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Obsessed por Rainy_raven

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Los personajes de Fullmetal Alchemist no me pertenecen, toda esta historia no seria posible sin la genialidad de la mangaka Hiromu Arakawa. Este Fic tiene contenido Slash M/M (es decir relaciones amorosas/sexuales entre dos hombres). Homofóbicos por favor retirarse de aquí.

Nota Especial: Este fanfic es el primero que hice (antes sólo había hecho slash original) y luego de tanto tiempo de dejarlo botado he decidido retomarlo, voy a estar editando algunas cositas, así que por favor denme todos sus comentarios : ) se los agradeceré de todo corazón <3

Notas del capitulo:

Hola lectoras y lectores, este primer capítulo es breve y consiso, conoceremos el ambiente y algunos personajes, pero la acción irá llegando luego : ).

Quería decirles que este fic está en un proceso de edición ya que lo he retomado luego de años de ausencia =P.

Asi que cualquier comentario en cualquier capitulo me ayudaría mucho : ). Sus reviews y buena onda me motivan a escribir, asi que gracias y nos vemos : ).

Capítulo 01: El soldado-doncella



Abrió la puerta pesadamente, miró el interior de la gran habitación sintiéndose abatido, muchas literas en filas puestas una al lado de la otra, ventanas sucias y varias maletas tiradas al suelo era el paisaje que contemplaba. Tendría que compartir esa estancia con 40 o quizás 50 hombres más, y para ser franco, esa idea no le gustaba mucho.

Era su primer día es ese campamento. Llegaba a la milicia por decisión propia, pero a su vez por necesidad y para escapar a los problemas de su vida anterior. Atrás había dejado a su querido hermano Al y a varios amigos. Pero era la necesidad podía más.
Caminó hacía una cama vacía, al fondo del salón, colocó su maleta y pronto escuchó unos pasos fuertes acercándosele. Era un hombre alto y robusto, su mirada era seca pero muy intensa. Mientras el tipo se acercaba él más se ponía nervioso.

- ¿Eres nuevo? – Dijo el hombre, quién vestía su uniforme azul impecablemente.
- Sí. - Respondió el joven en un tono casi inaudible, no podía soportar esa mirada sobre él. El tipo se rió un poco.
- ¿Vamos, aparte de enclenque y enano, no tienes personalidad? No vas a sobrevivir mucho tiempo acá, pequeño. – El hombre se burlaba del chico mientras él intentaba con todas sus fuerzas no explotar. – Bueno… ¿y cómo te llamas?
- Edward, Edward Elric. – Ahora había algo más de fuerza en su voz.
- Edward Elric…– Repitió el pelirrojo, se acercó mucho a Edward y dijo esto casi en un susurro. – Tú puedes llamarme Viktor.

Edward tan solo asintió y observó los hombros del sujeto. Tenía unas cuantas estrellas, lamentablemente era su superior y debía obedecer.

Víctor le ordenó presentarse en veinte minutos en el patio central del campamento para una pequeña ceremonia de recibimiento a él y a unos cuantos muchachos que ingresaban al entrenamiento militar el mismo día que él.

Al rato ya estaba allí con su uniforme azul, botas negras y guantes blancos. Izaron la bandera y cantaron un corto himno. El rubio estaba cada vez más nervioso, no era el entrenamiento en sí lo que lo asustaba, ya que tenía un buen estado físico, sino lo que lo turbaba eran los hombres con los que tendría que convivir durante meses. Sus miradas decían algo: seguían el movimiento de sus cadenas y el brillar de su largo, trenzado y dorado cabello. Quizás estaba siendo paranoico, pero esas miradas no eran normales.
La ceremonia terminó y los duros entrenamientos comenzaron: correr kilómetros, levantar y cargar grandes pesos, cuclillas, sentadillas, abdominales y etcéteras. E hicieron uno que otro ejercicio de alquimia.

Y la situación seguía molestando al chico, durante varias veces en el día, hombres sudorosos y con pelos por doquier se le acercaban con una sonrisa que, según él, estaba muy demás. Le preguntaban su nombre e incluso algunos reaccionaban diciendo: “¡¿Edward?! ¡¿Eres un hombre?! ¡Quien lo habría dicho!”.

Al pobre no le quedaba nada más que reír para hacer mostrar a los sujetos que todo se lo tomaba a broma, pero sabía que en algún momento toda esta situación se haría insostenible.
Este campamento de entrenamiento contaba con un pequeño pelotón de chicas, ellas también miraban a Edward, y por lo general se reían o sonrojaban al verle pasar. Esto más nervioso e incomodo ponía al pobre chico.

Ya hacía el anochecer todos los pelotones de las diferentes barracas se reunieron en el comedor común a cenar.
Edward decidió comer solo; pero al rato ya estaba rodeado de hombres con esa misma mirada inquietante.

