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Amores Que Pasan El Tiempo por Hibari Ai

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En la entrada de la mansión Cipriatto se despedían nuestros infiltrados y el Don de la Famiglia, en el pequeño lapso de conocerse, al Don le habían caído muy bien, lamentablemente en los pensamientos de ambos estaba la duda de cómo iría a reaccionar cuando se diera cuenta que ellos no eran los verdaderos representantes de la Famiglia Colombo.

 

Qué bueno que ellos no estarían allí para presenciarlo.

 

Fue en ese preciso momento que al Don le llegó una duda, y no dudó en expresarla.

 

—Pienso que es algo divertido…—Tsuna y Fon lo miraban con una interrogante en su cabeza, obviamente sin saber la gracia del otro—A pesar de que ustedes conocen mi nombre, yo no conozco el de ustedes.

 

—Oh… Ciertamente es algo divertido, no lo había notado—Comentó el de la trenza mirando discretamente a su compañera. No tenía la menor idea de cuáles eran los nombres de las personas que estaban suplantando y por la expresión que le estaba dando Tsuna, tampoco sabía—Mi nombre es Yixing, un gusto conocerlo formalmente, Don Cipriatto—Tan pronto como terminó de presentarse el Don posó su mirada en su acompañante, esperando su respuesta.

 

Tsuna no sabía en qué hoyo meterse, él no era muy bueno que digamos con los nombres. ¿Qué podría decir? Si no se daba prisa el Don sospecharía de ellos… Un nombre… No podía decir uno con el cuál no se relacionara porque al no dársele el arte de mentir los descubrirían… Tenía que ser un nombre de alguien cercano, pero lo suficientemente lejano para que nadie se diera cuenta… Un nombre así… ¡Claro!—Mi nombre…—Los dos hombres presentes vieron cómo el rostro de la chica se suavizaba de una manera tan encantadora que el sonrojo en sus caras fue inevitable—Es Natsu. Es un placer comenzar a trabajar con usted, Don Cipriatto.

 

—El placer es todo mío, giovane Yixing, signorina Natsu. Espero que desde ahora en adelante nos estemos viendo más seguido. En especial a usted, signorina Natsu—Dijo mientras depositaba un beso en el dorso de su mano.

 

—Jejeje… Claro—Le respondió algo incómodo por la atención recibida, además de que comenzó a recibir las emociones de su compañero y no estaba muy feliz que digamos.

 

—Si no le importa, Don—Interrumpió Fon arrebatándole suavemente la mano de su acompañante al jefe de la Famiglia Cipriatto para sostenerla entre las suyas. Tsuna lo miró entre agradecido y confundido, la primera porque ya una de sus manos no estaba siendo sostenida por el Don, lo cual le incomodaba en demasía, y la otra por los sentimientos llenos de molestia que estaba recibiendo de su compañero—Ya nos vinieron a recoger y no creo que sea buena idea hacer esperar a nuestro jefe cuando ya nos ha llamado varias veces para que nos apresuráramos. Que pase buenas noches.

 

Y arrastró a Tsuna dentro del vehículo que justo se acabó de estacionar frente a ellos, sin darle tiempo a contestar al Don. Tan pronto como subieron el vehículo, este se marchó, dejando al Don con una gran duda en la mente sobre lo que hace unos segundos había ocurrido.

 

Cuando entraron al automóvil se dieron cuenta de que tanto Reborn como Verde se encontraban en los dos extremos de los asientos, poniendo todo el espacio posible entre ellos. A Tsuna se le formó un pequeño tic en el ojo, olvidando momentáneamente su confusión anterior, y Fon, también olvidando su reciente disgusto, iba a preguntar la razón del comportamiento de aquellos dos, pero Lal negó resignadamente con la cabeza, indicando que estaba cansada del comportamiento de esos dos y decidió dejarlo para después.

 

Como los pasaron a buscar en una limosina tomaron asiento entre Reborn y Verde, poniendo así más obstáculos entre esos dos. Quedando así, desde la puerta, Lal, Reborn, Tsuna, Fon, Skull, Viper y Verde. Todavía sin soltar sus manos.

 

Viendo que todos estaban ahí, a Tsuna se le puso la cara azul.

 

—Si todos estamos en la parte trasera… —Temía concluir la oración—… ¿Quién está conduciendo?

 

Viper lo miró estando obviamente divertido por el temor del más joven del grupo—Una de mis ilusiones lo está haciendo.

 

Y Tsuna se sonrojó, al no haber pensado en esa opción—Entiendo…—No sabía por qué, pero por alguna razón se sintió más cerca del encapuchado por la pregunta que había hecho… —Viper…

 

— ¡Tsuna!—Fue el grito que se escuchó en el auto a la vez que Skull se abalanzaba sobre el anterior nombrado con lágrimas en los ojos. Con la cabeza en el regazo del menor y sus manos rodeando el mismo, manteniéndolo en un medio-abrazo.

 

— ¿S-Skull? ¿Qué pasa?—Pregunta algo preocupado Tsuna al notar el estado su Nube. Puso la única mano que tenía libre en su cabeza (ya que Fon no tenía planes de soltarla otra en breve) y comenzó a acariciar suavemente su cabello haciendo que el de traje de cuero se relajara ante el contacto.

 

—Umm…—Negó suavemente… Qué bien se sentían esos delicados dedos cada vez que pasaban por las cerraduras de su pelo. No hace mucho que se había separado de su Cielo, pero lo extrañó bastante.

 

Tsuna sonrió cálidamente una vez las emociones de Skull llegaron a su ser… Ah, qué bien se sentía tener, al fin, alguien que confíe plenamente en ti.

 

Todos tomaron nota de la actitud que había tomado Skull para con Tsuna, fue un gran cambio considerando el hecho que comenzó llamándolo “chiquillo”. Pero a lo que más prestaron atención fue el hecho de que Tsuna no le recriminara nada de su comportamiento anterior a Skull, y si bien eso no tenía mucha importancia para ellos, gracias a la característica del Elemento Cielo, deseaban estar en el lugar del motociclista. Había un dicho que circulaba por ahí con respecto a los Cielos:

 

“Todos los Elementos Tipo Cielo saben aceptar y ser el hogar para los demás Elementos, pero no todos saben influenciar con su Armonía a otros”.

 

¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que, a pesar de que ninguno de ellos es Elemento de Tsuna, anhelaban serlo, porque querían estar en la posición que estaba Skull, añoraban que alguien los quisiera por ser ellos mismos y no por sus posiciones… Ansiaban un hogar… Un Cielo.

 

Pero no cederían.

 

Porque lo que estaban sintiendo era por la Armonía que desprendía Tsuna, no por sus propias decisiones.

 

Al final, todos dejaron de pensar en eso…Momentáneamente olvidando que Tsuna podía percibir los sentimientos de ciertas personas en el grupo, siendo Fon y Skull los únicos en notar el dolor en los ojos del pequeño.

 

—Tsuna…—Skull llamó suavemente, haciendo que sus miradas chocaran e intentó reconfortarlo dejando fluir un poco de sus Llamas de la Nube a través de su vínculo, pero no era de mucha ayuda ya que la característica de su elemento no era esa. Tsuna le dedicó una pequeña sonrisa en agradecimiento, era lindo que se preocuparan por ti de vez en cuando, fue cuando sintió un ligero apretón en su mano izquierda y posó su mirada en Fon, en su mirada podía notarse fácilmente el perdón y la vergüenza, Tsuna le ofreció lo mismo que a Skull, una ligera sonrisa, dándole a entender que estaba bien, que no importaba.

 

En el extremo del auto, Verde notó el intercambio entre esos tres y el que Fon estuviera sosteniendo la mano de Tsuna no le hacía nada de gracia. A su parecer, la mano del chino debía ir únicamente sobre la suya. Desvió su mirada de aquellas manos juntas cuando creyó que ya era suficiente tortura para su mente hasta que su vista cayó en la burlona del Hitman, obviamente se estaba divirtiendo con su situación. Hizo una mueca y abrió su laptop para distraerse un rato, lo que aumentó la sonrisa de Reborn, pero lo que este no entendía era el por qué a él también le disgustaba esa escena.

