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Amores Que Pasan El Tiempo por Hibari Ai

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—Es que… ¿¡Cómo se les ocurre?! —cuestionó Lal totalmente irritada— ¡Tú! —señaló a Tsuna quien se estremeció y bajó más la cabeza al ser el centro de atención— ¡Te levantas repentinamente de la mesa, sin decir el porqué de tu repentino cambio de humor, preocupando a todos en el proceso! ¡Y tú! —señaló esta vez a Fon quien se veía muy avergonzado por la situación en la que se encontraba— ¡Se suponía que debías traerlo a la mesa rápido y solucionar lo que sea que tuviera Tsuna! Pero no, por supuesto que no… Te tomaste la mitad del tiempo que teníamos libre en la misión, y para rematar… ¡Lo trajiste con los ojos hinchados! —Tsuna pensaba objetar y decirle lo que en verdad había pasado, pero la mirada de Lal lo hizo encogerse en su lugar—. Aún no me han querido decir la razón por la cual Tsuna estuvo llorando, pero créanme que se las sacaré, porque… —Y continuó con su sermón, bajo la atenta mirada de todos.

 

Los regañados no sabían dónde mirar y mucho menos en dónde esconderse. Desde que tanto Tsuna como Fon pusieron pie en el comedor, Lal los había abordado en frente de todos y, sin ningún remordimiento o duda, los comenzó a regañar. Y ellos que venían muy animados charlando con Skull sobre que Fon era la Tormenta de Tsuna, cuando… ¡BAM! Lal los había halado por sus orejas y comenzado a reclamar (cachetadas de por medio), y si Skull no se hubiese quitado del camino lo suficientemente rápido, estaría siendo regañado también a pesar de no tener nada que ver. Sentía pena por Tsuna y Fon. No le deseaba a nadie estar en su posición.

 

— ¡Y espero que para la próxima vez que decidan tardarse tanto y preocuparnos recuerden que no saldrán tan ilesos! —Les gritó Lal para luego irse con dirección a la cocina. En serio que estaba muy enojada, Tsuna y Fon llevaban alrededor de dos horas y media siendo regañados por ella bajo las incrédulas e indiferentes miradas de sus compañeros. Les dolían las piernas de todo el tiempo que estuvieron sobre sus rodillas escuchando a la fémina sin objetar, porque sabían que si lo hacían les iría peor.

 

Ese día aprendieron una lección:

 

No hacer que Lal se preocupe a menos que ya no quieras sentir tus orejas y que tus mejillas terminen rojas.

 

 —Fon… —llamó Tsuna suavemente mientras veía cómo Lal azotaba la puerta cuando salió. Se puso de pie. El chino lo miró, dándole a entender que tenía su atención, también poniéndose de pie y sacudiéndose el polvo de su traje—. Recuérdame no volver a hacer enojar a Lal-nee, ¿sí?

 

El asiático mayor asintió—. Siempre y cuando me lo recuerdes a mí también. —puso su mano en la mejilla del contrario con dulzura y preguntó—: ¿Te duele mucho?

 

—Algo…—Le respondió frunciendo un poco el ceño ante el dolor, mientras una gota le bajaba por la sien y se reía forzosamente—. Lal-nee tiene la mano pesada.

 

Fon suspiró—. Supongo que no podemos hacer mucho… —agradeciendo al cielo que Lal no había abofeteado su rostro, pero no podía decir mucho de sus rojas orejas.

 

Todo el espectáculo fue observado minuciosamente por cierto Hitman. Un malestar surgió en su cuerpo cuando vio las marcas que se le habían quedado al castaño en sus pómulos después del castigo de la fémina. Se levantó y, a paso lento, se dirigió a donde estaban parados los reñidos, una vez dentro del rango de visión de ambos, Tsuna levantó una ceja en cuestionamiento de su repentino acercamiento, pero este solo posó delicadamente ambas manos en las mejillas del contrario y dejó fluir sus Llamas del Sol para que así se curase la parte hinchada.

 

Los demás en la habitación se sorprendieron por el repentino actuar del asesino, según los rumores que habían escuchado, el Hitman era un ente desalmado y sin apego hacia las demás personas. Siempre pesando en sí mismo y nunca en los otros. Pero el ver la repentina escena donde el azabache curaba al castaño, sin siquiera dudarlo, les chocaba un poco.

 

Pero, había un dicho…

 

“No creas todo lo que escuches, las palabras encierran una intención que no siempre es positiva”.

 

Esta escena dejaba notar que todos esos rumores solo eran eso, rumores.

 

Reborn quitó sus manos de las mejillas del contrario cuando se aseguró que ya no tenían marca alguna ni estaban hinchadas. Acomodó su sombrero con un ligero asentimiento y se propuso salir de la habitación, y justo antes de que lograra su cometido escuchó perfectamente el susurro de Tsuna.

 

—Gracias…

 

Y Reborn sonrió, imperceptible para el ojo humano cuando vio el sonrojo que cubría el rostro de Tsuna.

 

Todos observaron el intercambio… Nadie se atrevió a interrumpirlos…

 

Finalmente, la puerta se cerró ligeramente, ahora sin el asesino en la habitación.

 

—Muy bien, dejemos lo que recién acaba de pasar de lado—. Comentó Skull, totalmente extrañado por todo lo que acababa de acontecer, tomando en cuenta que Tsuna sacudía su cabeza con claras intenciones de sacar el sonrojo de su cara. No pudo evitar sonreír—. Terminen de contarme cómo Fon se volvió Elemento de Tsuna.

 

Todos los que no sabían ese dato volvieron a sorprenderse e inmediatamente voltearon sus cabezas hacia el mencionado (Fon se juró para sus adentros que escuchó un Crack del rápido movimiento que realizaron sus cuellos). En serio que pasaban muchas cosas en las misiones, nada más había que ver que ahora Tsuna tenía un Elemento más, el monumental regaño que Lal les había dado a esos dos, y la escena que se montó después.

 

Era mucho para digerir.

 

—Por supuesto. —Tsuna y Fon se miraron, cómplices, y tomaron asiento en un sofá de dos plazas, con la calidez del otro en sus manos.

 

—Esperen. —Detuvo Viper—. Antes de que empiecen a contarnos, me gustaría saber algo. —Ambos asintieron y esperaron por el encapuchado, quien se dirigió directamente a Tsuna— ¿Es que los Elementos que convivían contigo eran ciegos o qué? Me parece increíble que no hicieran un lazo contigo.

 

Tsuna lo meditó un poco antes de responder—. No es como si hubiera estado rodeado por muchos Elementos sin Cielo, ¿sabes? Los únicos Elementos que conozco que no tenían Cielo eran… Emn… —Se quedó pensando unos segundos, ubicando cada Elemento con sus amigos—. Mi primer amigo es una Tormenta. —Una risa salió de sus labios al recordar a un explosivo amigo—. Y representa a la perfección su Elemento, es una tormenta en todo el sentido de la palabra… El siguiente que conocí es una Lluvia, más tarde me encontré con una Niebla. —Un escalofrío, que trató de disimilar, recorrió su cuerpo al caer en cuenta que no le había dicho nada a Mukuro sobre que ni él ni Hayato iban a estar por los alrededores durante un buen tiempo. La pasaría mal una vez regresara—. Otra Lluvia y un Sol —terminó de decir y cerró sus ojos, tratando de imaginar lo que estarían haciendo todos ellos, ya comenzaba a extrañarlos—. Esos son todos.

 

—Se nota que no saben apreciar lo que tienen… —susurró el encapuchado, un susurro que solo Skull logró escuchar por la cercanía entre ellos, y sonrió, a su parecer, dentro de poco Tsuna tendría una Niebla. El saber que su Cielo estaba reuniendo a sus Elementos lo llenaba de alegría.

 

Después de aquella revelación y de que Viper diera a conocer que no tenía nada más que decir, Tsuna procedió con la explicación, al principio algo intranquilo por las emociones que estaba recibiendo, y no precisamente de Viper, pensaba, mientras disimuladamente dirigía su mirada cada cuanto a la puerta de la cocina.

 

Lal había escuchado todo desde allí. La indecisión llenando todo su ser.

 

¿Qué hacer?

 

¿Qué no hacer?

 

¿Estaría bien dejarse acoger por aquel vasto Cielo?

 

Todavía tenía que pensarlo, pero… no pudo negarse a sí misma que se sintió amenazada cuando Tsuna mencionó que conocía a dos Lluvias que, a pesar de estar indecisas, no tenían Cielo, y Lal estaba consciente de que, si no se decidía rápido, el castaño podría cansarse de esperar y elegir a otra Lluvia para ser su Elemento.

