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My partner is a murderer por YoakeDiSole

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Notas del capitulo:

¡Hola gente bella! Ale al habla~ [antiguamente conocido como "Nashin" he revivido como esta nueva cuenta]


Aquí les traigo el primer capítulo de la re-edición de una historia de años.~ Me he tardado mucho en hacer esta re-re-edición. Espero que disfruten~ 

Nos leemos~ Espero con toda mi esperanza sus comentarios <3 

Capítulo 1.

Las vacaciones de verano ya habían terminado y daban paso a uno de los días más odiados por muchos, el primer día de clases luego de un largo descanso. Un estudiante común y corriente odiaría con todo su ser y alma que las vacaciones no eran eternas, sin embargo en una pequeña ciudad, dentro de una sencilla casa se encontraba uno de los pocos estudiantes verdaderamente emocionados por empezar un nuevo año de secundaria. Su nombre es Sato Hiroshi, un común japonés de 16 años de edad, cabellos castaños, ojos verde esmeralda y todo un modelo ejemplar de estudiante perfecto y esforzado; una rareza total en estos tiempos.

Con los primeros sonidos del despertador, el joven Hiroshi se levantó con una velocidad ridículamente increíble. Era como si su cerebro estuviera contando los segundos exactos para el gran momento de despertarse. No tardó en poner un pie fuera de la cama y dirigirse directamente a sus persianas para despejar las ventanas y dar paso a que toda la extrema luminosidad del sol mañanero golpeara su rostro para saludarlo.

- Por fin es hoy. – Exclamó como lo haría un estudiante promedio apunto de disfrutar sus vacaciones, pero claramente no lo era. – Este definitivamente será mi mejor año, ya pronto entraré a preparatoria, no puedo evitar estar tan emocionado y … - No podía dejar de hablar, su emoción era desbordante y única. Sin perder más tiempo vistió el uniforme del instituto, impecable, sin ninguna arruga o manchas, lo había preparado hacia una semana ya. Se miró en el espejo de su habitación arreglando un par de cabellos revoltosos y cuando estuvo satisfecho con lo que sus ojos veían en la imagen reflejada, su sonrisa radiante dio el visto bueno.

Hubiera querido estar más tiempo verificando que todas sus cosas se encontraban en perfecto estado, pero la voz de su padre llamándolo desde el primer piso detuvo su insistencia en seguir revisando hasta el más mínimo detalle de su ropa o su mochila. Era hora del desayuno.

- ¡En un segundo padre, estaba alistando los últimos detalles! – Claramente no era cierto, Hiroshi era un joven perfeccionista, era casi imposible pedirle que se detuviera. Sin embargo su padre sabía exactamente como distraerlo.

- ¡Se te hará tarde para la escuela, hijo! Además hay una pequeña sorpresa que tengo que darte. – Hiroshi era, aparte de perfeccionista, muy, demasiado, curioso y si había algo que se robaba su atención casi de inmediato eran las sorpresas. Con la misma rapidez con la que se había levantado bajó por las desgastadas escaleras y buscó a su padre en la cocina.

- Buenos días padre… ¿Una sorpresa? – Su voz vaciló levemente, trataba de saludar a su padre de manera normal mientras ocultaba su notoria curiosidad. - ¿Es una buena noticia?

Su padre Sato Hyun no pudo evitar reír un poco, adoraba la forma en que su hijo moría internamente por saber una simple noticia sorpresa. Sato Hyun era un hombre ya entrado en los cuarenta, con cabellos castaños iguales a los de su hijo y ojos color pardo intenso. Era un trabajador común y corriente del área gubernamental, parte del departamento de informática, donde ganaba un sueldo normal y trabaja una cantidad respetable de horas. No destacaba en nada.

- Hiro no te pongas nervioso, no es una mala noticia, al contrario es una muy buena. – Se tomó una pequeña pausa solo para ver el rostro de desesperación de Hiroshi. Sí, era muy divertido verlo. – Hemos alquilado el cuarto que teníamos disponible. Ayer recibí una llamada de un joven de intercambio italiano, sonaba muy interesado en quedarse con el cuarto, ya que según él le queda muy cerca a su nuevo instituto. Dijo que llegaría en la tarde de hoy. Sonaba como un chico muy amable, de seguro se llevan muy bien.

El rostro de Hiroshi cambio cambió gradualmente a una expresión de felicidad extrema a medida que su padre seguía hablando. No podía creerlo, había pasado casi un año desde que el anuncio del cuarto en alquiler estaba en una página de anuncios en internet y donde nadie parecía estar interesado. Sin embargo por fin había aparecido alguien ¡y más encima un estudiante de intercambio proveniente de Italia! Que honor sería tener a alguien así viviendo con ellos. Hiroshi tenía altas expectativas de que el nuevo integrante fuera tan estudioso como él.

- ¡De Italia! Que emocionante debe ser, espero que sea muy agradable, nunca he conocido a un extranjero antes. ¿Crees que vaya a nuestra escuela? Dios…Debo contárselo a Ginsey, su familia viene de ahí. – El castaño caminó de un lado a otro de la cocina sin rumbo alguno, estaba con la energía tan alborotada que no sabía qué hacer ni que decir. Todo parecía ir a la perfección y definitivamente hoy debía de ser el mejor día de su nuevo año escolar.

- Tranquilo, tranquilo. Primero siéntate y desayuna, luego podrás hablarle de todo lo emocionado que estás a Ginsey. – El padre de Hiroshi ayudó a sentar a su desorbitado hijo en la mesita central que tenían en la cocina. Dejó frente a él un tazón de arroz, unos huevos, un pescado frito, un par de tostadas y un vaso de jugo. – Debes comer muy bien, el desayuno es la comida más importante Hiro. Vamos, creo que necesitaras muchas energías para el día de hoy.

