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Fireplace por Enma Alighieri

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Notas del capitulo:

Ya que el prefacio fue bien recibido, decidí actualizar rápido. Besos♥

Malfoy había empujado un lado del sofá justo en frente de la chimenea, sentándose al borde de éste, muy cerca del fuego. Tenía sus manos extendidas tan cerca del fuego que debía doler. Pero aún así Harry podía verlo temblar. El rubio observaba hacia el fuego con la mirada vacía, viendo a través de las llamas sin estarlas mirando realmente. Tenía profundas ojeras de color morado casi negro debajo de sus ojos, justo como cualquiera de los que regresaron para cursar este octavoaño.

 

 

 

Harry se sentó al otro lado del sofá.

 

 

 

Malfoy saltó visiblemente, tensándose, sacando su varita para apuntarle. Harry pensó que ese reflejo era un vestigio de todo lo que el rubio había vivido en la guerra, un reflejo que la mayoría de los estudiantes de este año seguramente poseían. “Lo siento” murmuró el moreno levantando sus manos al aire en señal de paz. El rubio lo miró unos segundos con molestia para después guardar su varita, girándose a observar el fuego de nuevo en silencio.

 

 

 

Harry se dedicó el resto de la noche a observar cómo Draco temblaba, cayendo en cuenta de que a pesar de que el rubio llevaba puesto un grueso suéter y encima una manta afelpada, sus temblores no disminuían. El moreno se preguntaba qué le causaba tanto frío, y no podía dejar de pensar en la ironía de que mientras él se despertaba con calores horribles, cubierto en sudor, Malfoy no podía dejar de temblar incluso con sus manos casi tocando las llamas. Se sorprendió también, de ver cómo corrían las horas y el rubio no parecía tener la intención de irse a dormir, a pesar de lo ridículamente cansado que se veía. Tan cansado.

 

 

 

Alrededor de las 5:00 am Malfoy se puso de pie y se dirigió a las habitaciones en silencio, dejando a Harry solo en aquella gran habitación iluminada únicamente por la chimenea. El moreno sin darse cuenta había pasado toda la madrugada observando a Draco y pensando en todo y en nada. No pudo evitar sentirse un poco decepcionado, quería averiguar el motivo del aparente insomnio del rubio. Aunque supuso que era el mismo síndrome que él padecía.

 

 

 

Pesadillas.

 

 

 

La misma escena se repitió la noche siguiente, la siguiente y la noche después de esa. Harry se sentaba en la otra esquina del sofá en silencio a observar a Draco, imaginando que motivos le mantenían despierto y cansado.

 

 

 

Hasta que una noche Draco decide romper el silencio, molesto por la no deseada compañía. “Por Merlin Potter, ¿no puedes dormir como una persona normal?”

 

 

 

“Yo duermo.” Respondió el moreno alzando sus lentes para frotarse los ojos.

 

 

 

El rubio bufó. “¿Cuándo?” Preguntó ácido.

 

 

 

“Entre pesadillas,” dijo, quitándose los lentes irritado y tratando de limpiar las marcas de dedos que le impedían ver bien. "Y tú cuando duermes, Draco?"

 

 

 

Draco se quedó pensativo, desconcertado, por aquella respuesta honesta y el hecho de que Harry Potter había usado su primer nombre. Qué se creía. El moreno simplemente se encogió de hombros, se rehusaba a volver a llamarle Malfoy, o cualquier cosa de su estúpida rivalidad infantil.

 

 

 

"A eso de las tres o cuatro, si tengo suerte." Respondió el rubio luciendo sorpresivamente sincero.

 

 

 

Harry simplemente asintió y dejo escapar un suspiro. "Ya veo." Desvió su mirada al fuego, imitando a Draco.

 

 

 

Harry no volvió a pronunciar otra palabra en toda la noche, Draco, tampoco. 

 

 

 

Aquella peculiar escena continuó repitiéndose todas las noches, unas de ellas más frías que otras, donde los temblores del rubio eran incontrolables. No podía mantenerse quieto. Éste decidía abandonar la sala, retirándose a su habitación. Harry pensaba que por orgullo, el menor de los Malfoy no quería ser visto tan débil.

