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Amores Que Pasan El Tiempo por Hibari Ai

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El tiempo había pasado de manera gradual. Tsuna, Hayato y Basil eran inseparables, hacían todo juntos, desayunaban juntos, entrenaban juntos, comían juntos, jugaban juntos, cenaban juntos, estudiaban juntos, se bañaban juntos… ¡Hasta dormían juntos!... Todo esto se les hacía tan tierno tanto como a los mayordomos y señoras de limpieza de la mansión como a los habitantes de mayor edad de la misma. Los días y las noches pasaban, las aves cantaban, las “galletas” iban y venían, al igual que las heridas, y así, fueron creciendo conforme pasaba el tiempo. Ya habían pasado dos años desde que estos tres pequeños se conocieron.

 

En estos momentos Tsuna y Hayato estaban terminando de colocar las últimas decoraciones de su pequeña sorpresa. Era 23 de julio… ¡Era el cumpleaños de Basil! Y nuestros pequeños mafiositos habían decidido hacerle una fiesta sorpresa al susodicho. Habían estado toda la mañana comprando y montando los adornos. Le pidieron a los chefs que prepararan una comida tradicional japonesa puesto que Iemitsu le había estado enseñando a Basil sobre la cultura y costumbres japonesas, y a este le había encantado. ¡Incluso le había comenzado a agregar “dono” a sus nombres! ¡Eso ya no se utilizaba! Había algunas veces que Tsuna se preguntaba « ¿Por qué lo hacía?» Después recordó que era su padre quien le enseñaba todo esto y de repente todo estaba bien. Pero no entendía el porqué le estaba enseñando a lavar la ropa al estilo japonés, dormir al estilo japonés, cocinar el estilo japonés, entre muchas cosas más…

 

Estos mini-mafiosos (Tsuna y Gokudera) le habían pedido a la Srta. Orégano que lo distrajera, no les habían dicho cómo haberlo, pero esta acepto hacerlo.

 

A Tsuna aún le hacía gracia el cómo lo había hecho.

 

—Flashback—

 

Orégano estaba deambulando por los pasillos de la CEDEF. Pensaba seriamente en que, un día de estos, su jefe le iba a sacar canas, es que, ¿Cómo era posible que se le pasara por la cabeza que criar leones dentro de los cuarteles era buena idea? Sí, lo sabía, a esa pequeña, hermosa y adorable cosita (la cual aún no creía que en serio fuese hijo de su jefe. Era demasiado adorable como para ser cierto. Se lo tuvo que haber robado de algún lugar.) Le encantaban los leones, y sí, su jefe era conocido como “El León Joven De Vongola”, pero… ¡Eso no le daba derecho de comprar leones y decirle que quería criarlos aquí! ¡Que sería una buena adquisición para el equipo!

 

No pudo evitar soltar un suspiro. En momentos como este se preguntaba… ¿A dónde se iba a vacacionar el cerebro de su jefe?

 

Iba a seguir preguntándose cosas similares hasta que oyó una voz. La del tierno y adorable Tsuna. Venía corriendo junto con el joven Gokudera hacia donde se encontraba.

 

— ¡Srta. Orégano, Srta. Orégano!—Llamó Tsuna— Necesito un gran favor de usted.

 

—Por supuesto Tsuna-kun, ¿Qué necesitas?

 

— ¿Cree que podría distraer un ratito a Basil? Es que es su cumpleaños y Hayato y yo queremos hacerle una fiesta sorpresa.

 

—No hay problema—respondió, para luego acariciar la cabeza de ambos—Déjenmelo a mí, ¿sí?

 

Al escuchar su afirmativa, los dos niños sólo pudieron sonreír y decir al unísono: —Muchísimas gracias Srta. Orégano.

 

De repente, Orégano miró hacia un punto detrás de los niños y susurró —Y hablando del Rey de Roma…

 

— ¡Basil!— De repente llamó Orégano, al escuchar su voz y al ver que sus amigos estaban con ella, se dirigió hacia allá— ¿Sabes? A dos cuadras de aquí acaban de inaugurar una tienda donde venden antigüedades japonesas. ¿Te gustaría venir conmigo? Iemitsu-san dijo que quería enviarle algo a su esposa.

 

Basil no escucho nada más después de que Orégano mencionó las palabras “antigüedades japonesas”. En su mente estaban corriendo todas las posibilidades de encontrar una vasija Kintsugi. ¡No podía esperar!