El pequeño rió alegre ante las palabras de su padre, adoraba esa parte de él, siempre había sido protector y se preocupaba en extremo por su salud. Después de todo él hacía el trabajo completo de un padre y una madre. Al pensar en eso solía entristecerse un poco, nunca había conocido a mamá, pero su padre siempre le decía que era una mujer muy hermosa con un gran corazón. Repentinamente sacó una pequeña billetera de su pantalón, en ella guardaba con mucho amor una foto en miniatura de su madre con él cuando era apenas un bebé. Era preciosa, su cabello era rizado y largo del mismo color que el suyo al igual que sus enormes orbes verdes. Sonrió con ternura al ver la foto.

- Buenos días mamá, te extraño mucho. – Aunque no recordaba nada de ella, seguía amándola como si estuviera aún a su lado. Ella había muerto cuando Hiroshi era apenas un bebé, según su padre, por un accidente de auto.

- Sé que ella está orgullosa de ti Hiroshi, siempre te está cuidando. Oh, Amelie, mira cuanto ah crecido nuestro hijo. – Su padre revolvió el cabello de Hiro de manera cariñosa y se sentó a su lado para acompañarlo en su desayuno. – Hijo, hoy es probable que llegue algo tarde a casa, tengo unos asuntos en el trabajo que resolver, las cosas están algo movidas.

- Claro, no te preocupes, mucho éxito en todo papá. – La nostalgia que invadía se rostro rápidamente desapareció para darle ánimos a su padre, sabía que frecuentemente su padre tenía que quedarse hasta altas horas en su trabajo, bueno, al menos ganaba horas extras.

- Si llega el estudiante italiano recíbelo con mucho ánimo ¿está bien? Desde hoy formará parte de la familia también. –

- No hay problema, estoy esperando a que llegue ya. Le mostraré la ciudad un día de estos y podremos salir junto a Ginsey. – Sus ojos repentinamente se fijaron en la pared de la cocina, donde colgaba un colorido reloj en forma de gallina. - ¡L-la hora! ¡Ya es la hora, debo irme o llegaré tarde! ¡Iré a ver si Ginsey ya ha salido!

- De acuerdo hijo, mándale mis saludos de mi parte. – El padre de Hiroshi se levantó para recoger los restos del desayuno, asumió que su hijo se iría en cualquier segundo así que se aseguró de despedirse rápidamente. – Ten un buen día Hiro, ten cuidado ¿Ok? –

Efectivamente Hiro ya estaba con un pie cerca de la puerta de entrada, con su mochila lista y sus ganas por llegar a la escuela a mil por hora. Al momento en que su mano se posó en la cerradura de la puerta el mensaje de su padre llegó a sus oídos, se detuvo y giró su cuerpo para despedirse de su padre.

- No te preocupes, estaré bien. Nos vemos papá, éxito en el trabajo. – Con la misma sonrisa radiante que habían mantenido durante toda la mañana alzó su mano y se despidió enérgicamente del mayor. Con la emoción desbordando su corazón hasta el punto de llegar a saltar a un ritmo muy acelerado, Hiroshi abrió la puerta de entrada y se dispuso a empezar su emocionante primer día de secundaria.

Al salir y respirar la atmosfera del día, volteó a la casa vecina, su día comienzo no estaba completo si no estaba él, Ginsey. ¿Quién era? Él era la segunda persona más importante en toda su vida, luego de su padre claro. Ginsey, un peliplateado de ojos del mismo color, con una altura envidiable y un rostro en el que cualquiera podría perderse, era el mejor amigo de Hiroshi. Se conocían desde jardín de niños cuando Hiroshi y su padre se mudaron a su actual hogar, ambos eran vecinos, de edades similares y dadas las casualidades de la vida se hicieron grandes amigos en corto tiempo.

Ambos completamente distintos, Ginsey solía ser un chico más sereno, amante de los libros y de la libertad de la tranquilidad. No solía ser muy enérgico o muy comunicador, pero entendía a la perfección a Hiroshi. Era el único capaz de soportar toda esa energía desbordante. Hasta el día de hoy son los amigos más unidos que se conocen.

El pequeño castaño se dirigió a la casa vecina, una muy similar a la suya sin nada que destacar. Tocó el timbre varias veces, golpeó la puerta y llamó por el nombre de su amigo, él vivía solo, por lo que era imposible que alguien más le fuera a responder con un “oh, él no se encuentra tal vez salió”. No obtuvo respuesta alguna de su amigo. Bufó decepcionado, esperaba caminar junto a él en su primer día de clases, solo eso faltaba en su lista de perfección, pero no había resultado. Se sintió algo decepcionado, pero pronto se convenció de que él debía de seguir en sus vacaciones. Oh, sí, lo recordaba bien ahora, Ginsey solía irse muy seguido en sus vacaciones o días libres a Italia, su familia vivía allá y él era parte italiano-japonés. Hiroshi asumió que aún no volvía de su visita familiar.

- Bueno, solo espero que aparezca esta semana. Realmente quiero  verlo y contarle todo… - Durante las vacaciones la comunicación con él había resultado imposible, solían cortarse las llamadas o simplemente Ginsey no contestaba. – Debo…apresurarme. – Sacudió su cabeza para no seguir pensando en la tristeza que le daba no comunicarse con él. Tenía que seguir con las energías en alto para enfrentar la secundaria, estaba seguro que pronto vería a su peliplateado mejor amigo.

