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Obsessed por Rainy_raven

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Notas del capitulo: Disclaimer: Los personajes de Fullmetal Alchemist no me pertenecen, toda esta historia no seria posible sin el genio Hiromu Arakawa. Este Fic tiene contenido Slash M/M (es decir relaciones amorosas/sexuales entre dos hombres). Homofóbicos por favor retirarse de aquí.
Nota Especial: Este es mi primer FanFic yaoi; antes había escrito cosas Slash pero eran personajes propios, después de leer tantos FanFics yaoi y obsesionarme con FMA nació esto ^^. Así que eso, si me pueden hacer una favor dejen un review con un comentario crítico, gracias.
Notas de hoy: He decidido escribir seguido gracias a los numerosos y alentadores reviews que dejaron ¡tan solo en un día! Realmente les doy las gracias a tod@s… y decidí dejar respuestas personales a los reviews, como corresponde, en la página de reviews. Gracias por su apoyo, de verdad.

Capítulo 02: El coronel Roy Mustang

 

Edward siguió al hombre hasta un pequeño edificio, por la puerta entraban y salían hombres y mujeres con varias estrellas en sus uniformes, Ed inquirió que este edificio albergada los dormitorios de los soldados de rangos mayores.

Entraron allí, subieron por las escaleras y Entonces Roy lo hizo entrar a un departamento cómodamente amoblado. Tenía solo un ambiente, es decir, una sola habitación, un baño, una sala de estar y una pequeña cocina.

- Toma asiento, chico. – Roy se sacó la chaqueta dejándola en un perchero y se encaminó a la cocina. – Prepararé café, ¿Quieres uno?

Ed asintió sonriendo, nunca creyó encontrar en la milicia a alguien tan amable como aquel hombre. Aunque se preguntaba porqué lo había traído a su habitación, algo lo inquietaba.

Entonces llegó el hombre con dos tazas y las puso sobre la mesa que había en la habitación. Ed se levantó del sillón y se sentó a la mesa junto al pelinegro.

- Edward, necesitamos discutir tu situación en la milicia. – Dijo él apoyando su mentón sobre sus manos cruzadas.
- ¿Mi situación? – El rubio se asustó un poco. ¿Acaso Roy quería transferirlo? ¿o pedirle que dejara la milicia? No, él debía quedarse allí. – Roy-sama, yo sé que puedo defenderme, solo déjeme usar la alquimia con ellos.
- Lo siento, pero no puedo permitir eso… si llegas a lastimar a uno de tus compañeros te significaría una expulsión del ejercito. – Respondió Roy serio. Esto exaltó mucho a Ed y se paró furioso de la mesa.
- ¿Y qué pasa con esos sujetos? ¡¡ ¿Lo que intentaron hacerme no merece expulsión o algo?!! – Ed elevaba la voz y apretaba los puños sin poder creer la calma de ese hombre.
- Cálmate, sí, claro que lo merece, pero eso debo discutirlo con Viktor mañana… - Roy tomó un hombro de Ed para hacer que volviera a tomar asiento y suspiró. – Ahora, insisto, debemos analizar tu situación. ¿Qué vamos a hacer para que no te acosen más?

El muchacho examinó la expresión de Roy unos instantes, aquel hombre realmente quería ayudarlo, se sentía un poco invadido, él sabía que podía arreglárselas solo con alquimia, pero también sabía que tenía que obedecer las reglas para seguir dentro de la milicia. Pensó unos segundos en qué hacer…