 

Ella no lo sintió hasta que fue demasiado tarde. Estaba siendo arrastrada por Basil. — ¡Por supuesto que la acompaño! ¿Qué estamos esperando?

 

Tsuna y Hayato sólo podían quedarse mirando en donde acababan de estar y luego hacia donde se dirigían con una gotita bajándoles por la sien, en serio, si era algo japonés, Basil se ponía como loco.

 

—Flashback Ends—

 

Ya todo estaba listo. La comida, lista; las decoraciones, listas; los regalos, listos. Y todo justo a tiempo, pensó Tsuna al observar como entraban Orégano y Basil a esa parte del jardín, le hizo señas a Hayato para que se escondiera junto a él en unos arbustos mientras esperaban a que llegaran. No pudo evitar soltar una pequeña risa, ya podía oírlo.

 

— ¿Por qué me está llevando hacia acá Srta. Orégano? ¿No teníamos que llevarle estos presentes a Iemitsu-dono?

 

—Sí, es cierto, pero Iemitsu-san me dijo que estaría en esta parte del jardín, si no está, siempre lo podemos ir buscar en otro lugar.

 

Ante esa respuesta Basil sólo pudo asentir y seguir caminando. Hasta que, de repente, dentro de su rango de visión entraron unas mesas, sillas, mucha comida y…

 

— ¡SORPRESA!— Gritaron al unísono Tsuna y Gokudera, sobresaltando a Basil. — ¡Feliz cumpleaños Basil!

 

Basil no lograba analizar lo que estaba pasando, sus amigos… ¿Le habían organizado una fiesta de cumpleaños? ¿A él? No podía ser cierto…

 

Tsuna, suponiendo lo que debía de estar pasando por su cabeza en este instante dijo: —Sí, Basil. Hayato y yo hemos organizado esta fiesta para ti, y solo para ti. —Sonrió—La Srta. Orégano nos ayudó distrayéndote mientras nosotros decorábamos un poco el jardín. ¿Qué dices, te gusta?

 

Basil aún no salía de su aturdimiento, sus amigos, ellos…

 

De repente bajó la cabeza y eso asustó un poco a Tsuna. ¿Será que no le habría gustado? Siempre podían desmontar todo si así él lo quería, pero sus pensamientos fueron interrumpidos cuando de repente Basil, con lágrimas saliendo de sus ojos, se abalanzó sobre él y Hayato diciendo: — ¡Muchísimas gracias, chicos!

 

Tsuna y Gokudera sólo se miraron, sonrieron y, suavemente, dijeron: —Cuando quieras, Basil. Para eso están los amigos.

 

Mientras todo esto pasaba, Orégano estaba tomando fotos con su celular desde todos los ángulos posibles. La escena era muy conmovedora después de todo. Esto ella se lo enseñaría a su jefe cuando tuviera tiempo, estaba segura de que le encantaría.

 

— ¡Vamos Basil! ¡Los chefs hicieron tu comida favorita! No dejes que sus esfuerzos se enfríen—Orégano tenía suficientes fotos como para hacer un álbum.

 

— ¡Claro!— Tsuna no podía estar más contento de que a Basil le haya gustado le que habían preparado para él.

 

En lo que estos pequeñitos y Orégano comían de la comida que habían preparado los Chef’s, en algún lugar de la mansión un joven de… ¿Cuántos años? ¿9? ¿10? Por ahí andaba, se despertaba todo malhumorado por haber interrumpido sus sueños, aunque no lo pareciera estos pequeñitos y Orégano no estaban haciendo tanto desorden como para despertar a alguien, pero al parecer el joven o… niño tenía los oídos muy agudos que hasta con la mínima cosa se despertaba.

 

Mientras bajaba las escaleras para llegar al origen del susodicho sonido, estaba maldiciendo todo lo que veía, al parecer era su primera vez en la mansión después de 2 años y con esto se encuentra: una mini-fiesta que no lo deja dormir.

 

Al llegar al origen de dicho sonido pudo ver como 3 personitas (2 años menor que él) se divertían y una mujer que no paraba de sacar fotografías a los pequeños y al lugar. No pudo evitar enojarse más ya que esas 3 personitas, las cuales no conocía pero sí conocía a la mujer, jugaban y se divertían en su Mansión. Ni siquiera sabía quiénes eran esos tres niños ¿¡Cómo osan a jugar en su Mansión!? ¿¡Con permiso de quién!? Y en primer lugar, ¿¡Quiénes demonios son esos niños!?