Luego de convencerse por milésima vez que Ginsey no se encontraba en casa retomó su camino hacia la escuela. Sacó de su mochila unos audífonos comunes y corrientes, los conectó a un pequeño y viejo reproductor de música y empezó su caminata. La ruta al Instituto no era muy extensa, se encontraba cerca de su casa, como a unos veinte minutos o menos. Debió ser esa la principal razón del nuevo inquilino para escoger la habitación disponible de su hogar, después de todo, a parte de la cercanía con la escuela, se encontraban en un lugar muy bien ubicado con centros comerciales cercanos y otros atractivos para una tarde familiar. El lugar era perfecto para Hiroshi y de seguro lo sería para su nuevo amigo. Pensar en ello le emocionaba cada vez más. Respiró hondo, tenía que centrar sus pensamientos por alguna vez en su vida, pero no podía lograrlo, le ritmo de la música que envolvía sus oídos lograba distraerlo mucho más de la realidad. Por un momento Hiroshi logró cerrar sus ojos para sentir esa brisa casi primaveral que traía los pequeños pétalos de cerezo revoloteando por todos lados. Era maravilloso y relajante, por un momento sus pensamientos se detuvieron y su mente se relajó. Nada podía alterarlo ahora, era el momento preciso y perfecto en una caminata perfecta para un día más que perfecto, pero nada era como lo parecía.

Inesperadamente su rostro se vio aplastado por el torso de una persona, que, obviamente por tener sus ojos cerrados no había visto venir. El dolor fue tal que su nariz completa había quedado con el mismo color que un tomate. El cuerpo de Hiroshi cayó estrepitosamente al suelo, sus caderas llegaron a resonar contra el frío pavimento; sus audífonos salieron disparados en otra dirección junto con demás pertenencias, era muy probable que alguna que otra cosa se hubiera roto.  El extraño con el que había chocado se mantuvo estático como si lo acabaran de golpear una simple hoja, por tener los ojos cerrados incluso después del impacto el joven castaño no pudo ver con exactitud de quién se trataba.

- Hey niño, ten más cuidado por dónde vas. – La voz del extraño era suave y pacífica, pero se notaba una clara irritación que iba en aumento. Seguramente le daría una buena paliza si se trataba de una mala persona.

- Y-yo lo siento señor…no estaba pendiente del camino. – Ya pasado un poco el impacto de la caída, pero no así su dolor. Hiroshi abrió sus párpados y elevó su rostro para ver la persona estática que se mantenía frente a él.  - ¿Joven? – Se corrigió al instante al ver que de quién se trataba era un chico, probablemente de su misma edad. Era muy alto, o eso creía Hiroshi al verlo desde el suelo. Mantenía una melena corta de cabellos negros con uno de esos peinados que utilizan las estrellas de cine en el extranjero. Y…sus ojos, fueron lo que más llamó su atención. Su color era difícil de describir, pero se asemejaban a un azul muy oscuro, casi como el color de una noche tormentosa; extrañamente le dieron una sensación de peligro inminente.

Casi como reflejo de sobrevivencia Hiroshi se arrastró por el suelo para alejarse de el chico con el que había chocado, pero al instante en que lo hizo el contrario avanzó dos pasos hacía él.

- Tú, enano, eres de este instituto también. – El extraño chico señaló un bordado de una insignia en la chaqueta de lo que parecía ser un uniforme escolar. Hiroshi pestañeó varias veces como si no hubiera entendido lo que estaba diciendo. Luego, como un rayo que acababa de caer en medio de una tormenta, se dio cuenta de que era. - ¿Sabes dónde queda no? Necesito llegar ahora. – La insignia era de su instituto al igual que el uniforme. ¿Cómo se había demorado tanto en notarlo? Nuevamente pestañeo un par de veces y titubeó antes de hablar.

- Ah, s-sí, sí sé dónde queda, voy en el mismo instituto. – Su voz sonaba chistosa y las palabras se disparaban como si fueran empujadas y obligadas a salir. Seguía sin dejar de ver esos extraños ojos.

- Oh, eres un genio. No me había dado cuenta de ello, muchas gracias. – El entrecejo del pelinegro se arrugó, ahora si estaba claramente fastidiado. - ¿Dónde está? ¿Eres retrasado o algo? – Toda la magia del misterio que lo envolvía se vio derrumbada como un balde de agua fría. El sarcasmo del chico extraño había golpeado la atención de Hiroshi, quién por fin lograba darse cuenta que en definitiva parecía un idiota mirando una luz fijamente sin parpadear.

- ¿P-perdón? – El rostro de nerviosismo del castaño se vio convertido en una clara señal de haber sido ofendido. No pensaba responderle a un chico con tales modales, pero parecía ser uno de esos alumnos nuevos que esperaban a último momento para ver donde quedaba la escuela. Su ojo tembló, odiaba a esas personas. – Queda en esta misma dirección, derecho siguiendo esta calle, no es una gran ciencia. – ¡Já! Él también podía devolverle su amable toque de crueldad.

El pelinegro pareció sonreír con maldad, entrecerró sus ojos como si estuviera a punto de decir algo peor. Sin embargo no fueron palabras que fueron hirientes esta vez, sino el zapato derecho del contrario incrustado en la entrepierna del pobre castaño. El grito que se escuchó a continuación fue similar al de un pobre animal atropellado.

- ¡¿Pero qué mierda te pasa?! – Los insultos le salieron del alma, rápidamente se levantó del suelo a pesar del dolor insoportable que sentía en su entrepierna. No logró enderezar del todo su cuerpo, el maldito pelinegro estalló en ese mismo momento en una risa malévola. - ¡¿Quién te crees que eres?! –

- Alguien que seguramente es mejor que tú y que casualmente le preguntaba a un enano ruido y retrasado donde queda su instituto. Vaya, tanta idiotez por unas indicaciones. Bueno, te agradezco, algo. Espero que logremos vernos más seguido, nuevo compañero. – Y así como había aparecido de la nada se había ido sin decir más. La malintencionada risa comenzó a desaparecer por el camino, pero el dolor de Hiroshi seguía ahí palpitando y fresco.

