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Cobardía. [SEUNGCHUCHU][YURI ON ICE] por DaftGray

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Notas del fanfic:

(Una historia basada en Phichit Chulanont y Seung-gil Lee, ambos personajes de Yuri on Ice)

Notas del capitulo:

¡Espero que sea de su agrado!

Seung despertó aquel día temprano por la mañana. Se bañó, dio de comer a su perro, desayunó y partió a entrenar.


Desde aquel día en que no logró calificar para la final del Gran Prix, era así. Se levantaba con una meta fija día a día: mejorar su rendimiento y no volver a pasar la misma humillación.


Recordó que, aquel día lloró de impotencia y vergüenza, se sentía furioso consigo mismo, y su orgullo estaba hecho pedazos. Este año calificaría al Gran Prix final, y ganaría un lugar en el podio, eso debía lograrlo a toda costa, cueste lo que cueste. Es por eso que, entrenaba tan duro día a día, y no dejaría que nada ni nadie le desconcentrara, o eso pensó él...


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- ¡Phichit! - gritó Celestino - ¡¿tienes a mano ya tus documentos?! - preguntaba nervioso mientras tomaba las maletas


- ¡Tranquilo, Celestino! - reía Phichit - ¡estás demasiado tenso! - decía el moreno mientras sacaba su celular y tomaba algunas fotos


- Vamos, debemos embarcar - ordenó Celestino al menor, mientras le miraba divertido por lo relajado que se encontraba Phichit, cosa que era habitual en el chico


- ¡Sí! - afirmó muy animado.


Phichit era el primer tailandés que, en la historia del patinaje artístico de aquel país, llegaba tan lejos en un campeonato oficial. Es por esa misma razón que, el gobierno tailandés le dio una cuantiosa suma de dinero, como agradecimiento por representar a su país, Tailandia, en un evento deportivo tan importante. Y, aunque Phichit estaba feliz por su logro personal, sin embargo no pudo evitar quedar con un sabor un poco amargo, puesto que, había quedado en el último lugar del Gran Prix Final.


Es por eso que, Phichit había decidido una cosa: él quedaría con un puesto, en el próximo campeonato, lo lograría a toda costa, y para aquello, es que se sometería a un entrenamiento intensivo durante un largo tiempo.


Sin embargo, antes de iniciar con aquel entrenamiento, Celestino decidió que lo mejor era que Phichit se relajara después de todo el estrés vivido durante la final del Gran Prix, puesto que, someter nuevamente a Phichit bajo tanta presión, haría bajar su rendimiento y lo hundiría en una ola de nerviosismo y estrés.


- ¿Celestino? - preguntó el menor mientras miraba por la ventana del avión - ¿Habías ido antes a Seúl?


- Claro – sonrió el mayor – Seúl es una ciudad muy grande, conocerás muchas cosas nuevas.


- Ah, ya veo... - se removió ansioso Phichit.


Se sentía nervioso y ansioso, tenía una mezcla de sentimientos en aquel momento, pues, presentía que con aquel viaje a Seúl, algo cambiaría en él para siempre, y no estaba demasiado lejos de la realidad...


- Señores pasajeros, por favor abrochen sus cinturones de seguridad. El avión va a despegar dentro de poco, con destino a la ciudad de Seúl, capital de Corea del Sur. Gracias por su preferencia. – terminó la azafata.


El avión despegó y Phichit no podía más del entusiasmo, sabía que muchas cosas pasarían en los 20 días que pasaría en Seúl, pero jamás imaginó que sería eso lo que le esperaba...


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- ¡Debes poner más fuerza en tus piernas para dar el salto, vamos! – gritaba la entrenadora - ¡si quieres calificar al Gran Prix final, tienes que dar más potencia! – gritaba eufórica


- ¡LO SÉ! – pensaba desesperado Seung, mientras caía nuevamente de forma brusca en el hielo


- Bien Seung – se acercó su entrenadora – ve a correr – le ordenó


- ¿Eh? – le miró desconcertado el coreano


- Quiero que cojas más fuerza en tus piernas, necesitas más potencia en los saltos – le dijo – así que ve a correr, mañana espero verte con más potencial en los saltos – le decía mientras guardaba sus cosas, sin más.


- Tsk... - se quejó por lo bajo Seung.


