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Inconsciente por BackAck

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El hecho de estar frente a ese hombre hacía que Caín se sienta más que inferior, por supuesto que ya no era un niño quien repetía el tan sufrido "¿Por qué papi no está aquí?", era un adulto quien comprendía bastante bien todo lo que había pasado en su vida y, a pesar de que se había tardado en llegar a su meta en aquella casa, no se arrepentía demasiado de estar allí. Quería conocer a su padre, el cómo era y por qué dejó a su pareja ¿Una vida de lujos era un buen precio como para dejar de lado a su familia? Podría decirse que sí, Caín también disfrutó de los lujos mientras duró y le agradaba en demasía la sensación de plenitud que un poco de dinero le ofrecía. Pero jamás hubiera cambiado a su madre por todos aquellos lujos, lo extrañaba muchísimo y ver a su padre por primera vez en su vida solo hacía que un agujero se le abra en el estómago y quiera largarse de ese lugar a llorar sobre aquellos protectores brazos. Y eso iba a hacer, se iría de ese lugar cuanto antes ya no soportaba ver ese rostro, pero una mano lo detuvo de la muñeca.
 
—¿Es en serio lo que dices? —y miró directamente aquel par de ojos verde oliva, ese hombre se parecía mucho a Owen con unos rasgos más marcados y algunas canas, Caín no respondió, solo desvió la mirada—. ¿Dónde está Naara en este momento? ¿Qué pasó de ustedes?
 
Y Caín solo sentía que lágrimas de impotencia empezaban a juntarse en sus párpados al intentar soltar el agarre de ese alfa. No quería estar ahí, quería estar con su madre. Cerró los ojos con fuerza y tiró de su muñeca dando un quejido. El alfa tomó al pelirrojo de los brazos y lo sacudió ligeramente para que deje de luchar tan ferviente, Caín solo se quejó un par de veces más y luego miró directo a los ojos ajenos, el alfa sintió una gran añoranza al ver aquellos ojos azules llenos de lágrimas, le recordaban a Naara, todo Caín le recordaba a Naara.
 
—Lo-lo siento —dijo el omega casi en medio del llanto—, me equivoqué de persona, y-yo no debería estar aquí.
 
E intentó huir una vez más, pero el alfa lo tomó entre sus brazos y rodeó su menudo cuerpo en medio de un abrazo necesitado. Toda la escencia de ese alfa quedaba en Caín, de manera inconsciente protegía a su cría quien ya no necesitaba protección alguna de su padre. Se había tardado demasiado, Caín sabía que seguramente ese hombre estaba dolido y necesitaba pensar las cosas de manera fría justo como el pelirrojo lo estaba haciendo en ese momento. El mayor se separó del omega, enmarcó el rostro ajeno entre sus manos y se sorprendió del parecido que tenía con su Naara, era su hijo después de todo ¡Tenía a su hijo nuevamente!
 
—¿Por qué no los encontré antes? ¿Acaso no fue suficiente? —siempre el alfa se preguntaba lo mismo, se preguntaba si hacía lo suficiente para hallar a su omega e hijo. Caín solo miró a su padre, no podía creer cuánta lástima tenía a ese hombre. Sufría y sufría mucho.
 
—Fue papá quien huia, él me dijo que tú no nos querías, que cuando nací nos echaste de la casa —algo dentro del pecho de Caín empezaba a lastimarlo mientras recordaba a su padre—. Él decía que era mi culpa... que tú no deseabas un hijo omega... hubiera sido mejor si jamás nacía.
 
La mirada del alfa se volvió dura en medio de la impotencia, no podía creer que Naara, el chico al que amaba a pesar de los años, llegara a decir tales cosas horribles a su propio hijo, sabía que no habían pasado las mejores cosas y el simple hecho de que Naara sea tan egoísta como para culpar a su propio hijo hacía que ese algo que el alfa buscaba se sienta lejano. Quizás saber en qué se había convertido su omega con los años hacía que su pecho se sienta extraño, quería ver a Naara nuevamente y conocerlo, pero no quería llevarse la sorpresa de que había cambiado ¿bastaba solo con conocer a su hijo? Por supuesto, Caín no tenía la culpa de haber nacido de esa relación y tenía derecho a estar junto a su padre. De un momento a otro el alfa se sintió culpable, si solo hubiera defendido mejor a Naara y a su hijo... ellos quizás serían felices en ese momento.
 