 

 Y eso, por mucho que tratara de negarse, le aterraba.

 

 

—Hey, chicos… ¿Han visto a Verde? —preguntó Tsuna que estaba entrando al recibidor con Fon, Reborn y Viper. Cada uno de ellos estaba bebiendo algo diferente.

 

—A decir verdad, no —respondió el chino bajando su taza de té—. No lo he visto desde esta mañana. ¿Pasó algo? —dijo mientras fruncía ligeramente el ceño.

 

Varias horas habían pasado desde la pequeña charla, cada uno se fue por un lado diferente. Salían y entraban de la casa haciendo diversas tareas o entrenando en algún lugar del jardín. A pesar de estar viviendo juntos como un equipo, tenían vidas y rutinas con las que debían continuar. En estos momentos, Tsuna había bajado de su habitación algo nervioso, con la urgencia de encontrar al científico y, al ver a los chicos en la sala, no dudó en preguntarles.

 

—Bueno… De que pasó, no ha pasado nada, pero… —El trío esperó por la respuesta del menor pacientemente—. Mi intuición me dice que debo encontrarlo… —Su mirada viajaba de aquí a allá, buscando, nunca durando más de tres segundos en un mismo lugar—. Y rápido.

 

Reborn frunció el ceño ante eso, estaba seguro de haber escuchado esa expresión en algún otro lugar— ¿Intuición? —Y Tsuna perdió el color.

 

«Perfecto, Tsuna. Eres un genio. Haz que el mejor Hitman de todo el mundo sospeche de ti y de dónde vienes. Simplemente magnífico, ¿no te gustaría decir que eres descendiente de Primo, quizás? Pero… Ahora que lo pienso… ¿Reborn no trabaja para mi abuelito?»

 

— ¿Tsunayoshi-kun? —llamó Fon suavemente, y puso una de sus manos en el brazo del castaño, esperando su respuesta.

 

— ¿Eh? Ah, no es nada… Bueno… —Llevó una de sus manos a su nuca y sonrió algo nervioso. Sin el valor de mirar a los ojos del asesino. A Reborn no le gustó el no poder observar esos hermosos orbes en todo su esplendor—. Es algo así como… Emn… No sé, mi abuelito nunca me explicó mucho sobre ello, solo me dijo que siempre debía hacerle caso porque nunca se equivoca.

 

El ceño fruncido del sicario aumentó. Definitivamente había escuchado algo similar antes, pero no lograba conectar los cabos. Por otro lado, Tsuna se sentía morir bajo la profunda mirada del contrario. Si estaba así de nervioso ahora, ni siquiera quería saber cómo reaccionaría si estuviese mirándolo a los ojos.

 

Sucumbiría ante la presión.

 

Una explosión y una gran cantidad de humo saliendo de la cocina los sacó de su pequeña burbuja.

 

«Sé que pensar esto está mal… pero agradezco muchísimo a quien sea que la haya causado» Pensó Tsuna al ya no estar siendo escrutado por aquellos ojos negros.

 

— ¿¡Qué ha pasado!? —Llegó gritando Skull y segundos después Lal quien miraba a los otros en la sala buscando respuestas.

 

—Sabemos lo mismo que ustedes —respondió Viper mirando todo el humo que todavía salía de la cocina. Tendrían que arreglarla, y eso significaba gastar dinero. Dinero de su bolsillo. Algo que él odiaba con toda su alma—. Tsk…

 

Una repentina tos se escuchó entre toda esa humareda. Tsuna reconoció la voz y le dirigió una mirada a Fon quien entendió de inmediato. Soltó una onda de sus Llamas de la Tormenta con un movimiento de su mano y estas desintegraron las partículas del humo, dejando ver a Verde cubierto de hollín quien respiraba a duras penas con su ropa toda quemada. ¿Lentes y bata? Igualmente, rotos y chamuscados.

 

El castaño fue rápidamente a su encuentro al ver que no se podría sostener por sí mismo por más tiempo. Llegó justo a tiempo para que el cuerpo del mayor se desplomara sobre el suyo, y hubieran caído de no ser porque Fon también fue a su encuentro. El chino le dio una sonrisa en respuesta y entre ambos lograron llevar al científico al sofá.

 

Tsuna suspiró, mirando el estado de Verde—. De esto me quería advertir mi intuición… —Lo susurró, pero fue totalmente audible para todos. Negó suavemente con la cabeza—. No es tiempo de pensar en eso… Reborn…—llamó.

 

—Ni siquiera pienses que voy a curar al intento de científico, Tsuna —rebatió mordazmente y al castaño; solo pudo bajarle una gota por la sien. Pero si aún no decía nada—. No era necesario. —Volvió a responder el azabache.

 

—Bien —dijo Tsuna resignado, también se preguntaba cuándo el azabache dejaría de leer sus pensamientos. La sonrisa que le dedicó el otro le hizo darse cuenta que no sería dentro de poco—. Ya que no lo vas a curar, ¿podrías, al menos, revisarlo?

 

El estoico rostro del asesino no había cambiado ni un ápice, pero aun así se acercó al sofá donde estaba el inconsciente científico.

 

Los demás volvieron a asombrarse, al parecer, el solitario Sol, había sido domado. Claro que el sonido de un arma siendo sospechosamente cargada les hizo triturar y desechar esos pensamientos.

 

—No tiene nada grave —dijo Reborn después de acabar su chequeo—. Está inconsciente por la cantidad de humo que forzosamente ingirió.

 

— ¿Y eso no puede ser peligroso para él? —preguntó Fon realmente preocupado por el científico. Se había sentado en el suelo cruzando las piernas, sosteniendo una de las manos del peli-verde. Reborn, quien observó la escena, simplemente se alejó, dándole espacio.

 

—Puede ser…

 

—Reborn… —Esa simple persona diciendo su nombre hizo que se detuviera. Al hacer contacto con aquellos ojos supo que estaba perdido.

 

—Que coma ajo y que beba té de jengibre cuando despierte—dijo mientras se dirigía a las escaleras—. Eso lo ayudará. —Y desapareció de la vista de todos.

 

Tsuna sonrió al escucharlo y miró a Fon con una sonrisa—. Ya lo escuchaste.

 

El chino le devolvió la sonrisa y después la posó en el científico, suavizándola inmediatamente—. Sí…

 

Mientras tanto, en la mente de los demás solo cabía una cosa: “El Sol sí había sido domado”, y ahora que el lector de mentes no estaba presente, podían pensarlo libremente.

 

—Horas después—

 

—Disculpa, Reborn…—llamó Fon. El sicario lo miró, sabiéndose de la atención del asesino, continuó—. Gracias a que Lal utilizó sus llamas en Verde, este despertó minutos atrás y… —El otro parecía reticente a hablarle. Como si en verdad no quisiera decirle a lo que vino—. Se niega a comer ajo…—El Hitman simplemente levantó un ceja y el chino se avergonzó— ¿No hay alguna otra cosa que pueda hacer para que se mejore?

 

—Por supuesto. —Le respondió, y la mirada del trenzado se iluminó—. Cero experimentos por dos semanas.

 

Verde, que había estado escuchando todo a unos cuantos metros de distancia, frunció el ceño y se acercó a ellos con algo de dificultad por su reciente accidente, pero no importaba. Cualquier cosa por la ciencia—. Dame ese maldito ajo. —Tomó la pasta de ajo que estaba encima de la mesa y se fue, a lo que supuso Fon era, el laboratorio que había instalado en su habitación. El portazo que se escuchó segundos después confirmó sus dudas. Se volvió a Reborn.

 

—Lo de los experimentos… ¿era cierto?

 

Reborn simplemente bajó su taza de café—. Es recomendable que evite los irritantes en el aire tanto como sea posible. Esto puede incluir filtros de aire, productos químicos, y hasta algo tan simple como el polen. A pesar de que la exposición que tuvo al humo no fue tan prolongada, sus pulmones ya han tenido suficiente, por esto lo mejor es que respire un aire lo más limpio posible, así su cuerpo irá expulsando todo el humo y, en el caso de tener que exponerse a sustancias irritantes, debe hacerlo en la medida de lo posible con una mascarilla.

 

—No le dijiste eso —resaltó Fon.

 

Reborn sonrió misteriosamente—. El punto era hacer que se alejara de los experimentos hasta que se mejorara, Fon. El ajo hará efecto en unas cuantas horas, con eso es más que suficiente. —Se levantó y dejó al chino solo en la sala con una sonrisa satisfecha en el rostro, quien ya sabía que el sicario no era tan malo como lo pintaban.