- Bastardo…desgraciado…mala persona. – Trató de ignorar el dolor intenso mientras recogía sus pertenencias del suelo. – Genial…están rotos… - Su mano levantó un cable con los pequeños auriculares hechos trizas. Bueno, era normal que se rompieran, no esperaba más de unos audífonos de bajo costo. – Hoy será un buen día, lo será, tiene que serlo, tranquilízate… - Respiró exageradamente para tratar de calmar toda la ira acumulada por culpa de un imbécil del momento. No podía dejar que nada ni nadie arruinara su magnífico primer día.

Ya más aliviado y con sus cosas de vuelta a su lugar, menos sus preciados y baratos audífonos, Hiroshi retomó su camino al instituto repitiéndose mentalmente que todo estaría bien y que sería un día perfecto. No quería dejar de creerlo, tenía que ser así porque es como lo había planeado hace semanas.

No tardó mucho más de lo normal en llegar a la escuela, todavía seguía dentro del rango de hora que tenía previsto, pero no dejaba de preocuparle que el incidente con el extraño podría volver a ocurrir, después de todo desde hoy pertenecía a su misma escuela. Preocupado y como si lo estuvieran siguiendo, giró su cabeza a todos lados buscando entre el mar de estudiantes en la puerta principal para ver si lograba divisar la molesta cabellera negra de esa persona. No, no estaba por ningún sitio, suspiró aliviado al no verlo, pero pronto saltó a su mente otra duda. ¿En qué grado estaría? ¿Tendrían el mismo salón? Oh, por los dioses, Hiroshi deseaba con todas sus fuerzas que no fuera así. Que horrible sería. Demasiado.

Trató de mantener la calma hasta llegar a su salón, todavía quedaba enfrentar un pequeño obstáculo, sus compañeros de salón. No eran exactamente las personas más amables del universo, pero no se metían con él, es más a veces a Hiroshi creía que trataban de evitarlo. Extraño. Se armó de valor para entrar, después de todo no iba a opacar más su día, el suceso con ese desagradable extraño ya había quedado en el olvido.

- Hoy seguirá siendo un buen día, tiene que serlo. – Parecía ya estar perdiendo la paciencia, pero tenía que ser fuerte, un simple hecho no iba a derrumbar sus ilusiones.

Abrió la puerta del salón y ahí estaban, las miradas de sus compañeros de salón se fijaron despectivamente en él y una ola de rumores en susurros empezó a rellenar el ambiente.  Se sentía observado, demasiado. Trató de ignorar los desprecios que iban surgiendo a media que pasaba entre las mesas de cada uno de sus compañeros para poder llegar a su lugar cerca de la ventana.

- Mira quién llego… ¿por qué sigue en esta escuela? –

- No lo sé, es molesto.-

- Maldita rata de biblioteca, otro año va a demostrar que no tiene una vida fuera e los libros. -

- De seguro debe pensar que no estamos a su nivel. -

- Ni si quiera tiene una novia. - 

Los susurros altaneros de sus compañeros no tenían descaro en ocultarse, a cada paso que daba Hiroshi parecían oírse con mayor volumen. El castaño trató con todas sus fuerzas en ignorar aquellos comentarios, pero seguía sin entender la razón por la cual sus compañeros lo odiaban tanto, nunca les había hecho nada o eso era lo que sabía. Trato de convencerse de que debía ser por su nula interacción con ellos, nunca supo como debía de relacionarse con ellos, tenían gustos completamente opuestos. Hiroshi era un joven amante del estudio, mientras que sus otros compañeros repudiaban la escuela con la mayor de sus fuerzas. Suspiró agotado, no tenía que caer en preocupaciones como esas, debía seguir su objetivo del día.

Logró llegar a su lugar después de haber atravesado una verdadera selva de malas miradas y comentarios crueles, por fin podía relajarse y disfrutar, pero algo llamó claramente su atención. El lugar a su lado ya no estaba vacío como todos los años, había alguien en su lugar. El extraño espécimen se encontraba durmiendo boca abajo con los brazos rodeando su cara completamente en la mesa de su lugar, parecía profundamente dormido. Nunca había visto al chico, o lo que alcanzaba a ver de él, era seguro que era un nuevo estudiante.

- ¿A-alguien nuevo? – Parecía casi caerse de la impresión, era la primera vez qué veía a una persona común y corriente a su lado. Acercó lentamente un dedo al chico nuevo, pero al momento de querer tocar su cabeza para despertarlo, su cuerpo se movió y se escuchó una especie de bostezo. Hiro retrocedió su mano y prefirió dejar dormir al chico nuevo, de seguro aún no se acostumbraba a la rutina.

Se sentó lentamente para no despertar a su agotado compañero, sus ojos no podían despegarse de él como si no creyeran que fuera real. El castaño empezó a cuestionarse si era humano, pero los cabellos azabaches genéricos de un chico promedio le decían que era completamente normal. El nuevo volvió a bostezar sin salirse de su cómoda posición.

El pequeño pudo haberse quedado todo el día contemplando a su nuevo compañero como un niño curioso, sin embargo una voz conocida distrajo su atención para hacerlo volver a la realidad. El maestro había vuelto a sus vidas y no parecía estar muy feliz por ello, su rostro de amargura y desencanto por la vida lo daban en evidencia.

- Es una lástima que se hayan acabo las vacaciones, pero aquí estamos otra vez. – El maestro, un hombre pasado los cuarenta, con un rostro cansado y monótono, carraspeó su garganta para aclararse antes de definir la sentencia de sus alumnos. – Es hora de empezar las clases.

Un mar de lamentos se escucharon tras estas últimas palabras, las expresiones de todos se transformaron en un eterno sufrimiento, sin embargo entre ese mar de desesperación se encontraba el único punto brillante de todo el salón. La sonrisa de Hiroshi era tan amplia como la del gato de Alicia.