Si bien, él sabía que su entrenadora tenía razón, le costaba admitirlo. Odiaba seguir órdenes de los demás, y de cierta forma le frustraba, pero no le quedaba de otra, si realmente quería calificar a la final del Gran Prix.


Así que, tomó sus cosas, y salió a correr, tal y como le ordenó su entrenadora. Corrió por gran parte del parque de la ciudad, se detuvo un rato a hacer una rutina de ejercicios, y siguió corriendo por la ciudad.


Tenía pensado subir corriendo hasta la cima de la colina, por aquella cima en donde solo se podía bajar por un teleférico. Así que, tomó las últimas fuerzas que le quedaban y empezó a subir la colina trotando, deteniéndose cada cierto tiempo a tomar un descanso, pues esta era demasiada empinada.


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Phichit y Celestino ya se habían instalado en Seúl, y Phichit sin tomar mucha atención al mayor, salió a recorrer Seúl.


''Recuerda Phichit, ten cuidado, no conoces este lugar, así que, si estás perdido llámame'' – recordó Phichit – bla, bla, bla... - repetía el menor de forma burlesca – siempre tan preocupado... ¡ya soy un adulto!, ¡sé cuidarme solo! – exclamaba Phichit mientras sacaba cientos de capturas fotográficas a las calles de Seúl, estaba realmente impresionado de la arquitectura de la ciudad, pues ésta era algo distinta a la de Bangkok. Y así se pasó gran parte de la tarde, fotografiando y entrando a cientos de tiendas, estaba realmente maravillado, hasta que...


¡Oh! – exclamó impresionado Phichit – este lugar es muy lindo... - susurraba mientras extendía su mirada hacia lo alto, viendo una colina bastante empinada, en la que se podía subir por unos teleféricos. A Phichit esto último le llamo bastante la atención, así que, no lo pensó dos veces y subió en el teleférico, podía apreciar desde lo alto todo Seúl, estaba anocheciendo.


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- ¡Mi-mierda! – exclamaba agotado Seung, mientras llegaba a la cima de la colina, ahí en donde se podían tomar los teleféricos para poder bajar – Esa carrera ha sido brutal... - se decía a sí mismo, mientras jadeaba cansado.


¡Ésta es la última salida del teleférico, para poder descender al suelo! – gritó un funcionario del teleférico, y fue entonces que Seung no lo pensó dos veces y se metió en una cabina del teleférico, éste se echó cansado en el asiento del teleférico, sin tomar mucha atención a quien ya estaba dentro, eran las ocho y media de la noche.


El cielo en Seúl ya había oscurecido, y el último teleférico ya estaba descendiendo al suelo. Desde lo alto se podía ver la ciudad completa.


- ¡Woooaaa! – admiraba Phichit desde lo alto. Tomó su celular y empezó a tomar varias fotografías, estaba maravillado.


Seung todavía estaba jadeando, y no tomaba mucha atención a su compañero de la cabina, no le gustaba hacer contacto con las personas. Pero se vio obligado a hacerlo...


- Señores pasajeros – avisó una voz por el parlante de las cabinas – hemos presentado un pequeño problema técnico con las correas que desplazan las cabinas del teleférico, así que mantendremos sin movimiento por unos minutos los teleféricos, espero puedan entenderlo – cortó.


- ¡¿Eh?! – preguntó nervioso Phichit - ¡¿qué está pasando?! – sentía miedo por las alturas, puesto que, el teleférico estaba demasiado alto aún del suelo.


- ... - y fue cuando entonces Seung se vio obligado a mirar a su compañero de cabina, al notar su desesperación. Al principio evitó decirle algo, pero creyó que lo mejor era dirigirle la palabra, o ambos caerían al suelo, pues el chico se estaba moviendo mucho por su desesperación.


- ¡¿Qué está pasando?! – preguntó nervioso


- ¡Hey, tranquilo! – le dijo Seung. Y esa fue la primera interacción que tuvieron.


- ¿Eh? – Phichit le miró asustado


- Tranquilo... - trató de calmarle Seung, aunque era un poco torpe intentando calmar a otras personas – los funcionarios han dicho que solo son unos minutos, ya bajaremos


- Va-vale ... - se avergonzó Phichit, pensó que realmente si había exagerado un poco. El tailandés le dirigió la vista, y Seung solo mantenía su vista hacia la ventana. En eso, Phichit cree haber visto antes al coreano.


- Te he visto antes... - dijo Phichit, y eso puso un poco helado a Seung.