- ¿No podría usted pedir que me trasladaran a otra barraca?
- Lo dudo, en la que estás es la barraca de los nuevos, debes estar allí y además las otras están casi llenas. – Roy se alegraba que el chico estuviera pensando más concienzudamente las cosas ahora. – Aunque por hoy puedes dormir acá.
- ¿En su habitación Roy-sama? – Ed empezaba a sospechar que Roy quería algo parecido a sus acosadores. - ¿Y eso no está en contra de las reglas?
- Para nada, pondré en el expediente que por un “trauma” tuviste que quedarte bajo mi observación.
- Pero eso es mentir. – Ed dijo en voz baja y Roy rió un poco.
- No, es “doblar la verdad” – Hubo una pausa y agregó. – Entonces ¿te parece? Sólo por hoy.
- Bien yo… - El rubio analizó si tenía otras posibilidades… pensó en lo podría pasar si regresaba esa noche a su barraca: “seguramente los cretinos esos querrán terminar su pequeño juego”… Tenía pavor, no quería regresar, necesitaba compañía y protección y si por esa noche su superior se la estaba ofreciendo tendría que tragarse su orgullo y aceptar. -… Creo que es lo mejor… Sólo por hoy.
- Muy bien… dormirás en el sofá. – Roy terminó su café y se paró de la mesa.

A las 10 en punto la energía eléctrica de las habitaciones era cortada así que el par decidió pasar el rato jugando a las cartas, platicaron largamente y descubrieron que Ed apestaba jugándolas.

- ¿Otra partida, mocoso? – Ofreció el pelinegro sonriendo de medio lado.
- ¡Ni loco! – Respondió riendo el otro. – ¡Ya ha ganado 11 de 13 partidas!
- Está bien, como quieras… - Roy bostezó sonoramente. – De todas formas en 15 minutos más cortan la corriente.

Y así fue… minutos después mientras ambos conversaban sentados a la mesa la luz se fue, entonces Roy se dirigió a su habitación a cambiarse y Ed con pasos torpes fue a sentarse al sofá y se sacó la camisa y las botas… quedando en pantalones. Luego vio que su superior se asomó por la puerta y le pasó una manta para que se cubriera: “Espero que duermas bien, Edward” alcanzó a escuchar.

Se acostó en el mullido sofá y cubriéndose hasta la cintura con la manta comenzó a cerrar los ojos para dormirse. Pero estaba emocionado e inquieto… sentía que había ganado un nuevo amigo; alguien que lo apoyaba y comprendía, y que también le parecía muy agradable, era cierto que era algo frío, vanidoso y mandón, pero asimismo era muy amable: “Al fin sucede algo bueno acá en la milicia” Ed estaba olvidando completamente a Winry a quien había conocido horas atrás… “Mañana le escribiré a Al… se alegrará” pensaba Ed mientras sus respiración se volvía lenta y su pecho subía y bajaba.

Finalmente se durmió.

En sueños vio a Alphonse, su hermanito menor, llorando y cubriendo su cara con sus pequeñas manos, era un Al de años atrás, cuando su madre aún estaba viva. Sollozaba fuertemente y balbuceaba algo. Ed se acercó a él para escucharlo mejor… pero no se podía mover… usó todas sus fuerzas para intentar alcanzarlo pero era inútil; simplemente no podía moverse, todo estaba tan frío que creyó por un momento que lo que no lo dejaba moverse era hielo sobre su piel… todo se volvía oscuro y turbio, Alphonse seguía llorando sin notar que su hermano lo llamaba con gritos ahogados, Ed tampoco podría gritar, su voz se había ido.

Y justo antes de despertar Edward pudo oír lo que Alphonse balbuceaba: “¿Porqué me dejaste, nii-chan?”.

Mientras abría los ojos el frío se fue desvaneciendo, y de pronto escuchó la alarma matutina que indicaba el inicio del día y que todos debían presentarse en el patio central en 10 mins. Se secó las lágrimas de los ojos y se incorporó.

- Chico, sígueme, por hoy te ducharás en el baño de superiores. – Roy apareció con una tostada en la mano y se la ofreció a Ed. – Apresúrate y vístete, debemos llegar allá de inmediato para que nadie te vea allá.
- Pero…
- ¡Nada de peros! – Elevó la voz Mustang, poniéndose la chaqueta – Es una orden.
- ¿y que le pasa ahora? – Pensó Edward. – Ayer era tan amable y educado.

Ed se vistió en cosa de segundos y los dos trotaron escaleras abajo, salieron del edificio y llegaron al contiguo.