 

 

 

Otras noches donde el calor era insoportable y Harry se encontraba sudando, jadeando por oxígeno. El moreno en esos momentos decidía acostarse en el duro y frío suelo, recuperando la respiración lentamente, sintiéndose reconfortado por la helada superficie. Malfoy sólo le observaba de reojo de vez en cuando, sin decir palabra.

 

 

 

Pocas noches después comenzaron a intercambiar primero frases cordiales para luego terminar hablando de temas más profundos, más reales. Hasta que una noche, al contrario de como era costumbre, está vez era el rubio quien observaba al moreno. Extraño. Harry enarcó una ceja en su dirección.

 

 

 

Draco hizo la pregunta que carcomía su curiosidad desde hace varios noches."¿Por qué a ti no se te está congelando el culo?" Dijo señalando abiertamente lo que traía puesto Harry.

 

 

 

El moreno miro hacia la camisa y el pantalón de pijama que llevaba puesto, ambos bastante ligeros. Luego observó a Draco, quien llevaba puesto un conjunto verde de suéter y pantalón, ambos gruesos. Tenía una manta mullida que lucía bastante pesada y a la vez suave. Aún así el rubio temblaba débilmente.

 

 

 

Malfoy observó vagamente molesto a Harry, aún esperando una respuesta. Por ello el moreno sólo estiró una mano en su dirección. Cuando Draco se quedó observando la mano, Harry la agitó impacientemente. El maldito obstinado lo veía como si fuera alguna clase de truco.

 

 

 

Harry suspiró y se acercó más, agarrando el brazo del rubio.

 

 

 

Draco se sobresaltó y sus ojos se abrieron sorprendido, “¿acaso tienes fiebre?”

 

 

 

El moreno sacudió su cabeza, “No. Siempre estoy así.” Harry casi podía sentir el calor escapando de su mano. Parpadeó lentamente, sus ojos quedándose ligeramente cerrados, como si pudiera quedarse dormido aunque el persistente calor se mantenía, haciéndolo desear poder quitarse su ropa o correr afuera para volar en su escoba por horas. Una vez lo hizo y terminó enfermándose. No era una buena idea. Desnudarse tampoco lo era, probablemente.

 

 

 

Draco no parecía querer apartar su brazo y todavía continuaba sentado al borde del sofá, cerca del fuego. Harry se desplazó hasta quedar detrás del rubio. Decidió envolverlo con ambos brazos y se apoyó en la espalda de Draco. Pudo sentir a Draco alarmarse y después mantenerse quieto, su respiración era rápida y corta como un conejo.

 

 

 

El moreno en realidad había asumido que Draco le empujaría y saldría corriendo. Por unos cuantos tensos segundos parecía que eso haría pero su respiración se fue calmando y lentamente recostó su espalda en el pecho de Harry, hasta que descansó todo su peso contra él.

 

 

 

“Tu temperatura es demasiado alta para un ser humano normal.” Dijo el rubio, su voz tan tensa que se escuchaba estrangulada.

 

 

 

Harry se inclinó para apoyar su espalda en el sofá, trayendo a Draco con él y colocando su cabeza en el hombro ajeno. “¿Cuándo yo he sido normal?” Respondió sarcástico.

 

 

 

Hubo un latido silencioso y después pudo sentir, más que escuchar, a Draco riéndose en su pecho. Harry sonrió contra la peluda manta, apretando aún más sus brazos alrededor del rubio. Sintió como este deslizaba sus manos encima de las suyas, la piel fría encontrándose con la caliente. El moreno separó sus dedos para que Draco pudiera colar los suyos en medio.

 

 

 

“Sólo quiero dormir.” Dijo Draco con un dejo desesperado.

 

 

 

El moreno podía sentir el calor ir desapareciendo lentamente hasta que casi podía sentir el ambiente helado de la habitación alcanzarle. Justo cuando parecía que por fin le daría frío, empezó a sentir el débil calor que emanaba del cuerpo de Draco, equilibrando su propia temperatura. Podía sentir la respiración del rubio, el eco de los latidos de su corazón. Harry se sintió tranquilo y aliviado por primera vez en meses.

 

Cerró sus ojos lentamente, “Entonces duerme.” 


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