- ¿Ah? – preguntó sin hacer mucho caso


- ¡Tú eres un patinador profesional! – recordó - ¡¿verdad?!


Seung se sorprendió de que alguien lograra reconocerle, pues él siempre trataba de pasar desapercibido de las demás personas, en especial de los demás patinadores.


- S-Sí ... - asintió, dirigiendo la mirada hacia Phichit. Y fue cuando ambos hicieron por primera vez contacto visual directo.


Fue entonces cuando también Seung recordó, también había visto antes a Phichit, así es. Recordó que, incluso vio su rutina en la final del Gran Prix, en directo.


- ¡¿Tú eres...?! – preguntó Seung emocionado. Phichit le miró también con emoción, y dibujo una sonrisa en su rostro - ¡¿Qué estás haciendo, imbécil?! – se preguntó a sí mismo Seung, molesto por la reacción que demostró ante Phichit – ¡No demuestres tanta emoción! – se dijo a sí mismo – Sí, soy un patinador profesional, ¿y tú eres...? – preguntó frío y haciendo un ademán de desprecio, cosa que Phichit no tomó mayor atención.


- Soy Phichit – sonrió – Phichit Chulanont. Soy también un patinador profesional, ¡mucho gusto! – sonrió.


- ¿Qué... rayos? – se preguntó a si mismo Seung - ¿Por qué después del ademán de desprecio que le hice, es tan amable? – se preguntó desconcertado – mucho gusto Phichit, yo soy Seung. – dijo sin tomar mucha atención.


- ¿Eres coreano, Seung? –preguntó Phichit


- Claro – respondió Seung – que pregunta tan estúpida – pensó


- Yo soy de Tailandia, y he venido a Seúl para pasar vacaciones, antes de volver a entrenar a Bangkok para el campeonato oficial – se detuvo – porque este año si debo ganar la final en el Gran Prix... - dijo con determinación, cuestión que llamo la atención de Seung.


Seung volvió a mirar a Phichit. Vió en el moreno ojos de determinación y decisión.


- Yo también pienso calificar a la final del Gran Prix este año – dijo con decisión Seung – no volveré a dejar que nadie más pase por encima mío – dijo de forma amenazante a Phichit.


- ¡Me parece genial, Seung! – sonrió nuevamente Phichit.


- ¡¿Qué rayos?! – se preguntó de nuevo Seung.


A Seung le comenzaba a desesperar la presencia de Phichit. Cada vez que le podía mirar por el rabillo del ojo, con disimulo, sentía un cosquilleo extraño, comenzaba a desesperarse, lo que era irónico pues, Phichit estaba ya totalmente relajado mirando hacia afuera, esperando que el teleférico volviese a funcionar.


- ¡Por favor, ya! – pensaba desesperado - ¡funciona, maldito teleférico! – pensó Seung. Le ponía nervioso el silencio incómodo, y especialmente la presencia de Phichit le inquietaba. Debía hacer algo, tenía que romper el silencio - ¿fuiste tú uno de los finalistas en el Gran Prix, no? – preguntó Seung, desconcertado, pues no era él el que comenzaba las conversaciones, jamás.


- ¡Si! – respondió animado Phichit – fui uno de los finalistas, aunque quedé en sexto lugar, volveré a intentarlo la próxima vez, y lograré ganar un lugar en el podio – sonrió tiernamente.


A Seung le recorrió una cosquilla por la espina dorsal, se estremeció y desvió la mirada de Phichit de inmediato.


- Señores pasajeros, ya hemos arreglado el problema técnico, disculpen las molestias.


Y Seung volvió a respirar tranquilo – Vamos, desciende rápido, maldito teleférico – pensaba nervioso. Esos minutos con Phichit en la cabina habían sido extraños, jamás nadie antes le había hecho sentir tan extraño, aunque, no sabía que era exactamente, solo sabía que era algo extraño.


- Bien, ya llegamos – decía Phichit mientras bajaba de la cabina y se estiraba, levantando los brazos.


- Fue un gusto, adiós – dijo Seung sin más, dirigiéndose hacia la salida apresurado.


- ¡Oye, espera! – le detuvo el tailandés


- ¡¿Ahora qué?! – pensó desconcertado Seung, volteándose hacia Phichit con un notorio desagrado.


