c a p í t u l o d o s
Dolor.
Eso era lo que sentía, un intenso dolor que lo penetraba hasta los huesos.
Sentía el ruido del agua cayendo, pero aún así no quería despertar, dolía mucho.
¿Cómo había terminado así?
No lo recordaba.
Es más, ni siquiera recordaba cómo se llamaba o quién era.
O qué estaba haciendo aquella delicada chica frente suyo.
—Veo que despertaste, Gon.
Escuchó una voz masculina, pero no veía de dónde venía.
Oh.
Aquella voz le pertenecía a la bella chica.
Al bello chico, mejor dicho.
—¿Q-Quién eres?— Preguntó con dificultad, le dolían los músculos de la cara.
Illumi no respondió, solo se limitó a masajearle el cuero cabelludo con un poco de shampoo.
—O-Oye, s-señor, por q—¿No me recuerdas? —Esta vez fue Illumi quién preguntó, interrumpiendo al menor.
—No —Escuchó a Gon murmurar, mientras cerraba los ojos producto del masaje que le estaba dando a su cuero cabelludo.
—Ugh —gruñó el pequeño al sentir cuando la mano del chico hermoso tocó una herida de su cabeza.
Illumi continuó frotando aquella herida, haciendo gemir de dolor cada vez más fuerte al mejor amigo de su hermano, salia sangre, la cual estaba escurriéndose hasta llegar a la barbilla del menor.
—B-Basta, duele.
Y con eso Illumi paró.
Agarró la alcachofa y comenzó a quitar el producto de la cabeza de Gon, el agua diluía la sangre y el shampoo.
Tomó un poco de acondicionador y repitió el proceso, tratando de no tocar la herida esta vez.
—Tú, dime, ¿no recuerdas nada? —Volvió a consultar el mayor.
—No, nada — Respondió mientras sujetaba la camisa del chico, el cual lo tenía en una posición incomoda, mientras el mayor estaba arrodillado en el suelo, Gon estaba con la cabeza a la altura del pecho y sentado en un pequeño banquito.
—¿Sabes cómo te llamas?
—No.
Illumi respiró hondo, se sentía tan frustrado, nada parecía salirle bien hoy. Bueno, al menos el menor no estaba a la defensiva.
—Tu nombre es Gon, tienes como unos doce años, eres cazador y el mejo— El niño lo interrumpió.
—E-Espera, vas muy rápido, ¿quién eres?
—Soy Illumi, el hermano mayor de tu mejor amigo.
—Irumi —Repitió Gon, tratando de pronunciar su nombre.
—No, Illumi — Lo corrigió el mayor.
De repente se escucharon tres golpes en la puerta y una voz preguntando si todo estaba bien.
Illumi apagó la ducha y comenzó a secar al menor.
Encontró una remera blanca arriba del lavarropas, probablemente de Hisoka, y puso para lavar todo lo que tenía antes puesto Gon.
Le puso aquella prenda a Gon, la cual para su suerte le quedaba grande, casi como un vestido abajo de la rodilla.
Estaba a punto de sacar el botiquín con los medicamentos para curar sus heridas, cuando volvió a sentir la voz de Hisoka preguntando qué estaban haciendo.
Decidió abrir la puerta y dejarlo entrar.