c a p í t u l o t r e s
Una hora.
Había pasado una hora desde que Illumi y su fruta entraron en el baño, al principio no le gustó mucho la idea de dejarlos solos, pero sabía que podía confiar en Illumi.
No le haría nada a Gon, después de todo era el mejor amigo de su hermano.
O eso pensó hasta que bajo el volumen de la tele y escuchó unos gemidos.
Su imaginación a veces le jugaba malas pasadas, de seguro es eso, sí.
—Ugh.
No es nada.
—B-Basta, duele.
Se levantó tan rápido como pudo y corrió hasta el baño, donde se encontró a la puerta con cerradura.
—Mierda —Susurró y decidió mirar por el agujero del picaporte.
No era nada, solo su imaginación otra vez.
Illumi estaba terminando de lavarle el cabello y Gon parecía haber despertado, todo normal.
Hasta que se puso a pensar y recordó que Gon no se lleva para nada bien con Illumi, qué mierda estaba pasando ahí.
—Illumi, ¿está todo bien por ahí?
Estuvo diez minutos más esperando la respuesta que nunca llegó.
Volvió al picaporte, y pudo ver como Gon terminaba de acomodarse una remera.
Oh, era su remera.
Se veía increíblemente tierno con aquella blanca franela, lástima que le llegara hasta la rodilla, cubriendo sus hermosos y gruesos muslos.
Aquellos fuertes muslos que hoy se veían tan coloridos (producto de los moretones) y huesudos.
—Oigan, ya pasó una hora, ¿qué están haciendo?
Trató de hacerse el desinteresado, como quien no sabe qué está pasando, cuando en realidad lo había visto todo.
La puerta repentinamente se abrió y el mago cayo de bruces al suelo.
—¿Estás bien? —Preguntó Gon.
¿Su fruta estaba preguntando por su estado? ¿Qué es esto, navidad?
Se levanto con la nariz sangrando, o el piso era muy fuerte o su nariz muy débil.
Su niño estaba sentado en un pequeño banquito verde, mientras Illumi terminaba de aplicarle una crema en su pierna izquierda.
Se quedo un rato mirándolo, no parecía ser el mismo chico que conoció en el examen del cazador.
Una venda cubría su cabeza, tenía varias banditas en sus rodillas y los moretones estaban siendo cubiertos por una crema rosa.
La expresión de su cara era... Distinta.
No era Gon, parecía una versión sumisa y débil de él.
No es que le disgustara verlo así, pero algo que amaba de su fruta era la determinación que había en su mirar.
Y ahora sus ojos estaban tan vacíos, inocentes, como si de un animalito perdido se tratase.
—Perdió la memoria —Dijo Illumi.
Y de repente un silencio se hizo entre los tres, solo el pronostico del tiempo se hizo presente en ese espacio.
Al parecer hoy esperaban nada más y nada menos que 5 grados allá afuera, habrá que abrigarse para ir a hacer las compras.
Estaba decidiendo entre hacer sopa o estofado.
—¿Qué?
—Lo que escuchaste, este mocoso perdió la memoria, cuando despertó no sabía ni su propio nombre.
—¿No me recuerda?
—No recuerda a Killu, menos te va a recordar a ti.
—¿Qué es un Killu?— preguntó el menor tratando de incluirse en la conversación.
A este paso Hisoka casi estaba llorando en el piso, ¿qué haría si su fruta no recordaba como usar el nen?
Illumi se dedicó a peinar el cabello de Gon, desenredándolo.
Ni él sabía la razón por la cual estaba siendo tan atento con Gon, simplemente le nació así.
De todas formas, no es como si Gon pudiera recordar que en el pasado quiso matarlo por tratar de ser el amigo de su hermanito.