- Después de la formación matutina deberás acompañarme a hablar con Viktor. ¿entendido?
- Sí, Señor. – Edward se quitaba la ropa dándole la espalda a Roy, este le tendió una toalla para cubrirse, se sentía algo incomodo y de nuevo las dudas de la noche anterior asaltaron a su mente, ¿Qué pasaría si Roy también tenía intenciones sucias con él? Estaban los dos solos y en cualquier momento el pelinegro podría tomarlo desprevenido y hacerle Dios sabe qué. Sus rodillas temblaban y no sabía que hacer. Una mano se posó en su hombro.
- ¿Sucede algo Ed? – Roy tenía una expresión algo preocupada.
- No, Roy-sama, no es nada. – Ed suspiró aliviado, alguien que se preocupara tanto por él no podía ser malo… se sintió mal agradecido y mirándolo a los ojos musitó. – Muchas gracias, Roy.

Él sólo sonrió un poco y lo tomó del brazo para llevarlo a las duchas, ahora era cuando Ed pudo ver por primera vez que Roy no tenía nada más encima que su toalla. No pudo evitarlo, toda clase de pensamientos lo atacaron, su cuerpo era perfecto, tenía una espalda tersa y piernas fuertes, los músculos se marcaban ligeramente en sus hombros y brazos. Ed intentó mirar para otro lado, pero se sentía hipnotizado, jamás se había sentido así con alguien. De pronto notó que Roy lo mirada de soslayo y sintió que se ruborizaba.

- Aquí es Ed… vamos, afuera esa toalla. – Roy se reía internamente al ver que el chico estaba tan nervioso, quizás pensaba que él también era un violador, o quizás no estaba acostumbrado a bañarse con otros hombres, quien sabe. – Ok, ok… no voy a mirar si te molesta.

Dejó caer la toalla y caminó hasta una de las duchas más alejadas sin mirar al rubio, mientras este caminaba lentamente hasta la ducha más cercana. Dejó la toalla en el suelo y se dejó mojar por el cálido chorro de agua.

Instantes después Roy habló.

- Chico tengo que decirte dos cosas. – Ed no volteó a verlo y solo asintió. – Primero: insisto en que no tienes que darme las gracias, me caes bien… y quiero ayudarte. Segundo: se me ocurrió que para espantar a tus admiradores, y admiradoras también, podrías decir que tienes una novia.
- ¿Qué? – Ed se asombró por la idea del pelinegro, las relaciones entre soldados eran prohibidas y ambos lo sabían.
- No digo que seas su novio, sólo que lo divulgues… ¿Entiendes?
- ¿Pero eso no está en contra de las reglas? – Ed terminaba ya su ducha y buscaba con una mano la perilla del agua.
- No, esa es la mejor parte. – Roy rió sonoramente. – ¿Qué te parece?
- Mmm… podría resultar.

Ambos salieron de las duchas y se dirigieron a la barraca del rubio a buscar ropa limpia para él.

- ¿Y conoces alguna chica que pueda ayudarte a divulgar el rumor? - Preguntó Roy mientras Ed se cambiaba.
- Bien… - De repente Ed recordó las palabras de Winry: “Si tienes algún problema ven a buscarme a mi barraca”. – Creo que sí… su nombre es Winry.

Luego vino la formación y después ambos fueron a hablar con el coronel Hopkins, quien estaba sentado en su oficina revisando algunos papeles. Primero Ed relató toda la situación con los hombres de su barraca hasta llegar a la parte del incidente de las duchas. Y luego Roy completó graficando lo que él había visto y los nombres de los hombres en cuestión.

– Vaya, vaya, qué hombres tan estúpidos. - Se sonrió un poco Viktor y luego le dirigió una significativa mirada a Ed. - Si quieren seducir a alguien deben ser más discretos, ¿no lo cree así, Coronel Mustang?

Roy y Edward permanecieron en silencio con los ceños ligeramente fruncidos. Cuando la pausa se hizo demasiado incómoda el pelirrojo agregó.

