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Inconsciente por BackAck

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Un joven de cabellos oscuros y largos atados en una coleta caminaba con alegría por los pasillos de esa mansión, Enos iba con una gran sonrisa a la oficina de su hermano mayor, sus ojos verdes brillando por la emoción de oler a un omega en su casa. Hace solo unas horas había llegado de esas horribles vacaciones en las cuales no pudo disfrutar del paradisíaco lugar por culpa de su detestable novia. Enos estaba comprometido, pero eso le importaba en lo más mínimo cuando de un omega se tratara, su novia alfa era realmente un dolor en el trasero y el joven alfa no quería mirarla ni en una maldita pintura, los omegas eran más sumisos y más tranquilos, siempre aceptando todo lo que les tocaba.


—Owen~ hermanito querido~ —canturreó el chico entrando sin pedir permiso a la oficina del alfa castaño, este estaba ocupado ordenando unos papeles que tenían relación con su trabajo. Owen soltó un suspiro cansino mientras que ignoraba a su hermano quien llegaba y se sentaba sobre los sillones con brusquedad, el mayor intentaba no fruncir el ceño muy seguido, su madre le había dicho que le saldrían arrugas horribles siendo tan joven, pero no podía evitarlo al ver a ese idiota.


Y vaya que no lo quería ver, menos sabiendo cómo era ese joven adulto hormonal.


—¿Qué demonios quieres? ¿Dinero? Ya me debes cinco mil dólares.


Enos dejó salir una risa sosteniéndose el estómago con exageración. La pequeña coleta de cabellos negros se sacudió por un momento en medio de la risa.


—¿Cómo puedes cobrar intereses a tu propio hermano? ¡Maldito tacaño! —rió, claro, solo lo decía en ese momento, luego cambiaría el tema de conversación para no hablar sobre sus deudas—. ¿Hay un nuevo omega en la casa? No me mientras Owen~


De nuevo usaba ese horrible tono, el mayor ignoró la mirada de su hermano todo el tiempo solo para que este no recibiera un golpe, solo se concentraba en acariciar el puente de su nariz intentando evitar esas arrugas. Ese chico imitaba a la perfección el tener una ortiga en el trasero, entendía por qué sus padres no querían dejar las riendas de la empresa a un maldito irresponsable como Enos, entendía por qué Iván y él serían los herederos de las empresas Johnson.


—Sí, hay un nuevo omega en la casa. —Los ojos de Enos parecieron iluminarse—. Pero tiene mi marca, no creo que la tengas muy fácil con él.


—¿Puedo Owen? —preguntó como un niño pequeño pidiendo un dulce, sus labios se curvaron en medio de la emoción y juntó las manos como si se pusiera a rezar—. ¿Puedo? Por favor... —¿acaso ese chico sería capaz de hacer un berrinche si le dijera que no? Owen rodó los ojos.


—Puedes, al fin y al cabo el omega no me interesa, lo encontré en la calle cuando estaba en celo —Owen tomó unos documentos y comenzó a leerlos como si fuera lo más normal del planeta lo que acababa de decir.


—¡Iihh! —el joven se sorprendió por esa confesión—. ¡No me digas que tú...!


—¡Enos! —Owen dejó salir su voz de alfa—. ¡Compórtate por una maltida vez y déjame hacer mi trabajo! ¡Largo!


El joven sabía que, a pesar de ser un alfa, no podía retar a su hermano por este ser mayor y con más poder dentro de la familia, pero aún así no dejaría de molestarlo. Se despidió del mayor canturreando de nueva cuenta sabiendo que su hermano odiaba eso y solo hacía que esa frente se arrugara cada vez más.


Enos caminó con las manos en los pantalones mientras silbaba un tonillo horrible, iba hacia la habitación de aquel omega a quien había detectado apenas entró a la casa, su aroma era delicioso y dulce, no creyo que estuviera marcado porque el aroma de los omegas cambia con el lazo formado.


Quizás Owen no lo aceptó como su omega, pensó, entonces una pregunta llegó a su mente ¿Por qué lo reclamó? Se había enterado por parte de su padre que Owen estuvo en medio de un accidente y eso ocasionó que ese omega fuera a la casa. Claro, a Enos no le interesaba cómo había llegado el chico, ahora tendrían un bonito omega en quien descargarse por fin, su estúpida novia era una alfa y su naturaleza hacía que siempre quiera llevar el mando de la situación, odiaba eso en demasía, por ello adoraba a esas inocentes criaturas que eran capaces de complacer a su alfa hasta en los deseos más oscuros.


Y apesar de que ese omega lleve la marca de su hermano no se detendría a pensarlo pues ya tenía permiso y era obvio que a Owen ese chico no le interesaba. Con cuidado de no hacer sonidos llegó al pasillo en el que se encontraba la habitación de Jeremy, este se encontraba observando con detenimiento la maceta que Iván había encargado que llevaran a la habitación, también intentaba guiarse con un libro de ilustraciones a la hora de limpiar aquella pequeña planta que intentaba vivir y que había sido un regalo del alfa. Estaba tan concentrado en ello que no sintió el aroma de una persona desconocida hasta que este abrió la puerta totalmente. Jeff giró asustado y observó el cuerpo esbelto de un alfa, lo sabía por su olor. El omega sintió que todo dentro suyo se rompió en un solo instante y, a pesar de no conocerlo, ya sentía que lo temía. Ese tipo no era bueno, no era como Iván quien lo ayudó a salir ni como Owen quien no lo quería, pero al menos lo ignoraba olímpicamente.


Ese alfa tenía otras intenciones.


—Buenas noches, pequeño —dijo entrando a la habitación, se le dibujó en el rostro una sonrisa de lado y no evitó sentirse un ídolo cuando el chico bajó la mirada ante su presencia—. Soy Enos Johnson —se presentó dándole una mano, Jeremy por un momento pensó que alguien como él no debía dar la mano a un alfa, pero al ver el gesto respondió luego de unos segundos.


—Jeremy —susurró, el alfa ladeó la cabeza.


—¿Solo Jeremy a secas? —preguntó, sus manos aún no se saltaban y notaba cómo ese chico empezaba a liberar aún más aquel aroma, quizás a causa del miedo o del dolor que le causaba la marca que estaba en su cuello y en ese momento ardía como si lo acabaran de sellar con un fierro al rojo vivo.


—L-lo lamento señor Johnson —susurró, Enos sonrió ampliamente al ver que se disculpaba a pesar de no haber hecho nada.


Ese chico le gustaba.


 

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