 

Todos sintieron cómo el vehículo se detuvo al mismo tiempo que el motor se apagaba, en vista que habían llegado, Lal abrió la puerta y salió, seguida rápidamente de los demás. La estructura frente a ellos no variaba en nada a la ilusión que Viper había hecho horas atrás.

 

— ¿Y qué están esperando, una invitación?—Cuestionó Viper al notar que ninguno de ellos tenía la intención de moverse—Entren.

 

Siendo la persona más cercana a la puerta, Viper abrió y entró, el grupo siguiéndole de cerca. Avanzaron hasta la sala tomaron asiento, Fon, Tsuna y Skull en un sillón, a su frente derecho estaban Lal y Verde en otro de dos plazas y en su frente izquierdo Reborn (quien jugaba con el anillo) en uno individual, al igual que Viper.

 

El ilusionista les mostró la carta anteriormente mencionada con un movimiento de su mano. Al ser el motociclista la persona más cerca, la tomó, dispuesto a leerla, inmediatamente el inmaculado color blanco de esta se tornó de un profundo color morado, haciendo que el de traje de cuero dirigiera su mirada a su Cielo en busca de respuestas por el repentino cambio. Tsuna simplemente se encogió de hombros, restándole importancia.

 

—Caprichos suyos.

 

Conforme con la respuesta otorgada, comenzó a leer la carta.

 

Ara, ara, Piccolo Cielo, al parecer has descubierto mi pequeña broma sobre la dirección de entrega del anillo. Todo habría sido más divertido si lo hubiesen llevado y luego darse cuenta de que no podían encontrar el lugar porque en verdad no existía, pero bueno, con esa Súper Intuición que te traes no puedo hacer mucho.

 

Dejando eso de lado, permítanme felicitarles a todos por completar su primera misión, pensaba que tardarían más en llevarla a cabo, pero con la mente de Little Sky no me sorprende para nada. Felicidades.

 

Para su próxima misión solo irán 4 personas, Lal-kun, Verde-kun, Fon-kun y el Pequeño Cielo. Tendrán que escoltar a un par de gemelos desde Florencia hasta Barcelona, ellos, los hermanos Alpaccino, los estarán esperando el 15/11 a primera hora. Disfruten su pequeño descanso.

 

Checkerface.

 

Inmediatamente Skull terminó de leer, el anillo con el cual jugaba Reborn desapareció en un pequeño estallido de Llamas de la Niebla.

 

Tsuna estaba que ahorcaba a Checkerface, acaba de ver el calendario y recién era 14 de noviembre, eso era dormir, bañarse, comer y largarse—Ahora sí estoy seguro, cuando lo vea le romperé la cara…

 

Era el colmo. Acaban de volver de una misión que les llevó toda la noche y, acabando de llegar, ese tipo les asigna otra. ¡Querían descansar, por todo lo sacro!

 

—Bueno, ya que no estoy asignado a esa misión no es necesaria mi presencia aquí—Dijo Viper—Por cierto, las habitaciones tienen la misma característica de las cartas, una vez tocas la puerta, esta cambia al color de tu llama, como la mayoría de las cosas que están dentro—Tan pronto dijo eso desapareció entre sus Llamas de la Niebla.

 

—Yo también me voy a descansar, Tsuna—Dijo Skull mientras se levantaba y subía las escaleras que estaban a la izquierda de la sala—Descansa.

 

Tsuna le dedicó una sonrisa y asintió, inmediatamente el calor de su mano desapareció y miró al causante de eso, Fon se había levantado y se despidió con un ligero movimiento de mano siguiendo a Skull, a los pocos segundos Verde y Lal siguieron el ejemplo de los demás desapareciendo de la sala dejando solos a Tsuna y Reborn.

 

El silencio que reinaba entre ellos era cómodo, no había necesidad de palabras puesto que a ambos les agradaba el silencio a pesar de que sus vidas siempre estaban llenas de lo contrario, uno porque “caos” era su segundo nombre y el otro porque los amigos que tenía no conocían el significado de la palabra “tranquilidad”.

 

El menor de los dos se levantó con intenciones de ir a la cocina, no había comido nada en todo el día y eso ya le estaba pasando factura, pero se detuvo a preguntarle al otro si deseaba que le preparara algo.

 

—Un Esspreso—Fue su respuesta, levantó una ceja de manera interrogante, deberían ser como las dos de la madrugada y eso era lo que el contrario pedía, no era algo muy inteligente, en su humilde opinión… Decidió no pensar más en eso por la seguridad de su salud mental (y probablemente física) e ir a preparar el dichoso café. Por lo que no pudo observar la sonrisa del contrario el cual se divertía mucho con los pensamientos del castaño.

 

Pocos minutos pasaron para que el de menor estatura volviese a entrar a la sala con un par de sándwiches, una taza de té y otra con el pedido del Hitman, todo en una bandeja. El asesino levantó una ceja en cuestión por la comida, pero el otro simplemente se encogió de hombros tomando uno y llevándoselo a la boca, en espera de que el contrario hiciera lo mismo.

 

Con una gracia propia del mayor, este tomó la taza con su preciado Esspreso y le dio un largo trago, degustándolo, sabiendo que los ojos del menor no abandonaron en ningún momento su movimiento. Debía darle crédito, la bebida estaba exquisita, no que él se lo diría claro, lo único que dejó salir de sus labios fue un “aceptable” y el puchero en el contrario no se hizo rogar, una sonrisa se deslizó sin su consentimiento por su rostro en reacción a la adorable acción del contrario. Podía vivir de esas expresiones.

 

Una vez terminado su pequeño refrigerio, Reborn se despidió del otro con un movimiento de su sombrero y desapareció por las escaleras, como lo habían hecho los otros momentos atrás. Tsuna se quedó unos minutos más lavando lo que había utilizado para la comida y una vez terminado eso decidió darse una ducha en el baño del primer piso para poder subir a su habitación y, al fin, poder descansar.

 

Tenía tanto sueño que una vez salió del baño y subió las escaleras que conducían al segundo piso entró a la primera habitación que creyó era la suya. Las luces estaban apagadas (como todo en la recámara), lo que le hizo afirmar que era su habitación, y sin muchos miramientos se subió a la cama para entrar a los brazos de su querido Morfeo. Estaba a punto de ser llevado por el tren de los sueños cuando sintió cómo unos fuertes brazos lo halaban y su espalda chocaba con unos firmes abdominales, la voz que escuchó en su oído le causó varios estremecimientos por todo su cuerpo por lo sensual que era.

 

—Si querías acostarte conmigo, sólo tenías que pedirlo, Tsuna—Quiso gritar, pero la mano de Reborn no se lo permitió—Alto ahí, no es como si fuera a comerte o algo por el estilo, bueno… Quizás… No ahora—El menor se retorcía cada vez que el Hitman hablaba, ya que su respiración chocaba con su cuello, ya varios suspiros habían abandonado sus labios. Sintió cómo él sopló intencionalmente justo debajo de su oreja, obviamente divertido con sus reacciones y trató con más fuerza salir de los brazos del contrario, pero sólo logró que este quitara la mano de su boca y afianzara el agarre sobre su cintura.

 

—Re-Reborn, dé-déjame ir—La posición en la que estaban era bastante sugerente y le avergonzaba mucho.

 

—De ninguna manera, has sido tú quien ha venido a mi habitación y no pienso dejarte ir—Las manos del mayor se colaron bajo su camisa, acariciando su abdomen y haciendo que se estremeciera—Además eres muy cálido, lo cual es muy agradable al tacto, así que desde hoy dormirás conmigo.

 

— ¿Qué? Ni siquiera lo pienses—Se negó Tsuna algo sorprendido por la firmeza con la cual fueron pronunciadas las palabras del sicario—No seré tu peluche, Reborn.