- Por fin. – Susurró tan bajo como pudo para evitar ser escuchado, pero aún así sus compañeros se voltearon a verlo como si hubiera dicho las palabras más innombrables de la vida. Al darse cuenta deseo que la tierra se abriera en dos y lo hiciera desaparecer.

- Que felicidad me da verlo tan reluciente señor Sato. No sabe cuánto. – Las mejillas de Hiroshi enrojecieron de vergüenza, no podía evitar dejar escapar esa felicidad ilógica. – Hoy es un día histórico. La escuela ha aceptado el programa de intercambio de alumnos y nos ha traído toda una joya. Un nuevo alumno italiano para ustedes. ¿Por qué no se presenta a la clase? – Los ojos del maestro se fijaron en el bulto durmiente al lado de Hiroshi, pero este no se inmutó en moverse ni un poco. - ¿ D’Angelo? Despierte.

Hiroshi volteó su cabeza abruptamente. ¿Alumno de intercambio? ¿Italia? Esas dos preguntas resonaron en su cabeza, ¿dónde las había escuchado antes? Su mente trató de buscar en todos los rincones de su almacenamiento, pero no hubo resultados con lo alterado que estaba. De repente, un fuerte recuerdo se le vino a la mente, sus orbes esmeralda volvieron a clavarse en la figura a su lado, estaba despertando y preparado para levantarse. Sus párpados se abrieron a más no poder.

- T-tú eres… - Sus palabras quedaron atrapadas a mitad de su garganta, no podía creer lo que estaba viendo. Cabellera oscura, ese peinado de extranjero famoso y…los ojos con el color único e inolvidable.

El azabache se levantó con pereza de su asiento, estiró sus brazos en el aire y bostezó profundamente. Sus ojos se posaron con desprecio en Hiroshi, quién no dejaba de verlo como si estuviera viendo a la peor cosa del mundo. Sonrió con malicia y rió por lo bajo, luego se dirigió a un lado del maestro para poder presentarse ante todas las miradas curiosas y impactadas del salón.

- Adelante, el público es suyo. – El maestro le hizo una seña con la mano para que prosiguiera. El chico parecía no estar despierto aún.

- Mi nombre es D’Angelo Shiro, tengo 17 años y…eso. – Simple y conciso. El resto de los espectadores esperaba algo más, pero el azabache parecía no querer colaborar. - ¿Y soy de Italia? – Dijo con sarcasmo esperando a que él público estuviera satisfecho con eso. Luego de unos segundos de silencio la clase pareció explotar. Gritos de niñas derretidas por la presencia de Shiro comenzaron a llenar el salón como si fuera un concierto de una celebridad.

Todos estaban cautivados por la presencia del alumno nuevo e italiano que estaba ahí, de pie, con un rostro neutral y fastidiado por tanto griterío. Hiroshi a cada segundo parecía más horrorizado con toda la situación. Su rostro empezó a deformarse y dar paso a una cara de desesperación total. Sintió el gran deseo por cambiarse de escuela en ese mismo momento. Su vida sería un infierno.

- Eres tú… - Balbuceo condenado, su magnífico día había acabado en ese mismo instante. El chico que estaba al frente, viéndolo con una gran y estúpida sonrisa era el desagradable con el que había chocado hacia unos segundos atrás. Ahora no solo deseaba que la tierra lo tragara, sino quería que un gran rayo lo partiera en dos. Trago saliva, el nuevo y reluciente italiano se acercaba de vuelta a su lugar sin perder de vista el rostro pálido del pequeño castaño. Quería llorar y huir. - ¿Por qué?

- Porque vamos en la misma escuela idiota, ¿todavía no te das cuenta? – Rió por lo bajo, señalando la insignia de su chaqueta como si Hiroshi no pudiera verla. Shiro estaba encantado, olía su miedo como si fuera una pequeña rata a punto de ser devorada. – Espero que nos llevemos bien.

No, no y no. Definitivamente no lo aceptaba y nunca lo haría. Frunció el ceño casi a punto de estallar mientras se preparaba para decir las maldiciones más lindas de la vida, pero dentro de todo ese revoltijo otra vez su atención fue captada esta vez por un milagro.

- ¡Ginsey! – Exclamó como si viera a un ángel volar por la puerta del salón, no dudó en correr de su lugar para recibirlo con los brazos abiertos. Rodeó a su mejor amigo aferrándose a punto de llorar como si él fuera su única salvación. – Ayúdame, es horrible. – Apuntó a Shiro desesperado, quién pareció ofenderse y extrañarse por esas increíbles acusaciones.

- Hiroshi, cálmate. ¿Qué pasó? – El peliplateado estaba completamente desconcertado, sus brazos instintivamente rodearon el pequeño cuerpo del castaño para protegerlo. ¿De qué estaba hablando el castaño y por qué estaba tan desesperado? Los ojos grisáceos de Ginsey parecían buscar la respuesta y cuando la hallaron parecía asqueado. - ¿Quién es él? – El tono de voz de Ginsey cambió por frío y molesto.

- ¿Yo? Soy un estudiante de intercambio, mi nombre es Shiro, mucho gusto completo desconocido. – El azabache se acercó lentamente a ambos jóvenes, ignorando las miradas de los curiosos y los chillidos de emoción de las chicas del salón. Tendió su mano en señal de saludo hacia Ginsey, parecía completamente amistoso, pero Hiroshi sabía que no era así, detrás de esa falsa amabilidad se escondía el desagradable y horrible ser que realmente era.

El oji verde apartó la mano del italiano, no iba a dejar que Ginsey cayera ante sus encantos extranjeros, no como las chicas que ya comenzaban a imaginarse una vida junto al estudiante de intercambio. Shiro rió por lo bajo, abrió la boca para poder decir algo, pero el maestro interrumpió justo a tiempo para detener las posibles horrendas palabras que derrumbarían la imagen perfecta del azabache.