 

—Gracias…—dijo al aire, sabiendo que el sicario ya no podía escucharlo.

 

 

—Qué problema tenemos ahora… —suspiró Tsuna mirando lo chamuscada que había quedado la cocina—. Esto es un desastre…

 

—Y yo no pienso poner ni un centavo para arreglarla.

 

Un aura depresiva comenzó a rodear a Tsuna; Lal y Skull fueron a consolarlo.

 

«Lo sabía…» No importaba que la militar y el motociclista hubiesen ido a consolarlo. El aura comenzó a hacerse más espesa alrededor del castaño «¿Cómo se supone que vamos a arreglar la cocina si nadie quiere poner un centavo para hacerlo?»

 

—Vamos, Tsuna, no me gusta que estés así… ¡A-ní-ma-teeeee! —Skull comenzó a hacer diferentes caras graciosas para que el menor se riese. Cosa que funcionó ya que el castaño se rio de inmediato.

 

Al ver eso, Lal sonrió, bastante feliz porque el pequeño ya no tenía esa aura negra a su alrededor.

 

—Bueno, ya, ya —dijo limpiándose algunas lágrimas que se escaparon de sus ojos al tener ese pequeño ataque de risa—. Pero todavía tenemos el problema de que la cocina está inutilizable.

 

—Ciertamente. —Refutó Lal—. Ahora tendremos que salir a comprar comida y eso supone un gran gasto.

 

Las alarmas en la cabeza de Viper se encendieron al escuchar eso. No iba a gastar dinero. NO, SEÑOR.

 

— ¡Cuidado! —Tsuna se lazó repentinamente encima de Lal, haciendo que ambos cayesen fuertemente al suelo. No bien habían caído cuando una gran roca aterrizó justo donde, segundos antes, había estado parada Lal. Luego, la roca comenzó a desintegrarse, como si fuese arena que el viento se estuviese llevando.

 

— ¿¡Pero qué demonios!? —La estupefacción estaba en el rostro de cada uno de los presentes. Skull expresó lo que todos ellos pensaban porque, no bien estaban hablando normalmente cuando esa enorme roca impactó, y solo Dios sabe qué hubiese sido de Lal si Tsuna no hubiese actuado a tiempo.

 

Todo esto pasó en cuestión de menos de cinco segundos.

 

Y ya para cuando Tsuna y Lal estaban nuevamente de pie, la roca se había desintegrado por completo, dejando solamente escombros, arena y bastante humo en el medio de todo ese desastre. Mientras el castaño solo podía pensar en que no tenían dinero para mandar a reparar tanto el techo como el piso después de semejante agujero dejado por la roca. El aura depresiva volvió a rodearlo.

 

«Odio mi vida».

 

Cuando el humo se disipó por completo, todos pudieron observar con estupefacción que, en el medio de todo ese desastre, había un sobre. Un MALDITO sobre blanco y lo que debería estar dentro es una MALDITA carta.

 

Desde ese punto todos comenzaron a trazar sus planes de descuartización para cuando volviesen a encontrarse con Checkerface. Sería mejor que esa carta trajera buenas noticas porque de lo contrario, ese hombre iba a sufrir a lo grande.

 

La fémina fue la primera que dejó de lado sus pensamientos homicidas y tomó el sobre, este, como ya era costumbre, pasó a tomar un color azul cielo. Pero esta vez fue algo diferente porque, además de tomar un color, el sobre se abultó, haciendo que Lal se extrañara y abriera el sobre. De inmediato volvió a cerrarlo y se lo pasó a Tsuna.

 

—No tengo que leer la carta que está dentro para saber que eso es para arreglar lo que acaba de pasar —dijo Lal una vez Tsuna tomó el sobre, y se marchó, consciente de lo que estaba a punto de acontecer y no queriendo ser parte de eso de ninguna forma posible.

 

El castaño, extrañado por las palabras de la fémina, abrió el sobre y entendió todo. Ni más ni menos. Los ojos del más pequeño en toda la casa se abrieron de par en par y tanto Viper como Skull juraron ver un par de estrellitas en cada uno. Algo les dijo que escapasen de ahí lo más rápido que sus piernas les permitieran.

 

Y eso mismo fue lo que hicieron, porque para cuando Tsuna quitó su vista del contenido del sobre estaba completamente solo. Lo que hizo que hiciese un gran puchero.

 

— ¡Mou, chicos~! ¡No es justo! Y ya que finalmente tengo el dinero para arreglar todo este desorden…

 

El sobre contenía una gran cantidad de dinero junto a una carta que decía: ¡Hola, Piccolo Cielo! Sé que esta entrega no fue la mejor que he hecho, pero espero me perdones. En fin, lo único que tengo para decirte es que me encargaré de cualquier gasto que tenga que ver con la casa, eso sí, ustedes se hacen responsables de buscar a cualquier arquitecto o señora de la limpieza porque yo simplemente les estaré mandando el dinero para lo que necesiten. Adiosito pues.

 

A Tsuna en estos momentos no le importaba el cómo había llegado el dinero a él, no, claro que no. Ahora solo importaba en que iba a gastarlo todo en una nueva cocina e iba a reparar los agujeros que dejó la roca.

 

—Pero aún no entiendo por qué me dejaron solo…

 

Claro que el puchero nunca abandonó su rostro.

 

—Bueno, eso no importa —dijo al aire restándole importancia—. Mejor me voy de compras.

 

 

Decidió hacer una pequeña parada en el parque antes de ir a la tienda, quería respirar algo de aire fresco lejos de esa casa llena de locos.

 

«Si me escuchan me matan, gracias al cielo que Reborn no está presente». Inmediatamente terminó con el hilo de sus pensamientos un escalofrío le recorrió la espalda e hizo que mirara hacia todas las direcciones en busca de aquel azabache.

 

—Así que fue mi imaginación… Gracias a Dios —dijo soltando todo el aire que, inconscientemente había tomado y comenzó a caminar, admirando los niños jugando y el revolotear de las aves. Todo era tan pacífico. Le gustaba estar así, rodeado de…

 

— ¡Cuidado!

 

— ¿Eh?

 

— ¡AAAAAAH!

 

¡BOOM!

 

«¿Por qué mi vida siempre tiene que estar llena de caídas y accidentes?»

 

—Demonios… Cómo duele…

 

— ¡Oye! ¿Estás bien, niño?

 

— ¿Eh? —Encima de nuestro castaño se encontraba un rubio de ojos de un color tan profundo como el mar—. Hermosos… —susurró.

 

— ¡Oye, niño! Te estoy hablando-kora. —El de ojos azules estaba extrañado, este pensaba que el golpe no había sido tan fuerte como para que el castaño estuviese tan atontado ya que este no había dicho ninguna palabra hasta ahora.

 

— ¿Eh? Claro, estoy bien. —Le respondió el castaño mientras se levantaba, en ningún momento dejó de observar al contrario, algo le decía que era importante.

 

—Lo siento-kora. —Le respondió con una sonrisa—. Estaba entrenando y no me di cuenta de que estabas en el camino, pero me alegro que estés bien.

 

De repente, la buena energía del rubio llenó a Tsuna y una inexplicable calma se apoderó de él.

 

—No te preocupes, soy Tsuna, por cierto. —Se presentó, ofreciendo su mano.

 

—Yo soy Colonello-kora —respondió su saludo, tomando su mano en el proceso. Por alguna razón, Colonello también sentía una enorme comodidad junto al castaño. Era algo así como… —¿Estás muy ocupado-kora?

 

Tsuna se sorprendió por el ofrecimiento—. Estaba a punto de hacer las compras, ¿quisieras acompañarme? —Y aún más por el propio, no conocía a la persona frente a él, pero no quería separarse del mismo.

 

Estar en casa…

 

Y ese sentimiento le encantaba a Colonello.

 

—Solo si me ganas en una carrera hasta la tienda —propuso el rubio.

 

Los ojos de Tsuna brillaron en un intenso anaranjado por un segundo, Colonello lo notó, pero al final creyó que fue un reflejo del sol.

 

—Hecho.

 

Llamaron a una persona que cruzaba por ahí y se posicionaron. Algunas personas se detuvieron a ver lo que hacían.

 

—En sus marcas…

 

Decidieron hacer de un árbol su marca para salir. ¿La meta? La entrada a la tienda.

 

— ¿Listos?

 

La tensión se sentía en el aire. Chocolate y zafiro se observaron por un momento. La adrenalina empezando a correr por sus venas.

 

— ¡Fuera!