 

Al no poder encontrar respuestas a sus preguntas decidió llamar la atención de los presentes y ponerlos en el lugar que les corresponde.

 

— ¿Quiénes demonios son ustedes, basuras?—cuestionó el joven con voz lenta, calmada, pero furiosa a los mafiositos que estaban de fiesta—Interrumpieron mi sueño, basuras. ¿Cómo osan a despertarme y hacer una fiesta en mi mansión sin mi permiso, pequeñas escorias?

 

Los pequeños mafiositos pararon la fiesta, al parecer estaban asustados, nunca lo habían visto, era la primera vez que lo veían, esos ojos afilados llenos de ira, estaban que casi lloraban del miedo; estos mini-mafiosos sólo pudieron abrazarse entre sí y esconderse detrás de las piernas de la Srta. Orégano, pensando en que ella los protegerá.

 

—¡¡Pero qué sorpresa!!—Exclamó Orégano sorprendida alejándose de los pequeños—¡¡Pero si es el Joven Xanxus! ¡Cuánto tiempo sin verlo! ¿Ha estado bien? ¿Ha comido bien?

 

Al parecer, Orégano conocía a Xanxus desde que era más pequeño, ella acudía a la Mansión para buscar o dar alguna que otra noticia o información en persona a Iemitsu, para asistir a reuniones o para sacar a su jefe por la oreja cuando no quería trabajar. De alguna u otra manera lo había conocido en algunas de esas ocasiones.

 

Los mini-mafiositos se quedaron pasmados al ver cómo la Srta. Orégano hablaba normalmente con el chico llamado Xanxus, nunca pensaron que entre todos de los que estaban en el jardín Orégano pudiera hablar con él, quizás no se lo esperaban por el miedo que le tenían o por lo temeroso que se veía.

 

—Permítanme presentarlos, chicos—habló Orégano, rompiendo la tensión. — Este es Xanxus, el 1° hijo del Nono.

 

—¿¿¿¡¡¡QUÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉ!!!???—exclamaron los 3 al unísono, nunca pensaron que el Nono tendría un hijo, nunca lo habían visto en la mansión ni en ningún otro lugar. ¿De dónde había salido?

 

—Vamos Xanxus, saluda, di algo.

 

Xanxus lo primero que hizo fue examinarlos con la mirada para luego contestar:

 

—No quiero saludar ni decirles nada a estas basuras—Xanxus al parecer seguía molesto por lo que hicieron estos mafiositos, pero tal parece que esa no era la única razón. —Interrumpieron mi sueño y para colmo invaden mi mansión.

 

—¡¡Discúlpame, pero nadie nos dijo que estabas durmiendo aquí!! ¿¿¡¡Y cómo que tu mansión!!?? ¡¡Esta mansión es del gran Nono, así que no tienes derecho a decir que es tuya!!—intervino un furioso Gokudera al ver cómo le decían basura a sus amigos, principalmente a su Tsuna-sama—…¡¡Y el que primero llega es el que saluda, idiota!!

 

—Gokudera, te recuerdo que es hijo del Nono, así que se le pasa—corrigió Orégano. —Xanxus, sigo esperando a que digas algo.

 

«¡¡Srta. Orégano, no lo apoye!!» pensó Gokudera en ese instante.

 

Luego de escuchar atentamente las palabras de Gokudera, Xanxus se prendió en cólera, tanto que casi le brincaba al pobre de Gokudera, si no fuera por la voz intercesora que apareció en ese momento, los pequeños estuvieran en el suelo, peleándose como 2 gatas (sí, señores, como 2 gatas).

 

—Xanxus, será mejor que te disculpes en este momento—La voz calmada y tranquila del Nono calmó su ser. —Estos pequeños no tienen la culpa de que te hayas despertado, así que, discúlpate.

 

—…— Xanxus nunca había pronunciado estas palabras en su vida, ni a su propio padre, ahora tenía que decírselas a un montón de basuras como ellos. ¡¡¡Eso nunca!!! ¡El Gran Xanxus-sama no se disculpa ante nadie!