- ¿Sabes cómo... puedo movilizarme desde aquí? – preguntó Phichit nervioso, al darse cuenta que estaban prácticamente solos en aquel lugar, además de que ya había anochecido, y al parecer no había mucho tráfico por ahí.


Mierda, perfecto –pensó Seung. Ya era tarde, y recordó que los buses que llevaban al centro de la ciudad, ya no pasaban a esas horas - ¿en dónde vives? – preguntó el coreano


- No... no sé - respondió nervioso Phichit


- ¿Cómo que no sabes? – preguntó exasperado Seung - ¿Cómo rayos puede andar solo por la ciudad, si es tan despistado? – se preguntaba el coreano – Bien... escucha, ¿tienes a alguien a quién llamar? - preguntó


- Celestino dijo que, si me perdía debía llamarlo, pero el celular se me ha descargado y no recuerdo como era su número – decía al borde del llanto. Se sentía asustado, después de todo perderse en una ciudad tan grande como Seúl, y a esas horas de la noche, no era un juego.


Seung le observó con compasión, si bien era cierto que él era un chico frío y distante, tampoco quería decir que no fuese un humano, y sintió el miedo de Phichit.


- ¿Sabes más o menos en donde queda dónde estás alojando? – le preguntó al tailandés


- Celestino me pasó este papel con la dirección, pero yo no sé cómo llegar – decía Phichit mientras sacaba un pequeño papel de su bolsillo con torpeza, y lo extendía en la mano de Seung, tembloroso.


Seung recibió el papel y lo abrió, leyó lo que había escrito en el.


Ya veo... - pensó – Phichit, vivimos bastante cerca – le dijo


¡¿Eh?! – preguntó sorprendido el moreno - ¡¿en serio?! – sonrió


Sí, mi casa queda a unas tres cuadras de donde estás alojando – decía mientras le devolvía el papel a Phichit – Si gustas, puedo acompañarte hasta tu casa, es la única solución que puedo ofrecerte, después de todo, la mía queda en la misma dirección.


- ¿Harías eso por mi? – preguntó Phichit con un brillo en sus ojos


- Bueno, no es que lo haga por ti – desvió la mirada – solo que vivo en la misma dirección, de igual forma tendría que irme por allí, ¿vamos? – preguntó un poco avergonzado, pues la expresión en el rostro de Phichit le hacía sentir un poco fuera de lugar.


- ¡Vale! – sonrió Phichit, y ambos se fueron por la salida, caminando.


Ambos iban caminando por las calles de Seúl, Seung se sentía bastante incómodo con la compañía de Phichit, pero no se trataba de una incomodidad en el sentido negativo, sino que... no sabría cómo explicarlo, pero el tailandés le hacía sentir extraño y bastante nervioso.


- Y... ¿te ha gustado Seúl? – preguntó nervioso Seung, metiendo sus manos en el bolsillo del pantalón. Sintió la necesidad de romper el incómodo silencio entre ambos.


- ¡Sí! – respondió contento Phichit - ¡he tomado varias fotos!, ¡y he comprado todas estas cosas! – decía mientras sacaba cosas de su bolso


- ¡He-Hey! – le detenía Seung – no es necesario que saques tus cosas para mostrarmelas, en serio...


- Pero yo quiero mostrártelas – le decía Phichit


- ¿Por qué? – le preguntaba incrédulo Seung, sin poder entender esa actitud tan confiada de Phichit hacia él - ¿sabes que yo podría ser un ladrón y quitarte todas esas costosas cosas que has comprado, verdad? – rió sarcástico


- No harás nada malo – aseveró Phichit


- ¿Eh?


- Eres una buena persona – sonrió Phichit


- ¿Cómo lo sabes? – preguntó molesto Seung. Le irritaba el hecho de que alguien extraño a él, se le mostrase con tanta confianza, si solo se conocían de hace un rato.


- Una persona que es capaz de ayudar a otras a cambio de nada, no puede ser una mala persona – sonrió Phichit.


Seung quedó perplejo. Nunca antes, nadie le había dicho algo como eso: ''Eres una buena persona''. Siempre había recibido de las personas la misma indiferencia que el tenía con el resto. Tragó saliva y se sintió nuevamente extraño, en pocas palabras, Phichit le estaba diciendo que confiaba en él, y él no sabía que había hecho para ganarse tal confianza.


- ¡Mira! – decía Phichit mientras sacaba de su bolso las cosas que había comprado – estos son para mis hamsters – sonrió


- ¿Tienes mascotas? – preguntó intrigado Seung


- ¡Claro!