 

Los espectadores se sorprendieron de que repentinamente ambos desaparecieran. ¡Pero si estaban ahí ahora mismo!

 

La verdad era que a esos dos ya no les quedaba casi nada para llegar a la tienda. Colonello estaba muy emocionado, pensó que ganaría la carrera como si nada, nunca pensó en que Tsuna pusiese igualarlo en velocidad. Eso lo motivaba a esforzarse aún más. Quería ganar.

 

Tsuna notaba cómo Colonello trataba de adelantarse, pero no se lo iba a dejar tan fácil, no fue entrenado por la Novena Generación Vongola por nada.

 

Estaban bastante reñidos y les quedaban solo algunos metros para llegar, fue ahí cuando Tsuna empezó a reducir la velocidad, el rubio pensó que el castaño se había cansado y aceleró con todo lo que le quedaba.

 

Y al final, ocurrió lo inevitable.

 

Se estrelló contra las puertas de la tienda.

 

El estruendo fue tan grande que todos los que estaban dentro fueron a echar un vistazo. Colonello se había estrellado de tal forma que ambas puertas de cristal se habían quebrado y explotado, mandando a volar todos esos cristales por los aires e incrustándose en cualquier persona cerca.

 

— ¡Colonello! ¿Estás bien? —Tsuna, inmediatamente, fue a socorrerlo. Por eso había reducido la velocidad, porque no quería hacerse papilla contra la entrada. Pensó que Colonello haría lo mismo.

 

Obviamente no fue así.

 

— Emn… ¿no? —Le respondió atolondrado. Miles de cristales esparcidos en el suelo y sobre el rubio, sin contar los que estaban incrustados en su piel. Hizo el intento de ponerse de pie, pero Tsuna no lo dejó, en vez de eso, colocó su cabeza con sumo cuidado en su regazo y llamó a una ambulancia.

 

Las personas empezaron a rodearlos con suma rapidez. Había un caos frente a la tienda.

 

— ¿A dónde crees que vas? —preguntó de manera autoritaria al ver su intento de ponerse de pie—. Estás herido y no te vas a mover de aquí hasta que venga la ambulancia.

 

—Que estoy bien, Tsuna… Solo es un rasguño… —Colonello no entendía por qué Tsuna no lo dejaba levantarse, es verdad que se sentía mareado y que casi no sentía su cuerpo, pero esas no eran razones para no dejarlo levantarse, aunque, si se ponía a pensarlo… Estaba muy cómodo en esa posición, y después del accidente era algo ilógico que se sintiera de esa manera… ¿Qué estaba pasando?

 

Fue ahí que finalmente abrió los ojos, y lo notó.

 

Su cuerpo emitía una leve, pero cálida luz.

 

¿Tsuna estaba utilizando sus llamas en él? Esa ya era mucha información para procesar. ¿Cómo sabía Tsuna que eso existía? ¿Sabía Tsuna de la Mafia? ¿Formaba parte de alguna Famiglia? Eran preguntas que ahora su mente no era capaz de soportar.

 

Pero lo que más le sorprendía era que el castaño poseía las Llamas del Cielo. La llama más difícil de encontrar. Quiso hacerlo su Cielo ahí mismo. No tuvo que pasar mucho tiempo a su lado para darse cuenta de que era una maravillosa persona, sus llamas le decían todo ya.

 

«Quiero quedarme aquí por siempre». Fue el último pensamiento del rubio antes de sucumbir al mar de la inconsciencia.

 

 

«¡Me duele todo-kora!»

 

—Oh, ya despertaste, Colonello —dijo Tsuna al notar que el rubio se removía en la cama, al poco tiempo este abrió sus ojos.

 

—Tsuna… —Se quedó mirando al infinito por un momento y luego se paró abruptamente de la cama al recordar lo que tenía que hacer el menor.

 

—Alto ahí, soldado —dijo el castaño mientras ponía su mano en el pecho del contrario para evitar que se levantase por completo—. Tú no te mueves de esta cama hasta que un doctor te dé el alta.

 

— ¡Pero, Tsuna! Tienes que dejarme ir, tenías cosas por hacer y yo solo te estoy reteniendo, además quiero irme de aquí, detesto los hospitales. —Colonello trataba de levantarse. Intentaba mover las manos del menor de su pecho y no podía, cada intento de su parte fue completamente inútil, fue ahí que se dio cuenta que el castaño poseía más fuerza de la que aparentaba.

 

¿Quién era este chico y de dónde había salido?

 

— ¡Yo dije que te quedas y te vas a quedar! —Los ojos del castaño se volvieron oro puro y Colonello retrocedió, dentro de él, su instinto como Lluvia le decía claramente que no desobedeciese al otro.

 

Pero él era terco, así que con su voz más angelical y la cara más adorable que pudo poner le dijo—: Detesto los hospitales, Tsuna. —El castaño podía jurar que los ojos del rubio brillaban. —Déjame ir, por favor.

 

Tsuna no podía creer lo que el otro estaba haciendo.

 

¡Le estaba haciendo un puchero, por todo lo santo!

 

Sus ojos volvieron a su tonalidad normal después de semejante acción.

 

Colonello estaba equivocado si pensaba que iba a ceder con eso, Natsu le solía hacer pucheros más lindos y aun así no se dejaba convencer.

 

—Buen intento, Colonello. —Felicitó el castaño—. Pero eso no va a hacer que te deje salir de aquí.

 

El último vestigio de esperanza que tenía el rubio de poder salir de ahí se fue tan rápido como vino. Tsuna era imposible.

 

—Está bien, tú ganas. —Claro que el puchero no había abandonado su rostro ni un momento, esto a Tsuna no le pudo parecer más adorable y sin poder evitarlo se rio ligeramente. Colonello parecía un niño pequeño, hacía su pequeño berrinche con la cara mirando a otro lado y sus brazos cruzados sobre su pecho, no encontró escena más tierna que esa a sus ojos. Tomó asiento al lado de la cama del herido y esperó a que se le pasase el disgusto.

 

—El doctor no debe de tardar, ya avisé que despertaste. —En ese momento el rubio volteó a verlo con cara emocionada, y realmente minutos después llegó el doctor para darle de alta a Colonello diciendo que, a pesar del impacto, su cuerpo no había recibido daños graves o permanentes y que solo debía guardar reposo por tres días, para las cortadas le recetó una pomada y lo dejó ir. Colonello no pudo haber estado más feliz.

 

—Ves que sí me dejaron libre, Tsuna. —Colonello disfrutaba de su libertad, como él la había proclamado desde que puso un pie fuera de esa pútrida habitación, nuevamente, palabras del rubio—. Ya sí puedo acompañarte a hacer las compras—dijo con una sonrisa de haberse salido con la suya y, aunque ambos sabían que no era exactamente así, disfrutaban de la compañía mutua.

 

El humor del otro era sumamente contagioso y Tsuna no tardó en devolverle la sonrisa—. Claro, vamos.

 

Una vez en la tienda Colonello se sorprende de que Tsuna tomara cuatro carritos.

 

—Tsuna…

 

— ¿Hmn? —Volteó a mirarle el castaño.

 

— ¿Cuántas personas es que viven contigo? —Es que tenía que preguntar, o sea, la comida que llevarían esos cuatro carritos cuando estuviesen llenos no era para dos personas.

 

—Oh, somos siete —respondió como si se tratase del clima mientras se llevaba dos de los carritos y dejaba que Colonello se encargase de los otros dos. Este último no se hacía con la idea de que siete personas vivieran bajo el mismo techo sin ninguna pelea de por medio.

 

Tsuna, al ver la cara de confusión que el de ojos azulados claramente tenía, decidió explicarle un poco lo que ha podido aprender de lo que sería su nueva familia por un tiempo.

 

—Todos somos distintos. —Empezó—. Hay unos que se ven rudos por fuera, pero son un amor por dentro; otros narcisistas y egocéntricos, se creen el centro del mundo. —Cuando dijo esto un pequeño escalofrío le recorrió por el cuerpo y no pudo evitar mirar a todos lados para ver si el asesino andaba cerca, al ver que no era así se calmó un poco y le dedicó una sonrisa algo forzada al rubio. El otro lo tomó como que había gente muy extraña alrededor del menor, pero lo dejó seguir—. Hay otros muy centrados en diferentes proyectos, su mente nunca deja de pensar; hay otros calmados y serenos, a su lado la paz siempre reina; otros que les encanta el dinero y detesta gastar y, finalmente, otros un poco reacios a mostrar cómo son en verdad. —Después de eso se quedó mirando al vacío por un momento, lo que hacía pensar que los estuviese recordando a cada uno.