—Siempre fue tan caprichoso —pronunció con algo de añoranza por aquel omega de su juventud. Miró a Caín nuevamente, sonrió, estaba contento por primera vez en mucho tiempo—, tienes mucho que contarme, hijo.
 
Caín bajó la mirada, si solo supiera lo que había sucedido con Enos quizás no lo llamaría de esa manera, de hecbo, no quería que lo llamara de esa manera.
 
—Soy Caín —dijo en medio de un susurro apesar de que ya se había presentado, el alfa sonrió, esta vez haría bien las cosas.
 
—Bienvenido a casa, Caín.
 
Y el omega sonrió, su sonrisa algo chueca. Realmente no quería estar en ese lugar junto a ese alfa, quería estar con Han, quien seguro impaciente lo esperaba afuera, quería estar con su madre, pero ese alfa estaba tan contento que no quería arruinar esa felicidad. Quizás su papá también se pondría contento si se vieran de nuevo.
 
•§•
 
Jeremy dormitaba sobre sábanas blancas, su preciosa figura era cubierta por la ligera luz de la lámpara de noche mientras el alfa observaba a aquel chico y desabrochaba los botones de sus mangas, jamás en su vida se sintió tan avergonzado en una sola noche y todo por culpa de ese omega quien en ese momento se encontraba descansando de lo más lindo. Era cierto que quizás se pasó un poco de la raya al gritarle de aquella manera en el auto, pero no podía evitar sentirse alterado y culpable al recordar lo que había sucedido.
 
—¡¿Qué carajos estabas pensando al decir eso?! ¡Claro! Las flores son muy bonitas ¡¿No?! —y giró para ver al rubio, Jeremy solo se encogió en el asiento y sus ojitos empezaban a aguarse—, te compro joyas y ropa cara solo para que vayas y demuestres cuán inútil eres... aunque seas de sangre pura sigues sin valer nada como persona, ¿Te costaba tanto decir que te gustaban los libros? ¿Hablar sobre poseía o algo así? Sé que Melvina te ha enseñado mucho, ¡demonios! —y golpeó su volante, Jeremy tuvo un espasmo de susto y sintió su corazón latir a mil por hora al escuchar ese golpe. Acarició su vientre, quizás consolándose a sí mismo y desviando la llorosa mirada de ese alfa, no le gustaba nada la dirección que estaba tomando eso.
 
—Lo lamento —susurró el omega. Owen solo sentía que todo ese odio acumulado empezaba a hervir su sangre. Giró a ver a Jeremy quien se encontraba al borde del llanto, apesar de estar en tan malas condiciones tuvo el valor de tomar aire y disculparse por algo que realmente no terminaba de comprender. Owen suspiró y detuvo el auto a un lado de la carretera, los sentidos del omega se pusieron alerta a lo que el alfa hiciera y sus siguientes actos lo dejaron sin palabra. El pelinegro tomó del rostro ajeno con delicadeza y limpió las lágrimas con sus pulgares para luego dirigir sus dedos al ostentoso collar y liberarlo, una roja marca rodeaba el cuello de Jeremy producto de los pinchazos de aquella cara pieza de joyería.
 
—Está bien, regresemos a casa —Jeremy levantó la mirada hacia Owen y se llevó la sorpresa de encontrar al alfa con su expresión tranquila, algo dentro del estómago del omega se revolvió, algo no andaba bien con aquel alfa, desde hace tiempo se había dado cuenta de lo extraño que se comportaba, pero en ese momento su miedo crecía.
 
Owen aún no sabía por qué había decidido disculpar a Jeremy, odiaba que aquellos poderosos hombres se burlen de su omega, porque eso equivalía a burlarse de él. Pero lo que verdaderamente detestaba era que Jeremy les había dado rienda suelta a los murmullos en aquella cena, ¡Pero qué comentario tan ridículo! ¿A quién le importan las flores en ese mundano mundo hecho de dinero y lujos? Lo que esos alfas deseaban ver era el talento del alma de los omegas, se sabía que los omegas eran bastante perseverantes en sus gustos e incluso llegaban a ser grandes y apasionados artistas, un alfa podía pavonearse todo lo que deseara con un omega de ese tipo, era un deleite.
 
