1. Nadie podrá
En el pasado, muchas veces me pregunté lo mismo.
¿Está bien?
Tengo veintidós años y, desde la secundaria, siempre he tenido a alguien a mi lado. Si lo analizo ahora, creo que suena bastante frío ¿no?
Llegó un momento en que no esperaba nada de una relación. Nunca era suficiente.
Decepcionándolos porque siempre esperaban algo más de mí. Sintiéndome culpable por no poder quererlos al menos con la misma intensidad que me querían ellos a mí. Preguntándome porqué no podía dejar de sentirme, en cierta manera, solo.
Al terminar la preparatoria me había decidido a no mantener relaciones por un tiempo pero, fue en esa época que lo conocí. No creí encontrarme a un chico de quince en conferencias sobre universidades ¿cómo podía saber que era un genio? Éramos dos extraños con asuntos en común, sólo eso. Una conversación desinteresada de su parte, y para pasar la espera por la mía.
No habría imaginado que terminaría encontrando en él a la primera persona de la que podía declararme enamorado.
Él no tenía altas expectativas sobre mí, su cariño no me sofocaba, se comportaba de forma mucho más madura que muchos de los que conocía, hablaba sin rodeos cuando discutíamos, me sorprendía de vez en cuando con cosas de lo más pequeñas pero hermosas, me dejaba quererlo a mi manera, comprendía mi forma de querer, no me pedía nada que no pudiera darle.
Sólo nos queríamos.
Me hizo entender que, incluso si en un futuro llegábamos a separarnos, no debía sentirme solo, porque no lo estaba; que buscar unos cuantos amigos en lugar de amoríos me haría mucho mejor. Gracias a él que me comencé mi amistad con Benzai. Hoy puedo entender, en parte, el lazo que tiene con su mejor amigo.
Él era lo más real que había tenido y, a la vez, parecía como si estuviera en un sueño del que temía despertar en cualquier momento.
El suyo era un amor que me había nutrido por completo, en cuerpo y alma.
— ¿Qué tanto piensas?
Habíamos quedado de vernos en el parque cercano a la escuela.
— ¿Quieres ir al cine?
Rodeé su cintura con mi brazo, atrayéndolo a mí.
—Suena bien, supongo.
Le robé un beso cuando apagaron las luces de la sala.
Probablemente nunca encontraré las palabras suficientes para expresar esto que siento, pero haré todo lo que esté en mis manos para que mis sentimientos lleguen a él.
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2. Otro día más
Fushimi se encontraba en el comedor, ocupando la mesa en toda su extensión con apuntes y libros por doquier. A su lado, Yata hacía hasta lo imposible por intentar concentrarse en su tarea de matemáticas. No tenía mucho caso porque no tenía idea de cómo resolverla de todos modos.
— ¿Puedes dejar de mover el maldito pie, enano?
—Si tuviera un poco de ESPACIO no me estresaría tanto, estúpido mono.
Era en esas épocas que se preguntaban el porqué demonios habían decidido que vivir juntos sería buena idea. Las fechas cercanas al fin de curso eran lo más parecido al infierno en esa casa y, tal vez, no estaría tan pesado el ambiente, si la escuela fuera la única razón por la que no estaban de humor.
— ¡Misaki! ¡Responde tu teléfono o juro que lo hecho por el caño!
Sin piedad alguna, Saruhiko le lanzó el móvil a su dueño, quien con trabajo pudo atraparlo antes de que ese estrellara contra la pared.
El notorio cambio en el tono de voz de Misaki al responder le irritaba de sobremanera, más porque sabía quién estaba en la otra línea que por la llamada en medio de su tiempo de estudio.
No lo aceptaría en voz alta pero, tenía más de una semana que no sabía nada de Akiyama, y eso comenzaba a molestarle. Estaba viviendo en carne propia la presión del próximo cierre de curso, no se imaginaba qué tan cargados de trabajo estarían en la universidad pero ¿ni siquiera podía hacerle una estúpida llamada de cinco minutos? Lo peor del asunto es que no podía reclamarle nada porque, obviamente, él tampoco lo había hecho, o mandado un mensaje siquiera.
Dejó de lado sus tareas por un momento, aprovechando para estirarse en su silla. No tenía idea de cuánto tiempo había estado ahí sentado.
— ¡Claro! Entonces te veo la próxima semana. —Misaki seguía absorto en su plática, con una sonrisa que Saruhiko gustaba calificar como "De Idiota".
— ¿Terminaste de flirtear con tu novia? —Su acostumbrado tono irónico había salido de nuevo, acompañado de una media sonrisa al ver la expresión de vergüenza de su amigo.
—La única novia aquí, eres tú. Te pones insoportable cuando Akiyama te bota.
Saruhiko chasqueó la lengua ¿A quién diablos habían botado?
—Deberías preocuparte más por terminar tus deberes que por andar buscando quién te quite lo virgen.
Lo que siguió era bastante predecible: Misaki sin poder generar ni una oración coherente y con un nuevo tono de rojo inundando su cara; Fushimi no podía parar de reír; ambos luchando por derribar al contrario; y finalizando con Fushimi como perdedor, dada su nula condición física.
El castaño fue a por el celular de Saruhiko; escribió lo primero que le vino a la mente; al verse descubierto presionó "Enviar", justo antes de que le arrebataran el teléfono.
Era su turno de divertirse al imaginarse la reacción de Akiyama y, claro, viendo lo que le esperaba a su mejor amigo cuando le respondiera un simple, pero poderoso, "Te extraño".