- ¿No quieres venir esta noche a mi barraca, pequeño?- Le insinuaba un moreno muy alto. El rubio leyó entrelíneas lo quería decir y se puso rojo hasta las orejas.
- ¿Qué pasa estás acalorado, muchachito? – Preguntó un hombre que estaba a su lado. – no te preocupes… yo también.

El hombre sonrió con algo de malicia y posó su mano en la pierna de Edward. ¡Eso era suficiente! ¡¿Qué le sucedía a todos esos tipos?! Si tenían ganas de… de… satisfacerse, ¡¡ ¿Porqué no iban dónde las chicas y dejaban de perseguirlo?!!

Se paró de la mesa casi sin haber probado bocado de su cena, que tanto falta le hacía, y se fue del Comedor casi corriendo. Todo aquello le enfurecía y le daban ganas de vomitar.

Corrió hasta el límite del campamento, entrando a un bosque y se sentó en las ramas de un árbol a recuperar el aliento. No podía creer todo esto, ¿su estancia en el ejército seguiría siendo igual… SIEMPRE? Ahora su decisión parecía la peor que jamás podría haber hecho… pero ya no podía renunciar, no mientras su hermano querido necesitara un techo y comida en su plato.

- Alphonse… ojala tú estuvieras acá, te extraño mucho. – El primogénito Elric intentó contenerse pero las lágrimas pronto se derramaron lentamente por sus blancas mejillas. Sollozó en rato en silencio, estaba devastado.

Se abrazó a sus piernas e intentó calmarse un poco pero el pecho le dolía y tenía miedo de volver al campamento, no sabía que hacer.

El sonido de unos pasos lo sobresaltaron, contuvo la respiración unos momentos esperando a ver quien era. Una silueta menuda se dibujó frente a él. Cabello rubio y una coleta.

- ¿Qué haces acá? – Dijo una voz femenina. Ed solo quería que la chica no fuera otra de sus “admiradoras”, por ese día no quería más atenciones especiales. Ella se agachó para observar mejor a Ed. – ¡Ah! ¡Eres uno de los nuevos! Por eso estás tan perdido; a estas horas no deberías estar acá. Mi nombre es Winry ¿Cómo te llamas tú?

La voz de la chica era animada y cálida, y su sonrisa era muy peculiar y distintiva, con unos segundos de observación, Edward decidió que esa chica le agradaba.

- Edward Elric. – Respondió él tratando de sonreír y secándose las lágrimas.
- Te llamo Ed-Chan, ¿ok? – Ella rió. – Bien, Ed-chan, hay un horario que cumplir, no debes estar acá.
- Lo sé… pero yo…
- ¡Ajá! ¿te sientes incómodo, cierto? Siempre pasa eso al principio. Mira, cuando yo llegué este lugar no trataban bien a las chicas a sí que tuve que…

Entonces Winry empezó una gran historia de su llegada al ejército hace unos meses atrás… Pasó el rato y los chicos fueron tomando confianza. Cuando ya estaba completamente oscuro, la rubia le ofreció a Edward mostrarle el lugar a cambio de que después de eso se fuera a cumplir con los horarios, tratara de dormir y que si tenía cualquier problema la iría a buscar a su barraca.

Y así lo hicieron, Winry le dio el tour y luego lo llevó al sector norte del campamento a una pequeña construcción de donde salía vapor.

- ¿Qué debo hacer aquí, Winry? – preguntó él intrigado.
- Bueh…. Éstas son las duchas Edward.
El palideció, las leyendas urbanas hablaban de cosas horrendas que sucedían en las duchas de la milicia.
- ¿Pasa algo, Ed-chan? – Preguntó ella al ver que el muchacho no se movía y empezaba temblar. Él aún no le había contado a cerca de su situación o de sus miedos. – ¡Vamos! ¡Me prometiste cumplir el horario!
- Es que yo… - Edward, debía cumplir, y no debía meter a nadie en sus problemas, ese no era su estilo. Si llegada a ocurrir algo siempre podría usar un poco de alquimia y luego darles explicaciones a sus superiores, respiró hondo y dio un paso. – No pasa nada Winry, nos vemos mañana.

Edward comenzó a caminar hacía la puerta mientras se despedía con la mano de su nueva amiga. Entró sudando de terror y fue hacía la puerta que decía “Varones”.

Adentro había mucho vapor y se escuchaba el ruido de agua cayendo sobre baldosas. A su derecha habían casilleros, cuando encontró uno con su nombre tomó una toalla, se desvistió y se envolvió con ella. Caminó hacía dónde provenía el ruido de agua y se encontró con una duchas sin puertas si separaciones, de modo que los hombres se duchaban uno al lado del otro.