- Qué mal sentido del humor tienen uds. dos, que no reconocen una pequeña bromita.
- No es momento de bromas. – Dijo Roy muy serio. – Dime ¿Qué haremos con ellos, Viktor?
- Bien… creo que primero debemos cambiarlos de barracas, sólo para proteger al Joven Elric. – Respondió él lentamente. – Y claro, debemos ponerles un castigo ejemplar.
- ¿No ha pensado en la expulsión?
- Sí, pero para eso necesitaríamos pruebas forenses de violación al chico, y por lo que ambos relatan, dudo que las haya…
- Qué estupidez. – Dijeron el rubio y el pelinegro al unísono.
- Vamos, Mustang, sé que puede parecer injusto pero no podemos perder a seis excelentes soldados que darían su vida por la nación solo por que son un poco pasionales.
- ¡¿QUÉ?! – La expresión de Mustang era tan furiosa como la primera vez que Ed lo vio. Se giró un poco y dijo lentamente. – Edward, espérame en el pasillo.

El rubio así lo hizo; caminó fuera de la sala y se apoyó en la pared. Y pronto sucedió lo que él presentía; desde dentro de la habitación se escucharon los gritos de Roy.

- ¡¿CÓMO MIERDA PUEDES DECIR ESO, HOPKINGS?!! – Se escuchaba también el sonido seco del golpe de un puño contra la mesa de Viktor. – ¡¿CÓMO PUEDES TOMARTELO TAN A LA LIGERA?! ¡SI YO NO HUBIERA LLEGADO ALLÍ, ESOS IMBECILES LO HABRÍAN VIOLADO!
- ¿Puedes probarlo, Mustang? – En la voz del pelirrojo había un claro dejo de desafío.
- Imbécil. – Musitó Roy mientras salía dándole un portazo a la puerta. – Vamos Edward, debes seguir tu entrenamiento.

Y así Ed se despidió de Roy y se dirigió al campo sur de entrenamiento, dónde tuvo que repetir la rutina del día anterior, pero como había llegado excesivamente tarde, según su superior, debió quedarse hasta tarde acarreando leños.

- Así aprenderás lo que es la puntualidad. – Dijo un corpulento hombre de nombre Armstrong. – Y si tienes suerte, puede que llegues a obtener músculos como los míos.

Cuando el muchacho llegó a su barraca ya al anochecer, observó que habían algunas literas desocupadas: “al parecer ya los transfirieron.”. Y cansadamente se tiró sobre su cama.

Al hacerlo escuchó que u papel se doblaba debajo de él, se incorporó y tomó que parecía una carta, leyó el exterior: “Ley de intercambio equivalente”. Y la abrió:

Ed, necesito que vengas mañana a mi habitación; tu barraca tiene día libre así que no creo que haya problemas. Te espero a las 800 horas, ¿Entendido?
                --------------------Coronel Roy Mustang-----------------

A la mañana siguiente se presentó en la habitación de Roy como la nota lo ordenaba. Y tocó la puerta.

- Pasa, está abierto. – Respondió el pelinegro desde dentro.

Ed entró lentamente y vio que el hombre estaba sentado a la mesa leyendo unos reportes. Lo saludó con un saludo marcial y se sentó a su lado.

- ¿Necesitas algo Roy-sama? – Preguntó el chico mirando los rasgados y serenos ojos de su superior.
- Bien, escucha Ed. – Roy se volteó a verlo directo a los ojos y agregó. – Te he hecho un favor y he hablado con tu amiga Winry Rockbell y ella ha aceptado a divulgar el rumor junto contigo y ahora…
- Muchas gracias, Roy-sama. – Sonrió el rubio interrumpiéndolo. – Oh, perdón, estaba diciendo ud… ¿y ahora que?
- Y ahora como yo ya te he hecho un favor necesito que tú me hagas uno. – Roy sonrió medio lado y se acercó a Ed. Este se puso muy nervioso y su corazón empezó a latir frenéticamente.

¿Edward se había equivocado con respecto al Coronel y este tenía las mismas intensiones sucias que los otros hombres? Se negada a creerlo, pero esa sonrisa… decía muchas cosas.


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