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Inconsciente por BackAck

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Cuando llegó el mediodía la puerta de la habitación del omega fue abierta, Jeremy no había dormido a causa del dolor y solo se dedicó a mantenerse en la misma posición durante horas, juraría que ya no sentía su cuerpo pues estaba entumecido. Los pasos se acercaron hasta la cama en la que el omega reposaba sin decir una sola palabra, Jeremy conocía los sonidos de esos tacones, era la mucama quien siempre venía a darle la medicina y ahora se escuchaba cómo eran recogidas las ropas y sábanas que cayeron al suelo.

A pesar de estar despierto y saber que esa mujer estaba viendo su cuerpo desnudo, no le importó en absoluto, no tenía ganas de sentir algo en ese momento, ni siquiera pudor. Aunque esas ganas no evitaban que sienta un terror tremendo recorrerle las venas al imaginarse a ese alfa. El silencio en la habitación era casi tan molesto como el único sonido que había: los tacones bajos de la mucama chocar contra el piso de madera y, a veces, hacerse sordo al pisar la alfombra.

Jeremy sintió cómo algo cálido cubría sus hombros, parpadeó llegando a la realidad y dándose cuenta de que era una mullida toalla blanca. Se enderezó despacio y con dolor intentando no apoyarse en el brazo roto ni hacer algún movimiento que hiciera a su cadera punzar.

Lástima que su rostro delató su dolor.

—Permítame ayudarlo —dijo la muchacha mientras que tomaba al chico con sus brazos y lo ayudaba a enderezarse del todo, Jeremy hizo una mueca de desagrado al sentarse y sentir dolor en su zona íntima—. Debería tomar un baño, señor Jeremy —a pesar de que el chico se encontraba en tal situación no podía hacer nada pues las reglas se lo impedían, no quería perder ese trabajo. Además, la mujer quería ayudar al chico, sentía que después de lo que sucedió nadie más sería capaz de verlo como alguien que merezca respeto, menos siendo un omega, esa era una razón más para callar.

Jeremy cubrió su cuerpo con la toalla mientras que intentaba ponerse de pie y era ayudado por la chica de cabellos castaños. Cuando sus pies tocaron el suelo sus piernas temblaron con la gracia de una gelatina y eso solo logró que sus débiles piernas le fallaran, por suerte la beta lo sostuvo de la mejor manera posible.

—Tranquilo, te tengo —dijo, Jeremy observó a la chica y fingió una sonrisa como agradecimiento. Con duros esfuerzos Jeremy llegó hasta el baño, en la tina se obsevaba agua cristalina que dejaba salir un ligero vapor que hacía al ambiente un poco más reconfortable—. El agua tibia calamará un poco el dolor —Jeremy dejó caer la toalla, ahora esa tina llena de agua le parecía apetecible, entró al agua tibia y se sentó en ella haciendo un ovillo con su cuerpo, reposó su mentón sobre sus rodillas, el brazo roto también se sentía mejor. Quizás luego le diría a alguien que necesitaba a un médico.

—Le traeré un par de pastillas para el dolor, las dejaré en la mesa de noche —decía la mucama mientras debaja los utensilios de limpieza cerca de la tina para que el omega no deba hacer esfuerzos en alcanzarlo.

Salió del baño dejando a Jeremy en su privacidad, solo cuando estuvo solo se dedicó a limpiar cada parte de su cuerpo con delicadeza, no quería provocarse más moretones de los que tenía. Utilizó los jabones con olores más molestos que encontró para quitarse el aroma de ese alfa que apestaba a una combinación de tabaco y azúcar, prestó delicada atención a su sensible e irritada entrada, jamás había experimentado el sexo antes y estaba de más decir que le temía. 
Jeremy estiró un poco las piernas mientras intentaba que el entumecimiento pasara, pero cuando logró levantarse de la tina solo se llevó una gran sorpresa al sentir cómo un cálido fluido se resbalaba por la cara interna de su muslo, bajó la mirada creyendo que era un poco más de semen que había quedado dentro, pero se sorprendió al ver gotas de sangre derramarse y manchar el agua de aquella tina. Jeremy se asustó pues aún no había dejado de sangrar.

