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Amores Que Pasan El Tiempo por Hibari Ai

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Aeropuerto de Italia

 

Benvenuti in Italia, Tsuna— Fueron las primeras palabras que Tsuna escuchó cuando despertó. No sabía lo que le acaba de decir su padre. ¡No tenía la menor idea! Y lo peor de todo era que no sabía dónde estaban su madre y su hermano.

 

Fue en ese momento cuando la realidad lo golpeó y recordó la conversación que tuvieron sus padres. Todavía no lo creía, estaba en otro país, lejos de su querida madre y de su... Hermano, no sabía si alguna vez él lo dejaría llamarlo así otra vez. Cada vez que pensaba en él no podía evitar recordar lo que había pasado... Lo del pastel, aquella vez en el columpio, el pastel, la forma en la que le gritó, otra vez el pastel... Todo giraba en torno a eso, Tsuna olvidaba todo lo sucedido cuando se dormía después de llorar para así poder intentar descansar en paz, pero, a la mañana siguiente, siempre recordaba lo sucedido y esos recuerdos no eran nada gratos.

 

—Tsuna, se dice “Grazie”— Habló Iemitsu sacándolo de sus pensamientos — Ya estamos en Italia dormilón. Tendrás que aprender a hablar italiano, después de todo aquí no son todos los que saben hablar japonés. Al parecer el pequeño tenía mucho que aprender.

 

Tsuna después de unos segundos trató de responder, pero al parecer su padre vio la dificultad que tenía para pronunciar tal palabra por lo que sólo lo cargo en brazos para luego ir a tratar de conseguir un taxi que los llevara a la mansión.

 

—¿I... Ita... Itari... ano?— A Tsuna se le hacía dificil pronunciar las extrañas palabras que estaban saliendo de la boca de su padre ya que estas no estaban en su idioma natal.

 

—Hahahahahahaha— Iemitsu no pudo aguantar la risa al escuchar cómo su pequeño atún trataba de pronunciar las palabras—. Italiano, Tsuna, italiano. ¿Qué tal si comenzamos con tus clases desde ahora?— Tsuna no pudo responder ya que una voz desconocida habló.

 

—Primero deberían descansar— Iemitsu no se había dado cuenta de que había una persona justo frente a él por estar atento a su hijo.

 

—¡Coyote!— Exclamó sorprendido Iemitsu— ¡No esperaba verte aquí!

 

—El Nono me mandó a recogerte, pero no pensaba que estarías acompañado por tu hijo. ¿Pasó algo en tu casa? ¿Hubo algún problema? ¿Discutiste con tu esposa? ¿Por qué lo estás entrando al mundo de la Mafia?— De repente Coyote se puso serio, sabía que Iemitsu no traería a su hijo a Italia sin una buena razón de por medio.

 

¡Algo debió haber pasado!

 

Pero... ¿Cuál fue la situación que hizo que Iemitsu trajera a su hijo a esta vida?

 

Iemitsu estaba algo agobiado por tantas preguntas, no sabía cuál responder primero, además de que no quería que Tsuna se enterara de su trabajo, por lo menos no así. Así que sólo pudo responder:

 

—Hablaremos de esto cuando lleguemos a la mansión, pero...— Iemitsu no pudo terminar de formular la pregunta que tenía preparada ya que Coyote sabía lo que iba a preguntar.

 

—Te estarás preguntando “¿Cómo el Nono sabe que estoy aquí?” “¿Acaso sabe que traje a mi hijo conmigo a Italia?”—decía Coyote parando en seco—Sí, ya lo sabe, y no te culpa descuida, debe saber por lo que estás pasando...

 

Tras escuchar estas palabras Iemitsu supo que la intuición del Nono no era un adorno, él más que nadie sabía que Iemitsu no traería a su hijo para vacacionar o para conocer, sabía que algo grave estaba pasando en su familia y la mejor solución era trayendo a su hijo a Italia.

 

—Eso me quita un gran peso de encima—dijo Iemitsu entrando al auto luego de acomodar a Tsuna en el asiento de atrás—. Así no tendré que esconder a mi pequeño Atún.

