El de pronunciadas orejas se encoge cual pequeño cachorro ante la mirada airosa y llena de frustración que le dirige su pareja. BaekHyun ha estado tan irritado en las últimas semanas que el más alto cree seriamente que es por culpa del embarazo. Pero no hay manera de que se trate de eso, ¿verdad? No tiene sentido. Porque es ChanYeol el que, debajo de las camisetas que siempre usa, carga un vientre ligeramente abultado. Aún no es demasiado notorio, por lo que las prendas ocultan su condición a la perfección.
BaekHyun resopla, sobándose las sienes como si un fuerte dolor de cabeza le atenazara, cosa que no estaba muy lejos de ser la realidad.
—¿Por qué no quieres entender que debes dejar de trabajar? ¿Qué pasaría si llegaras a hacerle daño a nuestro hijo? —Reprocha. Es la preocupación lo que le hace mirarle como si quisiera castigarle por desobedecerle. Últimamente todo lo que hace el gigante le tiene con el alma en un hilo, rondando en su mente el pensamiento de que podría hacerse daño y perder a su primogénito. BaekHyun no estaba preparado para una pérdida de esa magnitud, no cuando en los cinco meses de gestación él ya se había encariñado con la pequeña bola de células que compartía su ADN y el de su torpe pareja.
—Lo siento… —Comienza a decir en su defensa, luego de que por fin, el castaño ha hecho una pausa en su monólogo de cómo ChanYeol debe quedarse en cama y no salir nunca jamás de allí hasta que cumpla los nueve meses y sea momento del parto. — Pero, BaekHyun, estoy embarazado, no soy un inútil.
Cuando el mencionado le toma de la muñeca después de enviarle un mensaje de guarda silencio con la mirada, el pelinegro sabe que su siguiente parada es la habitación y que no sirve de nada replicar o intentar convencerle de que por moverse no va a ocurrir un accidente, así que, manso como un cordero que está por ser llevado al matadero, él simplemente le sigue. En medio de esa situación, ChanYeol comprende que el más bajo los ama, a él y al niño, y una sonrisa estúpida se asoma en su rostro.
Capítulo primero: De novios que olvidan citas médicas
ChanYeol tiene cita ese día y BaekHyun no puede acompañarle. El último había estado al borde de la locura cuando el más alto, vestido esa mañana con una enorme sudadera, pants y uno de sus adorables gorros peludos, le advierte que tiene que ir al médico a hacerse unos chequeos. El mayor quiso darse de topes contra la pared, ¡lo había olvidado! Y no puede culpar a su pareja. Es él quien debido a los estresados acontecimientos en su trabajo dejó pasar ese detalle y ahora no puede hacer nada, sin haber cancelado con anterioridad las sesiones de fotos que tenía agendadas, debe de asistir a ellas.
—Por favor, deja de preocuparte, no va a pasarme nada porque vaya solo esta vez. —Dice. Su novio es tan comprensivo que ni siquiera se molesta siempre que BaekHyun lo deja plantado así, sin poder deshacerse de la presión de su vida laboral. Se siente como el peor de los novios y sabe que probablemente lo es; el adverso es un ángel que nunca se lo dirá para no hacerle sentir mal o quizá es el amor que lo hace perfecto a ojos del escuálido gigante que le dedica en ese instante miradas de cachorro acompañadas con sonrisas bobas, restregándole en la cara que lo amaba a pesar de todo y su imbecilidad.
La diestra desordena sus cabellos y exhala un frustrado suspiro de resignación, estando a casi nada de ceder a algo a lo que siempre se había negado desde que supo que sería papá; dejar que ChanYeol saliese a alguna parte sin su compañía.
Un muy, muy embarazado chico de piel morena leía una entretenida revista de modas, intentando sentirse cómodo a pesar de las inquietas patadas que su nonato de siete meses daba contra él, en un claro berrinche. Puede casi imaginárselo reprochando el por qué papá no está allí con ellos. JongIn respira lo más hondo que el abultado estómago le permite pues hacía ya un trimestre que respirar con normalidad es una odisea por la tensión que el peso del bebé ocasiona a sus costillas sobre sus pulmones. Oye un suspiro a su lado y nota al delgado y larguirucho muchacho de suéter holgado y ojos gigantes. No luce embarazado a primera vista pero cuando le detalla a profundidad nota que sí, efectivamente carga un vientre pequeño bajo la gruesa tela de su prenda de vestir superior. Se siente tentado a hablarle y lo hace cuando el otro parece tener una batalla interna consigo mismo y sin darse cuenta ha comenzado a realizar graciosos mohines al fruncir los labios.
—¿Cuánto tiempo tienes? —Cuestiona el de tez ligeramente tostada, reclinándose a sus anchas en el asiento. De haber podido, incluso habría cruzado sus piernas, pero claramente no podía ni sentarse o ponerse de pie sin necesitar ayuda, menos podría levantar su pierna para colocarla sobre la otra. Las manos se le han entrelazado sobre la redondez de su barriga a punto de reventar. Era tan naturalmente delgado que el estar encinta le hace parecer como si hubiese tragado una sandía entera sin digerir ni masticar. Sólo esperaba que cuando explotase su vientre, no saliesen volando todas las golosinas y chucherías que estuvo comiéndose a lo largo de la gestación de su bebé o KyungSoo se enteraría de que estuvo desobedeciendo sus órdenes de no comer nada poco saludable.
El portador de una mirada de cachorro y ojos grandes le mira con sorpresa pero sonríe poco después; cuando lo hace, uno de sus párpados se cierra más que el otro. Es raro y adorable a la vez, piensa JongIn, si es que eso tiene algún sentido.