 

—…

 

Al no escuchar respuesta de parte del Hitman, se extrañó— ¿Reborn?—Dio vuelta a su cuerpo quedando frente al pecho del contrario subió su vista y su cara reflejó la más pura incredulidad—Que alguien me diga que es una broma…— ¡Reborn estaba durmiendo!—Esto no puede ser posible…— Pero al pasar su mano una y otra vez sobre los ojos cerrados del mayor le confirmó que este ya estaba en el mundo de los sueños. Ya podía sentir el dolor de cabeza que se avecinaba… ¿Cómo una persona podía caer dormida de un momento a otro? ¿Acaso siquiera era posible? Al parecer sí. Tenía la prueba justo frente a él. Trató una vez más el liberarse, pero parecía que lo tenían agarrado con un par de cadenas, por lo fuerte del agarre así que se resignó, aceptó su destino de pasar la noche en brazos del asesino. Sus pensamientos hicieron que su cara ardiera de vergüenza…

 

Dormir en los brazos de Reborn…

 

Si se detenía a pensarlo un poco, no era tan malo, estando ahora acurrucado junto al asesino le hacía darse cuenta de lo cálido y cómodo que era el cuerpo contrario, además de que a pesar de la fuerza del agarre que tenía en su cintura este no lo estaba lastimando, su agarre era fuerte y a la vez suave, como si no quisiera dejarlo ir, pero tampoco quisiera herirlo, y eso le causaba gran ternura al castaño. Subió su mirada encontrándose con el pacífico rostro del cuervo, era tan diferente a su estoico rostro habitual, ahora se veía tan relajado y en paz… Sin controlar un poco sus impulsos puso una mano en la mejilla del otro, acariciándola un poco en el proceso y sorprendiéndose por la suavidad del rostro del contrario, rio suavemente cuando el pensamiento de hacer esto una vez el sicario esté despierto cruzó por su mente.

 

«Probablemente termine lleno de agujeros» Después de ese pensamiento cesó su caricia y se acomodó para finalmente caer en la tierra de los sueños, pero no encontraba alguna posición que le satisficiera así que enterró su cara en el pecho de Reborn y abrazó al contrario, ya que este no tenía camisa a la cuál aferrarse, enredando sus piernas en el proceso. Y en esa posición sí pudo conciliar el sueño.

 

Minutos después, ya cuando Tsuna estaba irremediablemente en el mundo de los sueños, un par de ojos negros se abrieron y observaron detenidamente al castaño. En realidad, nunca se había quedado dormido, simplemente quería saber cómo reaccionaría el contrario ante su falta de consciencia. Pero debía admitir que se sorprendió cuando sintió la caricia en su rostro, y aún más cuando comprobó que los brazos del pequeño en verdad estaban alrededor de su cuerpo y su cabeza justo en el comienzo de su pecho.

 

Una ligera sonrisa surgió en el rostro de la única persona despierta en toda la casa. A su parecer el moreno era muy tierno, dejó ir una de las manos que sujetaban la cintura del menor y la posó en su pequeño rostro, siendo esta vez su turno para acariciarlo, sintiendo lo terso de su piel en sus dedos, confirmando sus sospechas de que la piel de otro era más suave de lo que aparentaba.

 

—Como todo en él… Siempre eres más de lo que aparentas, Tsuna…

 

Su mano vagó por todo su rostro, desde su alborotada cabellera y sus párpados, se distrajo un rato con sus mejillas, pasando por su mentón, por su respingada nariz, para terminar en la boca… En esos delicados labios… Los que creía todavía vírgenes… Pasó sus dedos por ellos una y otra vez, deleitándose con su suavidad.

 

Queriendo ser él quien les quite su pureza…

 

Detuvo su movimiento una vez que se dio cuenta del camino al cual se estaban dirigiendo sus pensamientos y escudriñó una vez más ese rostro a centímetros del suyo. ¿Por qué de repente pensaba en eso? No lo sabía, pero en ese momento decidió atribuírselo a la Armonía del joven que ponerse a analizar sus anteriores cavilaciones. Volvió a poner su mano en la cintura del otro, atrayéndolo aún más a su cuerpo (si es que era posible) y cerró sus ojos para esta vez sí caer en los brazos de Morfeo.

 

 

La luz del sol hizo que se sentara mientras se estiraba y frotaba uno de sus ojos para finalmente abrirlos, observando curiosamente todo a su alrededor…

 

¿Dónde se supone que estaba?

 

Lo último que recuerda fue haber estado durmiendo en los brazos de…

 

Un gran sonrojo apareció en el rostro del moreno y se escondió bajo las sábanas al recordar la posición en la que estaba la noche anterior y qué tan cerca estaba del cuerpo del contrario.

 

—Ah… Qué vergüenza…

 

¿Con qué cara miraría a Reborn de ahora en más? Y lo peor era que el asesino le había dicho que dormiría con él de ahora en adelante. El sonrojo en su rostro subió de nivel al recordar sus palabras exactas y comenzó a patalear en la cama, con cada fibra de su cuerpo sintiendo la más pura vergüenza.

 

— ¡No, Tsuna!—Se abofeteó, detuvo su rabieta y se paró encima de la cama. Hablando seriamente consigo mismo, se abofeteó de nuevo—Debes afrontar esto de una manera madura, no debes dejar que tus emociones te ganen… Porque…—No pudo resistirlo y volvió a cubrir su cuerpo con la sábana— ¡Es imposible~!

 

Pasó varios minutos en la pura negación cuando decidió que ya era suficiente. Él era un Vongola, y no se dejaría amedrentar por nadie.

 

Claro que cuando salió de su habitación, ya completamente aseado y vestido de manera decente, todo ese valor se le había ido por el caño. Vagamente se preguntó cómo había llegado a su habitación porque él recordaba claramente que no fue esa la habitación a la cual entró anoche, cayendo en cuenta de que había sido el sicario quien lo había llevado, otro rubor apareció en su rostro, en serio, si seguía así no tendría nada que envidiarle a los tomates. Pero qué pensaba, si hasta la sangre envidiaría el rojo de su cara en esos momentos.

 

Una repentina calidez en su mano y una suave voz lo sacaron de sus pensamientos— ¿Tsunayoshi-kun, estás bien?…Estás todo rojo…—El más alto se acercó posando su frente en la del contrario y musitó en voz baja—No tienes fiebre…

 

Fue en ese momento que el moreno reaccionó—F-Fon, estoy bien, no te preocupes—Le respondió, esperando que no se diera cuenta de lo que estaba sintiendo en esos instantes.

 

El hombre chino se alejó unos centímetros de la cara del menor e inclinó un poco la cabeza, no tan convencido, pero aun así lo dejaría pasar, asintió para luego comenzar a halar al más pequeño hacia donde estaban los demás—Ya pasa del medio día, de seguro debes tener hambre—Insinuó con una sonrisa y el sonido del estómago del otro le hizo saber que tenía razón.

 

— ¡Ah, Fon! ¡No te rías!—Le reclamó todo avergonzado.

 

Los demás que estaban en la primera planta podían escuchar claramente los reclamos que le hacía el menor de todos ellos al hombre chino, y la risa del contrario sólo hacía que las protestas aumentaran. Ya una vez los dos que faltaban estuvieron a la vista de todos pudieron notar el enorme puchero que tenía el castaño y la sonrisa que trataba de ocultar con su manga el peli-negro, sin resultado cabe destacar. Más de uno reparó en las manos unidas de ambos, pero a sólo dos de ellos les molestó en demasía tal cercanía, sin embargo no comentaron nada.

 

Orgullo por encima de todo.

 

—Por cierto, Fon—Llamó Tsuna, cuando obtuvo su atención, continuó—Pude notar cuando estábamos con el Don querías preguntarme ciertas cosas…

 

El de pelo trenzado se sorprendió ante el comentario. ¿Había sido tan obvio? Bueno, al menos ya no tenía que sacar el tema ya que el menor lo había mencionado—Eso es correcto… Mencionaste un par de cosas que me hicieron dudar de si estabas actuando o diciendo la verdad.

 

La atención de todos se posó en ellos desde que esas palabras salieron de la boca del de ropas rojas y tanto Tsuna como Fon lo notaron, pero lo ignoraron. No era algo como para ocultarlo de los demás.

 

— ¿Exactamente qué, si eres tan amable de informarme?