 

Tsuna ajeno a la situación sólo pudo observar el nuevo paisaje que pasaba ante sus ojos, estaba tan absorto en lo que miraba que se olvidó de todo, absolutamente todo, que empezó a sonreir, Itari... Lo que sea que haya dicho su padre, era hermosa, Iemitsu al ver tal escena pensó que fue la mejor opción que tuvo el traer a su hijo a Italia.

— ¿Pensabas esconder a tu hijo? ¿¡Del Boss!?¿¡¡Aquí!!? ¿¡¡¡En Italia!!!?—Preguntó Coyote aumentando cada vez más su tono de voz en cada pregunta—¡¡¡Eso hubiera sido imposible, amigo!!! Te hubieses ido hasta a México o Rep. Dom. y el Nono te encontraría, ya sabes cómo es.

 

—Ya lo sé—dijo mientras se rascaba la cabeza—. Hubiese sido imposible.

 

 El resto del viaje se lo pasaron en silencio, Tsuna contemplando el paisaje, Iemitsu pensando en cómo explicarle la situación a su jefe y Coyote… (Vamos a decir que su cabeza era un enigma).

 

— ¡Mira, Tsuna! Ya llegamos, bienvenido a lo que será tu nueva casa— Dijo Iemitsu mientras le señalaba a Tsuna la Mansión Vongola.

 

Tsuna se quedó embobado al ver su nueva casa, de repente pensó en la suya; no sabía que podían existir casas más grandes, siempre pensó que serían así de pequeñas que la suya o hasta más si se podía ¡pero nunca pensó que podía haber una de tal magnitud! Al estar en su mundo no se dio cuenta de que su padre ya no estaba con él sino hasta que el hombre extraño (el cual tenía un nombre que no podía pronunciar) le habló.

 

—Bienvenido a la Mansión Vongola, niño­— dijo Coyote sacándolo de su trance y dirigiéndolo hacia adentro— Tu padre ahora mismo está charlando con el Nono, así que debemos esperar.

 

— ¿Quién es el Non…no?

 

Coyote aguantando un poco la risa por la mala pronunciación de sus palabras le respondió: —Él es como tu abuelito o algo parecido.

 

 

— ¿Abuelito? — Dijo Tsuna entre dudoso y sorprendido— ¿Tsu-kun tiene abuelito? ¿Desde cuándo? ¿Puedo ir con él? ¡Tsu-kun quiere conocerlo!— Pidió emocionado al enterarse del repentino miembro de su familia.

 

 

—No creo que sea un problema pero, tienes que esperar a que termine de hablar con tu padre, ¿sí?— Respondió enternecido por la emoción que desbordaba de Tsuna.

 

 

— ¡Claro! ¡Tsu-kun esperará!—exclamó emocionado el pequeño— ¿Señor, cree que pueda decirle a Tsu-kun cómo es el abuelito? Tsu-kun tiene curiosidad.

 

—Por supuesto, pequeño.

 

 

— Mientras tanto, en la oficina del Nono —

 

 

—Muy bien Iemitsu, sé que ha pasado algo ¿por qué no comienzas a explicarme lo que pasó?

 

 

Iemitsu estaba algo nervioso. ¡Demonios! Lo estuvo todo el camino hacia la oficina. Cuando llegó a ella no pudo ni tocar, El Nono le había dicho que entrara y se pusiera cómodo, y ahora… No sabía cómo contarle al Nono qué había pasado, pero tenía que hacerlo, así que… Simplemente comenzó…

 

 

Desde el momento en el que se bajó del avión con muchísima alegría porque finalmente iba a ver a su familia…

 

 

Cuando presenció la pelea de sus hijos…

 

Su preocupación…

 

El cambio de su hijo menor para con el mayor…

 

La tristeza de su hijo mayor…

 

La terquedad del menor…

 

La angustia de su esposa…

 

El columpio…

 

Su decisión…

 

Su llegada a Italia…

 

No se guardó nada, total, esconderle u obviarle cualquier cosa no le serviría de nada con la intuición que se traía su jefe, y simplemente esperó… No había mirado al Nono en toda la explicación, no tenía el valor para hacerlo, no se sentía digno, así que se sorprendió cuando lo escuchó:

 

—Levanta la cabeza Iemitsu, no estoy enojado ni nada por el estilo—Dijo el Nono —En realidad creo que la decisión que tomaron tú y tu esposa fue la correcta; lo mejor para los gemelos en este momento es estar alejados por un tiempo y no te preocupes, no me opondré a la idea de que críes a tu hijo aquí, es más, me encantaría conocerlo y criarlo como mi nieto, si no te importa claro—. Dijo con una sonrisa.

