremy, el mismo omega era una joya andante con aquel aroma sensacional que a cualquiera volvería loco, que haría surgir el lado oscuro que cada hombre quiere esconder. Definitivamente lograría lucirse.
 
—Esta es una cena, Jeremy —el chico asintió—, allí hay gente importante y espero que te comportes de manera decente, párate recto y no hables si no te digo que lo hagas ¿entendido?
 
Y de nuevo solo asintió. Owen continuó hablando sobre unas cosas, pero Jeremy estaba realmente ensimismado con lo que sucedió en la tarde, una sonrisa se escapó de sus labios, ya deseaba volver a casa y tener entre sus manos nuevamente aquel pequeño conjunto, estar en ese lugar molesto con Owen lo valía si podía volver y hacer eso más tarde. Apenas sintió cuando llegaron y cuando Owen abrió la portezuela del auto para que el bonito omega bajara de la manera más delicada posible, no es que él esperara notarse delicado o bonito, era más bien que aquellas prendas y esas joyas le pesaban tanto que debía moverse sin error alguno para no provocar un accidente. Owen tomó del brazo a Jeremy de manera elegante y este no dijo una sola palabra, el cuerpo del alfa estaba muy cerca suyo, pero no le importaba. Se paró recto como le habían dicho, se sentía como un pavo real en ese momento.
 
Un extraño se llevó el auto de Owen y el omega por un momento creyó que se lo robaron, claro, jamás antes había visto a los pajes y jamás había estado en una fiesta para ser sinceros, no sabía cómo sería o qué cosas más esperar. Suspiró cansado por toda aquella indumentaria, el collar empezaba a pinchar su cuello. Al entrar por grandes puertas que se mantenían abiertas para la gente, Jeremy no vio a nadie más que un par de personas vestidas de manera idéntica y a una mujer con el cabello recogido y zapatos de tacón muy alto quien pidió el nombre del alfa y luego los dejó pasar a un gran salón que era adornado por la propia decoración clásica de la mansión. Y la mente Jeremy al ver a las personas que se encontraban ahí solo empezó a trabajar de una manera impresionante, dudando, temiendo y casi odiando a Owen.
 
Allí habían alfas y omegas, pero todos ellos giraron a ver a Jeremy, en ese lugar habían omegas hermosos, con joyas y prendas preciosas, pero ninguno o ninguna superaba la belleza del chico rubio quien venía tomado del brazo de Owen, el alfa solo miraba con superioridad a todos los demás alfas del lugar, los omegas solo quedaron asombrados al ver a Jeremy y empezaron a escucharse unos susurros por el poco notorio embarazo del omega. Claro, ahí también habían otros omegas embarazados, pero nadie sabía que Owen Johnson había encontrado pareja y estaba próximo a ser padre.
 
—Es precioso —susurró un omega rubio al lado de su alfa, él lo miró disgustado y el rubio solo miraba atento a Jeremy quien parecía algo cohibido—, quisiera hablar con él—pronunció, sus cabellos lisos caían a ambos lados de su rostro de manera suave, como cascadas que lo delineaban. Para suerte del desconocido Owen y Jeremy se encaminaron hacia ellos. Jeremy bajó la mirada apartando sus azules ojos del mundo, en ese momento no se sentía más que un simple juguete, Owen lo había vestido como un rey solo para presumirlo, en ese momento lo entendió y se sintió fatal. 
 
Los alfas comenzaron a hablar, Jeremy no hablaría, era lo que Owen le había mandado, además no tenía ganas de hacerlo. Miró de reojo al omega rubio de cabello liso que lo miraba atento, con una sonrisa esperando conversar. Jeremy apartó la mirada y solo se acarició el vientre buscando reconfortarse a sí mismo. El lugar era incómodo, ya había visto a un par de alfas girarse hacia él y observarlo, y ni hablar de los aromas, Jeremy no sabía ya cuántas feromonas habían en ese lugar. Luego de un tiempo se llevó a cabo la cena la cual Jeremy no tocó en lo absoluto, quizás le dio unas cuantas vueltas a aquella ensalada y probó un poco del helado de pistacho, pero ni siquiera había levantado la mirada de su plato. Owen tampoco se había preocupado de Jeremy que se alimente adecuadamente ahora que tenía alguien más por quién comer. En la gran mesa estaban sentados todos, los alfas al lado de su pareja y ubicados de tal modo que no haya otro alfa al lado de un omega, así que Jeremy tenía a su lado a aquel mismo omega de cabellos lisos quien solo le sonreía de vez en cuando y probaba la comida con una educación y delicadeza que Jeremy sabía que no tenía, era cierto que él era bastante torpe para ser delicado. No supo cuándo, pero los alfas en la mesa empezaron a hablar sobre sus parejas, pavoneándose unos más que otros.
 
—La última pintura de Sam que se exhibió en Nueva York se vendió por dos mil dólares —decía un hombre, Jeremy levantó la cabeza para ver a ese tal Sam, un chico de cabello cobrizo y mirada de superioridad que lo empezaba a asustar, quería salir de allí.
 
—Oh, eso sí que es bueno —dijo otro alfa y el primero que habló rió.
 