 

Fon lo guio hacia una de las sillas del comedor y soltó su mano desapareciendo por la puerta de la cocina para un par de minutos después venir con una bandeja con una tetera, varias tazas y unos cuantos sándwiches en ella, colocó todo en la mesa del comedor, consciente que en ningún momento las miradas de sus compañeros habían abandonado sus movimientos, sirvió el té en dos tazas y le ofreció una a Tsuna indicándole con un gesto de su mano que también podía tomar los sándwiches. El menor agradeció el gesto y después de ingerir lo ofrecido por el otro esperó pacientemente su respuesta.

 

El chino bajó la taza de la que estaba bebiendo.

 

—Mencionaste, en tus propias palabras que, no eras una persona muy luchadora e insinuaste que unos pocos hombres podían con nosotros—La mirada de Fon se había vuelto algo seria y Tsuna sintió que aquel comentario había ofendido al otro—Si te soy sincero, me gustaría saber cuánta verdad o cuánta mentira había en esa frase.

 

Ciertamente el moreno no se veía capaz de defenderse a sí mismo ya que parecía demasiado frágil en opinión de todos en la casa, pero ya que estaban trabajando juntos y el hecho de que el castaño tenía una gran mente eran suficientes razones para protegerlo, no obstante, a cualquiera de ellos también le hubiera ofendido el comentario del menor si hubiesen estado en el lugar del chino, después de todo, estaban ahí por ser los mejores en sus respectivas áreas, lo que no los hacía para nada débiles y el que siquiera alguien lo insinuara les picaba en el orgullo.

 

Tsuna tomó en cuenta que la conversación entre él y Fon había llamado completamente la atención de todos en la casa. No que le importara mucho en realidad, pero habían ciertos pares de ojos que parecían quererle hacer agujeros en la espalda, habían disminuido en presión desde que Fon había soltado su mano, pero esas insistentes miradas seguían ahí.

 

—Ya veo… Me disculpo si con mi comentario anterior, te he insultado, no era mi intención, lo lamento—Las palabras eran sinceras y Fon lo notó—Respondiendo a tu duda… He sido entrenado, en todos los aspectos de la palabra, desde los cinco años por diferentes personas y cuando cumplí siete, por algunos inconvenientes—Todos notaron lo sombrías que habían sonado esas últimas palabras—Mi entrenamiento fue aumentado casi en su totalidad—Hizo una pequeña pausa para beber un poco de té—Sé cómo defenderme… Si no lo supiera me llevaría unos cuantos coscorrones por parte del Guardián de la Niebla de mi abuelito—Se estremeció recordando cuando el Sr. Bouche lo regañaba al no ser capaz de cumplir con ciertas cosas durante su entrenamiento, podía ser muy amigable, pero era un demonio cuando a entrenarlo se referían. Miró a Fon esperando una reacción de su parte, sin embargo este parecía algo apenado y las emociones que le llegaban confirmaban esa suposición.

 

Tomó unos cuantos segundos más para que el chino pudiese articular palabra—Lo lamento… — ¿Por qué se disculpaba?… No entendía… Ah, claro, lo recordó; que si un Elemento consideraba a alguien su Cielo, además de este en cuestión, el Elemento también podría sentir las emociones del Cielo a pesar de si tienen una relación Cielo-Guardián o no. Fon debió haber percibido lo que sintió cuando pensó en el tiempo que pasó con la Famiglia Estraneo y mirando alrededor, al parecer no fue el único.

 

—No tienes por qué disculparte—Le sonrió para calmarlo un poco y funcionó porque el mayor se la devolvió— Ahora… ¿Era todo lo que querías preguntarme?

 

El chino ahora estaba algo reticente por lo que acababa de sentir, pero no quería quedarse con la interrogante—Si soy honesto, no, todavía hay algo más—El silencio y la mirada comprensiva del otro le incitó a continuar—Cuando el Don preguntó por tu nombre…—Todavía tenía sus dudas pero prosiguió—Tu rostro mostró un completo cariño y devoción hacia ese nombre, lo que me extrañó teniendo en cuenta que Natsu son las mismas sílabas de tu nombre, pero en diferente orden.

 

Esa pequeña observación del hombre le hizo sonreír ampliamente a Tsuna—Entonces no te extrañarás de que Natsu fuera diminutivo de Natsuyoshi—Dijo algo divertido mientras sacaba algo de su cuello y lo ponía a la vista de todos—Este collar me lo regaló mi abuelo, me dijo que era un juego, que yo tenía la cadena con el dije Na, y que otra persona tenía la cadena con el dije Tsu—Volvió a poner la cadena fuera de la vista de los demás—La persona que tiene la otra parte del juego es mi hermano gemelo, Natsu. Por eso mi reacción.

 

Todos y cada uno archivaron esa información dentro de sus cerebros, el chico no hablaba mucho de sí mismo, así que debían atenerse a lo que él dijera, prácticamente habían puesto patas arriba a cada uno de los sistemas informativos de Italia y de Japón, pero nada que ver con el chico que formaba parte de su grupo, era como si no existiera. Lo que los hacía sentirse algo desconfiados del moreno, pero su aura y sincera sonrisa les hacían dejar esos pensamientos de lado.

 

No obstante Lal notó algo que probablemente la mayoría obvió—Sí, es cierto que tu rostro se ilumina cuando mencionas su nombre, pero también tiene un tinte de tristeza que me es imposible ignorar.

 

—Directa como siempre. ¿No, Lal?—Tsuna sonrió tristemente—Él me odia—Reveló y las caras sorprendidas no se hicieron esperar. Después de todo… ¿Quién odiaría a un ángel como Tsuna? Pero tampoco dejaban de pensar en qué tipo de persona es capaz de poner al pequeño en ese estado. Tsuna tenía la mirada perdida en algún punto del espacio y al parecer no había notado que estaba temblando ligeramente. Fon sostuvo su mano y el temblor cesó, no que Tsuna se hubiera dado cuenta de que lo había estado haciendo todo este tiempo—Cuando teníamos cinco hice algo que nunca me perdonó, es por eso que él se quedó en Japón con nuestra madre y yo vine a Italia con mi padre. Cada tanto llamo a mi madre para preguntar por él, pero siempre le pido que no le cuente sobre nuestras charlas, sé que probablemente eso la lastime porque quiere ver que nos llevemos como antes, pero acepta mi pedido.

 

La charla había tomado un rumbo algo melancólico para el castaño, que tu hermano te odie no debe ser algo fácil de llevar. La tristeza en los ojos del menor se los confirmaba. Así que Fon decidió cortar con esa aura que comenzaba a llenar la casa y abrazó al menor, gesto que fue correspondido al instante.

 

—Agradezco que hayas tenido la suficiente confianza en nosotros para contarnos eso, prometo devolvértela algún día—Tsuna iba replicar que no era necesario, que lo hacía porque quería, pero el dedo de Fon en sus labios se lo impidió—Esa es mi decisión—Y al ver que el menor desistía de reclamar sonrió y se separó del otro—Ahora, será mejor que nos alistemos para salir, esta charla ha tomado más tiempo del especulado y tenemos que estar en Florencia a primera hora de mañana—Recordó y Tsuna se sorprendió por el rápido pasar de las horas, se paró de su asiento con rumbo a su habitación, estando consciente de que probablemente se haya acercado un poco más a las personas más distantes del grupo por la anterior revelación sobre su vida.

 

 

Cuando llegaron a Florencia, las cuatro personas escogidas para la misión esta vez, cayeron en cuenta de que no sabían exactamente en qué parte de la ciudad se debían encontrar con los gemelos. Y por el aura que salía de Tsuna los otros tres podían claramente afirmar que este ya se estaba cansando de la falta de información que Checkerface les proporcionaba.

 

Las olas de disgusto salían de Tsuna a montones, sino hacían algo para calmarlo era posible que el menor se enojaría y eso era algo que probablemente no quisieran ver.