- Ustedes tres, vayan a sentarse de una vez por todas. – Claramente no estaba feliz por la escena que estaban montando y prefería proseguir con la clase para acabar de una vez por todas con su sufrimiento. - Ginsey, no empieces con los atrasos este año, el director detesta eso.

Sin responder ni oponerse a las palabras del maestro los tres jóvenes volvieron a sus lugares. Antes de poder sentarse Hiroshi miró horrorizado a la bestia que tenía a su lado. Se lamentó una última vez y volvió a su lugar, esta vez sin la sonrisa brillante. Ginsey se sentaba detrás de ellos y no podía quitar los ojos de encima del italiano, sabía que su presencia no era nada bueno, tenía que alejar a Hiroshi de él.

- ¿Tan miserable se volverá tu vida por encontrarte con la persona a la cual chocaste despiadadamente? – El azabache recargó su cabeza en la palma de su mano, ladeando su cabeza para mirar al pequeño castaño muerto de miedo. – Para mí significa un honor encontrarme contigo de nuevo.

- Mientes. – Le respondió cortante y fastidiado, no quería que esa persona se enfocara en molestarlo toda una vida por el solo hecho de haber chocado con él. – No me interesa relacionarme con gente cruel como tú, solo ignórame y haz como si no me conocieras. – Era lo más sano para su vida, no quería sumar a otra persona a la lista de compañeros que lo odiaban y hacían la vida imposible. “Hoy seguirá siendo un buen día, lo será, esto no es nada” En su mente repetía una y otra vez lo que ya era imposible, su día había acabado definitivamente y no volverían a aparecer “días magníficos y gloriosos” como los que él buscaba.

- Qué lástima Hiroshi, yo esperaba ser un buen amigo tuyo. – Guiñó uno de sus ojos coquetamente y al hacerlo una masa de suspiros se levantaron por el salón. El azabache giró su cuerpo hacia atrás donde se encontraba Ginsey observándolos con la mayor de las iras. - ¿Tú también quieres ser mi amigo, Ginsey?

- No gracias, no te conozco y desearía no hacerlo. – Su voz seguía fría y parecía estar conteniéndose. – Hiro, ¿prefieres qué te cambie de lugar? Así estarás más cómodo. – Los dientes de Ginsey parecían rechinar, no se sentía para nada feliz de tener que ver a su castaño junto a un posible sicópata.

- Me encantaría, no sabes cuánto Ginsey…pero sabes bien que el maestro no deja cambiarnos de lugar en el salón. - ¿Era una broma? El mundo pareció caerle por encima al peliplateado. Odiaba que una insignificante regla de la escuela estuviera frenando a Hiroshi de escapar de ese lugar. Sin embargo sabía que su amigo no se atrevería a romper ni si quiera una sola regla. Maldita sean las reglas.

- No queremos romper las reglas. – Repitió la idea el azabache, estaba fascinado con todo lo que había encontrado en esta escuela en Japón. – Será un excelente viaje de intercambio. – Rió levemente, volviendo su atención hacia el frente para ignorar las reacciones de furia de ambos chicos.

Estaban destinados a estar condenados.

El ambiente se tornó abrumador e insoportable, ninguno de los tres chicos hablaron durante las clases, sabía que si decían algo todo se volvería un caos nuevamente. Al llegar el tiempo del receso, Hiroshi se levantó rápidamente de su asiento para poder escapar del azabache a toda costa, no quería estar a su lado por más tiempo, su presencia le daba terror. Trató de esconderse en el lugar más escondido de la escuela para no ser encontrado, pero al llegar allí una figura conocida lo estaba esperando.

- Hiro, sígueme. – Ginsey había llegado antes que el castaño a su posible escondite, Hiro se sintió inútil al no poder esconderse sigilosamente, pero por otro lado estaba aliviado de que fuera Ginsey quien estuviera allí y no el idiota del nuevo estudiante. Sin decir muchas palabras Ginsey tomó la mano de Hiro para adentrarse al final de un pasillo poco frecuentado por los estudiantes. – Creo que aquí no nos encontrará.

- ¿Quién diablos es ese italiano? ¿Acaso lo conoces Ginsey? – El castaño sospechaba si él lo conocía también, parecía como si el peliplateado llevara siglos odiando incluso más que él, pero era extraño, Shiro solo había llegado hoy.

- Por supuesto que no, nunca lo he visto, pero hay algo en él que no me gusta…la manera en la que te mira, la detesto. – No dudó en contestar ni un segundo, las dudas de Hiroshi se esfumaron en un instante con ese comentario. Ginsey siempre solía ser sobreprotector con él, todos los años que llevaba dentro de la escuela él había sido su único amigo y el único que lo protegía de las burlas de los demás. Le debía su vida entera. – Escúchame, no es seguro estar cerca de esa persona, ya sabes, se nota en su cara que no trae nada bueno. No te acerques y si tienes problemas llámame. – Ginsey se mostraba más preocupado de lo normal, estaba llevando su sobreprotección a otro nivel.

- De acuerdo, muchas gracias Ginsey. – Sonrió enternecido, adoraba que Ginsey siempre estuviera ahí para él eso le recordaba que no estaba completamente solo en la escuela. Hiroshi se acercó y le dio un rápido abrazo a Ginsey para agradecerle. El peliplateado correspondió ligeramente por lo pocos segundos que duró. – No dejaré que un idiota me moleste, además, yo creo que pronto se aburrirá. Solo está divertido conmigo porque choqué con él por accidente.