 

A Colonello le pareció algo familiar la última descripción, pero descartó el pensamiento enseguida. Después de todo hay muchas personas en el mundo, que algunas coincidieran era poco probable.

 

—Suena a que son un grupo bastante peculiar, me gustaría conocerlos algún día. —Y eso fue todo el impulso que necesitaba, a Tsuna le pareció una idea increíble.

 

— ¿¡Te gustaría venir a cenar con nosotros esta noche!? —prácticamente gritó—. Ninguno de nosotros tiene misión por hacer así que estaremos presentes y podrás conocerlos a todos.

 

El repentino estallido del castaño junto a la propuesta que le hizo, lo sorprendió un poco, pero ver esos ojos brillantes llenos de ilusión y esa gran sonrisa en el rostro del menor no le hizo tener dudas al momento de aceptar. El abrazo que recibió luego de eso le hizo darse cuenta de que hizo lo correcto, además de que también decidió que quería a ese niño en su vida, quería que fuera su Cielo, quería ser su Lluvia para poder protegerlo de todo mal.

 

— ¿Y qué sueles hacer en tu tiempo libre, Colonello?

 

—Oh, yo soy un miembro activo de COMSUBIN, además de que…

 

A Colonello le encantó pasar ese momento de la tarde con Tsuna.

 

 

Entró a la casa con bastante serenidad. Después de haberse tropezado con el rubio, su mal humor había mejorado. Se había divertido mucho charlando con él, le gustó su personalidad. Carismático, alegre…

 

Es una Lluvia… y está buscando un Cielo…

 

Se detuvo en seco cuando su instinto de Cielo resonó en su mente. Pudo sentir cómo el ritmo de su corazón se aceleraba notablemente.

 

«¿Qué demonios…?» Se cuestionó a sí mismo. «Se supone que yo estoy esperando por Lal-nee, entonces… ¿Por qué siento esta necesidad de hacer a Colonello mi Elemento?»

 

Su instinto como Cielo le decía que quería a Colonello como su Lluvia, pero…

 

—Lal-nee… —Musitó.

 

También quería a Lal…

 

Apretó fuertemente sus puños al tener que enfrentar esa clase de encrucijada. ¿Qué se supone que haría? Ahora mismo estaba bastante confundido. Quería a Lal, y eso lo tenía bien claro, ella lo hacía sentir como un niño otra vez. Nadie nunca le hizo sentirse así, solo ella… Sin embargo, Colonello… Lo conoció minutos atrás y su instinto lo reclamaba como suyo. De su propiedad. Su efusividad lo contagió y no pudo controlar sus más íntimos deseos.

 

—Y ahora… ¿Qué hago?

 

La repentina posesividad que tuvo su instinto con Colonello y la certeza de que quería a Lal a su lado lo estaba matando.

 

¿Realmente tenía que escoger entre ellos?

 

El pensamiento de dejar a uno fuera de su Armonía lo lastimaba gravemente.

 

¿Todo tenía que ser tan complicado?

 

Estuvo varios minutos pensando, pero, al final, no llegó a alguna conclusión que le satisficiera. Un gran suspiro salió de lo más profundo de sus pulmones, no le gustaba que todo fuese tan complejo.

 

Decidió dejar de pensar en eso y ponerse a hacer la cena. Colonello iba a cenar con todos ellos y debía pensar en qué podría gustarle. Y así empezó con todos los preparativos, tratando de ignorar esa voz en su cabeza y tratando de no pensar en lo inevitable.

 

No es como si sus dos posibles Lluvias fueran a pelearse en medio de la cena.

 

 

—Tsuna, ¿de quién es el octavo plato en la mesa? —preguntó Skull al ver que había un puesto de más colocado, ellos claramente eran siete.

 

El castaño sonrió, lo cual los dejó a todos con la duda y respondió—: De alguien que conocí hoy.

 

— ¿Y le das nuestra dirección a un completo extraño? —preguntó Lal con tono acusador. Tsuna no se inmutó por la mirada que también le dirigía, estaba muy concentrado terminando de colocar la mesa.

 

—Me sé su nombre —dijo, como si fuera el único requisito para invitar a un extraño a su casa.

 

A muchos les salió una gota en la sien. ¿Cómo había sido criado este niño?

 

—Tsunayoshi-kun —llamó Fon—. No es eso lo que queremos decir, sino que esa persona podría atacarnos, podría ser un enemigo. —Intentó razonar con él.

 

Tsuna se rio con fuerza al imaginarse a Colonello en ese plan—. No lo creo, él no es de esos.

 

El grupo se miró, decidiendo dejar el asunto y esperar al dichoso invitado, ese que tenía tan contento al Cielo de la casa, de todas maneras, Tsuna sabía defenderse y ya debía ser capaz de reconocer una futura amenaza.

 

Al menos eso querían creer.

 

Todos tomaron asiento en la gran mesa, dejando la cabecera para el castaño y esperaron. Fon estuvo ayudando a Tsuna a llevar las cosas a la mesa. No tuvieron que esperar mucho cuando sonó el timbre y Tsuna fue corriendo a abrir la puerta, dejando la cuestionante de, ¿quién era esa persona? Todos pudieron escuchar el enérgico bienvenido que le dio el castaño. Eso solo hacía aumentar sus dudas sobre aquel ente misterioso, solo en caso de emergencia, todos se prepararon para atacar desde sus posiciones en la mesa.

 

Los pasos de ambos se escuchaban cada vez más cerca, todos podían escuchar perfectamente cómo el castaño le hablaba con completa ilusión al extraño.

 

— ¡Sé que te llevarás de maravilla con todos! Cada uno tiene un encanto diferente que lo hace único de los demás. —La alegría brotaba en cada palabra, todos los que estaban sentados en la mesa sintieron una calidez recorriendo su cuerpo al instante de haber escuchado eso. Eran palabras demasiado amables de una persona que conocían hace menos de una semana.

 

Una persona tan pura no podía existir y, sin embargo, estaba ahí conviviendo con todos ellos y cada uno se sentía dichoso por lo mismo.

 

—Hablas muy bien de ellos, Tsuna. Espero poder compartir con ellos tan bien como lo hice contigo esta tarde-kora.

 

Y solo bastó esa oración para que un «click» resonara en la cabeza de Lal. Que le dieran un momento para respirar dice, ella conocía ese tono de voz tan animado y alegre, ella conocía esa amabilidad que brotaba de cada palabra que salía de esa boca, pero, sobre todo, ella conocía esa muletilla.

 

— ¿¡Colonello!? —gritó mientras golpeaba la mesa con ambas manos, su grito y el momento en que ambas personas entraron al comedor fue exactamente el mismo.

 

Por unos segundos todos se quedaron en silencio, algo aturdidos por el grito de Lal e identificando a la persona que había entrado con Tsuna, que la chica lo conociera disminuía un poco las sospechas de que fuera alguien peligroso, pero no bajarían la guardia solo por eso.

 

— ¿Lal? Cuando Tsuna mencionó a alguien parecida a ti no quise creerlo, pero realmente eres tú-kora. —El rubio no cabía en su felicidad, su futuro Cielo conocía a su maestra, esto lo hacía más fácil. —¡No sabes lo feliz que me siento de conocer a alguien más aquí-kora! —El rubio corrió directo a la chica con claras intenciones de abrazarla, pero recibió un fuerte puñetazo en la cara que lo mandó directo al suelo.

 

— ¡No te emociones tanto, imbécil! —A Lal no le agradaba ni un poco que Colonello estuviese ahí, se sentía amenazada con su presencia. Suficiente caos tenía en su mente sobre ser la Lluvia de Tsuna como para que este idiota se metiera en su camino.

 

Tenía que largarse.

 

—Tan amable como siempre, ¿no Lal? —Colonello se levantó con una sonrisa, como si nada hubiese ocurrido, los golpes de la fémina eran algo comunes en su vida después de todo. Aunque creyó haber sentido ese golpe un poco más pesado de lo normal, decidió dejarlo pasar, Lal no se medía con ese tipo de cosas—. De todas formas, me alegra haberte encontrado aquí-kora.

 

— ¡Tsk! —La frustración iba subiendo, sentía que empezaba a formarse un tick en su ojo derecho.

 

— ¡Ah! —exclamó Tsuna finalmente entendiendo y todos voltearon a verlo—. Por eso sabía que había escuchado el nombre de COMSUBIN en algún lado, Lal-nee ya me había dicho que trabajaba ahí como instructora —dijo con una sonrisa y simplemente se fue, dejando todo el desastre en el comedor.