 

Lal miró a Fon con obvia intención de que lo tranquilizara, al parecer el hombre chino tenía un aura capaz de apaciguar al otro (a pesar de su Elemento), sin embargo antes de que él hiciera algo Verde lo tomó de la mano y se lo llevó diciendo una combinación de palabras que a Lal le sonó como “debemos dividirnos, así abarcaremos de manera eficiente toda la ciudad y encontraremos a los gemelos más rápido”. Asignándole la tarea de calmar al chico.

 

La mujer se masajeó las sienes, si ese hombre seguía con esa actitud de seguro que le sacaría canas en poco tiempo. Tomó un poco de aire y lo dejó salir, miró al chico, preguntándose qué hacer para calmarlo. Sí, la característica de su Elemento era la tranquilidad, pero eso no significaba que supiera cómo anestesiar a otra persona, no era algo que hiciese muy frecuente. Ok, nunca lo hacía. Ella utilizaba sus Llamas para detener los movimientos de sus enemigos, no para calmar a otros. (Que conste que nunca lo ha hecho).

 

Pero en vista de que ella era la que tenía que bajarle el disgusto al chico… Con algo de duda puso su mano en el hombro derecho del menor y dejó fluir un poco de sus Llamas de la Lluvia, al principio, Tsuna se sorprendió por la repentina acción pero al instante comenzó a sentir una gran paz fluyendo en todo su cuerpo y todo su ser se sintió ligero, completamente relajado, no sabía en qué instante sus ojos se habían cerrado, pero para cuando los abrió, notó que todo su cuerpo estaba cubierto por un casi imperceptible resplandor azul.

 

«Así que este es el poder de tranquilidad de Lal… Es tan pura… »Los pensamientos de Tsuna vagaban, estaba tan cómodo dentro del pequeño trance en el que Lal lo había inducido inconscientemente… No quería salir de él.

 

Pero en vista de que ya no estaba molesto Lal quitó la mano de su hombro, haciendo que levantara una ceja por el puchero que el castaño hizo una vez la removió.

 

— ¿Pasa algo?— ¿Es que acaso no se había calmado lo suficiente? Porque, a pesar de que era la primera vez que tranquilizaba a otra persona con las características de sus Llamas, estaba segura de que había sentido la paz en el interior del otro.

 

—No, no es nada—Claro que el puchero no se había movido de su lugar—Vamos, debemos comenzar a buscar—Dio media vuelta y comenzó a caminar, consciente de que Lal le seguía.

 

Había pasado casi una hora desde que se separaron y no tenían ninguna pista sobre dónde encontrar a los gemelos. Le preguntaron a la panadera, al peluquero, al herrero, al sastre… y a unos cuantos más, pero nada. Nadie sabía algo sobre los gemelos, además que no saber cualquier cosa sobre su aspecto no los beneficiaba en nada. Decidieron comenzar a buscar en el parque, esperaban tener suerte esta vez.

 

—Por cierto, Lal…—Llamó Tsuna casi inaudible, si la mujer no estuviera entrenada no hubiera captado lo que el otro dijo. Se acercó a él, esperando lo que sea que fuese a decirle—Bueno… Yo… Quería agradecerte, por… bueno, defenderme esa vez en la fuente…—Al ver que la militar no lograba encajar el recuerdo, agregó—La primera vez que nos vimos, que Reborn me estaba apuntando con su arma…—Le bajó una gota por la sien al evocar esas memorias, el Hitman era único. Tampoco no pudo evitar sonrojarse un poco por lo que había sucedido entre ellos.

 

Lal levantó una ceja ante el repentino rubor del menor pero dejó eso de lado y relajó sus facciones, dejando que una sonrisa se hiciera presente en su cara. Tsuna era tan lindo todo ruborizado, no pudo contenerse y acarició su indomable cabellera castaña haciendo que el más pequeño se sorprendiera, pero se dejó hacer.

 

—No fue nada—Fue su simple respuesta, pero Tsuna aún quería preguntarle algo, no sabía cómo, estaba algo avergonzado por la pregunta, pero cada vez que la veía esos eran los sentimientos que le ocasionaba y no quería dejarlos ir. Unos repentinos sentimientos que llegaron a él fueron los que le dieron el valor, después de todo, si una parte de Lal quería que él fuera su Cielo no desaprovecharía la oportunidad.

 

—Esto, Lal…—La nombrada aún tenía su atención en él, así que fue más difícil que su pregunta saliera, pero lo hizo—Me preguntaba si… Bueno, yo quisiera que… Pero si no te gusta está bien… Yo…—A Lal le hacía gracia ver cómo Tsuna trataba de formular una oración de manera coherente. Pero tenía que admitir que, además de adorable, le sorprendieron en demasía las palabras prácticamente gritadas a su persona— ¿¡Puedo decirte Lal-nee!?

 

Ya. Estaba hecho. Lo dijo… Ahora faltaba que respondiera a su pedido. Levantó un poco la vista y la cara sorprendida que tenía Lal no tenía precio (por alguna razón pensó que si Viper hubiera estado aquí ya tendría varias fotos para chantajear a Lal después o venderlas, que sería lo que más encajaba con la personalidad del encapuchado). También pensó que lo que le pidió la hubiera ofendido pero, los sentimientos que estaba recibiendo de ella le hacían desistir de esa idea.

 

Por otro lado Lal estaba, además de sorprendida, confusa. Nunca esperó que el muchacho se encariñara tanto con ella que la consideraría alguien tan importante… Algo muy dentro de ella se removió y un sentimiento cálido comenzó a expandirse por todo su ser, por unos momentos los disfrutó pero luego cayó en cuenta de que debía dar una respuesta. Ojos color vino chocaron con otros achocolatados, ambos mostraban ternura y cariño al otro. Lal volvió a acariciar el pelo de Tsuna y respondió.

 

—Por supuesto.

 

Tan pronto Tsuna escuchó esa respuesta mostró una sonrisa enorme y hermosa, y Lal podría jurar que un fondo rosa lleno de corazones y florecitas había aparecido detrás del muchacho.

 

¡Molte Grazie, Lal-nee!—Y si la nombrada no hubiese tenido reflejos ahora mismo ambos estarían en el suelo. Tsuna se le había tirado encima y la abrazó como koala. Lo que la hizo darse cuenta de que el menor era ligero, demasiado. Y mientras abrazaba al más joven, cayó en cuenta que casi formaba un vínculo con él, no es como si no quisiese pero todavía no estaba lista, y al separarse pudo ver en la sonrisa de Tsuna que la esperaría sin importar el tiempo que hiciera falta.

 

Una suave voz los sacó de la pequeña burbuja que habían construido.

 

—Lal, Tsunayoshi-kun, les he estado buscando—La figura de Fon apareció a su izquierda—Verde y yo hemos encontrado a los gemelos—El chino comenzó a sentir una pequeña unión entre los dos frente a él y se preguntó qué había pasado en el tiempo que se separaron. Los otros dos asintieron y lo siguieron.

 

Una vez en el lugar Lal y Tsuna notaron a un Verde muy contento junto a un par de chicos alrededor de los diez años. Cabello platinado ligeramente largo, un mechón les caía encima de la nariz, justo en el medio de los ojos los cuales eran de un impresionante color verde, ambos iban vestidos con camisas azules, jeans y zapatos negros, pero uno de ellos tenía una chaqueta negra y el otro una blanca. Sus manos estaban unidas.

 

Los gemelos se quedaron viendo a los recién llegados con una clara interrogante en sus pequeños rostros. Tsuna se dio cuenta de eso y se acercó con una sonrisa, la cual los hipnotizó por lo hermosa que era.

 

—Mucho gusto, ustedes son los hermanos Alpaccino, ¿cierto?—Al ver que asentían continuó—Yo soy Tsuna y la que ha llegado conmigo es Lal. Nosotros, junto con los que ya estaban con ustedes, seremos sus escoltas hasta Barcelona. Espero y nos llevemos bien.

 

El par de platinados no pudo resistir por más tiempo y se abalanzaron sobre el castaño quien tuvo que dar unos pasos hacia atrás para poder sostenerlos a ambos sin caerse en el proceso.

 

— ¿Pero qué?