- Ya veo. Trata de evitarlo ahora. – Sabía que sería difícil de lograrlo, pero lo menos tenían que intentarlo. Ya más relajados, ambos se sentaron en el suelo recargándose contra una pared cercana. – Lo siento por no llamarte tanto este verano. No tenía mucha comunicación desde allá. –

- No te preocupes, lo sé. – El oji verde le dedicó una sonrisa para despreocupar a su amigo, sabía que muchas veces la comunicación desde el extranjero era difícil y no se atrevía a reprocharle nada a su amigo, aún no iba a negar que lo había extrañado demasiado en estas vacaciones. - ¿Cómo se encuentra tu familia? – Hacía mucho tiempo que Hiro no había visto a los padres de Ginsey, parecían el modelo de padres ideales, siempre eran amables con él cuando solía visitar a Ginsey. Últimamente no los había visto casi nunca desde que habían vuelto a su país de origen. - ¿Ginsey, tu familia también es italiana verdad? – Ahora lo recordaba bien, la madre de Ginsey también era italiana, pero su padre Japonés, por lo que Ginsey tenía mitad de descendencia italiana.

- Están bien, desde que papá se trasladó a Italia junto con mi madre no ha pasado nada interesante. De vez en cuanto mandan saludos. – Hiro se sorprendió, no tenía idea de que al padre de Ginsey lo habían trasladado en su trabajo. Su padre y el de él solían trabajar juntos, por lo que le resultaba raro que su padre no le hubiera mencionado antes ese detalle. - ¿Quieres venir a mi casa hoy? Podemos hablar de las vacaciones. – Repentinamente Ginsey había cambiado el tema, pero era extraño para Hiro, Gin era de pocas palabras, pero sabía comunicar todo en ellas.

- Me temo que no podré hoy Gin, tengo que estar en casa para recibir al nuevo arrendatario. Papá dijo que llegaría hoy en la tarde, así que debo estar ahí para mostrarle la casa y darle una bienvenida. – Le hubiera encantado ir, pero sabía lo muy importante que era este suceso para ambos, después de todo una nueva persona pasaría a formar parte de su hogar.

- Ya veo, suerte con eso y mándale saludos a tu padre de mi parte. – Parecía no importarle mucho, Ginsey parecía más distraído de lo normal como si Shiro lo perturbara más de lo que creía. Hiro se inmediato empezó a preocuparse, no era normal que Gin estuviera molesto aún, habían acordado en olvidar al nuevo.

- Gin, sabes que si te pasa algo puedes decírmelo. ¿Es por lo del nuevo ese? – Al momento de mencionarlo los ojos de Ginsey se fijaron en Hiroshi de una manera que nunca antes lo había visto, parecían…sombríos. Hiroshi tragó saliva en su garganta, tal vez mencionarlo no había sido una buena idea. – H-hey, creo que ya es hora de volver a clases… - El castaño trató de levantarse, pero al hacerlo la mano de Ginsey se aferró a su brazo. - ¿G-gin? ¿Qué te pasa? – Estaba comenzando a asustarse, tal vez su amigo no se sentía muy bien. Hiroshi trató de soltar su mano y al momento de lograrlo Ginsey pareció volver es sí.

- Estoy bien, solo me preocupa. – El peliplateado movió su cabeza para despegarse, no quería preocupar más a Hiroshi de lo que ya estaba. El castaño debía estar seguro y despreocupado, él se encargaría de velar por todo. – Sí, ya es tiempo de volver. Lo siento si…hice eso.

- Oh, está bien, ya olvídalo. No tenemos que dejar que ese idiota nos altere ¿Ok? Vamos. – Nuevamente le dedicó una sonrisa tranquilizadora a su amigo, no quería que ambos se alteraran por una simple llegada de un alumno cretino. Hiro tomó de la mano a Gin y logró hacer que se levantara del suelo.

Ambos caminaron de vuelta al salón, justo en el momento que ellos se acercaban la campana sonó y junto con ella anunció una mala noticia para los dos chicos. Ahí estaba él, como si hubiera estado esperando por ellos durante todo el receso. La sonrisa de Shiro de amplio y sus ojos azules parecían brillar con un siniestro toque. Sus brazos estaban cruzados en su pecho y recargaba su cuerpo en el marco de la entrada del salón. Hiro y Gin quedaron estáticos frente a él.

- Vaya, son muy unidos. ¿Estuvieron a solas todo el receso? – Ahí estaba de nuevo, la risa molesta y burlesca del azabache. Sus ojos no dejaban de observarlos de pies a cabeza, Hiroshi se sintió consumido por su mirada, quería escapar de ahí lo antes posible.

Sin responder a sus provocaciones Ginsey tomó del brazo al pequeño castaño, apartó a Shiro del camino bruscamente y entró al salón. No iba a seguirle el juego a ese idiota, sabía que si lo hacía las cosas no resultarían para nada bien y no quería involucrar a Hiroshi en problemas mayores. Siguieron hasta sus respectivos asientos ignorando la risa perversa a sus espaldas, nadie excepto ellos parecía notar las oscuras intenciones de Shiro. Todos, y sobre todo las chicas del salón, estaban embobados con su presencia. Hiroshi frunció el ceño al pensar en eso. ¿Cómo era posible que se fijaran en una persona con modales horribles? ¿Acaso el solo hecho de ser italiano lo hacía automáticamente atractivo? ¿Y qué había de Ginsey? Él también lo era, una parte, pero lo era, no conocía si había alguna chica detrás de su amigo o… ¿lo había? Por un momento Hiroshi se preocupó de que ninguna chica estuviera detrás de él en todos estos años de escuela, lloró internamente al pensar en la posibilidad de nunca conocer a la chica de sus sueños.

Shiro se aproximó con gracia a su lugar junto a Hiroshi, seguía sin quitarle la vista de encima y sin borrar su sonrisa, mas no dijo ninguna palabra para seguir provocando a ambos chicos y ellos tampoco quisieron intercambiar insultos con el azabache. El resto de las clases se mantuvieron en silencio al igual que los recesos, al parecer el oji azul había decidido dejarlos en paz, una extraña paz que aparentaba todo lo contrario.