Pero para la mala suerte de Owen, Jeremy era solo un chico normal quien no tenía demasiado talento para las bellas artes, quizás le gustaba la música clásica y el leer poesía, pero no es como si llegara a tocar una preciosa pieza de piano como aquel omega en la cena o a escribir poemas que deleitaran el alma de los presentes. Jeremy era solo... un chico normal, le gustaba leer, comer dulces, cuidar plantitas, le gustaban los abrazos y el hablar con gente agradable, le gustaban esos momentos por la noche cuando encontraba su lugar cómodo para dormir entre las sábanas y le gustaba sentir a su hijo moverse por momentos. No era alguien tan extraordinario como todos esos omegas de aquella cena, quizás superaba en belleza a ellos, pero en el fondo era una persona simple.
 
Tan simple que Owen se sentía acorralado. ¿Acaso era el precio que debía pagar porque Jeremy era de sangre pura? ¿No era mejor un omega con más personalidad? Miró a Jeremy dormir bajo las sábanas de manera tranquila, el rubio había terminado agotado luego del baño y fue directo a dormir, su cabello seguía mojado y esos labios rosas entreabiertos le daban a Owen una imagen tan adorable que le parecía extraña. Se sentó al lado de Jeremy, este solo se removió en las sábanas terminando boca arriba con una de sus manos sobre su abdomen, observó la curva donde crecía su hijo y sintió algo de pena por Jeremy. ¿Era cierto lo que decían sobre los omegas puros? No eran como los alfas puros quienes lo tenían todo, los omegas puros eran los más desgraciados porque cualquier pequeña cosa influia en su psique, porque ellos no podían elegir con qué alfa estar y porque ellos eran marionetas cuando eran marcados. Quizás era culpa de Owen que Jeremy esté de aquella manera ¿Cómo era antes de llegar a aquella casa? ¿Sonreía seguido? ¿Llegó alguna vez a reírse a carcajadas? Se preguntaba y se sentía un poco culpable.
 
—¿Owen? —Jeremy despertó encontrándose con ese par de ojos verde oliva mirándolo fijamente, lo estaba incomodando un poco, el alfa llevó su mano a la mejilla de Jeremy y la acarició con delicadeza—, ¿Sucede algo malo? 
 
Y se inclinó sobre él, dejando en los labios de Jeremy un casto beso que nada tuvo que ver con lujuria. El omega parpadeó varias veces para alejarse un poco del alfa, Owen no dijo nada más y tomó una toalla para entrar al baño. Jeremy estaba confundido. ¿Qué demonios le sucedía a Owen?
 
•§•
 
—Sabes cocinar ¿No? —dijo Owen en la mañana, Jeremy no era buen cocinero, pero Marie le había enseñado unas cosas. Solo asintió—, bien, quiero que tengas lista la cena, volveré en la noche.
 
Owen tomó su portafolios y terminó de acomodarse la corbata, se acercó a un Jeremy quien aún un poco somnoliento se frotaba el rostro y depositó un beso en la mejilla del chico. Jeremy abrió los ojos sorprendido y parecía que el sueño que cargaba se había ido al carajo. Owen salió de la casa y Jeremy acarició su mejilla, definitivamente sentía como si una serpiente acabara de pasar sobre su piel y se estremeció, ese hombre le causaba mucho miedo.
 
En cambio Owen había llegado a la conclusión de que haría de Jeremy un omega digno, el rubio debía ser bueno en algo ¿No? Owen se encargaría de explotar lo mejor de Jeremy, de pulirlo como una joya y de mostrarlo al mundo, no sería humillado una vez más. No pasaría vergüenza por ese chico. Y si los omegas puros se dejaban influenciar por cualquier cosa que pasara a su alrededor, pues Owen se encargaría de aprovecharse de esa situación. Solo debía tratar un poco mejor a Jeremy, mimarlo y consentirlo, incentivarlo a hacer cosas nuevas y enseñarle algo de provecho.
 
No podía fallar.
 

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