 

—Abuelito, no te preocupes, Xanxus no nos hizo nada—Intervino Tsuna tratando de calmar la situación. —Mi nombre es Tsunayoshi, y ellos son Basil y Hayato. ¡¡Un gusto, Xanxus!!

 

Dicho esto Tsuna extendió su mano para que Xanxus y él la estrecharan, cosa que para sorpresa de todos, sucedió. Xanxus y Tsuna estrecharon sus manos. Nadie se lo esperaba, ni siquiera el Nono con su gran intuición pudo ver este acontecimiento venir.

 

— ¿Por… qué no vienes… y te quedas con… nosotros… un ratito?—Preguntó Basil, más nervioso y asustado que nunca, al parecer pensaba que si decía o preguntaba algo fuera de lugar Xanxus lo mataría (literal).

 

—No tengo tiempo para compartir con ustedes…—dicho esto soltó la mano de Tsuna para irse, no sin antes decir algunas palabras. —Lo… sien…to, por lo de… hace un rato…

 

Después de tremendas palabras Xanxus salió corriendo por las escaleras que daban a la puerta de la Mansión, el Noveno también lo imitó no sin antes decirle a Tsuna y a los demás que lo sentía por su hijo y que siguieran con la fiesta, que algo como eso no podría impedirla.

 

Los mafiositos y Orégano acataron la orden de su jefe y decidieron segur celebrando el cumpleaños #7 de Basil, sin ninguna desesperación que los apure, ninguna preocupación, ninguna aflicción, ningún mal, empezaron a bailar, comer y jugar disfrutando su día.

 

Sin saber lo que les deparaba el mañana…

 

 

 

 

—Al día siguiente—

 

Era una bella mañana en la cuidad de Sicilia, Italia. Los pájaros cantaban, la fresca brisa acariciaba las cortinas de seda de cierta habitación mientras los cálidos rayos del sol entraban por las mismas, despertando así al pequeño niño que estaba, hasta hace unos segundos, durmiendo muy cómodamente en los brazos de Morfeo.

 

Comenzó a removerse un poco en la cama, no quería despertarse. Su cama estaba muy calentita… Pero el sol, al parecer, tenía otros planes, no quería que siguiera haciéndose el vago. Así que no tuvo más remedio que abrir sus ojos.

 

Con algo de pereza, comenzó por desperezarse para luego, lentamente, sentarse. No pudo evitar bostezar un poco, era muy temprano… Se quedó mirando un rato a la nada… En serio quería volver a dormir… De repente, escuchó el sonido de una puerta al ser tocada… Duró unos segundos para darse cuenta de que era la de su habitación.

 

— ¿Sí?—Preguntó mientras volvía a bostezar y se frotaba uno de sus ojitos.

 

 —Joven Sawada, el Nono y sus guardianes están esperando por usted para el desayuno—Dijo la Srta. Gia Caruso.

 

Tsuna, al registrar esas palabras, no pudo evitar sorprenderse. ¿Tan tarde era? Miró al reloj que estaba en su mesita de noche y se asombró al darse cuenta de que eran las 9:27. ¡Faltaban 3 minutos para la hora del desayuno y él aún seguía en cama!

 

De inmediato saltó de la cama para entrar rápidamente al cuarto de baño. — ¡Salgo en unos segundos Srta. Gia!

 

Al escuchar la afirmativa del joven pensaba en retirarse, y fue cuando comenzó a escuchar varios ruidos… Estaba haciendo un gran escándalo, espera… Eso… ¿eran ollas? ¿Qué hacían unas ollas dentro de la habitación del pequeño joven? Un momento… ¿Qué era eso que acaba de sonar…?

 

—Joven Sawada…—Dudó un poco antes de continuar— ¿Está todo bien ahí dentro? ¿Necesita ayuda en algo?—Iba a entrar a la habitación. Ya tenía su mano en el pomo de la puerta cuando esta, de repente, se abrió, dejando ver a un sofocado Tsuna.

 

Su respiración era rápida, y trataba de decir algo…—Ya… estoy listo…—Habló entrecortadamente—Y, respondiendo a su pregunta, sí, está todo bien, no ha pasado nada. Gracias por preocuparte—Dijo esto último con una sonrisa— ¿Nos vamos? No es de buena educación dejar esperando a alguien.

 

—Por supuesto.

 

 

Al llegar al comedor…

 

¡Buon giorno a tutti!

