Era una hermosa mañana en la que el sol saludaba a todos con sus rayos amarillos que cargaban de energía al mundo, unas aves trinaban desde los árboles mientras que los rayos intentaban colarse a través de una pequeña ventana, esas aves trinando alzaron vuelo graciosas mientras que sentían la vida fluir por sus alas y sentirse libres. Muy por el contrario, en aquella habitación se encontraba un magullado cuerpo tendido sobre sábanas sucias y los fluidos sobre sus muslos y nalgas se secaban con lentitud, la sangre se volvía cada vez más opaca al pasar las horas y el semen dejó de sentirse cálido desde hace tiempo.
Jeremy boca abajo observaba de lado aquella ventana que aceptaba por primera vez un triste rayo de sol, quizás no deseaba ver esa claridad que solo le hacía ver sus manos posadas al lado de su cabeza con esas rojas marcas de violencia, el yeso había sido destrozado y el brazo roto solo hacía que todo aquel dolor aumentara. Por suerte el omega no recordaba mucho ya que perdió el conocimiento cuando ese hombre empezó a asfixiarlo.
Ahora solo sentía un horrible dolor por todo el cuerpo y la garganta seca. Se removió entre las sábanas y sintió cómo de su entrada se escurrían una gran cantidad de fluidos que se mantenían cálidos, con sangre fresca.
Solo cerró los ojos, quería dormir y nunca despertar.
•§•
La mañana saludaba al alfa desde la gran ventana de su habitación que se encontraba en el tercer piso de esa mansión, en realidad Owen no pudo dormir en toda la noche, antes y ahora solo sentía un horrible dolor en el pecho que lo impedía respirar con facilidad, su estómago también sufrió haciendo que una cena bastante cara que había tomado con unos asociados se fuera a la misma mierda.
Él siendo un alfa jamás se había enfermado de aquella manera y atribuyó ese malestar al caviar, excusándose así con sus asociados para luego huir hacia la mansión y solo escuchar gritos de súplicas que venían de pasillo. Es ese maldito omega, pensó. Y supo que odiaba esa sensación nada gratificante que le hacía sentir, era como un pesar que lo obligaba a ayudarlo, pero ¿por qué lo haría? Sabía que ese omega era de su propiedad, pero no tenía la obligación de cuidarlo.
-Ese idiota de Enos volvió a pasarse de la raya -masculló casi queriendo dar un golpe a su inútil hermano menor, sabía que ese hombre no tenía tacto alguno con los omegas y sabía que era un maniaco por el poder que podía ejercer sobre uno. Owen suspiró pesadamente aun sintiendo ese malestar que lo obligó a mantenerse en vela toda la noche, respirar le costaba y no le agradaba en nada lo que estaba sintiendo ¿era miedo? ¿por qué él sentiría miedo estando en su propia casa?
Se levantó de la cama y entró al baño dispuesto a tomar una ducha que lo hiciera sentir mejor. Luego de unos minutos bajo la lluvia artificial salió con una toalla para encontrarse con Enos sobre su cama comiéndose unas barras de chocolate que Owen tenía en un minibar.
-¿Qué tal hermanito? -dijo el alfa mientras que buscaba el control remoto de la televisión plasma, Owen lo ignoró y fue a buscar su ropa, Enos prendió la televisión y al instante empezó a hacer zapping, encontrándose con una preciosa nada, la apagó y observó a su hermano mientras se vestía.
-¿Podrías dejar de hacer eso? Ya sé que me adoras, pero si sigues mirando mi trasero te daré una patada en las bolas -dijo de mal humor, sabía que Enos se merecía más que una patada en las bolas, su destino era malo y Owen lo sabía, solo que la risa de Enos confirmaba que él no lo sabía.
-Oh, quiero saber algo -dijo luego de que su risa pasara-. ¿En serio tomaste a ese omega cuando lo encontraste en celo? -su sonrisa era amplia mientras que lo miraba con complicidad. Owen frunció el ceño mientras se ponía los pantalones.
-No sé de qué hablas -vaciló por un momento-. En realidad no recuerdo muy bien lo que sucedió esa noche, luego de que lo atropellara todo se nubló y desperté en el hospital a la mañana siguiente.
-Owen, es probable que lo hayas hecho con el chico -dijo el alfa riendo mientras que el mayor volvía a ignorarlo y tomaba un par de zapatos lustrados para ponérselos-. ¿Sabes? Anoche... cuando lo hice con el omega, él ya no era virgen -lo susurró, Owen sintió una especie de furia recorrer su sistema y quemar cada nervio que poseía, se movió por instinto y, cuando su hermano mencionó eso, lanzó aquel zapato con tal fuerza a su rostro que el alfa más joven no pudo esquivarlo y terminó sobre su rostro, Enos se quejó diciendo maldiciones mientras que el alfa se acercaba a él de manera amenazante.
-No vuelvas a acercarte al omega -dijo con la voz gruesa e imponente, observó a su hermano con desprecio mientras que lo tomaba por el cuello de su camisa y lo levantaba de la cama-. No lo hagas -mencionó.
Enos sonrió de lado, esa maldita sonrisa.
-Pero si tú fuiste quien me dio permiso de hacerlo -bufó-. Qué irónico, el alfa defiende al omega luego de haber sido el causante de su sufrimiento.
Owen sintió asco por su hermano, quizás sentía más asco por sí mismo. No defendía al omega porque lo quisiera, lo hacía por pura conveniencia personal pues tener a Jeremy alterado solo hacía que los sentidos del alfa se alborotaran.
—Cierra la puta boca, no lo hago por el omega —dijo, su ceño fruncido se relajó ligeramente, no quería golpear a Enos pues no podría detenerse hasta verlo muerto y un fratricidio no era lo más conveniente para el joven empresario, pero cuando vio de nuevo esa sonrisa ladina y estúpida en el rostro de su hermano menor no lo toleró y un puño fue a parar a su nariz.
El golpe de la piel contra piel sonó violento y la nariz de Enos lo sufrió mientras que salía sangre de esta y se notaba ligeramente ladeada. Owen soltó a su hermano y este cayó a la cama gritando por el dolor, el alfa mayor solo masculló un par de ofensas mientras que recogía su zapato que se encontraba al lado se su hermano y salía de la habitación con sus calzados en mano. Luego pediría a una de las sirvientas que limpie la sangre que su inútil hermano dejó en au habitación, ahora tenía cosas más importantes que hacer.