 

A todos les bajó una gotita por la sien al ver el comportamiento tan relajado del castaño.

 

Minutos después se formó un extraño silencio en el comedor. Todos habían decidido que el recién llegado no era una amenaza, pero tampoco estaban muy entusiasmados con su llegada, después de todo muchos de ellos todavía no confiaban en los demás todavía.

 

—Mi nombre es Fon, un gusto conocerte. —El de largo pelo no podía evitar sentir que ese chico iba a ser importante de ahora en adelante, así que lo menos que podía hacer era ayudarlo a congeniar con los otros a pesar de lo renuentes que se veían. En este punto sabía que a Verde y Viper no le interesaba en lo más mínimo el soldado, pero la actitud de Reborn le causaba algo de intriga. Por alguna razón sentía ese instinto asesino provenir de él al igual que Lal hacia el rubio, pero por razones completamente distintas.

 

«Esto será muy divertido». A Fon le llegaba una posible razón para el actuar tan imperceptible del asesino, quizás podría pensar que nadie lo había notado, pero nadie podía engañar a su tan entrenado ojo.

 

Reborn no había quitado la mirada de Colonello desde que este había entrado en su rango de visión, sus facciones se habían endurecido al instante y no fue precisamente porque el rubio representaba alguna amenaza hacia él, era simplemente que estaba demasiado cerca de Tsuna, demasiado cerca para su gusto.

 

Esto le causaba gracia a Fon y ya estaba ideando maneras para sonsacarle información de la manera más discreta posible y… ¡Oh que se saldría con la suya!

 

No le decían que era un zorro astuto por nada.

 

Reborn notó la mirada y dirigió sus ojos obsidiana al asiático, no tenía idea de lo que estuviese pensando el otro, pero no podía ser nada bueno si tenía esa expresión de «yo no fui.» plasmada en toda la cara, así que subió su instinto asesino como una clara advertencia de que como hiciera algo que lo molestase se las tendría que ver con él.

 

Fon captó todo inmediatamente, pero aun así no pudo evitar ocultar su sonrisa detrás de una de sus mangas y dirigió toda su atención a Colonello.

 

A este le extrañó el pequeño intercambio entre esos dos, pero no le dio importancia. Se estaba dando cuenta de que todos en esa casa eran unos raros—. Yo soy Colonello-kora. El gusto es mío.

 

— ¿Y cómo conociste a Tsuna? —Al momento de Skull hacer esa pregunta fue como si detonase un interruptor, todas las miradas fueron a parar al rubio que inmediatamente se sintió acorralado.

 

«Vaya que son un grupo de lo más posesivo».

 

Los pensamientos de Colonello no estaban lejos de la verdad, siendo que la mayoría no eran Elementos de Tsuna, todos sentían que debían protegerlo y en este punto ya nadie se cuestionaba si era su propio deseo o la Armonía de Tsuna que los hacía actuar así, no querían averiguarlo.

 

Orgullo por encima de todo.

 

Colonello sintió que había algo extraño envolviendo a todos en esa casa, pero, por su propia integridad, prefirió no comentar. Ya tenía suficiente con los golpes de Lal, gracias.

 

—Me tropecé con él mientras entrenaba y ocurrieron varias cosas —dijo mientras señalaba las cortadas presentes en sus brazos.

 

A Lal se le formó otro tick en el ojo derecho al escucharlo. —Así que te saltaste el entrenamiento solo para ir de compras con Tsuna… —Que ya fuese tan cercano con su futuro Cielo era una cosa, pero que se saltara el entrenamiento que ella misma le puso era otra completamente diferente. Colonello solo estaba haciendo que su mal humor aumentara.

 

En ese momento, Colonello sintió el verdadero terror.

 

Todos retrocedieron al ver el estado de la fémina, en la mañana ya habían tenido una muestra de cómo se ponía enojada y ellos no iban a dirigir ese enojo hacia ellos.

 

— ¡Te largas de esta casa en este preciso instante!

 

Bien, eso descolocó a más de uno en la habitación. Hasta Verde había dejado de lado uno de sus preciados experimentos y se había interesado en todo el caos a punto de ocurrir, ella no acababa de decir eso, ¿verdad?

 

—A ver, Lal… —Intentó razonar el rubio, en su voz podías notar lo serio que estaba—. Entiendo que estés furiosa porque me haya saltado tu entrenamiento, pero eso no te da derecho a correrme de una casa cuando no fuiste tú la que me invitó.

 

Viper dejó de contar su dinero para ponerse a filmar, sentía que con ese video podía extorsionar a mucha gente luego. Ya podía sentir las ganancias.

 

— ¡Quiero que te vayas! —La furia que salía de las palabras de Lal era pura, ya no soportaba tener al rubio cerca por más tiempo.

 

—No estás actuando como sueles hacerlo, Lal, yo sé que te saco de tus casillas en tiempo récord, pero esta vez no he hecho nada para que me hables de esa manera. —Colonello no entendía el comportamiento de su maestra, estaba siendo completamente irracional, no comprendía su reciente impulso de querer que se vaya y realmente le estaba empezando a molestar su actitud.

 

—Tu sola presencia es irritante, a nadie le agrada que estés aquí. —Sus palabras salían con veneno, no quería que estuviese ahí, quería que se marchase, alejarlo de Tsuna permanentemente. Le aterraba que el menor pudiese escoger a Colonello por encima de ella como su Lluvia. Colonello era alguien alegre, carismático, no tenía problemas en hablar de cualquier tema, siempre pensaba positivamente, pero ella… era ruda, apática, tenía problemas para comunicar lo que sentía, era tosca, era… definitivamente la peor opción… la opción que no iban a escoger.

 

— ¿Disculpa? Por si no lo recuerdas, Tsuna me invitó a cenar con ustedes, así que tengo todo el derecho de estar aquí. —La discusión estaba pasando a mayores, el ceño del rubio se estaba acentuando y de su cuerpo empezaban a brotar pequeñas cantidades de Llamas de la Lluvia.  

 

Lal tampoco se quedaba atrás, sus Llamas de la Lluvia empezaban a salir a flote, un instinto asesino se estaba desarrollando en el comedor. Los demás no terminaban de entender la hostilidad de la fémina con el rubio, desde que había aparecido, esta solo le había estado lanzando indirectas de que no lo quería allí, pero al parecer su paciencia se terminó de esfumar.

 

En este punto ninguno de los que anteriormente estaban sentados en la mesa lo estaban, se habían reunido todos en un mismo lugar mientras observaban la discusión entre alumno y maestra.

 

En lo particular, Reborn estaba disfrutando de todo el espectáculo. También quería que el rubio se marchase y Lal le estaba haciendo el trabajo más sencillo, podría ayudarla, pero todos cuestionarían su actuar y él no estaba para dar explicaciones a nadie de lo que hacía, menos cuando el castaño estaba de por medio.

 

Ese niño lo hacía actuar como normalmente no lo haría, empezó a preocuparse por el bienestar de otros que no eran él mismo e incluso a preguntarse si necesitarían ayuda con algo.

 

Maldito sea el día en que entró a su vida, a él solo le gustaba el caos siempre y cuando él no estuviera envuelto.

 

Como el que estaba ocurriendo ahora.

 

Fon tenía claras intenciones de intervenir y parar el caos que estaba a punto de acontecer, el suceso de esta mañana y el recuerdo de sus adoloridas mejillas lo frenaron un momento, sin embargo eso no debía atemorizarle, no quería que la cena que había preparado su querido Cielo quedara arruinada solo por el infantil actuar de la fémina, y decidió ir, pero la mano de Skull lo detuvo, lo miró buscando una explicación, pero el rostro del motociclista estaba completamente serio—. Esto no es algo en lo que debas meterte, Fon. —Su ceño se profundizaba cada vez más—. Ellos deben arreglarlo sin ayuda.

 

El de trenza no terminaba de entender por qué le decía eso si esos dos estaban a punto de destrozarse y de paso se cargaban el comedor, pero Skull solo negaba. Él podía sentirlo, era un problema de posesión, se estaban peleando por quién debía quedarse al lado de tan vasto Cielo, al menos Lal lo hacía bastante evidente, Colonello por ahora solo se defendía de la fémina, pero estaba seguro de que también quería ser un Elemento de Tsuna. Sus auras lo decían todo.

 

Lal y Colonello tenían una batalla de miradas, rojo vino versus azul cielo, al más mínimo vestigio de apertura iban a atacar al otro sin piedad… y fue por el sonido de una ráfaga de viento que ambos se movieron con toda la intención de golpear con todas sus fuerzas.