 

Iemitsu, al oír esas palabras, finalmente levantó la cabeza, no podía creerlo, este hombre era tan benévolo… Primero lo deja ir a visitar a su familia y luego permite que su hijo se quede aquí, con él, en Italia… Simplemente no podía creerlo, todo era tan perfecto… Sin embargo, el Nono se puso serio de un momento al otro.

 

—Pero, tienes que tener en cuenta esto Iemitsu, trajiste a tu hijo al mundo subterráneo, a la Mafia, y no a cualquiera, lo trajiste a la Famiglia más poderosa de Italia, La Famiglia Vongola, tu hijo no podrá volver a tener una vida pacífica de civil otra vez, Iemitsu… No obstante— Dijo mientras se levantaba para mirar por la ventana que había detrás de él, dándose cuenta de que su mano derecha estaba ahí con el pequeño del cual ellos estaban hablando, vio como corría y trataba de atrapar una mariposa y no pudo evitar que una pequeña sonrisa se deslizara por su cara— Tu hijo ya es un Vongola, un miembro de la Famiglia,  por lo tanto se le cuidara y protegerá como tal—. Finalizó para voltearse a mirar al jefe de CEDEF.

 

¡Lo apprezzo molto Nono!— Exclamó Iemitsu alegre de que su jefe aceptara a su retoño como parte de la Famiglia, pero… — Lo sé Nono, conozco bien el mundo al que traje a mi hijo, sin embargo, mi hijo es fuerte, sé que él podrá sobrevivir aquí, además, lo entrenaré para que no tenga que estar siempre acompañado de algún guardia, después de todo… — Dijo mientras se acercaba al Nono, ya que este había vuelto su vista hacia la ventana— A Tsuna le gusta su libertad después de todo—. Terminó de decir observando con alegría a su hijo…  Se veía tan feliz. Eso sólo le hacía reafirmar su decisión de que haberlo traído a Italia había sido una buena idea.

 

—Entiendo, me alegra oír que ya tienes esa parte resuelta— Dijo mientras le hacia una seña a su mano derecha para que trajera al niño a la oficina— Ahora ¿Qué tal si me presentas a tu hijo Iemitsu?

 

— ¡Por supuesto!— Respondió emocionado. Ya quería que su pequeño atún conociera a su jefe. ¡No podía esperar!

 

Momentos antes con Coyote y Tsuna

 

Coyote le había contado muchas historias del Nono a Tsuna. Algunas felices, algunos regaños, varias peleas (obviando muchas cosas por supuesto), cuando se conocieron, él y sus guardianes, cuando llegaron a esa parte Tsuna, confundido, preguntó:

 

— ¿Guardianes?— Inclinando un poco la cabeza— ¿Qué son?— preguntó con verdadera curiosidad.

 

—La pregunta no es “¿Qué?” sino “¿Quiénes?”, pero aun así te puedo responder—. Coyote en este momento ya estaba completamente encantado con Tsuna, no podía negarle nada (pero en serio, ¿quién se resiste a una coshita tan bella como nuestro pequeño Tsuna?), sin embargo este era un tema muy importante el cual debía de explicarle. Tenía una idea de lo que el Nono e Iemitsu estaban hablando así que Tsuna debía aprender sobre los guardianes.

 

—Pues verás pequeño, ¿ves el cielo desde aquí?— Preguntó esperando el asentimiento del pequeño, cuando lo consiguió continuó— Dentro del cielo hay elementos, seis para ser exactos ¿Sabes cuáles son?

 

— ¡Sí! ¡El sol! ¡El sol está en el cielo!— Dijo con emoción levantando un dedo, esto divirtió mucho a Coyote.

 

—Estás en lo correcto, pero ¿solamente el sol está en el cielo?— Quería que él solo dijera los demás elementos, era obvio que no los diría todos, pero haría lo que pudiera. Todo esto lo pensaba mientras caminaba hacia el jardín, si estaba al aire libre era pasible que los adivinara más rápido.