La hora de salida ya había llegado y lo que parecía ser un perfecto y magnífco día para Hiroshi ya había quedado totalmente atrás. Hoy había sido el primero de sus sufridos días de un nuevo año de secundaria y lo único que deseaba ahora el castaño era llegar a su hogar y tumbarse en su cama para poder descansar antes de que llegara el nuevo inquilino.

- Dioses, todo el día ha sido horrible y estresante… no puedo creer que mi día perfecto fuera así. – El pequeño estaba completamente abatido, sus ánimos ya no daban más y solo quería que el día de hoy terminara lo más rápido posible. Sus ojos lastimeros miraron a Ginsey a su lado mientras retomaban el camino a casa, buscaban el consuelo del mayor peliplateado.

- Mañana será diferente no te preocupes. – Él también se encontraba estresado y agotado, había estado vigilando durante todas las clases y todos los recesos cualquier movimiento que se atreviera hacer el azabache. Sin embargo no había hecho nada, los había ignorado el resto del día y eso era demasiado sospechoso. Gin apretó sus dientes, se encargaría de proteger a Hiro a toda costa. – Trata de descansar Hiro, las clases ya acabaron.

- Claro, nos estamos viendo mañana Gin. – Ambos ya habían llegado a sus casas, el camino de regreso a casa les había resultado más corto de lo usual y ambos agradecían que ya podían descansar. - ¿Nos vamos juntos mañana? – La expresión de Hiro se iluminó al instante, extrañaba irse con Ginsey de camino a la escuela y además, podría encontrarse desagradables sorpresas en su camino, no quería estar sin Gin a su lado por si eso pasaba.

-N-no puedo Hiro, lo lamento…tengo algo que hacer en la mañana y me temo que llegaré tarde de nuevo... tú sabes, esas clases especiales que mis padre quieren que tome.  – El pequeño se impresionó demasiado de que Gin tuviera algo que hacer, bajó su mirada al piso y su rostro de felicidad rápidamente se apagó en un segundo. Sin embargo Hiroshi sabía que el peliplateado estaba ocupado de vez en cuando. Ginsey se sintió terrible de tener que rechazar la oferta del castaño, le palmeo la cabeza y le sonrió culpable. – Lo siento, será para otra vez. Te lo prometo.

- De acuerdo, no te preocupes. Es solo un capricho, tienes cosas más importantes que hacer, ten mucho éxito mañana con tus clases. No llegues tan tarde o el director se molestará de nuevo contigo. – No podía evitar seguir triste, pero tampoco deseaba que Ginsey se preocupara demasiado por un detalle como ese, solo quería lo mejor para él. – Nos vemos mañana Gin, cuídate. –

- Nos vemos. – El mayor le dedicó una amplia sonrisa, una de las pocas que había hecho en su vida, y sin decir más abrió la puerta de su casa y entró. Había sido un día largo y debía descansar lo más que pudiera.

Hiroshi suspiró agotado y al igual que Gin debía dedicarse a descansar, ya que no sabía al ahora exacta a la que llegaría su nuevo inquilino. Abrió la puerta principal de su hogar sin mucho ánimo de seguir el día, pero tenía que dar sus últimas fuerzas para recibirlo, solo deseo que no llegara tan pronto para darle tiempo de descansar. Sin embargo sus esperanzas fueron derrumbadas al notar un par de maletas muy grandes en la entrada de la sala de estar. Espera, eso era extraño su padre seguía en el trabajo y eso solo significaba una cosa…

- ¡¿Ya llegó?! ¡¿Pero no iba a llegar más tarde?! – Soltó sus cosas de improvisto por la impresión de saber que el arrendatario ya había llegado, el ruido que causaron al caer al suelo resonó por toda la casa, un sonido se empezó a escuchar en el segundo piso. Era él. El corazón de Hiroshi empezó a latir a mil por hora, no podía creer que el momento llegara tan rápido. ¿Quién sería? Según su padre era un joven de su edad, posiblemente irían a la misma escuela y… era un estudiante de intercambio italiano…

- Espera un momento…estudiante de intercambio…italiano…misma escuela. No. – Sus ojos rápidamente se clavaron en la figura de la misteriosa persona que empezaba a bajar las escaleras, paso a paso el ambiente se iba oscureciendo y el rostro de Hiroshi entraba en una total desesperación. Dioses, no, no era posible lo que sus ojos esmeralda estaban viendo.

- Oh, tardaste tanto en llegar. Eres muy lento en caminar enano. ¿Te divertiste con tu novio por el camino acaso? – No, no y no. No era cierto lo que estaba escuchando, solo eran palabras producto de su imaginación y de todo el cansancio del día. – Lleva mis maletas arriba, estoy cansado para llevarlas. – La realidad le había caído con todo el peso de la vida en su cabeza. Quería, literalmente, llorar en ese momento.

- … - Hiroshi no reaccionaba, sus ojos se habían quedado estáticos mirando la perversa figura apoyada en el barandal de la escalera, era justo como una película de horror y seguramente ahora venía la hora de su muerte.

- ¿Acaso estás sordo? Llévalas arriba, ahora.-

- ¡¿Tú, por qué diablos estás aquí?!

- He venido a hacer de tu vida un verdadero infierno Sato Hiroshi. – Su sonrisa parecía más siniestra de lo normal, no estaba bromeando, cada palabra era cierta…

…Su vida había terminado justo en ese maravilloso y glorioso día.

Notas finales:

Espero que hayan disfrutado! Nos estamos leyendo luego~

Si gustan conocer el diseño de los personajes pueden visitar la página de mi amiga en facebook: thezukipepperzone

No olviden dejar algún comentario, eso me haría muy muy feliz~ <3 

 


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