—Al menos ahora lo es, al principio no podía estar cerca de Sam porque apestaba a pintura y diluidor —el alfa giró hacia el omega artista y le acarició la mejilla con delicado tacto, el gesto duro del chico cambió con aquella muestra de cariño, Jeremy se sintió solo en ese momento.
 
—Mia ganó el oro en la última temporada de atletismo —y Jeremy volvió a levantar la cabeza hacia la persona, una omega de cabellos negros con una sonrisa delicada, su presencia era preciosa y parecía relajada ante el aire viciado de su alrededor. Jeremy claro que la envidiaba, de hecho, envidiaba a cada omega que parecía sobresalir al lado de su alfa, las joyas y ropa carísima que vestían los omegas eran nada comparado con los talentos que tenían, en cambio Jeremy era un bueno para nada—, y díganos señor Johnson, ¿Cómo se llama su pareja? Es algo inesperado que llegue acompañado —dijo el mismo hombre de hace rato, era cierto que todos tenían curiosidad por el bonito omega que acompañaba a Owen.
 
—Su nombre es Jeremy, es mi omega desde hace un poco más de medio año y es de raza pura —dijo esto último con cierto aire de orgullo, soltando una sonrisa ligera, haciendo como que dijo algo sin importancia. Pero todos empezaron a susurrar y Jeremy se sintió aún más cohibido, ahora todos lo miraban.
 
—¡Vale! El chiquillo puede ser toda la sangre pura que quiera, pero dinos qué sabe hacer, tío —dijo casi gritando en tono alegre un hombre de acento español mientras pasaba el brazo sobre el hombro de su omega y lo sujetaba, un chico de cabellos oscuros y piel blanquísima quien tenía una roja rosa entre sus hebras, el omega parecía tan joven al haberse sonrojado por el toque del alfa a su lado.
 
—Cierto, Jeremy, dinos qué te gusta hacer —esta vez el chico rubio a su lado le sonrió, Jeremy lo miró algo asustado y luego miró a Owen, odiaba que sus labios estén fruncidos de aquella manera, el alfa realmente se había cabreado ¿Por qué? Simple: no conocía a Jeremy como para responder aquello que el otro alfa pidió. Se sintió rebajado y quiso cortar la cabeza de aquel españolete quien mostraba una blanca sonrisa. Contuvo su ira, miró a Jeremy y le sonrió.
 
—Vamos cariño, di lo que te gusta —dijo de manera tierna, Jeremy se sintió algo asustado, más por la pregunta que por el tono de voz del alfa, no habían muchas cosas que le gustaran, no era bueno para casi nada y ni siquiera tenía pasatiempos. Era como una roca. Sintió que empezaría a hiperventilarse de un momento a otro hasta que levantó la cabeza y vio al chico quien llevaba la flor en su cabello. Sonrió y algo tímido dijo:
 
—M-me gustan las flores —susurró, todos quedaron callados ante la respuesta de Jeremy, ese no era un talento, ni siquiera era una vocación, era nada para ese grupo de hombres, era un desperdicio de omega. Pero el chico quien venía con el español solo sonrió ampliamente al escuchar la respuesta y aquella vocecita que parecía querer quedarse dentro.
 
—¡Ay! ¡Pero qué mono! —dijo el chico de la flor en el cabello casi sin poder contelerlo. Luego de ese grito el ambiente se hizo pesado, definitivamente la respuesta de Jeremy no era una que esperaban, menos la que Owen esperaba y el omega estaba seguro de que ese aroma horrible era el enojo de Owen que emanaba de sus poros. La mirada del alfa se oscureció totalmente y los presentes desviaron la vista de la pareja. Todo parecía que se iría al demonio hasta que el alfa sentado a dos lugares de Jeremy se levantó.
 
—¡Este es el momento perfecto para que Harry nos toque una pieza! ¿Qué te parece? —dijo el alfa mirando al rubio de pelo lacio al lado de Jeremy, este solo asintió y se levantó de su asiento llevando consigo toda su espectacular presencia. En la esquina del gran salón se encontraba un piano de cola marrón, brillaba tanto como jamás Jeremy había visto y frente a sus ojos ese chico se sentó en el banquito y con sus pies y manos empezó a tocar las notas más tristes que Jeremy pudo llegar a escuchar en su vida. Vio los dedos de ese omega, se movían como profesionales sobre las blancas teclas del piano, finos, elegantes, casi mostrando las junturas de sus articulaciones. La respiración calmada, el cuerpo inclinándose por momentos, Jeremy sonrió, se sentía feliz por algo extraño, aquella melodía era tan triste y se sentía tan identificado, algo que nunca antes pasó, así que por eso estaba feliz.
 
Y unas manos lo quitaron de su ensoñación. Owen se levantó y Jeremy fue a estirado a su lado. Se despidió de las personas y agradeció la velada, Jeremy hizo lo propio con el agradecimiento y se despidieron antes de que el rubio pueda terminar de tocar aquella pieza. El pianista tocó las últimas notas y abrió los ojos que desprendían una gran pasión, se giró y miró hacia donde se encontraba Jeremy, su asiento estaba vacío, esperaba que haya entendido su mensaje: no estaba solo.
 
En el auto Owen apretaba con rabia el volante, miraba el asfalto apartando por momentos su rostro para mirar a Jeremy y luego mirar su camino nuevamente. 
 
Estaba cabreado, demasiado.
 

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