 

— ¡Será un placer que nos acompañes en este viaje, Tsuna!—Dijeron al unísono mientras depositaban un pequeño beso en la mejilla del contrario—Por cierto, yo soy Alessandro—Dijo el de chaqueta negra que estaba a su izquierda—Y yo Alessio—Dijo el de chaqueta blanca que estaba a su derecha.

 

El castaño rió por la efusividad de los gemelos, era como tener dos hermanos pequeños—Muy bien chicos, nos iremos en tren. Serán trece horas de viaje y el tren está a punto de salir, así que sería mejor que se bajaran de mi para subir y buscar nuestros asientos—Obedecieron en el acto pero se apoderaron de cada una de sus manos.

 

— ¡Vamos!

 

Y antes de llevarse al más pequeño, dedicaron una mirada burlona hacia detrás de ellos, específicamente a Fon quien tenía una mueca de completo disgusto mezclada junto a una de incredulidad en su rostro. Claro que Tsuna no se dio cuenta de esto ya que esos dos lo habían arrastrado al tren.

 

El chino entró sus manos en sus mangas y trató de calmarse respirando hondo varias veces, ya cuando lo logró siguió a los demás y entró a la cabina que les correspondía, observando que fue el último en entrar y que los gemelos estaban a ambos lados de Tsuna todavía sin soltar sus manos, y lo peor (en opinión de Fon) era que este no hacía nada para intentar soltarse de su agarre. Vamos a ser sinceros, desde que Fon había tomado la mano del castaño había cogido una pequeña costumbre de sostenerla cada vez que tenía oportunidad y ahora que no podía se sentía algo frustrado y triste porque esas dos pequeñas alimañas (como les había apodado en su cabeza) no soltaban a Tsuna ni un instante desde que se presentó. Decidió sentarse en el asiento de enfrente al lado de Lal, posó su mano en el borde de la ventana y su vista de dirigió afuera, notando que ya habían comenzado a moverse, sin ser consciente que unos pares de ojos estaban puestos en su ser. Unos verdes, porque estaban preocupados por su reciente cambio de humor y unos achocolatados por las emociones llenas de tristeza que estaba recibiendo, claro que no duró por mucho tiempo ya que los gemelos exigieron su atención, haciendo que se olvidara de eso momentáneamente.

 

—¡¡Hey!! ¡Préstanos atención! ¿Acaso no somos tus protegidos?—Exigieron molestos al ver que no tenían el interés del castaño.

 

— ¿Eh…? Claro, ¿pasa algo? ¿Necesitan algo? ¿Quieren algo? ¿Se les perdió algo? —Cuestionó preocupado al pensar que los gemelos están molestos por alguna que otra cosa.

 

Estos agacharon la cabeza y sonrieron maliciosamente fuera de la vista de Tsuna.  

 

—¡¡Nada!!

 

 

Habían pasado ocho horas, ocho tortuosas horas para Fon, ya que los gemelos no paraban de parlotear acerca de la grandiosa hacienda que recién les había comprado su padre y de lo mucho que les gustaría que Tsuna fuera con ellos a jugar un rato. Este les decía que sí, siempre con una gran sonrisa en el rostro, completamente encantado por la efusividad que mostraban los pequeños. Emoción que no compartían ninguno de sus compañeros.

 

Todos sintieron que el tren disminuyó su marcha y se detenía.

 

—Qué extraño…—Murmuró Verde—Aún faltan varias horas para llegar.

 

Fue cuando escucharon la desanimada voz del conductor:

Estimados pasajeros, haremos una parada técnica, para abastecernos de carbón, por lo que le pedimos de su total paciencia. Nos quedaremos en Mónaco durante 1 hora, pueden visitar el lugar, pero recuerden que seremos puntuales a la hora de partida. Eso es todo. Disfruten de su turismo.

 

Muchos agradecieron el poder pararse y estirar sus cansadas piernas por el viaje, principalmente los gemelos.

 

—¡¡Vamos Tsuna, vamos!!—Cosa que sorprendió al castaño, ya que estos lo arrastraron con gran rapidez fuera del tren. —¡¡No podía soportar estar ni un segundo más en ese tren de cachucha!!—Refunfuñó Alessio, después de haber bajado del tren (dejando abandonados a los otros tres).

 

—Esperen… Debemos esperar a los chicos…—Trató de hacer razonar a los pequeños y miraba tras suyo por si alguno de sus compañeros los seguía. No lograba ver a ninguno.

 

— ¡Ellos no importan, Tsuna! ¡Vamos!—Intentó convencer Alessandro, cosa que no logró, el castaño estaba más pendiente a si los seguían o no, y eso le enojó al igual que a su hermano. Se suponía que la atención del castaño debía dirigirse únicamente a ellos. Miró a su hermano quien comprendió de inmediato.

 

—Tsu-Tsuna~… Y-yo~—Sollozó Alessio, el castaño se alarmó al escuchar la entrecortada voz del pequeño.

 

— ¿Qué pasa, pequeño? ¿Te duele algo? ¿Te sientes mal?—Dejó de preocuparse por si los demás llegaban, el niño frente a él necesitaba todo la atención posible. Lo cargó mientras sostenía al otro de la mano y los llevaba a un banco cerca de la estación. Se sentó en el banco y puso al que lloraba desconsoladamente en su regazo al mismo tiempo que el hermano de este se sentaba a su lado.

 

—Hermano…—Alessandro colocó una de sus manos en la pierna de su gemelo, realmente preocupado por él y pensando para sus adentros que el plan estaba saliendo a la perfección, después de todo, la atención del castaño estaba sobre ellos otra vez.

 

Y Tsuna comenzaba a sentirse mal, él ya había empezado a considerar a los pequeños como sus propios hermanos, que uno de ellos comenzara repentinamente a llorar lo entristecía, se preguntaba si la relación de él y de Natsu hubiera sido así si no hubiera pasado lo de hace tantos años.

 

Y sonrió, de manera ligera pero triste, le dio un beso en la sien al niño en sus piernas y dejó fluir un poco de su Armonía, la suficiente para que el chico supiera que estaba seguro, pero sin que este, ni su hermano, se dieran cuenta de lo que estaba sucediendo. Justo ahí fue que llegaron Fon, Verde y Lal—Tranquilo, mi niño… Ya todo está bien, yo estoy aquí para ti.

 

Todos los que llegaron pudieron sentir la calidez que desprendía Tsuna, pero a la vez la tristeza que fluía en esa calidez, los gemelos se sorprendieron ante la repentina comodidad que sentían y se aferraron al castaño, Alessio lo abrazó por el cuello y Alessandro se apoderó de uno de sus brazos, queriendo fundirse con aquella calidez. Por otro lado, Lal se acercó silenciosamente por detrás al pequeño Cielo y acarició su rebelde cabellera, indicándole que estaba con él, Verde volteó la cabeza, él no era bueno con ese tipo de emociones, y Fon estaba entre ir a consolar a Tsuna y la irritación, todo porque las pequeñas alimañas estaban como sanguijuelas con el castaño. En serio estaba pensando en echarles sal, a ver si con eso se le quitaban de encima.

 

Tsuna miró de reojo al chino, preguntándose qué le pasaba, durante todo el viaje no le había dirigido la palabra y mucho menos la mirada, además de que los sentimientos que recibía de él ya no eran de tristeza, sino de irritación. Eso lo desilusionaba porque pensaba que entre él y el azabache había un fuerte vínculo.

 

—Ya que hemos estado tanto tiempo sin movernos deberíamos ir a comer algo y luego dar unas vueltas por el lugar—Sugirió el castaño levantándose y bajando a Alessio de su regazo, este inmediatamente atrapó la mano que Tsuna tenía libre, por la acción, este le sonrió— ¿Qué dicen?

 

—Es una buena idea—Le contestó Verde arreglándose los lentes seguido de una afirmación silenciosa de Fon.

 

—Conozco un buen lugar—Ofreció Lal—Hace unos meses estuve aquí en una misión de espionaje y pude observar un poco la ciudad. No está muy lejos.

 

—Perfecto—Respondió Tsuna—Tú guías entonces—Pero, en el camino al restaurante, nunca dejó de observar de reojo al chino, estaba preocupado por él y por cómo sería su relación de ahora en adelante, ya que, al parecer, Fon ya no quería nada con él.

