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Inconsciente por BackAck

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Habían pasado dos semanas. Dos malditas y horribles semanas en las que Jeremy solo se había alejado de aquella habitación para estirar las piernas en el pasillo un par de veces a pedido de ese tal "Señor Johnson". Se estaba sintiendo como un animal enjaulado en ese lugar, ansioso y hambriento de libertad. Sus pasos iban de un lado para el otro como maníaco, se aburría como si fuese que iba a morir y ni siquiera la televisión lo ayudaba. No sabía leer tampoco y solo se dedicaba a ordenar y desordenar la habitación incontables veces. Solamente para no terminar demente en aquel lugar.

 

Doblaba las ropas que las mucamas ya habían doblado y las ordenaba por color, por tipo y por diseño, se esforzaba para luego tirar la pila de ropa y empezar de nueva cuenta su trabajo. Esta vez intentaría no dejar un solo desperfecto. No lo hacía por demente, lo hacía para no volverse uno, pues en todo ese tiempo solamente había visto a la mujer quien le traía su medicina y la comida. Una vez volvió a ver a aquella extraña mujer de mirada afilada y esta solo le informó que el señor Johnson le había comprado algunas cosas, al segundo día de su estadía en aquella extraña casa habían llegado varias bolsas con varios conjuntos de ropas, además de ropa interior. Y ahora esa ropa era la que doblaba y desdoblaba como maniaco.

 

No, no estaba loco, solo ansioso por ese incómodo encierro. Las ventanas de la habitación eran pequeñas para tanto espacio. El sol apenas alumbraba el recinto, incluso cuando este estaba en su máximo resplandor. Jeremy solo lograba ver un poco del gran y verde jardín del lugar a través de esa ventana. Deseaba salir, nunca debió aceptar la ayuda de ese alfa. ¿Cuándo había aceptado su ayuda desde un principio? Se sentía humillado y olvidado.

 

Y claro que no olvidó que ese tal Johnson tenía una esposa e hijos. Pensó que se convertiría en su alfa y Jeremy se había quitado la lotería con aquel accidente del que salió con heridas no tan graves gracias a los médicos. Odiaba a ese hombre y solo recordó verlo una vez, el día en el que fue al hospital para decirle que se había convertido en su omega. Odiaba mucho a ese hombre aunque no sepa su nombre y menos recuerde su rostro, solo sabía que tenía el cabello azabache como la noche, muy contrario al rubio cabello del omega.

 

Lo odiaba porque en cada momento entraba en su mente a través de ese lazo que se formó por obligación. La primera semana la mordedura en su cuello tenía un horrible color morado con tonos verdes esparcidos cerca de la línea que los dientes del alfa crearon ¿qué tipo de dientes tenía ese alfa? ¿acaso se los afiló antes de marcarlo? Solo estaba feliz porque aquel lazo desaparecería tarde o temprano.

 

Su aburrimiento era descomunal, su piel palideció por la falta de sol y unas ojeras grises empezaron a notarse bajo sus párpados, todo causado por el continuo alejamiento del aire fresco. Su cuerpo se sentía cansado a pesar de estar descansando la mayor parte del día y a veces solo se concentraba en contar la cantidad de querubines que se encontraban en una enorme pintura colgada de la pared.

 

Eran treinta y seis, treinta y seis malditos querubines a quienes les había puesto nombre y había hecho historias en su mente sobre sus relaciones, si quisiera podría empezar a ser amigo de uno de ellos, pues la soledad era tanta que su voz se sentía extraña cuando intentaba hablar.

 

Estaba desesperado.

 

Cuando pasaron más de dos semanas de ese encierro, unos ruidos se escucharon del otro lado de la puerta. ¿Una pelea? Jeremy prestó atención a los sonidos y escuchó cómo dos hombres se hablaban con voces graves que hacían al omega temblar. Eran dos alfas peleando y usando ese tono tan autoritario que erizaba la piel del rubio omega.

 

—¡No puedes dejarlo encerrado de por vida! —gritaba uno de ellos. Jeremy al instante prestó aún más atención, sabía que hablaban de él.

 

—¡Es mi omega y puedo hacer lo que me plazca con él! —escuchó la voz del segundo y su piel se erizó, era el señor Johnson, al usar la voz de alfa el lado omega de Jeremy se estremecía de manera extraña, casi primitiva. Quería salir de esa habitación y estar al lado de su alfa, pero la maltida orden de quedarse ahí estaba asesinándolo lentamente.

 

—Owen, debes saber que él puede ser un omega y puede ser tuyo, pero es una persona también y se volverá un demente si no sale de esa maldita habitación —el otro alfa había hablado ya sin el tono característico de alfas, solamente tratando de apaciguar al señor Johnson, quien ahora tenía nombre y "Owen" era este. Jeremy se emocionó al escuchar el nombre de su alfa, tenía un nombre muy bonito. Tanta fue la emoción que su marca empezó a arder y de inmediato sintió el terror recorrer su sistema.

 

—Ese estúpido nos está escuchando —la voz de Owen se sintió dura. El alfa supo que Jeremy los estaba escuchando a través del lazo, el cambio tan repentino del omega concordaba con la situación en la que estaba. Jeremy al instante corrió hacia la cama y de cubrió el cuerpo completo con las sábanas, lo hizo como si fuese que él jamás escuchó nada. Y sintió la furia de Owen a través del lazo, si no quería que lo escuchara ¿por qué peleaban tan cerca de su habitación?

 

Se cubrió los oídos con miedo para no escuchar nada más. No quería que ese alfa se le acercara, le temía aunque le perteneciera, la furia que sintió a través del lazo solamente hizo que quiera escapar de aquel maltido lugar.

 

Esperó cualquier cosa, un castigo, un golpe o alguna ofensa, pero no hubo nada de ello, solo una mano que se posó en su hombro izquierdo.

 

—Oye... despierta —y una voz cálida y suave que hizo al chico olvidar ese terror. Abrió los ojos y giró la vista hacia el hombre, no era Owen, se le parecía bastante a decir verdad, se veía igual de magno que su alfa, pero la diferencia era que este alfa tenía una mirada dulce y con unos ojos verde oliva que tranquilizaron bastante al chico.

 

—Me llamo Iván —decía mostrando una blanca sonrisa, Jeremy se levantó de la cama y se sentó en esta, mostrando que llevaba las pantuflas puestas—. Así que sí nos estabas escuchando —dijo el alfa al ver el calzado del chico.

 

—Lo lamento, no fue mi intención —sususrró bajando la cabeza y apartando la mirada ¿estaba bien que hablara con otro alfa? Se sintió confundido.

 

—No te preocupes, al contrario, quítate esos zapatos y ponte unos mejores que saldremos a tomar aire ¿quieres? —la sonrisa del alfa hizo a Jeremy sonreír también y al instante fue hacia el mueble que resguardaba su ropa para buscar un par y cambiarse el pijama que usaba todos los días.

 

Iván observó al omega entrar por la puerta del baño. Su hermano era un tarado por olvidar a tan bonito espécimen y dejar que se deprima solo en una habitación. Al menos Owen era los suficientemente desinteresado como para decirle a Iván que podría hacer lo que quisiera con el chico.


 

Notas finales:

Pregunta de su torpe escritora :'v

¿Cómo carajos hago para poner más de una advertencia/categoría a una historia? ;-;

Aiuda, plz xD


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