 

Fue cuando todos lo sintieron, un gran estallido de Llamas del Cielo inundó todo el lugar.

 

— Pero ¿¡qué creen que están haciendo!? —Justo en el momento del impacto Tsuna se puso en medio de ambos, deteniendo cada puño que iba dirigido al contrario con sus manos envueltas en sus propias Llamas del Cielo—. ¿No creen que su pequeño juego ya ha llegado muy lejos? ¡Quiero que ambos se disculpen! ¡YA!

 

El silencio reinó desde ese momento, ninguno quería disculparse. Uno porque realmente no tenía la culpa y la otra por la frustración que sentía por no poder cumplir lo que quería.

 

—Yo no me voy a disculpar, Tsuna. Lal fue la que comenzó todo diciendo que no me quiere aquí y que mi presencia es una molestia para ella. —Colonello pocas veces adoptaba esa actitud tan seria y fría como la que poseía en esos momentos.

 

— ¿Qué tienes que decir al respecto, Lal? —El castaño no soportaba que dos personas que se volvieron tan importantes para él en ese poco tiempo estuviesen peleando sin razón aparente frente a él. Si solo quería que se llevasen bien entre todos por Dios.

 

Decir que a Lal le había dolido que Tsuna no la llamase igual sería poco, no tenía ni una semana llamándola así y ya sentía que lo había hecho desde siempre. Al chocar su mirada con la dorada de su niño no pudo evitar sentirse culpable. Esos hermosos ojos estaban llenos de dolor y confusión, buscaban una razón de su actuar en su propia mirada. Toda la energía que había tenido hasta ese momento desapareció completamente de su cuerpo y desvió su mirada hacia el piso. Colonello, al ver que la chica se había calmado, también suprimió sus Llamas de la Lluvia.

 

—Perdón… —Lo pronunció tan inaudiblemente que Tsuna fue el único que lo escuchó al ser el más cercano a ella. Una suave sonrisa surgió en su rostro al escucharla, sabía que Lal no era así y que algo había pasado para que actuara de esa manera, solo tenía que averiguar qué lo había ocasionado.

 

Fue cuando una gran ola de emociones y pensamientos llegaron a él.

 

«Yo quiero ser tu Lluvia.»

 

«No quiero que lo escojas a él.»

 

«Quiero que te quedes a mi lado.»

 

«Yo soy la que debe protegerte.»

 

«No quiero estar sola.»

 

—Oh, Lal-nee… —La mirada de Tsuna no pudo tornarse más tierna y comprensiva al notar lo que tenía—. Así que era eso…

 

Sus llamas, que todavía seguían activas hasta el momento, se apagaron y el castaño caminó hacia la chica hasta juntar sus frentes mientras le dedicaba la más hermosa de las sonrisas.

 

— ¿Sabes? Yo también tenía una disputa conmigo mismo. —Empezó a relatar el castaño—. Desde la misión con los gemelos ya tenía contemplado esperarte todo el tiempo que hiciera falta para hacerte Mi Elemento, Mi Lluvia. —Al decir eso, la mirada de Lal se iluminó, su corazón latía fuertemente al saber lo que eso significaba; al mismo tiempo, la mirada de Colonello se apagó, derrotado, solo podía mirar al suelo mientras apretaba sus puños, era muy frustrante que, a pesar de toda la conexión que tuvieron hoy, él no fuera el elegido—. Pero después conocí a un extrovertido rubio completamente contrario a su elemento que mi instinto de Cielo simplemente no pudo controlarse, también lo quería a él como Mi Lluvia.

 

Los nervios de Lal estaban a flor de piel; Colonello no pudo estar más asombrado al escuchar tales palabras y, al levantar la mirada, se dio cuenta que Tsuna lo estaba mirando, tenía esperanza, su corazón también empezó a latir fuertemente. El castaño le hizo una seña de que se acercara y cuando estuvo lo suficientemente cerca lo tomó de la mano, previamente ya había tomado la mano de Lal e hizo que ellos dos también se tomasen de la mano.

 

—No tienen idea del lío que se armó en mi cabeza después de eso, no quería alejarme de ninguno, no quería dejar a alguno fuera de Mi Armonía, pensé que mi cabeza explotaría de tanto pensar. —Todos veían las expresiones del castaño y ahora que se fijaban, su cara estaba algo tensa y en sus ojos había mucha preocupación—. Fue cuando se me ocurrió… —Las Llamas del Cielo de Tsuna rodearon los tres cuerpos tomados de la mano y el castaño sonrió—. ¿Por qué no los tomo a ambos como Mis Elementos?

 

La simple mención de eso hizo que todos abrieran sus ojos con bastante impresión. Hubo un gran estallido de Llamas en ese momento, las de Tsuna lideraban todo, expandiéndose por todo el comedor, luego se le unió la de Colonello y finalmente la de Lal, las tres se mezclaron formando un torbellino que hizo a más de uno apartar la vista. Cuando todo se calmó se pudo notar que la habitación estaba llena de pequeñas luces azules y anaranjadas, mientras que encima de los tres involucrados había un fino hilo blanco que segundos después desapareció.

 

Los tres soltaron sus manos, Tsuna con una gran sonrisa en su rostro y los otros dos no creyendo que fuese real, pero lo era. No simplemente por lo que había sucedido, sino que dentro de ellos lo sentían.

 

Eran las Lluvias de Tsuna, ambos.

 

Se sentía tan irreal.

 

Colonello no pudo contener su emoción y levantó a Tsuna para comenzar a dar vueltas con él, la devoción en sus ojos, claro que no le duró mucho porque Reborn le disparó unas cuantas veces para que se separara del castaño.

 

Demasiada cercanía.

 

— Pero ¿¡qué diablos te pasa!? —rugió Colonello contra el asesino, el mismo que guardó su arma viendo cumplido su cometido y fue a sentarse en el lado opuesto a la cabecera de la mesa.

 

—Nada que te importe.

 

Fon lo miró con una sonrisa triunfante y Reborn lo fulminó con la mirada así que dio media vuelta y empezó a empujar a Colonello que tenía todo el deseo de romperle la cara al asesino.

 

—No le des tanta importancia que Reborn es así. —Lo que el chino no sabía era que Reborn miraba con una sonrisa arrogante a Colonello lo que hacía que este forcejeara con más fuerza con Fon, pero dejó al asesino salirse con la suya esta vez. Solo porque ya le había causado demasiados problemas a su Cielo.

 

Ah, qué bien sonaba eso Su Cielo.

 

Una vez todo bien, cada uno terminó de acomodarse en la mesa.

 

—Entonces ya podemos empezar con nuestra cena. —Tsuna estaba feliz, todos se había arreglado, tenía dos Lluvias e iba a compartir con todos los que le importaban.

 

Todos le respondieron su entusiasmo sentándose en su lugar correspondiente de la mesa que, curiosamente, solo tenía ocho puestos, como si todo hubiese estado planeado desde un inicio, pero ninguno de los presentes se dio cuenta de este hecho.

 

Fue cuando pasó.

 

Un agujero negro se formó detrás de Tsuna y dos manos enguantadas salieron del mismo con intenciones de llevárselo. El terror presente en la cara de todos extrañó al castaño y miró detrás dándose cuenta de la razón, quiso saltar de inmediato lejos de ese lugar, pero ya era muy tarde, esas dos grandes manos ya lo tenían apresado.

 

Reborn no tardó en sacar su arma y empezar a disparar detrás del castaño para lograr que el extraño sujeto abandonase la idea de llevarse al chico, pero era en vano, todas las balas traspasaban su cuerpo.

 

—Tsk. —El asesino chasqueó la lengua. Era una maldita ilusión.

 

Fon estiró su mano con intenciones de tomarlo al ser el más cercano al chico, Tsuna también estiró su mano para alcanzar la de su Guardián de la Tormenta, pero no sirvió de nada, ninguno pudo hacer contacto con el otro y solo pudieron ver como Tsuna fue tragado por el agujero mientras desaparecía.

 

— ¡TSUNAAAAAAAAAAA!

 

 

—Entonces…

 

Tsuna levantó una ceja en cuestionamiento—. ¿Entonces qué? —preguntó secamente.

 

—No te pongas tan a la defensiva, Little Sky. Solo quiero saber cómo te va con el encargo —dijo divertido Checkerface. Viendo que el castaño no entendía lo que decía, decidió ser más claro—. ¿Con cuántos Elementos has hecho un lazo? —Tuvo que retroceder varios pasos al notar la oscura aura que salía del menor—. ¿Piccolo Cielo?