 

Buongiorno, Tsunayoshi-kun—Le respondió Timoteo seguido de sus guardianes. —Te noto muy contento esta mañana—Comentó al observar la gran sonrisa de su nieto.

 

— ¡Pero claro que estoy contento!—Exclamó— ¿Es que no recuerdas abuelito? Hoy prometiste jugar conmigo.

 

Timoteo, al recordar cuando le prometió eso iba a responder una afirmativa, sin embargo, antes de que pudiera responder, Coyote intervino:—No creo que eso pueda ser posible, chico—Dijo y eso extrañó y entristeció mucho a Tsuna—Sucede y acontece que los personajes de Bouche (Guardián de la Niebla: Novena Generación) y Visconti (Guardián de la Nube: Novena Generación) se pusieron a pelear en medio del trato con una Famiglia y para rematar Nie (Guardián del Sol: Novena Generación), que también estaba allí, se les unió en vez de detenerlos, destruyendo la mitad de la ciudad de Palermo en el proceso—Dijo mientras le mandaba una mirada de muerte a los mencionados—Es por eso que, Tsuna-kun, el Nono no podrá acompañarte a jugar hoy, ya que tiene montañas y montañas de papeleo que hacer.

 

Al terminar su pequeña explicación, Coyote pudo observar varias expresiones faciales: Los guardianes antes mencionados no tenían ni la más mínima vergüenza de sus actos, es más, parecía como si hubieran ignorado todo lo que dijo. Él pequeño Tsuna pudo observar la inmensa tristeza que emanaba de él y, de su jefe… Bueno, era como una mezcla entre la furia, la resignación y el horror. Debió habérselo imaginado.

 

—Y… ¿No hay manera de que se tome unos minutos para jugar conmigo? ¡Solo unos pocos! Por favor, por favor, poooorrr faaaaaaaa—Rogó con sus ojitos aguados por las lágrimas que estaban a punto de salir.

 

Coyote decidió mirar hacia otra parte, si veía esos ojos… No dudaría en aceptar cualquier cosa que pidiera el menor. Debía de ser fuerte. —No. Lo siento mucho, Tsuna-kun—Dijo, aún mirando hacia otro lado—Pero no es una decisión que se pueda eludir—Agregó al ver que el Nono estaba a punto de ceder ante los ojos de perrito del chico.

 

Tsuna se deprimió al instante. Y él que ya estaba tan emocionado…—Entiendo, lamento haber sido tan insistente.

 

A todos los presentes se les oprimió el corazón al oír el tono de voz tan deprimente y resignante con el cual el pequeño había hablado.

 

—No te pongas triste pequeño—Consolaba Ganauche (Guardián del Trueno; Novena Generación) —Sabes que si fuera por todos nosotros estaríamos las 24 horas del día contigo. Pero también sabes que tenemos responsabilidades de las cuales ocuparnos. En el mundo en el que vivimos no podemos dejar nada al azar, lo comprendes, ¿cierto?

 

Al escuchar tales palabras, Tsuna, cayó en cuenta… Estaban en la mafia. No podían darse el lujo de estar jugando siempre con él, así que asintió, comprendiendo a la perfección el porqué de su negativa.

 

Ganauche, al ver eso, sonrió—Buen chico. Por cierto, ¿Dónde están Basil y el perrito, digo, Hayato?—Lo hizo a propósito, sólo quería cambiar de tema y que el pequeño Tsu volviese a sonreír.

 

Tsuna hizo un gran puchero al oír como el Sr. Ganauche había llamado a su amigo. — ¡Mou, Sr. Ganauche! No llame a Hayato de esa forma—Nadie en la mesa pudo aguantar la risa ante la tierna escena. Tsuna no pudo evitar sonrojarse— ¡No se rían!

 

El Nono, tratando de contener la risa, manifestó: —Lo sentimos, Tsunayoshi-kun, pero tienes que entendernos. Eres muy adorable cuando pones esa cara—Respiró hondo para calmarse—Ya quiero ver cuando crezcas, todos los pretendientes que vas a tener—Se le formó una pequeña sonrisa en la cara—A Iemitsu no le agradará ni un poco.

 

Tsuna, al no entender lo último que dijo su abuelito, decidió dejarlo de lado y responder a la pregunta: —Hayato tiene práctica de piano con la Srta. Lavina, así que no puede venir hoy y Basil está en un entrenamiento especial que hacen los nuevos reclutas de la CEDEF, así que tampoco podrá venir, sino hasta entrada la noche.