 

Tsuna venía pensando todo el camino que solamente se dio cuenta de que estaban fuera porque vio las nubes en el cielo… ¡Eso era!

 

— ¡Nubes! ¿Las nubes son un elemento también, cierto?— Tsuna no le dejó responder cuando continuó hablando— Y si las nubes son elementos… ¡Eso significa que la lluvia también lo es! ¡Y la tormenta! Después de todo ella viene de la lluvia…— Dijo para sí mismo, pero luego su entusiasmo volvió— ¡El trueno también!— En esta parte ya tenía cinco dedos levantados. Las palabras salían solas de su boca, era como si ya supiera la respuesta, era extraño, pero no le asustaba ni le desagradaba, simplemente era… Algo natural.

 

—Muy bien. Has acertado cinco, pero, aún te falta uno ¿no crees?— Coyote sabía que no podría adivinar el último, después de todo de alguna manera todos los demás elementos eran fáciles de adivinar gracias a que ellos estaban cerca del otro, pero, este último… —Ah…—. Suspiró… La niebla era tan problemática.

 

— ¿El viento?— Ni siquiera él mismo estaba seguro de esa respuesta.

 

—No, el viento no es un elemento, a pesar de estar en el cielo.

 

Tsuna no tenía ni siquiera la menor idea de cuál podría ser el elemento faltante. Se quedó pensando durante un buen tiempo y nada.

 

¡No le venía nada a la cabeza!

 

Coyote veía la escena con gracia, el pequeño ponía caras muy graciosas cuando pensaba en algo profundamente. Viendo que no podría adivinar el último decidió decirle:

 

—La niebla es el elemento que te faltó decir, ella es engañosa pero protege al cielo (a su manera), quizás por eso no te diste cuenta.

 

Nuestro pequeño cielo escuchaba atento las palabras que salían de la boca de Nougat. La niebla… No se le hubiera ocurrido.

 

—Ya que sabes cuáles son los elementos te diré cuáles son sus deberes—. Al ver que el pequeño le estaba prestando atención siguió—. Todos ellos deben proteger al cielo, todos y cada uno, pero de una forma diferente. El sol, por ejemplo ya que fue el primero que nombraste, su deber de guardián es ser el sol que aclara el día destruyendo el infortunio de la familia con su propio cuerpo, se convierte así en el sol que brilla en un cielo claro alumbrando a todos.

 

Tsuna le estaba poniendo mucha atención hasta que comenzaron a salir palabras extrañas de su boca… info… tania? ¿Es que los adultos no podían hablar con palabras que entendiera? En serio que no los entendía… Fue cuando una mariposa pasó volando justo frente a su cara, y como todo niño de 5 años fue tras ella.

 

Cuando Coyote se dio cuenta de que había estado hablando solo Tsuna ya se encontraba a varios metros lejos de él persiguiendo la mariposa, sólo pudo negar con la cabeza algo divertido, era obvio que no atendería a todo la explicación. ¡Si sólo tenía 5! ¿En qué estaba pensando?

 

Llevaba un rato observándolo jugar con la mariposa cuando se percató de que Nono le hacía señas para entrar y llevar el niño con él. Así que ya habían terminado… ¿Qué habrán decidido? ¿El niño se queda… o se va? Supongo que lo descubriría ahora.

 

— ¡Tsunayoshi, ven!— Gritó.

 

Tsuna, al escuchar la voz que lo llamaba, dejó de correr tras la mariposa y fue hacia Coyote. — ¿Sucede algo?— Le preguntó cuando llegó donde este.

 

—Sí, Tsunayoshi, es hora de que conozcas al Nono—. Una vez pronunció esas palabras Tsuna mostró una hermosa sonrisa, se notaba que estaba muy feliz.

 

— ¡Yeeeeeyyyyyyy! ¡Vamos! ¿Qué estamos esperando? El abuelito nos está esperando— Estaba muy emocionado por ir a conocer a su abuelito. ¡Ya quería verlo!

 

—Está bien, ven, es por aquí, sígueme.