Y de eso se fueron hablando todo el camino: de mascotas. Seung tenía un perro, y Phichit varios hamsters, por lo que, ambos compartieron sus experiencias que habían tenido con sus mascotas, y hablaron sobre lo lindo que era tenerlas.


Iban ambos tan entretenidos en la conversación, hasta que llegaron a su destino, sin darse cuenta.


- Bueno, ¿aquí vives, no? – pregunto Seung metiendo sus manos en los bolsillos.


- Así es, aquí es – respondió Phichit – gracias por acompañarme, Seung – sonrió


- Está bien ... - desvió la mirada – vivo aquí cerca, así que yo me voy, se hace tarde, y mañana debo seguir entrenando


- ¿En dónde entrenas? – preguntó intrigado Phichit


- En la pista de patinaje que está al este de la ciudad, es la más grande que hay aquí, y solo permiten el acceso a patinadores profesionales – respondió Seung


- ¿Hay algún problema si yo también voy? – preguntó animado el moreno


- ¿Eh? – Seung pensó en que no sería una buena idea, tampoco es como si le interesara seguir haciendo contacto con Phichit, solo habían pasado un buen momento ahora, pero nada más... o eso pensaba él, por ahora – eres un patinador profesional, así que supongo te darán permiso para entrar – dijo sin más.


- ¡Vale! – respondió – entonces, ¡muchas gracias, Seung!, en serio, me has salvado, encontraré algún modo de agradecerte por este favor – sonrió


- No es necesa... - pero Seung no pudo terminar su frase.


Phichit de una forma fugaz besó la mejilla de Seung, y corrió hacia la entrada del edificio.


- ¡Adiós, Seung! – alzó su brazo despidiéndose - ¡buenas noches! – se esfumó al entrar al edificio.


Seung no pudo responder a la despedida, estaba aún perplejo, estupefacto, sorprendido. Estuvo así por unos cinco minutos, sin poder creer lo que había pasado. Nunca antes, alguien había siquiera agradecido a Seung, ni mucho menos besarle. Llevó una mano a su mejilla, y rosó su piel, suavemente, como palpando o buscando con las yemas de sus dedos, la huella que dejó allí el beso de Phichit.


Huele rico... - pensó Seung.


Lo que fue un segundo del beso de Phichit, para Seung fue más que eso, pues pudo percibir que el perfume que usaba el tailandés olía rico, y que además, tenía una piel bastante suave.


¡¿Qué mierda estás haciendo, imbécil?! – pensó Seung, y sacudió su cabeza fuerte – pareces un imbécil – se dijo a sí mismo. Le enfurecía el hecho de que hubiese quedado perplejo por algo tan simple como eso, se estaba desconociendo, no estaba actuando como de costumbre – mejor dejo de perder mi tiempo y voy a casa, mañana debo entrenar – pensó, apurando el paso a su casa.


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- ¿Phichit? – preguntó Celestino preocupado, parado en la puerta de la habitación del hotel, en donde alojaba el menor


- ¡Celestino! – respondió Phichit animado


- ¡¿Dónde estabas?! – preguntó asustado - ¡pensé que te habían raptado o algo por el estilo!


- Me perdí, pero Seung me ayudó – sonrió el menor


- ¿Seung? – preguntó el mayor.


- Sí, ¡Seung! – los ojos de Phichit brillaban al nombrar el nombre del coreano – me ha ayudado a llegar hasta acá.


Celestino sin entender muy bien la situación, solo asintió. Tampoco es cómo si se esforzara en entender a Phichit, él era así.


- Bien... - suspiró Celestino – sólo no vuelvas tan tarde la próxima vez, me preocupo por ti.


- ¡Está bien! – sonrió el menor


- Bueno, ¡descansa! – decía Celestino mientras se iba de camino a su habitación, y dejaba a Phichit en la suya. Pues, ambos estaban en habitaciones distintas del hotel.


Phichit se echó en la cama y cerró los ojos, sonrió. Su primer día en Seúl había sido maravilloso, en especial porque había conocido a un nuevo amigo: Seung-Gil Lee.


Lo que aún no sabía Phichit, es que le quedaban aún 19 días más, y lo que tampoco sabía era que... muchas cosas pasarían en los próximos 19 días. 

Notas finales:

¡Gracias por leer!


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