 

El de ropas tradicionales se detuvo abruptamente, iba caminando de último, así que nadie se dio cuenta. Los sentimientos que le llegaron de repente lo abrumaron por unos segundos, miró delante de él y por un momento, su mirada chocó con una chocolate, y en ella pudo ver que estaba herido, la distancia que había tomado con él estaba lastimando al pequeño Cielo. Ambos desviaron sus miradas y Fon reanudó su paso, pensando seriamente en cómo borrar la herida que le había causado a aquel que ya consideraba su Cielo.

 

« ¿Qué estoy haciendo?» Se preguntó el peli-negro para sus adentros. ¿En verdad quería que la relación que hasta ahora llevaba con el castaño se fuera a la basura? La respuesta era obvia.

 

Entraron al restaurante en silencio, era como si de repente un mutismo se hubiera apoderado del grupo. Y nadie quería romperlo. Los gemelos sintieron escalofríos detrás de ellos y comenzaron a mirar a todos lados para saber de dónde venía esa penetrante mirada que sintieron, les causaba mal augurio que los observaran de aquella forma.

 

Se sentaron en una mesa algo alejada, pero lo suficientemente cerca de todo para poder observar cada rincón del restaurante sin ser demasiado evidentes. No debían bajar la guardia a pesar de que fuera una sencilla misión de escolta, cualquier cosa podría suceder.

 

—Yo…—El castaño empezó a hablar y todos le prestaron atención. Fue el único que se atrevió a romper el silencio—Necesito ir al baño, vuelvo en unos minutos—Se levantó muy deprisa y desapareció de la vista de todos, Lal iba a ir tras él, le preocupaba su reciente cambio de humor, pero cierto azabache le ganó a su idea, yendo rápidamente a la misma dirección que el otro.

 

Cuando llegó no pudo ubicar al menor de inmediato, se agachó para revisar todos los cubículos que había, pero el baño del restaurante estaba desolado, salió unos segundos y le preguntó a un empleado que estaba cerca si había visto a un castaño entrar y este le respondió que sí, pero que no lo había visto salir, le agradeció y volvió a entrar, al instante tuvo que sostenerse fuertemente de la pared para no caer por la repentina ola de emociones llenas de tristeza que le llegaron.

 

Era como si estuviese nadando en un mar de sufrimiento, como si la corriente quisiese arrastrarlo con ella y ahogarlo.

 

Tomó varios minutos para reponerse, todavía sintiendo la misma tristeza, pero ahora más lúcido. Puso más atención a su alrededor y escuchó un ligero llanto en el último cubículo. Se acercó y apoyó su frente en la puerta del mismo.

 

— ¿Tsunayoshi-kun…?—El llanto se detuvo—No te escondas de mí, por favor…—No había sonido del otro lado— ¿Puedo…? ¿Puedo pasar…?—Esperó unos segundos más, pero no se escuchaba nada del otro lado de la puerta, así que decidió abrirla y lo que vio ahí, lo destrozó.

 

Tsuna estaba sentado en el suelo con una mano conteniendo sus sollozos y la otra abrazando sus rodillas y reprimiéndolas hacia su cuerpo, su mirada estaba perdida en algún punto del piso.

 

—No, por favor, no… No llores… —Fon se hincó y abrazó al menor, acariciaba lentamente su indomable cabellera y le tarareaba una melodía que su madre solía cantarle a él para que se calmara. El tiempo no importaba realmente en esos momentos, lo importante era que el menor llegara a serenarse, y una vez hecho eso, soltó un poco el abrazo con el que lo tenía y esperó que dijera algo, pero este simplemente ocultó su rostro entre sus rodillas. Lo único que se escuchaba en todo el baño eran los débiles sollozos del menor—Tsunayoshi-kun… Mírame… Por favor—Suplicó e intentó hacer que lo mirara, pero el otro rehuía de su toque—Tsu-

 

—N-no qu-quiero q-que m-me de-dejes, Fon—El mencionado no sabía a lo que se refería—A penas y me has dirigido la palabra en esta misión, además de que te noto irritado e incómodo conmigo—Tsuna agarró una manga de su ropa y lo miró directamente a los ojos— ¡No sé qué he hecho para que me ignores de esa manera, Fon!—Gruesas lágrimas rodaban por su pequeño rostro y su voz se entrecortaba cada tanto— ¡Por favor…! Dímelo… ¿Qué he hecho mal…? Por favor… Prometo no volver a hacerlo…

 

El azabache estaba completamente sorprendido por todo lo que había salido de la boca de la persona frente a él. Pensar que le hizo tanto daño por su alejamiento…

 

Rápidamente se soltó del agarre que tenía su manga y volvió a abrazar al menor, unas cuantas lágrimas también habían escapado de sus ojos— ¿Es que no te has dado cuenta, Tsuna? ¿Has estado tan ocupado con los gemelos que no te diste cuenta?

 

— ¿Da-darme cuenta? ¿De qué?—Fon se separó del castaño y lo cargó para sacarlo del cubículo y ponerlo en la orilla del lavamanos, terminado eso, dejó fluir sus Llamas de la Tormenta por el vínculo que se había creado minutos atrás al haber aceptado a Tsuna como su Cielo, y al sentir tal cosa el llanto en el menor aumentó.

 

— ¿Ahora entiendes?—Le preguntó Fon con una sonrisa mientras acariciaba su cabello.

 

— ¡Mn!—Asintió y abrazó con fuerza a su Tormenta. El saber que, en alguna parte del camino, Fon lo había aceptado como su Cielo lo reconfortaba y alegraba muchísimo.

 

Se quedaron un rato en esa posición, disfrutando de la compañía del otro, del nuevo vínculo que tenían entre ellos, de que ahora estaban más unidos que antes y que nada los alejaría, hasta que Fon le recordó que había personas esperando por ellos. Después de que se lavara el rostro para borrar los rastros de lágrimas y justo antes de salir del baño, Fon le susurró algo.

 

—Lamento que mis celos te hayan puesto en tan mal estado…—En serio que se veía arrepentido, Tsuna lo notó y le restó importancia al asunto con una gran sonrisa.

 

—No me importaría volver a pasar por eso si al final te obtendría como mi Elemento—Al escuchar eso, el semblante de preocupación que adornaba la cara de Fon, se borró para darle paso a una suave sonrisa.

 

Ahora todo estaba bien.

 

Cuando llegaron a la mesa, notaron que habían tomado más tiempo del que pensaron y tuvieron que comer deprisa. ¿Quién hubiera pensado que se tomarían treinta minutos en el baño? La mirada de Lal les decía claramente que los regañarían desde que llegaran a casa.

 

Terminaron de comer y los últimos minutos que les sobraban se les fueron de camino a la estación.

 

—Bueno, ya podrán explorar Mónaco la próxima vez—Dijo Verde en el vagón, ya que se había dado cuenta la manera que los gemelos y Tsuna miraban algo desilusionados las calles de la cuidad y los diferentes puestos de comida y entretenimiento.

 

Al escuchar eso, los tres solo pudieron suspirar pesadamente y resignarse, lo que les sacó varias risas a los demás en el vagón.

 

— ¡Ah, no se rían!—Exclamaron los tres al mismo tiempo, pero eso solo aumentó las risas que luego se convirtieron en carcajadas, lo que ocasionó que los tres hicieran unos pucheros adorables.

 

Las cinco horas que faltaban para llegar a Barcelona pasaron sumamente rápidas, cuando se dieron cuenta el tren ya había partido a otro lugar, dejándolos en la estación de Barcelona.

 

Fue cuando volvieron a caer en cuenta…

 

Que no sabían exactamente adónde debían llevar a los gemelos…

 

Ni tampoco con quién…

 

—Perfecto—Resopló Tsuna—Simplemente perfecto.

 

A varios, esa expresión les bajó una gota por la sien.

 

El castaño sintió cómo halaban de su pantalón y miró a uno de los gemelos, más precisamente a Alessandro.

 

— ¿Pasa algo, pequeño?