 

Tsuna no dejaba de saltar durante todo el camino. Estaba tan contento por conocer a su abuelito que había olvidado el por qué estaba en Italia, pero eso estaba bien, no necesitaba recordar malos momentos.

 

Tan metido estaba en sus pensamientos que no se dio cuenta de cuando Coyote abrió una puerta ni tampoco cuando entró por ella, pudo salir de su pequeña burbuja gracias a una voz desconocida. (En serio, ¿Cuántas voces desconocidas podían existir?)

 

—Así que tú eres Tsunayoshi…

 

Tsuna puso atención a su alrededor para notar que estaba en una habitación… ¿Cuándo habían entrado a la mansión? No lo recordaba… Notó que en esa habitación sólo habían tres personas además de él, su padre, Coyote y un hombre des… Un momento, Coyote le dijo que irían a ver a su abuelito, por lo que esa persona era…

 

— ¡Abuelito!— Tsuna fue corriendo donde Nono y se tiró a sus brazos dándole un gran abrazo.

 

Eso desconcertó a Nono un poco pero logró atrapar al niño a tiempo para que no cayera. Miró a su mano derecha en busca de explicaciones y este sólo se encogió de hombros, supuso que fue él quien le dijo que era su abuelo.

 

—Al parecer te han estado hablando de mí, ¿no Tsunayoshi?

 

— ¡Sí!— Respondió con una gran sonrisa— El señor Coyote me ha estado contando muchas cosas.

 

—Ya veo…—Nono tenía una sonrisa en su cara Tsunayoshi era tan lindo, las fotos que Iemitsu le había estado mostrando no le hacían justicia al niño que ahora tenía entre sus brazos—. Tu padre también me ha estado contando cosas sobre ti… ¿Es cierto que te gusta el color naranja?— Mientras hablaba se acomodaba en su silla con el pequeño ahora en sus piernas.

 

— ¡Sí! Es mi color favorito— Respondió, y se dio cuenta de algo—Tsu-kun no sabe cuál es el color favorito del abuelito… ¿Cuál es?— Preguntó.

 

Timoteo se estaba divirtiendo con la inocencia que sólo un niño como Tsuna podría tener. —A mí también el naranja— Tsuna se puso muy feliz al escuchar eso.

 

¡Tenía algo en común con su abuelito!

 

Iemitsu y Coyote sólo podían observar la interacción con una pequeña sonrisa en sus rostros. Un abuelo y su nieto pasando tiempo juntos… No era algo que podían ver a menudo por sus trabajos así que lo disfrutarían todo lo que durara.

 

—Tsunayoshi… — Llamó— ¿Te ha gustado lo que has visto de Italia hasta ahora?

 

—Sí… Es muy bonita, tiene calles bonitas, y… edificios colori… dos…—. Tsuna tenía sueño, los bostezos no lo dejaban acabar bien una palabra. El cambio de horario ya le estaba afectando.

 

—Entiendo, creo que deberías descansar, podemos hablar cuando despiertes—Sugirió Timoteo al ver como cabeceaba. Esas palabras fueron como un interruptor para nuestro pequeño cielo porque después de que Nono las pronunciara cayó dormido.

 

—No entiendo cómo puede tener sueño con todo lo que ha dormido— Comentó Iemitsu.

 

—Él jugó mucho allá afuera con una mariposa—dijo Coyote—, eso y el cambio de horario debieron agotarlo.

 

—Supongo que no podemos hacer nada—. Dijo Nono acariciando el pelo de Tsuna un rato para luego pasárselo a Iemitsu— Hablaré con él después.

 

—Estoy seguro de que Tsuna estará encantado de hablar con usted, sólo hace falta ver cómo fue a abrazarlo cuando entró. Entonces Nono, con su permiso, me retiro—. Dijo mientras se llevaba a Tsuna a la que sería su nueva habitación en la mansión.

 

Y así, con el permiso de Nono dado y sin ningún otro problema por ahora, Iemitsu sólo podía sentirse dichoso por tener a parte de su familia con él, quizás no de la forma que hubiese querido, tampoco de la forma que hubiese esperado, pero estaba ahí, con él, entre sus brazos… Y eso era suficiente.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Es el capítulo más largo que hemos escrito (creo) esperamos y lo disfruten! :D


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