 

—Entonces… Déjame aclarar… Prácticamente me secuestraste… ¿Solo para preguntarme eso? —Sus palabras salieron tan sombrías que el de sombrero a cuadros tuvo que apretar fuertemente sus puños para no temblar.

 

—Oh vamos, Pequeño Cielo… No es para que te pongas así —dijo y rio un poco para aligerar el ambiente.

 

No funcionó.

 

—No, Checkerface… Sí es para ponerme así… —comenzó a acercarse—. Estaba a punto de tener una pacífica cena con todos cuando, repentinamente, aparecí frente a ti, porque, vaya que tienes una manera muy dramática de hacer las cosas. —Paso a paso. Sumamente lento. Todo esto estaba poniendo nervioso a Checkerface. El castaño no era así—. Si los chicos hicieron algo, o si se preocuparon innecesariamente mientras no estuve, créeme… —Tsuna haló su abrigo, acercándolo, para que viera que estaba hablando muy en serio. Sus ojos parecían oro fundido y en su frente había aparecido una llama naranja—. Créeme que la pasarás muy mal.

 

Finalmente lo soltó y volvió a la normalidad. En ese momento, Cherckerface soltó todo el aire que no sabía que estaba reteniendo. Vio como el castaño daba media vuelta, dispuesto a romper el espacio ilusorio. Todavía no podía irse…

 

—T-Tsu-… Little Sky…

 

— ¡¿Qué?!

 

Esta vez, sí retrocedió ante el tono que el castaño utilizó. ¿Qué había pasado con el dulce y tierno castaño que no le hacía daño a nada ni nadie? Esos monstruos estaban cambiando a tal cariñoso ser que tenía en frente.

 

Lamentablemente, si quería que este mundo no se desmoronara, no debía hacer nada al respecto. Un suspiro casi sale de sus labios ante el pensamiento.

 

—Vuestra próxima misión…—Movió su mano y frente a Tsuna apareció un sobre blanco que, al hacer contacto con su mano, se volvió naranja. El castaño asintió, guardando el papel entre sus ropas y atravesó el portal que segundos antes había hecho para él. Lo dejaría justo en medio del comedor.

 

La próxima vez se lo pensaría mejor antes de transportar al castaño a su dimensión, al menos de esa manera.

 

Segundos pasaron de la corta escena y su ceño cambió completamente, al frente de él se formó una imagen del castaño llegando con los demás y la preocupación de cada uno se esfumó en cuanto lo vieron llegar sano y salvo, rodeándolo con abrazos y haciéndole miles de preguntas, cada una siendo respondida con calma y una gran sonrisa por parte del menor.

 

La imagen le dio una extraña calidez en todo su cuerpo.

 

—Espero llegues a perdonarme por lo que vendrá, Piccolo Cielo…

 

Y, con esas últimas palabras, desapareció.

 

 

—Hoy fue un buen día. —En ese momento, Tsuna entraba a su habitación con planes de tomar una ducha e irse a dormir, una sonrisa adornaba su rostro al recordar su nuevo vínculo con sus nuevas Lluvias.

 

No podía sentirse más pleno y feliz.

 

Fue quitándose la ropa y entrando al baño. Salió del mismo ya aseado y con una pijama holgada, se subió y acostó en su cama sintiendo cómo el cansancio del día llegaba a él. Fue cuando unos fornidos brazos tomaron su cuerpo para luego encontrarse con un abdomen bien marcado y, subiendo la mirada, con unos ojos tan negros como el mismo abismo. Algo le decía que debía ir acostumbrándose a ese tipo de escenas, pero su cuerpo todavía se negaba, tener al asesino a esa distancia no hacía más que ponerlo nervioso.

 

— ¿Realmente piensas cumplir con lo que dijiste la noche anterior? —preguntó nervioso, refiriéndose a lo de ser su peluche para dormir.

 

Reborn notó la ligera tensión en el cuerpo del castaño y no pudo sentirse más satisfecho por lo mismo—. A estas alturas ya deberías estar consciente de que cumplo lo que digo, Tsuna.

 

El de ojos achocolatados suspiró derrotado, no tenía ánimos de discutir con el otro así que simplemente se abrazó al cuerpo del contrario buscando una mayor comodidad, acción que sorprendió al azabache el cual giró un poco quedando boca arriba abrazando al castaño acostado en su pecho. Tsuna no se molestó en decir algo por la posición.

 

—Hoy fuiste muy malo conmigo, Tsuna. —Cabe destacar que el castaño no sabía a qué se refería el azabache—. Te fuiste a hacer las compras sin decirme adónde ibas, luego conoces a un estúpido rubio, que traes a la casa, y cuando llega te pegas a él peor que garrapata a un perro. Lo defendiste con uñas y dientes cuando a Lal le dio un ataque de rabia y la mayor parte de tu atención en la cena fue para él. Eso fue muy injusto de tu parte hacia mi persona.

 

El de ojos chocolate no podía dar crédito a lo que sus oídos acabaron de escuchar, separó su cabeza del pecho del contrario, se sentó a horcajas encima del otro y le dirigió una mirada incrédula.

 

—No puedes estar hablando en serio.

 

Reborn levantó una de sus finas cejas en respuesta, insinuando que en qué parte lo que había dicho había sido en broma. Obviamente en ninguna.

 

Tsuna se sonrojó ligeramente al no encontrar ningún indicio de broma en las palabras del asesino y rápidamente volvió a su posición anterior, escondiendo su rostro en el pecho del asesino. Segundos después dijo en un susurro—: Colonello es una de mis queridas Lluvias, es normal que lo defienda y le ponga mi atención. —Eso le picó en el orgullo al asesino—. Pero a ti te doy toda mi atención en las noches y no es como si te desatendiese todo el día si la mayoría de las veces te pienso y…

 

El castaño se calló repentinamente, bastante consciente de lo que estaba a punto de expresar. Este ya no sabía en dónde meter la cabeza, ¿qué diablos era lo que estaba diciendo? ¿Realmente él sentía eso? ¿Y ahora qué pensaría Reborn de él?

 

Por otro lado, Reborn estaba sorprendido. No pensó que el castaño también empezase a sentir cosas alrededor de él, eso era un punto a su favor y en ese momento lo había decidido.

 

Ese castaño iba a ser suyo.

 

Ya no le importaba si luego se convertía en su debilidad, él era el mejor y podría protegerle de todo y con eso en la mente se dijo que era momento de tranquilizar al acelerado corazón del contrario. Lentamente posó una de sus manos en el rebelde cabello del menor y dijo—: Está bien, Tsuna. No tienes que decir nada más.

 

Las palabras de Reborn fueron un bálsamo para calmar todo el caos que se estaba formando en la cabeza del otro y levantó la vista, encontrándose con la expresión más genuina que había podido apreciar. Los ojos de Reborn brillaban junto a la luz de la luna que entraba por la ventana y para acompañar esa mirada estaba una suave sonrisa en la boca del asesino. No había imagen más celestial que esa para nuestro pequeño castaño. Tsuna se aseguró de guardar ese momento para toda su vida como el más precioso de toda su existencia.

 

El castaño le había devuelto la sonrisa para luego acomodar su cabeza en el pecho del contrario. Minutos pasaron y había caído dormido después de eso, lo cual le pareció lindo al asesino, sabía que todas las emociones de ese día habían hecho mella en el pobre chico así que le dejó descansar.

 

—Que no aguante el sentimiento es tu culpa, Tsuna. —El azabache sentía que la cercanía del castaño lo revolucionaba de una manera que jamás había experimentado y no es que el castaño lo ponía nervioso, era todo lo contrario, le transmitía una calma que hacía que todas sus máscaras cayesen y simplemente fuera él, el verdadero Reborn, no solo el asesino, sino el humano que había detrás de toda esa fachada.

 

Tsuna llegó a su vida y prácticamente sin hacer nada ya lo tenía en la palma de su mano. Se la pasaba el día observando al castaño, cuando este leía o salía a dar un paseo por los jardines, cuando disfrutaba de una taza de té con Fon o cuando escuchaba al estúpido de su lacayo hablar de sus acrobacias

 

Reborn ya no aguantaba estar observando al castaño, llevó una de sus manos al rostro del menor y delineó con sus dedos cada aspecto de este, pómulos, cejas, párpados y se entretuvo en sus labios un buen rato.

 

— ¿Qué haces si te digo que te quiero, Tsuna? —Y de esa misma manera, abrazó más el cuerpo del castaño y quedó dormido en un profundo sueño.


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