 

Este asintió y sujetó la mano de su gemelo.

 

—Nosotros sabemos dónde ir—Informó con su cabeza ligeramente inclinada—Ya hemos estado aquí antes.

 

Tsuna sonrió brillantemente y acarició su platinada cabellera— ¿Nos llevan?

 

— ¡Por supuesto!

 

Una vez llegaron al lugar que los gemelos les indicaron inmediatamente una gran limusina blanca se parqueó frente a ellos, de ella salió un hombre de gran estatura, pelo blanco y largo atado en una coleta baja y unos ojos grises. Los pequeños se abalanzaron al hombre desde que salió del auto.

 

¡Pappa!—Exclamaron al unísono.

 

— ¡Esperen, chicos!—Habían caído ya que el hombre, que ahora sabían era su padre y el que suponían era el solicitante de la misión, no reaccionó a tiempo para atraparlos.

 

Todos observaron la escena con una sonrisa en sus rostros, cada uno con un pensamiento diferente, pero todos felices por el emotivo reencuentro, además de que eso indicaba que su misión estaba completa y que podían volver a su casa.

 

Querían irse y dejarlos solos para que pudieran hablar más cómodos, pero el peli-blanco no tenía las mismas intenciones.

 

—Esperen, ¿creen que podrán irse sin un agradecimiento mío?—Detuvieron su paso e hicieron frente al hombre, los gemelos, quienes habían estado colgando del cuello de su padre, se soltaron y se aferraron a los brazos de Tsuna.

 

— ¡Eso no es justo, Tsuna!—Se quejó Alessio.

 

— ¡Sí, sí, mi hermano tiene razón, al menos despídete de nosotros!—Concordó Alessandro.

 

Tsuna se rió suavemente y se soltó del agarre de los gemelos, cosa que Fon disfrutó plenamente, y puso ambas manos en los platinados cabellos de los pequeños.

 

—Nos veremos en otra ocasión, chicos—Se despidió con una sonrisa—Cuídense mucho, ¿vale?

 

Tal cosa hizo que a Alessio y Alessandro se les aguaran los ojos y quisieran volver a aferrarse al castaño para estar más tiempo con él, no querían separarse de él, pero su padre fue más rápido que ellos y los tomó de los brazos a cada uno.

 

—Lamento eso, al parecer se han encariñado mucho contigo—Dijo y Tsuna solo pudo sonreír de manera avergonzada—Mi nombre es Adriano, muchas gracias por traerlos a salvo, si alguna vez necesito de algún otro servicio, no dudaré de contactarlos—Prometió y cargó a sus hijos, que todavía pataleaban por llegar con el castaño, y se dirigió al vehículo, por lo que no vio (ni él, ni nadie) como cierto azabache de larga cabellera le dirigió una mirada a los gemelos que decía claramente “I Win, Bitches”, cosa que los llenó de rabia y forcejearon con más fuerza con su padre para que los soltara, que obviamente no hizo y los arrojó dentro de la limusina, momento que aprovechó Fon para, finalmente, tomar la mano del castaño entre las suyas. Al sentir la repentina calidez, Tsuna miró al causante de ella y sonrió, apretando ligeramente sus manos unidas. El azabache le devolvió la sonrisa y le hizo una seña al menor para que comenzara a caminar.

 

—Todavía nos faltan otras trece horas de regreso a Florencia—Le recordó con una sonrisa. Sonrisa que no pudo evitar crecer al oír cómo el castaño empezaba a quejarse porque su trasero no aguantaría otras trece horas sentado en esos descolchados asientos sin forma.

 

 

Llegaron en la madrugada del día siguiente y acordaron no despertar a nadie, que en la mañana informarían su misión, y así, todos se dirigieron a sus respectivas habitaciones sin hacer el menor ruido.

 

Y esta vez, Tsuna tomó consciencia de su alrededor y entró a su habitación, la que tenía la puerta anaranjada. Se despojó lentamente de su ropa, tomó su tiempo en el baño y gateó encima de la cama, solo para volver a chocar con unos fuertes abdominales y esa sensual voz le sacara varios suspiros que le hacían estremecer.

 

— ¿Pensabas que podías escapar de mí, Tsuna?

 

Su aliento chocaba directamente en su cuello y sus manos no abandonaban su cintura. ¡Esta era su habitación, por todo lo sacro! ¿¡Qué se suponía que estaba haciendo Reborn ahí!?

 

—Lo mismo que tú hacías anoche en la mía, Tsuna~—Leer los pensamientos del castaño siempre se le hacía entretenido al sicario— ¿Creíste que esto me engañaría? Fuiste muy ingenuo al creerlo, después de todo… ¿Desde cuándo la oveja es más astuta que el lobo?

 

—N-no… Y-yo no… Eso no…—Trataba de quitar esas manos que estaban en su cintura, pero no podía. Su respiración comenzó a alterarse desde que Reborn coló su mano bajo la ligera pijama del castaño—N-no… Es-espera… Mngh…

 

— ¿Que espere qué?—Tsuna podía asegurar la sonrisa burlona en la cara del Hitman—No lo creo—Depositó un ligero beso en el cuello del menor y luego sopló. El estremecimiento que le siguió a esas acciones deleitó al azabache, quiso subir sus manos un poco más, para acariciar aquella parte del castaño que estaba seguro le sacaría algo más que simples suspiros, pero pensó que sería muy pronto para el otro, así que detuvo sus caricias al abdomen del menor y rodeó su cintura con sus brazos, acorralándolo contra sí mismo, sintiendo esa calidez que desprendía su cuerpo, pudo sentir cómo, inmediatamente, su respiración se calmaba, eso le hizo volver a sonreír—Me alegra saber que no te soy indiferente.

 

A Tsuna le tomó unos segundos encontrar su voz—Te-teniendo tal cuerpo… Además… C-creo que tú me ayudas en esa parte al tocarme de esa forma~… ¡Es-espera!

 

— ¿Umn? ¿Qué decías?

 

La mano de Reborn se había vuelto a colar por debajo del pijama de Tsuna y rozó peligrosamente unos de sus pezones. Las manos del castaño viajaron rápidamente a su boca para que no saliera absolutamente nada de ella, lo que causó una gran sonrisa en el asesino.

 

—Por… Por favor… Para…—Le rogó, no queriendo que los sonidos se le escaparan gracias al placer que le estaba proporcionando el azabache. Lentamente sintió cómo las manos que antes le tocaban volvían a afianzarse en su cintura y la respiración de su cuello se calmaba hasta ser uniforme, eso le daba a entender que se había dormido y dio gracias al cielo por eso. Pudo respirar tranquilamente unos segundos después de eso, pero su cuerpo aún sentía esas cálidas manos moviéndose libremente por todo su torso.

 

Los colores se le subieron a la cabeza, estaba tan avergonzado. ¿Qué se suponía que estaba haciendo?

 

Porque, siendo sincero, Tsuna no sabía en qué situación se había metido, ya que…

 

¿Por qué su corazón latía de manera tan desesperada?

 

Llevó una de sus manos a su pecho izquierdo, tratando de calmarlo e incluso respiró hondo varias veces, pero todavía latía desbocado en su pecho.

 

— ¿Qué hago ahora?… —Trató de zafarse del agarre del sicario, pero no bien lo intentó, desistió de la idea, recordó que era energía gastada inútilmente. El Hitman no lo soltaría en un tiempo cercano, así que decidió acomodarse para dormir, frente al pecho del contrario y sus brazos rodeando el trabajado torso frente a él.

 

Una vez más, cuando el menor se quedó dormido el azabache abrió sus ojos y acarició todo el rostro del menor con una delicadeza impropia de él.

 

— ¿Qué me estás haciendo, Tsuna?—Su propio corazón comenzaba a acelerarse por la presencia del otro.

 

Pero esta vez no lo dejó en una simple caricia, esta vez su mano subió la barbilla del castaño y depositó un beso en esos labios, uno casto, uno suave, un mero roce.

 

Un beso del cual Tsuna nunca se enteraría.

 

No ahora…

 

Ni luego…

 

Nunca.


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