 

—Ya veo—Declaro Nie (Guardián del Sol; Novena Generación) para luego llevarse a la boca un pedazo de pan dando así por finalizado su desayuno—Bueno, ¿por qué no te pones a practicar tus artes marciales durante un rato? Para que no estés aburrido. También, ya que te gusta leer, te puedes pasar un rato por la biblioteca. El cargamento con más libros llegó hoy en la madrugada —Agregó, al ver el sentimiento del pequeño, para luego levantarse e irse al mismo tiempo que la mayoría.

 

En la mesa sólo quedaban Tsuna, El Nono y Coyote, pues estos eran los únicos que no habían terminado su desayuno.

 

 

—Bueno, Tsuna-kun, espero que no te aburras demasiado. Nono, tenemos que irnos.

 

—Cuando acabe con mi papeleo, iré a jugar contigo, Tsunayoshi-kun—Prometió el Nono, mientras también se levantaba y se iba.

 

Y así, nuestro pequeño cielo se quedó solito en el comedor…

 

¡En serio que no tenía nada que hacer!

 

Ya habían pasado varias horas y Tsuna ya estaba aburrido. Primero fue a practicar, como le recomendó el Sr. Nie, luego fue a la biblioteca, ¡incluso hizo la tarea que le puso el Sr. Coyote sobre la historia de La Famiglia Vongola!  Ya era un caso grave si hizo tarea.

 

—Estoy aburriiiiiiiidoooooo…

 

Estaba en alguna parte del inmenso jardín de la mansión, en ese momento, por alguna razón, recordó a Xanxus y no pudo evitar reír un poco, quería ser su amigo, pero no sabía cómo… También se preguntaba en dónde estuvo los últimos dos años que no estuvo aquí, después de todo la primera vez que se vieron fue aquí… En eso, le llegó la idea de que podía ir a averiguarlo el mismo, porque, evidentemente, el había estado en Italia, sólo le faltaba averiguar dónde.

 

Con esa idea en mente, comenzó a correr hacia la salida. No le tomó mucho tiempo dar con ella pero… en este instante estaba frente a una gran pared… Era tan grande que parecía muralla, ahora… ¿Cómo se supone que iba a salir?

 

Se quedó un rato pensando, algo le decía que tenía que volarse porque no le dejarían salir por la gran puerta de metal que estaba en la entrada, así que… Siguiendo a sus instintos… Eso hizo… Se subió en un árbol cercano, de ahí cogió impulso y…

 

Simplemente salto.

 

Una vez sus pies volvieron a tocar el suelo, comenzó a correr como si su vida dependiera de ello. Algo… No, su Intuición le decía que si no lo hacía, lo atraparían y lo llevarían de vuelta a la mansión… y no quería eso. ¡Estaba muy aburrido ahí dentro!

 

Después de tanto correr llegó al centro de la ciudad, era preciosa… Nunca la había visto por su propia cuenta, siempre estaba acompañado o por su padre o por su abuelito, pero ahora… ¡Podía ir a los lugares a los cuales no pudo ir con ellos!

 

Y, con eso en mente, nuestro pequeño cielo, fue a disfrutar de su día fuera de la mansión.

 

 

El día había pasado de manera rápida, ya era de noche y Tsuna corría hacia la mansión… «Ugh, me regañarán» Eran sus pensamientos. Y al estar en ellos no notó que unas personas estaban justo delante de él… Y la colisión fue inevitable.

 

—Lo siento mucho, no iba prestando atención al camino—Dijo Tsuna. —Tengo prisa, así que, con su permiso…—Intentó levantarse e irse pero uno de esos hombres lo agarró de una mano, impidiendo su salida.

 

—A ver niño, ¿crees que una simple disculpa arreglara esto?—Cuestionó uno de los hombres frente a él.

 

—Em… Lo siento muchísimo—Dijo. — ¿Cómo puedo hacer algo para arreglarlo?—Agregó al ver que no lo dejaban irse. Debía irse de ahí, algo no estaba bien. Su Intuición le decía que saliera de allí. RÁPIDO.

 

El hombre que estaba detrás del que lo estaba agarrando fue el que respondió: —Hay un lugar al que queremos llegar, pero no conocemos muy bien la ciudad, ¿crees poder ayudarnos a llegar?