Dio un par de pasos con la decisión de encontrar una ducha vacía y pasar desapercibido. Pero pronto descubrió esa mirada en un hombre que pasó a su lado: “¡Mierda, tengo que salir de aquí ahora!”, pensó y giró sobre sus talones para correr a la salida. Pero al hacerlo se encontró con cinco sujetos parados uno al lado del otro con la misma mirada lasciva de siempre. Reconoció a dos de ellos, eran los que se le habían insinuado durante la cena.

- ¿Querías ir a algún lado? – Preguntó el del centro, que era el que le había tocado la pierna antes, y sintió como un hombre lo atrapaba por la espalda y apretaba sus muñecas en sus manos inmovilizándolo. - ¿pero porqué? Si aquí la vamos a pasar tan bien.

El tipo sonrió y todos los demás se rieron, se retiraron las toallas casi al mismo tiempo y Ed pudo ver la rígida condición de sus entrepiernas. Apartó la vista sonrojado y asustado. Pero el que había hablado recién se le acercó y tomó su mentón con un poco de fuerza.

- Ed, todos hemos notado la forma en que nos has rechazado y los muchachos y yo coincidimos en que has sido muy maleducado…
- Y que mereces un castigo, - Agregó entre risas el que lo tenía inmovilizado, Edward reconoció su voz, era el tipo que antes lo había invitado a su barraca.
- Así que bueno, esperamos que de alguna forma lo disfrutes tanto como nosotros. – Dijo el del centro de nuevo. – Ok, chicos bájenlo.

Entre tres hombres lo acostaron bruscamente en el suelo, inmovilizaron sus piernas y brazos y le sacaron la toalla que lo cubría. Todos se acercaron y sonreían cada vez más. Edward comenzó a gritar pero uno de ellos le puso una mordaza. Y entonces el que más había hablado hasta el momento, es decir, el líder de todos ellos, empezó a pasar su lengua por el torso de Edward como saboreándolo. Bajó lentamente hasta que…

- ¡¡¡¿¿QUÉ ESTÁ PASANDO AQUÍ??!!! – Un grito furioso rompió toda esa atmósfera y una llamarada hizo saltar a los soldados de donde estaban. Hubo una pausa y la fuerte voz volvió a gritar.- ¡HE PREGUNTADO QUE QUÉ ESTÁ PASANDO AQUÍ!... ¡¡RESPONDAN IMEBÉCILES!!

Los hombres se cubrieron rápidamente y se formaron con la cabeza gacha. Nadie hablaba. El recién llegado seguía gritando pidiendo explicaciones con su rostro lleno de furia pero los hombres a pesar de verse muy asustados simplemente no abrían la boca. Edward se incorporó y buscó su toalla, pero una mano con guantes blancos se la tendió y lo ayudó a ponerse de pie.

- Muchacho, ¿Estás bien? – Quien hablaba era el uniformado que acababa de llegar, aunque ahora su expresión lucía repentinamente calmado y neutro.
- Sí… gracias. – Ed pudo ver el rostro del hombre por primera vez, tenía cabello negro azulado y unos ojos rasgados que hacían juego. Este se quitó su chaqueta militar azul y se la puso alrededor de los hombros de Edward.
- Bien, siéntate allá afuera y espérame, ¿sí? – Ed así lo hizo.

Al rato seguía sentado en la banca pero ahora estaba vestido, y esperando pacientemente que todo eso terminara, mas adentro se escuchaban gritos como: “¡¡Ésta es una conducta inaceptable para los miembros del ejercito!!” o “¡¿No ven el daño que le podrían haber causado al muchacho?!” y por último “Su castigo lo decidiremos mañana William y yo, por ahora deben saber que su situación es extrema, muchachos”.

- Retírense de mi vista. – Dijo al fin el pelinegro abriendo la puerta. Todos salieron y no le dirigieron la menor mirada a Edward.

Al ver que el pelinegro se acercaba, el muchacho se paró rápidamente, le saludó con un marcado saludo marcial y le tendió su chaqueta azul.

- No es necesaria tanta formalidad, niño. – El pelinegro tomó la prenda y se la puso. Caminó hacía afuera con Ed a su lado, él quería agradecerle por todo pero su boca simplemente no se abría, lo único que podía hace era seguir a aquel hombre y contemplarlo admirado; su caminar resulto, sus ojos profundos, sus estrellas en los hombros, sus manos, su cabello brillante; era todo fascinante.

– Vamos, te acompañaré.

Caminaban por el patio cuando el rubio se detuvo decidido, el otro hombre se detuvo también y lo miró serio.

- Gracias… Coronel. - Articuló dificultosamente.

- No hay de qué, mocoso. – El hombre sonrió un poco y agregó. – Llámame, Roy.

Notas finales:

Qué les pareció : D?

Ya sabemos quienes son nuestros protagonistas y en qué mundo viven.

En el próximo capitulo veremos como es la relación de estos dos :x

Dejen todos sus comentarios y dudas acá : )

 

bye bye


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