—Demonios —susurró con la voz ronca llevando su mano a su entrada, la hemorragia era leve pero no dejaba de ser molesta. Luego de limpiarse una vez más salió del baño y con pasos lentos llegó a su cama ya ordenada pulcramente, sobre las sábanas reposaban unas prendas que correspondían a unos pantalones y una camisa de pijama, en la mesa de noche se encontraban dos pastillas y un vaso de agua reposando en una fuente. Se tomó las pastillas e intentó vestirse a pesar de que el brazo roto solo le hacía tener problemas por el dolor y no paraba de quejarse. Se dio cuenta que sentía menos dolor mientras que tenía el brazo en una sola posición, así que como pudo enredó el mismo con la misma toalla que usó y lo puso sobre su estómago mientras que se recostaba boca arriba sobre aquel lecho. De un momento a otro la pintura de querubines dejó de darle gracia.

Sentía mucho dolor, no solo en el brazo izquierdo ni en su zona íntima, sino también en el vientre y el estómago, también sentía el ardor en el cuello causado por las marcas que las manos del alfa dejaron ahí y también un horrible dolor en la garganta causado por todos los gritos de la noche anterior, cerró los ojos, debería intentar olvidar eso.

La puerta fue abierta nuevamente, esta vez Jeremy observó de quien se trataba ladeando la cabeza hacia la misma, esperaba encontrarse con la muchacha pero se sorprendió al ver a su alfa por primera vez luego de mucho tiempo. Jeremy sintió un revoltijo en el estómago ante tal impresión, su cuerpo sufrió una desesperante sensación de frío creciente y un entumecimiento a causa del miedo que ese alfa le causaba ¿qué haría ahora? No conocía a Owen más allá de su malhumor, no sabía qué iba a pensar al saber que su omega estuvo con otro alfa.

Jeremy no sabía si debería sentir que lo había traicionado cuando fue Owen mismo quien lo rechazó desde que se conocieron, simplemente no dijo una sola palabra. Lo más seguro era que el alfa venía para echarlo de su mansión de una vez por todas, estaría realmente feliz si eso sucediera y aunque quisiera dar la cara a su alfa desvió la mirada de Owen y solo se concentró en su brazo izquierdo que se resguardaba en esa mullida toalla, no sintió cuando el alfa se acercó a él con cuidado y se sentó sobre las sábanas.

—¿Qué te sucedió? —dijo Owen mientras que llevaba una mano al rostro de su omega e intentaba acariciarlo, Jeremy solo movió a un lado la cara, sentía miedo de que lo tocara después de usar ese tono tan tranquilo. Ahora sí que se sentía confundido—. ¿Jeremy? ¿Estás bien?

El alfa era persistente, había llegado a la habitación con el único objetivo de hacer a Jeremy tranquilizarse, la continua ansiedad del omega afectaba al mayor en su trabajo y eso lo molestaba bastante. Cuando Owen recibió el rechazo de ese chico solo frunció el ceño fastidiado por la “inmadurez” con la que actuaba, puso las manos en el fuego y en el rostro de Jeremy, fijando ambas miradas.

—Ven aquí —Owen tomó al omega desde los hombros abrazándolo y este apoyando su mejilla contra el pecho del alfa siendo obligado por él, Jeremy se sentía incómodo teniéndolo de esa manera era la primera vez que se tocaban y ese alfa realmente no era brusco, quizás hasta se consideraría delicado, el miedo fue reemplazado por angustia y sus ojos se llenaron de lágrimas—. Desde ahora estarás bien —le dijo el alfa mientras que acariciaba los dorados cabellos de su pareja. Jeremy dejó salir sus lágrimas en silencio mientras que sus temblorosas manos se atrevían a aferrarse a la espalda del alfa causando al mismo tiempo un dolor terrible en el brazo izquierdo. No le importó, no le importó más, ya lo habían separado de su antigua vida, lo habían encerrado en una jaula de oro, lo habían golpeado, violado y humillado... ¿Un simple brazo roto? Qué era eso, ya había caído hasta lo más bajo.

—Owen... no te vayas.

¿O quizás podía ser tan inconsciente como para llegar aún más abajo?

 

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