 

Tsuna no quería ir, en verdad no quería, su Intuición le decía que se fuera lo más rápido que podía de ahí, pero… Estaba bien ayudar a los demás, ¿cierto?

 

Al estar demasiado tiempo pensando, los hombres se impacientaron. El chico no estaba cooperando, así que sería por las malas.

 

— ¿¡Que no oíste lo que te acabamos de decir, mocoso!?—Ante semejante grito, Tsuna se asustó— ¡Qué vengas con nosotros! ¡No importa lo que pienses! ¡Te vienes con nosotros!—Inmediatamente, tras decir eso, comenzaron a arrastrarlo para llevárselo con ellos.

 

— ¡NOOOOOOOOOO! ¡No quiero ir con ustedes!—Tsuna se retorcía, no quería ir con ellos. NUNCA. JAMÁS EN SU VIDA.

 

—Maldito mocoso… Si quieres que sea así…—Para luego darle un golpe en la nuca… Lo último que Tsuna vio fueron las sonrisas maliciosas en las caras de esos hombres.

 

—En algún lugar en el tiempo—

 

Aquí estaba otra vez, en el mismo lugar pero, a la vez, en ningún lugar.

 

Estaba, una vez más, el mismo hombre dentro de toda esa oscuridad pensando en lo que vio la última vez a través de ahí. No pudo evitar fruncir un poco el seño al evocar esos recuerdos. No había vuelto a mirar por ahí, esperando que la situación mejorara sin tener que intervenir. Era hora de ver si todo estaba donde debería.

 

Chasqueó los dedos. A los pocos segundos comenzó a aparecer una pequeña luz enfrente de él formando, no un lago, pero si un espejo casi tan alto como él.

 

A través del espejo se podía ver claramente cómo la misma mujer de largo pelo azulado estaba en labor de parto. Sin embargo, se notaba a leguas que esta estaba teniendo complicaciones para traer al mundo a su bebé.

 

Estaba sudando a mares… Había perdido demasiada sangre, aun para alguien en su estado… Además de que el bebé no salía, no importa cuánto pujara, el bebé no salía… Los doctores, al ver esto, decidieron hacer una cesárea de emergencia y evitar perder a la madre.

 

 

Había funcionado. Todo había salido bien. La madre estaba fuera de peligro y ahora “la bebé” estaba siendo limpiada para después entregársela a su madre.

 

— ¿Dón…de… está? —Sus palabras salían de forma forzada, casi no tenía fuerzas… Tenía que ver a su bebé. ¡Ahora!

 

—Justo aquí Sra. Luce, es una niña—Dijo mientras le entregaba al bebé y esta la cargaba entre sus brazos. —Al parecer es un bebé muy saludable, Sra. Luce.

 

—Sí… es… hermosa… Mi hermo… sa… Aria…—Tras decir esto, la mujer que tenía por nombre “Luce” empezó a toser violentamente, no paraba.

 

Los doctores se alarmaron cuando, de repente, esta tosió sangre. Todas las máquinas comenzaron a pitar. ¿Cómo podía estar pasando esto? Ella estaba bien hace unos segundos y ahora… ¿La estaban perdiendo? No podían dejar que eso pasara.

 

Rápidamente, le quitaron a la beba de sus brazos para llevarla a la sala de maternidad. Sin embargo esta comenzó a llorar y a aferrarse a su madre.

 

— ¡Sáquenla de aquí! ¡Si es un virus, no podemos dejar que se infecte!

 

— ¡Entendido Doctor!—Las enfermeras se apresuraron a sacar a la beba, ahora Aria, de ahí. Con un poco de esfuerzo, para no lastimar a la pequeña Aria, lograron separarla de la Sra. Luce y salieron de ahí.

 

— ¡Doctor, su corazón se detuvo!—Exclamó otra enfermera— ¡Le estoy aplicando RCP y la paciente no responde!

 

—Esto es malo…—Susurró— ¡Traigan el desfibrilador!

 

— ¡A la orden!

 

—Conecte los electrodos—Dijo el Doctor mientras revisaba el pulso de la paciente. Nulo. Completamente nulo.

 

—Análisis en proceso…—Todo esto se hacía mientras se le ponían los electrodos en el tórax de Luce.

 

—200J, listos. Descarga recomendada, aléjese del paciente— Al oír esas palabras el Doctor presionó la tecla Shock.

 

—Todavía no hay pulso, comenzando con la reanimación cardiopulmonar por un minuto.

 

 

—Nada, todavía no hay pulso, Doctor.

 

— ¡Realízale otro análisis!

 

—Análisis en proceso… Se recomienda otra descarga.

 

 

—Carga… 280J, lista. Descarga recomendada, aléjese del paciente. —Todo estaba sucediendo demasiado rápido… Otro Shock.

 

—Sin pulso. ¡No estamos consiguiendo nada con esto, doctor! ¡La paciente no responde!

 

— ¡No podemos dejar morir a un paciente así por así!—Todo se estaba saliendo de control. La paciente estaba cada vez más pálida. Si no la reanimaban con esta…— ¡Carguen otra descarga!

 

—Carga… 360J… En proceso… Carga… lista. Descarga recomendada, aléjese del paciente—Y eso fue lo único que tuvo que oír el Doctor para presionar por última vez el botón Shock.

 

 

— ¿El pulso de la paciente…?—Preguntó el Doctor. Las enfermeras sólo pudieron negar… Se había ido. Sólo pudo apretar fuertemente sus dientes y formar puños con sus manos. A ningún Doctor le gustaba perder pacientes después de todo.

 

—No queda de otra… Desconéctenla. —Ordenó—La Sra. Luce ha muerto a las 03:17 de la madrugada del día 10 de febrero del año en progreso—Todas esas palabras salieron sin vida y desganadas de su boca. —Asegúrense de llamar a algún familiar, que la beba tenga anotado en su pulsera su día de nacimiento y el número que tiene la Sra. Luce para que puedan reconocerla.

 

—Entendido, Doctor.

 

Todo esto fue observado por aquel hombre en las tinieblas. No pudo evitar cerrar los ojos ante lo que acababa de observar. Había muerto. Ella Había muerto… ELLA había muerto… La pieza principal del Tri-Ni-Sette… Había muerto.

 

¿Cómo se supone que arreglaría esto ahora?

 

No tenía idea.

 

No importa si al Tri-Ni-Sette le faltaban Tormentas, Rayos o Nieblas… Este, al menos, tenía que tener un Cielo, y en ese tiempo no había siquiera uno… Después de todo, la heredera de la que iba a ser uno de los próximos Cielos estaba recién nacida y no podría ocupar el lugar de su madre. Ella era la que comenzaba con los ciclos en cada mundo paralelo, hasta que el próximo Cielo naciera. Y, con su muerte, no había nadie con las cualidades necesarias como para suplantarla.

 

Por lo menos, no en ese tiempo.

 

Después de todo, había una persona, justamente en esa misma línea de tiempo, que podría sustituirla. Esta persona, incluso tenía un alma más pura y bella que la ahora difunta. El único problema era que… Esa persona estaba algunas décadas en el futuro y era posible que causara una anomalía en el tiempo si la traía aquí…

 

Claro, que esa era una idea algo arriesgada.

 

—Esto en verdad es un gran y verdadero problema…—Suspiró— Hace tiempo que no pasaba algo similar—Se quedó pensando en las diferentes variaciones que tienen todos y cada uno de los distintos mundos paralelos— Supongo que no hay nada que seguir pensando. Su presencia aquí es necesaria—Sentenció— Ya pensaré luego en algo para que los daños que ocasione su estancia aquí sean mínimos.

 

De repente movió su mano, como si estuviera pasando la página de un libro y la imagen del espejo cambió. Ahora podía verse la imagen de un niño, que no podía tener más de 10, de rebeldes cabellos castaños, grandes ojos achocolatados y piel tersa que desayunaba junto a su familia. Era una bonita escena. Casi se arrepentía de poner ese destino sobre él. Casi. Lástima que en estas cosas él no dudaba ni un poco en hundir a cualquiera sólo para que el Tri-Ni-Sette estuviese totalmente equilibrado y en perfecto estado. No era por cínico ni por otra cosa, es sólo que… Del Tri-Ni-Sette dependía todo el mundo y no sólo este sino todos y cada uno de los mundos paralelos, así que no importa quién sea, con tal de que el Tri-Ni-Sette esté bien, él hará lo que sea. Es su deber después de todo.

 

Y así, con sus pensamientos definidos y con un plan ya trazándose en su mente, justo como la última vez, con un simple chasquido de sus dedos, todo desapareció… Una vez más.

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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